“El que os escucha, a mí me escucha; el que os rechaza, a mí me rechaza”
- 03 Octubre 2014
- 03 Octubre 2014
- 03 Octubre 2014
Oración del perdón
Padre bueno y misericordioso digno de
alabanza y adoración; hoy te doy gracias
por tu amor tierno y compasivo porque
perdonas mis faltas y las apartas de tu vista
sin que ellas disminuyan tu amor por mí.
Hoy quiero suplicarte una gracia especial,
concédele a mi corazón el poder comprender
la debilidad de mis hermanos, el entender
que aquellos que me han herido tal vez
también estaban heridos que no podían
dar lo que no tenían, por inmadurez o
ignorancia.
Dame, mi Dios, un corazón tolerante,
comprensivo y misericordioso como el tuyo.
Señor, dame la gracia de amar con tu
corazón. Amén
ORACION DEL PERDON
Señor Jesucristo, hoy te pido la gracia de poder perdonar a todos los que me han ofendido en mi vida. Sé que Tú me darás la fuerza para perdonar. Te doy gracias porque Tú me amas y deseas mi felicidad más que yo mismo.
Señor, yo te perdono (y/o me reconcilio contigo) por todas las veces que pensé que Tú enviabas la muerte a mi familia y la gente decía que era "la voluntad de Dios". Si ha habido un resentimiento subconsciente en mí, yo te perdono (y/o me reconcilio contigo) Señor.
Yo te perdono (y/o me reconcilio contigo) también por las dificultades, problemas económicos, castigos, ya que pensaba que Tú los enviabas a mí y a mis familiares. Señor, es posible que de niño haya guardado estos resentimientos, pero, ahora yo te perdono (y/o me reconcilio contigo).
Señor me perdono A Ml MISMO por mis pecados, por mis faltas y mis caídas. Por todo lo que es verdaderamente malo en mí por todo lo que pienso que es malo, me perdono a mí mismo.
Me perdono. Por tomar tu nombre sin necesidad, y por no adorarte como Tú te mereces.
Por haber herido a mis padres, por emborracharme, por drogarme, por mis pecados contra la pureza, por adulterio, por aborto, por robar, por mentir, por todo esto me perdono sinceramente. Gracias Señor por Tu gracia en este momento.
Yo perdono sinceramente a mi MAMA. Yo le perdono todas las veces que ella me hirió, me causó resentimiento, que se enojo conmigo y todas la veces que me castigó, le perdono las veces que ella prefirió a mis hermanos y a mis hermanas en vez de mi. Le perdono las veces que me dijo: "tonto", "feo", "estúpido", "el peor de todos mis hijos" y porque dijo que le costé mucho dinero. Por las veces que ella me dijo que no era deseado, que vine a este mundo por accidente o que no era lo que ella había deseado, que fue una equivocación yo la perdono de todo corazón.
Yo perdono a MI PAPA. Le perdono por las veces que no me ayudó por su falta de amor, afecto y atención. Le perdono por su falta de tiempo y de no estar conmigo dándome su compañía. Le perdono sus hábitos de beber, sus discusiones y peleas con mi mamá y con mis hermanos. Por sus castigos severos, por abandonarnos, por haberse alejado de casa, por divorciarse de mi mamá y por las veces que prefirió estar fuera de casa. Yo lo perdono.
Señor, quiero que mi perdón llegue a mis HERMANOS Y HERMANAS. Perdono a los que me rechazaron, mintieron acerca de mí que me odiaron y me guardaron rencor, a los que me hirieron física y espiritualmente rivalizaron por el amor de mis padres. Aquellos que eran demasiado severos conmigo y me castigaron y que de alguna manera me hicieron la vida desagradable. Yo los perdono.
Señor, yo perdono a Ml ESPOSA (o), por su pérdida de amor, afecto, consideración, apoyo, atención, comunicación; por sus faltas, sus errores, sus debilidades, sus acciones y palabras que me hirieron y me molestaron.
Jesús, perdono a MIS HIJOS por sus faltas de respeto, obediencia, amor, atención, apoyo, afecto y comprensión; sus malos hábitos, el no querer ir a la Iglesia y todas las males acciones que me molestaron.
Dios mío, perdono a mi YERNO Y A Ml NUERA y a otros parientes políticos que trataron a mis hijos sin amor. Por todas sus palabras, pensamientos, acciones y omisiones que me hicieron daño y causaron dolor, yo les perdono Señor.
Señor, ayúdame a perdonar a mis PARIENTES, mis abuelitos y abuelitas que hayan interferido en mi vida familiar, que hayan sido posesivos en relación a mis padres, quienes pudieron haber causado confusión o hecho que uno de ellos esté contra el otro.
Jesús, ayúdame a perdonar a mis COMPAÑEROS de trabajo que me desagradan y que me hacen la vida molesta. A aquellos que me recargan de tareas, que me critican, que no cooperan conmigo y a los que se esfuerzan por quitarme mi trabajo, yo les perdono Señor. También perdono a mi OBISPO, A Ml PÁRROCO, A Ml IGLESIA, A Ml COMUNIDAD por su falta de apoyo, su mezquindad, falta de amistad, por no alentarme como debían, por no ser una inspiración para mí, por no ponerme en puestos en que yo me sentía capacitado, por no invitarme a servir en tareas que yo creía que podía ser útil y por todas las heridas que me causaron, yo les perdono en este momento Señor.
Señor, yo perdono a todos los PROFESIONALES que en alguna forma me ofendieron: doctores, enfermeras, abogados, policías, empleados de hospitales, por lo que me hayan hecho, yo les perdono hoy día.
Señor, yo perdono a mi JEFE por no pagarme lo debido, por no apreciar mi trabajo, por no ser bondadoso y razonable conmigo, por tener mal carácter, ser poco amistoso, por no darme un puesto mejor y no felicitarme en mi trabajo cuando lo merecía.
Señor perdono a mis PROFESORES E INSTRUCTORES tanto del pasado como del presente. Aquellos que me castigaron, me humillaron, insultaron, fueron injustos conmigo, se burlaron, me dijeron tonto, estúpido e hicieron que me quedara después de clase.
Señor, yo perdono a mis AMIGOS que hablaron mal de mí, que perdieron contacto conmigo, que no me dieron apoyo, que no estuvieron disponibles cuando yo les necesitaba, a los que les presté dinero y no me devolvieron, a los que me criticaron.
Señor Jesús, yo oro en forma especial para obtener la gracia de perdonar a LA PERSONA QUE ME HAYA OFENDIDO MAS. Yo te pido poder perdonar a quien considero mi peor enemigo, al que me cuesta mas perdonar o por el que digo que nunca le perdonaría.
Gracias Señor, porque Tú me libras del mal y me ayudas a perdonar. Gracias por Tu amor y paz. Haz que Tu Espíritu Santo ilumine todos los rincones de mi mente. Amén.
ORACIONES PARA SANACION FISICA Y SANACION INTERIOR
Señor Dios, Jesús: te adoramos por los que no te adoran, esperamos por los que no esperan, pedimos perdón por los que no piden perdón.
BENDICION DE LOS CIRIOS Y VELAS:
Te recibimos Señor Jesús pidiéndote que bendigas estos cirios.
Señor Dios tu Palabra santifica todas las cosas. Por esta Palabra tuya y por el amor a tu Hijo tan amado, te pedimos que bendigas estas luces para que sean signo de tu presencia en esta alabanza de liberación, y cada vez que las encendamos en nuestras casas recibamos de ti tu protección, ayuda y amparo.
