Hablar el lenguaje de Jesús


Venceslao (Wenceslao) de Bohemia, Santo

Patrono de la República Checa, 28 de septiembre

Mártir

Martirologio Romano: San Wenceslao, mártir, duque de Bohemia, que, educado por su abuela santa Ludmila en sabiduría divina y humana, fue severo consigo, pacífico en la administración del reino y misericordioso para con los pobres, redimiendo para ser bautizados a esclavos paganos que estaban en Praga para ser vendidos. Después de sufrir muchas dificultades en gobernar a sus súbditos y formarles en la fe, traicionado por su hermano Boleslao fue asesinado por sicarios en la iglesia de Stara Boleslav, en Bohemia (929/935).

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

Breve Biografía

Hijo del rey de Bohemia, Ratislav, el joven príncipe nació en el 907 cerca de Praga. Su abuela, Santa Ludimila, se encargó de la educación de su nieto, inculcándole siempre el amor y servicio al Padre Celestial. Cuando era todavía muy joven, el santo perdió a su padre en una de las batallas contra los magiares; su madre asumió el poder e instauró -bajo la influencia de la nobleza pagana- una política anticristiana y secularista, que convirtió al pueblo en un caos total. Ante esta terrible situación, su abuela trató de persuadir al príncipe para que asumiese el trono para salvarguardia del cristianismo, lo que provocó que los nobles la asesinaran al considerarla una latente amenaza para sus intereses.


Sin embargo, por desconocidas circunstancias, la reina fue expulsada del trono, y Wenceslao fue proclamado rey por la voluntad del pueblo, y como primera medida, anunció que apoyaría decididamente a la Ley de la Iglesia de Dios. Instauró el orden social al imponer severos castigos a los culpables de asesinato o de ejercer esclavitud y además gobernó siempre con justicia y misericordia.

Por oscuros intereses políticos, Boleslao -que ambicionaba el trono de su hermano-, invitó a Wenceslao a su reino para que participara de los festejos del santo patrono y al terminar las festividades, Boleslao asesinó de una puñalada al santo rey. El pueblo lo proclamó como mártir de la fe, y pronto la Iglesia de San Vito -donde se encuentran sus restos- se convirtió en centro de peregrinaciones. Ha sido proclamado como patrón del pueblo de Bohemia y hoy su devoción es tan grande que se le profesa también como Patrono de Checoslovaquia.

¡Felicidades a los Venceslaos!
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Archciócesis de Madrid

El joven príncipe, que nació en Bohemia hacia el año 907, personifica el ideaI del héroe nacional, valientemente comprometido en la promoción cultural y religiosa del pueblo eslavo.

Cuando se derrumbó el reino moravio, en el 895 los príncipes bohemios, entrando en el juego diplomático de las potencies de ese entonces, se aliaron con el fuerte reino franco, y adoptando los principios de las antiguas civilizaciones comenzaron el proceso de europeización de los Estados de Europa central.


Lider de esta política de visión hacia el futuro fue el joven duque de Bohemia, Wenceslao. El había sido educado cristianamente por la abuela Ludmila, venerada como santa. Tan pronto tuvo la edad requerida, sucedió al padre después de la breve regencia de la madre Draomira. Mujer intrigante, Draomira prefería al segundo hijo, Boleslao, y fomentó con todos los medios a su alcance la rivalidad entre los dos, hasta el punto de llevar al segundo a mancharse con el grave delito del fratricidio.

En la mañana del 28 de septiembre del 935, mientras Wenceslao salía de case para ir a Misa, Boleslao, que lo esperaba en un lugar solitario con un grupo de cómplices, le saltó encima para herirlo por la espalda. El joven rey, que todavía no tenía treinta años, detuvo el golpe y echó mano a su espada, pero cuando se dio cuenta que el asesino era su hermano bajó el arma, murmurando: “Podría matarte, pero la mano de un siervo de Dios no debe mancharse con el fratricidio”. Fue asesinado por los sicarios de Boleslao.

