El Espíritu Santo vence a los espíritus del mal que hay en nosotros

Laurent Monsengwo, en Vida Nueva

Vida Nueva entrevista en exclusiva a uno de los integrantes del C-9 de Francisco
Cardenal Monsengwo: “Una mujer violada puede usar anticonceptivos”
"Nosotros pedimos a la gente que sea fiel. Si no pueden ser fieles, que prueben esos métodos"

Nos han mandado condones rotos. De los cinco millones que un país mandó a África, había tres millones rotos

(J. R., en Vida Nueva).- El cardenal arzobispo de Kinshasa (RD del Congo) Laurent Monsengwo reconoce en una entrevista del próximo número de Vida Nueva que en la lucha contra el sida el uso de anticonceptivos no está tan lejos de la comunidad cristiana como podría parecer. "Nosotros pedimos a la gente que sea fiel. Si no pueden serlo, que prueben esos métodos para prevenir enfermedades", apunta el purpurado en una entrevista de Darío Menor en la que subraya que "cuando una mujer es violada, es posible utilizarlos".

Desde la realidad africana que conoce a fondo, Mosengwo mantiene que la doctrina católica esencial en esta cuestión es proponer el principio de fidelidad: "Si una persona es fiel, no tiene sida" afirma, a la vez que denuncia los intereses que pueden esconderse detrás de la promoción de preservativos: "Nos han mandado condones rotos. De los cinco millones que un país mandó a África, había tres millones rotos", mantiene en Vida Nueva este purpurado congoleño, una de las voces eclesiales más respetadas de África e integrante del Consejo de Cardenales, el llamado C-9, órgano creado por el Papa Francisco para ayudarle en el gobierno de la Iglesia. Monsengwo también niega que se deba centrar todo el discurso en el condón o en la sexualidad si se quiere plantar cara a esta epidemia que asola al continente negro y que provoca la muerte de 1,6 millones de personas al año en todo el planeta.

Sobre el trabajo que realiza el C-9, el cardenal afirma en la entrevista que reina una ambiente"de plena libertad" donde "discutimos y reflexionamos", con un Francisco siempre presente que escucha más que habla. "Cuando hace falta, decidimos votando. Nuestro trabajo es aconsejar al Papa, pero la decisión es suya", desvela.

Evangelio según San Lucas 11,15-26. 

Habiendo Jesús expulsado un demonio, algunos de entre la muchedumbre decían: "Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios". Otros, para ponerlo a prueba, exigían de él un signo que viniera del cielo. Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: "Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. Cuando un hombre fuerte y bien armado hace guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: 'Volveré a mi casa, de donde salí'. Cuando llega, la encuentra barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio". 

Diadoco de  Foticé (c.400- ?), obispo 
Cien capítulos sobre el conocimiento, 6, 26s; PG 65, 1169s

El Espíritu Santo vence a los espíritus del mal que hay en nosotros

Discernir sin error el mal del bien es una luz de verdadero conocimiento… En efecto, los que luchan deben tener pacificado el pensamiento y así su espíritu podrá discernir la diferencia existente entre las diversas sugestiones que atraviesan su pensamiento, y pondrá las que son buenas y vienen de Dios en el tesoro de su memoria, y rechazará las malas y diabólicas. Cuando el mar está en calma, los pescadores se percatan de los movimientos que se dan en sus profundidades de tal manera que se puede decir que no se les escapa ninguno de los seres que recorren sus senderos; pero cuando el mar está agitado por el viento, en su oscura agitación esconde lo que sin esfuerzo muestra cuando está tranquilo. […]

Es  tan sólo el Espíritu Santo quien puede purificar el espíritu, porque a no ser que entre en él uno más fuerte a desvalijar al  ladrón, no se podrá volver a poseer el botín. Es necesario, pues, por todos los medios, especialmente por la paz del alma, ofrecer un refugio al Espíritu Santo a fin de que la lámpara del conocimiento brille siempre en nosotros. Puesto que si ella luce sin cesar en los repliegues del alma, no sólo se hacen del todo evidentes las insinuaciones duras y oscuras del demonio, sino que éstas se debilitan considerablemente al ser desbaratadas por esta santa y gloriosa luz. Por eso el apóstol Pablo dice: «No extingáis al Espíritu» (1 Tes 5,19).

