Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón

Felipe Benizi (o Benicio), Santo

Sacerdote , 23 de agosto

Martirologio Romano: En Todi, de la Umbría, san Felipe Benizi, presbítero de Florencia, varón de gran humildad y propagador de la Orden de los Siervos de María, que consideraba a Cristo crucificado su único libro ( 1285).

Fecha de beatificación: Culto confirmado el 8 de octubre de 1645 por el Papa Inocencio X
Fecha de canonización: 12 de abril de 1671 por el Papa Clemente X.

Brreve Biografía

El hijo más ilustre y el más ardiente propagador de la congregación de los servitas en Italia nació en el seno de una noble familia de Florencia el 15 de agosto de 1233. A los 13 años fue a vivir a París a estudiar medicina. De París pasó a Padua donde a los 19 años obtuvo el grado de doctor en medicina y filosofía, regresando a su ciudad natal y ejerciendo por un año su profesión. Durante ese tiempo, estudió las Sagradas Escrituras y, frecuentaba las iglesias de su ciudad natal, especialmente La Anunciata, que estaba a cargo de la Orden de los Servitas (siervos de María), así llamados por la gran devoción que tenían a nuestra Señora, que allí era particularmente reverenciada.

Una epístola de la semana de pascua refiere que uno de los discípulos y diácono de la primitiva comunidad de Jerusalén, llamado FeIipe, recibió de Dios el encargo de acercarse al carruaje del mayordomo de la reina de Etiopía e intentar convertirla a la fe católica. Dijo el Espíritu Santo: "Acércate y sube a este carro".

Pues bien, estando Felipe Benicio, el l6 de abril de 1254, jueves de pascua, oyendo la misa conventual en la cercana ciudad de Fiésole, al proclamarse aquellas palabras: "Felipe, acércate y sube a este carro", tomadas de los Hechos de los apóstoles, interpretó que iban dirigidas a él. Y después en su casa, orando, tuvo una visión en medio de un éxtasis: vio venir a su encuentro a la Virgen, Madre de Dios, quien mostrándole el hábito negro de los servitas, le sonrió diciéndole: "Felipe, acércate y sube a este carro". Comprendió entonces que la reina del cielo lo invitaba a ponerse bajo su protección.

Ocultando su condición de noble y su profesión, Felipe pidió la admisión en Monte Senario y recibió de manos de San Bonfilio el hábito de los hermanos lego. Los superiores le ordenaron trabajar en el huerto, pedir limosna y algunas faenas duras y difíciles del campo. El santo se entregó por completo a dichas labores, orando incansablemente durante todas ellas. En 1258 fue enviado al convento de Siena, y durante el camino intervino en una polémica discusión sobre los dogmas de la fe, en la cual Felipe supo intervenir brillantemente aclarando y dando el verdadero sentido sobre lo dicho.

Dos miembros de su congregación, que viajaban con él, dieron cuenta al prior general, quien al constatar la sabiduría del santo, lo ordenó sacerdote, y en 1262, fue nombrado maestro de novicios del convento de Siena, y Vicario asistente del prior general. En 1267, por voto unánime, el santo fue elegido prior general de la orden religiosa. Como primera labor, visitó todos los conventos de la orden que estaban en el norte de Italia invitando a las gentes a convertirse y someterse a la protección de la Virgen Madre. Luego, y al finalizar un intenso y largo retiro espiritual, San Felipe decidió visitar los conventos de Alemania y Francia.

En el Concilio de Lyon, San Felipe impresionó a todos por su sabiduría y don de las lenguas, don que fue utilizado por el santo para la conversión de los pecadores y reconciliación de los cismáticos de muchos lugares del mundo a donde iba a predicar el Evangelio; sin embargo, toda su fama no era suficiente para obtener la aprobación pontificia para la Orden de los Siervos de María.

En 1284, San Alejo puso bajo la dirección de San Felipe a su sobrina Santa Juliana, la cual fundó la tercera orden de las Siervas de María. El santo se encargó también de enviar a los primeros misioneros servitas al oriente, algunos de ellos, derramaron su sangre por mantenerse firmes en su fe a Cristo.

Cuando comprendió que se acercaba la hora de su muerte, en el año 1285, San Felipe decidió retirarse descansar al convento más sencillo y humilde de la orden religiosa, donde pasó sus últimos días, orando y postrado ante la imagen de la Virgen María. Falleció durante el angelus vespertino, y en 1761 fue canonizado. Su fiesta fue extendida a toda la Iglesia occidental en 1694.

Mi amor

Santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40. Viernes XX del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor ayúdame a amarte en este momento.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”.

Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos o dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hace algún tiempo estaba hablando con una persona sobre qué es el amor, sobre cómo es amar. Por desgracia para mí la conclusión de la otra persona fue que yo era un ejemplo perfecto de una persona que nunca había amado en su vida, que nunca había estado enamorado.

Para mí fue bastante impactante su comentario, tanto que no pude seguir hablando. Ciertamente amo a Dios, es algo por la cual no puedo dudar, ya que por ese amor que Él me tiene y que yo le tengo es la única razón por la que soy legionario, pero ¿cómo le estaba amando? ¿Qué amor estaba dando?

