“¿Qué habéis ido a ver al desierto?”

Evangelio según San Lucas 7,24-30. 

Cuando los enviados de Juan partieron, Jesús comenzó a hablar de él a la multitud, diciendo: "¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes. ¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. Les aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él. Todo el pueblo que lo escuchaba, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los doctores de la Ley, al no hacerse bautizar por él, frustraron el designio de Dios para con ellos. 

Eusebio de Cesárea (c. 265-340), obispo, teólogo e historiador Comentario sobre Isaías 40; PG 24, 365-368

“¿Qué habéis ido a ver al desierto?”

“Voz del que clama en el desierto: Preparad una ruta al Señor, allanad los caminos de nuestro Dios” (Is 40,3). Esta palabra muestra claramente que los acontecimientos profetizados no se cumplieron en Jerusalén sino en el desierto. La gloria del Señor aparecerá en el desierto. Allí todo el mundo conocerá la salvación de Dios (cf Is 40,5). Esto es lo que aconteció realmente, literalmente cuando Juan Bautista proclamó en el desierto del Jordán que la salvación de Dios se iba a manifestar. Ahí apareció la salvación de Dios. En efecto, Cristo en su gloria se dio a conocer a todos cuando fue bautizado en el Jordán... 

El profeta hablaba de esta manera porque Dios tenía que residir en el desierto, este desierto que es inaccesible al mundo. Todas las naciones paganas eran desiertos del conocimiento de Dios, inaccesibles a los justos y a los profetas de Dios. Por esto, la voz clama para preparar el camino a la Palabra de Dios, de allanar la ruta inaccesible y pedregosa para que nuestro Dios que viene a habitar entre nosotros pueda avanzar por ella... 

“Súbete a un monte elevado, mensajero de Sión; alza tu voz con brío, mensajero de Jerusalén...” (Is 40,9) ¿Quién es esta Sión,...la que los antiguos llamaron Jerusalén?... ¿No es, más bien, una manera de designar al grupo de los apóstoles, escogidos de entre el pueblo?  No es la que le tocó en herencia la salvación de Dios,...ella misma, situada en lo alto de la montaña, es decir, fundada sobre el Verbo único de Dios?  A ella encomienda...anunciar a todos los hombres la Buena Noticia de la salvación.

El adviento es esperanza
Lucas 7, 24-30. III Jueves de Adviento. Ciclo A. Envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, mi corazón espera con alegría tu venida. Ven, no tardes, anhelo tu llegada. «Así como la cierva busca las fuentes de agua viva, así mi corazón te busca a ti» (salmo 42). Por eso vengo aquí, para preparar mi corazón a tu llegada. Dime, qué es lo que quieres de mí, qué puerta de mi corazón quieres que te abra.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¿Qué es el adviento?El adviento es esperanza. Pensemos un momento en Juan, contemplemos su situación. Juan había recibido la misión de preparar al pueblo de Israel para la llegada del Mesías. Y esta misión, para Juan, era su vida. Su total dedicación estaba en cumplir esta misión Por eso no importaba de qué se vestía o cómo se alimentaba. Tenía una misión que cumplir y eso era su obsesión.

¿Qué veía Juan? Veía que la llegada del mesías estaba muy cerca y que sin embargo el pueblo no estaba preparado. Por eso cuanto más pasaba el tiempo gritaba con más fuerza la necesidad de preparase. Era, tal vez, como los niños que cuanto más se acerca la navidad mejor se portan y al mismo tiempo son más insistentes con sus padres para que les compren los regalos que quieren. Podemos decir que Juan era como un niño que sabía que algo importante iba a pasar. Y, al mismo tiempo, insistía más a la gente para que abrieran los ojos al gran misterio de la llegada del Mesías que por tantos años habían esperado.

¿Y por qué es el más grande? Porque conoció a Jesús cuando llegó. La verdadera grandeza está en conocer a Dios. A Dios que viene al mundo, que viene a mi corazón y me dice «te amo, ¿me dejas entrar en tu corazón?». Y el adviento consiste en esperar y en preparar nuestro corazón a la venida de Jesús.

Ahora, volvamos unos años atrás o contemplemos a los niños. ¿Quiénes son los que más disfrutan las navidades?... Los niños. ¿Por qué? Porque saben esperar. Pensemos cuando éramos niños. Esperábamos con alegría estos días y llevábamos una cuenta exacta de los días, de las horas y de los minutos para el gran día. Cada minuto era importante. La espera… Y cuando llegaba el día se disfrutaba muchísimo.