Este ejemplarísimo príncipe cristiano anteponía sus deberes religiosos a los de soberano, hasta el punto de llegar tarde a una importante asamblea de Worms, convocada por el emperador Otón, porque estaba en Misa. No era raro ver al joven rey mezclado con los otros fieles, con los pies descalzos, durante las procesiones penitenciales. Impuso a su cuerpo la dura disciplina del cilicio y las diarias mortificaciones.


Fue considerado como un rey renunciatario por haber buscado la alianza con los poderosos francos limítrofes, pero el mismo hermano Boleslao, que le sucedió, después de haberlo mandado asesinar, comprendió esa política realistica y la siguió. Boleslao comprendió el error de valoración respecto de su hermano, hacia quien la devoción popular creció de día en día, por los prodigios que se obraban sobre la tumba del mártir, venerado inmediatamente como santo, el primero de los pueblos eslavos.

Oración


Dios nuestro,
que impulsaste al santo mártir Wenceslao
a anteponer el reino de los cielos a un reino terrenal,
concédenos, por su intercesión
que tengamos valor para dejar lo que nos impida unirnos a ti de todo corazón.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén
 
El lenguaje de Cristo

Santo Evangelio según san Lucas 9, 43-45. Sábado XXV del Tiempo Ordinario


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Cristo Jesús, vengo en busca de ti, estoy sediento de estar junto a ti, pero dame la gracia de sentir un deseo más fuerte de estar a tu lado.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 9, 43-45



En aquel tiempo, como todos comentaban, admirados, los prodigios que Jesús hacía, éste dijo a sus discípulos: “Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”.

Pero ellos no entendieron estas palabras, pues un velo les ocultaba su sentido y se las volvía incomprensibles. Y tenían miedo de preguntarle acerca de este asunto.

Palabra del Señor.



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



Podemos pensar que a un acto bueno corresponde solo un acto bueno. O en una forma negativa podremos recordar aquel dicho de «Ojo por ojo diente por diente». Esto es una forma natural de pensar de todo hombre. Pero así, nunca podremos entender los planes de Dios.

Cristo habla en el lenguaje del amor que sobrepasa esta forma de pensar. Solo teniéndolo en cuenta podremos entender todo lo que hizo Cristo en la cruz y, sobre todo, podremos entender lo que hace Cristo en nuestras vidas. No siempre podremos comprender, pero esto no impide que podamos alimentar nuestras convicciones. Sin importar las dificultades, podemos tener presente que Cristo nos ama, y que todo contribuye para aquellos que le aman.

Esto nos da una luz para entender la misión que se nos encarga, una misión que sobrepasa las fuerzas humanas. Estamos llamados a no limitar nuestro amor y a salir al encuentro de nuestros amigos y enemigos para ser un testimonio vivo. Somos testigos de un hombre que entregó su vida por toda la humanidad; buenos y malos; sencillos y soberbios; generosos y egoístas.

Es así como nuestro amor exige salir al encuentro de todos, pues su fuente es Cristo mismo, el cual dio su sangre por la salvación de toda la humanidad. Somos testigos del amor sin reservas; somos testigos de Aquel que no se supo limitar. Nosotros somos testigos de una persona que se entregó totalmente. Y como testigos estamos llamados a hacer lo mismo.

«Es precisamente el corazón, es decir el núcleo profundo de la persona, lo que Jesús ha venido a “abrir”, a liberar, para hacernos capaces de vivir plenamente la relación con Dios y con los demás. Él se hizo hombre para que el hombre, que se ha vuelto interiormente sordo y mudo por el pecado, pueda escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y así aprenda a hablar a su vez el lenguaje del amor, traduciéndolo en gestos de generosidad y de donación de sí».
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de septiembre de 2018).



Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy haré una visita a Jesús Eucaristía recordando el gran amor que me tiene al morir en la cruz por mí.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.


¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

"Me alegro de padecer..." (VII)

San Pablo se alegra de sus padecimientos, porque sufre unido a Jesús, "completando" su pasión. Y porque así opera en él el poder transfigurante de la resurrección de Jesús.



7. Comentario breve a la Salvifici Doloris.



PARTÍCIPES DE LOS SUFRIMIENTOS DE CRISTO.