En el Evangelio vemos que Nuestro Señor nos dice que el amar a Dios y al prójimo es lo que sostiene toda la Ley y los profetas, por lo tanto, el amar a Dios y el amar a mi prójimo es lo más importante para cada persona que se llame cristiano. Es imposible para un cristiano no amar.

Pero este amar no es simplemente amar como yo creo que debe ser, es un amar que implica un corresponder, es un amar a Dios como Él me ama, es una amar al prójimo como Dios lo ama. Amemos a Dios y a nuestro prójimo como Dios quiere que le amemos, amemos con amor de Dios para poder amar de verdad. Y ahora pregunto ¿has estado enamorado? ¿Has amado cómo Dios quiere que le ames? ¿No? No importa, nunca es tarde para amar, hoy puedes empezar, solo depende del amor que quieras darle a Dios y a tu prójimo.

«Entonces, ¿cuál es la novedad de este mandamiento que Jesús encomienda a sus discípulos? ¿Por qué lo llama “mandamiento nuevo”? El antiguo mandamiento del amor se ha convertido en nuevo porque ha sido completado con este añadido: “como yo os he amado a vosotros”, “amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

La novedad está completamente en el amor de Jesucristo, ese con el que Él ha dado la vida por nosotros. Se trata del amor de Dios, universal, sin condiciones y sin límites, que encuentra el ápice sobre la cruz. En ese momento de extremo abajamiento, en ese momento de abandono al Padre, el Hijo de Dios ha mostrado y donado al mundo la plenitud del amor. Repensando en la Pasión y en la agonía de Cristo, los discípulos comprendieron el significado de esas palabras suyas: “Que como yo os he amado a vosotros, así os améis también vosotros los unos a los otros”».

(Regina coeli de S.S. Francisco, 19 de mayo de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal.

El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Amar a los demás como Cristo me ama a mí.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¿Por qué nos ocurren cosas malas si Dios nos ama?

Debemos aprender a llevar nuestra cruz de cada día, y saber ofrecerla para darle un valor sobrenatural.

Hay quienes, ante el sufrimiento de la vida, se rebelan contra Dios y le echan las culpas de todas sus desgracias. Le dicen: ¿Por qué me has hecho esto? Prefiero morir a vivir. Quiero suicidarme, así no vale la pena vivir. Algunos le exigen la salud, como si fuera un derecho adquirido, y dicen: Si no tuviera hijos que cuidar… Si estuviese solo, pero tengo una familia que alimentar y tengo muchos problemas que resolver y muchos planes que realizar. Pareciera que le dicen a Dios que ellos son seres indispensables en el mundo.

Algunos gritan, diciendo: ¿Por qué? Yo soy bueno. ¿Por qué me castigas? Oh Dios, mátame si quieres, pero que no dé pena a los demás, que no haga gastar dinero a mis familiares, que no sea un cacharro inútil para los demás… Y Dios no responde, y calla y perdona y aguanta con paciencia todos los insultos e incomprensiones.

Pero Dios no se divierte ni se lo pasa en grande viéndote sufrir, como si tu dolor y tu enfermedad fueran caprichos de su entretenimiento para los ratos libres. En cambio, se siente muy contento, cuanto ve que tú te perfeccionas a través del dolor, maduras y llegas a ser mejor y más feliz. El que ama y ofrece su dolor, aunque esté en una silla de ruedas será inmensamente feliz.

Ciertamente, Dios nos ama … y nos ama mucho, muchísimo más de lo que podemos imaginarnos, pues nos ama infinitamente. Pero sucede que a veces creemos que Dios no nos ama, porque no nos ama como nosotros creemos que nos debe amar.

En realidad lo que sucede es que estamos pensando igual que cuando éramos niños y nuestros padres no nos daban todo lo que queríamos. O como cuando nos causaban un dolor necesario para curar una enfermedad: una medicina desagradable, un tratamiento doloroso, etc. ¡Cómo protestábamos y nos oponíamos a esas cosas “malas”, que en realidad eran “buenas”!

Dios también es Padre. Y es un Padre infinitamente más amoroso e infinitamente más sabio que nuestros padres terrenales. Sólo Él sabe lo que más nos conviene. Y a veces las cosas que consideramos “malas” son todo lo contrario: muy buenas. Tal vez mucho mejores que las que consideramos “buenas”.

No podemos medir las cosas de Dios con medidas terrenas, sino con medida de eternidad. Dios sabe mucho mejor que nosotros. Si nuestros padres sabían lo que más nos convenía cuando éramos niños, ¡cómo no confiar en que Dios es el que sabe lo que nos conviene a cada uno!

El problema es que los planes de Dios son a largo plazo, a muy largo plazo, a plazo de eternidad. Y nosotros queremos reducir a Dios a nuestro plazo que es muy corto. Queremos reducir a Dios a esta vida terrena, que es muy corta, si la comparamos con la vida en la eternidad.

Para poder comprender, aunque sea un poquito, los planes de Dios tenemos que comenzar a ver nuestra vida aquí en la tierra con anteojos de eternidad. Así, tal vez, podamos empezar a comprender cómo los planes de Dios sí tienen sentido y cómo las cosas que creemos “malas” no son tan malas, sino buenas.

¡Cómo nos cuesta aceptar un sufrimiento, una enfermedad! Y en el plan de Dios mucho bien proviene del sufrimiento. Veamos a Jesucristo: su sufrimiento nos trajo la salvación. Por la muerte de Cristo todos tenemos derecho a una vida de felicidad plena y total para toda la eternidad.