Por eso, para disfrutar de la llegada de Cristo hay que esperar, preparar el corazón y disfrutar cada momento. Por eso el más pequeño es el más grande.

«La voz del Bautista grita también hoy en los desiertos de la humanidad, que son —¿cuáles son los desiertos de hoy?— las mentes cerradas y los corazones duros, y nos hace preguntarnos si en realidad estamos en el buen camino, viviendo una vida según el Evangelio.[…] Si a nosotros el Señor Jesús nos ha cambiado la vida, y nos la cambia cada vez que acudimos a Él, ¿cómo no sentir la pasión de darlo a conocer a todos los que conocemos en el trabajo, en la escuela, en el edificio, en el hospital, en distintos lugares de reunión?»

(Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, te ofrezco, Jesús, hacer un examen de conciencia para reflexionar como me estoy preparando para vivir las navidades. Si las veo como un periodo en el que hay que gastar un poco más de dinero, si las vivo como un momento de familia o si, sobre todo, las vivo como un momento en el que vienes a mi corazón y que por lo tanto he de prepararlo para este momento.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

María de la Rosa, Santa
Virgen y Fundadora, 15 de diciembre

Martirologio Romano: En Brescia, de la Lombardía, Italia, santa María Crucificada de Rosa, virgen, que gastó sus riquezas, y se entregó ella misma, por la salud de las almas y de los cuerpos del prójimo, para lo cual también fundó el Instituto de Esclavas de la Caridad († 1855).

Fecha de beatifricación: 26 de mayo de 1940 por el Papa Pío XII

Fecha de canonización: 12 de junio de 1954 por el Papa Pío XII

Breve Biografía

Nació en Brescia (Italia) en 1813. Quedó huérfana de madre cuando apenas tenía 11 años.

Cuando ella tenía 17 años, su padre le presentó un joven diciéndole que había decidido que él fuera su esposo. La muchacha se asustó y corrió donde el párroco, que era un santo varón de Dios, a comunicarle que se había propuesto permanecer siempre soltera y dedicarse totalmente a obras de caridad. El sacerdote fue donde el papá de la joven y le contó la determinación de su hija. El señor De la Rosa aceptó casi inmediatamente la decisión de María, y la apoyó más tarde en la realización de sus obras de caridad, aunque muchas veces le parecían exageradas o demasiado atrevidas.

El padre de María tenía unas fábricas de tejidos y la joven organizó a las obreras que allí trabajaban y con ellas fundó una asociación destinada a ayudarse unas a otras y a ejercitarse en obras de piedad y de caridad.

En la finca de sus padres fundó también con las campesinas de los alrededores una asociación religiosa que las enfervorizó muchísimo.

En su parroquia organizó retiros y misiones especiales para las mujeres, y el cambio y la transformación entre ellas fue tan admirable que al párroco le parecía que esas mujeres se habían transformado en otras. ¡Así de cambiadas estaban en lo espiritual!.

En 1836 llegó la peste del cólera a Brescia, y María con permiso de su padre (que se lo concedió con gran temor) se fue a los hospitales a atender a los millares de contagiados. Luego se asoció con una viuda que tenía mucha experiencia en esas labores de enfermería, y entre las dos dieron tales muestras de heroísmo en atender a los apestados, que la gente de la ciudad se quedó admirada.

Después de la peste, como habían quedado tantas niñas huérfanas, el municipio formó unos talleres artesanales y los confió a la dirección de María de la Rosa que apenas tenía 24 años, pero ya era estimada en toda la ciudad. Ella desempeñó ese cargo con gran eficacia durante dos años, pero luego viendo que en las obras oficiales se tropieza con muchas trabas que quitan la libertad de acción, dispuso organizar su propia obra y abrió por su cuenta un internado para las niñas huérfanas o muy pobres.

Poco después abrió también un instituto para niñas sordomudas. Todo esto es admirable en una joven que todavía no cumplía los 30 años y que era de salud sumamente débil. Pero la gracia de Dios concede inmensa fortaleza.

La gente se admiraba al ver en esta joven apóstol unas cualidades excepcionales. Así por ejemplo un día en que unos caballos se desbocaron y amenazaban con enviar a un precipicio a los pasajeros de una carroza, ella se lanzó hacia el puesto del conductor y logró dominar los enloquecidos caballos y detenerlos. En ciertos casos muy difíciles se escuchaban de sus labios unas respuestas tan llenas de inteligencia que proporcionaban la solución a los problemas que parecían imposibles de arreglar. En los ratos libres se dedicaba a leer libros de religión y llegó a poseer tan fuertes conocimientos teológicos que los sacerdotes se admiraban al escucharla. Poseía una memoria feliz que le permitía recordar con pasmosa precisión los nombres de las personas que habían hablado con ella, y los problemas que le habían consultado; y esto le fue muy útil en su apostolado.

