“Para vosotros ¿quién soy yo?”

Vicente de Paúl, Santo

Memoria Litúrgica, 27 de septiembre

Sacerdote y Fundador

Martirologio Romano: Memoria de san Vicente de Paúl, presbítero, que, lleno de espíritu sacerdotal, vivió entregado en París, en Francia, al servicio de los pobres, viendo el rostro del Señor en cada persona doliente. Fundó la Congregación de la Misión (Paúles), al modo de la primitiva Iglesia, para formar santamente al clero y subvenir a los necesitados, y con la cooperación de santa Luisa de Marillac fundó también la Congregación de Hijas de la Caridad (:1660).

Etimológicamente: Vicente = “vencedor”. Viene de la lengua griega.

Breve Biografía

Podemos titular la vida de este santo como la vida de los encuentros que fueron moldeando su personalidad hasta convertirla de pastor en el campo a fundador de una de las Congregaciones que más gloria y honra han dado y dan a la Iglesia con las “Hijas de la Caridad.”
Nació en Dax, muy cerca de la frontera española, en la región de las Landas. Sus padres eran muy pobres . Trabajó de pequeño en el campo como pastor.

Alguien que vio sus buenas cualidades, lo envió a estudiar a Zaragoza y a Toulouse. Tal fue su aprovechamiento que a los 19 años lo ordenaron de sacerdote. Una edad temprana para este ministerio.

Todo el mundo se le abría ante sus ojos como una forma de transformar la sociedad en la que vivía. Se entregó a los pobres de manera completa. En este ingente trabajo le ayudaba María Luisa de Marillac, también santa.

Con esta mujer, dotada de cualidades y de grandes virtudes, fundó la Sociedad de las Hijas de la Caridad (1632). Juntamente con esta Sociedad fundó otra para que se encargara de misionar a los habitantes del campo. Serían los “Sacerdotes de la Misión”(1625).

Por eso tuvo una gran preocupación por la formación de los apóstoles del Evangelio. Con este fin creó seminarios.

A cualquiera extraño a la obra de Dios en el mundo de las personas que se dejan permear por el Espíritu, esto les puede parecer algo extraño.

Vicente mantenía su calma en todo. Solía decir:"Estamos convencidos de que en todo y por todo somos un deshecho y de lo más apremiante, a causa de la oposición que ofrecemos de nuestra parte a la santidad y perfecciones de Dios".

Con esta actitud no tenía dificultades en ser amigo de los pobres y hasta del mismo rey Luis XIII.

Fue amigo y confidente de san Francisco de Sales del que aprendió – como D. Bosco – la dulzura en el trato con la gente. Murió diciendo estas palabras: ”¡Confianza! ¡Jesús!. Era el año 1660.

¡Felicidades a los Vicentes y a la Hijas de la caridad!
“¡Oh Señor que eres tan adorable y me has mandado amarte, ¿por qué me diste un solo corazón y tan pequeño?” (San Felipe Neri)

Otras celebraciones de hoy: Santos: Antimo, Leoncio, Euprepio, Adolfo, Juan, Florenciano, Hilario, Fidencio, Terencio, mártires; Elceario, conde, Fintán, confesores; Diosdado, abad; Sigeberto, rey; Cayo, obispo.

Y ustedes, ¿qué dicen que soy yo?

Santo Evangelio según san Lucas 9, 18-22. Viernes XXV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Renueva, Señor en mí la fe, la esperanza y la caridad, para que en ellas pueda descubrir y experimentar quién eres Tú para mí.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 18-22

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos contestaron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos profetas, que ha resucitado”.

Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Respondió Pedro: “El Mesías de Dios”. Entonces Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.

Después les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.  Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El Señor dirige a sus discípulos una pregunta muy personal e íntima «¿Qué dicen que soy?» Esta pregunta seguramente viene dirigida a cada uno de nosotros. Es claro que no se trata de una pregunta académica. Es una pregunta que va dirigida a nuestra vida, a nuestra existencia. Es verdad que puede haber respuestas claras o que nos iluminan, pero en este pasaje podemos experimentar cómo el Señor desea que la respuesta nazca desde el corazón de sus discípulos.

Hoy el Señor nos dirige esta misma pregunta, de un modo personal. En el silencio de nuestra oración quiere dirigirnos su mirada y preguntarnos quién soy yo para ti. Es necesario entrar en lo más profundo de nosotros y responder de un modo experiencial, mirando y contemplando nuestra vida. Descubrir esa respuesta que ilumina nuestra vida, la fundamenta y da sentido. Una respuesta que permanezca siempre, que pase lo que pase, nunca cambiará, sino que siempre crecerá y será más profunda.

«Pidamos la gracia de no ser cristianos tibios, que viven a medias, que dejan enfriar el amor. Encontremos nuestras raíces en la relación diaria con Jesús y en la fuerza de su perdón. Jesús nos pregunta también a nosotros como hizo con Pedro: “¿Quién soy yo para ti?”, “¿Me amas?”. Dejemos que estas palabras entren en nosotros y enciendan el deseo de no sentirnos nunca satisfechos con lo mínimo, sino de apuntar al máximo, para ser también nosotros testigos vivos de Jesús».

(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Procuraré poner por escrito mi respuesta ante la pregunta que el Señor me dirige hoy.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¿Quién es Jesucristo? Y para ti... ¿Quién es...?