Por cierto, no fue así al comienzo. Dios no creó a los seres humanos para el sufrimiento. Pero al oponernos a Dios por el pecado, entró el sufrimiento al mundo, así como la muerte y las enfermedades. Y Dios que es infinitamente bueno, cambia las cosas “malas” en buenas, cambia el sufrimiento en ganancia … para la vida eterna.

El sufrimiento es un misterio, y como todo misterio, no es posible explicarlo satisfactoriamente. Sólo lo comprenderemos después de esta vida. Allá en la eternidad comprenderemos los planes de Dios. Mientras tanto, confiemos en Dios. Él es el que sabe.

El sufrimiento nos lleva a Dios

El sufrimiento nos lleva a Dios, que es amor. Nos hace más sensibles ante el sufrimiento de los demás y nos ayuda a madurar personalmente. El hombre que no ha sufrido, no tendrá la madurez suficiente para amar de verdad y será más duro e insensible ante el dolor de los demás. Por eso, dice un dicho antiguo: “quien no sabe de dolores, no sabe de amores”.

El sufrimiento es un tesoro de Dios, un instrumento de Dios para acercarnos más a Él, si sabemos aceptarlo con amor. De otro modo, puede ser un medio de desesperación para el que no tiene fe y sólo piensa en terminar con todo cuanto antes y suicidarse.

Dice Luis Gastón de Segur que, de mil personas que hay en el infierno, probablemente novecientas noventa estarían ahora en el cielo o, al menos, en el purgatorio, si hubiesen sido ciegas, paralíticas, sordomudas o afligidas por alguna enfermedad. Y de los mil que hay en el purgatorio, probablemente estarían novecientas noventa ya en el cielo, si hubiesen tenido alguna enfermedad, que los hubiera hecho más humildes y maduros en la fe y en el amor.

Alguien ha dicho que los buenos enfermos son como las estaciones de gasolina, a donde acuden los que quieren llenar su corazón vacío de amor. Hablar con buenos enfermos ayuda a los sanos a ver la vida en otra perspectiva, porque todos, tarde o temprano, pasaremos por la enfermedad. Los buenos enfermos son bienhechores de la humanidad y ayudan como misioneros en la gran tarea de la salvación del mundo.

Ofrecimiento a Dios de nuestro dolor

El sufrimiento es parte integrante de la vida humana. No hay nadie que, tarde o temprano, no participe de él. Por eso, debemos aprender a llevar nuestra cruz de cada día, como nos dice Jesús, y saber ofrecerla para darle un valor sobrenatural. De ahí que sea importante aprender a tener espíritu de sacrificio y no buscar siempre el placer por el placer.

Nuestra Madre la Virgen, en muchas de sus apariciones, nos habla de ofrecer sacrificios voluntarios por la conversión de los pecadores. En Fátima le decía a Lucía: “Orad y haced sacrificios por los pecadores, porque van muchas almas al infierno, porque no hay quien se sacrifique ni ore por ellas” (13 de agosto de 1917).

Este espíritu de sacrificio por la conversión de los pecadores, lo aprendieron muy bien los tres pastorcitos. A veces, daban su comida a las ovejas o a niños pobres o comían bellotas amargas o no bebían agua en pleno calor y decían: “Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores”.

Evidentemente, el sufrimiento por sí mismo no vale nada, si es que no se ofrece con amor y por amor. Pero, cuando se ofrece a Dios con amor, tiene un gran valor redentor en unión con los méritos de Jesús.

Por eso, debemos pensar en tantas personas que están alejadas de Dios y que están en peligro de condenación eterna por sus propios pecados. Pero, si nosotros ofrecemos por ellos nuestras oraciones y sacrificios, Dios les puede conceder gracias extraordinarias, que pueden conseguirles su conversión y salvación.

Si san Agustín no hubiera tenido una madre tan santa como santa Mónica, quizás nunca se hubiera convertido ni hubiera llegado a ser el gran santo que todos conocemos. Si tú fueras más generoso con Dios y ofrecieras todos tus sufrimientos y enfermedades por la salvación de tu familia, quizás Dios podía haber salvado hace muchos años algún antepasado tuyo o algún familiar actual que va por mal camino. La oración traspasa las fronteras del tiempo o del espacio. Ora por todos tus antepasados y familiares, presentes y futuros. Hay motivos más que suficientes para ofrecer todo lo que sufres. Y ¡cuántos podrán salvarse por tu generosidad! Pero ¡cuántos también podrán condenarse por su culpa, pero porque no han tenido familiares generosos, que los han encomendado al Señor! ¡Ofrece tu dolor a Dios y Él te bendecirá a ti y a tu familia!

No puedes imaginar todo lo que vale el sufrimiento, ofrecido con amor. Sólo en el cielo lo comprenderás. Allí encontrarás miles y miles de hijos espirituales, a quienes has salvado con tu dolor amoroso o con tu amor doloroso.

“Yo soy tu Dios y pienso en ti. Dispongo todas las cosas para tu bien, aunque no lo comprendas. Acepta con serenidad y paz todo lo que disponga para ti y ofréceme con amor tus sufrimientos. Sólo así podremos estar unidos y tener un solo corazón. Si experimentas cansancio, échate en mis brazos. Si estás triste, ven a Mí y duérmete tranquilo entre mis brazos.

