¡Ay de vosotros que abrumáis a la gente con cargas insoportables!

Margarita María de Alacoque, Santa

Memoria Litúrgica, 16 de octubre

Recipiente de las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús

Martirologio Romano: Santa Margarita María Alacoque, virgen, monja de la Orden de la Visitación de la Virgen María, que progresó de modo admirable en la vía de la perfección y, enriquecida con gracias místicas, trabajó mucho para propagar el culto al Sagrado Corazón de Jesús, del que era muy devota. Murió en el monasterio de Paray-le-Monial, en la región de Autun, en Francia, el día diecisiete de octubre ( 1690).

Fecha de beatificación: 18 de septiembre de 1864 por el Papa Pío IX
Fecha de canonización: 13 de mayo de 1920 por el Papa Benedicto VI

Breve Biografía

En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenia 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes.

En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: “He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.” Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón, hacía un año que vestía el hábito de las monjas de la Visitación en Paray?le?Monial. Había nacido el 22 de agosto de 1647 en Verosvres, en Borgoña. Su padre, juez y notario, había muerto cuando Margarita era todavía muy joven. A los nueve años hizo su primera comunión y a los 22 recibió la Confirmación, a la que se preparó con una confesión general: empleó quince días escribiendo en un cuaderno la larga lista de sus faltas para leérselas luego al confesor. En esa ocasión añadió al nombre de Margarita el de María. Después, habiendo vencido las últimas resistencias de la madre, que hubiera preferido verla casada, pudo entrar al convento de la Orden de la Visitación, fundado 60 años antes por San Francisco de Sales, ofreciéndose desde el día de su entrada como “víctima al Corazón de Jesús.”

Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual del jesuita Santo Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690.

El amor y el servicio

Santo Evangelio según san Lucas 11, 42-46. Miércoles XXVIII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dame la gracia, Señor, de amarte íntimamente para que pueda entender tu pensamiento y sentir tu corazón y, así, sea un testimonio para los demás.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 11, 42-46

En aquel tiempo, Jesús dijo: “¡Ay de ustedes, fariseos, porque pagan diezmos hasta de la hierbabuena, de la ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y del amor de Dios! Esto debían practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar los lugares de honor en las sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la gente sin darse cuenta!”.

Entonces tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo: “Maestro, al hablar así, nos insultas también a nosotros”. Entonces Jesús le respondió: “¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, porque abruman a la gente con cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta del dedo!”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El corazón de Cristo está lleno de amor por nosotros, y eso lo podemos palpar en este pasaje ya que Él regaña a los fariseos y doctores de la ley, no porque tengan una malicia intrínseca, sino porque quiere la conversión del pecador y no se centra tanto en su pecado. El centrarse en el pecado más que en la persona del pecador, es lo que Cristo recrimina a los fariseos, porque esa es una gran parte del amor de Dios y su justicia.

En la Iglesia de hoy podemos encontrar personas parecidas a los fariseos que son autoridades eclesiásticas alejadas de la gente y viviendo en su torre de cristal, teniendo un estilo de vida más de ser servido que de servir; pero Cristo nos enseña a vivir de manera contraria haciendo de nuestras vidas un acto continuo de servicio. También puede haber ejemplos de inconsistencia en las personas que predican de una forma, pero viven de otra; esto es muy malo porque lo que más enseña y mueve a la gente es el ejemplo de vida. Para solucionar todo esto se necesita tener, sobre todo, una actitud como la de Jesús que es capaz de alabar lo bueno y ayudar al prójimo con su palabra, pero principalmente con su ejemplo, así todo el que lo ve se siente llamado a seguirlo. Dejémonos interpelar por la vida de Cristo para que nuestras conductas cada vez se parezcan más a las de Él, quien se interesa en nuestras actitudes, piensa siempre en servir y es capaz de comprendernos para saber qué pedir de nosotros.

