¿Puedo cambiar?
- 30 Octubre 2016
- 30 Octubre 2016
- 30 Octubre 2016
Lucas narra el episodio de Zaqueo para que sus lectores descubran mejor lo que pueden esperar de Jesús: el Señor al que invocan y siguen en las comunidades cristianas «ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». No lo han de olvidar.
Al mismo tiempo, su relato de la actuación de Zaqueo ayuda a responder a la pregunta que no pocos llevan en su interior: ¿Todavía puedo cambiar? ¿No es ya demasiado tarde para rehacer una vida que, en buena parte, la he echado a perder? ¿Qué pasos puedo dar?
Zaqueo viene descrito con dos rasgos que definen con precisión su vida. Es «jefe de publicanos» y es «rico». En Jericó todos saben que es un pecador. Un hombre que no sirve a Dios sino al dinero. Su vida, como tantas otras, es poco humana.
Sin embargo, Zaqueo «busca ver a Jesús». No es mera curiosidad. Quiere saber quién es, qué se encierra en este Profeta que tanto atrae a la gente. No es tarea fácil para un hombre instalado en su mundo. Pero este deseo de Jesús va a cambiar su vida.
El hombre tendrá que superar diferentes obstáculos. Es «bajo de estatura», sobre todo porque su vida no está motivada por ideales muy nobles. La gente es otro impedimento: tendrá que superar prejuicios sociales que le hacen difícil el encuentro personal y responsable con Jesús.
Pero Zaqueo prosigue su búsqueda con sencillez y sinceridad. Corre para adelantarse a la muchedumbre, y se sube a un árbol como un niño. No piensa en su dignidad de hombre importante. Solo quiere encontrar el momento y el lugar adecuado para entrar en contacto con Jesús. Lo quiere ver.
Es entonces cuando descubre que también Jesús le está buscando a él pues llega hasta aquel lugar, lo busca con la mirada y le dice: «El encuentro será hoy mismo en tu casa de pecador». Zaqueo se baja y lo recibe en su casa lleno de alegría. Hay momentos decisivos en los que Jesús pasa por nuestra vida porque quiere salvar lo que nosotros estamos echando a perder. No los hemos de dejar escapar.
Lucas no describe el encuentro. Solo habla de la transformación de Zaqueo. Cambia su manera de mirar la vida: ya no piensa solo en su dinero sino en el sufrimiento de los demás. Cambia su estilo de vida: hará justicia a los que ha explotado y compartirá sus bienes con los pobres.
Tarde o temprano, todos corremos el riesgo de «instalarnos» en la vida renunciando a cualquier aspiración de vivir con más calidad humana. Los creyentes hemos de saber que un encuentro más auténtico con Jesús puede hacer nuestra vida más humana y, sobre todo, más solidaria.
31 Tiempo ordinario - C
(Lucas 19,1-10)
30 de octubre 2016
XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
EL PODER DE DIOS
A la hora de tratar con Dios, nos suele traicionar el concepto que tenemos del poder, y al invocarlo como Todopoderoso, interpretamos su poder a la manera humana y le convertimos en un gran mandatario, como son los de nuestro mundo, que emplean su posición incluso para entablar contiendas y guerras.
Hoy el texto bíblico nos define la peculiaridad del poder divino, que se aparta esencialmente de nuestra posible proyección: “Señor, te compadeces de todos, porque todo lo puedes”. Dios puede tanto, que hasta le es posible hacerse pequeño, débil, menesteroso, entrañable, y en vez de reaccionar como nosotros cuando nos ofenden, Él lo hace con misericordia. Una oración litúrgica del siglo VIII reza: “Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y en el perdón”.
Hay un principio teológico que nos debería dar siempre esperanza: Nada existe sin que Dios lo quiera. Dice el texto del libro de la Sabiduría: “¿Cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido?” Cada uno de nosotros ha llegado a ser historia por el amor que Dios nos tiene. Nuestra existencia es la prueba de su voluntad amorosa. Y si acaso sentimos que nos corrige, lo hace para nuestro bien. “Corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor”.
El Evangelio de este domingo presenta uno de los ejemplos más emblemáticos de la misericordia de Dios, manifestada en su Hijo. Jesús repara en Zaqueo, que ha superado la vergüenza y delante de los demás, a pesar de ser considerado un publicano y pecador, se sube a un árbol, con riesgo de hacer ridículo, porque desea ver a Jesús. Es magnifica la homilía que el papa Francisco dirigió a los jóvenes en Cracovia, centrada en el evangelio que hoy se proclama en la Liturgia.
