Vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua
- 14 Abril 2018
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Evangelio según San Juan 6,16-21.
Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar
y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos.
El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo.
El les dijo: "Soy yo, no teman".
Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.
SAN VALERIANO MARTIR
Mártir romano, probablemente del tiempo de Juliano el Apóstol, esposo de la popular virgen Cecilia. Según las tradiciones fue convertido por ella el día mismo de la boda con medios sobrenaturales y milagrosos. Sobre su casa se edificó luego un templo, en el que reposan las reliquias de su santa consorte. — Fiesta 14 de abril.
Una de las imágenes más sugerentes y humanas con que la divina Palabra nos ha introducido en el misterio de la Redención la constituyen las llamadas «bodas del Cordero».
Dios ha amado a la humanidad con amor de Esposo y en el banquete nupcial se entrega a sí mismo como víctima y como alimento. Es realmente un vínculo de sangre el que sella estas bodas sublimes, es la sangre del Cordero, del Hijo de Dios inmolado. Por ello se comprende y se admira el profundo sentido cristiano que guió a la piedad de nuestros antepasados, ya desde muchos siglos atrás, en tejer con minuciosos detalles en torno a unas nupcias, mitad terrenas y mitad espirituales, este bello poema de virginidad y de martirio, de amor y de sacrificio, el poema de Cecilia y Valeriano, el poema de Cristo presente en el amor transparente de los dos jóvenes.
Y el poema es cantado cada año por toda la Iglesia, en el oficio divino en honor de la santa esposa. Valeriano entra como segundo personaje, el convertido, el amante brioso, pero íntegro, que no duda en renunciar al goce sensible para unirse con ella en el amor supremo, el amor que salva y los une a los dos con Dios y en Dios.
La narración es suave e insinuante. Durante el banquete nupcial Cecilia, preparada anteriormente con larga oración y ayuno, sin dejar de participar en el bullicio y la alegría, entona su cántico de confianza: «Que mi corazón permanezca inmaculado».
Luego viene el momento del encuentro con el esposo. Valeriano se acerca a Cecilia con toda la ilusión de su juventud, con toda la satisfacción del amor conquistado.
Cecilia pronuncia extrañas palabras. Un ángel guarda su virginidad; le invita a colaborar con el ángel, le promete ver también él al ángel si antes es lavado por un baño sagrado.
Valeriano, enamorado, no duda de Cecilia, se le confía, se convierte, y va en busca de la iglesia en su Cabeza, el Papa oculto. Éste le instruye en el misterio y, tras pedirlo insistente, le administra el santo bautismo.
Vuelve presuroso al tálamo nupcial, y descubre a su esposa en oración, con un ángel a su lado, más resplandeciente que el sol y ofreciendo a los dos una guirnalda de parte del Esposo de las vírgenes. Valeriano adora, cree, goza. Con la esposa.
Y no tarda en conseguir tiempo después la conversión de su hermano Tiburcio, que sigue su mismo camino. Así Cecilia puede presentar a los dos hermanos como sus más preciadas coronas del día de sus esponsales, como el fruto de su amor y de su sabiduría...
Pronto su esposo probará su espíritu y la profundidad con que siente su nueva vida. Primero dedicado intensamente a la caridad para con los pobres, compitiendo con Cecilia en su ya famoso desprendimiento.
Después será su valentía y decisión ante el prefecto Almaquio.
Los dos hermanos confiesan que son cristianos, y pretenden adoctrinar a los que asisten al juicio, en la verdadera religión. Son cruelmente apaleados, pero en pleno suplicio muestran sus rostros llenos de alegría por la gracia de poder dar su sangre por Jesucristo. Y de este modo, pasan delante de Cecilia, que pronto les seguirá en el camino del testimonio sangriento. Valeriano había amado de verdad y en el cielo, junto con su esposa, participa en el eterno banquete de gloria al Cordero. En la tierra, sus reliquias fueron conservadas, para gloria de Dios en sus santos, y se conservan. en la iglesia dedicada a Santa Cecilia, en el Trastévere.