«El acento, más bien, hay que ponerlo en el objetivo principal: ¡convertirse en discípulo de Cristo! Una elección libre y consciente, hecha por amor, para corresponder a la gracia inestimable de Dios, y no un modo de promoverse a sí mismo. ¡Esto es triste! Ay de los que piensan seguir a Jesús para promoverse, es decir, para hacer carrera, para sentirse importantes o adquirir un puesto de prestigio. Jesús nos quiere apasionados de él y del

Evangelio. Una pasión del corazón que se traduce en gestos concretos de proximidad, de cercanía a los hermanos más necesitados de acogida y cuidados. Precisamente como vivió Él».

(Ángelus de S.S. Francisco, 30 de julio de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Encomendar en mi oración a todas las personas con las que trabajo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Los fariseos dicen una cosa y hacen otra

No buscar los primeros lugares, no buscar las apariencias ni las famas.

San Junípero Serra
Rut 2,1-3.8-11; 4,13-17: “El Señor no ha permitido que faltara un descendiente a tu familia. Éste es el padre de Jesé, padre de David”
Salmo 127: “Dichoso el hombre que teme al Señor”
San Mateo 23,1-12: “Los fariseos dicen una cosa y hacen otra”

Hay programas en la televisión que reflejan de una manera cruda lo que sucede en la vida. Alguno de ellos busca premiar a quien haya logrado engañar más a sus oponentes y hacerlos caer en la trampa. Esto va siendo como una filosofía en la vida: vivir con doble cara con tal de obtener lo que se desea. Y pone en primerísimo lugar los puestos, las riquezas y la satisfacción de los placeres. Se vale de todo: engañar, aparentar ser bueno, utilizar la religión y los sentimientos. Cristo en su tiempo desenmascara a quienes utilizan estas tácticas y les recrimina fuertemente su actitud. Con una serenidad y un equilibrio emocional grande, aconseja que el discípulo haga lo que dicen los maestros pero que no haga lo que ellos hacen. Quizás sea esta una de las razones profundas de la actitud tan crítica a los errores de la Iglesia. Parecería que ponemos cargas enormes a los demás que nosotros no queremos llevar. Las palabras tan duras de Jesús hoy deben sonar para nosotros como una advertencia: no buscar los primeros lugares, no buscar las apariencias ni las famas, no utilizar la religión y las necesidades de los demás para el propio provecho. Cuando alguien se autoproclama “maestro, guía o padre” de los demás, rompe la fraternidad que es la base de una verdadera comunidad. En cambio Jesús propone el servicio como muestra de grandeza. Servir a los demás es reconocer en cada uno de ellos la imagen de Dios y al mismo tiempo descubrir la propia misión e identidad. No se trata de tomar actitudes serviles ante los demás, en especial ante los poderosos, sino de esa actitud abierta y generosa que descubre que sirviendo al hermano, se crece verdaderamente. Las luchas sangrientas por dominar los espacios de poder que han llenado de violencia y temor a nuestra patria son el claro testimonio de que cuando el corazón se llena de la ambición se pierde todo equilibrio y  la noción de fraternidad. Las envidias y las descalificaciones sean a nivel casero y comunitario, sean en el plano internacional, tienen el mismo origen y buscan los mismos fines. Con Jesús, hoy revisemos nuestro corazón y pidámosle que nos enseñe la alegría del servicio y la pureza de intenciones. Sólo en el servicio encontraremos la verdadera felicidad

Quien a Dios tiene nada le falta

Quien no tiene a Dios, aun teniendo todo, carece de todo

Es éste el penúltimo verso de la famosa oración-poesía de Santa Teresa que comienza por las palabras “Nada te turbe”. Este verso nos da, en su sencillez, claves importantes para la vida de oración y la vida espiritual. Comencemos por el “nada le falta”. No faltar nada en la vida es tener todo aquello lo necesario para ser feliz, para realizar la propia vocación y misión, para vivir en plenitud. Pero en relación a la sensación de plenitud, la experiencia humana está llena de paradojas. Muchas personas a las que no le faltaría nada en apariencia para poder ser felices porque tienen todo lo que humanamente parecería necesario para ser felices (dinero, poder, placeres, etc.), cuando se excava un poco dentro de ellas, aparecen como vacías, insulsas, llenas de angustias y de inquietudes. Todas sus “posesiones” del tipo que sean parecen vaciarlas.