En 1840 fue fundada en Brescia por Monseñor Pinzoni una asociación piadosa de mujeres para atender a los enfermos de los hospitales. Como superiora fue nombrada María de la Rosa. Las socias se llamaban Esclavas de la Caridad. Al principio sólo eran cuatro jóvenes, pero a los tres meses ya eran 32.

Muchas personas admiraban la obra que las Esclavas de la Caridad hacían en los hospitales, atendiendo a los más abandonados y repugnantes enfermos, pero otros se dedicaron a criticarlas y a tratar de echarlas de allí para que no lograran llevar el mensaje de la religión a los moribundos. La santa comentando esto, escribía: "Espero que no sea esta la última contradicción. Francamente me habría dado pena que no hubiéramos sido perseguidas".

Fueron luego llamadas a ayudar en el hospital militar pero los médicos y algunos militares empezaron a pedir que las echaran de allí porque con estas religiosas no podían tener los atrevimientos que tenían con las otras enfermeras. Pero las gentes pedían que se quedaran porque su caridad era admirable con todos los enfermos.

Un día unos soldados atrevidos quisieron entrar al sitio donde estaban las religiosas y las enfermeras a irrespetarlas. Santa María de la Rosa tomó un crucifijo en sus manos y acompañada por seis religiosas que llevaban cirios encendidos se les enfrentó prohibiéndoles en nombre de Dios penetrar en aquellas habitaciones. Los 12 soldados vacilaron un momento, se detuvieron y se alejaron rápidamente. El crucifijo fue guardado después con gran respeto como una reliquia, y muchos enfermos lo besaban con gran devoción.

En la comunidad se cambió su nombre de María de la Rosa por el de María del Crucificado. Y a sus religiosas les insistía frecuentemente en que no se dejaran llevar por el "activismo", que consiste en dedicarse todo el día a trabajar y atender a las gentes, sin consagrarle el tiempo suficiente a la oración, al silencio y a la meditación. En 1850 se fue a Roma y obtuvo que el Sumo Pontífice Pío Nono aprobara su consagración. La gente se admiraba de que hubiera logrado en tan poco tiempo lo que otras comunidades no consiguen sino en bastantes años. Pero ella era sumamente ágil en buscar soluciones.

Solía decir: "No puedo ir a acostarme con la conciencia tranquila los días en que he perdido la oportunidad, por pequeña que esta sea, de impedir algún mal o de hacer el bien". Esta era su especialidad: día y noche estaba pronta a acudir en auxilio de los enfermos, a asistir a algún pecador moribundo, a intervenir para poner paz entre los que peleaban, a consolar a quien sufría alguna pena.

Por eso Monseñor Pinzoni exclamaba: "La vida de esta mujer es un milagro que asombra a todos. Con una salud tan débil hace labores como de tres personas robustas".

Aunque apenas tenía 42 años, sus fuerzas ya estaban totalmente agotadas de tanto trabajar por pobres y enfermos. El viernes santo de 1855 recobró su salud como por milagro y pudo trabajar varios meses más.

Pero al final del año sufrió un ataque y el 15 de diciembre de ese año de 1855 pasó a la eternidad a recibir el premio de sus buenas obras.

Si Cristo prometió que quien obsequie aunque sea un vaso de agua a un discípulo suyo, no quedará sin recompensa, ¿qué tan grande será el premio que habrá recibido quien dedicó su vida entera a ayudar a los discípulos más pobres de Jesús?

¿Quién soy yo?
Ese granito de arena que se quedó en mi mano del puñado que se deslizó entre mis dedos


Señor, estoy ante ti, ante este misterio de entrega y amor que se esconde en el Sagrario. Tras esa puerta o cortinillas, Tu nos esperas siempre... para ti no hay tiempo, ni lugar, ni distancias.

Siempre ahí sin reservas para unos y otros, para razas y colores, para buenos y malos, para mi... porque diste hasta la última gota de sangre de tu sangre para todos y por todos, y por TODOS, sigues y seguirás ahí por siempre mientras haya unas manos de sacerdote que transformen el pan en tu cuerpo, el vino en tu sangre.

