El buen Pastor da su vida por sus ovejas

Buscar desde dentro

No se pueden diseñar programas o técnicas que conduzcan automáticamente hasta Dios. No hay métodos para encontrarse con él de forma segura. Cada uno ha de seguir su propio camino, pues cada uno tiene su manera de abrirse al misterio de Dios. Sin embargo, no todo favorece en igual medida el despertar de la fe.

Hay personas que nunca hablan de Dios con nadie. Es un tema tabú; Dios pertenece al mundo de lo privado. Pero luego tampoco piensan en él ni lo recuerdan en la intimidad de su conciencia. Esta actitud, bastante frecuente incluso entre quienes se dicen creyentes, conduce casi siempre al debilitamiento de la fe. Cuando algo no se recuerda nunca, termina muriendo por olvido e inanición.

Hay, por el contrario, personas que parecen interesarse mucho por lo religioso. Les gusta plantear cuestiones sobre Dios, la creación, la Biblia... Hacen preguntas y más preguntas, pero no esperan la respuesta. No parece interesarles. Naturalmente, todas las palabras son vanas si no hay una búsqueda sincera de Dios en nuestro interior. Lo importante no es hablar de «cosas de religión», sino hacerle sitio a Dios en la propia vida.

A otros les gusta discutir sobre religión. No saben hablar de Dios si no es para defender su propia posición y atacar la del contrario. De hecho, bastantes discusiones sobre temas religiosos no hacen sino favorecer la intolerancia y el endurecimiento de posturas. Sin embargo, quien busca sinceramente a Dios escucha la experiencia de quienes creen en él e incluso la de quienes lo han abandonado. Yo tengo que encontrar mi propio camino, pero me interesa conocer dónde encuentran los demás sentido, aliento y esperanza para enfrentarse a la existencia.

En cualquier caso, lo más importante para orientarnos hacia Dios es invocarlo en lo secreto del corazón, a solas, en la intimidad de la propia conciencia. Es ahí donde uno se abre confiadamente al misterio de Dios o donde decide vivir solo, de forma atea, sin Dios. Alguien me dirá: «Pero ¿cómo puedo yo invocar a Dios si no creo en él ni estoy seguro de nada?». Se puede. Esa invocación sincera en medio de la oscuridad y las dudas es, probablemente, uno de los caminos más puros y humildes para abrirnos al Misterio y hacernos sensibles a la presencia de Dios en el fondo de nuestro ser.

El cuarto evangelio nos recuerda que hay ovejas que «no son del redil» y viven lejos de la comunidad creyente. Pero Jesús dice: «También a estas las tengo que atraer, para que escuchen mi voz». Quien busca con verdad a Dios escucha, tarde o temprano, esta atracción de Jesús en el fondo de su corazón. Primero con reservas tal vez, luego con más fe y confianza, un día con alegría honda.

Domingo 4 Pascua - B
(Juan 10,11-18)
22 de abril
2018

CUARTO DOMINGO DE PASCUA
(Act 4,8-12; Sal 117; 1 Jn 3, 1-2; Jn 10, 11-18)

EL BUEN PASTOR
El salmista entona un cántico colmado de confianza, que refleja la experiencia existencial del creyente: “El Señor es mi Pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace reposar…”

Y cuando uno reza este salmo a la luz de la historia de salvación, no deja de sentir sobrecogimiento y admiración, porque el Señor no solo se revela como pastor que guarda, cuida, protege y vigila para que no sean arrebatadas las ovejas del redil, sino que si se suman las distintas imágenes con las que se ha querido revelar Dios a su pueblo, se descubre una entrega total.

El Dueño de la viña, aunque las cepas se vuelvan bordes y den como fruto en vez de uvas agrazones, llega a reparar la heredad y se presenta en Jesucristo como vid, y como fruto bendecido y brindado en la noche pascual, como oblación que redime la infidelidad de la viña y la de los labradores.

El Sembrador, que al esparcir la semilla se expone a que se pierda, a que el grano caiga en pedregal o entre zarzas y se sofoque la sementera, resuelve hacerse labrador, y también fruto amasado del trigo sazonado, pan partido en la mesa de los hijos, que sacia el hambre de todos y aún sobra para alimentar a las doce tribus de Israel.

El Pastor conduce a su ganado hacia fuentes tranquilas, para que reparen su sed y sus fuerzas. Lleva a sestear a las ovejas, y se convierte en manantial de agua viva que colma y hace que no se tema ya la sequía.