¿Qué es lo que necesitamos para ser felices?

En lugar de la plenitud que se esperaría, con frecuencia encontramos desazón, inquietud, vacío, aburrimiento, incluso desesperación. Por ello nos viene espontánea la pregunta como seres humanos: “¿Qué es lo que necesitamos para ser felices? ¿Qué es lo que anhela nuestro corazón? ¿Qué es lo que realmente nos hace falta?”. No es fácil dar una respuesta, pero lo que sí sabemos es que sí, necesitamos cosas materiales, pero podemos tener todo y ser infelices. Necesitamos cierto aprecio de los demás, pero esto tampoco es suficiente. Necesitamos el amor de las creaturas. Pero las creaturas solas no llenan un corazón que es infinito en su capacidad.

Aquí tuvo una gran intuición San Agustín, cuando al comienzo de su famoso libro Las Confesiones esculpió de modo lapidario esta expresión: “Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Nuestro corazón adquiere medida de lo infinito. Lo que es finito no le satisface por completo. Sí, le llena, lo entretiene, pero no lo satisface totalmente porque su fondo profundo va mucho más allá de él mismo: “El hombre supera infinitamente al hombre” (Pascal).

Sólo en Dios podemos descansar. Por eso quien “tiene” a Dios, tiene todo. Quien no tiene a Dios, aun teniendo todo, carece de todo. En el fondo quien no tiene a Dios es un pobre hombre o mujer aunque tenga muchas riquezas materiales. Y de nuevo nos surge otra pregunta: “¿Cómo es posible “tener” a Dios?” A Dios no se le puede “poseer” porque Él nos supera. Esto es cierto. Pero Él en su bondad ha querido hacerse pequeño, hacerse a nuestra medida, hacerse uno de nosotros, abajarse hasta nuestra nada. En realidad poseer a Dios es más bien ser poseído por Él, ser elevado por Él hasta sus alturas. Para que lo “poseamos”, Él viene hasta mí hecho uno como yo para que yo pueda en cierto sentido mirarle a los ojos y descubrir su belleza sin par.

En la oración, de modo simple pero admirable, saciamos nuestra sed de Amor, nuestra sed de infinito, nuestra sed de Dios. Sólo en la oración se aplaca ese deseo de plenitud radical que viene de Dios y que va hacia Dios. Sólo ahí encontramos “lo que nos falta”, o mejor dicho, “Aquel a quien nuestro corazón anhela”. Cuando una persona querida se aleja de nosotros, le escribimos diciendo: “te echo de menos”. Alejados de Dios, nuestro corazón lo echa de menos, a Él que, sólo, puede satisfacer los deseos íntimos de ser amado y de amar. En la oración ese “echar de menos” la presencia del Amado desaparece –en la medida en que esto es posible en esta vida-, porque Él está ahí, cercano a nosotros, hablándonos en la intimidad de corazón a Corazón, llenando de Amor las alforjas vacías, pobres y deshilachadas de nuestra existencia terrena.

Pecado mortal o venial...¿No son todos los pecados iguales?

Todo pecado es malo y se define como el acto u omisión que ofenden a Dios y al prójimo, entonces ¿En que son diferentes?

A fin de negar a priori la doctrina Católica, en este caso sobre el pecado, las denominaciones cristianas no-católicas rechazan la distinción entre “pecado mortal” y “venial”. Sin embargo, la Biblia habla muy claro al respecto, pero primero expliquemos qué se entiende por pecado mortal.