ORACION DE LIBERACION Y SANACION INTERIOR:
Ven Espíritu Santo ¡ven a iluminar nuestros corazones!, danos un rayo de luz para iluminar todo nuestro interior. Bendito sea el Señor ¡Santo eres Señor! ¡Gloria, gloria a tu Nombre!
Invoco a todos los Ángeles y a los Santos. Me dirijo a ti bendita Virgen María Madre Santísima, Reina de toda la Creación: te pido tu bendición, tu protección y tu intercesión. Invoco la protección y ayuda de San Miguel Arcángel, líder de los ejércitos celestiales; de todos los Arcángeles y Ángeles. Me uno a la alabanza, adoración y gloria dada a nuestro Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Invoco en el Nombre de Jesús la bendición, protección y ayuda de todos los Patriarcas; los discípulos de Jesús, los Confesores, las vírgenes y los mártires; los Apóstoles, y de todos los Santos que han existido y que existen.
En el Nombre de Jesús entro en comunión con la Santa Iglesia de Cristo aquí presente, y la Santa Iglesia de Cristo Universal. Ratifico mi fe en el Santo Nombre de Jesús y en su Preciosa Sangre. En el Nombre de Jesús renuncio al pecado, renuncio a Satanás y sus trabajos de maldad; me entrego totalmente a Jesucristo para la gloria de Dios.
Dios Padre Creador de los Cielos y de la Tierra, de todo lo visible y lo invisible ¡Padre amadísimo!, en unión con la Virgen María, los Ángeles y los Santos, te hablo humildemente en el Nombre de Jesús. Te exalto y te magnifico por tu Grandeza inigualable, te alabo por todas tus perfecciones y atributos; te adoro y te doy gracias por el regalo de mi vida y por permitirme estar en tu Santa Presencia.
¡Padre amado! tu conoces mi intención, sabes que somos oprimidos por aquellos espíritus rebeldes que nos incitan al pecado y que nos hacen estar lejos de ti. Señor yo he pecado por mi propio deseo y te confieso mi culpa, por favor borra las huellas de mi pecado y acepta mi Oración en el Nombre glorioso de Jesús.
Señor Dios Todopoderoso: en el Nombre de Jesús te pido mi liberación y la liberación de todos los que sienten la influencia del Maligno en sus vidas, en el Santo Nombre de Jesús ¡cúbreme con tu Preciosa Sangre!, y libera a todos estos que están aquí.
Señor Dios, Supremo Rey del Universo, Padre de todos los espíritus, te alabo y te doy gracias por haberme enseñado la grandeza del Santo Nombre de Jesús. Me arrodillo en unión de toda rodilla en el Cielo y en la Tierra y debajo de la Tierra, y confieso con toda lengua que Jesús es el Señor, para la Gloria de Dios Omnipotente.
Padre amado, te exalto y te alabo por tu generosidad, te exalto con la raza humana por aceptar el Sacrificio de tu amadísimo Hijo nuestro Señor Jesucristo, en reparación de todos nuestros pecados; por permitir que la Preciosa Sangre de Cristo lave nuestras almas y nos purifique de nuevo en tu Santa Imagen ¡Bendito seas Dios Padre Misericordioso! que nos has enviado a tu Hijo para que a través de su Preciosa Sangre podamos ser salvados del pecado y liberados de nuestro Enemigo el Demonio.
¡Padre amado! con el Poder del Santo Nombre de Jesús y de su Preciosa Sangre, libérame Señor de todo espíritu maligno que tenga influencia sobre mi ¡desátame Señor de las cadenas que me unen a la maldad!, y libera a todos estos hombres y mujeres que están aquí escuchando. Dios Padre Todopoderoso, en el Nombre de Jesús te pido que ganes esta batalla; tengo fe en tu Poder, alabo tu Majestad ¡exalto tu autoridad sobre el Enemigo!, confío totalmente en que tu estás haciendo este trabajo para mi salvación y la salvación de aquellos por quienes estoy rezando.
Libera Señor, suspende para siempre la opresión del Enemigo ¡establece tu dominio! ¡Ahuyenta con tu Preciosa Sangre a todos tus Enemigos! ¡Revela tu Gloria Cristo!, tu has vencido al Demonio en la Cruz ¡saca al Enemigo fuera de nuestras vidas para tu honor y para tu Gloria en el Santo Nombre de Jesús! ¡Cúbrenos con tu Preciosa Sangre y libera este pueblo que está escuchando esta Oración!
Señor Jesús, me arrepiento de todos los pecados que he cometido a lo largo de mi vida, y te pido, Señor ¡perdón!; pasa por toda mi vida desde el momento de mi concepción; pasa por la vida de todos estos: sánales del amor que pudo haberles faltado ¡llénalos de tu amor! bendice a sus padres antes de su nacimiento, borra cualquier lujuria que haya habido en ellos ¡purifícalos con tu Preciosa Sangre ho Dios Omnipotente que lo puedes todo!, bendice mi vida y bendice la vida de ellos desde sus comienzos ¡bendice mi niñez y bendice su niñez!, bendice nuestra juventud.
A lo largo de nuestra vida hazte presente con autoridad para liberarnos de cualquier influencia diabólica que haya perturbado o que aún esté presente en nuestras vidas ¡limpia nuestras almas para que queden limpias y blancas como la nieve!
Señor Jesús: libérame de cualquier resentimiento que lleve en mi corazón y libera a éstos que están aquí, de cualquier resentimiento contra cualquier persona; contra su familia, con cualquier persona que haya conocido a lo largo de su vida.
¡Libéralos en el Santo Nombre de Jesús y cúbrelos con tu Preciosa Sangre!
Sáname Señor y sánalos a ellos de cualquier resentimiento que lleven en contra tuya por habernos sentido ofendidos con nuestro destino, el cual es tu Santa Voluntad. En tu Santo Nombre cúbrenos con tu Preciosa Sangre ¡Señor Jesús, vengo humildemente ante tu Cuerpo Crucificado y ante esta Hostia Consagrada!, ahí en esa Cruz donde tu recibiste todas las consecuencias de nuestro pecado, nuestras enfermedades, nuestras debilidades y la muerte.
Señor Jesús en tu Santo Nombre humildemente imploro tu Misericordia, y te pido por los méritos de tu Pasión, agonía y muerte; por los méritos de las penas del Inmaculado Corazón de María, que sanes, que me sanes y no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia.
Señor Jesús, tu eres el mismo ayer, hoy y siempre; en tu Santo Nombre glorioso te pido que pases tu mano santa, sanando sus dolencias y ungiéndolos con tu Espíritu. Tu conoces sus problemas, sáname Señor y sana a todos estos que están escuchando mi Oración.
Señor Jesús, tu eres el Dios que nos sana: hoy me despojo de mis enfermedades y los despojo de sus enfermedades en tu Santo Nombre y te (las) entrego a ti en tu Santo Nombre para que dispongas de acuerdo a tu Misericordia.
No sea mi voluntad sino la tuya; has tu trabajo Señor para la Gloria del Santo Nombre de Jesús ¡sáname Señor Jesús por el Poder de tu Nombre! ¡Sánanos Señor Jesús por los méritos de tus Santas Heridas! ¡Sánanos Señor por los méritos de tu Preciosa Sangre! ¡Derrama sobre este pueblo el Poder de tu Sangre!
Señor yo no soy digno que entres a mi, pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma. Pongo toda mi confianza en ti porque tú tienes el Poder de sanarme, porque eres nuestro Dios Misericordioso con caridad inigualable, porque me amas y has traído tu salvación a mi casa. Gracias Señor por tu Santo Nombre.
