No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer

San Bruno

Memoria Litúrgica, 6 de octubre

Fundador de los Cartujos

Martirologio Romano: San Bruno, presbítero, que, oriundo de Colonia, en Lotaringia, enseñó ciencias eclesiásticas en la Galia, pero deseando llevar vida solitaria, con algunos discípulos se instaló en el apartado valle de Cartuja, en los Alpes, dando origen a una

Orden que conjuga la soledad de los eremitas con la vida común de los cenobitas. Llamado por el papa Urbano II a Roma, para que le ayudase en las necesidades de la Iglesia, pasó los últimos años de su vida como eremita en el cenobio de La Torre, en Calabria (1101).

Fecha de canonización: Su culto fue aprobado por el Papa León X y luego confirmado por el Papa Gregorio XV en el año 1623.

Etimologicamente: Bruno = "fuerte como una coraza o armadura metálica" (Brunne, en alemán es coraza).

Breve Biografía
 
Este santo se hizo famoso por haber fundado la comunidad religiosa más austera y penitente, los monjes cartujos, que viven en perpetuo silencio y jamás comen carne ni toman bebidas alcohólicas.



Nació en Colonia, Alemania, en el año 1030. Desde joven demostró poseer grandes cualidades intelectuales, y especialísimas aptitudes para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era director espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus dirigidos fue el futuro Papa Urbano II.




Ordenado sacerdote fue profesor de teología durante 18 años en Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir éste, un hombre indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa ciudad, y ante sus comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión de obispos, y el Sumo Pontífice destituyó a Manasés. Le ofrecieron el cargo de Arzobispo a nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque se creía indigno de tan alto cargo. El destituido en venganza, le hizo quitar a Bruno todos sus bienes y quemar varias de sus posesiones.



Dicen que por aquel tiempo oyó Bruno una narración que le impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía fama de ser buena persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando le estaban celebrando su funeral, habló tres veces. La primera dijo: "He sido juzgado". La segunda: "He sido hallado culpable". La tercera: "He sido condenado". Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo y habían huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un río caudaloso. Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que bullían en su mente, llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse totalmente a la vida de oración y penitencia, en un sitio bien alejado de todos.



Teniendo todavía abundantes riquezas y gozando de la amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la gente, y pudiendo, si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno renunció a todo esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes. Pero luego sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos, sin embargo lo que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo del mundo. Por eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una nueva fundación.



San Hugo, obispo de Grenoble, vio en un sueño que siete estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá construían un faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente llegaron Bruno y seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado para ellos dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en ellos los que había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos religiosos recibieron el nombre de Cartujos.



San Bruno redactó para sus monjes un reglamento que es quizás el más severo que ha existido para una comunidad. Silencio perpetuo. Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30 de la mañana ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo mismo a mediodía y al atardecer.



Nunca comer carne ni tomar licores. Recibir visitas solamente una vez por año. Dedicarse por varias horas al día al estudio o a labores manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente incomunicados con el mundo... Es un reglamento propio para hombres que quieren hacer gran penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de santidad.




San Hugo llegó a admirar tanto la sabiduría y la santidad de San Bruno, que lo eligió como su director espiritual, y cada vez que podía se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en silencio y oración y pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde Rogerio, quien desde el día en que se encontró con Bruno la primera vez, sintió hacia él una veneración tan grande, que no dejaba de consultarlo cuando tenía problemas muy graves que resolver. Y aun se cuenta que una vez a Rogerio le tenían preparada una trampa para matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a decirle que tuviera mucho cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.



Por aquel tiempo había sido nombrado Papa Urbano II, el cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su santidad y su gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que le sirviera de consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía que dejar su vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a vivir en medio del mundo y sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es difícil calcular la tristeza tan grande que sus monjes sintieron al verle partir para lejanas tierras. Varios de ellos no fueron capaces de soportar su ausencia y se fueron a acompañarlo a Roma. Y entonces el Conde Rogerio le obsequió una finca en Italia y allá fundó el santo un nuevo convento, con los mismos reglamentos de La Cartuja.



Los últimos años del santo los pasó entre misiones que le confiaba el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el convento dedicado a la contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy grande.