19. Todo hombre está llamado a participar de la redención con su propio sufrimiento.



Jesús elevó el sufrimiento humano a la categoría de “redención”.



Por lo que todo hombre, con su sufrimiento, puede participar del sufrimiento redentor de Jesús.



20. “Llevo siempre en mi cuerpo la muerte de Jesús, para que también su Vida se manifieste, sabiendo que el que resucitó a Jesús también a nosotros nos resucitará con Él” (2 Co 4, 8-11. 14).



La elocuencia de la cruz es completada por la elocuencia de la resurrección, en la que se halla una luz completamente nueva para enfrentar la vida, las dudas, las angustias, la preocupación.



“Así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, también abundan sus consuelos” (2 Co 1, 5).



Hay que ofrecerse a Dios como “hostia viva, santa y agradable a Él” (Rom. 12, 1).



En Jesús, los sufrimientos humanos tienen un nuevo contenido y un nuevo significado.



Esto llevó a escribir a Pablo en Gál. 2, 19-20: “Estoy crucificado con Cristo y ya no vivo yo, es Cristo el que vive en mí. Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí”.



Por lo que Cristo se une especialmente con el hombre que sufre, mediante la Cruz.


“Sólo me gloriaré en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo” (Gál. 6, 14).



21. Pero la cruz alcanza al hombre juntamente con la resurrección.



Son 2 momentos de un solo acontecimiento pascual.



Los testigos de la pasión son a su vez los testigos de la resurrección.


“Conocer a Jesús y el poder de su resurrección, para participar así de sus sufrimientos, a ver si también yo alcanzo la resurrección de entre los muertos” (Flp. 3, 10-11).



El apóstol Pablo experimentó antes la fuerza de la resurrección y después, en esta luz, llegó a “participar de sus padecimientos”.



Su experiencia de la cruz parte del encuentro con el Resucitado.



Antes participa especialmente de la resurrección. Por eso surge tanto en él el tema de la “gloria”.



Mediante los propios sufrimientos se devuelve a Jesús “amor por amor”.



Y mediante este sufrimiento se MADURA para el Reino.



22. La resurrección revela la gloria que en la cruz está como ofuscada, oscurecida.



Los que participan del sufrimiento de Jesús, están llamados a participar también de esta gloria.



“Padecemos con Él, para ser con Él glorificados... Los padecimientos de ahora no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en nosotros”. (Rom 8, 17-18).



“Por una breve tribulación, nos está reservado un eterno tesoro de gloria” (2 Cor. 4, 17-18).



Hay que “alegrarse” en sus padecimientos, para exultar de gozo en la manifestación de su gloria. (1 Ped. 4- 13).



La resurrección es manifestación de la gloria, que corresponde a la elevación de Cristo en la Cruz.



Ante los ojos de los hombre, la cruz fue expoliación.



A los ojos de Dios fue elevación.



En la Cruz Jesús realiza su misión, y cumpliendo la Voluntad de Dios se realiza a sí mismo como hombre.



En la debilidad se manifestó su poder y en la humillación su grandeza.



En el sufrimiento el hombre, varón y mujer, demuestra su grandeza moral, su madurez espiritual (“Padre, perdónalos...”).



La resurrección de Jesús reveló “la gloria del siglo futuro” y confirmó “el honor de la Cruz”.



Muchos sufren, sino por Cristo, por causas justas y loables, lo que confirma la gran dignidad del hombre.



23. Siempre el sufrimiento es una dura prueba a la que es sometida la humanidad.



Pablo dice que se gloría en sus debilidades para que habite en él la fuerza de Cristo (2 Cor 12, 9). Y que todo lo puede en Aquel que lo conforta (Flp. 4, 13).



Jesús desciende en la debilidad humana como la primera parte del misterio pascual de cruz y resurrección, por lo que todos los sufrimientos humanos pueden ser alcanzados por la misma fuerza de Dios, la fuerza de la resurrección que sigue a la pasión.



Sufrir es hacerse receptivos a la acción de las fuerzas salvíficas de Dios.