Señor Jesús, lávame con el hisopo y quedaré limpio. ¡Virgen María por tu intercesión gracias! Padre, Hijo y Espíritu Santo. Rocíame Señor con el hisopo y quedaré limpio, lávame y quedaré mas blanco que la nieve.
ASPERSION DE AGUA BENDITA O EXORCISADA
ENAMORANDONOS DE JESUS: Dios nos mira más allá de nuestros pecados con tanto amor. El quisiera que habitáramos no en lo pecaminoso, en lo que parece que tendemos a centrarnos, sino en su Suprema bondad. Cuanto más vemos y sentimos su bondad, más nos enamoraos de El. Y en cuanto más nos enamoramos de El nuestras vidas automáticamente se van alineando con El. Toda sanación en nuestras vidas fluye de esta relación amorosa. Al entrar en un profundo conocimiento de Su amor, es cuando de hecho nos sanamos y tenemos la experiencia más sutil de la unión con El, sabiendo que su amor puede transformar las más profundas heridas. El salmo 107,29 dice: “A silencio redujo la borrasca”. Cuando experimentamos su amor, disminuye la tormenta.
Todos somos personas normales que transformadas por la gracia de Dios, podemos transformar el curso de la historia. Con su poder fluyendo a través de nosotros, nos volvemos extraordinarios. El ha puesto Su Espíritu en nosotros para enriquecer nuestras vidas. Es para gloria Suya cuando damos frutos abundantes ricos, buenos y duraderos.
Podemos tener una nueva vida en Jesús y podemos propagar esa nueva vida. Algunos Padres de la Iglesia reclamaban que como estábamos hechos a imagen de DIOS, éramos rehechos –reformados- a imagen de Jesús. A través de El tenemos a nuestra disposición una sanación, un restablecimiento de la debilidad heredada, como un genio violento, lujuria, enfermedades físicas, depresión… como parte de los beneficios de su Redención. Esto lo podemos hacer nosotros personalmente y lo podemos pedir por nuestros descendientes, por este principio “Adánico”, referido a menudo como la personalidad corporativa de la sociedad… En el cuerpo místico de Cristo: “Si sufre un miembro todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo (1Cor 12,26). Pues todos somos Miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Cristo Jesús”. (Ef 3,6). Pero incluso nuestro sufrimiento heredado cuando es usado en forma redentora puede ser una ventaja… pero la preocupación paternal de Dios por nosotros nos ofrece una restauración por la negligencia paterna que pudo tener efectos perjudiciales en el hijo. Es el amor transformador de Dios Amor por Jesús el Señor. El es el Padre de los huérfanos, y la verdadera vid. El es nuestra luz y alegría, y un cimiento sólido. El es el marido para la viuda, nuestro refugio y nuestro proveedor. El es ayuda, Amigo, Libertador, y una Perla de gran precio. El es el consejero maravilloso, nuestro Sanador, nuestro Hermano. El es nuestro Mediador, Protector, Amado. El es fiel y auténtico. El es el Príncipe de la Paz, Padre Eterno. El es nuestro Rey de Reyes y Señor de Señores. “Entrad, adoremos, postrémonos de rodilla ante Yahveh que nos ha hecho” (Sl 95,6).
Grupo se sacerdotes en el Vaticano
Reconoce los problemas en la Iglesia por admitir como seminaristas a personas incapaces
Francisco, a los curas: "No os limitéis a actuar como sacerdotes, sedlo"
"¡Por favor! Tenemos que pensar en el bien del pueblo", pide a los obispos
Redacción, 03 de octubre de 2014 a las 19:34
Instó a examinar bien "si eso es del señor", si "ese hombre es sano, si ese hombre es equilibrado y capaz de dar vida, de evangelizar, si ese hombre es capaz de renunciar a una familia por seguir a Jesús"
"No os limitéis a actuar como sacerdotes, sedlo". El Papa Francisco advirtió contra la tentación de aceptar "sin discernimiento" a todos los jóvenes que quieren ser sacerdotes y aseguró que la Iglesia católica tiene muchos problemas por ello.
El Pontífice se refirió al respecto en un discurso que pronunció ante un grupo de participantes en la asamblea plenaria de la Congregación para el Clero del Vaticano, a los cuales recibió en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.
"Tenemos necesidad de sacerdotes, faltan las vocaciones. El señor llama, pero no es suficiente y nosotros obispos tenemos la tentación de aceptar sin discernimiento a los jóvenes que se presentan. ¡Esto es un mal para la Iglesia! Por favor, se necesita estudiar bien el recorrido de una vocación", dijo. Saliéndose del texto preparado e improvisando, el Pontífice instó a examinar bien "si eso es del señor", si "ese hombre es sano, si ese hombre es equilibrado y capaz de dar vida, de evangelizar, si ese hombre es capaz de renunciar a una familia por seguir a Jesús".
Reconoció que la Iglesia tiene muchos problemas en diversas diócesis por el error de algunos obispos de aceptar a aquellos que son expulsados de los seminarios o de las casas religiosas porque tienen necesidad de sacerdotes. "¡Por favor! Tenemos que pensar en el bien del pueblo", clamó.
En su mensaje, el Papa sostuvo que los sacerdotes deben tener más consciencia de su rol como pastores que deben estar en medio de su grey, libres de la cómoda tentación de estar más preocupados por el consenso de los demás y del propio bienestar, que animados por la caridad pastoral.
Apuntó que se trata de ser sacerdotes y no limitarse a "hacer de curas", teniendo en claro que se transmite el mensaje cristiano a través de la propia vida antes que por las obras.
"¡Cuánto es bello ver sacerdotes alegres de su vocación, con una serenidad de fondo, que los sostiene también en los momentos de cansancio y de dolor! Esto no ocurre jamás sin la oración, la del corazón, ese diálogo con el señor, que es la base de la vida sacerdotal", indicó. "Quien ha sido llamado al ministerio no es dueño de su propia vocación sino administrador de un don que Dios le ha confiado por el bien de todo el pueblo y de todos los hombres, incluso aquellos que se han alejado de la práctica religiosa o no profesan la fe en Cristo", ponderó.
Evangelio según San Lucas 10,13-16.
¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió".
Concilio Vaticano II
Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual “Gaudium et Spes / La alegría y la esperanza” §40, 45 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)
“El que os escucha, a mí me escucha; el que os rechaza, a mí me rechaza”
Nacida del amor del Padre Eterno, fundad en el tiempo por Cristo Redentor, reunida en el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una finalidad escatológica y de salvación, que sólo en el siglo futuro podrá alcanzar plenamente. Está presente ya aquí en la tierra, formada por hombres, es decir, por miembros de la ciudad terrena que tienen la vocación de formar en la propia historia del género humano la familia de los hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin cesar hasta la venida del Señor… De esta forma la Iglesia “entidad social visible y comunidad espiritual” (Lumen Gentium 8) avanza juntamente con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo, y su razón de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios...
La compenetración de la ciudad terrena y de la ciudad eterna sólo puede percibirse por la fe; más aún, es un misterio permanente de la historia humana que se ve perturbado por el pecado hasta la plena revelación de la claridad de los hijos de Dios. Al buscar su propio fin de salvación, la Iglesia no sólo comunica la vida divina al hombre, sino que además difunde sobre el universo mundo, en cierto modo, el reflejo de su luz, sobre todo curando y elevando la dignidad de la persona, consolidando la firmeza de la sociedad y dotando a la actividad diaria de la humanidad de un sentido y de una significación mucho más profundos. Cree la Iglesia que de esta manera, por medio de sus hijos y por medio de su comunidad entera, puede ofrecer gran ayuda para dar un sentido más humano al hombre y a su historia…
La Iglesia, al prestar ayuda al mundo y al recibir del mundo múltiple ayuda, sólo pretende una cosa: el advenimiento del reino de Dios y la salvación de toda la humanidad. Todo el bien que el Pueblo de Dios puede dar a la familia humana al tiempo de su peregrinación en la tierra, deriva del hecho de que la Iglesia es “sacramento universal de salvación”, que manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre.