Sin duda, nos sobrepasa la ternura divina, que por su misericordia no nos deja abandonados en el desierto, lo que merecería nuestra infidelidad, sino que se convierte en alimento y en bebida para que nunca tengamos hambre ni padezcamos sed.

Ya sería suficiente tanta prodigalidad, pero el Pastor llega a más. No solo asegura que buscará a la oveja perdida, y no porque se haya perdido, sino porque la ama, sino que se convierte en Cordero para quitar el pecado del mundo y liberar a todos los hijos de los hombres del sacrificio expiatorio.

Ahora por Jesucristo, somos la mejor cosecha de pan y de vino, y nuestras vides florecidas por su fidelidad, se convierten en el soto de recreo del Creador, quien recibe la ofrenda agradable de toda la humanidad, cuando no solo las ovejas del rebaño se conservan en el redil, sino que por el Cordero de Dios, toda la grey obedece al Pastor.

Y el Pastor bueno se hace luz, y aunque pasemos por valles de tinieblas, la noche se ilumina como el día, porque nos precede la nube luminosa, el rostro radiante del Hijo amado de Dios, resucitado.

¿Quién puede decir que tiene los dioses tan cercanos como lo está nuestro Dios de nosotros, que se nos hace Pastor, mesa, agua, luz, descanso, sombra, para que no perezcamos?

Evangelio según San Juan 10,11-18. 

Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. 
El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. 

Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. 
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí 

-como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. 

Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. 

El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. 
Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre". 

San Sotero

Sucesor en el pontificado del Papa Aniceto muerto el año 165. Había nacido en la Campiña italiana, en Fondi y su padre se llamaba Concordio.    En su tiempo se extendió la herejía de Montano que propugnaba un exagerado rigorismo de costumbres. La penitencia más rigurosa y la vida más perfecta debían practicarla todos los cristianos para no caer en pecado, sobre todo si se trataba de pecados muy graves, ya que no se les podían perdonar porque la Iglesia carecía de poder para ello.

Él defendió la doctrina que  se había predicado y defendido en la Iglesia desde Jesucristo: para el pecador arrepentido no hay pecado que no se le pueda conceder el perdón.    Él era todo para todos y quería que se viviera de acuerdo con lo que los Hechos de los Apóstoles expresan de los primeros cristianos, que «todo era común entre ellos» y que «todos eran un solo corazón y una sola alma»...     Eemperador Marco Aurelio (161-180), persiguió a la Iglesia y durante este tiempo hubo abundantes mártires, entre ellos el mismo Papa que parece murió mártir el 22 de Abril del 175. San Cayo vivió un siglo más tarde y a pesar de ello en la tradición cristiana han caminado siempre unidos ambos Santos aunque nada tengan en común a no ser el haber muerto por Cristo y el haber sido Obispos de Roma.    La última persecución más violenta fue la de Valeriano. Después casi todo el siglo II fue tiempo de paz y durante él la Iglesia quedó robustecida fuertemente. San Cayo se aprovechó de esta paz y patrocinó, sobre todo las dos escuelas célebres de Oriente: Alejandrina y Antioquena que tantos y tan ilustres hijos produjeron. El año 283 empezó una nueva persecución contra los cristianos decretada por Caro que, aunque no tan sangrienta como otras anteriores, causó graves daños a la Iglesia, siendo muchos los hombres y mujeres que derramaron generosamente su sangre por confesar a Jesucristo.     La Iglesia venera a San Sotero como mártir, pero no existe ningún relato de su martirio.

Oremos

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que  San Sotero, Papa, presidiera a todo tu pueblo y lo iluminara con su ejemplo y sus palabras, por su intercesión protege a los pastores de la Iglesia y a sus rebaños y hazlos progresar por el camino de la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Calendario de  Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Betharram, Francia (1503).

Basilio de Seleucia (¿-c. 468), obispo  Homilía 26, sobre el buen Pastor (Trad. ©Evangelizo.org)

«El buen Pastor da su vida por sus ovejas»

«Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas». Pilatos vio a ese pastor; los judíos lo vieron, lo condujeron a la cruz por causa de su manada, como el coro de los profetas lo había anunciado claramente antes de la Pasión: «Como un cordero, fue llevado al matadero, como una oveja muda cuando la esquilan» (Is 53:7). No rehúsa la muerte, no le huye al juicio, no rechaza a los que lo crucifican.