Todo pecado es malo y se define como el acto u omisión que ofenden a Dios y al prójimo. Existen pecados más graves que otros, no es lo mismo ofender a una persona, que matarla. Todo pecado, por leve que sea nos separa de Dios. Pero al pecado que por su perversión y gravedad pone en serio peligro nuestra salvación eterna, se le llama “pecado mortal”. Lo de mortal no se refiere a la muerte física, pues más de una persona han llegado a pesar, que por cometer pecado mortal la persona puede morir. ¿Qué significa según la Biblia la muerte?

La Sagrada Escritura nos habla de dos tipos de muerte: la muerte física, que se define como la separación del alma y el cuerpo.

Génesis 35,18
Entonces ella, al exhalar el alma, cuando moría, le llamó Ben Oní; pero su padre le llamó Benjamín.

Mateo 10,28
Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehena.

La segunda muerte es la separación definitiva y eterna del hombre y Dios.

Mateo 7,23
Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"

Mateo 25,41
Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.

Apocalipsis 20,13-15
Y el mar devolvió los muertos que guardaba, la Muerte y el Hades devolvieron los muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado según sus obras. La Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego - este lago de fuego es la muerte segunda - y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.

Siendo así las cosas, veremos cómo define la Biblia el pecado mortal.

I Juan 5,16-17
Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y le dará vida - a los que cometan pecados que no son de muerte pues hay un pecado que es de muerte, por el cual no digo que pida -. Toda iniquidad es pecado, pero hay pecado que no es de muerte.

De modo que, quien comete o vive en pecado mortal es separado de Dios y pierde la Salvación eterna o corre el grave peligro de perderla. Al respecto, el Catecismo de la Iglesia Católica nos explica más detalladamente el pecado mortal y venial, es un poco extenso de leer, pero bien vale la pena, tu salvación podría depender de ello y eso no es poca cosa.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña:

1854 “Conviene valorar los pecados según su gravedad. La distinción entre pecado mortal y venial, perceptible ya en la Escritura (cf 1Jn 5, 16-17) se ha impuesto en la tradición de la Iglesia. La experiencia de los hombres la corroboran.”

1855 El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior. El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.

1856 El pecado mortal, que ataca en nosotros el principio vital que es la caridad, necesita una nueva iniciativa de la misericordia de Dios y una conversión del corazón que se realiza ordinariamente en el marco del sacramento de la Reconciliación: «Cuando [...] la voluntad se dirige a una cosa de suyo contraria a la caridad por la que estamos ordenados al fin último, el pecado, por su objeto mismo, tiene causa para ser mortal [...] sea contra el amor de Dios, como la blasfemia, el perjurio, etc., o contra el amor del prójimo, como el homicidio, el adulterio, etc [...] En cambio, cuando la voluntad del pecador se dirige a veces a una cosa que contiene en sí un desorden, pero que sin embargo no es contraria al amor de Dios y del prójimo, como una palabra ociosa, una risa superflua, etc., tales pecados son veniales» (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-2, q. 88, a. 2, c).

1857 Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: “Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento” (RP 17).

1858 La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre” (Mc 10, 19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un asesinato es más grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave que la ejercida contra un extraño.

1859. El pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento. Presupone el conocimiento del carácter pecaminoso del acto, de su oposición a la Ley de Dios. Implica también un consentimiento suficientemente deliberado para ser una elección personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento del corazón (cf Mc 3, 5-6; Lc 16, 19-31) no disminuyen, sino aumentan, el carácter voluntario del pecado.

1860. La ignorancia involuntaria puede disminuir, y aún excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que están inscritos en la conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los trastornos patológicos. El pecado más grave es el que se comete por malicia, por elección deliberada del mal.

1861 El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana como lo es también el amor. Entraña la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno. Sin embargo, aunque podamos juzgar que un acto es en sí una falta grave, el juicio sobre las personas debemos confiarlo a la justicia y a la misericordia de Dios.

1862 Se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave, pero sin pleno conocimiento o sin entero consentimiento.