¡Alabados seas, Señor! por todo ese tu gran amor, porque... ¿quién soy yo?

¿Quién soy yo?
Ese granito de arena que se quedó en mi mano del puñado que se deslizó entre mis dedos una tarde de verano. Dejándolo yo caer a la playa tan dorada se juntará con los otros desapareciendo como si no fuera nada.

¿Quién soy yo?
Una aguja de algún pino, ni siquiera el pino mismo de algún bosque de este mundo con profundidad de abismo.

¿Quién soy yo?
Partícula de polvo en un polvoso camino. Allá en el antiguo Egipto, allá en la gloriosa Roma, generaciones sin cuento deslizándose en la sombra y yo viviendo el presente con vértigo de vorágine, como un instante con forma.

Generaciones futuras... ¿quién repetirá mi nombre? Pregunta incoherente y absurda. Si soy granito de arena, que en la playa de los siglos se perdió, si soy aguja de pino, que la tierra ya enterró, si soy polvo de camino, que otros polvos ya borró. Soy brizna que en remolino, en turbión desaparece; arrastrada por un mundo que lentamente perece.

¿Quién soy yo?
Pregunta grave, con respuesta trascendente: En las arenas del mar, generaciones pasadas, en las agujas del pino y en los polvos del camino, ¡Nadie hay igual, ni será, al igual que soy yo mismo.

Y es confusión en mi mente, es asombro y es hechizo, al pensar que Dios mi nombre...
¡Repetirá en lo Infinito!

Gracias Señor porque a veces siento que no valgo nada ni para nadie, que no sirvo, que mi existencia es inútil, que a veces mi presencia pasa desapercibida. Pero Tú que eres el Rey, mi Dios, repites mi nombre cada día y me amas y cuidas de mi como lo más valioso. Valgo porque Tú me haces vales, porque soy tu hijo amado. Y si valgo para Dios, valgo mucho, mi vida tiene todo sentido, para ti y para todo mi rededor.

¿Qué es un ser humano?
La contraposición entre persona y ser humano no es éticamente admisible

Pregunta

En una discusión con un docente y mis compañeros sobre el aborto, al yo refutar y utilizar las palabras persona, bebé y ser humano, el docente (que es uno bastante formado) me replicó: un momento que me estas hablando de tres cosas diferentes: un ser humano, una persona y un bebé. Francamente no tenía ni idea que eso estaba ya separado! y luego empezó la loca de la casa (mi cabeza, como decía Sta Teresa) a preguntarme: ¿pero que es un ser humano? Puedes decir que es lo que nace producto de un proceso biológico entre dos seres humanos, pero eso prontamente va a desaparecer, pues la experimentación genética ha logrado "producir" un ser humano con tres ADNs diferentes, entonces esto no basta. No puede ser definido por su aspecto corporal, pues no todos nacen con todos los orgános, o todos los miembros o partes del cuerpo y aún así se les considera seres humanos. ¿Se reduce entonces a las habilidades y la productividad?, pero tampoco puede ser esto lo que defina a un ser humano, pues los bebes y los ancianos y personas con ciertas enfermedades no podrían considerarse humanos. Entonces ¿es un humano por tener alma? pero como podemos saber si tienen alma los fetos. ¿Es un ser humano algo que se produce instantáneamente al momento de la unión del óvulo con el espermatozoide? pero volvemos a los bebés manipulados genéticamente y a los óvulos fecundados que nunca se llegan a implantar en el útero. -- D.C.

Respuesta
Empecemos por la distinción que hace aquel médico entre ser humano, persona y bebé. El término "bebé" simplemente indica una característica cronológica que no cambia la dignidad intrínseca del ser respectivo. Un bebé de zarigüeya no tiene la dignidad de un bebé humano por ser ambos bebés. Eso nos permite concentrarnos en los otros dos términos: "ser humano" y "persona."

Los que separan estos dos términos no dudan de que un adulto con su pleno desarrollo cognitivo y emocional sea una "persona," de modo que la separación que hacen proviene de que consideran que hay seres humanos que no son, o no son plenamente personas. ¿Quiénes podrían ser esos seres humanos? Según unos u otros criterios, habrá quienes digan que un bebé recién nacido no es persona porque sus reacciones frente a estímulos o dificultades es más cercana a la de un animal que a la de un adulto humano. De manera análoga, un niño con autismo tampoco sería una persona. Uno ve que esta clase de distinciones traen prontamente cuestiones éticas difíciles. Por ejemplo, si alguien tiene un accidente cerebro-vascular grave, ¿deja de ser persona? Un enfermo en coma, ¿ya no es persona? Y de inmediato estas definiciones traen consecuencias: si alguien (¿o algo?) no es persona, es fácil inclinarse a la idea de que se puede "disponer" de él, por ejemplo, determinando a quién es lícito eliminar para que no consuma recursos del Estado.