Conoce el amor y la misericordia de Dios sobre ti, y no habrá nada más importante en tu vida.

La respuesta la da San Pedro cuando contesta: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo»

Viniendo Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Ellas; otros, que Jeremías u otro de los profetas. Y El les dijo: Y vosotros: ¿Quién decís que soy yo? Tomando la palabra Simón Pedro, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. (Mt. 16, 13-16)

No ha habido en la historia de la humanidad persona tan controvertida como Jesucristo.

Ya se ve claro en la respuesta que dan los discípulos a la pregunta del Maestro: Para unos es un personaje importante: Juan el Bautista, Elías, Jeremías u otro de los profetas. Nunca ha negado nadie -salvo algún fanático sectario- que Jesús ha sido un hombre importante en la historia humana. Alguien con una personalidad capaz de arrastrar tras sí a la gente, no sólo en su tiempo, sino siempre.

Lo que no todos son capaces de descubrir es la razón íntima por la que Jesús atrae. La respuesta la da San Pedro cuando contesta: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo» Para ello hace falta -como Jesús le dice a Pedro- que lo revele el Padre eterno. Hace falta la fe, que es un don de Dios.

No se puede entender a Jesucristo si no se cree que ese hombre, que llamamos Jesús de Nazaret, encierra en sí mismo un misterio: La Segunda Persona divina, el Verbo, sin dejar de ser Dios, se hizo hombre al asumir la naturaleza humana.

Ya sabemos que en la mentalidad del judaísmo de la época de Jesús se estaba esperando próximamente al Mesías. La mujer samaritana -que no era ninguna mujer culta- le dice a Jesús: sé que está para venir el Mesías. La profecía de Daniel y otras sobre el tiempo de la venida del Mesías coincidía aproximadamente con estos años.

En estas circunstancias aparece en Galilea Jesús de Nazaret. Juan el Bautista, que tenía un gran prestigio entre todos los judíos de su tiempo -hasta Herodes le escuchaba con gusto-, da testimonio a favor de Jesús. Le llama «el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Este es de quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre que es más que yo, porque existía antes que yo Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que ha de bautizar en el Espíritu Santo. Y yo he visto y atestiguo que él es el Hijo de Dios» (Jn. 1, 30-34)

Comienza Jesús a predicar y su predicación está llena de misericordia para con todos. Su doctrina es una doctrina de perdón y compasión. Enseña que Dios ama a todos los hombres y que incluso los pecadores pueden alcanzar el amor de Dios, si se convierten. El pueblo piensa y dice de él, que «nunca nadie ha hablado como este hombre» (Jn. 7, 46) porque hablaba con autoridad, no como los escribas y fariseos. Y es el mismo Jesús quien en la sinagoga de Nazaret, después de leer una profecía de Isaías referente a los tiempos del Mesías, dice: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír» (Lc. 4, 21) Su doctrina va acompañada de abundantes milagros, movido por la compasión que sentía: sanar enfermedades, resucitar muertos, multiplicar la comida, etcétera.

No es de extrañar, por tanto, que la gente sencilla y los de corazón abierto le tuvieran por el Mesías esperado. Efectivamente, ¿qué mejor rey se podía tener que uno para quien no habrá problema de carestía ni de hambres? ¿Qué mejor rey que quien puede curar a los enfermos y resucitar a los muertos? ¿Quién puede gobernar mejor a un país, que un hombre que da muestras de tal sabiduría? Por todo esto no es de extrañar que en una ocasión, después de haber dado de comer a cinco mil hombres con unos pocos panes y peces, quieran proclamarle rey.

Indudablemente, a Jesús le seguía la masa del pueblo, compuesta en su mayoría por gente sencilla y humilde: ¿Acaso algún magistrado o fariseo ha creído en Él? Pero esta gente que ignora la Ley, son unos malditos(Jn. 7, 48-49) Es verdad que también algunos personajes importantes le siguieron, y aunque al principio con miedo, luego no tuvieron reparo en confesarse amigos suyos a la hora de su muerte. Así fueron Nicodemo, José de Arimatea y otros.

Estas gentes sencillas, que frecuentemente eran despreciadas por los orgullosos fariseos, ven con buenos ojos la doctrina de Jesús. Unos le seguían, efectivamente, movidos por su doctrina aunque no la entendían plenamente, como pasó con sus discípulos. Otros le seguían porque les daba de comer; otros porque hacía milagros.

Posiblemente algunos también le seguían por gratitud, al haber sido curados.

Ciertamente su bondad, su trato exquisito para con los débiles del mundo y severo para con los que obraban injustamente, serían motivos para que las masas le siguiesen.

¿Quién es para ti Jesucristo? Hoy te hace la misma pregunta que a los apóstoles y lo único que quiere es oir tu respuesta de amor. Conoce el amor y la misericordia de Dios sobre ti, y no habrá nada más importante en tu vida.

Papa: Vivir la alegría del Evangelio con Cristo y los hermanos

Recibió a 400 miembros de la Comunidad Emanuel en el Vaticano.