Hijo mío, ayer por la mañana te vi triste y pensé que querías hablar conmigo. Al llegar la tarde, te di una hermosa puesta de sol y esperé, pero nada… Te vi dormir en la noche y te envié rayos de luna para besar tu frente y esperé hasta la mañana; pero tú, con tu prisa, tampoco me hablaste. Entonces, tus lagrimas se mezclaron con las mías que caían con la lluvia del día. Hoy sigues triste y quisiera consolarte con mis rayos de sol, con mi cielo azul, con mis hermosas flores. Quisiera gritarte que te amo, que no tengas miedo de acercarte a Mí para pedirme ayuda, que me dejes entrar en tu corazón y que me entregues todo el peso de tus problemas y todo lo que te hace sufrir.

¿No escuchas mi voz en el fondo de tu alma? Ya sé que estás muy ocupado, puedo seguir esperándote, porque te amo. Pero no olvides que te espero, porque quiero verte contento y feliz”.

¿Deben aceptar los católicos cualquier revelación privada?

¿Cómo deben valorar los católicos estas experiencias místicas?

A lo largo de la historia muchos santos han vivido experiencias místicas y algunos han asistido a apariciones marianas. Es el caso de san Francisco de Asís, el Padre Pío o Santa Faustina y de apariciones en lugares como Fátima, Guadalupe y Walsingham.

En ellas, los santos han tenido iluminaciones y visiones o la Virgen María les ha explicado algún elemento de la vida cristiana.

La pregunta es, ¿cómo deben valorar los católicos estas experiencias místicas?

La doctrina católica explica que Dios se ha dado a conocer con dos tipos de revelaciones: las revelaciones públicas y las revelaciones privadas.

¿QUÉ ES LA REVELACIÓN PÚBLICA?

La idea central es que todo lo que Dios ha querido revelar sobre Sí mismo está en el Evangelio y en la Tradición transmitida por sus apóstoles. 

“Dios se ha dado a conocer a toda la Iglesia en Jesucristo, porque en Jesucristo vemos quién es Dios. Jesús decía: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Jesús es la plenitud de la Revelación, y esto es lo que los apóstoles transmitieron a la Iglesia. No es algo privado o reservado a unos pocos. Todos han recibido la totalidad de la revelación, aunque no todos lo entienden completamente, y ahí es donde entra en juego la Teología”.

DAVID KOONCE LC
Pontificio Ateneo Regina Apostolorum

Las revelaciones esenciales están en la Biblia y en la Tradición de la Iglesia. Así que las revelaciones “privadas”, en realidad, no añaden nada nuevo.

¿QUÉ ES UNA REVELACIÓN PRIVADA?

Las revelaciones privadas son visiones y apariciones de la Virgen que han tenido lugar después del Nuevo Testamento. 

“Tenemos muchísimos santos que tienen revelaciones, apariciones. Pueden estar dirigidas a una familia, a una parroquia, a una diócesis o a un lugar concreto y tenemos también los santuarios locales. Pero puede ser también para el mundo entero como las de Fátima o Lourdes, que son mensajes dirigidos a todo el mundo”.

STEFANO CECCHIN OFM
Universidad Pontificia Antonianum

Ejemplos de revelaciones privadas son las apariciones de la Virgen en Fátima o los escritos de Santa Faustina sobre la Divina Misericordia.

¿DEBEN ACEPTAR LOS CATÓLICOS CUALQUIER REVELACIÓN PRIVADA?

La Iglesia católica indica que la misión de las revelaciones privadas no es otra Revelación de Cristo, sino una ayuda para vivir la fe más plenamente en cada momento de la historia. Una revelación privada contribuye a fortalecer la fe en determinadas circunstancias. 

“Las revelaciones privadas no añaden nada nuevo al depósito de la fe. Dirigen nuestra atención hacia algo que merece la pena recordar, o sobre lo que reflexionar, para asimilarlo y ponerlo en práctica. Así que nadie está obligado a creer en el contenido de una revelación privada”.

DAVID KOONCE LC
Pontificio Ateneo Regina Apostolorum

“A mí no me gustan mucho algunas personas, no todas, pero algunas personas que conocen todo aquello que la Virgen ha dicho en Fátima y en Medjugorje o en otros lugares, pero no conocen el Evangelio. Este es el problema. La salvación nosotros la recibimos por medio de la Palabra de Dios y los sacramentos de la Iglesia”. 

STEFANO CECCHIN OFM
Pontificia Universidad Antonianum

En definitiva, aunque las experiencias místicas aprobadas y las apariciones marianas tienen un lugar especial en la Iglesia, el católico no está obligado a aceptarlas.

Sirven para acercar a las personas a lo que Dios ya compartió en la Biblia y a lo que entregó a los católicos con los Sacramentos.

¿Cómo medita un cristiano?

Tras la variedad de los métodos, uno indicado por la tradición de la Iglesia como particularmente bueno para meditar la Sagrada Escritura: es el que se denomina Lectio Divina

¿Qué es la meditación para el cristiano? 