Son las dos caras de una misma moneda: Una es la cara de la Cruz, la otra la de la Resurrección y la gloria.



Ambas caras están juntas aquí en la tierra.



En el Reino la moneda será con las dos caras de la Resurrección y la Vida.



El misterio pascual es como si a un espejo le presentara la figura de la Cruz.



Me devuelve la de la Resurrección.



24. Pero Pablo VA MÁS ALLÁ.



¡Se alegra de padecer!


Por los otros, y completa en él lo que falta a los padecimientos de Cristo, a favor de su cuerpo, que es la Iglesia (Col. 1, 24).



La Iglesia es el Cuerpo de Cristo.



En esta imagen, Él es la cabeza, y quiere estar particularmente unido con los miembros de este cuerpo que sufren.



El que sufre unido a Él, “completa” la pasión de Cristo.



Aunque a ésta no le falte nada, Jesús ha dejado un “lugarcito” para que incorporemos nuestros sufrimientos a su sufrimiento amoroso, y así el nuestro tenga significado y valor redentor unido al Suyo.



Nos hacemos “partícipes” de sus propios sufrimientos con los nuestros.



Es como si la redención de Jesús permaneciera constantemente abierta a todo amor que se expresa en el sufrimiento humano.



En esta perspectiva, la redención, ya realizada, se actualiza en forma constante.



La redención de Cristo, completa, podemos decir que NO LA HA CERRADO.



Incorpora a ella nuestro propio sufrimiento amoroso, dándole significado y valor.



La redención vive y se desarrolla pascualmente (en sus dos caras de cruz y resurrección, muerte y vida, oscuridad y luz) en la historia del hombre.



Familia, Núcleo y Base de la Sociedad

Defender la familia, es defender nuestra felicidad


La familia se define como “la sociedad natural en que el hombre y la mujer son llamados al don de sí en el amor y en el don de la vida”.

El Papa Francisco nos dice: “Cuando nos preocupamos por nuestras familias y sus necesidades, cuando entendemos sus problemas y esperanzas, sus esfuerzos repercuten no sólo en beneficio de la Iglesia; también ayudan a la entera sociedad.”  La ideología de género y la cultura del descarte, propone nuevas definiciones de familia, haciendo que las nuevas generaciones cuestionen su verdadero rol en la sociedad. Por esto, es de vital importancia trabajar en la formación de familias con bases sólidas y éticas donde el concepto quede claro para cada uno de sus miembros.

En primer lugar, la familia, es un microcosmo de la sociedad en general. Es la “sociedad natural”, donde, a pesar de no estar basada en reglas jurídicas, es un conjunto de personas que se relacionan entre si con un propósito común. Para los católicos, la familia es “la iglesia doméstica”, en la cual se nos da la oportunidad de formar con valores, ética y sentido a la vida. Resulta evidente que, si la sociedad actual se concentrara en formar familias con respeto y valor a la dignidad, hoy no tendríamos que defender lo obvio.

En segunda instancia, el concepto es claro al definir que la familia es entre “hombre y mujer”

La familia está fundada sobre la unión íntima de vida que es el matrimonio, complemento entre un hombre y una mujer, lazo indisoluble, libremente contraído, públicamente aceptado, y que está abierta a la transmisión de la vida. 3  Varias razones se dan para esto, sin embargo, entre el más importante encontramos la complementariedad que existe entre los dos sexos. Tanto de manera genética como emocional, ambos sexos poseen características diferentes que los hacen unirse de manera más personal por el anhelo de conocer más de lo que tiene el otro. Físicamente, el acto sexual que se realiza entre el hombre y la mujer es el único meramente biológico que no solo permite la perpetuación de nuestra especie, sino también la demostración más grande de que nuestra naturaleza fue diseñada para complementarse entre sí.

Según San Agustín, el amor es desear el bien del otro. La familia es el lugar donde Dios viene al mundo al encuentro con los hombres. Mediante la comunión entre personas es donde se aprende el valor de amar y ser amado.  Iniciar una vida matrimonial es, por tanto, un “llamado al don de sí, en el amor”.  Es un esfuerzo enorme, donde dos personas ajenas, inician un camino en común deseando el bien del otro.  El hombre, al ser imagen y semejanza de Dios, ha sido creado para amar; es capaz, sin duda de un amor que genera comunión, ya que cada uno considera el bien del otro como propio. Es el don de sí, hecho a quien se ama, es donde se descubre y se actualiza la propia bondad.