“Quisiera confirmarlos en la vía maestra, que es aquella de un doble 'estar': Estar con Cristo y estar con los hermanos en dificultad. Esta es la clave”: son las palabras del Papa al recibir en audiencia esta mañana en la Sala Clementina en el Vaticano a 400 miembros de la Comunidad Emanuel, con ocasión de los 40 de años de fundación.

Una Comunidad nacida en Italia en 1980 en la ciudad pullesa de Lecce, formada por hombres y mujeres que junto con el padre jesuita Mario Marafioti, abrieron un primer hogar de acogida para personas desfavorecidas, ocupándose especialmente de niños, adolescentes y jóvenes. La Comunidad está organizada en 6 Sectores de intervención: Familia, Discapacidad, Dependencia, Cooperación y Empresa Social, Migración y Sur del Mundo, Diaconía.

Actuar alimentados por la Palabra
En su discurso, Francisco expresa palabras de agradecimiento por la labor realizada en estos casi 40 años: por “la acogida, el acompañamiento y el trabajo”. Pero sobre todo, agradece por el “modo” en el cual la han realizado:

Alimentando siempre el “hacer” con el “ser” que viene de la savia de la palabra de Dios, de los momentos de retiro y de fraternidad. Esto es importante porque de otra manera se convierte en una agencia de asistencia o una empresa.

Fe encarnada en el servicio
Recordando que la comunidad Emanuel nació un día de Navidad con un “gesto de acogida”, el Papa recuerda que “así sucede siempre en las obras de caridad de la Iglesia”:

El Señor llama a la puerta con el rostro de los hermanos y hermanas que viven en la pobreza, el abandono, la esclavitud... Y ustedes han abierto, han respondido y han seguido respondiendo... sí, porque lo más difícil es perseverar, es avanzar... A partir de este brote se han desarrollado los diversos sectores de la comunidad, que son todos lugares y momentos de acogida.

Todo viene del Señor
Tras agradecerles por el camino realizado, el Pontífice asegura que es el Señor, quien inspira las elecciones y da la fuerza para realizarlas”. “Ustedes pueden dar testimonio que cada cosa viene de Él, es un don suyo”. “Un camino, explica el Papa, que es indicado por el mismo nombre de la Comunidad: Emanuel. Dios nos muestra este camino: Él, que es Amor, es Dios-con-nosotros. No como una idea o peor, una ideología, sino como una ‘vida’, la vida de Jesús”.

Y es de esta fuente – asegura – de donde “tomamos el agua viva para seguir adelante”, para no dejarse robar la alegría, la esperanza y el coraje de donarse; estar juntos sin herirse; tirar nuevas redes después de desilusiones y fracasos; para continuar a trabajar con alegría a pesar del cansancio y para permanecer fieles al espíritu originario de la vocación y la misión.

Parte de una Iglesia peregrina
Después, agradeciendo a la Comunidad por la elección de profundizar el año próximo la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, el Santo Padre prodiga un consejo:

No lean la Exhortación pensando solo en vuestra comunidad, léanla siempre sintiéndose parte de la Iglesia, la cual, a su vez, es peregrina y enviada en el mundo.

10 ideas para mejorar tu relación con el Espíritu Santo

Permitámosle impregnarnos con Su Presencia y que tome total posesión de nuestras vidas

El Santificador, el Paráclito, el Dedo de Dios, el Maestro Interior, el Don de Dones, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, el lazo de Amor unificando el Padre y el Hijo, el Abogado, el Amigo Secreto, el Dulce Huésped del Alma – todos estos títulos se le dan a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo.

Cuando San Pablo llegó a Éfeso en un viaje misionario, él le preguntó a alguna de las personas allí si habían recibido el Espíritu Santo. Su respuesta pudo ser vista incluso a la luz de nuestra situación presente como una falta de conocimiento de la fe en general y una falta de conocimiento del Espíritu Santo en particular:

"Ni siquiera hemos oído decir que se reciba el Espíritu Santo". (Hechos 19,1-7)

Nunca hemos vivido en un mundo con tanta información. Sin embargo, al mismo tiempo, nunca hemos vivido en un mundo con una confusión tan esparcida – ¡los efectos del pecado y de la Torre de Babel!

Por lo tanto, queremos ofrecer un pequeño ensayo acerca de cómo podemos hacer que nuestro conocimiento, amor y amistad con el Espíritu Santo crezcan, tal a como dice el Catecismo de la Iglesia Católica acerca de Él – “¡El Don de Dones!

Recibamos libremente este Don en lo profundo de nuestros corazones, mentes, almas y entendimientos y permitámosle impregnarnos con Su Presencia y que tome total posesión de nuestras vidas. Un don o un regalo pueden ser recibidos o rechazados libremente.

Abramos nuestros seres totalmente para recibir el más grande de los Regalos, ¡a Dios mismo!

Esperamos que estas pequeñas sugerencias sean de gran ayuda para unirnos más con el Espíritu Santo. Estemos preparados y dispuestos a compartir el conocimiento que recibamos libremente. Si hemos recibido libremente, ¡demos libremente!

A continuación encontrarán 10 puntos o ideas para mejorar su conocimiento, amor y docilidad al Espíritu Santo.

1.- Cada día una Oración al Espíritu Santo.

Aquí les dejo una que puede ser memorizada fácilmente: "Ven Espíritu Santo, ven a través del Corazón de María".