Son tan graves las consecuencias de esta separación entre "ser humano" y "persona" que uno siente que es arbitraria porque deja la dignidad de enfermos, ancianos o discapacitados en manos de criterios que pueden afectar profundamente su calidad de vida o incluso llevar a la muerte. Es mucho más humano y más sano asociar la dignidad y los derechos propios de la "persona" a TODO ser humano, y eso significa que la contraposición entre persona y ser humano no es éticamente admisible. Lo que parece correcto, y lo que ha hecho la Iglesia de modo consistente es hablar de persona humana, siempre y desde el principio de la misma vida humana.

Este razonamiento nos conduce a la pregunta sobre qué es un ser humano, es decir, a partir de lo ya expuesto: ¿qué es una persona humana? Un buen punto de partida es lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

362 La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que "Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente" (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.

363 A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona humana (cf. Hch 2,41). Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de más valor en él (cf. Mt 10,28; 2M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: "alma" significa el principio espiritual en el hombre.

364 El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el templo del Espíritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45):

«Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día» (GS 14,1).

365 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la "forma" del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.

366 La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es "producida" por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final.

El planteamiento de la Iglesia no deja duda sobre la identidad y la dignidad de cada ser humano. Pero deja abierta la cuestión ética en torno a los seres humanos "producidos" con profundas intervenciones de tecnología biológica y genética. Razón para entender por qué la misma Iglesia se opone a tomar como único criterio de procreación que alguien diga: "Yo quiero tener un hijo" o lo que ya sucede en algunos lugares: "Yo quiero un hijo con tales características."
Pero esos seres humanos existen y no es su culpa haber venido a este mundo.

En este punto conviene recordar que las intervenciones en el ADN de un cigoto apunta a genes muy específicos. En un ser humano "producto" de ese tipo de intervención, los porcentajes serían algo así como: 49,999...99999999999% o mucho más de la mamá; 49,999...99999999999% o mucho más del papá y 0,000...00000000002% o muchísimo menos de otra persona. Habida cuenta de que ese porcentaje externo (al papá y a la mamá) interviene en genes específicos conectados con enfermedades o rasgos físicos puntuales. Hay quienes incluso miran ese tipo de intervenciones genéticas como micro o nano-cirugías.

Todo eso apunta a que los seres humanos "producidos" no tienen en realidad un cambio radical en su realidad corporal, y que por tanto no es necesario cambiar la definición de ser humano: un ser humano, que desde el principio posee toda la dignidad de la persona humana, es el resultado de la unión entre las células germinales de un hombre y una mujer, incluso si esa persona tiene posteriormente intervenciones genéticas o fisiológicas.

Tradiciones y Costumbres Navideñas
Lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo el aspecto exterior, sino su significado interior

Origen de las tradiciones
Las tradiciones y costumbres son una manera de hacer presente, de recordar lo que ocurrió en el pasado. Son hechos y obras que se transmiten de una generación a otra de forma oral o escrita. La palabra tradición viene del latín “traditio” que viene del verbo “tradere” que significa entregar. Se podría decir que tradición es lo que nuestros antepasados nos han entregado.

En el caso de la Navidad, lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo el aspecto exterior, sino su significado interior. Se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo las tradiciones y costumbres para así poder vivirlas intensamente. Este es un modo de evangelizar.

Existen muchas tradiciones y costumbres de la Navidad que nos ayudan a vivir el espíritu navideño, pero debemos recordar que este espíritu se encuentra en la meditación del misterio que se celebra.

A continuación, presentaremos algunas de éstas con una pequeña explicación acerca de su significado y origen:

El árbol de Navidad

Los antiguos germanos creían que el mundo y todos los astros estaban sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el “divino Idrasil” o el “dios Odín”. A este dios se le rendía culto cada año, durante el solsticio de invierno, cuando para ellos, se renovaba la vida. La celebración de ese día consistía en adornar un árbol de encino con antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol. En torno a este árbol bailaban y cantaban adorando a su divinidad.

