Les dijo una parábola para mostrarles que hay que orar sin cesar

María Bertila, Santa

Virgen, 20 de octubre

Martirologio Romano: En Treviso, en Italia, santa María Bertila (Ana Francisca) Boscardin, virgen de la Congregación de las Hermanas de Santa Dorotea de los Sagrados Corazones, que en su trabajo en un hospital se mostró solicita de la salud corporal y espiritual de los enfermos († 1922).

Fecha de beatificación: 8 de junio de 1952 por el Papa Pío XII.
Fecha de canonización: 11 de mayo de 1961 por el Papa Juan XXIII.

Breve Biografía

Anna Francesca Boscardín era una muchacha campesina nacida en Brendola, cerca de Vicenza, en el seno de una familia de agricultores. Trabajó en los campos, frecuentó la escuela unos pocos años y trabajó como criada en las casas del poblado. Le gustaba la vida parroquial y formó parte de la Unión de las Hijas de María, enseñando el catecismo a los niños. Desde joven se caracterizó por su espiritualidad mariana.

A los 17 años, por indicación de su párroco, se hizo religiosa de las Maestras de Santa Dorotea, Hijas de los Sagrados Corazones, y tomó el nombre de María Bertila. En su comunidad, como no la consideraron ni muy despejada, ni capaz de hacer grandes cosas, le confiaron los quehaceres de cocina. Al ingresar ya había dicho: "Soy una pobre cosa, una gansa. Enséñeme. Quiero convertirme en una santa".

Profesó en 1907, y fue enviada a Treviso, donde trabajó en un asilo infantil, y al estallar la I Guerra Mundial, ejerció como enfermera en un hospital militar cerca de Como; allí despertó grandes admiraciones por su serenidad durante los bombardeos y su abnegada solicitud para con los enfermos, a los que logró atraerlos a la fe a muchos de ellos. Consiguió con gran esfuerzo el diploma de enfermera. En 1910, tuvo que someterse a una operación para extraerle un tumor cerebral.

Al concluir la guerra, una superiora decidió que, debido a su escasa instrucción y a sus cortas luces, sólo podían encomendársele tareas serviles, y pasó a una lavandería, aunque en 1919 volvió al asilo de Treviso. Su salud nunca había sido buena, y una dolorosa enfermedad le llevó al quirófano del que no saldrá con vida. Entonces la comunidad se dio cuenta que la "tonta" de sor Bertila había dejado un recuerdo imborrable en quiénes la habían conocido. Su tumba colocada inicialmente en el cementerio de Treviso, se convirtió en centro de peregrinación popular. Hoy sus restos descansan en la capilla de la casa madre de Vicenza. Dejó escrita su vida en su “Diario espiritual”. El papa san Juan XXIII la canonizó el 11 de mayo de 1961.

El camino humano y el camino divino

Santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8. Domingo mundial de las misiones

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dame la gracia, Señor, de sentirte en mi oración como Tú quieres para que, así, pueda comunicar tus maravillas a otros.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola:

"En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: 'Hazme justicia contra mi adversario'.

Por mucho tiempo el juez no le hizo caso, pero después se dijo: 'Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no siga molestando'".

Dicho esto, Jesús comentó: "Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Uno de los medios para crecer en santidad es la oración que nos ayuda a tener una relación con Cristo, y, por esto, es algo que se recomienda hacer por lo menos una vez al día, ya que Dios quiere estar presente en nuestras vidas, y la oración es el mejor canal para tenerlo presente por lo menos en mente.

Cuando estamos en necesidad queremos que Dios actúe rápidamente, pero muchas veces no sucede así –sin olvidar la posibilidad de que Dios lo puede hacer-; ante este problema no debemos dejarnos vencer por las dificultades, tenemos que seguir pidiendo hasta que Dios, en su sabiduría infinita, nos responda y haga su voluntad. Jesús quiere demostrar el valor de la constancia en la oración porque, quien desfallece en ella, pueda ser que ni siquiera quería de verdad lo que pedía o que no confía en la misericordia de Dios.

La parábola muestra un caso extremo en el que un juez, quien ya por oficio debe ser justo, no responde a una mujer que sufre y está indefensa. El papel de Dios es totalmente diverso al del juez de la parábola. Dios es justo juez, misericordioso, que se compadece ante la necesidad del prójimo y quiere siempre ayudarle.