Por último, la definición recalca la importancia del “don de la vida” en la familia. En el matrimonio es donde los esposos se unen en el acto sexual para formar vida. Actualmente, con la revolución tecnológica y médica, es vital reflexionar sobre las cuestiones cruciales de la defensa de la vida humana. Actuar, formar y educar en la promoción y valorización del don de la vida. Las exigencias éticas y sociales de la institución natural de la vida familiar nos alcanzan a todos. El Papa Pablo VI nos dio una defensa de la sociedad al defender la mujer, la familia y la vida en su Encíclica Humanae Vitae 5. En la comunión matrimonial es donde se consigue el clima para ofrecer educación en el amor, valorando el don de la vida.

En conclusión, hoy más que nunca el núcleo de nuestra sociedad está siendo atacado. Sin embargo, la solución a este torbellino de tragedias sociales en el que vivimos se encuentra en lo íntimo de la convivencia familiar, al educar su vocación y enseñando a trabajar con amor por sí mismos y por los demás. El matrimonio y la familia contienen dentro de sí todos los valores humanos necesarios para reconstruir una sociedad. Defender la familia, es defender nuestra felicidad.

9 pasajes bíblicos que te ayudarán a discernir el plan de Dios

Algunos consejos de las Sagradas Escrituras que te pueden ayudar para saber qué es lo que quiere Dios de ti


Ya sea que quieras cambiar de trabajo, si estás pensando a qué universidades postular, si estás decidiendo si tener o no otro hijo o tal vez te estés preguntando si ya es tiempo de volver de nuevo a estudiar (entre otras cosas).  El proceso de toma de decisiones puede ser confuso y realmente agotador.

Pensando en hacer este proceso un poco más llevadero, hemos tomado algunos consejos de las Sagradas Escrituras que te pueden ayudar a ponerte en presencia de Dios y que pueden darte algunas luces para saber qué es lo que quiere Dios de ti. Antes de empezar debes saber dos cosas:

Dios siempre quiere que seamos felices, porque nos ama. Él también sabe que solo eso que nos lleva a crecer en santidad, será lo que a la vez nos conduce a ser felices.

El discernimiento sobre el plan de Dios usualmente lleva a decidir entre dos alternativas buenas. Discernir entre dos cosas buenas siempre nos llevará a escoger la mejor opción de las dos. A escoger lo óptimo.

Tener estas cosas en mente te ayudará a acortar la lista de alternativas y enfocarte específicamente en las que son buenas. Recuerda que no hay necesidad de apresurarse. Escoge un lugar tranquilo para escuchar lo que Dios te dice a través de su palabra. El discernimiento lleva tiempo y sobre todo tiempo escuchando, escuchando mucho. Ten paciencia  y la confianza  de que Dios siempre quiere lo mejor para ti.

Invita al Espíritu Santo a que sea Él el que dirija tus oraciones a través de los siguientes pasajes:

Y percibí la voz del Señor que decía "¿A quien enviaré? ¿Y quién irá de parte nuestra?" Dije: "Heme aquí, envíame" (Isaías 6, 8)

¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén! (Sofonías 3, 14-20)

… Ha retirado Yahveh las sentencias contra ti, ha alejado a tu enemigo. ¡Yahveh, Rey de Israel, está en medio de ti, no temerás ya ningún mal! Aquel día se dirá a Jerusalén: ¡No tengas miedo, Sión, no desmayen tus manos! Yahveh tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! El exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta. Yo quitaré de tu lado la desgracia, el oprobio que pesa sobre ti. He aquí que yo haré exterminio de todos tus opresores, en el tiempo aquel; y salvaré a la coja y recogeré a la descarriada, y haré que tengan alabanza y renombre en todos los países donde fueron confundidas. En aquel tiempo os haré venir, en aquel tiempo os congregaré. Entonces os daré renombre y alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando yo vuelva a vuestros cautivos a vuestros propios ojos, dice Yahveh.

Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado, yo profeta de las naciones de instituí (Jeremías 1, 4-10)

… Yo dije: “¡Ah, Señor Yahveh! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho”. Y me dijo Yahveh: No digas: «Soy un muchacho», pues adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás. No les tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte – oráculo de Yahveh. Entonces alargó Yahveh su mano y tocó mi boca. Y me dijo Yahveh: Mira que he puesto mis palabras en tu boca. Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir, para peder y derrocar, para reconstruir y plantar.

Boga mar adentro y echad vuestras redes para pescar (Lucas 5, 4)

… Estaba Él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar”. Simón le respondió: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes”. Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador”. Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.»Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.

Lo que cayó en buena tierra, son los que, después de haber oído, conservan la Palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia (Lucas 8, 15)

Habiéndose congregado mucha gente, y viniendo a Él de todas las ciudades, dijo en parábola: “Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la comieron; otra cayó sobre piedra, y después de brotar, se secó, por no tener humedad; otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos, la ahogaron. Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado”. Dicho esto, exclamó: “El que tenga oídos para oír, que oiga”. Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola, y Él dijo: “A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás sólo en parábolas, para que viendo, no vean y, oyendo, no entiendan. La parábola quiere decir esto: La simiente es la Palabra de Dios. Los de a lo largo del camino, son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la Palabra, no sea que crean y se salven. Los de sobre piedra son los que, al oír la Palabra, la reciben con alegría; pero éstos no tienen raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba desisten. Lo que cayó entre los abrojos, son los que han oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurez. Lo que cayó en buena tierra, son los que, después de haber oído, conservan la Palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia.

"He ahí el Cordero de Dios" Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: "¿Qué buscáis?" (Juan 1, 36-38)

Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: “He ahí el Cordero de Dios”. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: “¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: “Rabbí – que quiere decir, Maestro – ¿dónde vives?” Les respondió: “Venid y lo veréis”.  Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima.

Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaros mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto (Romanos 12, 1-2)

Tened también vosotros paciencia; fortaleced vuestro corazón porque la venida del Señor está cerga (Santiago 5, 8)

Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la Venida del Señor. Mirad: el labrador espera el fruto precioso de la tierra aguardándolo con paciencia hasta recibir las lluvias tempranas y tardías. Tened también vosotros paciencia; fortaleced vuestros corazones porque la Venida del Señor está cerca. No os quejéis, hermanos, unos de otros para no ser juzgados; mirad que el Juez está ya a las puertas. Tomad, hermanos, como modelo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor. Mirad cómo proclamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Habéis oído la paciencia de Job en el sufrimiento y sabéis el final que el Señor le dio; porque el Señor es compasivo y misericordioso.

Estar siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracais, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros. (I Tesalonisenses 5, 16-18)

No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos de todo genero de mal. Que El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama y es Él quien lo hará.

Por último te dejamos una oración para el discernimiento:

Dios amoroso y misericordioso, me has llevado a desear tu voluntad, que a menudo parece va más allá de mi entendimiento. Sin embargo, sé que tú, que me amas incondicionalmente, y continuarás poniendo en mi corazón el deseo de seguir los pasos de tu Hijo Jesús, que me pide que sea Sus manos y pies, sus ojos y su corazón, en medio de Tus hijas y tus hijos. Quiero amar tanto como Jesús ama y servir en la forma que tú deseas para mí. Concédeme el anhelo de estar siempre en Tu presencia para que Tu Espíritu pueda hablarle a mi corazón.  Que yo pueda responder con las manos abiertas y el corazón abierto a Tu llamado, dondequiera que me quieras guiar. Concédeme el valor de decir así como María “sí” a Ti en todas las cosas, y que yo tenga el apasionado celo de Tu profeta Elías. En gratitud, con Tu gracia, toda mi vida será vivida para la realización de Tu reino en la tierra, por Tu honor y gloria. Amén.



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