No fue sometido a la Pasión: él la deseó por sus ovejas. «Tengo el poder de entregar mi vida, dijo él mismo, y el poder de retomarla». Él destruye el sufrimiento por el sufrimiento de su Pasión, la muerte por su muerte. Por su tumba, abre las tumbas. Sacude el lugar adónde duermen los muertos, le hace saltar los cerrojos. Las tumbas están selladas y la prisión cerrada mientras que el Pastor no desciende en la muerte para ir a anunciar la liberación a aquellas ovejas suyas que se habían adormecido (1P 3:19). Lo vemos bajar adónde duermen los muertos: les da la orden de salir, lo vemos renovar incluso allí el mismo llamado a la vida. «El buen pastor da su vida por sus ovejas»: es así que busca el amor de sus ovejas. Quien ama a Cristo, es aquél que escucha su voz. 

El Buen Pastor
El pastor es una imagen de Dios muy conocida y viva desde el cristianismo primitivo.


El fundamento de toda religión constituye la imagen, la idea que forma de su propio Dios. Cada hombre tiene en su corazón una idea personal de Dios sobre todo nosotros, que somos cristianos. Y nuestra vida cristiana, nuestra fe vital y profunda dependen decisivamente de la imagen de Dios que tengamos.

Anhelamos un pastor. Es una imagen de Dios muy conocida y viva desde el cristianismo primitivo. Ya la encontramos frecuentemente en las catacumbas. Pero también hoy en día todos conocemos estas imágenes del Buen Pastor en medio de su rebaño, o con la oveja sobre sus hombros. Parece que a todos los cristianos de todos los tiempos esta persona del Buen Pastor los impresionó hondamente.

¿De dónde viene este anhelo escondido, esta simpatía entre el Buen Pastor y nosotros?

Creo que es porque su rostro nos promete cariño y entrega, protección y seguridad. Porque muchas veces nos sentimos solos, desamparados, solitarios. Porque frecuentemente nos sentimos como ovejas perdidas. El peso de nuestras debilidades, de nuestros sufrimientos, de nuestras limitaciones nos dan pena y nos mortifican.

Queremos estar con Jesús, nuestro Pastor, que nos vigila, dirige y nos busca, que conoce a cada uno de nosotros por su nombre, nos llama y, si llega el caso, arriesga su vida por defendernos del enemigo.

Pastor: soledad e incomprensión.

La vida de Jesús fue un gran sacrificio por su misión: un sacrificio de soledad y de incomprensión por los demás. Ni siquiera su Madre lo comprende siempre, si pensamos en el episodio cuando tenía doce años: “¿No sabíais que yo debo ocuparme en los asuntos de mi Padre?” (Lc 2,49).

También la conducta de los apóstoles frente a Él, muestra que no tienen comprensión para con su persona ni para con su misión. Así, un día, Jesús les dice a ellos: “Llevo tanto tiempo con vosotros, y no me habéis conocido”. Y mucho menos que sus discípulos, lo entiende el pueblo.

De modo que Jesús queda, en el fondo, solo con su misión. Y el colmo de su soledad se realiza en su sacrificio en la cruz. Él es realmente el Buen Pastor “que arriesga su vida por sus ovejas”; que la entrega por amor a los suyos. Sólo el mayor sacrificio le basta para manifestar su amor infinito.
Esta es una de las leyes del Reino de Dios: ¡Si quieres ser amado, ama! Si quieres ser amado por los demás, entonces tienes que mostrarles tu propio amor, sacrificándote por ellos. Y Dios emplea esta ley de un modo singularmente hermoso y profundamente eficaz. Él quiere nuestro amor, y por eso nos ama con un amor palpable, desbordante.

Sentirnos amados… el inicio de la santidad. Todos los santos comenzaron a escalar las cumbres de la santidad, cuando se sintieron objeto del amor eterno e infinito de Dios. Cuando me creo y siento amado per Dios, entonces se despierta en mí la respuesta del amor. Mientras estamos convencidos de que hay alguien que nos ama, nuestro amor está asegurado.

Pase lo que pase, jamás debe abandonarnos la profunda convicción: Él me ama.

Y si nos preguntamos, por qué somos tan poco inflamados para Dios y para lo divino, pues ya sabemos la respuesta: no sentimos ni comprendemos ese amor abundante de Dios. Vivimos como si Jesús no hubiera muerto en la cruz por nosotros.