- La meditación es: 

silencio, reverente escucha y obediente recepción de la Palabra de Dios, en vista a conformar según ella toda mi vida; 

ser y estar con Dios: “permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, si no está unido a la vid, así sucede con ustedes” (Jn 15,4); 

acercarse a aquel misterio de la unión con Dios, que los Padres Griegos llamaron divinización del hombre: “Dios se ha hecho hombre para que el hombre sea Dios” (San Atanasio) ; 

retornar a buscar la virtud y el amor de Dios, y no a encontrar saber en general o una particular disposición psicológica”. (San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, Filotea, II,V) ;  pensar sobre alguna verdad de fe, para creer con mayor convicción, amarla como un valor concreto que me atrae, practicarla con la ayuda del Espíritu Santo.

Se trata de un conocer amorosamente. Implica reflexionar, amar, y tener propósitos prácticos. Su valor está no en pensar mucho, sino en amar mucho” (CEI, Nº 996); es un concentrarse sobre sí mismo, y un trascender el propio yo, que no es Dios, sino sólo una criatura. Dios es “interior intimo meo, et superior summo meo: Dios es mas íntimo que mi intimidad y más grande que mi grandeza” (San Agustín, Confesiones 3, 6, 11). Dios está en nosotros y con nosotros, y nos trasciende en su misterio. 

- La meditación cristiana no implica que el yo personal y su creaturalidad deban ser anulados y desaparecer en el mar del Absoluto. De hecho “el hombre es esencialmente criatura y así perdura en la eternidad, por eso no es posible que sea absorbido el yo humano en el yo divino, ni en los más altos estados de la gracia” (MC, 14). 

¿Sobre que se funda la meditación cristiana? 

Se funda sobre:

La realidad misma del Dios uno y trino, que “es Amor” (1 Jn 4,8), que nos ha hecho “hijos adoptivos”, y por lo tanto podemos gritar con el Hijo en el Espíritu Santo: “Abbá Padre”. 

La meditación de la obra salvífica, que el Dios del Antiguo y Nuevo Testamento ha cumplido en la historia, a través de los cuales Dios “se revela hablando a los hombres como a amigos, para invitarlos a estar en comunión con El” (Concilio Vaticano ii, Dei verbum, 2). 

La persona de Cristo Señor, “en el cual están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia” (Col. 2,3). Es necesario tener siempre la vista fija en Jesús, por que es en El donde el amor divino se nos ha manifestado y donado, sobre todo en la cruz, “gracias a la palabra, a la obra, a la pasión y resurrección de Jesucristo, en el Nuevo Testamento la fe reconoce la definitiva auto revelación de Dios, la palabra encarnada es la que revela la profundidad más íntima de su amor” (MC, 5). Por lo tanto la revelación cristiana requiere una constante profundización en el conocimiento de Cristo, de modo de “comprender con todos los santos cual es la amplitud, la largueza, la altura, y la profundidad del misterio de Cristo y conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento, por ser lleno de la plenitud de Dios” (Ef 3,18). 

La disponibilidad a cumplir constantemente la voluntad de Dios, con el ejemplo de Cristo, para el cual, “el alimento es hacer la voluntad de Aquel que lo ha mandado a realizar su obra” (Jn 4,34). 

La estrecha correlación entre lex orandi y lex credendi, entre el modo de orar y el contenido de la fe cristiana que viene profesada. La oración cristiana es siempre determinada de la estructura de la fe cristiana, en la cual resplandece la verdad misma de Dios y de la criatura. “La oración es fe en acto: la oración sin fe termina ciega, la fe sin oración se desintegra” (Card. José Ratzinger, Conferencia de presentación del documento MC). 

La humildad. Cuando más se acerca una criatura a Dios, tanto más grande es su reverencia para con Dios, tres veces santo. Se comprende ahora la palabra de Aquella que ha estado honrada con la más alta de las intimidades con Dios, María Santísima: “Ha mirado la humildad de su sierva” (Lc 1,48) y también las de San Agustín, “Tu puedes llamarme amigo, yo me reconozco siervo” (San Agustín, Enarrationes in Psalmos CXLU). “no podemos ponernos a igual nivel que el objeto contemplado, el amor libre de Dios; ni siquiera cuando, por la misericordia del Padre, mediante el Espíritu Santo mandado a nuestros corazones, viene donado en Cristo, gratuitamente, un reflejo sensible del amor divino y nos sentimos como atraídos por la verdad, la bondad, y la belleza del Señor” (MC, 31). 

El silencio: es necesario redescubrir el valor del silencio, el cual crea un ambiente favorable para la reflexión, para la contemplación, para la escucha inteligente (de sí mismo, de Dios y de los otros), para la purificación y unificación de la persona. 

El amor para con el prójimo. La meditación auténtica nos envía constantemente al amor del prójimo, a la acción y a la pasión, y es así como nos acerca más a Dios. Ella despierta en el orante una ardiente caridad, que lo empuja a colaborar con la misión de la Iglesia y al servicio de los hermanos para la mayor gloria de Dios. 

¿Qué dimensiones de la persona involucra la meditación? 

La meditación involucra todas las facultades del ser humano: la inteligencia, la memoria, el deseo, la voluntad, la atención, la intuición, la imaginación, el sentimiento, el corazón, el comportamiento.
“Esta movilización es necesaria para profundizar la convicción de fe, suscitar la conversión del corazón y favorecer el seguimiento de Cristo. La oración cristiana por excelencia se detiene a meditar el “misterio de Cristo”, como en la lectio divina o en el Rosario. Esta forma de reflexión orante tiene un gran valor, pero la oración cristiana debe ir mas lejos: a el conocimiento del amor del Señor Jesús, y a la unión con El” (CIC, 2708).

