María, enséñame a cumplir la voluntad de Dios


Laicos participantes en el Sínodo de la Familia

La Asamblea condena la manipulación genética y la crioconservación de embriones

Los laicos toman la palabra en el Sínodo de Obispos

La cuestión de los divorciados vueltos a casar vuelve a copar el debate libre

La familia es un derecho fundamental que cada emigrante debe ver reconocido y se exhortó a los responsables de las políticas internacionales de emigración a proteger el derecho a la unidad familiar

(VIS).- Esta mañana, durante la Novena Congregación General ha habido 15 intervenciones (6 de parejas y 9 de auditores), casi todos laicos comprometidos en los ámbitos de la pastoral familiar, la bioética y la ecología humana. Procedentes de diferentes países y en representación de casi todos los continentes los auditores han llevado al Aula su testimonio vivo, de apostolado familiar en la vida cotidiana.

En primer lugar, se recordaron las dificultades que viven las familias de Oriente Medio, en particular de Irak. Los numerosos conflictos repercuten gravemente en la familia, disgregada por la muerte de sus miembros, obligada a emigrar en busca de un lugar seguro para vivir, privada de futuro para los jóvenes -substraídos a la escolarización- mientras los ancianos se ven abandonados a sí mismos.

La unidad de la familia cristiana en Oriente Medio está profundamente sacudida y este hecho afecta también a la cohesión social y nacional de los países de la región. Ante estos escenarios dramáticos la Iglesia representa un refugio seguro, una "familia de familias" que ofrece consuelo y esperanza. Y también es necesario preparar a las parejas casadas a ser "mediadoras" de paz y reconciliación. Otro punto destacado por los auditores fue la necesidad de que la Iglesia escuchase más a los laicos a la hora de buscar soluciones a los problemas de las familias, en particular en lo que respecta a la esfera de la intimidad de la vida matrimonial. Por esta razón, se hizo hincapié en la importancia de la sinergia entre el mundo académico y el mundo pastoral, para no formar "técnicos", sino agentes pastorales que conozcan y sepan promover los temas de la familia y de la vida, a través de una sólida "visión antropológica católica del mundo". Además, los auditores subrayaron la necesidad de un mayor diálogo entre la Iglesia y el Estado, también a través del compromiso de fieles laicos que, lejos de ambiciones personales, sean capaces de promover la protección de los derechos de la familia y la defensa de la vida, trabajando en pro de un Estado de rostro humano. Los laicos deben ser activos y competentes en la defensa pública de los valores de la vida y la familia.

A continuación las intervenciones se centraron en la necesidad de formar de modo adecuado y permanente a los sacerdotes en los temas de la familia, en particular, la apertura a la vida, para que puedan explicar y hablar con naturalidad y claridad del amor conyugal. También porque se ha observado que si la planificación familiar natural se explica en detalle, destacando el valor positivo, se fortalece la vida de la pareja. En este contexto, se recordó que las homilías, bien preparadas, fomentan la participación de los fieles en la celebración de la Misa.

También se reflexionó en el Aula sobre la importancia del testimonio. Los jóvenes no necesitan tanta teoría pero entienden muy bien la centralidad de la familia cuando la demuestran sus miembros, testigos creíbles y sujetos de evangelización . Para ello, se ha insistido en acompañar a las parejas con una pastoral adecuada, incluso después del matrimonio y no sólo antes.

Los auditores han dado voz al sufrimiento de los que pierden a un familiar, como laspersonas viudas, los huérfanos o los padres a quienes muere un hijo. Para todos ellos es fundamental el acompañamiento de la Iglesia y de los grupos de escucha y ayuda , para que no se sientan desarmados frente a la profunda angustia de la pérdida, al temor de un "desierto" de los afectos, sino que permanezcan firmes en la fe.

Más tarde se habló de la importancia de una "ecología humana", que ayude a contrarrestar los efectos negativos de la globalización económica, a menudo portadora de modelos contrarios a la doctrina católica. Ha habido también una fuerte condena de todas las formas de violencia doméstica, en particular contra las mujeres, señalando que a menudo es perpetrada por los jóvenes.