Hemos de acompañar en la oración a nuestros sacerdotes, religiosos y religiosas, para que sean verdaderos pastores de las almas, llenos de amor desinteresado, reflejos auténticos de Jesucristo, nuestro Buen y Eterno Pastor.

El amor del pastor; IV Domingo de Pascua
Reflexión del evangelio de la misa del Domingo 22 de abril 2018

Dios como el Pastor en franca oposición a los reyes y gobernantes que con frecuencia solamente se aprovechan del rebaño

Lecturas:

Hechos de los Apóstoles 4, 8-12: “Ningún otro puede salvarnos”.

Salmo 117: “La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular”.

San Juan 3, 1-2: “Veremos a Dios tal cual es”.

San Juan 10, 11-18: “El buen pastor da la vida por sus ovejas”.

El Papa Francisco obstinadamente recurre a una imagen que ha sido muy apreciada en toda la historia de la salvación: el pastor, como signo de entrega, de generosidad, de cercanía y de conocimiento. En el evangelio de hoy Jesús utiliza esa figura muy bella para su tiempo, ¡muy lejana para nuestros tiempos! Y sin embargo la realidad es la misma y no es difícil comprenderla aunque no hayamos experimentado estas labores. La Biblia está llena de expresiones que se refieren a Dios como el Pastor en franca oposición a los reyes y gobernantes que con frecuencia son considerados malos pastores que solamente se aprovechan del rebaño. Ezequiel tiene expresiones durísimas contra los responsables de la comunidad que se aprovechan de ella, los acusa de injusticias y de corrupción. Son doblemente culpables pues ellos deberían ser quienes proporcionaran alimentos, seguridad y protección a los rebaños. En oposición a ellos se sitúa Cristo como el Buen Pastor. ¿Qué imagen nos evoca a nosotros?

Choca con la mentalidad de nuestro tiempo la imagen que nos presenta Jesús porque normalmente vemos todo con signo de pesos. Si se tiene una gallinita o una vaca o un borreguito, se le tasa por el dinero y los beneficios que se  pueden obtener de ellos.  Pero precisamente a esta actitud es a la que se opone Jesús cuando nos presenta esta figura: es el amor incondicional y sin intereses, es el conocimiento de cada persona y es el valor que en sí misma que tiene.  Va en dirección opuesta a esa comparación que se hace de las multitudes refiriéndose a ellas como “borregos”, aduciendo despersonalización y acarreo por parte de líderes irresponsables sobre personas muy manipulables. Muy lejos está Jesús de estas intenciones. Precisamente nos presenta lo contrario. Y al ponerse Él como el buen pastor, nos obliga a reflexionar a todos nosotros: autoridades, padres de familia, gobernadores, maestros y todos los que tienen alguna responsabilidad sobre personas; y nos cuestiona sobre el modo como realizamos nuestra labor de “pastoreo”. En este momento en que están en efervecencia los procesos electorales también es un buen parámetro para definir sobrecuál sería el perfil de un buen candidato, si da la vida y da vida a la comunidad, si conoce, si se acerca, si comparte el dolor, el sufrimiento y el hambre.

El conocimiento de una persona y de una comunidad, es básico para poder amarlas. Nos desconciertan los candidatos que hoy aparecen por un lugar y a los pocos días ya están en otro diciéndoles que aman entrañablemente  a ese pueblo, cuando parecen más bien veletas que se dirigen a donde las lleva el viento. Conocimiento de la región, de las personas, de sus cualidades y defectos, de sus necesidades y oportunidades, son básico para un buen pastor. Si no, hoy estarán en un lado y mañana en otro. La propuesta de Jesús también es un buen examen para los papás y maestros: necesitan conocer a sus hijos y a sus alumnos, sólo así podrán educarlos y ayudarlos.Cristo nos conoce porque se ha hecho uno de nosotros, porque comparte, porque sufre con nosotros. Es modelo de acercamiento y acompañamiento. Tenemos la seguridad de que está con nosotros. Como dice el Papa Francisco “huele a oveja” porque comparte nuestra vida.