3 de octubre 2014 Viernes XXVI Jb 38, 1.12-21; 40, 3-5
Lo sabes que no eres Dios? En el fondo es la argumentación que hoy, el libro de Job, pone en boca de Dios mismo. Cuando los hombres nos situamos en nuestro verdadero lugar, desde la fe, podemos empezar a entender, pero hemos de acoger la fe y Dios mismo, sabiendo que es infinito y nosotros finitos. Cómo me sitúo ante Dios? Señor, ante las dificultades de mi comprensión, que mi mirada no se aparte de Ti.
San Francisco de Borja
San Francisco de Borja, religioso presbítero
San Francisco de Borja, presbítero, quien, muerta su mujer, con la que había tenido ocho hijos, ingresó en la Orden de la Compañía de Jesús y, pese a haber abdicado de las dignidades del mundo y rehusado las de la Iglesia, resultó elegido prepósito general, y fue memorable por su austeridad de vida y oración. Falleció en Roma el 30 de septiembre.
La familia Borja, que era una de las más célebres del reino de Aragón, se hizo famosa en el mundo entero cuando Alfonso Borgia fue elegido Papa con el nombre de Calixto III. A fines del mismo siglo, hubo otro Papa Borgia, Alejandro VI, quien tenía cuatro hijos cuando fue elevado al pontificado. Para dotar a su hijo Pedro, compró el ducado de Gandía, en España. Pedro, a su vez lo legó a su hijo Juan, quien fue asesinado poco después de su matrimonio. Su hijo, el tercer duque de Gandía, se casó con la hija natural de un hijo de Fernando V de Aragón. De este matrimonio nació en 1510 Francisco de Borja y Aragón, nuestro santo, quien era nieto de un Papa y de un rey y primo de Carlos V. Francisco ingresó en la corte de este último, una vez que hubo terminado sus estudios, a los dieciocho años. Por entonces, ocurrió un incidente cuya importancia no había de verse sino más tarde. En Alcalá de Henares, Francisco quedó muy impresionado a la vista de un hombre a quien se conducía a la prisión de la Inquisición: ese hombre era Ignacio de Loyola.
Al año siguiente, tras de recibir el título de marqués de Lombay, Francisco contrajo matrimonio con Leonor de Castro. Diez años más tarde, Carlos V le nombró virrey de Cataluña, cuya capital es Barcelona. Años después, Francisco solía decir: «Dios me preparó en ese cargo para ser general de la Compañía de Jesús. Allí aprendí a tomar decisiones importantes, a mediar en las disputas, a considerar las cuestiones desde los dos puntos de vista. Si no hubiese sido virrey, nunca lo hubiese aprendido». En el ejercicio de su cargo consagraba a la oración todo el tiempo que le dejaban libres los negocios públicos y los asuntos de su familia. Los personajes de la corte comentaban desfavorablemente la frecuencia con que comulgaba, ya que prevalecía entonces la idea, muy diferente de la de los primeros cristianos, de que un laico envuelto en los negocios del mundo cometía un pecado de presunción si recibía con demasiada frecuencia el sacramento del Cuerpo de Cristo. En una palabra, el virrey de Cataluña ya no era lo que había sido: «veía con otros ojos y oía con otras orejas que antes; hablaba con otra lengua, porque su corazón había cambiado». En 1543, a la muerte de su padre, heredó el ducado de Gandía. Como el rey Juan de Portugal se negó a aceptarle como principal personaje de la corte de Felipe II, quien iba a contraer matrimonio con su hija, Francisco renunció al virreinato y se retiró con su familia a Gandía. Ello constituyó un duro golpe para su carrera pública, y desde entonces el duque empezó a preocuparse más por sus asuntos personales. En efecto, fortificó la ciudad de Gandía para protegerla contra los piratas berberiscos, construyó un convento de dominicos en Lombay y reparó un hospital. Por entonces, el obispo de Cartagena escribió a un amigo suyo: «Durante mi reciente estancia en Gandía pude darme cuenta de que Don Francisco es un modelo de duques y un espejo de caballeros cristianos.
Es un hombre humilde y verdaderamente bueno, un hombre de Dios en todo el sentido de la palabra ... Educa a sus hijos con un esmero extraordinario y se preocupa mucho por su servidumbre. Nada le agrada tanto como la compañía de los sacerdotes y religiosos...»
La súbita muerte de Doña Leonor, ocurrida en 1546, puso fin a aquella existencia idílica. La esposa de Francisco había sido su amada y fiel compañera durante diecisiete años. Al verla en agonía, Francisco decidió pedir a Dios que se hiciese Su voluntad y no la propia. El más joven de sus ocho hijos tenía apenas ocho años cuando murió Doña Leonor. Poco después, el beato Pedro Fabro se detuvo unos días en Gandía; partió de ahí a Roma, llevando un mensaje del duque a san Ignacio, para comunicar al fundador de la Compañía de Jesús que había hecho voto de ingresar en la orden. San Ignacio se alegró mucho de la noticia; sin embargo, aconsejó al duque que difiriese la ejecución de sus proyectos hasta que terminase la educación de sus hijos y que, mientras tanto, tratase de obtener el grado de doctor en teología en la Universidad de Gandía, que acababa de fundar. También le aconsejaba que no divulgase su propósito, pues «el mundo no tiene orejas para oír tal estruendo». Francisco obedeció puntualmente. Pero al año siguiente, fue convocado a asistir a las cortes de Aragón, lo cual estorbaba el cumplimiento de sus propósitos. En vista de ello, san Ignacio le dio permiso de que hiciese en privado la profesión. Tres años después, el 31 de agosto de 1550, cuando todos los hijos del duque estaban ya colocados, partió éste para Roma. Tenía entonces cuarenta años.
Cuatro meses más tarde, volvió a España y se retiró a una ermita de Oñate, en las cercanías de Loyola. Desde allí obtuvo el permiso del emperador para traspasar sus títulos y posesiones a su hijo Carlos. En seguida se rasuró la cabeza y la barba, tomó el hábito clerical, y recibió la ordenación sacerdotal en la semana de Pentecostés de 1551.
«El duque que se había hecho jesuita», se convirtió en la sensación de la época. El Papa concedió indulgencia plenaria a cuantos asistiesen a su primera misa en Vergara y la multitud que se congregó fue tan grande que hubo que poner el altar al aire libre. Los superiores de la casa de Oñate le nombraron ayudante del cocinero: su oficio consistía en acarrear agua y leña, en encender la estufa y limpiar la cocina. Cuando atendía a la mesa y cometía algún error el santo duque tenía que pedir perdón de rodillas a la comunidad por servirla con torpeza. Inmediatamente después de su ordenación, empezó a predicar en la provincia de Guipúzcoa y recorría los pueblos haciendo sonar una campanilla para llamar a los niños al catecismo y a los adultos a la instrucción. Por su parte, el superior de Francisco le trataba con la severidad que le parecía exigir la nobleza del duque. Indudablemente que el santo sufrió mucho en aquella época, pero jamás dio la menor muestra de impaciencia. En cierta ocasión en que se había abierto una herida en la cabeza, el médico le dijo al vendársela: «Temo, señor que voy a hacer algún daño a vuestra gracia». Francisco respondió: «Nada puede herirme más que ese tratamiento de dignidad que me dais». Después de su conversión, el duque empezó a practicar penitencias extraordinarias; era un hombre muy gordo, pero su talle empezó a estrecharse rápidamente. Aunque sus superiores pusieron coto a sus excesos, San Francisco se las ingeniaba para inventar nuevas penitencias. Más tarde, admitía que, sobre todo antes de ingresar en la Compañía de Jesús, había mortificado su cuerpo con demasiada severidad. Durante algunos meses predicó fuera de Oñate. El éxito de su predicación fue inmenso. Numerosas personas le tomaron por director espiritual. El fue uno de los primeros en reconocer el valor grandísimo de santa Teresa de Jesús.