Por último, se hizo hincapié en la necesidad de la comunicación dentro de la familia, porque la compartición entre los cónyuges, así como también en la educación de los hijos y sobre todo la oración en el hogar, contribuyen a fortalecer el núcleo familiar.

Durante la Octava Congregación General que tuvo lugar ayer jueves por la tarde y siguiendo el esquema del Instrumentum Laboris, los Padres sinodales discutieron del tema "La Iglesia y la familia frente al desafío educativo (parte III, cap. 2) El desafío educativo en general / La educación cristiana en situaciones familiares difíciles".

En primer lugar, se reiteró la vocación a la vida como elemento fundamental de la familia; de ahí la invitación a los fieles a profundizar en el conocimiento de la encíclica de Pablo VI "Humanae Vitae" también para comprender mejor la importancia de la utilización de los métodos naturales de regulación de la fertilidad y de la no aceptación de la anticoncepción.Unión y procreación - se dijo - no están separadas del acto conyugal. Por lo tanto se reafirmó con decisión, la condena de la manipulación genética y la crioconservación de embriones.

Diversas voces pusieron de manifiesto la tendencia de algunos países y organizaciones en el mundo occidental de presentar, en particular en el contexto de África, algunos conceptos (incluyendo aborto y uniones del mismo sexo), como "derechos humanos" vinculando la ayuda económica y fuertes campañas de presión a la recepción de los mismos.

En este sentido, también se evidenció que la expresión "derechos a la salud sexual y reproductiva" no tiene, en el marco del derecho internacional, una definición precisa y que puede terminar por abarcar principios que se contradicen entre sí, como la condena del aborto forzado y la promoción de aborto seguro, o la defensa de la maternidad y la promoción de la anticoncepción. Si bien carezcan de valor vinculante, la promoción de tales "derechos" supone un riesgo, porque puede influenciar la interpretación de otras normas, en particular en el ámbito de la lucha contra la discriminación de la mujer.

Se hizo de nuevo hincapié en la importancia de una adecuada preparación para el matrimonio, ya que su celebración parece reducirse cada vez más a la dimensión social y jurídica dejando en segundo lugar la religiosa y espiritual. También se dijo que a menudo los novios perciben el curso de preparación como una imposición, una tarea que hay que cumplir sin convicción y, que además es demasiado corto. Dado que, sin embargo, el matrimonio es una vocación para la vida, su preparación debe ser larga y detallada, como en el caso de la vida religiosa. Se habló también de que los novios adolecen con frecuencia de una escasez de conocimiento del valor sacramental del matrimonio. Tanto es así que la celebración del rito matrimonial -se apuntó- no es automáticamente la celebración del sacramento del matrimonio.

En cuanto a la simplificación de los procedimientos de los procesos de verificación de lanulidad del matrimonio se mencionó la Comisión Especial de Estudio para la reforma del proceso matrimonial canónico, instituida por el Santo Padre Francisco el 20 de septiembre de 2014. Se espera en un procedimiento más sencillo siempre que sea uno y único para toda la Iglesia. Por otra parte sobre la doble sentencia conforme consiguiente a la apelación obligatoria surgió la pregunta de si era posible dejar al discernimiento del obispo la determinación de apelar o no. Al mismo tiempo, se insistió en la necesidad de una mayor presencia de jueces laicos debidamente preparados, en particular de mujeres, en los tribunales eclesiásticos. Después se reiteró la importancia de que también los sacerdotes estén bien preparados para la pastoral del matrimonio y la familia, y de que utilicen las homilías como un momento especial y eficaz para anunciar a los fieles el Evangelio de la familia. Hacen falta, se dijo, formación e información, porque la santidad espiritual del sacerdote, su creatividad y su relación directa con las familias son particularmente apreciadas por los fieles. Una vez más se reflexionó sobre la relación entre emigración y familia, insistiendo en que la familia es un derecho fundamental que cada emigrante debe ver reconocido y se exhortó a los responsables de las políticas internacionales de emigración a proteger el derecho a la unidad familiar porque para los emigrantes la familia es un elemento esencial para la integración en los países de destino.