Oremos
Dios todopoderoso y eterno, que concediste a San Valeriano luchar por la fe hasta derramar su sangre, haz que, ayudados por su intercesión, soportemos por tu amor nuestras dificultades y con valentía caminemos hacia ti que eres la fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Calendario de Fiestas Marianas: Apariciones de Nuestra Señora de Ludwina (1433). Nuestra Señor de Guam (1825).
San Pedro Crisólogo (c. 406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia Sermón 50, 1.2.3; PL 52, 339-340)
“La barca tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.”
Cristo sube a una barca. ¿No era él que enjugó el mar, amontonando las aguas por ambos lados para que el pueblo de Israel pudiera pasara a pie enjuto como por un valle? (Ex 14,29) ¿No era él que hizo pasar a Pedro por encima de las aguas, haciendo que las olas formaran un suelo firme y sólido debajo de sus pies? (Mt 14,29)
Cristo sube a la barca. Cristo, para atravesar el mar de este mundo hasta el final de los tiempos, sube a la barca de su Iglesia para conducir a los que creen en él hasta la patria del cielo por una travesía apacible, y hacer de aquellos con quien compartió la condición humana, ciudadanos de su reino. Cristo, ciertamente, no tiene necesidad de la barca, pero la barca necesita a Cristo. Sin este timonero celestial, en efecto, la barca de la Iglesia, agitada por las olas, no llegaría nunca a puerto seguro.
El miedo paraliza, acoger a Jesús lleva a tierra firme
Santo Evangelio según San Juan 6,16-21. Sábado II de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
"Te amo, oh Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último aliento de mi vida. Te amo, oh mi infinitamente amable Dios, y prefiero morir amándote, que vivir sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarte eternamente. Dios mío, si mi lengua no puede decir en cada momento que te amo, quiero que mi corazón te lo repita tan a menudo como tengo aliento." (Oración de San Juan María Vianney)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Contigo, Señor, no tengo nada que temer. Puede ser que la tormenta me esté ahogando, que las olas parezcan devorarme, que la oscuridad me quiera robar la esperanza, que la desesperación invada mi alma… pero si Tú estás conmigo nada temo.
Hoy me dices que no tema, que eres Tú, que ahí estás siempre cuando más te necesito, cuando menos entiendo, cuando el dolor me empaña la vista. No temer es confiar que Tú siempre, siempre me acompañas, me cuidas, me proteges, me guías.
¡Qué difícil es encontrarte en medio de la tentación, de la tormenta, de la dificultad! En este pasaje me enseñas que no sólo estás presente en mis malos momentos, sino que incluso caminas sobre ellos, que te vales de ellos para venir a mí, que son instrumentos de tu acción en mi vida.
Tú caminas sobre las aguas de mi soledad, de mi tristeza, de mis frustraciones, sobre las aguas de mi desempleo, de mi incomprensión, de mi desilusión. Sólo me pides fe para creer que Tú siempre estás, para que no tema, para que confíe en tu amor que me es fiel y me sostiene.
Dios habla como el padre al hijo. Cuando el padre quiere hablar al hijo empequeñece la voz y también busca hacerla más parecida a la del niño. Cuando el padre habla con el hijo parece que hace el ridículo, porque se vuelve niño: esto es la ternura. Por eso Dios nos habla así, nos acaricia así: "No temas, gusano, larva, pequeño". De tal modo que parece que nuestro Dios quiera cantarnos una canción de cuna. Nuestro Dios es capaz de esto, su ternura es así: es padre y madre. (Homilía de S.S. Francisco, 14 de diciembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Cuando tenga una incomodidad o dificultad pensaré en Ti, que estás a mi lado para ayudarme.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
No es sino en lo más profundo de nuestro ser que podemos encontrar a Dios.
Una de las más hermosas descripciones de Dios en pos de la persona es la de Francis Thompson en el poema The Hound of Heaven.
Yo huía de Él, durante las noches y durante los días;
yo huía de Él en el transcurso de los años;
yo huía de Él por las laberínticas sendas de mi propia mente;
y en medio de las lágrimas me escondía de El, lo mismo que entre la risa pasajera...