Cuentan que San Bonifacio, evangelizador de Alemania, derribó el árbol que representaba al dios Odín y en el mismo lugar plantó un pino, símbolo del amor perenne de Dios. Lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano. Las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo, la luz del mundo y la gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como Salvador.

Esta costumbre se difundió por toda Europa en la Edad Media. Por medio de la Conquista española y las migraciones, esta tradición llegó a América. Poco a poco, la tradición fue evolucionando: se cambiaron las manzanas por esferas y las velas, por focos que representan la alegría y la luz que Jesucristo trajo al mundo.

Las esferas, actualmente, simbolizan las oraciones que hacemos durante el periodo de Adviento. Los colores de las esferas también tienen un significado simbólico:

azules; oraciones de arrepentimiento

plateadas; de agradecimiento
doradas; de alabanza
rojas; de petición
Se acostumbra poner una estrella en la punta del pino que representa la fe que debe guiar nuestras vidas.

También, se suelen poner adornos de diversas figuras en el árbol de Navidad. Éstos representan las buenas acciones y sacrificios, los “regalos” que le daremos a Jesús en la Navidad.
Para aprovechar la tradición: Se sugiere adornar el árbol de Navidad a lo largo de todo el Adviento, explicando a los niños su profundo simbolismo crisitiano. Los niños elaborarán sus propias esferas (24 a 28, dependiendo de los días que tenga el Adviento) con una oración o un propósito en cada una. Conforme pasen los días, las irán colgando en el árbol de Navidad, hasta el día del Nacimiento de Jesús.

Las tarjetas de Navidad
La costumbre de enviar mensajes navideños se originó en las escuelas inglesas, donde se pedía a los estudiantes que escribieran algo que tuviera que ver con la temporada navideña, antes de salir de vacaciones de invierno. Las tarjetas se enviaban por correo a su casa y así sus padres recibían un mensaje de Navidad.

En 1843, W.E. Dobson y Sir Henry Cole hicieron las primeras tarjetas de Navidad impresas, con la única intención de poner al alcance del pueblo inglés las obras de arte que representaban al Nacimiento de Jesús.
En 1860, Thomas Nast, creador de la imagen de Santa Claus, organizó la primera venta masiva de tarjetas de Navidad en las que aparecía impresa la frase “Feliz Navidad”.

Es una costumbre muy bonita, pues a través de las tarjetas se puede comunicar a todos nuestros seres queridos la alegría que sentimos por el Nacimiento de Cristo.

Los villancicos
Se dice que el compositor de los primeros villancicos fue el Marqués de Santillana, que compuso una serie de canciones para celebrar, con sus tres hijos, el misterio de la Navidad.

Sin embargo, los primeros villancicos que se conocen fueron compuestos por los evangelizadores en el siglo V, con la finalidad de llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer.
Sus letras hablaban sobre el Misterio de la Encarnación en lenguaje popular y estaban inspirados en la liturgia de la Navidad.

Como se llamaba “villanus” al aldeano, con el tiempo, el nombre cambió a “villancicos”. Éstos hablan en un tono sensible e ingenioso de los sentimientos de la Virgen María y de los pastores ante el Nacimiento de Cristo.

En el siglo XIII, se extienden por todo el mundo junto con los nacimientos de San Francisco de Asís.

Los villancicos favorecen la participación en la liturgia de Adviento y de Navidad. Cantar villancicos es un modo de demostrar nuestra alegría y gratitud a Jesús y escucharlos durante el Adviento ayuda a la preparación del corazón para el acontecimiento de la Navidad.

San Nicolás 
La imagen de Santa Claus, el viejecito regordete y sonriente que trae regalos a los niños buenos el día de Navidad, tuvo su origen en la historia de San Nicolás.

Nicolás nació en una antigua provincia de Asia Menor, en el siglo IV. La capital, Mira, estaba cerca del mar (hoy, corresponde al sudoeste de Turquía) y era una sede episcopal. Nicolás fue escogido obispo de esta sede y ahí se hizo famoso por su extraordinaria piedad. Estuvo encarcelado por defender su fe durante la persecución de Diocleciano. Sus reliquias se encuentran en el pueblo de Bari, Italia.

Existen varias leyendas que hablan acerca de la vida de este santo:

Se dice que fue heredero de una gran fortuna, misma que dedicó a ayudar a los pobres que conocía. Nicolás era feliz ayudando a los demás, especialmente a los pobres y a los esclavos. Era bueno, generoso y tenía un gran sentido del humor.