Durante la hora dedicada al debate libre - entre las 18.00 y las 19.00 horas- surgieron , en particular, tres temas: respecto a los divorciados que se han vuelto a casar, se puso de relieve la necesidad de un camino de penitencia, que esté acompañado de una reflexión sobre los divorciados que se han quedado solos porque a menudo sufren en silencio y están marginados de la vida social. En segundo lugar, se señaló la necesidad de proteger a los hijos de los cónyuges divorciados de las repercusiones psicológicas que el divorcio pueda tener sobre ellos. En este contexto, se señaló que a menudo una adecuada pastoral de los niños hace que sus padres se acerquen de nuevo a la Iglesia.

En tercer lugar se habló de la importancia de la relación entre la familia y la educación de los niños, con particular referencia al derecho de los padres a elegir el programa educativo más adecuado para que sus hijos puedan recibir una educación de calidad. Por último, el Secretario General del Sínodo, el cardenal Lorenzo Baldisseri, anunció que en el transcurso de las ocho congregaciones generales, las intervenciones de los Padres sinodales fueron un total de 180, a los que hay que sumar las 80 durante las horas de debate libre.

Evangelio según San Lucas 11,27-28. 

Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: "¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!". Jesús le respondió: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".

Papa Francisco 
Exhortación apostólica “Evangelii Gaudium / La alegría del Evangelio” § 288 (trad. © copyright Libreria Editrice Vaticana)    “¡Feliz la que ha creído” (Lc 1, 45)


Virgen y Madre María,
tú que, movida por el Espíritu,
acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe,
totalmente entregada al Eterno,
ayúdanos a decir nuestro «sí»
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.

Tú, llena de la presencia de Cristo,
llevaste la alegría a Juan el Bautista,
haciéndolo exultar en el seno de su madre (Lc 1,41).
Tú, estremecida de gozo,
cantaste las maravillas del Señor (Lc 1,46ss).
Tú, que estuviste plantada ante la cruz
con una fe inquebrantable (Jn 19-25)
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección,
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora (Hch 1,14).

Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.

Tú, Virgen de la escucha y la contemplación (Lc 2,19),
madre del amor (Si 24, 24 Vulgata), esposa de las bodas eternas (Ap19, 7) ,
intercede por la Iglesia, de la cual eres el icono purísimo,
para que ella nunca se encierre ni se detenga
en su pasión por instaurar el Reino.

Estrella de la nueva evangelización,
ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,
del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio
llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz.

Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros. Amén. Aleluya.


San Juan XXIII


San  JUAN XXIII (1881-1963)

Nació en el seno de una familia numerosa campesina, de  profunda raigambre cristiana. Pronto ingresó en el Seminario, donde  profesó la Regla de la Orden franciscana seglar. Ordenado sacerdote,  trabajó en su diócesis hasta que, en 1921, se puso al servicio de  la Santa Sede. En 1958 fue elegido Papa, y sus cualidades humanas y cristianas  le valieron el nombre de "papa bueno". Juan Pablo II lo  beatificó el año 2000 y estableció que su fiesta se  celebre el 11 de octubre.

Nació el día  25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, diócesis y provincia de  Bérgamo (Italia). Ese mismo día fue bautizado, con el nombre de  Ángelo Giuseppe. Fue el cuarto de trece hermanos. Su familia  vivía del trabajo del campo. La vida de la familia Roncalli era de tipo  patriarcal. A su tío Zaverio, padrino de bautismo, atribuirá  él mismo su primera y fundamental formación religiosa. El clima  religioso de la familia y la fervorosa vida parroquial, fueron la primera y  fundamental escuela de vida cristiana, que marcó la fisonomía  espiritual de Ángelo Roncalli. Recibió la confirmación y la  primera comunión en 1889 y, en 1892, ingresó en el seminario de  Bérgamo, donde estudió hasta el segundo año de  teología. Allí empezó a redactar sus apuntes espirituales,  que escribiría hasta el fin de sus días y que han sido recogidos  en el «Diario del alma». El 1 de marzo de 1896 el director espiritual  del seminario de Bérgamo lo admitió en la Orden  franciscana seglar, cuya Regla profesó el 23 de mayo de  1897. De 1901 a 1905 fue alumno del Pontificio  seminario romano, gracias a una beca de la diócesis de Bérgamo.  En este tiempo hizo, además, un año de servicio militar. Fue  ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904, en Roma. En 1905 fue nombrado  secretario del nuevo obispo de Bérgamo, Mons. Giácomo  María Radini Tedeschi.