Jesús manifiesta el deseo de entrar en la casa de Zaqueo, en tu casa, y aunque puedas responder como el centurión que no eres digno de recibirlo, Él supera todo obstáculo y quien es en verdad posada se convierte en huésped, imagen que corrobora la revelación divina de presentarse no tanto como un Dios poderoso, sino como un alguien necesitado. Nada nos puede separar el amor de Jesús. “Dios nos ama tal y como somos, y no hay pecado, defecto o error que lo haga cambiar de idea” (Francisco, JMJ, Cracovia)
Zaqueo bajó enseguida y recibió muy contento a Jesús. Este año de la misericordia hemos sido alentados a practicar las obras de misericordia, y entre ellas la de acoger al forastero, al peregrino, a quien se cruza con nosotros en el camino.
Dios, padre de todos, nos espera
Dentro de unos días recordaremos de manera especial a todos los difuntos, a nuestros seres queridos que nos dejaron y a los que recordamos con dolor y afecto. Y en esa fecha de los Difuntos quién más y quién menos se pone la pregunta de si existe o no el cielo. Y solemos decir: nadie ha vuelto y, por lo tanto, ¿podemos estar seguros de que hay vida después de la muerte?
Permitidme que os cuente una pequeña historia que sucedió en una clínica. Un hombre muy enfermo estaba muy inquieto y turbado. Cogió la mano del médico y le dijo:
-“Tengo mucho miedo a morir. Dígame, doctor, ¿qué me espera después de la muerte? ¿A qué se parecerá lo que haya del otro lado?”
-“No lo sé”, le dice el doctor.
-“¿Usted no lo sabe?”, le dice el enfermo.
El doctor en lugar de responderle abre la puerta que da al pasillo. No se imaginaba encontrar a su perro, un magnífico pastor alemán, que le había seguido a través de la ciudad, había burlado la vigilancia del portero de la clínica y ahora se encontraba en el pasillo. Cuando el perro vio a su amo saltó sobre él y le manifestó de mil maneras la alegría de haberle encontrado.
El doctor se volvió hacia el enfermo y le dijo: “¿Ha observado el comportamiento del perro? Él nunca había estado en este hospital, no conocía la casa, no sabía cómo eran los lavabos, el armario, las camas, ni de qué color son las paredes de los pasillos. Él sabía que su amo estaba aquí, al otro lado de la puerta y está contento y gozoso desde que se ha abierto la puerta y me ha encontrado. Mire, yo no sé nada de lo que nos espera del otro lado después de la muerte. Lo que sé es que el Señor Dios, Padre nuestro, está al otro lado y nos espera. Y el día que la puerta se abra, es decir el día de nuestra muerte, yo pasaré al otro lado y recibiré con inmenso gozo el abrazo de Dios Padre.”
Bonita reflexión la del doctor. Nos anima a vivir con esperanza porque no podemos olvidar que Dios es nuestro Padre, que nos ama y que está deseando darnos el abrazo después de la muerte e introducirnos en su casa, que no sabemos muy bien cómo es pero eso no importa, ya que lo verdaderamente importante es que seremos queridos y abrazos por Él.
“Quien contempla a una pareja que se mira tiernamente; quien contempla a un bebé que busca mientras mama los ojos de su madre, como si quisiera almacenar para siempre su sonrisa, percibe una lejana intuición del cielo. Poder mirar a Dios cara a cara es como un único y eterno momento de amor”. Youcat (Catecismo joven de la Iglesia católica), nº 158.
Sí, recemos por nuestros difuntos a fin de que el Señor les perdone sus faltas y puedan recibir su abrazo y gozar en su presencia en compañía de todos los seres queridos que les precedieron en el camino del cielo. Y pidamos al Señor que no perdamos la confianza en su amor de Padre, que podamos recibir su abrazo de Padre y gocemos para siempre de su compañía.