¿Qué importancia tiene el cuerpo en la meditación cristiana? 

- La experiencia humana demuestra que las posiciones del cuerpo no son indiferentes en la disposición al recogimiento del espíritu, involucrando las funciones vitales fundamentales, como la respiración y el latir del corazón. Y esto es por la unidad de la persona, que es cuerpo y alma. En la oración es todo el hombre, que debe entrar en relación con Dios, y el cuerpo debe asumir la posición más cómoda para el recogimiento. 

- La importancia del cuerpo varía según la cultura y la sensibilidad personal. 

- En cada caso es necesario: 

Reconocer el valor relativo de la posición del cuerpo, ella es útil, sólo en vistas al fin de la oración cristiana. 

Debemos estar atentos para que las posiciones del cuerpo no degeneren en un culto del cuerpo y puedan llevar a identificar erróneamente todas sus sensaciones con experiencias espirituales. “Algunos ejercicios físicos producen sensaciones de quietud y de distensión, sentimientos gratificantes, en algún caso fenómenos de luces y de colores que asemejan a un bienestar espiritual, cambiarlas por consolaciones del Espíritu Santo sería un modo totalmente erróneo de concebir el camino espiritual. Atribuirle e ellos significados simbólico típico de la experiencia mística, sería una especie de esquizofrenia mental, que puede conducir a perturbaciones psíquicas, o a aberraciones morales” (MC, 28). 

¿Qué importancia tiene la técnica en la meditación cristiana? 

- La meditación cristiana no es principalmente una cuestión de técnica: es ante todo un don de Dios. Este don se concede en Cristo a través del Espíritu Santo.
El amor de Dios es una realidad de la que no podemos apoderarnos con ningún tipo de método o técnica. 

- La técnica puede ofrecer una ayuda a la meditación cristiana. 

¿Qué ayudas puedo usar para meditar bien? 

Se puede meditar recitando el Padre nuestro, repitiendo lentamente una frase bíblica, contemplando con devoción una imagen sagrada. “Nos ayudan los libros, y a los cristianos no les faltan, la Sagrada Escritura, particularmente los Evangelios, los iconos, los textos litúrgicos del día o del tiempo, los escritos de los Padres de la vida espiritual, las obras de espiritualidad, el gran libro de la creación y el de la historia, la página del hoy de Dios. 
Aquí se abre otro libro el de la vida. Se pasa de los pensamientos a la realidad. En la medida de la humildad y la fe que se tiene, se descubren los motivos que agitan el corazón y allí se puede discernir. Se trata de hacer la verdad para venir a la Luz: “Señor que cosa quieres que yo haga?” (CIC, 2705-2706). De este modo se procede en el camino de la santidad, y en la vida de la perfección.  

¿Existen etapas en la vida de perfección? 

La tradición cristiana ha distinguido tres estadios en la vida de perfección: 

1. La vía de la purificación, que comporta el reconocerse pecador, y el pedir perdón a Dios por los pecados.

2. La vía de la iluminación, que introduce al fiel iniciado, en los divinos misterios, al conocimiento de Cristo mediante la fe que obra por medio de la caridad. Esta se hace posible por el amor que el Padre nos dona en su Hijo y de la unción que nos da El que es el Espíritu Santo, en ocasión del Bautismo y de la Confirmación. 

3. La vía unitiva, que se realiza por medio de la participación a los sacramentos y el empeño constante de una vida moral coherente con la fe cristiana.
“Con el andar del tiempo el ejercicio de la meditación se simplifica, el corazón prevalece sobre la reflexión. Se arriba gradualmente a la oración de recogimiento. Esta se libra de imágenes y pensamientos particulares, de recuerdos, de preocupaciones y proyectos. Solo es una tensión amorosa a Dios, a Jesús, a su perfección, a su evento salvífico. Se permanece en un silencio amoroso delante del Señor presente en nuestro interior. Se deja que el Espíritu Santo nos transforme, puede producir consolación o desolación, pero sin duda purifica y fortifica la caridad. Cuando el fervor de esta experiencia se atenúa, es recomendable retornar a la meditación discursiva, o a la oración vocal”. (CEI, 997). 

¿Cuales son los métodos de meditación? 

- Son tantos los métodos de meditación como tantos son los maestros espirituales. Pero un método es sólo una guía, lo más importante es avanzar con la ayuda del Espíritu Santo sobre el único camino de la oración: Cristo Jesús.
“Todo fiel puede buscar y puede encontrar en la variedad y riqueza de la oración cristiana, enseñada por la Iglesia, el propio camino, el propio modo de orar, pero todas estas vías personales confluyen, al fin, en el Camino a Padre que es Jesucristo. En la búsqueda de la propia vía cada uno se dejará guiar no por sus gustos personales sino más bien por el Espíritu Santo, el cual lo guiará por medio de Cristo hasta el Padre”(MC, 29). 

- Tras la variedad de los métodos, uno indicado por la tradición de la Iglesia como particularmente bueno para meditar la Sagrada Escritura: es el que se denomina Lectio Divina

¿Cómo practicar la Lectio Divina? 