Desempeñó este cargo hasta 1914,  acompañando al obispo en las visitas pastorales y colaborando en  múltiples iniciativas apostólicas: sínodo,  redacción del boletín diocesano, peregrinaciones, obras sociales.  A la vez era profesor de historia, patrología y apologética en el  seminario, asistente de la Acción católica femenina, colaborador  en el diario católico de Bérgamo y predicador muy solicitado por  su elocuencia elegante, profunda y eficaz. En aquellos años, además,  ahondó en el estudio de tres grandes pastores: san Carlos Borromeo (de  quien publicó las Actas de la visita apostólica realizada a la  diócesis de Bérgamo en 1575), san Francisco de Sales y el  entonces beato Gregorio Barbarigo. Tras la muerte de Mons. Radini Tedeschi, en  1914, don Ángelo prosiguió su ministerio sacerdotal dedicado a la  docencia en el seminario y al apostolado, sobre todo entre los miembros de las  asociaciones católicas.


En 1915, cuando Italia entró en  guerra, fue llamado como sargento sanitario y nombrado capellán militar  de los soldados heridos que regresaban del frente. Al final de la guerra  abrió la «Casa del estudiante» y trabajó en la pastoral  de estudiantes. En 1919 fue nombrado director espiritual del seminario.

En 1921 empezó la segunda parte de  la vida de don Ángelo Roncalli, dedicada al servicio de la Santa Sede.  Llamado a Roma por Benedicto XV como presidente para Italia del Consejo central  de las Obras pontificias para la Propagación de la fe, recorrió  muchas diócesis de Italia organizando círculos de misiones. En  1925 Pío XI lo nombró visitador apostólico para Bulgaria y  lo elevó al episcopado asignándole la sede titular de  Areópoli. Su lema episcopal, programa que lo acompañó  durante toda la vida, era: «Obediencia y paz». Tras su consagración episcopal, que  tuvo lugar el 19 de marzo de 1925 en Roma, inició su ministerio en  Bulgaria, donde permaneció hasta 1935. Visitó las comunidades  católicas y cultivó relaciones respetuosas con las demás  comunidades cristianas. Actuó con gran solicitud y caridad, aliviando  los sufrimientos causados por el terremoto de 1928. Sobrellevó en  silencio las incomprensiones y dificultades de un ministerio marcado por la  táctica pastoral de pequeños pasos. Afianzó su confianza  en Jesús crucificado y su entrega a él. En 1935 fue nombrado delegado  apostólico en Turquía y Grecia. Era un vasto campo de trabajo. La  Iglesia católica tenía una presencia activa en muchos  ámbitos de la joven república, que se estaba renovando y  organizando. Mons. Roncalli trabajó con intensidad al servicio de los  católicos y destacó por su diálogo y talante respetuoso  con los ortodoxos y con los musulmanes. Cuando estalló la segunda guerra  mundial se hallaba en Grecia, que quedó devastada por los combates.  Procuró dar noticias sobre los prisioneros de guerra y salvó a  muchos judíos con el «visado de tránsito» de la  delegación apostólica. En diciembre de 1944 Pío XII lo  nombró nuncio apostólico en París. Durante los últimos meses del  conflicto mundial, y una vez restablecida la paz, ayudó a los  prisioneros de guerra y trabajó en la normalización de la vida  eclesiástica en Francia. Visitó los grandes santuarios franceses  y participó en las fiestas populares y en las manifestaciones religiosas  más significativas. Fue un observador atento, prudente y lleno de  confianza en las nuevas iniciativas pastorales del episcopado y del clero de  Francia. Se distinguió siempre por su búsqueda de la sencillez  evangélica, incluso en los asuntos diplomáticos más  intrincados. Procuró actuar como sacerdote en todas las situaciones.  Animado por una piedad sincera, dedicaba todos los días largo tiempo a  la oración y la meditación. En 1953 fue creado cardenal y enviado a  Venecia como patriarca. Fue un pastor sabio y resuelto, a ejemplo de los santos  a quienes siempre había venerado, como san Lorenzo Giustiniani, primer  patriarca de Venecia. Tras la muerte de Pío XII, fue  elegido Papa el 28 de octubre de 1958, y tomó el nombre de Juan XXIII.  Su pontificado, que duró menos de cinco años, lo presentó  al mundo como una auténtica imagen del buen Pastor. Manso y atento,  emprendedor y valiente, sencillo y cordial, practicó cristianamente las  obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y  a los enfermos, recibiendo a hombres de todas las naciones y creencias, y  cultivando un exquisito sentimiento de paternidad hacia todos. Su magisterio,  sobre todo sus encíclicas «Pacem in terris» y «Mater et  magistra», fue muy apreciado.