Dios sale al encuentro, y nosotros huimos, Dios está presente en todos los momentos de nuestra vida. Dios se encuentra siempre disponible para nosotros. No tenemos más que hablarle. Ahora. Hoy. Esta noche. El comprende nuestro lenguaje, nuestros temores, nuestros secretos, nuestra amargura. El no te considerará como un sentimental si le hablas afectuosamente del pasado, si eres ya viejo. No se apartará de ti aunque seas un mentiroso, un ladrón, un asesino, un hipócrita, un traidor.
Dios siempre sale al encuentro del ser humano, de la oveja perdida, del hijo que se marchó de casa. En esta historia de búsqueda y encuentro, la iniciativa y la parte más importante la lleva Él. Dios es el principal agente y el principal amante. Porque ama, se da y se entrega totalmente. Si buscamos a Dios, más nos busca Dios a nosotros. Y el místico Abu Azid confesó: Yo busqué a Dios durante treinta años; yo creía que era yo quien lo deseaba, pero no, era él quien me deseaba a mí. El buscar a Dios lleva consigo el esforzarse por cambiar el corazón, por desear y perseguir toda clase de bondad.
El ser humano busca, a veces sin saberlo, a Dios. La razón es bien sencilla, pues cada persona es imagen de Dios, espejo del amor, de la felicidad y de la vida. Unas personas lo descubren en la niñez, otros ya en la edad adulta. Cuando san Agustín cayó en la cuenta de lo que era, dijo: ¡Tarde te amé! ¡Oh hermosura tan antigua y siempre nueva! ¡Tarde te amé! (…)
El ser humano, en muchas ocasiones, busca a Dios donde no le puede encontrar o pasa de Dios y huye de él y vive como si no existiese, como si él estuviese lejos. Y no se da cuenta el hombre que Dios es un Dios escondido porque se encuentra en la intimidad de nuestro corazón. Dios nos llama a no escondernos de su mirada, a descubrir su presencia en lo cotidiano, en lo oculto de nuestra vida e historia.
A Dios, pues, lo podemos encontrar a través de una fe impulsada por el amor. Él vive dentro de cada uno. «Ésa es vuestra tragedia. ¡Olvidáis! ¡Olvidáis al Dios que hay en vosotros! ¡Queréis olvidar! ¡El recuerdo implicará el alto deber de vivir como un hijo de Dios…¡Es más fácil olvidar, convertirse solamente en un hombre…¡Vivir negando la vida!» (Eugene O Neill).
El Dios que está con nosotros, aparece muchas veces débil e impotente, sin poder hacer nada. Dios nos da a conocer que tenemos que vivir como seres humanos que resuelven su vida sin Dios.El Dios que está con nosotros es el Dios que nos abandona… Ante Dios y con Dios, vivimos sin Dios. Dios se deja arrojar del mundo para ir a parar a la cruz; Dios es impotente y débil en el mundo, y precisamente así y únicamente así es como está junto a nosotros y como nos ayuda (D. Bonhoeffer).
Dios está en nosotros, ha entrado en nosotros. Todas las noches, Leónidas, padre de Orígenes, acostumbraba besar el pecho de su hijo dormido por reverencia al Dios que estaba realmente presente en el tabernáculo vivo del corazón de su hijo. Dios está presente realmente en el tabernáculo de cada corazón humano; aquí podremos encontrarlo, pues, aquí habla, escucha, mora, vive y da vida.
Dios está muy presente en nuestra vida y nos invita a transformarnos en él y vivir con él. Con él podemos hablar, está al alcance de la mano, él es nuestro Padre. Dios se nos revela como un Dios cercano, quiere ser amigo. Dios está presente en el ser humano, en cada acontecimiento y en cada cosa.
Dios está en la fuente y en el río, en el mar y en el aire, pero sobre todo está, en lo más profundo de la persona. El centro del alma es Dios, al cual cuando el alma hubiere llegado según toda la capacidad de su ser, y según la fuerza de su operación e inclinación, habrá llegado al último y más profundo centro suyo en Dios, que será cuando con todas sus fuerzas entienda y ame y goce a Dios….