San Daniel Comboni

San Daniel Comboni, obispo y fundador

En Khartum, en Sudán, san Daniel Comboni, obispo, que fundó el Instituto para las Misiones en África (Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús), y tras ser elegido obispo en ese continente, se entregó sin reservas y predicó el Evangelio por aquellas regiones, trabajando también por hacer respetar la dignidad humana.


Daniel Comboni: hijo de campesinos pobres, llegó a ser el primer Obispo de Africa Central y uno de los más grandes misioneros de la historia de la Iglesia. La vida de Comboni nos muestra que, cuando Dios interviene y encuentra una persona generosa y disponible, se realizan grandes cosas. 

Hijo único - padres santos

Daniel Comboni nace en Limone sul Garda (Brescia, Italia) el 15 de marzo de 1831, en una familia de campesinos al servicio de un rico señor de la zona. Su padre Luigi y su madre Domenica se sienten muy unidos a Daniel, que es el cuarto de ocho hijos, muertos casi todos ellos en edad temprana. Ellos tres forman una familia unida, de fe profunda y rica de valores humanos, pero pobre de medios materiales. La pobreza de la familia empuja a Daniel a dejar el pueblo para ir a la escuela a Verona, en el Instituto fundado por el sacerdote don Nicola Mazza para jóvenes prometedores pero sin recursos.

Durante estos años pasados en Verona Daniel descubre su vocación sacerdotal, cursa los estudios de filosofía y teología y, sobre todo, se abre a la misión de Africa Central, atraído por el testimonio de los primeros misioneros del Instituto Mazza que vuelven del continente africano. En 1854, Daniel Comboni es ordenado sacerdote y tres años después parte para la misión de Africa junto a otros cinco misioneros del Istituto Mazza, con la bendición de su madre Domenica que llega a decir: «Vete, Daniel, y que el Señor te bendiga».

En el corazón de Africa - con Africa en el corazón

Después de cuatro meses de viaje, el grupo de misioneros del que forma parte Comboni llega a Jartum, la capital de Sudán. El impacto con la realidad Africana es muy fuerte. Daniel se da cuenta en seguida de las dificultades que la nueva misión comporta. Fatigas, clima insoportable, enfermedades, muerte de numerosos y jóvenes compañeros misioneros, pobreza de la gente abandonada a si misma, todo ello empuja a Comboni a ir hacia adelante y a no aflojar en la tarea que ha iniciado con tanto entusiasmo. Desde la misión de Santa Cruz escribe a sus padres: «Tendremos que fatigarnos, sudar, morir; pero al pensar que se suda y se muere por amor de Jesucristo y la salvación de las almas más abandonadas de este mundo, encuentro el consuelo necesario para no desistir en esta gran empresa».

Asistiendo a la muerte de un joven compañero misionero, Comboni no se desanima y se siente confirmado en la decisión de continuar su misión: «Africa o muerte!». Cuando regresa a Italia, el recuerdo de Africa y de sus gentes empujan a Comboni a preparar una nueva estrategia misionera. En 1864, recogido en oración sobre la tumba de San Pedro en Roma, Daniel tiene una fulgurante intuición que lo lleva a elaborar su famoso «Plan para la regeneración de Africa», un proyecto misionero que puede resumirse en la expresión «Salvar Africa por medio de Africa», fruto de su ilimitada confianza en las capacidades humanas y religiosas de los pueblos africanos.

Un Obispo misionero original

En medio de muchas dificultades e incomprensiones, Daniel Comboni intuye que la sociedad europea y la Iglesia deben tomarse más en serio la misión de Africa Central. Para lograrlo se dedica con todas sus fuerzas a la animación misionera por toda Europa, pidiendo ayudas espirituales y materiales para la misión africana tanto a reyes, obispos y señores como a la gente sencilla y pobre. Y funda una revista misionera, la primera en Italia, como instrumento de animación misionera.