Digan esta oración a menudo con gran fe y amor. Consecuentemente, el Espíritu Santo se manifestará más activamente en sus vidas.

2.- Leer Hechos de los Apóstoles.

Lean el libro de la Biblia que le sigue al Evangelio de San Juan y que le es atribuido a San Lucas, los Hechos de los Apóstoles.

Este libro ha sido llamado “El Evangelio del Espíritu Santo”. Sean especialmente observadores de cuántas veces es mencionado el Espíritu Santo en esta obra maestra espiritual. Vean además las diferentes maneras en las que el Espíritu Santo trabaja en la Iglesia primitiva.

Pueden incluso subrayar con un lápiz cada vez que el Espíritu Santo sea mencionado en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

Permítanle al Espíritu Santo entrar más de lleno en sus vidas al meditar la Palabra de Dios.

3.- Tener el hábito de rezar Novenas.

Una de las novenas más poderosas en la historia del mundo es precisamente la novena de la preparación para la venida del Espíritu Santo, el primer Pentecostés.

Los Apóstoles oraron y ayunaron durante 9 días y noches en unión con la Santísima Virgen María. Luego ocurrió un extraordinario fenómeno: viento y fuego descendieron sobre las cabezas de los Apóstoles, transformándolos en fervientes amantes de Jesús, ¡listos para derramar su sangre por el bien de Su nombre! (Lee el capítulo 2 del libro de los Hechos).

4.- Conocer los SÍMBOLOS del Espíritu Santo.

Hay que conocer todos los símbolos que nos ha dado la iglesia para conocer mejor al Espíritu Santo.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos da varios de ellos: Fuego, Viento, Paloma. Viento, Agua y Aceite. También el Sello, un Dedo, una Lámpara.

Los símbolos son realidades físicas que apuntan a una realidad espiritual más profunda (CCC 694 – 701)

5.- Lean sobre el Espíritu Santo.

Uno de los libros que recomiendo es "En la Escuela del Espíritu Santo" escrito por Jacques Philippe.

Una obra de arte corta pero magnífica sobre el tema del Espíritu Santo, Philippe nos invita a buscar el camino de la santidad por medio del sencillo camino de la docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo, Santificador, nos quiere hacer santos, si le permitimos operar libremente en nuestras vidas.

6.- Los Dones del Espíritu Santo

Al momento del Bautismo recibimos los siete Dones del Espíritu Santo; luego el Sacramento de la Confirmación fortifica estos maravillosos dones.

Conózcanlos; oren para que se actúen más vigorosamente en sus vidas. Su santificación y salvación depende de esta profunda unión con el Espíritu Santo y Sus Dones.

7.- Los 7 Dones del Espíritu Santo

Si sienten que deambulan en “Tierra de Nadie” con respecto a lo que son los Dones del Espíritu Santo, entonces esto les será de mucha ayuda.

Traten de memorizarlos: Sabiduría, Conocimiento, Entendimiento, Consejo, Fortaleza, Piedad y Temor de Dios.

De acuerdo a Santo Tomás de Aquino, el Doctor Angelical, la Sabiduría es el más grande de los dones del Espíritu Santo, que puede ser definido como deleitarse en las cosas de Dios.

Si quieren, el Salmista resume el don de la Sabiduría con estas palabras concisas:

"Gusten y vean cuán bueno es el Señor" (Salmo 34,9)

8.- Los frutos del Espíritu Santo

Tradicionalmente los frutos del Espíritu Santo son doce, aunque Santo Tomás de Aquino dice que estos no incluyen todo.

Los siguientes son los doce frutos conocidos tradicionalmente: caridad (o amor), alegría, paz, paciencia, benignidad (o amabilidad), bondad, longanimidad (o gran coraje), fidelidad, mansedumbre, modestia, continencia (o auto-control), y castidad.

Santo Tomás dice que cuando correspondemos a los Dones del Espíritu Santo y llevamos a cabo la voluntad de Dios en nuestras vidas, entonces experimentamos esta dulzura interior en nuestra alma, éstos son los frutos del Espíritu Santo.

9.- Recuperar al Espíritu Santo.

Una tragedia moral podría ocurrir en nuestras vidas: ¡caer en pecado mortal! Si se cae en el lodo del pecado mortal en nuestras vidas, nunca caigan en desesperación sino que confíen en Dios completamente.

Al cometer pecado mortal, estamos expulsando conscientemente a la persona del Espíritu Santo de nuestras almas.

Sin embargo, la Buena Nueva es ésta: ¡CONFESIÓN! Al realizar una buena confesión con un sacerdote, entonces no sólo regresa la gracia de Dios a nuestra alma sino que ¡regresa el Espíritu Santo como Dulce Huésped de nuestra alma!

10.- La Virgen María y el Espíritu Santo

María tiene la relación más profunda y cercana con el Espíritu Santo después del mismo Jesús.

La Inmaculada Concepción, en la cual Nuestra Señora fue preservada libre de toda Culpa Original desde el momento de su concepción en el vientre de su madre, fue obra del Espíritu Santo.

La Concepción Virginal de Jesús en el vientre de María fue por obra y gracia del Espíritu Santo.

El nacimiento de la Iglesia en el primer Pentecostés cuando el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles en lenguas de fuego, sucedió en presencia de Nuestra Señora.