Murió el 6 e octubre del año 1101 dejando en la tierra como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo el mundo por su santidad y su austeridad. Que Dios nos conceda como a él, el ser capaces de apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a lo que es espiritual y lleva a la santidad.
 
El poder de la fe

Santo Evangelio según san Lucas 17, 5-10. Domingo XXVII del Tiempo Ordinario


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



Cristo, Rey nuestro.


¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, auméntame la fe para que pueda reconocerte en mi día a día y así actuar como testigo del Dios que es vida.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 17, 5-10



En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor les contestó: “Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería.

¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?

Así también ustedes, cuando haya cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’”.



Palabra del Señor.




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



El don de la fe es algo muy poderoso del cual no nos damos cuenta hasta que tenemos que usarlo en una situación difícil, porque ahí es donde puede brillar como virtud, la cual Dios nos da la gracia de tenerla. Este don nos llama a buscar la perfección porque, reconociendo quién es Dios de verdad, no nos podríamos conformar con lo mínimo. Dios nos pide que actuemos de acuerdo con lo que creemos, que tengamos nuestro credo en lo más alto, para que así nuestra vida pueda ser un árbol frondoso donde las aves del cielo puedan venir a refugiarse, un lugar que refleja lo que Dios es, una persona acogedora.

La fe se debe hacer obras porque una fe sin obras no está viva, y Dios es una persona viva que quiere mostrarle al mundo por qué necesitan de Él para ser felices. Este don de Dios se lo debemos pedir porque es algo que Él mismo nos concede y que nos ayuda, en nuestra vida cotidiana, a ver las cosas desde una perspectiva nueva, la de Dios. Con fe, la vida se convierte en un vivir de cara a Dios; y podemos reconocer que para estar en paz con uno mismo y con los demás, tenemos que hacer lo que le agrada a Él.

«Jesús compara el Reino de Dios con un grano de mostaza. Es una semilla muy pequeña, y sin embargo se desarrolla tanto que se convierte en la más grande de todas las plantas del huerto: un crecimiento imprevisible, sorprendente. No es fácil para nosotros entrar en esta lógica de la imprevisibilidad de Dios y aceptarla en nuestra vida. Pero hoy el Señor nos exhorta a una actitud de fe que supera nuestros proyectos, nuestros cálculos, nuestras previsiones. Dios es siempre el Dios de las sorpresas. El Señor siempre nos sorprende. Es una invitación a abrirnos con más generosidad a los planes de Dios, tanto en el plano personal como en el comunitario. En nuestras comunidades es necesario poner atención en las pequeñas y grandes ocasiones de bien que el Señor nos ofrece, dejándonos implicar en sus dinámicas de amor, de acogida y de misericordia hacia todos. La autenticidad de la misión de la Iglesia no está dada por el éxito o por la gratificación de los resultados, sino por el ir adelante con la valentía de la confianza y la humildad del abandono en Dios».
(Ángelus de S.S. Francisco, 17 de junio de 2018).



Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pedirle a Dios, delante del Santísimo, que me aumente la fe.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.



¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!


Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.


Reflexión para aumentar mi fe en Dios

La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela

Algunas personas llegan a pensar que la fe es como la esperanza. Cierto es que la persona que tiene fe tiene esperanza, pero no necesariamente es la esperanza. El catecismo de la Iglesia católica dice: CIC 166: “La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros”. Es decir, todos en la medida de alimentar nuestra fe y compartirla nos enriquecemos. Dice la carta a los romanos 10, 17: Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo.

La fe es un don de Dios, es decir, se debe pedir a Dios. La fe se debe separar de la superstición, que es en lo que algunos pueden caer por falta de conocimiento en la religión. La carta a los Hebreos 11, 1, dice: “Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos”.

La fe se debe trabajar y en la medida que hay esfuerzo hay esperanza de alcanzar lo que se busca. Dentro del ámbito cristiano esperar algo ya no se reduce a cuestiones meramente egoístas, sino a beneficios para todos.

La madre Teresa de Calcuta dice: “del silencio nace la oración, de la oración nace la fe, de la fe nace el amor, del amor nace la entrega y de la entrega la paz”. Todo lleva un proceso, y para progresar en la fe hay que progresar en el silencio y en la oración y esto conllevará a más dones y virtudes que enriquecerán a la persona y por ende a los que le rodean.