Su inquebrantable confianza en el Señor y su amor a Africa llevan a Comboni a fundar en 1867 y en 1872 dos Institutos misioneros, masculino y femenino respectivamente; más tarde sus miembros se llamarán Misioneros Combonianos y Misioneras Combonianas. Como teólogo del Obispo de Verona participa en el Concilio Vaticano I, consiguiendo que 70 obispos firmen una petición en favor de la evangelización de Africa Central (Postulatum pro Nigris Africæ Centralis).

El 2 de julio de 1877, Comboni es nombrado Vicario Apostólico de Africa Central y consagrado Obispo un mes más tarde. Este nombramiento confirma que sus ideas y sus acciones, que muchos consideran arriesgadas e incluso ilusorias, son eficaces para el anuncio del Evangelio y la liberación del continente africano.

Durante los años 1877-1878, Comboni sufre en el cuerpo y en el espíritu, junto con sus misioneros y misioneras, las consecuencias de una sequía sin precedentes en Sudán, que diezma la población local, agota al personal misionero y bloquea la actividad evangelizadora.

La cruz como «amiga y esposa»

En 1880 Comboni vuelve a Africa por octava y última vez, para estar al lado de sus misioneros y misioneras, con el entusiasmo de siempre y decidido a continuar la lucha contra la esclavitud y a consolidar la actividad misionera. Un año más tarde, puesto a prueba por el cansancio, la muerte reciente de varios de sus colaboradores y la amargura causada por acusaciones infundadas, Comboni cae enfermo. El 10 de octubre de 1881, a los 50 años de edad, marcado por la cruz que nunca lo ha abandonado «como fiel y amada esposa», muere en Jartum, en medio de su gente, consciente de que su obra misionera no morirá. «Yo muero –exclama– pero mi obra, no morirá».

Comboni acertó. Su obra no ha muerto. Como todas las grandes realidades que « nacen al pie de la cruz », sigue viva gracias al don que de la propia vida han hecho y hacen tantos hombres y mujeres que han querido seguir a Comboni por el camino difícil y fascinante de la misión entre los pueblos más pobres en la fe y más abandonados de la solidaridad de los hombres.
 Fue beatificado en marzo de 1996 por SS Juan Pablo II y canonizado por el mismo papa en octubre de 2003.
fuente: Vaticano

El que no está conmigo, está contra mí

Lucas 11, 15-26. Tiempo Ordinario. Jesús no oculta el riesgo que corre quien decide seguirlo.

Oración introductoria

Señor, tu Reino sólo puede existir en la unidad. Mi debilidad me lleva, no pocas veces, a dividirme interiormente, poniéndote en el centro de mi vida pero sin animarme a quitar todo aquello que me hace alejarme de tu amor. Te pido, en esta oración, tu luz y la fortaleza para saber vivir en la unidad de la fe y en comunión con tu voluntad. 

Petición

Jesús, concédeme la gracia de vivir con autenticidad mi fe católica.

Meditación del Papa Francisco

Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, "vaga por lugares desiertos, buscando reposo, y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando la encuentra "barrida y adornada", entonces va y "toma otros siete espíritus peores que él, que vienen y toman posesión de la morada". Y, así, el postrer estado de aquel hombre resulta peor que el primero.

La vigilancia..., porque la estrategia de él es aquella: "Te has convertido en un cristiano, ve adelante en tu fe, te dejo, te dejo tranquilo. Pero luego, cuando te acostumbras y no vigilas tanto y te sientes seguro, voy a estar de vuelta". ¡El evangelio de hoy comienza con el demonio expulsado y termina con el demonio que vuelve! San Pedro lo dijo: "Es como un león feroz, que gira a nuestro alrededor". Es así.

"Pero, padre, ¡usted es un poco anticuado! Nos hace asustar con estas cosas...". ¡No, yo no! ¡Es el Evangelio! Y no se trata de mentiras: ¡es la Palabra del Señor! Le pedimos al Señor la gracia de tomar en serio estas cosas. Él vino a luchar por nuestra salvación. ¡Él ha vencido al demonio! Por favor, ¡no hagamos tratos con el diablo! Él trata de volver a casa, a tomar posesión de nosotros... ¡No relativizar, sino vigilar! ¡Y siempre con Jesús! (Cf. S.S. Francisco, 11 de octubre de 2013, homilía en Santa Marta).