¡Que Dios os bendiga a todos! + Juan José Omella Omella Arzobispo de Barcelona
Los santos desconocidos
He leído el relato de una persona que guardaba en el alma la amargura de un mal recuerdo de su padre ya fallecido. Le hubiera gustado amar su memoria, pero no podía. Con esta losa en el corazón, se apuntó a una peregrinación a Roma. Durante la peregrinación, en cierto momento, sus sentimientos se trastocaron y por primera vez el recuerdo de su padre fue positivo y notó despertarse el cariño que deseaba y no conseguía. Acudió al sacerdote que acompañaba la peregrinación en busca de la clave de lo ocurrido y el sacerdote, invocando la creencia en la comunión de los santos, le dijo: «Es que con la muerte el parentesco no desaparece».
Estos días tan señalados en nuestra liturgia –Todos los Santos y el Día de Difuntos– nos llevan a pensar en las personas que nos han precedido en el camino de la vida eterna con Dios en el cielo, comenzando por la propia familia.
Cada año el 2 de noviembre celebro una misa en la Catedral por todos los fieles difuntos de la Archidiócesis. El templo se llena para recordarlos y rezar por ellos, y sobre todo para ofrecerles los méritos del sacrifico de Cristo, que son sobreabundantes. Son momentos de petición por sus almas, por si necesitan aún de la purgación para disfrutar de la patria celestial, y para darles gracias por lo que nosotros somos gracias a ellos y a sus cuidados.
Estas fechas nos facilitan también pensar en la santidad, que no es un premio a quienes logran algo reservado a muy pocos. Esta excelencia competitiva es propia de la vida terrena, donde solo unos cuantos logran un campeonato olímpico, un Premio Nobel o inscribir su nombre en la lista Forbes de los más ricos del mundo.
La santidad no se mide tanto por el propio esfuerzo como por el abandono en manos de Dios. Y son muchos los santos que nos rodean, de todas las épocas y también de la nuestra. Juan Pablo II quiso acentuar la llamada universal a la santidad y la posibilidad de alcanzarla, beatificando durante su pontificado a más de 1.300 personas y canonizando a más de un centenar. Son modelos de una vida en consonancia con la voluntad divina, que solo quiere el bien para sus criaturas; pero sólo una pequeñísima parte de los santos desconocidos, que no son anónimos a ojos de Dios: religiosos, sacerdotes y seglares, hombres y mujeres de todas las edades y profesiones. La fiesta de Todos los Santos es su fiesta y la nuestra, que celebramos con ellos.
† Jaume Pujol Balcells Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado
El Señor de los Milagros Fiesta 18 y 19 de octubre
La imagen se encuentra tras el Altar Mayor del santuario de Las Nazarenas de Lima (Perú)
Jesucristo nuestro Señor es venerado en Perú como "El Señor de los Milagros". En el lienzo aparece Jesús crucificado. Sobre la cruz, el Espíritu Santo y el Padre. A la derecha del Señor, Su Santísima madre con su corazón traspasado por una lanza de dolor y Su derecha, el fiel Apóstol San Juan. Además de su hermosura, el lienzo es una maravillosa representación de las verdades de nuestra fe.
Cada año las multitudes de todas las razas y condiciones sociales celebran juntas la procesión del Señor de los Milagros, no solo en Perú sino en donde quiera que se encuentran comunidades peruanas. Las calles se visten de morado para celebrar al Señor que tanto nos ama que se entregó en la cruz por nosotros. En la procesión nos unimos a La Virgen Madre y a San Juan con dolor pero con profunda gratitud y alegría por la salvación y la vida nueva otorgada por El Señor. Ese es el mayor de los milagros.
Se le llama también el "Cristo Moreno" y el "Cristo de Pachacamilla"
Historia
En el siglo XVII la capital de Perú, Lima, aunque pequeña en comparación con los 7 millones que tiene en la actualidad, crecía por la inmigraciones muy variadas. Habían en ella personas de todas las razas, y muchos procedentes de las costas africanas. Entre ellos habían cofradías que veneraban diferentes santos. A mediados del siglo, los negros de Angola se hubicaron en Pachacamilla (llamado así porque allí habían vivido indios del Pachacamac). Formaron una cofradía y para ella levantaron una edificación. Uno de los angoleños pintó en la pared la preciosa imagen de Cristo como aparece a la derecha de este texto. Resalta no solo su gran artesanía sino también su expresiva capacidad catequética.
El 13 de noviembre de 1655, a las 2:45 de la tarde, un fuerte terremoto sacudió a Lima y Callao haciendo caer muchos edificios y causando miles de muertos. Los angoleños que eran ya muy pobres sufrieron muchísimo. Todas las paredes de su cofradía se cayeron. Pero en medio de aquello aparece el gran milagro: El muro de adobe con la imagen del Cristo permaneció en pie perfectamente preservada.