Después de obrar maravillas en Castilla y Andalucía, se sobrepasó a sí mismo en Portugal. En 1541, san Ignacio le nombró prepósito provincial de la Compañía de Jesús en España. San Francisco de Borja desempeñó ese cargo con algo del autocratismo que era característico de los nobles de su época, pero dio muestras de su celo y, en toda ocasión expresaba su esperanza de que la Compañía de Jesús se distinguiese en el servicio de Dios por tres normas: la oración y los sacramentos, la oposición al mundo y la perfecta obediencia. Por lo demás, esas eran las características del alma del santo. San Francisco de Borja fue prácticamente el fundador de la Compañía de Jesús en España, ya que estableció una multitud de casas y colegios durante sus años de prepósito general. Ello no le impedía, sin embargo, preocuparse por su familia y por los asuntos de España. Por ejemplo, dulcificó los últimos momentos de Juana la Loca, quien había perdido la razón cincuenta años antes, a raíz de la muerte de su esposo y, desde entonces, había experimentado una extraña aversión por el clero. Al año siguiente, poco después de la muerte de san Ignacio, Carlos V abdicó, se enclaustró en el monasterio de Yuste y mandó llamar a san Francisco.
El emperador nunca había sentido predilección por la Compañía de Jesús y declaró al santo que no estaba contento de que hubiese escogido esa orden. Éste confesó los motivos por los que se había hecho jesuita y afirmó que Dios le había llamado a un estado en el que se uniese la acción a la contemplación y en el que se viese libre de las dignidades que le habían acosado en el mundo. Aclaró que, por cierto, la Compañía de Jesús era una orden nueva, pero el fervor de sus miembros valía más que la antigüedad, ya que «la antigüedad no es una garantía de fervor». Con eso quedaron disipados los prejuicios de Carlos V. San Francisco no era partidario de la Inquisición y este tribunal no le veía con buenos ojos, por lo que Felipe II tuvo que escuchar más de una vez las calumnias que los envidiosos levantaban contra el santo duque. Éste permaneció en Portugal hasta 1561, cuando el papa Pío IV le llamó a Roma a instancias del P. Laínez, general de los jesuitas.
En Roma se le acogió cordialmente. Entre los que asistían regularmente a sus sermones se contaban el cardenal Carlos Borromeo y el cardenal Ghislieri, quien más tarde fue Papa con el nombre de Pío V. Ahí se interiorizó más de los asuntos de la Compañía y empezó a desempeñar cargos de importancia. En 1565, a la muerte del P. Laínez, fue elegido general. Durante los siete años que desempeñó ese oficio, dio tal ímpetu a su orden en todo el mundo, que puede llamársele el segundo fundador. El celo con que propagó las misiones y la evangelización del mundo pagano inmortalizó su nombre. Y no se mostró menos diligente en la distribución de sus súbditos en Europa para colaborar a la reforma de las costumbres. Su primer cuidado fue establecer un noviciado regular en Roma y ordenar que se hiciese otro tanto en las diferentes provincias.
Durante su primera visita a la Ciudad Eterna, quince años antes, se había interesado mucho en el proyecto de fundación del Colegio Romano y había regalado una generosa suma para ponerlo en práctica. Como general de la Compañía, se ocupó personalmente de dirigir el Colegio y de precisar el programa de estudios. Prácticamente fue él quien fundó el Colegio Romano, aunque siempre rehusó el título de fundador, que se da ordinariamente a Gregorio XIII, quien lo restableció con el nombre de Universidad Gregoriana. San Francisco construyó la iglesia de San Andrés del Quirinal y fundó el noviciado en la residencia contigua; además, empezó a construir el Gesú y amplió el Colegio Germánico, en el que se preparaban los misioneros destinados a predicar en aquellas regiones del norte de Europa en las que el protestantismo había hecho estragos. San Pío V tenía mucha confianza en la Compañía de Jesús y gran admiración por su General, de suerte que san Francisco de Borja podía moverse con gran libertad. A él se debe la extensión de la Compañía de Jesús más allá de los Alpes, así como el establecimiento de la provincia de Polonia. Valiéndose de su influencia en la corte de Francia, consiguió que los jesuitas fuesen bien recibidos en ese país y fundasen varios colegios. Por otra parte, reformó las misiones de la India, las del Extremo Oriente y dio comienzo a las misiones de América. Entre su obra legislativa hay que contar una nueva edición de las reglas de la Compañía y una serie de directivas para los jesuitas dedicados a trabajos particulares. A pesar del extraordinario trabajo que desempeñó durante sus siete años de generalato, jamás se desvió un ápice de la meta que se había fijado, ni descuidó su vida interior. Un siglo más tarde escribió el P. Verjus: «Se puede decir con verdad que la Compañía debe a san Francisco de Borja su forma característica y su perfección. San Ignacio de Loyola proyectó el edificio y echó los cimientos; el P. Laínez construyó los muros; San Francisco de Borja techó el edificio y arregló el interior y, de esta suerte, concluyó la gran obra que Dios había revelado a san Ignacio». No obstante sus muchas ocupaciones, san Francisco encontraba tiempo todavía para encargarse de otros asuntos. Por ejemplo, cuando la peste causó estragos en Roma en 1566, el santo reunió limosnas para asistir a los pobres y envió a sus súbditos, por parejas, a cuidar a los enfermos de la ciudad, no obstante el peligro al que los exponía. En 1571, el Papa envió al cardenal Bonelli con una embajada a España, Portugal y Francia, y san Francisco de Borja le acompañó. Aunque la embajada fue un fracaso desde el punto de vista político, constituyó un triunfo personal de Francisco. En todas partes se reunían verdaderas multitudes para «ver al santo duque» y oírle predicar; Felipe II, olvidando las antiguas animosidades, le recibió tan cordialmente como sus súbditos. Pero la fatiga del viaje apresuró el fin del santo, muy debilitado desde tiempo atrás por la responsabilidad de su cargo y por el esfuerzo que le costaba el no poder dedicarse a la oración como lo hubiese deseado. Su primo, el duque Alfonso, alarmado por el estado de su salud, le envió desde Ferrara a Roma en una litera. Sólo le quedaban ya dos días de vida. Por intermedio de su hermano Tomás, san Francisco envió sus bendiciones a cada uno de sus hijos y nietos y, a medida que su hermano le repetía los nombres de cada uno, oraba por ellos. Cuando el santo perdió el habla, un pintor entró a retratarle, lo cual muestra la falta de delicadeza que se observaba en ciertas ocasiones durante aquella época. Al ver al pintor, san Francisco manifestó su desaprobación con la mirada y el gesto y volvió el rostro a la pared para que no pudiesen retratarle. Murió a la media noche del 30 de septiembre de 1572. Según la expresión del P. Brodrick fue «uno de los hombres más buenos, amables y nobles que han pisado nuestro pobre mundo».