Sus poderosas oraciones facilitaron la venida del Espíritu Santo y el advenimiento de la Iglesia Misionera.

Nuestra Señora tiene una relación íntima y profunda con la Santísima Trinidad. Ella es la Hija de Dios Padre, la Madre de Dios Hijo y la Esposa Mística del Espíritu Santo.

Por esta razón San Luis de Montfort expresó en estas palabras de gran entusiasmo:

"Aquellos que aman a María, el Espíritu Santo se lanza a Sí mismo en estas almas",

Que Nuestra Señora nos obtenga un Pentecostés renovado y una poderosa infusión del Espíritu Santo.

"Ven Espíritu Santo, ven a través del Corazón de María".

¿Perdonar es lo mismo que olvidar?

Perdonar es abandonar o eliminar un sentimiento adverso contra el hermano

En distintas situaciones de la vida, sufrimos ofensas, decepciones, tristezas o dolor provocados por otras personas. Esas sensaciones suelen ser difíciles de sobrellevar y aceptar. En ocasiones nos encerramos en ellas, y en otras, renunciamos al orgullo y buscamos la paz. 

Ante esto, surge la pregunta si perdonar es lo mismo que olvidar. El padre Sebastián García, de la Congregación Sagrado Corazón de Jesús en Capital Federal, dialogó con Radio María y reflexionó al respecto.

El Padre Sebastián indicó lo siguiente:

Hay tres dimensiones a considerar.

1. La primera es que perdonar no es igual a olvidar.

2. La segunda es tratar de no responder de la misma manera con el mal que me causaron.

3. La tercera, es mirar la historia y dar gracias por las ofensas que sufrí, porque esconden un sentido redentor.

El desafío al que nos invita Jesús es el de vivir reconciliados. En primer lugar, perdonar significa renunciar a la venganza. Es no devolver al mal que me han causado con otro mal mayor.

Que una persona perdone de corazón no significa que vaya a olvidar el daño causado. Cuando vemos situaciones de personas que nos han herido o lastimado, es muy difícil olvidar, pero la no capacidad de olvido no hace imposible el perdón, sino al contrario. Con esa herida en el corazón y en el alma, puedo ofrecer una primera instancia de perdón

Ante el recuerdo doloroso, está la opción de perdonar

Muchas veces no nos vamos a olvidar del mal que nos causaron o que causamos, pero podemos perdonar, que es la capacidad de recrear un vínculo y renunciar a pagar el mal con el mal.

Desde la mirada creyente, esas situaciones en que me han ofendido o lastimado son ocasión y posibilidad de nueva vida. Yo le puedo dar gracias a Dios por las heridas de mi vida, por esta posibilidad de nueva vida, de ver desde una nueva perspectiva.

Si uno lee el Evangelio, ve que Jesús sufre las opresiones y las carga en su propia cruz. Si uno lo ve fríamente, perdonar no sirve. Pero si lo ves de una perspectiva de fe, perdonar es el acto en el que más nos asemejamos a Dios.

Nos hacemos más seres humanos y cristianos en la medida en que más perdonamos. A veces tenemos que perdonarnos a nosotros mismos, porque Dios perdona todo.

¿Quién sufre: el que odia o el que es odiado?

El Padre Ignacio Larrañaga nos dejó una meditación sobre el perdón que vale la pena dejar como aporte en este espacio:

Pocas veces somos ofendidos; muchas veces nos sentimos ofendidos.

Perdonar es abandonar o eliminar un sentimiento adverso contra el hermano.

¿Quién sufre: el que odia o el que es odiado? 

El que es odiado vive feliz, generalmente, en su mundo. El que cultiva el rencor se parece a aquel que agarra una brasa ardiente o al que atiza una llama. Pareciera que la llama quemara al enemigo; pero no, se quema uno mismo.

El resentimiento solo destruye al resentido.

El amor propio es ciego y suicida: prefiere la satisfacción de la venganza al alivio del perdón. Pero es locura odiar: es como almacenar veneno en las entrañas.

El rencoroso vive en una eterna agonía.

No hay en el mundo fruta más sabrosa que la sensación de descanso y alivio que se siente al perdonar, así como no hay fatiga mas desagradable que la que produce el rencor. Vale la pena perdonar, así como no hay fatiga más desagradable que la que produce el rencor. Vale la pena perdonar, aunque sea solo por interés, porque no hay terapia mas liberadora que el perdón.

No es necesario pedir perdón o perdonar con palabras. Muchas veces basta un saludo, una mirada benevolente, una aproximación, una conversación. Son los mejores signos de perdón.

A veces sucede esto: la gente perdona y siente el perdón; pero después de un tiempo, renace la aversión. No asustarse. Una herida profunda necesita muchas curaciones. Vuelve a perdonar una y otra vez hasta que la herida quede curada por completo.

La Biblia y la Tradición

¿Qué dice la Biblia de sí misma?¿Y qué decir de lo que la misma Biblia enseña sobre su inspiración?

Los Reformadores Protestantes decían que la Biblia es la única fuente de las verdades de la fe, y que para entender su mensaje había tan solo que leer las palabras del texto. Es lo que se llama la teoría protestante de la sola scriptura, o en español "solamente la Biblia". Según esta teoría, ninguna autoridad no bíblica puede imponer una interpretación, y ninguna institución extrabíblica -por ejemplo la Iglesia- ha sido establecida por Jesucristo para hacer las veces de árbitro en caso de conflictos de interpretación.