Ante el desastre, los limeños hicieron muchas peticiones al Señor. Había una profunda conciencia de que habían pecado y muchos pedían perdón. 15 años más tarde, Antonio León de la parroquia de San Sebastián, encontró la imagen del Señor en la pared abandonada y comenzó a venerarla. Ocurrió entonces otro milagro, pues Antonio, que sufría por un tumor maligno de terribles dolores de cabeza, fue sanado cuando se lo pidió a Cristo ante su imagen. Aquel milagro le fortaleció en su fe y propagó por todas partes aquel don divino. Pronto muchas personas acudían al Cristo milagroso. La mayoría de ellos eran negros y pobres. Se reunían los viernes por la noche a rezar y cantar ante el Señor.
Pero pronto comenzaron las dificultades. Aquellas reuniones atraía a toda clase de personas, no todas venían por buenas razones. Las autoridades intervinieron para prohibir las reuniones y mandaron a destruir la imagen de Cristo pintando sobre ella. La siniestra orden quiso llevarse a cabo en septiembre de l671. Pero cuando el pintor trató de cubrir la imagen, fueron tanto los temblores y la impresión que sufrió que no pudo aunque trató varias veces. Fue entonces que un soldado de Balcázar intentó aquel ultraje pero tampoco logró hacerle daño a la imagen. Luego relató que, una vez frente a la imagen, vio que esta embellecía y que la corona se tornaba verde
Las autoridades no se dieron por vencidas pero el pueblo comenzó a protestar. Informado el Virrey de lo acontecido, decidió revocar la orden y darle culto a la imagen. El 14 de septiembre de 1671, fiesta de la exaltación de la Cruz, se celebró la primera misa ante el Cristo de Pachacamilla. Los peregrinos aumentan continuamente y pronto se le llama "El Santo Cristo de los Milagros o de las Maravillas". Pero las autoridades aun no responden como debían ante Dios.
En octubre de 1687un maremoto arrasó con el Callao y parte de Lima y derribó la capilla edificada en honor del Santo Cristo. ¡Solo quedó en pie la pared con la imagen!. Ante aquel portento decidieron confeccionar una copia al óleo de la imagen y que, por primera vez, saliera en procesión en andas por las calles. La procesión se estableció para los días 18 y 19 de octubre de cada año.
HIMNO AL SEÑOR DE LOS MILAGROS
SEÑOR DE LOS MILAGROS
AQUI VENIMOS EN PROCESION
TUS FIELES DEVOTOS
A IMPLORAR TU BENDICION
FARO QUE GUIA
A NUESTRAS ALMAS
LA FE, ESPERANZA, LA CARIDAD
TU AMOR DIVINO
NOS ILUMINE
NOS HAGA DIGNO DE TU BONDAD
CON PASO FIRME
DE BUEN CRISTIANO
HAGAMOS GRANDE NUESTRO PERU
Y UNIDOS TODOS
COMO UNA FUERZA
TE SUPLICAMOS, NOS DES
TU LUZ
La oración: vínculo eterno
Que en la oración hay poder es algo que todos sabemos
Como anhela la cierva estar junto al arroyo, así mi alma desea, Señor, estar contigo. Sediento estoy de Dios, del Dios de vida; ¿cuándo iré a contemplar el rostro del Señor?
Salmos 42:1-2
Que en la oración hay poder es algo que todos sabemos. Muchos de nosotros hemos experimentado o, al menos escuchado, que cuando oramos suceden cosas maravillosas, las cuales nos hacen sorprendernos y nos ayudan a creer y sentir que existe un Dios velando por nosotros.
Todo eso es verdad. Sin embargo, muchas personas conciben a la oración como un poder al que de manera subconsciente consideran “mágico”. O simplemente tienen una visión supersticiosa respecto de la oración. Pero Dios no es una lámpara de Aladino ni la oración es la manera de frotarla.
Lo que las Escrituras nos revelan sobre la oración es que ésta es la forma de comunicarnos con Dios, el Dios vivo, nuestro Creador, nuestro Padre que está en el cielo y quien está deseoso de escucharnos y hablarnos para conducirnos por un camino seguro, lleno de bendición, exitoso, feliz, abundante, sobrenatural.