Desde el momento de su «conversión», san Francisco de Borja, canonizado en 1671, cayó en la cuenta de la importancia y de la dificultad de alcanzar la verdadera humildad y se impuso toda clase de humillaciones a los ojos de Dios y de los hombres. En Valladolid, donde el pueblo recibió al santo en triunfo, el P. Bustamante observó que Francisco se mostraba todavía más humilde que de ordinario y le preguntó la razón de su actitud. El santo replicó: «Esta mañana, durante la meditación, caí en la cuenta de que mi verdadero sitio está en el infierno y tengo la impresión de que todos los hombres, aun los más tontos, deberían gritarme: '¡Ve a ocupar tu sitio en el infierno!'». Un día confesó a los novicios que, durante los seis años que llevaba meditando la vida de Cristo, se había puesto siempre en espíritu a los pies de Judas; pero que recientemente había caído en la cuenta de que Cristo había lavado los pies del traidor y por ese motivo ya no se sentía digno de acercarse ni siquiera a Judas.
Monumenta Historica Societatis Jesu (1894-1911). Dichos volúmenes contienen más de mil cartas del santo, su diario espiritual de los últimos años y cierto número de documentos diversos referentes a su familia. En ese material se basan las biografías del P. Suau, Histoire de S. Francois de Borgia (1910), y de Otto Karrer, Der heilige Franz von Borja (1921). Los autores de las primitivas biografías, D. Vázquez (1585), reproducida substancialmente por el P. J. E. Nierember en 1644, y la del P. Ribadeneira, Vida del P. Francisco de Borja (1598), aunque fueron contemporáneos y amigos del santo, para evitar el escándalo pasaron en silencio muchas cosas, particularmente en lo referente a la lucha del duque de Gandía contra los graves abusos que cometían en la administración de la justicia los magistrados y grandes de España. En todas las biografías primitivas, sobre todo en la del cardenal Cienfuegos, se alababa al santo en forma extravagante y se repiten milagros y maravillas sin el menor sentido crítico. Por ejemplo, carece de fundamento la leyenda de que, al ver el cadáver de la reina Isabel, dijo san Francisco: «Jamás volveré a servir a señora que se me pueda morir» (cf. Suau, p. 68; Karrer, p. 281).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Oración
Tú, Señor, que concediste a San Francisco de Borja el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.
Monjes de Montserrat, a favor de la consulta
"Volem votar", exigieron en la plaza de la Abadía
Monjes de Montserrat se manifiestan por el derecho a decidir
Esglèsia Plural reclamó hace unos días a obispos y religiosos un aval "explícito" a la consulta
Redacción, 03 de octubre de 2014 a las 11:37
Es la primera vez que se recuerde que los benedictinos de Montserrat hacen alguna manifestación reivindicativa, en este caso en la plaza de la abadía
Una decena de monjes de Montserrat se concentraron ayer a las puertas de la abadía benedictina, junto a otras personas, parareclamar el derecho a decidir sobre el futuro de Cataluña. Tal y como cuenta en su blog Guillem Carbonell, y como se ve en sus fotos, los religiosos portaban panartas en las que se leía "Volem votar".
Entre los monjes, podía verse al historiadorHilari Raguer. Es la primera vez que se recuerde que los benedictinos de Montserrat hacen alguna manifestación reivindicativa, en este caso en la plaza de la abadía.
Como se recordará, hace unos días Esglèsia Plural reclamó a obispos y religiosos catalanes que avalaran "de forma explícita"el derecho a decidir del pueblo catalán y la consulta, prevista para el 9-N y paralizada por el momento por el Tribunal Constitucional.
Ciudades incrédulas
Lucas 10, 13-16. Tiempo Ordinario. Creer en los milagros que Cristo va cumpliendo cada día de nuestra vida.
Oración
Gracias, Señor, por tu amor y por el prodigio que me das, en este momento, al invitarme a dialogar contigo en esta meditación. Confío en Ti, Señor, y humildemente pongo mi mente, mi corazón, mi vida, en tus manos.
Petición
Jesús, ayúdame a guardar el silencio necesario para poder escucharte.
Meditación del Papa Francisco
Cuando nosotros estamos en tentación, no escuchamos la Palabra de Dios: no escuchamos, no entendemos, porque la tentación nos cierra, nos quita cualquier capacidad de previsión, nos cierra cualquier horizonte, y así nos lleva al pecado. Cuando estamos en tentación, solamente la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús nos salva. Escuchar la Palabra que nos abre el horizonte... Él siempre está dispuesto a enseñarnos como salir de la tentación. Y Jesús es grande porque no solo nos hace salir de la tentación, sino que nos da más confianza.
Esta confianza es una fuerza grande, cuando estamos en tentación: el Señor nos espera, se fía de nosotros así, tentados, pecadores, siempre abre horizontes. Y viceversa, el diablo con la tentación cierra, cierra, cierra. (Cf. S.S. Francisco, 18 de febrero de 2014, homilía en Santa Marta)
Reflexión
¡Ay de ti, que has visto muchos milagros y no te has convertido! Son muy duras las palabras de Cristo contra estas dos ciudades, ciudades que nos pueden representar si no creemos en los milagros que Cristo va cumpliendo cada día de nuestra vida.
¿Qué milagros ha hecho y no he creído? Cada uno en su vida personal puede decir cuántos son los milagros que Dios ha hecho en su propia vida, pero los más comunes son la Eucaristía, la conversión de nuestros corazones, las casualidades que no tienen otro fundamento que el querer de Dios, nuestra propia vida cuando hemos estado en riesgo de morir...
Lo que nos pide Cristo en este evangelio es que reflexionemos sobre todos esos milagros, esas gracias que Dios nos va dado, para que se las agradezcamos como verdaderos hijos, que aman a su Padre. Seamos agradecidos y pidamos la gracia de ver todo lo que Dios nos ha dado.
Propósito
Poner en mi agenda de actividades, el día en que voy a ir a confesarme.
Diálogo con Cristo
Señor, hazme darme cuenta que para escuchar y poder responder a tu llamada, debo limpiar mi mente y mi corazón en el sacramento de la confesión. No soy digno de ser tu discípulo misionero, por eso te pido me ayudes a crecer en la sinceridad y en la honestidad, para que sepa aprovechar los medios espirituales que me ofrece tu Iglesia
No he venido a ser servida sino a servir
Meditaciones del Rosario. Segundo Misterio de Gozo. La Visita de la Virgen a su prima Isabel. María es un sí a Dios, un sí a Jesús y un sí a los hombres.
Estamos en Octubre, mes dedicado al Rosario, una hermosa oración que, acompañados de la Virgen, recorremos el camino de Jesús.
Durante este mes, como cada año, publicaremos estas sencillas meditaciones de cada misterio del rosario, para profundizar y rezarlo con más alegría.
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De tal palo tal astilla, o de tal astilla tal palo. El hijo y la madre tan parecidos, no sólo en la cara sino en la vida. Dos vidas paralelas.
Dos personas que vinieron a inaugurar una nueva forma de vivir: No la del egoísmo, sino la de la generosidad y la entrega. El que no vive para servir, no sirve para vivir.
María es un sí a Dios, un sí a Jesús y un sí a los hombres.
Un sí a Dios: Hágase en mí según tu palabra. Pero no una vez o por un rato, sino en todas las oportunidades y siempre. María el encanto de Dios. Mirarla es sonreír. La única criatura que ha agradado a en todo y siempre a Dios. Hermana nuestra, intercesora, pararrayos. Nuestra raza ha producido monstruos horrendos. Pero la figura de María le cura a Dios de todas las heridas que le provocan los hombres.