«Es necesaria paciencia: nosotros no podemos prometer a alguien rezar por él y después terminar la cosa con un Padre Nuestro y un Ave María e irnos. No. Si tú dices que vas a rezar por otro, debes ir por este camino. Y es necesaria paciencia. La misma paciencia de la cananea: la mujer puede sentirse insultada por Jesús, pero va adelante, ella quiere llegar a aquello y va adelante. La misma paciencia insistente de la mujer que iba al juez injusto y un día el juez se cansó y dijo: “Pero a mí no me importa nada de Dios ni de los hombres, pero por quitarme a esta, sí, lo haré” y ganó, ganó la viuda. Es necesaria la constancia. La paciencia de ir adelante. La paciencia de aquel ciego a la salida de Jericó: gritaba y gritaba y gritaba y querían silenciarlo... ¡Pero gritaba! Y finalmente, el Señor lo escuchó y le hizo venir».

(Homilía de S.S. Francisco, 15 de marzo de 2018, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pedir con constancia una gracia que me transforme en una persona justa y haré una oración especial por todos los misioneros, para que sean fieles a su vocación.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

La perseverancia, un don especial

A veces se viene como un cansancio, una flojera, como una desgana espiritual y entonces tenemos que pedir este don.

"El que persevera alcanza".

De nada nos sirve empezar con mucho afán algo que queremos lograr si no tenemos perseverancia. La mitad de los anhelos en nuestra vida se nos quedan en eso, en anhelos, en deseos, en sueños no realizados... y si analizamos bien el por qué no se hicieron realidad fue porque nos faltó perseverancia.

La perseverancia es la firmeza y constancia en la ejecución de los propósitos y en las resoluciones del ánimo. Cuanta cosa emprendemos en la vida tienen que tener perseverancia pues sin ella, todo lo emprendido se irá diluyendo como agua en nuestras manos, como humo en el azul del cielo. El ánimo resuelto ante una cosa que emprendemos y la voluntad firme nos llevará al éxito.

Cuando fracasamos no solemos reconocer que generalmente fueron la falta de esos factores, tan importantes y necesarios, lo que hizo que no llegáramos a obtener los resultados que esperábamos. Siempre encontramos otras causas para "echarle la culpa" a nuestras derrotas, a nuestras frustraciones. Nada podemos lograr sin disciplina y perseverancia, en lo físico, en lo intelectual como en lo espiritual. Nadie logrará tener un cuerpo bien modelado o poderosamente musculoso sin hacer ejercicio día con día, no le va a bastar correr y sudar, o pasarse todo un día en el gimnasio si es tan solo por una sola vez.

No le va a bastar al que quiere cultivar su mente leer todo un día cuanto libro tenga a su alcance si no lo vuelve a repetir, si no impone una vida de constante lectura y estudio y no adelantaremos en nuestra vida espiritual sin tan solo nos dejamos llevar por arrebatos místicos, con promesas a Dios de rezar más, de amar más a nuestro prójimo y tener una vida más apegada a los sacramentos, de ir más a la iglesia si todo esto es como "llamarada de petate", como algo que empezamos con mucho ímpetu y ardor y enseguida nos cansamos y pronto olvidamos todo ese entusiasmo porque eso cuesta, porque nos está pidiendo un gran esfuerzo, porque esos proyectos nos piden disciplina y perseverancia.

En el aspecto espiritual tal vez haya personas que al mirar su vida pasada encuentren una trayectoria directa con Dios a pesar de las caídas y miserias naturales de la debilidad humana, pero... ¿y la perseverancia final?

A veces con los años se viene como un cansancio, como una flojera, como una desgana espiritual. Ya no hay el ardor juvenil, se fueron los días en que el alma ponía en juego toda su fuerza para los sacrificios y la voluntad estaba al servicio de la fogosidad del espíritu para agradar a Dios. Es el momento del peligro. Peligro de abandonar el estar en pie de lucha.

El enemigo, el demonio ha esperado mucho tiempo, muchos años ese momento, este atardecer de nuestra vida, este estado de pereza espiritual. Ha esperado y ya saborea su triunfo al vernos flaquear, al ver nuestra tibieza, como poco a poco vamos dejando a un lado el sentido de nuestra fe y llenándonos de dudas acabamos por permanecer indolentes a todo lo referente a nuestra vida espiritual.

Ante esta circunstancia, pidamos como un don especial, que acompañe hasta nuestro último día la perseverancia final.

Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND)

Se celebra el penúltimo domingo de octubre

En todos los países del mundo hoy se hace oración por las misiones y por los misioneros que se encargan de llevar la palabra de Dios a los que no lo conocen o a los que lo han olvidado.

¿Por qué se dedica este día a las misiones?
Se tiene un domingo dedicado a las misiones porque todas las personas necesitamos de Dios para poder llegar al cielo. Los misioneros tienen como tarea enseñarnos el Evangelio para poder alcanzar la vida eterna. Su labor es de capital importancia.

Un poco de historia
Los misioneros son personas que van a otros lugares para hablar a los hombres de Jesús, para enseñarles a rezar, para decirles que todos debemos amarnos y ayudarnos los unos a los otros, para anunciarles la buena nueva: que Dios nos ama y quiere que todos los hombres se salven.
En el mundo existen actualmente 983 "territorios de misión" y en ellos trabajan casi 50 mil sacerdotes y 370 mil catequistas, casados o solteros, que trabajan a tiempo completo o parcial.
Todos estos misioneros se han comprometido a anunciar el Evangelio a los 3,500 millones de hombres que todavía no lo conocen y que representan las dos terceras partes de la humanidad.

¿Cuál es su labor?
Atienden leprosarios, hospitales, hogares para huérfanos y ancianos, dispensarios, colegios, universidades. Su labor no es fácil, se les presentan muchas dificultades que tienen que vencer para lograr transmitir la palabra de Dios a los demás.

Necesitan de nuestra ayuda espiritual, humana y material.
Los misioneros son personas que van a otros lugares para hablar a los hombres de Jesús llevándoles el Evangelio.
Existen misioneros por todo el mundo que necesitan de nuestra ayuda espiritual, humana y material.
La labor de un misionero es muy valiosa.

Oración
María, ayúdanos a anunciar y dar testimonio de Cristo y del Evangelio en el lugar donde nos encontremos.

Si quieres conocer una obra de apostolado internacional formada por jóvenes y familias que buscan responder al llamado de la Nueva Evangelización visita el sitio de Juventud y Familia Misionera

¿Cuándo haces oración te distraes mucho? Esto es para ti

La Iglesia nos comparte algunos consejos para poder combatir nuestras distracciones

En muchas ocasiones me ha pasado que cuando estoy haciendo oración me distraigo mucho, mi mente comienza a pensar en otras cosas y dejo de prestarle atención a lo que estoy haciendo en ese momento. Incluso, he pensado que es mejor no seguir y abandonar la oración. ¿Te ha pasado? ¿Qué debemos hacer? Vamos a ver.

Primero habrá que distinguir si nuestras distracciones son voluntarias o involuntarias. Las últimas llegan solas, nacen en nuestra mente en cualquier momento; ya sea cuando hacemos oración, al rezar el rosario o al participar de la Eucaristía. Éstas no se pueden evitar y experimentarlas no significa pecar. Por otro lado, las voluntarias, son aquellas a las que nosotros les abrimos las puertas, queremos experimentarlas y las buscamos. No llegan por sí solas y como tal sí nos apartan de Dios, por lo que llevan consigo una falta.

La Iglesia, a través del Catecismo en el número 2729, nos comparte algunos consejos para poder combatir nuestras distracciones:

1.-No las persigas: Dice textual: “Dedicarse a perseguir las distracciones es caer en sus redes”. Si nos proponemos analizar el porqué de su presencia y profundizamos más y más en su origen, sin darnos cuenta habremos caído en la trampa, pues nuestra mente terminará por centrarse totalmente en la distracción y no en Dios.

2.-Vuelve a tu oración: Si caímos presas de la distracción será suficiente con re direccionar nuestra mente y nuestro corazón a nuestra oración, a ese momento de encuentro con el Señor.

El artículo que citamos del Catecismo también dice: “La distracción descubre al que ora aquello a lo que su corazón está apegado”. Será bueno entonces preguntarnos, cuando hacemos oración, ¿la hacemos con el corazón y la mente puestos en el Señor o sólo tenemos la mente más no el corazón? Podemos caer en el error de que nuestra oración sea solamente repetir y repetir palabras como si fuera un monólogo aprendido. Debemos también reconocer que en muchas ocasiones damos más importancia a las cosas del mundo que a las de Dios.