La palabra fe viene del latín FIDES, y significa lealtad. De la misma palabra FIDES se desprende fiel y otras más. La lealtad se la debemos a Dios, en la medida que seamos fieles, es decir leales, podemos esperar como dice en la carta a los hebreos, aquellas cosas que ya hemos pedido, es decir tenemos esperanza en que Dios nos ayudará en lo que necesitamos y todo esto será para cumplir con la voluntad de Dios. Así como la Virgen maría que fue leal a lo que el Señor pedía pudo alcanzar la gloria que Dios Padre concede a todo obediente a su palabra. Los santos son santos por ser leales, por tener fe en que las promesas de Jesucristo se cumplirán en su momento, quizá no en el que pedimos nosotros pues Dios nos concede las cosas no cuando queremos, sino cuando ya estamos preparados.


DOMINGO 6 DE OCTUBRE

Vigésimo séptimo domingo del tiempo ordinario

Oración de la mañana

¡Adoremos a nuestro Dios, aleluya!
¡Adoremos al Padre, y al Hijo,

y al Espíritu Santo, aleluya!
Alabad al Señor, todas las naciones;

aclamadlo, todos los pueblos.

¡Fuerte es su amor para con nosotros,

la fidelidad del Señor dura por siempre!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo…

Himno

Somos el pueblo de la Pascua,

Aleluya es nuestra canción,

Cristo nos trae la alegría;

levantemos el corazón.

El Señor ha vencido al mundo,

muerto en la cruz por nuestro amor,
resucitado de la muerte

y de la muerte vencedor.

Él ha venido a hacernos libres

con libertad de hijos de Dios,

él desata nuestras cadenas;

alegraos en el Señor.

Sin conocerle, muchos siguen
rutas de desesperación,

no han escuchado la noticia
de Jesucristo Redentor.

Misioneros de la alegría,

de la esperanza y del amor,

mensajeros del evangelio,

somos testigos del Señor.

Gloria a Dios Padre,que nos hizo,

gloria a Dios Hijo Salvador,

gloria al Espíritu divino:

tres Personas y un solo Dios. Amén.

Salmo 28

Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,

aclamad la gloria del nombre del Señor,

postraos ante el Señor en el atrio sagrado.

La voz del Señor sobre las aguas,

el Dios de la gloria ha tronado,

el Señor sobre las aguas torrenciales.

La voz del Señor es potente,

la voz del Señor es magnífica,

la voz del Señor descuaja los cedros,

el Señor descuaja los cedros del Líbano.

Hace brincar al Líbano como a un novillo,

al Sarión como a una cría de búfalo.

La voz del Señor lanza llamas de fuego,

la voz del Señor sacude el desierto,

el Señor sacude el desierto de Cadés.

La voz del Señor retuerce los robles,

el Señor descorteza las selvas.

En su templo un grito unánime: ¡Gloria!

El Señor se sienta por encima del aguacero,

el Señor se sienta como rey eterno.

El Señor da fuerza a su pueblo,

el Señor bendice a su pueblo con la paz.

Gloria al Padre…

Palabra de DiosEzequiel 37,12b-14

Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra, y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago». Oráculo del Señor.

Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Cristo…

Ángelus: “Nada es imposible para quién tiene fe”

Palabras del Papa antes de la oración

OCTUBRE 06, 2019 13:42

RAQUEL ANILLO

ANGELUS Y REGINA COELI

(ZENIT – 6 octubre 2019).- “Nada es imposible para alguien que tiene fe, porque no depende de su propia fuerza sino de Dios, que puede hacer cualquier cosa”, dijo el Papa Francisco en el “Ángelus” del domingo, 6 de octubre de 2019.

Al presentar la oración mariana en la Plaza de San Pedro, el Papa invitó a los cristianos a cultivar “una fe que no es orgullosa y segura de ella”, que “no pretende ser la de un gran creyente”, sino una fe que “siente una gran necesidad de Dios y, en su pequeñez, se entrega a él con plena confianza”.