Convocó el Sínodo romano,  instituyó una Comisión para la revisión del Código  de derecho canónico y convocó el Concilio ecuménico  Vaticano II. Visitó muchas parroquias de su diócesis de Roma,  sobre todo las de los barrios nuevos. La gente vio en él un reflejo de  la bondad de Dios y lo llamó «el Papa de la bondad». Lo  sostenía un profundo espíritu de oración. Su persona,  iniciadora de una gran renovación en la Iglesia, irradiaba la paz propia  de quien confía siempre en el Señor. Falleció la tarde del  3 de junio de 1963.

Juan Pablo II lo beatificó el 3 de  septiembre del año 2000, y estableció que su fiesta se celebre el  11 de octubre, recordando así que Juan XXIII inauguró  solemnemente el Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962.

Lucas 11, 27-28. Tiempo Ordinario. Dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan.
 

Elogio a la madre de Jesús



Oración introductoria



Ven, Espíritu Santo, ilumina mi oración para que pueda, hoy y siempre, escuchar y poner en práctica la Palabra de Dios. Y así como la mujer del Evangelio supo descubrir la grandeza de tu Madre, yo también pido su intercesión para recibir, y saber aprovechar, la gracia para cumplir siempre tu voluntad.



Petición



María, enséñame a cumplir la voluntad de Dios, con el mismo amor y sencillez que tú viviste.



Meditación del Papa Francisco



La fe sin el fruto en la vida, una fe que no da fruto en las obras, no es fe. También nosotros nos equivocamos a veces sobre esto: "Pero yo tengo mucha fe", escuchamos decir. "Yo creo todo, todo..." Y quizá esta persona que dice eso tiene una vida tibia, débil. Su fe es como una teoría, pero no está viva en su vida. El apóstol Santiago, cuando habla de fe, habla precisamente de la doctrina, de lo que es el contenido de la fe. Pero ustedes pueden conocer todos los mandamientos, todas las profecías, todas las verdades de fe, pero si esto no se pone en práctica, no va a las obras, no sirve. Podemos recitar el Credo teóricamente, también sin fe, y hay tantas personas que lo hacen así. ¡También los demonios! Los demonios conocen bien lo que se dice en el Credo y saben que es verdad. (Cf. S.S. Francisco, 21 de febrero de 2014, homilía en Santa Marta) 



Reflexión 



"Más bien, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan". Y es que Jesús nos dirá lo mismo durante la última cena: "Si guardáis mis mandamientos permaneceréis en mi amor". El Evangelio de hoy toca una de las fibras más sensibles del ser humano: su voluntad. ¡Cuántos buenos propósitos, cuántas buenas intenciones, cuántos deseos de conversión... y, qué pocas realizaciones! 

Decir, hablar y prometer, cuesta poco. Es el paso del dicho al hecho, lo que marca la diferencia entre un hombre auténtico y otro de carnaval. Obras son amores y no sólo buenas razones. Jesús, al ofrecernos este pasaje de su vida, tiene presentes nuestras miserias y limitaciones. Con ello, no quiere decir que hemos de ser perfectos de la noche a la mañana: "Nadie es bueno sino sólo Dios". 