Como buenos herederos de los Reformadores, las sectas fundamentalistas trabajan sobre la base de esta teoría, y no pierden oportunidad para sacar a relucir su principio, que por otro lado parecería ser su arma mas efectiva, algo que ellos aceptan como el fundamento indiscutible de sus puntos de vista.

Sin embargo, no hay cosa más difícil en el diálogo con los fundamentalistas que querer hacerlos demostrar porqué creen ellos en el principio de que la Biblia solamente, separada de toda otra fuente de autoridad, sea suficiente en cuestiones de fe. La cuestión se reduce a saber cuál es el motivo que un Fundamentalista tiene para creer que la Biblia es un libro inspirado, pues es obvio que ella puede tomarse como regla de fe solamente en el caso que pueda ser comprobada su inspiración, y por ende su inerrancia.

Claro que se trata de una cuestión que no preocupa demasiado a la mayoría de los cristianos, y ciertamente son pocos los que le ha brindado atención alguna vez. En general se cree en la Biblia porque es el libro aceptado por todos los cristianos, cuya autoridad no se discute; aún vivimos en tiempos en los que los principios cristianos influyen en la cultura y en el medio en el que vive la mayoría de la gente.

Un cristiano tibio que no daría ni la más mínima credibilidad al Corán, pensaría dos veces antes de hablar mal de la Biblia, ya que esta goza de cierto prestigio, aún cuando no pueda explicarla ni entenderla demasiado.

Podría decirse que esa persona acepta la Biblia como inspirada -cualquiera sea su entendimiento de la inspiración- por razones de tipo cultural, razones que, sin duda, son de escaso o ningún valor, ya que por las mismas razones el Corán debería ser tenido como inspirado en países de cultura musulmana.

"Para mí es motivo suficiente"
Dígase lo mismo ante quien sostiene que la familia en la que uno vino al mundo siempre tuvo la Biblia como libro inspirado, y "para mí eso basta". Sería un buen motivo solamente para aquel que no pueda hacer un trabajo de reflexión serio, y no debemos nunca despreciar una fe sencilla, sostenida sobre fundamentos más bien débiles. Pero sea como sea, la mera costumbre familiar o local no puede establecerse como la base para creer en la inspiración divina de la Sagrada Escritura.

Algunos sectarios dicen que la Biblia es un libro inspirado porque "es un libro que inspira". Pero la palabra inspiración es precisamente lo que se quiere probar, y tengamos en cuenta que hay muchos escritos religiosos y muy antiguos que ciertamente son mas "inspirados" o "emotivos" que muchos textos, incluso libros enteros, del Antiguo Testamento. No es falta de respeto afirmar que ciertas partes de los escritos sagrados son tan áridos como lo serían estadísticas militares; ¡y algunas partes de la Biblia (Antiguo Testamento) son eso, estadísticas militares!

Por ello concluyamos que no es suficiente creer en la Sagrada Escritura por motivos culturales o por costumbre, ni tampoco por sus textos emotivos o su belleza espiritual: hay otros libros, alguno totalmente seculares, que sobrepasan en belleza poética muchos pasajes de la Escritura.

¿Qué dice la Biblia de sí misma?
¿Y qué decir de lo que la misma Biblia enseña sobre su inspiración? Notemos que son muy pocos los pasajes donde la Biblia misma enseña su inspiración, aunque sea de modo indirecto, y la mayoría de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento no dicen absolutamente nada sobre su inspiración. De hecho ningún autor de los libros del Nuevo Testamento dice estar escribiendo bajo el impulso del Espíritu Santo, excepto San Juan al escribir el Apocalipsis.

Además, en el supuesto caso de que cada libro de la Biblia comenzase con la frase: "Este libro es inspirado por Dios", semejante frase no probaría nada: el Corán dice estar inspirado, el Libro del Mormón, varios libros de algunas religiones orientales. Es más, lo libros de Mary Baker Eddy, la fundadora de la Ciencia Cristiana, y de Ellen G.White, fundadora del Adventismo del Séptimo Día se auto-declaran inspirados. Se puede concluir, con bastante sentido común, que el hecho de que un escrito se atribuya cualidades de inspiración divina no quiere decir que así lo sea.

Al fallar estos argumentos, muchos fundamentalistas retroceden y nos afirman que "el Espíritu Santo me dice claramente que la Biblia es inspirada", una noción bastante subjetiva, por decir lo menos, muy afín con aquella otra, tan común entre los sectarios, de que "el Espíritu Santo los guía para interpretar las Escrituras". Y así, el autor anónimo del artículo "Cómo puedo entender la Biblia", un folleto distribuido por la organización evangélica "Radio Bible Class" enlista doce reglas para estudiar la Biblia. La primera es "Busca la ayuda del Espíritu Santo. El Espíritu fue dado para iluminar las Escrituras y hacerlas revivir para ti cuando la estudies: deja que te guíe".

Si con esta regla se entiende que cualquier persona que pida a Dios guía para interpretar la Biblia recibirá esa guía de lo alto -y en este sentido lo entienden la mayoría de los fundamentalistas- entonces la multiplicidad de interpretaciones contrarias y contradictorias, aún entre los mismos Fundamentalistas, daría la preocupante sensación de que el Espíritu Santo no ha estado haciendo bien su trabajo...