Jesús es el buen pastor porque da la vida por sus ovejas, como nos lo repite el texto de este día hasta tres veces. Quizás la imagen del pastor induciría a alguno a sentirse distinto de las ovejas y por encima de ellas, pero las palabras que acompañan a la imagen dicen lo contrario: es bueno, da la vida, conoce, atrae, reúne. Muy fácilmente Jesús pasa de ser pastor a ser cordero porque aparece como solidario, como víctima, pero también como guía, entregado por completo a su grey. Frente a Él se sitúan los mercenarios, los asalariados, los explotadores, todos ellos pastores sin vocación. No buscan la vida de la oveja, sino aprovecharse de ella, no buscan el bien de la comunidad sino servirse de ella. Qué tristeza que a nivel internacional se nos juzgue como uno de los pueblos más corruptos y donde, a pesar de la riqueza natural, hay más pobreza, más miseria y destrucción precisamente por culpa de autoridades que debían cuidar a su pueblo.

Si de Cristo decimos que muy fácil pasa de ser considerado pastor a ser presentado como oveja, nosotros podemos aprovechar también las dos imágenes. Unas veces nos sentiremos incluidos en el rebaño, otras nos consideraremos la oveja perdida. A veces más bien deberemos asumir responsabilidades y actitudes de pastor. Hoy esperamos oír su voz y seguir el buen camino que nos guíe a pastos suculentos. Escucharemos sus silbos amorosos que nos llaman a formar un solo redil, no tanto refiriéndose a un lugar muy especial, sino al amor revelado en Jesús y proclamado por su palabra. Como oveja: ¿cómo escucho su voz, cómo busco la unidad, cómo recibo la vida? Como pastor: ¿conozco y doy vida a quienes dependen de mis cuidados? ¿Reconocen ellos mi voz porque he estado cerca y compartiendo con ellos? Hoy será un buen examen tanto para ovejas como para pastores.

Padre bueno y misericordioso, guíanos a la felicidad eterna de tu Reino, a fin de que el pequeño rebaño de tu Hijo pueda llegar seguro a donde ya está su Pastor, resucitado. Amén.

LAS PROTESTAS CONTRA ORTEGA SE HAN COBRADO YA 25 MUERTES
El Papa reza por Nicaragua y pide "que se evite un inútil derramamiento de sangre"
"Jesús nos acepta como somos, con nuestros pecados, nos guía para surcar nuevos caminos"

Jesús Bastante, 22 de abril de 2018 a las 12:14

Francisco, junto a varios de los sacerdotes a los que ordenó esta mañanaRD

(Jesús Bastante).- El Papa sigue con honda preocupación la violencia que se está dando en Nicaragua, donde las protestas contra Ortega ya se han cobrado 25 víctimas y una fuerte represión gubernamental. Al término del rezo del Regina Coeli, Francisco pidió que"cese toda violencia" y "se evite un inútil derramamiento de sangre".

"Estoy preocupado por cuanto está sucediendo en estos días en Nicaragua, donde enseguida una protesta social, ha causado víctimas", clamó Bergoglio. "Expreso mi cercanía y oración a este amado país, y me uno a los obispos en pedir que cese toda violencia, se evite un inútil derramamiento de sangre y las cuestiones abiertas sean resueltas pacíficamente y con sentido de responsabilidad", concluyó.

Antes, en su oración con los fieles, el Papa animó a "redescubrir nuestra identidad de discípulos del Señor Resucitado", poniendo como ejemplo la curación del inválida llevada a cabo por Pedro, "en nombre de Jesús". "En aquel hombre curado está cada uno de nosotros, nosotros estamos ahí.También nuestras comunidades", recordó.

"Cada uno puede curarse de todas las formas de ociosidad que tiene, orgullo... si acepta poner su existencia en las manos de Jesús Resucitado", recalcó Francisco, quien animó a preguntarse "¿quién es Cristo que sana? ¿En qué consiste ser curado por él? ¿De qué cosa nos cura? ¿A través de qué actitudes?"

La respuesta está en el Evangelio del Buen Pastor, "que da la vida por sus ovejas". Una "autopresentación de Jesús", que "sana a través de ser un pastor que da la vida". "Dando su vida por nosotros, Jesús nos dice a cada uno que su vida vale tanto para él, que para salvarnos, ofrece toda su vida".

"Es el pastor bueno por excelencia, que nos cura y permite vivir una vida bella y fecunda", insistió Bergoglio, quien habló de las condiciones en que "Jesús puede curarnos y hacer que nuestra vida sea fecunda". No se trata, apuntó, "de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de predilección, de ternura recíproca, reflejo de la misma relación íntima de amor entre él y el Padre".