El Evangelio habla de los que oyen y guardan la palabra de Dios. Estas dos acciones, implican interés, esfuerzo y generosidad por parte nuestra. Habrá caídas, habrá dificultades y fracasos. Pero no estamos solos. Jesús subió a la cruz para enseñarnos el camino, para demostrarnos que es posible escuchar y poner por obra la palabra de Dios. Cristiano no es un nombre, ni una etiqueta de almacén. Cristiano significa discípulo de Cristo, imitador del Maestro.

Ojalá que este texto de San Lucas sea un llamado a la coherencia de vida y una invitación a poner por obra nuestra fe. La fe sin obras es una fe muerta y, la mayor de todas las obras es la caridad.



Propósito



Leer diariamente un pasaje del Evangelio, buscando aplicar su enseñanza en mi vida.



Diálogo con Cristo 



Gracias, Jesús, por recordarme que en tu Palabra es donde puedo encontrar tu voluntad. Es relativamente fácil saber qué es lo que me puede llevar a la santidad; la complicación se da cuando hay cosas que no me agradan o cuando flaquea mi voluntad. Quiero ser bueno y generoso como la Virgen María, dame tu gracia para renovar mi fidelidad.

El amor más entrañable ahí está por ti.

Meditaciónes del Rosario. Quinto Misterio de la Luz. Institución de la Eucaristía. Ahí hallarás al compañero de camino.

El amor más entrañable ahí está por ti.