1863 El pecado venial debilita la caridad; entraña un afecto desordenado a bienes creados; impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral; merece penas temporales. El pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal. No obstante, el pecado venial no nos hace contrarios a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es humanamente reparable con la gracia de Dios. “No priva de la gracia santificante, de la amistad con Dios, de la caridad, ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna” (RP 17): «El hombre, mientras permanece en la carne, no puede evitar todo pecado, al menos los pecados leves. Pero estos pecados, que llamamos leves, no los consideres poca cosa: si los tienes por tales cuando los pesas, tiembla cuando los cuentas. Muchos objetos pequeños hacen una gran masa; muchas gotas de agua llenan un río. Muchos granos hacen un montón. ¿Cuál es entonces nuestra esperanza? Ante todo, la confesión...» (San Agustín, In epistulam Iohannis ad Parthos tractatus 1, 6)..

1864 “Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada” (Mc 3, 29; cf Mt 12, 32; Lc 12, 10). No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (cf DeV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.

El credo católico, ¿es bíblico?

En este tiempo de tanta confusión es importante descubrir que lo que los católicos creemos es la fe de siempre, es el Credo de la Biblia.

Cada Domingo proclamamos con gozo el Credo durante la celebración de la Eucaristía. Así lo hemos hecho por muchos siglos. En este tiempo de tanta confusión con iglesias y sectas apareciendo como un mercado religioso, es importante descubrir que lo que los católicos creemos es la fe de siempre, es el Credo de la Biblia.

• Creo en Dios. "Nuestro Dios es el único Señor" (Deuteronomio 6,4;Mc 12,29)

• Padre Todo Poderoso. "Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios" (Lucas 18,27).

• Creador del Cielo y la Tierra. "En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra"(Génesis 1,1).

• Creo en Jesucristo. "El es el resplandor glorioso de Dios, la imagen misma de lo que Dios es" (Hebreos 1,3).

• Su unico Hijo. "Pues Dios amo tanto al mundo, que dio a su Hijo Unico, para que todo aquel que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna" (Juan 3,16).

• Nuestro Señor. "Dios lo ha hecho Señor y Mesías" (Hechos 2,36).

• Que fue concebido por obra y gracia del Espiritu Santo. "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Dios altísimo descansará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios" (Lucas 1,35).

• Nacio de Santa Maria Virgen. "Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: ‘la Virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel´ (que significa "Dios con nosotros")" (Mateo 1,22-23).

• Padecio bajo el poder de Poncio Pilato. "Pilato tomó entonces a Jesús y mandó azotarlo. Los soldados trenzaron una corona de espinas, la pusieron en la cabeza de Jesús, y lo vistieron con una capa de color rojo oscuro" (Juan 19,1-2).

• Fue crucificado. "Jesús salió llevando su cruz, para ir al llamado ‘lugar de la Calavera´ (o que en hebreo se llama Gólgota). Allí lo Crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado. Pilato mandó poner sobre la cruz un letrero, que decía: ‘Jesús de Nazaret, Rey de los judíos" (Juan 19,17-19).

• Muerto y sepultado. "Jesús gritó con fuerza y dijo: -¡Padre en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, murió (Lucas 23,46). Después de bajarlo de la cruz, lo envolvieron en una sábana de lino y lo pusieron en un sepulcro abierto en una peña, donde todavía no habían sepultado a nadie (Lucas 23,53).

• Desendio a los infiernos. "Como hombre, murió; pero como ser espiritual que era, volvió a la vida. Y como ser espiritual, fue y predicó a los espíritus que estaban presos" (1Pedro 3,18-19).

• Al tercer dia resucito de entre los muertos. "Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras, que lo sepultaron y que resucitó al tercer día" (1Corintios 15, 3-4).

• Subio a los cielos, y esta sentado a la derecha del Padre Todopoderoso. "El Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios" (Marcos 16,19).

• Desde ahi ha de venir a juzgar a vivos y muertos. "El nos envió a anunciarle al pueblo que Dios lo ha puesto como juez de los vivos y de los muertos" (Hechos 10,42).