El ser humano es un ser inacabado, con capacidad para conocer y amar a su Creador que está en su corazón. Este Dios vive en lo más profundo del ser humano y vive escondido, le está al alma escondido, y le conviene siempre al alma... tenerle por escondido.
Por la fe podemos ver a Dios que está dentro. Esto mismo es lo que afirma Pablo VI: En el punto de encuentro esencial con el misterio religioso, con Dios, está dentro de nosotros mismos; está en la celda interior de nuestro espíritu, en aquella actividad personal que llamamos oración.
Una de nuestras grandes tragedias del ser humano es el no haber descubierto la interioridad, las riquezas que llevamos escondidas dentro. Gran parte del sufrimiento que padece mucha gente puede ser atribuido, en no pequeña medida, al hecho de que vivimos exiliados de nuestra tierra natal… del mundo interior (A. Maslow). Lágrimas de sangre derramó Agustín cuando descubrió el sin sentido de la vida que llevaba: Te buscaba fuera y tú estabas dentro.
Es importante encontrar el camino que conduce al interior, tener hambre de luz y de verdad. El peligro no está en el mundo, en lo exterior, sino en centrarse en lo que nos da vida. Lo importante no es abandonar materialmente el mundo, pues el mundo está en uno mismo y la reforma del ego es más rigurosa que el retiro en una región solitaria, un ashram o un monasterio (M.M. Daby). La oración tiene que ser un espacio abierto donde entren los otros y Dios, donde se avance en conocimiento propio.
Así como el sol madruga para entrar en tu casa, si le abres la ventana, así Dios te despierta cada mañana para que lo adores en tu interior, para que hables con él, para que vivas plenamente. El amor y la fe son los ojos que Dios nos ha dado para descubrirle y habitar en él. Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará y vendremos a él, y haremos morada en él (Jn 14,13). Para hablar con él, tenemos que abrirnos a él y dejarle entrar en nuestro ser.
En toda búsqueda la persona debe confiar en Dios. Confía en Yavé con todo tu corazón, y no te apoyes sobre tu propia prudencia. En todos tus caminos piensa en El, y El allanará tus senderos ( Pr 3,5-6).
El Papa critica la hipocresía del mundo que grita “libertad” pero cada vez es más esclavo
En la homilía que pronunció en la Misa en la Casa Santa Marta, habló de 3 tipos de libertad. “¿Somos libres de pensar con mente fría en dar espacio a Dios en nuestra vida como hizo Gamaliel?, ¿somos libres de seguir a Jesús con alegría también en el sufrimiento como Pedro y Juan?, ¿somos libres de las pasiones, de las ambiciones, de la moda?”, preguntó.
“O ¿somos como el mundo, que grita “¡libertad!” pero después sigue siendo esclavo?”, añadió.
Francisco habló del Evangelio del día sobre la multiplicación de los panes y los peces, y aprovechó para recordar que Jesús ha dado a todos el don de la libertad “con su obra redentora”.
“El hombre libre no tiene miedo del tiempo: deja hacer a Dios. Da espacio, para que Dios actúe en el tiempo. El hombre libre es paciente”, dijo hablando de la figura de Gamaliel.
“También Pilato pensaba bien, con la mente fría” y se da cuenta de que Jesús era inocente, pero “no fue capaz de resolver el problema, porque no era libre, quería hacer carrera” y “le faltaba el coraje de la libertad porque era esclavo del carrerismo, de la ambición, de su éxito”.
El Papa puso otro ejemplo de libertad fijándose en Pedro y Juan, “que habían sanado al paralítico y ahora estaban en el Sanedrín”. “Se tienen que ir fuera alegres de haber sido juzgados dignos de sufrir ultrajes en nombre de Jesús”.
“Esta es la alegría de imitar a Jesús. Es otra libertad: más grande, más larga, más cristiana”. Los dos estaban contentos “porque habían sufrido en nombre de Jesús”, comentó.