Reflexión
La multitud queda admirada ante el milagro que Jesús realiza de arrojar un demonio, pero algunos lo acusan de echar los demonios por orden de Satanás o le piden un "signo del cielo", pues el arrojar demonios no parece serlo.

En la respuesta de Jesús se aprecian cuatro pasos: 
- un razonamiento: también los discípulos de los rabinos que lo acusan arrojan demonios, luego ¿también ellos están endemoniados?

- un anuncio: si Jesús los arroja es porque ha llegado el Reino de Dios. (En efecto, en Lc 4,16 Jesús pone de relieve los contornos del reino que viene a predicar, cuya síntesis consiste en la liberación de los hombres del poder del pecado por su muerte en la cruz y su resurrección).

- un ejemplo: la metáfora sobre el hombre débil y el fuerte ejemplifica claramente la antítesis entre Satanás y Jesús. La conclusión que se extrae de él es que la victoria de Jesús es radical y definitiva.

- una invitación a ponerse de parte de Cristo, a seguirlo, pero sin bajar la guardia, viviendo el Evangelio. Jesús no oculta el riesgo que corre quien decide seguir sus huellas: las fuerzas del mal podrían regresar para vencer al seguidor de Cristo.

Concluyendo, en este pasaje se nota un recrudecerse de las relaciones de Cristo con sus adversarios. Desde el inicio del Evangelio notamos la oposición que Cristo encuentra contra su propia persona y contra su mensaje. Este conflicto llegará a su culmen en la pasión.

Propósito

Hacer una visita al Santísimo Sacramento para preparar mi próxima confesión sacramental.

Diálogo con Cristo 

Jesucristo, tu omnipotencia es clara señal de que eres el Hijo de Dios, dador de todos los bienes. Pero yo no quiero acercarme a Ti para pedir pruebas o los bienes materiales que ocupan mi atención. Yo sólo te suplico me des la fe necesaria que me permita alejarme de vivir mi cristianismo rutinariamente. Dame sinceridad de vida y la gracia de ser siempre fiel a mi conciencia.

Vieron el cielo por un rato y querían quedarse

Meditaciones del Rosario. Cuarto Misterio de la Luz. La Transfiguración de Jesús. ¡Qué bien se está en el cielo!

Les hizo ver el cielo por un rato. Querían quedarse allí para siempre, pero no era aún el momento. En el cielo querremos quedarnos para siempre, y será verdad, y será posible.

Los condenados querrán ir al cielo por un rato al menos, y no irán ni siquiera por un rato. ¡Qué mal se está aquí! Pero allí se quedarán eternamente, en el lugar donde no se ama y donde la infelicidad ha puesto su morada eterna. ¡Qué bien se está aquí! Cuando uno dice eso es porque lo siente. 

Aquellos tres apóstoles se decían a sí mismos y nos decían a nosotros: ¡Qué bien se está en el cielo! Todos los santos han tenido una experiencia semejante a la del Tabor, es decir, han gustado anticipadamente el cielo.

Y todos han dicho lo mismo: ¡Qué bien se está aquí...!San Pablo: "Tengo por seguro que..." Santa Teresa; "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero, que muero porque no muero". San Ignacio de Loyola: "¡Qué miserable me parece la tierra cuando contemplo el cielo!" La aparición sirvió para fortalecerles en el momento de la prueba. En los momentos de dificultad y de dolor conviene recordar los momentos de luz. Las dificultades y problemas duran sólo esta vida, la felicidad del cielo nunca termina. Todos necesitamos esta motivación, este ángel de luz que nos sostenga en medio del dolor. Jesús quiso necesitarlo o simplemente lo necesitó en el supremo dolor, cuando sudaba sangre en Getsemaní. Quiso tener en la hora de su muerte a María como un nuevo ángel que le ofrecía su amor y su presencia para resistir hasta el final. Con cuanto mayor razón necesitamos nosotros la presencia de ese ángel.