Propongámonos fortalecer nuestro amor por Dios, que se encuentre libre de toda preocupación o pensamiento que pueda apartarnos del encuentro con Él. Antes de comenzar a orar, pidamos con humildad que nos ayude a centrarnos en su presencia con la mente y el corazón. Con nuestras propias palabras, las palabras del alma.

San Alfonso María de Ligorio escribe que “si tienes muchas distracciones durante la oración, puede ser que al diablo le moleste mucho esa oración”, y ya lo creo, pues la intención del enemigo es que nuestro encuentro con el Señor no se lleve a cabo, que por las distracciones y pendientes del mundo nos olvidemos de nutrir nuestra alma de Dios.

San Juan XXIII decía: “el peor rosario es el que no se reza”. Aunque las distracciones siempre lleguen a tu puerta y te hagan perder por un momento la concentración en tu oración, no decaigas, vuelve a comenzar tu diálogo y aprovéchalas. Si quizás te distraes por alguna situación de dolor o tristeza que estás viviendo, pídele con mayor intención al Señor, que te haga experimentar la paz que tu corazón necesita.

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre

La voluntad desenfrenada de diluir la indisolubilidad del matrimonio es algo grotesco

El cardenal alemán Paul Josef Cordes, presidente emérito del Consejo Pontificio Cor Unum, es uno de los once cardenales que han colaborado en el libro «Matrimonio e famiglia», que fue lanzado al mercado -a finales de septiembre de 2015- por la editorial «Cantagalli». La contribución del purpurado alemán tiene un título que recuerda a un discurso de Bendicto XVI de 2009 en la plenaria de la Congregación por el Clero, cuando exhortaba a los pastores «a la comunión con la ininterrumpida Tradición eclesial, sin censuras ni tentación de discontinuidad».

En su intervención el cardenal Cordes se ocupa en particular del tema que tanto ha movido el debate sinodal y que hace referencia al posible acceso de los divorciados vueltos a casar a la eucaristía. Un tema que, parafraseando el título, corre realmente el riesgo de generar «censura y discontinuidad» en el sínodo que está por comenzar.

De este tema se habló también el pasado 30 de septiembre en Roma, en la conferencia internacional «permanecer en la unidad de Cristo» co-organizada por «La Nuova Bussola Quotidiana».

Eminencia, a propósito de los divorciados vueltos a casar, la Iglesia alemana desde hace tiempo se esfuerza por resolver el problema. En el sínodo de las diócesis de la República Federal Alemana de 1972-1975 se buscaba la «escapatoria de la misericordia». ¿Qué puede enseñar la historia a la iglesia alemana hoy?

Como en aquel periodo yo era el referente de la sección pastoral en la secretaría de la Conferencia Episcopal Alemana, tengo bien presente lo que ha sucedido. La Plenaria del Sínodo durante las consultas sobre el tema «matrimonio y familia» había formulado un voto: preguntar a la Santa Sede la posibilidad del acceso de los divorciados vueltos a casar a los sacramentos.

Una comisión de obispos y profesores universitarios progresistas debían formular ese voto. Yo era secretario de la comisión. Hemos discutido varias veces el tema, pero no éramos capaces de producir un texto que fuese presentable: si las formulaciones del Nuevo Testamento y de los Concilios debían permanecer vinculantes para nosotros, no se habría encontrado ninguna «escapatoria de la misericordia».

Además, teníamos escrúpulos: ¿qué consecuencias habría provocado en los matrimonios en crisis una nueva disciplina pastoral, que habría permitido a los divorciados vueltos a casar el acceso a la Comunión? ¿No habría acabado por debilitar la voluntad de mantenerse fieles en los momentos de tensión conyugal?

Los signos de los tiempos no son fuentes de fe

El obispo de Osnabruk, monseñor Franz-Josef Bode, en la plenaria de la Conferencia Episcopal Alemana en febrero de 2015 habló de la necesidad de «un cambio de paradigma». En la pastoral familiar, según Bode, se debería prestar atención a los así llamados «signos de los tiempos» ¿La vida y la historia como fuente de la fe?

La tentativa de armonizar la experiencia de vida del hombre con la fe, es motivada sin duda de una gran intuición pastoral. De todos modos el cuidado pastoral se pervierte en una ilusión ruinosa, si de «los signos de los tiempos» vienen deducidos contenidos de fe.