“Eran libres en el sufrimiento para seguir a Jesús” y así, afirmó Francisco, debe ser la actitud del cristiano: “Señor, tú me has dado tanto, has sufrido por mí. ¿Qué puedo hacer yo por ti? Toma, Señor, mi vida, mi mente, mi corazón, es todo tuyo”.
“Esta es la libertad de un enamorado de Jesucristo. Sellado por el Espíritu Santo, con la fe en Jesucristo. Tú has hecho esto por mí, yo hago esto por ti. También hoy hay muchos que están en la cárcel, cristianos, torturados, que llevan adelante esta libertad: la de confesar a Jesús”.
El tercer ejemplo que ofreció fue el de “Jesús mismo” que multiplica los panes y los peces pero se ve obligado a alejarse de nuevo de la multitud porque lo querían hacer rey. “Se alejó del triunfalismo. No se dejó engañar por este triunfalismo. Era libre”. Como en el desierto cuando rechazó las tentaciones, “porque era libre, y su libertad era seguir la voluntad del Padre. Y terminar en la cruz. Es el ejemplo de libertad más grande: Jesús”, añadió.
El Pontífice invitó a pensar “en mi libertad, nuestra libertad”. “¿Soy esclavo de mis pasiones, de mis ambiciones, de tantas cosas, de las riquezas, de la moda?”.
“Parece una broma, pero cuánta gente es esclava de la moda. Pensemos en nuestra libertad, en este mundo que es un poco esquizofrénico. Grita: “¡libertad, libertad, libertad!”, pero cada vez es más esclavo, esclavo, esclavo”.
¿Cuánto dura la presencia de Cristo en la Eucaristía?
Asimismo, cuando lo recibimos en la comunión ¿cuánto tiempo permanece Cristo dentro de nosotros?
Sabemos que en el altar, al momento de la consagración, la hostia y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Pero ¿cuánto tiempo permanece su presencia en ellos? Asimismo, cuando lo recibimos en la comunión ¿cuánto tiempo permanece Cristo dentro de nosotros? Vamos a responder estas preguntas.
En cada pedazo de la hostia consagrada y en cada gota del vino consagrado está Cristo completo, es decir, todo su Cuerpo, su Sangre, alma y divinidad. Por lo tanto, cada que comulgamos, recibimos al mismo Cristo vivo y resucitado. Así lo confirma el Catecismo de la Iglesia Católica al decir: “En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero” (1374).
De tal manera que al fraccionar la Hostia consagrada no es que se divida a Cristo, ya que hasta en la más pequeña partícula de la Hostia está Cristo con todo su Cuerpo y su Sangre. Lo mismo al recibir el vino en el cáliz, no es solamente la Sangre de Cristo, sino que es el Señor en toda su persona divina. “Cristo está todo entero presente en cada una de las especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo” (CCE 1377).
Ahora bien, la presencia real de Cristo en la Eucaristía permanece desde la consagración del pan y del vino, hasta que duren las especies que sirvieron para su ofrecimiento. Es decir, que cuando las especies del pan y del vino se alteran por el tiempo o se disuelven a través del estómago, la presencia física de Jesús deja de estar.
Se pudiera decir que son aproximadamente entre 10 y 15 minutos los que dura la presencia física de Jesús dentro de nosotros. El que ya no esté en su presencia real y verdadera, no quiere decir que Cristo nos abandone. Sigue presente en nuestra alma, habita en nosotros, en unión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de manera real.
Al reconocer que es Cristo en cuerpo y alma a quien recibimos, es necesario que preparemos también nuestro cuerpo ya que no es un alimento ordinario. Por lo tanto, por respeto a su presencia dentro de nosotros, el Código de Derecho Canónico nos dice cómo debemos prepararnos: “Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción sólo del agua y de las medicinas” (919). Asimismo, no debemos comer ningún alimento de manera inmediata luego de haber comulgado, hasta que haya pasado el tiempo prudente para que se disuelva totalmente la Hostia dentro de nuestro organismo.