La oración es un acto sobrenatural, sí, porque a través del espíritu que Dios puso en nosotros podemos unirnos Él, que es Espíritu. Cuando venimos ante nuestro Padre, Él nos habla y nos responde de maneras inesperadas, y nos muestra su presencia, su cuidado, su amor, su misericordia con respuestas acertadas; la mayoría, además de satisfactorias son sorprendentes.
Jesús nos dio el ejemplo perfecto de lo que es la oración cuando pronunció: “Padre nuestro que estás en los cielos…”. Dijo “oren así, de este modo…”. Porque Él sabía que la única fuente de poder verdadero se encuentra en Dios, el Padre, y Cristo lo reveló con obras y con palabras cuando estuvo entre nosotros.
La reverencia en la oración es indispensable cuando venimos ante el trono de gracia buscando algo, ya sea sólo estar en la presencia de Dios, consuelo, un favor, sabiduría, o un milagro… La oración no es un espacio de peticiones o complacencias nada más, sino un momento único, irrepetible, en el que nos conectamos a lo eterno, a la fuente de sanidad, al agua viva, al lugar donde se encuentran todas las respuestas.
Alabar a Dios, primeramente, luego agradecerle por todas sus dádivas, derramar nuestro corazón, abrir nuestra alma delante de Él, exponer nuestros sentimientos, deseos, angustias, necesidades, dolores, alegrías, confesar nuestro pecado para recibir el perdón, y finalmente encomendar al Padre todo aquello que nos hace falta para que Él lo supla, es lo que significa orar.
Cuando oramos, no podemos condicionar a Dios “por favor, Señor, haz esto y hazlo pronto”. Su tiempo es el tiempo correcto, no el que nos apremia. Saber esperar es parte de la confianza que manifestamos a Él. La manera en que nos acercamos y pedimos puede ser soberbia o humilde. Una actitud de respeto y sometimiento demostrarán nuestra reverencia ante su soberanía.
Cuando oramos de manera constante y no sólo cuando necesitamos algo, manifestamos tres cosas: humildad (dependencia de Dios… “te necesito, Señor, no puedo yo solo, ayúdame”); fe (confianza en Él más que en otras cosas); y amor (“porque te amo vengo a ti, y no sólo porque sé que me darás lo que pida”).
La oración es un acto de gozo tanto para nosotros como para nuestro Dios, un encuentro glorioso entre el cielo y la tierra. Cuando oramos abrimos cauces al poder divino para derramarse sobre la humanidad, a través del único camino que es Jesucristo, y con la ayuda del Espíritu Santo.
El Papa: ‘La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios’
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, como cada domingo, se ha asomado a la ventana del estudio en el Palacio Apostólico del Vaticano, para rezar el ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Santo Padre para introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy nos presenta un hecho sucedido en Jericó, cuando Jesús llegó a la ciudad y fue acogido por la multitud (cfr Lc 19,1-10). En Jericó vivía Zaqueo, el jefe de los “publicanos”, es decir, de los recaudadores de impuestos. Zaqueo era un colaborador rico de los odiados ocupantes romanos, un explotador de su pueblo. También él, por curiosidad, quería ver a Jesús, pero su condición de pecador público no le permitía acercarse al Maestro; aún más, era de baja estatura; por eso sube a un árbol, una higuera, en el camino por donde Jesús tenía que pasar.
Cuando llega cerca de ese árbol, Jesús levanta la mirada y le dice: Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa” (v. 5). ¡Podemos imaginar el estupor de Zaqueo! ¿Pero por qué Jesús dice ‘he de quedarme en tu casa’? ¿De qué deber se trata? Sabemos que su deber supremo es realizar el diseño del Padre sobre la humanidad, que se cumple en Jerusalén con su condena a muerte, la crucifixión y, al tercer día, la resurrección. Es el diseño de salvación de la misericordia del Padre. Y en este diseño está también la salvación de Zaqueo, un hombre deshonesto y despreciado por todos, y por eso necesitado de conversión. De hecho, el Evangelio dice que, cuando Jesús lo llamó, “comenzaron todos a criticar a Jesús, diciendo que había ido a quedarse en casa de un pecador” (v. 7). El pueblo ve en él un villano, que se ha enriquecido a costa del prójimo. Y si Jesús hubiera dicho “baja tú, explotador, traidor del pueblo y ven a hablar conmigo para hacer cuentas’ seguro el pueblo hubiera aplaudido. Pero aquí comenzaron a murmurar. Jesús va a su casa, el pecador, el explotador.