La persona que más te quiere descúbrela ahí. Ahí hallarás la Víctima que constantemente se ofrece por ti, en tu lugar, que paga amorosamente por tus culpas y pecados. El cuchillo que no quiso Dios que Abraham clavara en el cuello de su hijo Isaac, permitió que se clavara en las manos, en los pies y el corazón de su propio Hijo. Por amor a nosotros, La deuda enorme que nosotros ni siquiera sospechamos cuan tremenda es, la pagó Jesús completamente en el Calvario, y la siguen pagando en la Eucaristía.
Se trata de una Víctima que sufre en nuestro lugar. El soldado en cuyo lugar murió San Maximiliano Kolbe sí nos podría decir qué significa que otra persona muera en nuestro lugar, cuando vio el cadáver de su bienhechor. Parece que nosotros nos impresiona ya de tanto ver el cadáver, es decir, el crucifijo. Ahí encontrarás el Pan de la vida que sacia el hambre del alma y el agua viva que sacia la sed de eternidad y de amor. Si de hambre y de sed se trata, nunca el hombre se ha sentido más hambriento y sediento que hoy. Se mueren millares de jóvenes, de hombres y mujeres de pura hambre, de pura sed: sed de eternidad, de cariño, de sentido de vivir. 
Cuando uno quiere hablar con la verdad, no tiene más remedio que decir: “Vengo cansado de buscar inútilmente por tantos caminos. No he encontrado la verdad de la vida y de las cosas. No he encontrado un amor que llene plenamente mi vida. Sí un amor pequeño, tal vez, que me llena hasta cierto punto. No he encontrado un sentido a la vida lejos de Ti. No he encontrado la felicidad. Soy un buscador cansado ya de vivir y de buscar y no encontrar... Tú has dicho que eres el Camino, la Vida y la Verdad... Por eso vengo a comer ese pan maravilloso de la Eucaristía. 
Ahí hallarás al compañero de camino que no quiere que vayas solo por la vida. Quien descubre al compañero de camino es la fe. Cleofás y su compañero estuvieron caminando con Él por espacio de dos horas, hablaron con Él y escucharon sus palabras pero no lo descubrieron por su cerrazón de corazón y su falta de fe. Solo más tarde, cuando abrieron su mente y corazón e invitaron a Jesús a estar con ellos, lo reconocieron. “¿No ardía nuestro corazón...?” Así nos sucede a nosotros; Jesús camina a nuestro lado, nos interpela, pero no nos apercibimos de que es Él, por nuestra falta de fe y apertura.
Traemos los ojos ciegos de tristeza, de orgullo e impertinencia, y así, no se puede reconocer a Jesús. No quieras convertir tu vida en un purgatorio, privándote de la compañía del mejor amigo. Él te ama y quiere que lo ames. No preguntes por qué. “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?...”Lo que interesa no es tanto saber por qué, sino saber que es un amor verdadero, personal, infinito. Si algún día quiere Dios revelar el misterio, Él sabrá; pero si no lo quiere decir, al menos a mí no me importa; me basta estar seguro de ello: Dios existe y me ama. 
Amor con amor se paga: Así como es cierto que Dios te ama, también lo es que te pide una respuesta de amor, y nuevamente, no preguntes por qué. Ya san Agustín se hacía esta pregunta: “¿Quién soy yo, Señor, para que me pidas y me exijas que te ame con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas; y que te disgustas muchísimo si no lo hago...?” Ama todo lo que puedas y como mejor sepas, y habrás cumplido. 
Las visitas a Jesucristo y a María, realizadas con fe y fervor, infunden no pocos ánimos. En tu ciudad viven, a unos pasos de tu calle; no cuesta trabajo visitarles un minuto, darles los buenos días, pedirles una misericordia para la jornada. Esas pequeñas visitas, esos pequeños momentos, robados a tu abultada agenda, inyectarán vigor a tu alma triste. 
Ve a visitarles con más frecuencia, con más amor y menos prisa, que son los amigos de tu alma, los que ponen suavidad y eficacia en tus actividades febriles. Si el arte de vivir es amar y ser amado, ahí tienes dos amigos que siempre te han querido y a los que no has sabido amar, tal vez. Una breve visita, un corto detenerse, un pequeño gesto de cariño, un mirar y ser mirado, un alargar la mano y dar la diaria limosnita de amor.
María no necesitaba la transfiguración. Porque veía a su Hijo como Dios, cada vez menos como hijo suyo, y cada vez más como Dios, hasta el punto de que junto a un inmenso cariño sentía un gran respeto hacia Jesús. Y en cuanto a la Eucaristía, nadie ha experimentado lo que María, que tuvo al Hijo en su seno como todas las mamás, y luego lo volvía a recibir en su cuerpo a través de la comunión. Entonces era un niño pequeño con un futuro por hacerse, Ahora recibía al Hijo que había recorrido los caminos del mundo; al Hijo a quien vio muerto en la cruz y muerto en sus brazos. Volvía a recibir a aquel niño tierno, a aquel adulto, a aquel muerto en la cruz, a aquel Hijo resucitado. Por eso, las comuniones de María tenían una experiencia muy particular e impresionante: volvía a vivir la alegría extática del nacimiento, aquellos años de alegre esperanza en Nazareth, los años dramáticos de la vida pública, los momentos dolorosísimos de la pasión y 
Cada comunión era un rosario de los misterios de la vida de Jesús. María contemplaba una y otra vez los misterios del rosario, pero en vez de rezar avemarías, rezaba el Padrenuestro, el Magníficat y el Gloria. Por eso le gusta que nosotros recemos el rosario, como lo hacía Ella. 

Oración:
Oh Madre, que has rezado tantas veces tu propio rosario de los misterios de tu Hijo, ayúdanos a contemplar esos misterios con tus ojos y tu corazón de Madre. Alcánzanos la gracia de recibir a Jesús en el sacramento de su amor con el fervor con que Tú lo hacías en los años de tu soledad.




Vaticano Juan XXIII
El 11 de octubre de 1962, el Papa Bueno inauguraba el Concilio
Hoy se celebra la fiesta de San Juan XXIII
"Has hecho resplandecer (en él) para todo el mundo la imagen viva de Cristo, Buen Pastor"
 Señor, nuestro Dios, que la comunión en tus santos misterios haga despertar en nosotros la llama de la caridad, que alimentó sin cesar la vida de San Juan XXIII