Qué triste es ver a tantos que después de recibir a nuestro Señor permanecen como si hubiesen recibido un simple trozo de pan. Hagamos el compromiso de vivir con piedad y cuidado ese momento de la comunión. Deleitemonos en comerlo, platiquemos con Él desde el corazón.
Al comulgar al Señor nos convertimos en sagrarios vivientes, dentro de nosotros está el mismo cielo; por lo tanto, debemos aprovechar ese momento tan especial para adorar y conversar con aquel que nos ama y que ha decidido vivir en ti y en mí. La presencia de Cristo Eucaristía permanece para siempre, para toda la eternidad. ¡Cuida tu gracia y no te prives de este alimento que da la vida eterna!
Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (14 al 22 de abril)
Oración para todos los días
¡Oh Dios de todo consuelo!, y fuente verdadera de paz y felicidad que conoces todas nuestras flaquezas y necesidades, te rogamos por intercesión del bienaventurado mártir San Jorge que nos concedas la gracia de vivir siempre en amistad contigo y con nuestros hermanos, y que nos protejas de todo mal. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Día primero
San Jorge, tu que representas el valor y la fuerza de la fe, intercede por nosotros para que Dios nos de la fuerza necesaria para no desfallecer ante las dificultades y tentaciones que nos acechan. Amén
Rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Día segundo
San Jorge te vemos representado sobre un caballo, combatiendo al dragón que representa el mal. Ayúdanos intercediendo para que Dios nos de el coraje para enfrentar con valor todas las adversidades. Amén.
Rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Día tercero
San Jorge, sabemos que Dios nos ama profundamente, no permitas que podamos ofenderlo. ¡Cuida de nosotros! Y intercede por nosotros con nuestras súplicas. Amén.
Rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Día cuarto
San Jorge, tu actitud valiente de no acatar una orden que va en contra de tus creencias, evidencian el poder de tus convicciones cristianas, ayúdanos a imitar tus virtudes para así agradar más a Dios. Amén.
Rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Día quinto
San Jorge, tu lucha con el dragón es la lucha diaria que enfrentamos contra el mal. Suplica a Dios para que nos de la fuerza suficiente para salir victoriosos de todas nuestras adversidades. Amén.
Rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Día sexto
San Jorge, acudimos a tu protección, para fortalecer nuestra fe. Que las dudas y tentaciones no nos aparten del camino de Dios, te lo pedimos por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
Rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Día séptimo
Glorioso San Jorge, tú no permitiste que el miedo y el sufrimiento te hicieran perder de vista la recompensa en el cielo. Ayúdanos para que, imitando tus virtudes, sepamos nosotros también perseverar en conseguir los bienes celestiales. Amén.
Rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Día octavo
San Jorge, durante tu martirio muchos se convirtieron a la fe cristiana, ilumina nuestro camino para resultar vencedores en la batalla contra el mal y así poder ganar, como tú, almas piadosas para nuestro Padre celestial. Amén.
Rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Día noveno
San Jorge, heroico batallador contra el mal, ten piedad de nosotros, suplica a Dios nos libre de todo mal y nos preserve de los embates del demonio, y bajo tu amparo condúcenos a la Patria celestial, por Jesucristo, Dios y Señor Nuestro. Amén
Rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
EXPERTOS DE TIERRA SANTA PONEN EN ENTREDICHO SU IMAGEN DE "PECADORA ARREPENTIDA"
¿Fue María Magdalena una prostituta?
La arqueología y estudios bíblicos arrojan nueva luz sobre la mujer más citada en los Evangelios
La 'Magdalena penitente' de El Greco
María era la líder del grupo de mujeres que acompañaba y apoyaba a Jesús, también con sus bienes, y no me cuadra que este fuera el perfil de una prostituta, que en general está más vinculada a la pobreza
"La imagen de María Magdalena se ha creado en base a ficción, tradiciones y malinterpretación a través de los siglos". Esa es la conclusión a la que están apuntando los últimos avances de la arqueología y estudios bíblicos que se están haciendo en Tierra Santa, con lo que los expertos en estas materias reivindican que, lejos de haber sido la prostituta de la tradición y folclore cristianos, la "apóstola de los apóstoles"fue en realidad "una mujer muy importante, conocida e influyente". La Magdalena, que habría descubierto la tumba vacía de Jesús y, según el evangelio de san Marcos, presenció su resurrección junto a la "otra María", es considerada santa por los credos católico, ortodoxo, anglicano y luterano del cristianismo, conmemorada en el calendario gregoriano con una festividad el 22 de julio.