Durante la elaboración de la constitución La Iglesia y el mundo contemporáneo del Vaticano II (Gs) este aspecto ocupó a los padres conciliares, y el teólogo conciliar Joseph Ratzinger informa en modo detallado la negativa de una tal teoría teológica.

La discusión giraba alrededor de la importancia en términos de fe del fenómeno social y eclesial y se paraba sobre la expresión bíblica «signos de los tiempos»: ¿vemos u oímos en estos signos la indicación o la voz de Dios? ¿Podemos interpretarlos como verdad teológica?

Posteriormente en las discusiones vino rechazado categóricamente trazar estos «signos de los tiempos» en la vida de los hombres como «fuente de la fe» - como había estado inicialmente formulado en Gs nr 11. Más bien era necesario discernir tales signos.

De este modo los padres conciliares explicaban que los nuevos eventos y necesidades de los cristianos que se presentaban servían a los pastores de la Iglesia como impulso, y debían ser leídos a la luz de la fe, probados y era necesario responderlos a partir de la verdad de la Revelación.

Los padres han excluido a propósito el cortocircuito penoso, según el cual un fenómeno que desafía a la Iglesia se convertiría ya por sí mismo en una fuente de la fe (locus theologicus); esto ha sido explicado por ellos de un modo profundo.

A este propósito se puede recordar que Joseph Ratzinger describe de modo detallado, cómo los padres conciliares han afrontado esta cuestión en el comentario al nr 11 de la constitución Gs, en el Lexikon für Theologie und Kirche (XIII, Freiburg 1968). Por otra parte la misma constitución del concilio sobre la «Divina Revelación» no deja ninguna duda sobre el hecho que la Iglesia católica debe su fe sólo a la Sagrada Escritura y a la enseñanza de la Iglesia (Cfr. H. de Lubac, Die göttliche Offenbarung, Einsiedeln 2001, 140 ss.).

La Palabra de Dios, interpretada por la enseñanza de la Iglesia católica, es por tanto la piedra, que da a la Iglesia el fundamento seguro (cfr. Lc 6,47 ss.). La así llamada ortopraxis o la «mística del pueblo» están siempre embebidas del «espíritu del mundo» (cfr. Rm 12,2) y oscurecen la verdad de la fe.»

Leyendo su contribución en el libro de los once cardenales impacta el título de un párrafo: «grosería». Perdóneme la pregunta ¿pero a quién y a qué se refiere?

El sentido exacto de la palabra italiana «grosería» [en italiano «scurrilità»] no me es familiar. En alemán llamamos «skurill» a lo que es extraño y grotesco.

La voluntad desenfrenada de diluir la indisolubilidad del matrimonio seduce también a profesores universitarios a proferir abstrusidades (conceptos absurdos) teológicas. Querría demostralo con dos citas. Las he encontrado en un volumen publicado por Herler- Verlag (G. Augutin/I. Proft (Hg.), Ehe und Familie. Wege zum Gelingen aus katholischer Perspektive, Freiburg 2014).

En una contribución el ordinario de una facultad católica está a favor de un segundo matrimonio después del divorcio, con motivo de la «sacramentalidad generativa, que quita el límite al sacramento del matrimonio. El primer matrimonio sacramental continúa existiendo, pero la ruptura activa no demuele el carácter indestructible de la promesa de fidelidad de Dios, pero mete en acción nuevamente su promesa...»(391).

¡Con esta especulación el «segundo matrimonio» viene interpretado como una específica fuente de gracia! Otro enseñante universitario utiliza un pasaje del Apóstol de los gentiles a los Corintios, para admitir la posibilidad de la recepción indigna del Cuerpo de Cristo.

Mientras Pablo empuja a examinarse a sí mismos amenazando de lo contrario con el castigo - «Porque quien come y bebe sin reconocer el Cuerpo del Señor come y bebe su propia condena. Es por esto que entre vosotros hay muchos enfermos y un buen número están muertos» (1 Cor. 11,29 ss). El profesor da la vuelta al sentido del apóstol, haciéndole decir que aconseja la Comunión indigna, porque esta «no lleva a la condena, sino a la salvación» (418). ¡Realmente una interpretación sorprendente!»

Papa Francisco: La clave para superar las dificultades es la oración 

AP/Associated Press/East News

Ary Waldir Ramos Díaz | Oct 20, 2019

Durante el Ángelus en la Plaza de San Pedro, el Papa preguntó: ¿Yo rezo todos los días por los misioneros y las misioneras?