Un sí a Jesús: Soy tu madre, tu compañera, tu sostén hasta la muerte. Lo tuvo en brazos cuando era un bebé desvalido, lo defendió de la espada de Herodes, lo acompañó en su vida pública con su oración y fortaleza: Jesús hombre, el Siervo de Yahvé incomprendido se cobijó a la sombra reconfortante de María, encontrando el único alivio en la tierra, porque su padre lo "abandonó en la tierra". "Dios mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?"
María cuidó de un hijo de Dios “abandonado” por el Padre y perseguido por los hombres. Es difícil imaginar hasta qué punto María ayudó a Jesús hombre en su dura travesía por la tierra. Le acompañó en la cuesta más dura, en el último trecho hacia el Calvario. María supo sostener con su oración y su presencia y con todo el amor de una madre a un dios semiagonizante que sudaba sangre en Gethsemaní. Y dio aliento a su hijo Dios crucificado para que terminara de entregar su vida por os hombres. En el templo lo entregó de niño en sus brazos. En el Calvario lo entrego de hombre en sus mismos brazos. “Padre, te ofrezco lo que queda de mi hijo en altar destruido de mi corazón de madre”.
Jesús murió en el lecho duro de la cruz. Pero cobijado por el amor y el abrazo heroico de María. Retuvo en sus ojos un mar de llanto con la compuerta de su fortaleza, para no herir más al herido de muerte.
Cuando Jesús expiró, se rompieron los diques y María se convirtió en un mar de lágrimas. Jesús da gracias a María por haberlo ayudado a subir al Gólgota, por haberlo ayudado a morir como un crucificado. En la cruz no quedaba nada de la omnipotencia de Dios y nada de la dignidad del hombre. Era la aniquilación total. Jesús no hubiera podido sólo. Quiso necesitar la ayuda de María no sólo para nacer, sino para morir. Fue corredentora porque ayudo al Redentor a redimirnos.
Un sí a los hombres: No sabemos lo que le debemos a Dios. Ni sabemos lo que le debemos a María. Somos muy desagradecidos por ser muy ignorantes de tanto amor. “Ahí tienes a tu hijo, a tus hijos. No te dé pena de cómo son. Ámalos y cuídalos, como si fuera yo mismos”. María ha tomado en serio como al mismo Dios el cuidar de ti y de mí. No cabe duda que uno de los momentos en que Dios me ha amado más es cuando me dijo: Ahí tienes a tu madre. Desde entonces hay un amor en mi vida, el más puro, el menos merecido el de la madre más maravillosa. El corazón que amó a Dios me a mí como madre. ¡Bendito el momento en que esto empezó a suceder!. La madre de Dios es mi madre.
Ella me sostiene con su oración y amor a lo largo de mi vida, en mis problemas y sufrimientos y en la hora de mi muerte
Si servir hace felices, María fue la mujer más feliz, porque fue la mejor servidora. El método ha funcionado siempre, igual que el del egoísmo jamás ha funcionado ni funcionará. El de servir al prójimo crea hombres y mujeres felices. Se sirve rezando por los infelices; se sirve sufriendo por los pecadores; se sirve dedicando tiempo, mi tiempo, al apostolado; se sirve dando algo mío, y se sirve, sobre todo, dándose a sí mismo con amor al prójimo.
Donde está María las personas y las cosas cambian
Nazareth es un pueblo bendito por Ella y por Jesús y José. ¡Qué trilogía! Nunca tan pocos han hecho tanto por toda la humanidad. La casa de Zacarías no fue la misma desde que en ella se hospedó María. El nivel de gozo y serenidad subió al máximo. La boda de Caná, que hubiera acabado en un naufragio por escasez de vino, terminó siendo la boda más feliz, donde se sirvió el vino mejor del mundo. Por Ella. La vida de Jesús en este mundo hubiera sido insoportable sin Ella. Pero la vida de Jesús, la dura vida terrena del Hijo de Dios fue maravillosamente soportable por aquella flor de Nazareth.
La vida de un cristiano, la tuya, la mía es muy diferente: amable, dulce, llevadera, cuando María convierte nuestra pobre agua en dulce vino. María es la alegría de vivir para quien la toma simplemente en serio. Invito desde aquí a todos los tristes, pesimistas, amargados a que toquen a la puerta de María. Verán renacer la esperanza.
Y amar a María es la cosa más sencilla, más dulce, más inefable. El primer mandamiento de “amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón...” podríamos adaptarlo así:”Amarás a María, tu Madre, una milésima menos de la que amas a Dios”.
Bendita tú que has creído...
Tu fe gigantesca borra la incredulidad aterradora de millones de ateos e incrédulos. Y Dios lo sabe, lo mide. Bendita por ti y bendita por nosotros, que tanto tenemos la cerrazón de Tomás. Tú dijiste, antes que él, sin pedir tocar ni ver:”Señor mío y Dios mío”, cuando aquel Dios era sólo un puñadito de células en tu seno.
Jesús diría a Tomás y a todos los incrédulos: “Dichosos los que sin ver creyeron”. En aquel momento la alabanza era para ti y para Juan. Después sería para todos los creyentes. Dichoso el que sigue creyendo en la Eucaristía, en la Iglesia, en Jesús, en María.
Creer es un acto de amor y confianza en el amado; no en lo que yo veo o palpo o discurro, sino en su palabra. Creer es fiarse, es amar, es entregarse sin agarraderas. La fe fue toda tu vida la estrella polar. La fe te salvó de la desesperanza y del orgullo; de la rutina y del cansancio. La fe es la victoria que vence al mundo. Tú eres la mujer vencedora por excelencia.
Mi alma glorifica al Señor...
Debías cantar muy bellamente. Me gustaría oírte cantar uno de tus canciones favoritas, el Magnificat con el alma encendida de amor y gratitud a tu Creador. Sabías agradecer: Te nacía del alma como fuente a flor de corazón. Sabías ser humilde: Eras la humildad encarnada y transparente. Conocías tu grandeza, pero sabías que era regalo, y así lo proclamas: “Soy grande, andaré boca de todas las generaciones, porque Él es bueno y grande”. Yo sé que das las gracias a quien te reza un avemaría.
Te llamas esclava, palabra sublime de amor. Ser esclavo del amado representa la plena disponibilidad, el sí total; por eso al llamarte esclava te declarabas totalmente a las órdenes de tu amado, Dios.
Del amor hiciste tu identidad. Te podemos llamar Amor como san Juan llamaba a Dios. De amor llenaste la vida, y, así, esa vida se tornó maravillosa como todo lo que toca el amor. De amor viviste , y de amor moriste. Y de amor vivirás eternamente en el cielo; enamorada para siempre de tu Dios y enamorada de tus pequeños. Enséñanos a amar, a vivir de amor como tú.
El Papa y el Sínodo de la Familia
Cambios sin traicionar su fe y tradición
Familia y matrimonio. Reflexiones ante el Sínodo
"La doctrina sobre los sacramentos de Trento no es una doctrina de fe"
José María Castillo, 03 de octubre de 2014 a las 08:51
Por qué la Iglesia ve un peligro tan grave para la familia en el matrimonio homosexual y no ve un peligro tan grave - o mayor aún - en las condiciones económicas que tienen que soportar familias que se ven destrozadas por el paro?
(J. M. Castillo).- En vísperas de la celebración del Sínodo sobre la Familia, si es que, efectivamente, las cuestiones más apremiantes, que según parece se van a plantear en el mencionado Sínodo, seránprincipalmente de orden moral, es posible - más aún, probable - que sean de alguna utilidad las siguientes reflexiones.