Pero en el imaginario popular María Magdalena es más conocida como una pecadora que, arrepentida, habría caminado al lado de Jesús como una ferviente seguidora, después de abandonar un camino de oscuras pasiones que, siglos más tarde, le siguen valiendo una fama alimentada en canciones, libros y películas que especulan sobre la que pudo ser su vida, de la que poco se sabe.
"María era la líder del grupo de mujeres que acompañaba y apoyaba a Jesús, también con sus bienes, y no me cuadra que este fuera el perfil de una prostituta, que en general está más vinculada a la pobreza", expone a Efe el padre Juan Solana, que encabeza el proyecto Magdala en Tierra Santa y reparte sus días entre Jerusalén y la histórica ciudad a orillas del mar de Galilea.
Desde este enclave, que los evangelios atribuyen hasta en doce ocasiones como el lugar de origen de María, se explica que los hallazgos arqueológicos que se han hecho en los últimos años revelan algo más de la vida en la época y respaldan la creencia de que se trataba de un próspero punto de comercio, centrado en la pesca y la exportación de salazón a Roma.
Allí se contempla la teoría planteada por expertos de que esta devota habría gozado de una buena posición económica, derivada quizá de la muerte de su esposo, del que pudo haber heredado una fortuna con la que habría apoyado a Jesús.
Pero en ciertos momentos de la historia se habría alterado la percepción de María, destaca el padre Solana.
Una de esas ocasiones fue cuando se produjo una interpretación muy literal y con cierta inquina de los evangelios, como este de Lucas 8:1-3.
"Aconteció después que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes".
Otro, las palabras del Papa Gregorio en una homilía del siglo VI en la que fusionó en la Magdalena las figuras de María de Betania, hermana de Marta y Lázaro que lavó los pies de Jesús con sus cabellos, y una mujer acusada de adulterio a la que Cristo salvó de ser apedreada.
"María Magdalena podía haber sido una santa a la que Dios consintió que el demonio molestara o tentara", señala el religioso y afirma que cabe la posibilidad de que esas mujeres fueran "personas con su propia historia, personalidad".
Sin embargo, "las pinturas renacentistas la tratan como una pecadora arrepentida (...) De ahí pasó al arte, a la imaginación popular, a la literatura, etc. Y se creó una gran confusión", que perdura hasta hoy en la mente de muchos, aunque dice que en el seno de la Iglesia no es el pensamiento reinante, especialmente después de una exégesis hecha a mediados del siglo pasado.
Jennifer Ristine -presidenta del Instituto Magdalena y experta en esta figura, sobre quien prepara un libro que tiene previsto que vea la luz este verano- lamenta a Efe que "es difícil saber dónde empezó" la mala imagen que se ha tenido de la Magdalena a lo largo de los siglos. Expone que en los siglos XIV y XVI era retratada con el pecho descubierto, el cabello rubio o pelirrojo muy largo, en una época en la que existía una tendencia a que las cortesanas "pintaran su pelo de rubio", por lo que destaca que ya existía esta asociación "que se ha visto a través de los siglos" hasta la actual cultura popular.
En su opinión, "todo este asunto es complejo, una lección moral. Todo lo que decimos empieza a formar ideas en la mente de la gente y deriva en una reputación".
"Tenemos algunas pistas de su vida, pero realmente sigue siendo un misterio con toda la cultura que ha crecido a lo largo de los siglos", concluye Ristine, quien continuará tratando de descifrar la historia de esta figura que, asegura, realmente existió.