Los Padres espirituales indican 5 etapas en el meditar la Biblia, y la describen así.

*Lectio
En esta primera etapa tomo la Biblia no como un libro cualquiera, sino como el libro que contiene la Palabra de Dios que me habla a mí. Escucho una Palabra viviente, que me da un mensaje personal. La escucho como si fuese la primera vez. Hago el esfuerzo de tomar el sentido más profundo posible. Me encuentro con la luz de Dios: ella hace morada en mi inteligencia y la ilumina. 

*Meditatio
Invoco al Espíritu Santo para que venga en ayuda de la ceguera de mi mente. Imploro humildemente la luz de la fe, escruto la Palabra con nueva atención. Descubro cómo las ideas de Dios son diversas de las de los hombres, tomo conciencia de lo necesario que es dejarme tomar por la Palabra de Dios, transformar mis convicciones, para que se asemejen cada vez más a las de Dios. Acepto cambiar mi mentalidad y mi voluntad para adherirme a la mentalidad y voluntad de Dios. 

*Oratio
Me esfuerzo de hablar con Dios con todo el corazón, llamándolo en ayuda de mi debilidad. Es el momento de pedir a la Virgen María que me comunique su modo de orar, hecho de confianza y amor, hecho de pureza en el corazón. En su fe, en su silencio adorante, en su inocencia y en su coraje de amar y de recibir el amor de Jesús, yo invoco su Hijo para que me socorra. Me hago enseñar de El a orar al Padre en el Espíritu de amor. Mi corazón aprende a hablar a Dios, si se deja inundar del amor de Cristo. 

*Contemplatio
Si he dejado que la Palabra, leída y meditada, ilumine los ojos de mi corazón y de mi mente, si me he dejado interpelar en lo profundo por el sentido de la Sagrada Escritura hasta madurar un deseo de intimidad constante con Dios. Si he orado con fe infinita por mis hermanos y por toda la Iglesia, ahora Dios responde. El infunde en mi corazón una incapacidad de continuar meditando de modo discursivo su Palabra y me concede una especie de participación al fuego de comunión de amor al interno de la Trinidad. 

*Actio
Para darme el don de una íntima conversación, el Señor espera de mi parte que multiplique en cada momento los deseos de comunión con su amor. 

¿Cuáles son los límites del método? 

- La legítima búsqueda de nuevos métodos de meditación deberá tener presente que:

El método no puede ser separado del contenido y concebido como neutral en relación a lo que el porta, y al contexto cultural en el cual nace. 

Es necesario respetar la naturaleza íntima de la oración cristiana que: 

* es un diálogo personal, íntimo y profundo, entre el hombre y Dios. Ella exprime la comunión de la criatura redimida con la vida íntima de las Personas de la Trinidad” (MC, 3); 

* no se reduce jamás a un método, que sirva a liberarse del dolor, o a estar bien físicamente, es una apertura al amor de Dios, a aquel amor que no ha refutado la muerte y una muerte de cruz; 

* para ser auténticos, es esencial el encuentro de dos libertades, aquella infinita de Dios con la finita del hombre; 

* es siempre realizada en unión con Cristo, en el Espíritu Santo, junto a todos los santos por el bien de la Iglesia. 

- Dichos los límites y los riesgos de el método, es necesario que el cristiano se ponga en escucha dócil y en humilde recepción de lo que la Iglesia, en especial por medio del Papa y de los Obispos, indican: a ellos en realidad les corresponde “de examinar todo y decir que es lo bueno” (Concilio Vaticano ii, Lumen Gentium, 12).  

¿Qué cosa son las gracias místicas? 

Son gracias especiales, conferidas de parte de Dios, por ejemplo “a los fundadores de las instituciones eclesiales a favor de toda la fundación, a otros santos, que los caracteriza la particular experiencia de oración y que no pueden, como otros, ser objetos de imitación y de aspiración para otros fieles, aunque pertenezcan a la misma institución, y sean deseosos de una oración siempre mas perfecta” (MC, 24). 
“No es el empeño personal, sino la acción del Espíritu Santo la que introduce en la contemplación mística, es una experiencia de Dios sin conceptos, sin imágenes y sin palabras. El hombre no puede encontrarla ni hacerla con su propia voluntad, sólo debe prepararse a recibirla” (CEI, 998). 

¿Cuánto dura la meditación cristiana? 

La unión habitual con Dios, que viene llamada oración continua no se interrumpe necesariamente cuando se dedica el hombre, según la voluntad de Dios, al trabajo y al cuidado del prójimo. “Sea que coman o beban, o hagan alguna otra cosa, hagan todo para la gloria de Dios”, nos dice el Apóstol (1 Cor 10,31). 
San Agustín al respecto afirma: “Sabemos que los eremitas de Egipto hacen oración frecuente, y son todas brevísimas. Ellas son rápidos mensajes que parten hacia Dios. Así la tensión del espíritu, tan necesaria para el que hace oración, permanece siempre despierta y ferviente y no se atenúa por la duración excesiva de la oración… a lo largo de la oración no se corta la incesante suplica, se permanece en fervor y atención. El servirse de muchas palabras en la oración, equivale a tratar una cosa necesaria con palabras superfluas. El orar consiste en golpear a la puerta de Dios e insistir con devoto ardor en el corazón. El deber de la oración se cumple mejor con los gemidos que con las palabras, más con las lágrimas que con los discursos. 