Dios se ha adelantado a dárnoslo en María Santísima, el mismo ángel que a Él le consoló como nadie en este mundo. Cuando uno experimenta a Dios tan intensamente, lo demás desaparece. Se quiere únicamente ser de Dios. Ser de Dios felizmente y para siempre. ¡Quién pudiera decirlo, sentirlo y que fuera verdad!: Soy de Dios, pertenencia suya, nada mío, todo de Él, esclavo, siervo, hijo, consagrado.

Los santos lo saben, lo empezaron a saber desde este mundo, desde que se despojaron de sus ricas ropas y se vistieron el sayal del siervo. "Mi Dios y mi todo", es una frase que decían en un suspiro de amor. Todos los santos han subido al Tabor desde este mundo, y antes de subir al Calvario. "Este es mi Hijo amado; escuchadle". ¡Con qué amor diría el Padre estas palabras! Con parecido amor dice de los buenos hijos: "Éstos son mis hijos predilectos": Los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Sed santos. 

Todos los caminos se han recorrido en busca de lo mismo: la felicidad; y de todos han vuelto sin respuesta muchos, muchísimos hombres; sólo los santos nos han dicho algo diferente: "no me arrepiento". Luego, ¿han hallado lo que otros no? Tal parece. Son felices. Y, ¿por qué?. Porque han servido al mejor Señor que los ha convertido en reyes; porque han salido de su cueva a mejorar el mundo; han amado a su prójimo, han dejado atrás su sucio egoísmo, han vivido de fe y amor; han luchado duramente por mejorar su mundo, la han hecho más pura, más fuerte, más generosa; éstos son los felices. Quién lo creyera, porque han quebrado y hecho pedazos todas las reglas de la lógica humana: Han matado su vida para vivir. "El mundo espera el paso de los santos" –dijo un sabio, Pablo VI-, porque los demás arreglan, si es que arreglan, los problemas materiales: pan y circo; pero el hombre requiere de curación para su alma, doctores del alma que sepan manejar la medicina celestial: Los santos la tienen y la dan; dan y, con Dios, la paz íntima, el por qué de la vida y de todo el peregrinar humano; ofrecen fortaleza y amor. Ellos mismos, con su ejemplo, ofrecen un estímulo a superarse, a elevarse del barro para volar a las alturas.

"Escuchadle". No escuchéis a los falsos profetas, no sigáis la voz del tentador que os presenta la felicidad en forma de drogas, sexo desenfrenado, borracheras, dinero, poder...

“Escuchadle". En las bienaventuranzas, en la invitación a la conversión, en el amor a Dios y a los hombres, en la invitación a la santidad. "Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón". Hoy no queremos escuchar, no queremos obedecer a nadie: ni a Dios, ni a la Iglesia, ni al Papa; ni a los padres, ni aún a la autoridad civil. Se requiere cierta humildad para orar y obedecer. El hombre de hoy, tal vez, se está volviendo progresivamente más soberbio, más seguro de sí y, por eso, no quiere escuchar, Pero el Padre le sigue pidiendo que escuche a quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Porque el mismo hombre que no escucha a Dios, si escucha al Padre de la mentira, ese desobediente obedece a sus pasiones, a sus caprichos, hasta el punto de decir: "He aquí el esclavo del pecado, de los vicios. Hágase en mí según vuestros mandatos" Dios dice a los tres apóstoles: 
"Escuchadle". Se lo dice en buena forma. Tiempo habrá en que la dura claridad de sus palabras se convierta en encrucijada de salvación o condenación. "Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; pero el que no crea se condenará". Mc.16,1516


Apertura del Sínodo sobre la Familia

El tradicional, el moderado, el avanzado... y el de Francisco
Cuatro talantes episcopales en el Sínodo
"Tomemos en serio la evolución de la doctrina; este fue el gran paso adelante del Concilio Vaticano II"

Juan Masiá, sj, 09 de octubre de 2014 a las 08:34

El problema crucial está en si admitimos la evolución del dogma, el desarrollo de la doctrina y el cambio provocado por la escucha de la voz del Espíritu y la voz de los tiempos, a la luz del Evangelio y de la experiencia humana

(Juan Masiá, sj).- Están debatiendo, en asamblea sinodal, cuatro clases de obisposcon talantes diferentes. Ante las propuestas de reforma y evolución actualizada de determinada enseñanza de la Iglesia en algunas épocas de su historia, cuatro prelados con talantes diferentes reaccionarían así:

1. Un obispo escrupulosamente tradicional diría:
Es inadmisible cualquier propuesta de reforma que contradiga una doctrina de fe vinculante, o que diga lo contrario de lo que han dicho tradicionalmente muchos Santos Padres, Concilios y Papas, confirmado con citas de la Biblia.