Pero Jesús, guiado por la misericordia, le buscaba precisamente a él. Y cuando entra en casa de Zaqueo dice: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido” (vv. 9-10). La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios; y esto es importante y debemos aprenderlo, la mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios, ve a la persona con los ojos de Dios, que no se detiene en el mal pasado, sino que ve el bien futuro; no se resigna a la clausura, sino que se abre siempre a nuevos espacios de vida; no se detiene a las apariencias, sino que mira al corazón. Y aquí ha mirado el corazón herido de este hombre, herido del pecado, la avaricia, cosas feas que había hecho Zaqueo y mira este corazón herido y va ahí.
A veces tratamos corregir y convertir a un pecador reprochándole, echándole en cara sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo nos indica otro camino: el de mostrar a quien se equivoca su valor, ese valor que Dios continúa viendo a pesar de todo. A pesar de todos sus errores.
Esto puede provocar una sorpresa positiva, que enternece el corazón y empuja a la persona a sacar lo bueno que tiene. Es el dar confianza a las personas que le hace crecer y cambiar. Así se comporta Dios con todos nosotros: no está bloqueado por nuestro pecado, sino que lo supera con el amor y nos hace sentir la nostalgia del bien. Y esto, todos hemos sentido esta nostalgia del bien después de un error. Y así hace nuestro Padre Dios, así hace Jesús. No existe una persona que no tiene algo bueno. Esto mira Dios para sacarlo del mal.
La Virgen María nos ayude a ver lo bueno que hay en las personas que encontramos cada día, para que todos sean animados a sacar la imagen de Dios impresa en su corazón. ¡Y así podemos alegrarnos por las sorpresas de la misericordia de Dios! Nuestro Dios, que es el Dios de las sorpresas.
Después del ángelus:
Queridos hermanos y hermanas, ayer, en Madrid, fueron proclamados beatos José Antón Gómez, Antolín Pablos Villanueva, Juan Rafael Mariano Alcocer Martínez y Luis Vidaurrázaga, mártires, asesinados en España el siglo pasado, durante la persecución contra la Iglesia. Eran sacerdotes benedictinos. Alabamos al Señor y encomendamos a su intercesión a los hermanos y las hermanas que lamentablemente todavía hoy, en distintas partes del mundo, son perseguidos por la fe en Cristo.çExpreso mi cercanía a la población del centro de Italia afectada por el terremoto. También esta mañana ha habido un fuerte movimiento. Rezo por los heridos y por las familias que han sufrido mayores daños, como también por el personal que trabaja en las labores de socorro y asistencia. El Señor Resucitado les dé fuerza y la Virgen les cuide.çSaludo con afecto a todos los peregrinos de Italia y de distintos países, en particular a los procedentes de Ljubliana (Eslovenia) y de Sligo (Irlanda). Saludo a los participantes de la peregrinación mundial de los peluqueros y esteticistas, la Federación Nacional Procesiones y Juegos históricos, los grupos juveniles de Petosino, Pogliano Milanese, Carugate y Padua. Saludo también a los peregrinos de Unitalsi de Cerdeña. Los próximos dos días realizará un viaje apostólico a Suecia, con ocasión de la conmemoración de la Reforma, que verá a católicos y luteranos reunidos en el recuerdo y en la oración. Os pido a todos que recéis para que este viaje sea una nueva etapa en el camino de fraternidad hacia la plena comunión.
Os deseo un feliz domingo, hay buen sol, y una buena fiesta de Todos los Santos. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!
Francisco, en el Angelus de hoy
"La mirada de Jesús va más allá de los pecados, ve a la persona con los ojos de Dios"
Francisco: "La ternura de Dios ofrece confianza, abre nuevos espacios de vida y comprensión"
"Recen para que el viaje a Suecia sea una nueva etapa en el camino de fraternidad hacia la plena comunión"
Jesús Bastante, 30 de octubre de 2016 a las 12:09
Confiamos a su intercesión a nuestros hermanos y hermanas que, por desgracia, aún hoy, en diversas partes del mundo, son perseguidos por su fe en Cristo
(Jesús Bastante).- Una impresionante riada de fieles llenaba, una vez más, la plaza de San Pedro para escuchar el Angelus del Papa Francisco. "Hoy hace un gran sol", bromeó el Papa, quien tuvo un especial recuerdo hacia los heridos en el último terremoto en el centro de Italia, y para los cuatro benedictinos beatificados ayer en Madrid.