¿Cómo saber si nuestra fe es sincera? preguntó el Papa. Por “el servicio”, “la actitud de disponibilidad” frente a Dios. El hombre de fe, de hecho, “se pone completamente a la voluntad de Dios, sin cálculos ni pretensiones”.
AK

Meditación del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La página del Evangelio de hoy (cf. Lc 17,5-10) presenta el tema de la fe, presentado por la solicitud de los discípulos “¡Aumenta en nosotros la fe!” (v. 6), esta es una bella oración que nosotros deberíamos de rezar a menudo en nuestra jornada “¡Señor, aumenta la fe en mí!”

Jesús responde con dos imágenes: la semilla de mostaza y el sirviente disponible. “Si tuvieras tanta fe como un grano de mostaza podrías decir a esta morera: “Ve y plántate en el mar”, y te obedecerá” (v. 6). El árbol de morera es un árbol robusto, bien arraigado en el suelo y resistente a los vientos. Jesús, por lo tanto, quiere dejar en claro que la fe, aunque sea pequeña como la semilla de la mostaza, tiene la fuerza para desarraigar incluso una morera; y luego transplantarla al mar, lo cual es algo aún más improbable: pero nada es imposible para los que tienen fe, porque no confían en sus propias fuerzas sino en Dios, que lo puede todo, que puede hacer todo.

La fe comparable a la semilla de mostaza es una fe que no es soberbia ni segura de sí misma, no se hace la que es una gran creyente y después comete grandes errores, sino que en su humildad siente una gran necesidad de Dios y, en su pequeñez, se abandona con plena confianza a Él. Es la fe la que nos da la capacidad de mirar con esperanza los altibajos de la vida, que nos ayuda a aceptar incluso derrotas y sufrimientos, sabiendo que el mal nunca tiene la última palabra, nunca.

¿Cómo podemos entender si realmente tenemos fe, es decir, si nuestra fe, aunque pequeña, como la semilla de mostaza, es genuina, pura, transparente? Jesús nos lo explica indicando cuál es la medida de la fe: el servicio. Lo hace con una parábola que a primera vista es un poco desconcertante, porque presenta la figura de un maestro prepotente e indiferente. Pero sólo esta manera de hacer el maestro pone de relieve el verdadero centro de la parábola, que es la actitud de disponibilidad del siervo. Jesús quiere decir que así es el hombre de fe en Dios: se entrega por completo a su voluntad, sin cálculos ni pretensiones.

Esta actitud hacia Dios se refleja también en el modo en que nos comportamos en comunidad: sí se refleja en la alegría de estar al servicio unos de otros, encontrando ya en esto su propia recompensa y no en el reconocimiento y las ganancias que se pueden obtener de ello. Esto es lo que Jesús enseña al final de este relato: “Cuando hayas hecho todo lo que se te ha ordenado, di: “Somos siervos inútiles. Hicimos lo que teníamos que hacer”. (v. 10).

Servidores inútiles, es decir, sin pretensiones de agradecimiento, sin reclamos. “Somos servidores inútiles” es una expresión de humildad y disponibilidad que hace tanto bien a la Iglesia y recuerda la actitud correcta para trabajar en ella: el servicio humilde, del que Jesús nos dio el ejemplo, lavando los pies a los discípulos (cf. Jn 13,3-17).

Que la Virgen María, mujer de fe, nos ayude a seguir por este camino. Nos dirigimos a ella en vísperas de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, en comunión con los fieles reunidos en Pompeya para la tradicional Súplica

En el comienzo del #SinodoAmazonico, el Pontífice recordó los incendios que devoraron una parte de la Amazonia en Brasil

“El fuego aplicado por los intereses que destruyen, como el que recientemente ha devastado la Amazonia, no es el del Evangelio”, dijo el Papa Francisco este domingo 6 de octubre de 2019, desde la Basílica de San Pedro, durante la Santa Misa de apertura del Sínodo de los Obispos para la Amazonia.

El Papa afirmó que “reavivar el don en el fuego del Espíritu es lo contrario a dejar que las cosas sigan su curso sin hacer nada”. Lo expresó ante 184 padres sinodales, líderes indígenas y expertos e invitados a la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazonica, que se llevará a cabo en el Vaticano en el Aula Nueva del Sínodo del 6 al 27 de octubre de 2019.