1. Una cuestión previa, que podría ser de enorme importancia, es que la Jerarquía de la Iglesia se pregunte por qué sus enseñanzas se sitúan en ámbitos tan distintos cuando afrontan problemas relaciones con el dinero o problemas relacionados con el amor entre los seres humanos. Es demasiado frecuente que cuando la Jerarquía eclesiástica y la Teología católica se refieren a asuntos cuya temática determinante es el derecho depropiedad, el dinero, el capital, el lucro y la acumulación de bienes, las enseñanzas teológicas y magisteriales se suelen quedar en el ámbito de lo especulativo, lo genérico y lo meramente exhortativo, mientras que cuando la Jerarquía y la Teología plantean y pretenden resolver los problemas y las situaciones que afectan a la relación amorosa entre las personas, la respuesta magisterial y teológica se va derechamente a las decisiones, es decir, no se limita a la especulación doctrinal, ni siquiera a la exhortación, sino que aterriza pronto en la decisión, que se traduce en norma, en ley, queprohíbe o impone, incluso con severos castigos a quienes no se atienen a un presunto "derecho natural", que, al presentarse como constitutivo de la misma naturaleza creada y querida por Dios, no admite discusión y, menos aún, cualquier forma de rechazo.
Este desacuerdo - incluso esta incoherencia - entre el "magisterio sobre el dinero" y el "magisterio sobre el amor" es algo que resulta, ante todo, tan patente y, por otra parte, tan inexplicable, que el efecto de todo esto en la opinión pública, suele ser el escándalo. Y el consiguiente desprestigio para la Iglesia, que así pierde credibilidad y autoridad para hablar de dos asuntos tan determinantes, para la vida de los ciudadanos, como es el caso de las convicciones que éstos deben asumir ante los problemas que nos plantea la economía y los problemas que vivimos en la familia.
Porque, al enfrentarnos con dos problemas tan enormes, como son el dinero y el amor, nunca deberíamos olvidar que estos dos ámbitos de la vida, el de la economía y el de la familia, están tan íntimamente ligados el uno al otro, que, como enseguida vamos a ver, en la práctica son inseparables. Con lo cual quiero decir que: o se resuelven ambos a la vez, con la misma contundencia y el mismo lenguaje; o producen el efecto contrario, que consiste en que, al pretender (inconscientemente) separar dos ámbitos de la vida y de la sociedad, que no se pueden separar, lo que se consigue es perder la credibilidad, tanto en lo que la Iglesia dice (o se calla) sobre el dinero y el capital, como lo que la Iglesia dice (o se calla) sobre la experiencia determinante del amor entre los seres humanos.
Los ejemplos y las preguntas, sobre el problema que acabo de apuntar, se amontonan y se acentúan de día en día. ¿Por qué la Iglesia es tan exigente en lo que refiere al aborto (yo no soy abortista), defendiendo la vida del embrión y del feto, y no es igualmente comprometida y exigente en los interminables problemas que plantea el espantoso problema del tráfico de niños, el uso y abuso de los niños en trabajos forzados, en guerras, en la compra y venta de órganos, etc, etc? ¿Por qué la Iglesia impone la excomunión "latae sententiae" para quienes procuran el aborto, y no echa mano de la misma censura para quienes obligan a los niños a ir a la guerra como soldados o a trabajar hasta doce horas diarias por un jornal de miseria? ¿Por qué la Iglesia (en la que hay tantos creyentes ejemplares) ve un peligro tan grave para la familia en el matrimonio homosexual y no ve un peligro tan grave - o mayor aún - en las condiciones económicas que tienen que soportar familias que se ven destrozadas por el paro, los jornales de hambre, la inseguridad sanitaria y laboral, las pésimas condiciones para la educación de los hijos, etc, etc?
Sta Marta: Nos refugiamos en las 'seguridades' o nos abrirnos a Jesús
¿Creer en Jesús, portador de un mensaje que salva la humanidad de todos los tiempos, o refugiarse en una salvación fruto de "mandamientos hechos por hombres"?. Este es el dilema que el papa Francisco ha planteado en la homilía de este viernes en la capilla de la Casa Santa Marta.
El único deseo de Dios es salvar a la humanidad, pero el problema existentes es que a menudo el hombre quiere dictar las reglas de la salvación. Es la paradoja dramática de tantas páginas de la Biblia que llega a su culmen en la vida terrena de Cristo. El papa Francisco lo ha profundizado a raíz del fragmento del Evangelio en el que Jesús expresa su disgusto al verse atacado por su misma gente, de la ciudad que le dan la espalda a su mensaje: "Si en Tiro y en Sidone se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes -es su advertencia a Corozaíny Betsaida- hace tiempo se habrían convertido". El Santo Padre ha indicado que en este severa, pero también amarga comparación, está "toda la historia de la salvación".
Así como han rechazado y asesinado a los profetas antes que llegara Él, "porque eran incómodos", ahora hacen lo mismo con Jesús. "Es el drama de la resistencia a ser salvados", desencadenados por los jefes del pueblo. “Es justamente la clase dirigente la que cierra las puertas al mundo por las cuales Dios quiere salvarnos. Y así se entienden los diálogos fuertes de Jesús, con la clase dirigente de su tempo: se pelean, lo ponen a la prueba, le ponen trampas para ver si cae, porque se trata de la resistencia a ser salvados. Jesús les dice: 'Pero yo no les entiendo” y señala que ellos “son como aquellos niños: hemos sonado la flauta y no han bailado; hemos cantado un lamento y no han llorado ¿Pero qué quieren? '¡Queremos salvarnos como nos gusta!'. Es siempre este el cierre al mundo de Dios”. Una actitud esta, que el papa Francisco distingue de la que tiene el 'pueblo creyente' el cual, dice, entiende y acepta la salvación traída por Jesús. Salvación que al contrario, para los jefes del pueblo se reducía en sustancia a cumplir los 613 preceptos creados, 'por su fiebre intelectual y teológica'. “Ellos no creen en la misericordia ni en el perdón: creen en los sacrificios. Misericordia quieren, no sacrificios. Quieren que todo esté bien acomodado, bien ordenado, todo claro. Este es el drama de la resistencia para la salvación. También nosotros, cada uno de nosotros tiene este drama dentro de sí. Pero nos hará bien preguntarnos: ¿Cómo quiero ser salvado? ¿A mi manera? ¿Con una espiritualidad que es buena, que me hace bien, pero que está fija, tiene todo claro y no hay riesgo? O del modo divino, o sea en la vía de Jesús, que siempre nos sorprende, que siempre nos abre las puertas a aquel misterio de la omnipotencia de Dios, que es la misericordia y el perdón.
“Nos hará bien -insiste el papa Francisco- pensar que este drama está en nuestro corazón”.
Reflexionar si nos sucede que confundimos 'libertad' con 'autonomía', elegir la salvación que consideramos sea aquella 'justa'.
“¿Creo que Jesús sea el Maestro que nos enseña la salvación? ¿O por el contrario voy por todas partes para alquilar a un gurú que me enseñe otra?
¿Un camino más seguro o me refugio bajo el techo de las prescripciones y de tantos mandamientos confeccionados por los hombres? Y así me siento seguro y con esta 'seguridad' -es un poco duro decirlo- seguridad con la que compro mi salvación, y que Jesús da gratuitamente con la gratitud de Dios? Hoy nos hará bien ponernos estas preguntas. Y la última: ¿yo me resisto a la salvación de Jesús?