• Creo en el Espiritu Santo. "Porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado" (Romanos 5,5).

• Creo en la iglesia que es una. "Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado".(Jn 17,21; Jn 10,14; Ef 4,4-5)

• Santa. "La fe confiesa que la Iglesia... no puede dejar de ser santa(Ef 1,1). En efecto, Cristo, el Hijo de Dios, a quien con el Padre y con el Espíritu se proclama ´el solo santo´, amó a su Iglesia como a su esposa(Ef 5,25). Él se entregó por ella para santificarla, la unió a sí mismo como su propio cuerpo y la llenó del don del Espíritu Santo para gloria de Dios" (Ef 5,26-27). La Iglesia es, pues, "el Pueblo santo de Dios" (1 Pe 2,9), y sus miembros son llamados "santos" (Hch 9, 13; 1 Co 6, 1; 16, 1).

• Catolica. "Y yo te digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla" (Mateo 16,18). Posee la plenitud que Cristo le da(Ef 1,22-23).Es católica porque ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género humano (cf Mt 28, 19)

• Y Apostolica. El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la plena consumación del Reino. Ante todo está la elección de los Doce con Pedro como su Cabeza (cf. Mc 3, 14-15); puesto que representan a las doce tribus de Israel (cf. Mt 19, 28; Lc 22, 30), ellos son los cimientos de la nueva Jerusalén (cf. Ap 21, 12-14). Los Doce (cf. Mc6, 7) y los otros discípulos (cf. Lc 10,1-2) participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte (cf. Mt 10, 25; Jn 15, 20). Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia.2 Tim 2,2

• Creo en la comunion de los Santos. "Después de esto, miré y vi una gran multitud de todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. Estaban en pie delante del trono y delante del Cordero, y eran tantos que nadie podía contarlos" (Apocalipsis 7,9).

• El perdon de los pecados. "A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados" (Juan 20,23).

La resurreccion. "Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales" (Romanos 8,11).

• Y la vida eterna. "Allí no habrá noche, y los que allí vivan no necesitarán luz de lampara ni luz del sol, porque Dios el Señor les dará su luz, y ellos reinarán por todos los siglos" (Apocalipsis 22,5).

• AMEN."Así sea. ¡Ven, Señor Jesús!" (Apocalipsis 22,20).

Para profundizar este tema te recomiendo el libro "Asombrado por la Verdad" el cual tiene 11 testimonios de ex-pastores y ex-lideres evangelicos que se han convertido a la Iglesia católica al descubrir la plenitud de la verdad. En el sitio www.defiendetufe.com lo encontrarás.

Dios te siga bendiciendo en abundancia.

Si eres católico, no olvides que como cristianos que somos, debemos de buscar como renovar nuestra vida en Cristo(Jn 15,1-7) e impulsar nuestro apostolado para traer a mucha gente a los pies de Jesucristo(Mt 28,18-20) y no dejar esa labor a las sectas o iglesias protestantes que no poseen la plenitud de los medios de salvación.

Si eres evangélico, mormón o testigo de Jehová te invito a que conozcas en serio lo que es la fe cristiana(Ef 4,13), la BIblia(2 Tes 2,15) y la Iglesia de Cristo(Ef 5,25). Estudia la historia del cristianismo y ora para que Dios siga actuando en tu vida. Dios te ama y espera en el redil de plenitud que ha dejado: La Iglesia católica(Mt 16,18).

Yo simplemente deseo cumplir la voluntad de Dios en plenitud.(Mt 7,21-23) ¿Y usted...?

ORACION DE FE
Yo creo, Señor; en Ti

que eres la Verdad Suprema.
Creo en todo lo que me has revelado.
Creo en todas las verdades
que cree y espera mi Santa Madre
la Iglesia Católica y Apostólica.
Fe en la que nací por tu gracia,
fe en la que quiero vivir y luchar
fe en la que quiero morir.

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