En cierta ocasión, el jefe de la guardia romana de aquella época, llamado Marco, quería vender como esclavo a un niño muy pequeño llamado Adrián y Nicolás se lo impidió.

En otra ocasión, Marco quería apoderarse de unas jovencitas si su padre no le pagaba una deuda. Nicolás se enteró del problema y decidió ayudarlas. Tomó tres sacos llenos de oro y en la Noche de Navidad, en plena obscuridad, llegó hasta la casa y arrojó los sacos por la chimenea, salvando así a las muchachas.

Marco quería acabar con la fe cristiana, mandó quemar todas las iglesias y a encarcelar a todos los cristianos que no quisieran renegar de su fe. Así fue como Nicolás fue capturado y encarcelado.

Cuando el emperador Constantino se convirtió a la fe católica, liberó a todos los cristianos y Nicolás era ya viejo. Cuando salió de la cárcel, tenía la barba crecida y blanca y llevaba sus ropajes rojos, que lo distinguían como obispo. Con todo, los largos años de cárcel no lograron quitarle su bondad y su buen humor.

Los cristianos de Alemania tomaron la historia de los tres sacos de oro echados por la chimenea el día de Navidad y la imagen de Nicolás al salir de la cárcel, para entretejer la historia de Santa Claus, viejecito sonriente y gordinflón, vestido de rojo, que entra por la chimenea el día de Navidad para dejar regalos a los niños buenos.

El Nombre de Santa Claus viene de la evolución paulatina del nombre de San Nicolás: St. Nicklauss, St. Nick, St. Klauss, Santa Claus, Santa Clós.

Para dar un sentido cristiano a la tradición: El ejemplo de San Nicolás nos enseña a ser generosos, a dar a los que no tienen y a hacerlo con discreción, con un profundo amor al prójimo. Nos enseña a estar pendiente de las necesidades de los demás, a salir de nuestro egoísmo, a ser generosos no sólo con nuestras cosas sino también, con nuestra persona y nuestro tiempo.

La Navidad es un tiempo propicio para imitar a San Nicolás en sus virtudes. Cada año, parece como si el espíritu de Nicolás efectivamente viniera a la tierra y se introdujera a todas las casas de manera misteriosa (tal vez por la chimenea), influyendo en todas las personas, que en esta época se muestran más dispuestos que nunca a dar regalos, desprenderse de lo propio y ayudar a los demás. Seguramente, San Nicolás ha de sonreír desde el Cielo, al ver cómo la gente se vuelve generosa y desinteresada, ocultando su identidad detrás de la imagen exagerada y graciosa de él mismo.

Los nacimientos

El Papa San Sixto III, en el siglo V, ya celebraba la Navidad con algunas representaciones del nacimiento de Cristo que se realizaban en una gruta semejante a la de Belén que él mismo había mandado construir en una Iglesia.

Sin embargo, se considera a San Francisco de Asís el fundador de los Nacimientos quien, en 1223, quiso celebrar una “Noche Buena” en la que se reviviera el recuerdo de Jesús nacido en Belén.

Para que todos pudieran comprender mejor las condiciones en que sucedió, puso un Nacimiento en el bosque con personas y animales vivos. Esta actividad gustó mucho a las personas que asistieron y se popularizó. Con el paso del tiempo, la falta de espacio obligó a sustituir a las personas y animales con figuras de madera o de barro. Esta tradición fue acogida con gran cariño por todo el mundo cristiano desde el siglo XVI.

Para dar un sentido cristiano a la tradición: Poner un Nacimiento en casa, en el que podemos contemplar la imagen de Belén, el pesebre, lo pastores, los magos, José y María, puede ser además de una actividad que fomenta la unión familiar, una imagen que nos ayude a meditar en el misterio de la Navidad y en las virtudes de cada uno de los personajes. A través de los sentidos, se eleva nuestro espíritu ante este gran acontecimiento. El Nacimiento nos invita a reflexionar en el gran misterio de Dios hecho hombre por amor al hombre.

La flor de Nochebuena
Esta flor es originaria de México. Su nombre náhuatl es “tlazochitl” que significa “flor que se marchita”. Para los aztecas simbolizaba la sangre de los sacrificios que los indígenas ofrendaban al sol para renovar sus fuerzas. Los españoles la bautizaron como flor de Nochebuena porque florece en diciembre y la utilizaron como símbolo de las fiestas navideñas.

Las posadas
Las posadas son fiestas que tienen como fin, preparar la Navidad. Comienzan el día 16 y terminan el día 24 de Diciembre.