¿El cristiano para su meditación puede aprender de otras religiones? 

Las practicas de meditación (como por ejemplo el zen o el yoga, la respiración controlada, el mantra...), provenientes del oriente cristiano, y de las grandes religiones no cristianas, pueden constituir un medio adaptado para ayudar al orante para estar delante de Dios interiormente distendido. 
“Como la Iglesia Católica nada desprecia cuando es verdadero y santo en estas religiones, no se deben despreciar prejuiciosamente estas colaboraciones porque no son cristianas. Se puede por el contrario, tomar de ellas todo lo que es útil, con la condición de no perder de vista la concepción cristiana de oración, su lógica, sus exigencias, porque es al interno de esta totalidad, que esos fragmentos deben ser reformulados y asumidos. Sobre todo se puede aconsejar tener humilde aceptación de un maestro experto en la vida de oración de sus directivas, de aquello que siempre ha estado en la experiencia de la vida cristiana ya desde tiempos antiguos, desde los padres del desierto. Estos maestros expertos en sentir con la Iglesia, no sólo deben guiar y llamar la atención sobre determinados peligros, sobretodo estos padres espirituales, deben introducirnos de forma viva, de corazón a corazón, en la vida de la oración, que es un don del Espíritu Santo” (MC, 16). 

Deportistas relatan cómo Dios les ayudó a afrontar discapacidad

Deportistas panamericanos atribuyen su éxito a su fe en Dios.

Con motivo de la celebración de los XVIII Juegos Panamericanos y Sextos Juegos Parapanamericanos Lima 2019, EWTN Noticias tuvo acceso a testimonios de Paradeportistas representantes del país, quienes atribuyen su éxito a su fe en Dios.

La fiesta deportiva más importante del continente americano, que se realiza por primera vez en Perú, acogerá a paradeportistas como Efraín Sotacuro Quispe, reconocido maratonista peruano que a los 17 años sufrió un accidente que cambió su vida: perdió los brazos a causa de una descarga eléctrica de alta tensión.

En declaraciones a EWTN Noticias, el atleta huancavelicano relató que si bien no fue fácil adaptarse, poco a poco fue aprendiendo. Dijo que nunca ha perdido el coraje y la voluntad de seguir adelante. “Siempre con esa actitud, con ese coraje voy adelante”, afirmó.

“Ahora me siento feliz, agradecido a Dios porque es la oportunidad que me da Él, la voluntad y la bendición”, dijo Quispe.

El paraatleta, perteneciente al programa de Fondo y Medio Fondo, recordó que “la humildad hace grande al hombre, siempre con fe y siempre iluminado por la Virgen María”

En los juegos también participará Jenny Ventocilla Huaranga, una deportista peruana que tuvo su primer acercamiento con el parabádminton a los 45 años.

“El carro en el que iba cayó a un precipicio, donde me fracturé la tibia y el peroné. A pesar de que los médicos quisieron salvar mi pierna, tuvieron que amputarla debido a la infección”, narró la paradeportista.

Comentó que durante las terapias la invitaron a hacer natación y otros deportes como el básquet. “Estuve haciendo vóley sentado porque ya practicaba vóley convencional. Sin embargo, como no había nada fijo en el vóley sentado, solo formamos una asociación”, explicó.

Ventocilla dijo que después la invitaron a practicar parabádminton, donde ha obtenido medallas en diversos torneos internacionales.

El sitio web de la Federación Nacional Peruana de Bádminton indicó que Ventocilla “aceptó una invitación para ver cómo se practicaba y le gustó. Gracias a este deporte tuvo la grata experiencia y satisfacción de representar al Perú en torneos internacionales. La modalidad que ella prefiere es singles. La mejor experiencia en este deporte es formar parte de la selección nacional y cosechar medallas para el país”.

“Todos podemos salir adelante, y tenemos que dar gracias a la vida, y a la oportunidad que Dios nos da”, enfatizó.

En otro momento, entrevistaron a Pilar Jáuregui Cancino, quien también es parte del equipo de Bádminton y que desde hace más de 8 años permanece en silla de ruedas.

La paradeportista recordó que en su infancia podía movilizarse como cualquier niño, correr, jugar, etc., pero que después comenzó a tener dificultades por la luxación de cadera congénita bilateral que presenta desde su nacimiento.

“Todo pasa por algo, y solo tengo que salir adelante, confiar en Él. Todo se puede de la mano de Dios”, aseguró la badmintonista peruana.

Jáuregui representó al Perú en los Juegos Parapanamericanos de Toronto 2015 como parte de la selección de básquet en silla de ruedas. Sin embargo, desde el 2016 decidió dedicarse por completo al bádminton, debido a que en esta disciplina los resultados dependían de ella misma.

“Gracias al deporte de la raqueta y la pluma se volvió una persona más independiente. La modalidad que más le gusta jugar es singles; sin embargo, le atrae mucho jugar mixtos porque, en su opinión, es la modalidad más fuerte. La experiencia más gratificante fue representar al Perú en el Campeonato Mundial de Parabádminton que se realizó en China”, menciona la Federación.

La inauguración de los Juegos Paralímpicos está programada para el viernes 23 de agosto a las 7:00 p.m. (Perú) en el Estadio Nacional.

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