El papa Francisco invitó a ser hombres y mujeres de oración, testigos del Evangelio “en nuestro tiempo, dentro de esta humanidad que a veces es contradictoria pero infinitamente amada por Dios”. Lo dijo asomado desde la ventana del estudio en el Palacio Apostólico del Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro este domingo 20 de octubre de 2019 y al final de la Misa del Día Mundial de las Misiones. 

La reflexión se basó en la segunda lectura de la liturgia de hoy que “nos ofrece la exhortación que dirige el apóstol Pablo a su fiel colaborador Timoteo: “predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, rebatiendo, reprendiendo o aconsejando, siempre con paciencia y dejando una enseñanza” (2Tm 4,2). 

Así remarcó que Timoteo se siente “responsable de la proclamación de la Palabra”. Francisco recordó que el Día Mundial de las Misiones, que se celebra hoy, “es una oportunidad favorable para que cada persona bautizada sea más consciente de la necesidad de cooperar en la proclamación del Reino de Dios a través de un compromiso renovado”. 

“El Papa Benedicto XV, hace cien años, para dar un nuevo impulso a la responsabilidad misionera de toda la Iglesia promulgó la Carta Apostólica Maximum illud”, pues, “sintió la necesidad de actualizar evangélicamente la misión en el mundo, para que pudiera ser purificada de cualquier incrustación colonial y libre del condicionamiento de las políticas expansionistas de las naciones europeas”. 

En el contexto cambiante de hoy, Francisco aseguró que “el mensaje de Benedicto XV sigue siendo relevante y nos anima a superar la tentación de cualquier cierre autorreferencial y cualquier forma de pesimismo pastoral, para abrirnos a la alegre novedad del Evangelio. 

“En nuestro tiempo,  prosiguió, marcado por una globalización que debería ser solidaria y respetuosa de la particularidad de los pueblos”, en cambio, lamentó que “todavía” se “sufre de homologación y los viejos conflictos de poder que alimentan las guerras y arruinan el planeta”. 

Ante este panorama, dijo que “los creyentes están llamados a llevar a todas partes, con nuevos ímpetu, la buena noticia de que la misericordia vence al pecado en Jesús, la esperanza vence al miedo, la fraternidad vence a la hostilidad”

De esta forma, “Cristo es nuestra paz y en Él se supera toda división, solo en Él está la salvación de cada hombre y de cada pueblo”. 

Orar sin cansarse nunca 

Entonces, indicó que para vivir plenamente la misión hay una condición indispensable: “la oración, una oración ferviente e incesante, según la enseñanza de Jesús proclamada también en el Evangelio de hoy, en el que cuenta una parábola «sobre la necesidad de rezar siempre, sin cansarse. nunca”(Lc 18, 1)”. 

“De hecho, ¡la oración es la primera fuerza del anuncio! Los misioneros son, ante todo, hombres y mujeres de oración, que nutren la fe en el vínculo constante con el Señor, para enfrentar las dificultades que conlleva la evangelización. Y al mismo tiempo, la oración es el primer apoyo del pueblo de Dios para los misioneros, lleno de afecto y gratitud por su difícil tarea de anunciar y dar la luz y la gracia del Evangelio a quienes aún no lo han recibido”. 

El Papa preguntó: ¿Yo rezo todos los días por los misioneros y las misioneras? Sucesivamente, rezó con los fieles el Ángelus: “María, Madre de todos los pueblos, acompaña y protege a los misioneros del Evangelio todos los días”. 

Al final del Ángelus, el Papa recordó que ayer en Crema el mártir Don Alfredo Cremonesi, sacerdote misionero del Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras, fue proclamado Beato. “Asesinado en Birmania en 1953, fue un incansable apóstol de la paz y un celoso testigo del Evangelio, hasta el derramamiento de su sangre”. 

“Su ejemplo nos insta a ser trabajadores incansables y misioneros valientes en todos los entornos; Su intercesión apoya a aquellos que luchan hoy para sembrar el Evangelio en el mundo. ¡Aplaudimos al Beato Alfredo!”. Francisco saludó a los peregrinos de Italia y de varios países presentes en la Plaza de San Pedro. En particular, bendijo a la comunidad peruana de Roma, “reunida aquí con la venerada Imagen del Señor de los Milagros”. Por último deseó, como es tradición: “buen domingo a todos. Por favor no olvides rezar por mí. Buen almuerzo y adiós”. 

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