Su origen se remonta a los tiempos de la conquista:

Cuando los españoles llegaron a México, los aztecas creían que durante el solsticio de invierno, el dios Quetzalcóatl (el sol viejo) bajaba a visitarlos. Cuarenta días antes de la fiesta, compraban los mercaderes a un esclavo fornido y lo vestían con los atavíos del mismo dios Quetzalcóatl. Antes de vestirlo, lo purificaban. En la noche, lo enjaulaban y lo alimentaban muy bien. Salían con él por la ciudad y él iba cantando y bailando para ser conocido por su semejanza a Dios. Las mujeres y los niños le ofrecían ofrendas. Nueve días antes de la fiesta, venían ante él dos viejos muy venerables del templo y se humillaban ante él en una ceremonia en la que le decían: “Señor, sabrás que de aquí en nueve días se te acabará este trabajo de bailar y cantar porque entonces has de morir". El esclavo debía responder: “que fuese muy en buena hora”.

Llegado el día de la fiesta, a media noche, después de honrarlo con música e incienso, lo tomaban los sacrificadores y le sacaban el corazón para ofrecérselo a la luna. En los templos hacían ese día grandes ceremonias. En dichas ceremonias, dirigidas por los sacerdotes, se incluían ritos y bailes sagrados representando la llegada de Quetzalcóatl, así como ofrendas y sacrificios humanos en honor a él.

Durante el mes de diciembre, no sólo festejaban a Quetzalcóatl, sino que también celebraban las fiestas en honor a Huitzilopochtli. Estas duraban veinte días, iniciaban el 6 de diciembre y terminaban el 26 del mismo mes. Eran fiestas solemnes estaban precedidas por 4 días de ayuno y se coronaba al dios Huitzilopochtli, poniendo banderas en los árboles frutales. Esto es a lo que llamaban el “levantamiento de banderas”.

En el gran templo, ponían el estandarte del dios y le rendían culto. El pueblo se congregaba en los patios de los templos, iluminados por enormes fogatas para esperar la llegada del solsticio de invierno. El 24 de diciembre, por la noche y al día siguiente, 25 de diciembre, había fiestas en todas las casas. Se ofrecía a los invitados una rica comida y unas estatuas pequeñas de pasta llamada “tzoatl”.

Los misioneros españoles, que llegaron a México a finales del siglo XVI, aprovecharon estas costumbres religiosas para introducir entre los indígenas el espíritu evangélico. Así, transformaron las fiestas aztecas en fiestas cristianas, para que sirvieran como preparación para recibir a Jesús en su corazón el día de Navidad.

En 1587, el superior del convento de San Agustín de Acolman, Fray Diego de Soria, obtuvo del Papa Sixto V, un permiso que autorizaba en la nueva España la celebración de las "Misas de Aguinaldos", del 16 al 24 de diciembre. En estas Misas, se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad. Para hacerlas más atractivas y amenas, se les agregaron luces de bengala, cohetes y villancicos. Posteriormente, la piñata.

En San Agustín de Acolman, con los misioneros agustinos, fue donde tuvieron origen las posadas. Los misioneros convocaban al pueblo al atrio de las iglesias y conventos y ahí rezaban una novena. Se iniciaba con el rezo del Santo Rosario, acompañado de cantos y representaciones basadas en el Evangelio, como recordatorio de la espera del Niño y del peregrinar de José y María de Nazaret a Belén para empadronarse. Las posadas se llevaban a cabo los nueve días previos a la Navidad, que puede simbolizar los nueve meses de espera de María. Al terminar, los monjes repartían a los asistentes fruta y dulces que simbolizaban las gracias que recibían aquellos que aceptaban la doctrina de Jesús.

Esta costumbre, con el tiempo se comenzó a realizar en barrios y luego, pasaron a formar parte de la vida familiar. Según la tradición, una Posada comienza con el rezo del Rosario y el canto de las letanías. Durante el canto, los asistentes forman dos filas que terminan con 2 ó 4 niños que llevan a la Santísima Virgen y a San José, llamados "peregrinos", que van a Belén. Al terminar las letanías, se dividen en dos grupos: uno entra a la casa y otro pide posada, imitando a San José y la Santísima Virgen cuando llegaron a Belén. Los peregrinos reciben acogida por parte del grupo que se encuentra en el interior. Luego de esto, siguen los alegres villancicos y termina la fiesta rompiendo piñatas y distribuyendo los "aguinaldos". 

PAXTV.ORG