No con silogismos
Gran parte de los fundamentalistas no dicen directamente que el Espíritu Santo les habló, asegurándoles que la Biblia es un libro inspirado. Al menos no hablan de ese modo. Más bien sucede así: al leer la Biblia el Espíritu "los convence" que esa es la Palabra de Dios, reciben cierta sensación interior de que es una palabra divina, y punto.

De cualquier modo que se lo vea, la postura fundamentalista no resiste un razonamiento serio. Son contados con los dedos de la mano los fundamentalistas que en un primer momento se acercan a la Biblia como a un libro "neutral", y luego de su lectura lo reconocen como tal, siguiendo un razonamiento lógico. De hecho los fundamentalistas comienzan dando por supuesto el hecho de la inspiración, tal como toman otras doctrinas de sus sectas sin razonar sobre ellas, y entonces encuentran partes de la Sagrada Escritura que parecen fundamentar la inspiración, cayendo así en un círculo vicioso, confirmando con la Biblia lo que ellos crían de antemano.

La persona que quiere reflexionar seriamente sobre el tema se defraudará con la posición fundamentalista de la inspiración bíblica, dándose cuenta de que no cuenta con una base sólida para mantener esa teoría. La posición católica es la única que, al fin de cuentas, puede dar una respuesta intelectualmente satisfactoria.

La manera de razonar católica para demostrar que la Biblia es inspirada es la siguiente: en un primer paso consideramos la Biblia como cualquier otro libro histórico, sin presumir que es inspirado. Estudiando el texto bíblico con los instrumentos de la ciencia moderna llegamos a la conclusión que se trata de una obra confiable, de gran precisión histórica, cuya precisión sobrepasa en mucho la de cualquier otro texto histórico.

Un texto preciso
Sir Frederic Kenyon, en The Story of the Bible hace notar lo siguiente: "Para todas las obras de la antigüedad clásica nos vemos obligados a acudir a manuscritos escritos mucho después del original. El autor que lleva la delantera en este sentido es Virgilio, aún cuando el manuscrito más antiguo que de él poseemos fue escrito 350 años después de su muerte. Para todas las demás obras clásicas, el intervalo que existe entre la fecha del escrito original y la del manuscrito más antiguo que de él se conserva es mucho mayor: para Livio es de unos 500 años, para Horacio de 900, para la mayoría de la obras de Platón es de 1300, para Eurípides 1600". Aún así, nadie pone seriamente en duda el hecho de que poseemos copias fieles de las obras de estos autores.

No solamente poseemos manuscritos bíblicos más cercanos a los originales que los de la antigüedad clásica, sino que poseemos un número mucho mayor que aquellos. Algunos de estos manuscritos son libros enteros, otros son fragmentos, otros tan sólo algunas palabras, pero todos ellos juntos suman miles de manuscritos en hebreo, griego, latín, copto, siríaco y otras lenguas. Todo esto significa que poseemos un texto rigurosamente fiel, y podemos trabajar con él con toda confianza.

Tomado históricamente
En un segundo momento dirigimos nuestra atención a lo que la Biblia, considerada sólo como libro histórico, nos enseña, particularmente en el Nuevo Testamento y en los Evangelios. Examinamos el relato de la vida de Jesús, su muerte y su resurrección.

Usando lo que nos transmiten los Evangelios, lo que leemos en otros escritos extrabíblicos de los primeros siglos y lo que nos enseña nuestra propia naturaleza -y lo que de Dios podemos conocer por la luz de la razón- concluimos que Jesús o bien era lo que decía lo que era -Dios- o bien estaba loco. (Sabemos que no pudo haber sido tan solo un buen hombre que no fuese Dios, porque ningún buen hombre se atribuye el ser Dios, si no lo es).

También podemos excluir que era un loco, no solamente por lo que él dijo y enseño -ningún loco habló jamas como lo hizo él, aunque tampoco un hombre cuerdo nunca habló así...-, sino por lo que sus seguidores hicieron después de su muerte. Un fraude (la tumba supuestamente vacía) se comprende, pero nadie da la vida por un fraude, al menos por uno que no tiene ninguna perspectiva de provecho. En conclusión, debemos afirmar que Jesús verdaderamente resucitó, y que por lo tanto era Dios, como él decía, e hizo lo que prometió que iba a hacer.

Otra cosa que él dijo que haría es fundar su Iglesia, y tanto de la Biblia (tomada aún como simple libro histórico, no como libro inspirado por Dios) como de otras fuentes históricas antiguas sabemos que Cristo estableció una Iglesia con las notas que hoy vemos en la Iglesia Católica: papado, jerarquía, sacerdocio, sacramentos, autoridad para enseñar y como consecuencia de esta última, infalibilidad. La Iglesia de Cristo debía gozar de infalibilidad de enseñanza si iba a cumplir aquello para lo cual Cristo la fundó.

Hemos tomado materia meramente histórico y hemos concluido que existe un Iglesia, la Iglesia Católica, protegida por Espíritu Santo para que pueda enseñar hasta el fin de los tiempos sin error. Vayamos entonces a la última parte del argumento.