Así, Francisco pidió "una relación viva y personal con él y con Jesús, no cerrarse en sí mismo, abrirse al Señor, para que él nos conozca", porque "Él está atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón, nuestras virtudes y proyectos, y las esperanzas que han sido decepcionadas. Pero nos acepta como somos, incluso con nuestros pecados, nos guía con amor para que podamos surcar caminos, incluso accidentados, sin perder la vida. El nos acompaña".

"Estamos llamados a conocer a Jesús", concluyó el Papa, quien añadió que "esto implica un encuentro con él, que suscita el deseo de seguirlo, abandonando las actitudes autorreferenciales, abiertos a vastos horizontes". "Cuando en nuestras comunidades se enfría el deseo de vivir, ... es inevitable que prevalezcan otros modos de pensar y de vivir que no son coherentes con el Evangelio", advirtió.Al término de la oración, Francisco llamó a cuatro de los 16 sacerdotes a los que había ordenado esta misma mañana, y que bendijeron con él desde el balcón. "En este domingo de Pascua se celebra la Jornada de Oración por las Vocaciones: escuchar, discernir, vivir la llamada del Señor. Que continúe suscitando en la Iglesia historias de amor por Jesucristo".

"Pedimos al Señor que envíe tantos buenos obreros a trabajar en su campo, y que multiplique las vocaciones a la vida consagrada y al matrimonio".

Novena para pedirle trabajo a San José
San José, patrono de los trabadores

Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad de San José Obrero (22 al 30 de abril)

Oh S. José, mi protector y abogado, recurro a ti, para que me implores la gracia, por la que me ves gemir y suplicar ante ti. Es verdad que los sufrimientos presentes y las amarguras son quizás el justo castigo de mis pecados. Reconociéndome culpable, ¿deberé por esto perder la esperanza de ser ayudado por el Señor?
 
"¡Ah! ¡No!" – me responde tu gran devota Santa Teresa – "Ciertamente no, oh pobres pecadores. Dirigíos en cualquier necesidad, por grave que sea, a la eficaz intercesión del Patriarca S. José; id con verdadera fe a Él y seréis ciertamente escuchados en vuestras peticiones".
 
Con tanta confianza, me presento, por tanto, ante Ti e imploro misericordia y piedad. Tu, en lo que puedas, oh san José, préstame socorro en mis tribulaciones. Suple mi falta y, poderoso como eres, haz que, obtenida por tu intercesión la gracia que imploro, pueda volver a tu altar para honrarte con mi reconocimiento.
 
Padre Nuestro – Ave María – Gloria.
 
No olvido, oh misericordioso S. José, que ninguna persona en el mundo, por gran pecadora que sea, haya recurrido a ti, quedando defraudada en la fe y en la esperanza puestas en ti.
 ¡Cuántas gracias y favores has obtenido a los afligidos! Enfermos, oprimidos, calumniados, traicionados, abandonados, recurriendo a tu protección han sido escuchados. No permitas, oh gran Santo, que yo sea el único, entre tantos, que quede privado de tu consuelo. Muéstrate bueno y generoso también hacia mi, y yo, dándote las gracias, exaltaré en ti la bondad y la misericordia del Señor.
 
Padre Nuestro – Ave María – Gloria.
 
Oh excelsa Cabeza de la Sagrada Familia, yo te venero profundamente y de corazón te invoco. A los afligidos, que te han rezado antes que yo, les concediste consuelo y paz, gracias y favores.
 
Dígnate por tanto consolar también mi alma dolorida, que no encuentra descanso en medio de las injusticias de las que está oprimida. Tu, oh sapientísimo Santo, ves en Dios todas mis necesidades antes de que yo te las exponga con mi oración. Tu por tanto sabes muy bien cuán necesaria me es la gracia que te pido.
 
Ningún corazón humano me puede consolar; de ti espero ser consolado, oh glorioso Santo. Si me concedes la gracia que con tanta insistencia yo pido, prometo difundir la devoción hacia ti, ayudar y apoyar las obras que, en tu Nombre, surgen para alivio de tantos infelices y de los pobres moribundos. ¡Oh S. José, consolador de los afligidos, ten piedad de mi dolor!
 
Padre Nuestro – Ave María – Gloria.
(Repetir estas mismas oraciones los restantes días)

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