Durante el Angelus, Francisco recordó el pasaje del Evangelio en el que Zaqueo se sube a un sicomoro para poder ver a Jesús. "Zaqueo era un pecador, un traidor a su patria, que cobraba impuestos para los romanos", recordó Bergoglio. Sin embargo, al pasar junto a él, "Jesús alzó la mirada y le dijo.Zaqueo, baja, que tengo que alojarme en tu casa".
Y es que "la mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios; ve a la persona con los ojos de Dios, que no se detiene en el mal pasado, sino entre ve el bien futuro; no se resigna a las cerrazones, sino abre nuevos espacios de vida; no se detiene en las apariencias, sino mira el corazón", señaló Bergoglio.
No importaba que Zaqueo fuera "el jefe de los publicanos". "Él era un explotador de su pueblo, mas también quería ver a Jesús. Pero su condición de público pecador no le permitía acercarse al Maestro".
"A veces buscamos corregir y convertir a un pecador llamándole la atención, sacándole en cara sus errores y su comportamiento injusto", señaló el Papa. De hecho, si Jesús hubiera dicho "Lázaro, eres un traidor, baja que tengo que hablar contigo", el pueblo "le hubiera aplaudido". "Sin embargo, "todos murmuraban porque había entrado en casa de un pecador".
"Jesús, llevado por la misericordia, se acercaba a él, y cuando entra en casa de Zaqueo le dice que en esa casa, hoy, ha venido la salvación", recordó el Papa. Porque "la actitud de Jesús con Zaqueo nos indica otro camino, aquel de mostrar a quien se equivoca su valor, aquel valor que Dios continúa a ver no obstante todo. Esto puede provocar una sorpresa positiva, que enternece el corazón e impulsa a la persona a sacar fuera lo bueno que tiene en sí".
"Jesús no nos bloquea en el pecado, sino que lo supera con el amor, y nos hace sentir la nostalgia del bien. Todos hemos sentido esa nostalgia del bien", incidió el Papa. "Así hace Nuestro Padre Dios, así hace Jesús. No existe una persona que no tenga algo bueno. Esto lo sabe Dios, y tira de él para sacarlo del mal". ¿Por qué? concluyó. "Porque nuestro Dios es el Dios de las sorpresas".
Palabras del Papa después del Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas:
Ayer, en Madrid, fueron beatificados José Antón Gómez, Antolín Pablos Villanueva, Juan Rafael Mariano Alcocer Martínez y Luis Vidaurrázaga Gonzáles, mártires, asesinados en España en el siglo pasado, durante la persecución contra la Iglesia. Eran sacerdotes benedictinos. Alabamos al Señor y confiamos a su intercesión a nuestros hermanos y hermanas que, por desgracia, aún hoy, en diversas partes del mundo, son perseguidos por su fe en Cristo.
Expreso mi cercanía a las poblaciones de Italia Central afectadas por el terremoto. También esta mañana hubo un fuerte movimiento. Rezo por los heridos y por las familias que han sufrido daños mayores, así como por el personal comprometido en el rescate y la asistencia. Que el Señor resucitado les dé la fuerza y la Virgen los custodie.
Saludo con afecto a todos los peregrinos de Italia y de varios países, en particular a aquellos que provienen de Liubliana (Eslovenia) y Sligo (Irlanda). Saludo a los participantes en la peregrinación mundial de peluqueros y esteticistas, a la Federación Nacional de Corteos y Juegos históricos, a los grupos de jóvenes de Petosino, Pogliano Milanese, Carugate y Padua. Saludo también a los peregrinos de Unitalsi de Cerdeña.
Durante los próximos dos días realizaré un Viaje apostólico a Suecia, con motivo de la conmemoración de la Reforma, que verá a católicos y luteranos congregados juntos en el recuerdo y la oración. Les pido a todos ustedes que recen para que este viaje sea una nueva etapa en el camino de fraternidad hacia la comunión plena.
Les deseo un buen domingo - ¡hay un lindo sol!- y una buena fiesta de Todos los Santos. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.