Esa Iglesia nos dice que la Biblia es inspirada, y podemos confiar en su enseñanza porque se trata de una enseñanza autorizada, infalible. Sólo después de haber sido enseñados por una autoridad propiamente constituida por Dios para transmitirnos las verdades necesarias para nuestra fe, tal como la inspiración de la Biblia, sólo entonces podemos usar de las Escrituras como de un libro inspirado.

Un argumento en espiral
Hay que notar que nuestro argumento no cae en un circulo vicioso: no estamos basando la inspiración de la Biblia en la infalibilidad de la Iglesia y la infalibilidad de la Iglesia en la palabra inspirada de la Biblia; eso sería precisamente un circulo vicioso.

Lo que hemos hecho se llama argumento en espiral: por un lado hemos argumentado sobre la confiabilidad de la Biblia como texto meramente histórico; de allí sabemos que Jesús fundó una Iglesia infalible, y sólo entonces tomamos la palabra de esa Iglesia infalible que nos enseña que la palabra que nos transmite la Biblia es una palabra inspirada, Palabra de Dios. No se trata de un circulo cerrado, ya que la conclusión final (la Biblia es la Palabra de Dios) no es el enunciado del cual partimos (la Biblia es un libro históricamente confiable), y este enunciado inicial no esta basado en absoluto en la conclusión final. Lo que hemos demostrado es que, si excluimos a la Iglesia, no tenemos suficientes motivos para afirmar que la Biblia es la Palabra de Dios.

Claro que lo que acabamos de discutir no es precisamente el razonamiento que la gente habitualmente hace al acercarse a la Biblia, pero es la única manera razonable de hacerlo, a la hora de preguntarnos porqué creemos en la Biblia. Todo otro razonamiento es insuficiente; tal vez haya argumentos más cercanos a la gente desde el punto de vista psicológico, pero estrictamente son argumentos en el fondo no convincentes. En matemáticas aceptamos "por fe" (no en el sentido teológico del termino, claro) que dos más dos son cuatro. Es una verdad que nos parece evidente y satisfactoria sin demasiados argumentos, pero el que quiera estudiar el profesorado de matemáticas tendrá que estudiar un semestre entero tratando de probar esas verdades "obvias".

Razones inadecuadas
El punto aquí es el siguiente: los fundamentalistas tienen mucha razón en creer que la Biblia es un libro inspirado por Dios, pero sus razones para creerlo son inadecuadas, insuficientes, ya que la aceptación de la inspiración divina de las Escrituras puede basarse satisfactoriamente sólo en una autoridad establecida por Dios que nos lo asegure, y esa autoridad es la Iglesia.

Y precisamente aquí llegamos a un problema más serio: puede parecerle a alguno que mientras yo crea en la Biblia como en la Palabra de Dios poco importa el motivo por el cual lo crea: lo importante es que acepto la Biblia como la Palabra de Dios. Pero el motivo por el cual una persona cree en la Biblia afecta sustancialmente la manera de interpretar la Biblia. El creyente católico cree en la Biblia porque la Iglesia así se lo enseña, y esa misma Iglesia tiene la autoridad de interpretar el texto inspirado. Los fundamentalistas, por su lado, creen en la Biblia -aunque basados en argumentos poco convincentes- pero no tienen ninguna otra autoridad para interpretar el texto bíblico excepto sus propios puntos de vista.

El Cardenal Newman lo expresaba en 1884 de la siguiente manera: "Ciertamente que si las revelaciones y enseñanzas bíblicas del texto sagrado se dirigen a nosotros de una manera personal y práctica, se hace imperante la presencia formal en medio de nosotros de un juez y expositor autoritativo de esas revelaciones y enseñanzas. Es antecedentemente irracional suponer que un libro tan complejo, tan poco sistemático, en partes tan oscuro, fruto de tantas mentes tan distintas, lugares y tiempos diferentes, fuésenos dado desde lo alto sin una autoridad interpretativa del mismo, ya que no podemos esperar que se interprete a sí mismo.

El hecho de que sea un libro inspirado nos asegura la verdad de su contenido, no la interpretación del mismo. Como puede el simple lector distinguir lo que es didáctico de lo que es histórico, lo que es un hecho de lo que es una visión, lo que alegórico de lo que es literal, lo que es un recurso idiomático y lo que es gramatical, lo que se enuncia formalmente de lo que ocurre como al paso, cuales son las obligaciones que obligan siempre y cuales obligan sólo en determinadas circunstancias.

Los tres últimos siglos han probado tristemente que en muchos países ha prevalecido la interpretación privada de las Escrituras. El regalo de la inspiración divina de las Escrituras requiere como complemento obligatorio el don de la infalibilidad de su interpretación"

Las ventajas del razonamiento católico son dos: en primer lugar, la inspiración es estrictamente demostrada, no sólo "sentida". Segundo, el hecho principal que late detrás de este razonamiento -la existencia de una Iglesia infalible, docente- nos conduce como de la mano a dar una respuesta a la pregunta del eunuco etiope (Hechos 8:31): ¿Cómo sabemos qué interpretaciones del texto son las correctas? La misma Iglesia que autentica la Biblia, que establece su inspiración, es la autoridad establecida por Jesucristo para interpretar su Palabra.

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