•    San Juan XXIII...Un 11 de octubre...
(José M. Vidal).- El 11 de octubre de 1962,Juan XXIII inauguraba el Concilio Vaticano II y pronunciaba su célebre "discurso de la luna". De ahí que Francisco haya elegido esta fecha para la fiesta litúrgica del Papa Bueno, vinculando su memoria a aquel evento histórico, que abrió la Iglesia a la modernidad e inauguró la primera primavera de la institución eclesial.
Hoy se celebra por vez primera su fiesta y, en las oraciones litúrgicas, se le recuerda como"imagen viva del Buen Pastor" y se pide que, al igual que en el Papa Roncalli, se despierte en nosotros "la llama de la caridad"
ORACIÓN COLECTA:
Dios Todopoderoso y eterno, que en San Juan XXIII, Papa, has hecho resplandecer para todo el mundo
la imagen viva de Cristo, Buen Pastor, concédenos, por su intercesión, difundir con alegría la plenitud de la caridad cristiana. Por nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS:
Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza en honor del Papa San Juan XXIII y de todos tus santos,
en la serena confianza de ser liberados de los males presentes y futuros y de obtener la heredad que nos has prometido. Por Cristo nuestro Señor.
 
ORACIÓN DE POSTCOMUNIÓN:
Señor, nuestro Dios, que la comunión en tus santos misterios haga despertar en nosotros la llama de la caridad, que alimentó sin cesar la vida de San Juan XXIII y lo empujó a llevarla a toda su Iglesia.
Por Cristo nuestro Señor.

Card. Ricardo Ezzati Andrello, Arzobispo de Santiago de Chile
Cardenal Ezzati: "No estamos solos en la lucha"
Voces alineadas con el pensamiento del Papa se alzan en el Sínodo
Mons. Guillén: "El Espíritu Santo nos conduce sin manejar libertades"
Redacción, 10 de octubre de 2014 a las 17:20
 Las dificultades son reales pero no cierran el camino

E
El padre sinodal Card. Ricardo Ezzati Andrello, Arzobispo de Santiago de Chileresalta la experiencia del sínodo en el que, si bien se ha constatado que los problemas son globalizados, también se ha experimentado que la respuesta es globalizada: la respuesta de la cercanía, la respuesta de la comprensión, del acompañamiento. Voces alineadas con el pensamiento de Papa Francisco que pide tener una actitud de misericordia y atención hacia las personas.
El Cardenal Ezzatti en su intervención en el sínodo tocó temas cercanos a la vida de Chile: "Se está viviendo un cambio cultural muy profundo que afecta a las personas y al núcleo familiar", expresó ante los micrófonos de Radio Vaticana. "Basta pensar - prosiguió - que en Chile el setenta por ciento de los niños que nacen, nacen fuera del matrimonio", "que un cuarenta por ciento de casados por Iglesia se han divorciado y se han vuelto a casar". Asimismo señaló que los matrimonios son cada vez más conflictivos y se deja muy rápidamente de luchar para mantener unida a la familia.
Frente a todo esto, manifestó el prelado, no basta anunciar una verdad, sino se necesita sobre todo un corazón de buen pastor que no sólo vea, sino que se conmueva y se ponga en acción para ayudar a salir de las dificultades que tienen las familias: "ser una Iglesia que escucha, que sirve, acompañando muy de cerca a las personas".
"Hay una esperanza que surge del Evangelio del Señor, y es que el Señor es Buen Pastor:no estamos solos en la lucha. Las dificultades son reales pero no cierran el camino. Siempre tenemos la posibilidad y la gracia de poder sentir que el Señor camina con nosotros, hace suyas nuestras dificultades y nos encamina hacia el encuentro".
Reflexión en busca de conclusiones
"Una asamblea impresionante por la profundidad de doctrinas que se manifiestan y la visión real y objetiva de las situaciones que padecen las familias en el contexto socio económico, político, filosófico y cultural de nuestro tiempo". Así definió Mons. Oscar Gerardo Fernández Guillén, Obispo de Puntarenas y Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica el camino sinodal que se está recorriendo en estos días.
"En Costa Rica pensamos por una parte en los problemas económicos que afectan a las familias", porque "si bien la economía nacional no está en debacle, crece la pobreza". Sobre la violencia intrafamiliar, la desintegración de las familias, el aumento de divorcios, Mons. Fernández Guillén exhorta: "Aunque estemos pasando situaciones dramáticas y pareciera que todo está perdido, no es así, acudamos al Señor con actitud humilde: Él sabrá sostenernos y sabrá llevarnos adelante". (RD/RV)
 



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