2. Un obispo moderadamente avanzado y tímidamente renovador (con algo de neotomismo modernizado) diría:
Las propuestas no pretenden cambiar nada en la enseñanza, solamente se trata de buscar vías para aplicarlas pastoralmente con misericordia y compasión, con gradualidad, con un lenguaje más apropiado.... En cuanto a las enseñanzas tradicionales, proponemos lo que propuso Juan XXIII al Concilio, que no cambie su sustancia, pero sí su expresión adaptada a los tiempos actuales.

3. Un obispo más avanzado, muy estudioso y, además muy diplomático añade, al estilo de "la tercera vía", con mezcla de timidez y audacia, diría:
De acuerdo con la segunda intervención. Pero añadiría, para tranquilizar a los más tradicionalistas, que eso es algo que ya se encuentra en algunos textos tradicionales; hay algún dicho de Orígenes y alguna anécdota de un Papa, y hasta una posible lectura del contexto de una frase de un Concilio, que nos permitirían, no solo una aplicación pastoral benévola y flexible, sino hasta una pequeña modificación o reinterpretadora de la doctrina, sin alterar lo principal. Conste que ya lo dijo una vez el mismísismo Santo Tomás... y siguiendo el mismo espíritu del insigne teólogo, podemos decir que hoy sentiría la necesidad de decirlo aún más claramente...

4. Un obispo mucho más audaz (con más "parresía" o audacia evangélica, como diría Francisco), daría un paso más adelante y diría así, desde la postura de "la cuarta vía":
De acuerdo con la segunda y la tercera intervención, pero creo que se quedan ustedes cortos. Hay que ir más lejos. Aunque no lo haya dicho ni santo Tomás ni un Papa o Concilio, y aunque no lo dijeran ellos hoy si levantaran la cabeza, el caso es que nosotros sentimos que hay que decirlo, que hay que cambiar y evolucionar y que lo único que no cambia es el Espíritu Santo que nos está invitando a cambiar.

Hermanos y hermanas, tomemos en serio la evolución de la doctrina, recuerden que este fue el gran paso adelante del Concilio Vaticano II. Recuerden lo que dice la Constitución conciliar Gaudium et spes, en el n. 1, sobre las "tristezas y angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo"; en el n. 5, sobre "la humanidad pasando de una concepción más bien estática de la realidad a otra más dinámica y evolutiva, de donde surge un nuevo conjunto de problemas que exige nuevos análisis y nuevas síntesis"; en el n. 33, sobre la Iglesia, que aprende de la Palabra de Dios, "los principios en el orden religioso y moral, sin que siempre tenga a mano respuesta adecuada a cada cuestión", y "desea unir la luz de la revelación al saber humano para iluminar el camino recientemente emprendido por la humanidad". 

Y lo que dice la Constitución conciliar Dei Verbum, en el n.8, sobre cómo "la Tradición progresa con la asistencia del Espíritu Santo, puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas...", y así a lo largo de los siglos "tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina...".

En definitiva, el problema crucial está en si admitimos la evolución del dogma, el desarrollo de la doctrina y el cambio provocado por la escucha de la voz del Espíritu y la voz de los tiempos, a la luz del Evangelio y de la experiencia humana (Gaudium et spes, n. 46).

Con solo los datos que tenemos en estos primeros días sobre las intervenciones en el Sínodo, no es posible evaluar estadísticamente el peso de cada una de estas cuatro posturas. Uno querría confiar que la "parresía evangélica", audacia y atrevimiento de la "cuarta vía" anime la fe de, al menos, un tercio de participantes en este Sínodo y... de una mayoría en el Sínodo del año siguiente...

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