“Que Él (el fuego del Espíritu Santo), que hace nuevas todas las cosas, nos dé su prudencia audaz, inspire nuestro Sínodo para renovar los caminos de la Iglesia en Amazonia, de modo que no se apague el fuego de la misión”.

“El fuego de Dios, como en el episodio de la zarza ardiente, arde pero no se consume (cf. Ex 3,2). Es fuego de amor…Cuando los pueblos y las culturas se devoran sin amor y sin respeto, no es el fuego de Dios, sino del mundo”, añadió.

El Papa denunció los daños causados por el fuego en la zona amazónica de Brasil. “El fuego aplicado por los intereses que destruyen, como el que recientemente ha devastado la Amazonia, no es el del Evangelio”.

Además, alzó su voz contra las nuevas formas de colonización y violencia contra los pueblos originarios. “Cuántas veces el don de Dios no ha sido ofrecido sino impuesto, cuántas veces ha habido colonización en vez de evangelización. Dios nos guarde de la avidez de los nuevos colonialismos”.

Prudencia no es cobardía

 

“El don que hemos recibido es un fuego, es un amor ardiente a Dios y a los hermanos”, sostuvo.

Francisco invitó a los obispos congregados a seguir el  evangelio, siendo prudentes, pero sin tener miedo: “Si todo permanece como está, si nuestros días están marcados por el “siempre se ha hecho así”, el don desaparece, sofocado por las cenizas de los temores y por la preocupación de defender el status quo”.

Afirmó que “la Iglesia no puede limitarse en modo alguno a una pastoral de “mantenimiento” para los que ya conocen el Evangelio de Cristo”. Pues, “Jesús no ha venido a traer la brisa de la tarde, sino el fuego sobre la tierra”.

“Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de prudencia» (v. 7). No es un espíritu cobarde, sino de prudencia”.

Y mirando directamente hacia los presentes: “Alguien piensa en que la prudencia es la virtud “aduana” que detiene todo para no cometer errores. No, la prudencia es virtud cristiana, es virtud viva, en realidad, es la actitud de gobierno. Y nos ha dado este espíritu de prudencia”.

“La prudencia no es indecisión, no es una actitud defensiva. Es la virtud del pastor, que, para servir con sabiduría, sabe discernir, sensible a la novedad del Espíritu”, afirmó.

Francisco celebró la Misa en la Basílica de San Pedro con motivo de la apertura del Tema del Sínodo: Nuevos caminos para la Iglesia y por una ecología integral.

Mártires en Amazonia

“Muchos hermanos y hermanas en Amazonia llevan cruces pesadas y esperan la consolación liberadora del Evangelio y la caricia de amor de la Iglesia. Muchos hermanos y hermanas en Amazonia sacrificaron su vida”, expresó, al mismo tiempo que instó a mirar a Jesús Crucificado. “Desde allí sintámonos llamados, todos y cada uno, a dar la vida”.

Rostros pintados de colores, de los representantes de los pueblos originarios, poblaron la solemne ceremonia. Los 13 nuevos cardenales creados por el papa Francisco también estuvieron presentes.

“Agradezco a Dios porque en el colegio cardenalicio hay algunos hermanos cardenales mártires que probaron en la vida la cruz del martirio”, afirmó.

El Papa recordó al cardenal Claudio Hummes, arzobispo emérito de San Paulo, presidente de la Red Eclesial Panamazonica (REPAM), relator general del Sínodo: “Cuando llega a las pequeñas ciudades de la Amazonía va a visitar los cementerios a buscar las tumbas de los misioneros. Un gesto de la Iglesia hacia aquellos que sacrificaron su vida en la Amazonía, luego con un poco de sagacidad dice al papa: ‘¡No se olvide de ellos, merecen ser canonizados!’ Por ellos, que están dando la vida ahora, por los que sacrificaron su vida. Por ellos, con ellos, caminemos juntos”.

Después de la proclamación del Evangelio (Lucas 17, 5-10),  “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”, Francisco ha pronunciado la homilía.

Dos años de preparación a través de la Red, REPAM para iniciar este domingo el Sínodo. Las poblaciones indigenas han participado a más de 22.000 encuentros y ellos han expresado sus inquietudes, esperanzas y necesidades. Todas sus voces, se encuentran reunidas, sintetizadas, en el documento de trabajo del Sínodo.

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