...y creyeron en la Escritura

Dedicación de la Basílica de Cristo Salvador

Fiesta Litúrgica, 9 de noviembre

Fiesta de la dedicación de la basílica lateranense, construida por el emperador Constantino en honor de Cristo Salvador como sede de los obispos de Roma, cuya anual celebración en toda la Iglesia latina es signo del amor y de la unidad con el Romano Pontífice.

Es la catedral del Papa que, al tomar posesión de ella, muestra el supremo poder o potestad eclesiástica de Roma y del mundo

Basílica significa: "Casa del Rey"

De varias maneras se suele denominar este templo: Basílica "Constantiniana,"Del Salvador" y "De San Juan de Letrán". Es la catedral del Papa que, al tomar posesión de ella, muestra el supremo poder o potestad eclesiástica de Roma y del mundo; por ello a esta basílica se llama a sí misma en la escritura de su fachada "madre y cabeza de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe".

El nombre de Letrán le viene del palacio que tenían los "Laterani" en el monte Celio desde el siglo I a quienes la autoridad confiscó sus bienes por atreverse a conspirar contra Nerón. Parece ser que pasó a ser propiedad de Fausta, la esposa de Constantino; aconsejada, según dicen, por Osio de Córdoba, lo donó a los Papas para su residencia habitual, como de hecho lo fue a través de bastantes siglos hasta el periodo de Aviñon.

Pero la longa historia no muy probada o la leyenda une esta basílica a la familia imperial también por otros motivos. Parece ser que el emperador que legalizó a la Iglesia contrajo el terrible e incurable mal de la lepra y fue curado milagrosamente por san Silvestre; en agradecimiento por la recuperación de la salud, entregó los terrenos necesarios para construirla y se prestó a dar la ayuda económica pertinente. Esta es la razón de llamarla también "Constantiniana".

Se sabe que ya en el año 313 hubo en ella un sínodo porque la esposa de Constantino lo cedió al papa Milcíades; que el papa Dámaso fue ordenado en ella y que se dedicó el día 9 de Noviembre del año 324, dándole Silvestre el título de "El Salvador", hasta que en el siglo XIII se le añadieran los de San Juan Bautista y de San Juan Evangelista.

Este augusto templo ha sido la sede de muchos concilios -más de veinticinco- desde el siglo IV al XVI y, de ellos, cinco han sido ecuménicos.

Allí se firmó, ya en tiempos más cercanos, el Tratado de Letrán, el 11 de marzo de 1929, con el que Pío XI logró la libertad del papa de todo soberano temporal y con ello el libre ejercicio de su misión evangelizadora, firmándolo con Mussolini.

Esta basílica podría contar una larga serie histórica de virtudes, pero también habla de sacrilegios, saqueos, incendios, terremotos e incluso el abandono de sus papas sobre todo el tiempo del destierro de Aviñon. Buscando un sentido a esos hechos, uno se pregunta si no serán las fuerzas del infierno que se ponen de pie, rabiosas, con la intención de acabar con el templo de piedras que es símbolo del poder espiritual supremo e indefectible en la Iglesia. También hay que decir que tanto el Renacimiento como el barroco dejaron en ella su huella artística perenne y restauradora, y que Sixto V y León XIII la hicieron realmente suntuosa, por no hablar de que hasta allí fue Francisco de Asís en 1210 a solicitar del Papa Inocencio III la aprobación de su Orden.

Cuando con su consagración se dedica a Dios y a su culto, se indica que pasa a ser propiedad y sede de la Majestad divina; con esa ceremonia se indica que pasa a ser "la morada de Dios entre los hombres".

A los católicos, mirándola a ella, se nos hace próximo el misterio de la salvación, pareciéndonos actual aquella escena evangélica en la que Jesucristo llamó a aquel Zaqueo, agarrado a la rama de la higuera, que se siente interpelado por Dios para habitar en su casa y comer con él a pesar de ser sólo un pobre publicano despreciable y pecador.

Es como si el mismo Dios quisiera darnos a entender que, por medio de todo el culto que allí se realiza la Misa, que es el sacrificio redentor de la Cruz, con los sacramentos, con la escucha de su palabra que se hace actual por la predicación-, quisiera recordarnos su vehemente deseo a los hombres de incorporarnos a Él haciéndonos piedras vivas, bien unidas por la caridad, de su Esposa mística -la Iglesia-como las piedras físicas se unen en la construcción material de la basílica. De hecho, esta idea ya está expresada en el Apocalipsis cuando presenta a la Nueva Jerusalén.

Y ¿por qué no decirlo? La Basílica, con su grandeza y su miseria, es también un símbolo de la Iglesia de todos los tiempos donde hubo, hay y habrá persecuciones y flaquezas, intereses humanos y divinos, política, arte, espíritu, dogma y santidad.

¿Le dices sí a Dios?

Santo Evangelio según san Juan 2, 13-22. Sábado del XXXI del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que abra mi corazón a tus inspiraciones y pueda cumplir siempre tu santa voluntad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 2, 13-22

Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: "Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi padre".

En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora. Después intervinieron los judíos para preguntarle: "¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?". Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré". Replicaron los judíos: "Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y Tú lo vas a levantar en tres días?".

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«El celo de tu casa me devora», esas son las palabras que nos tienen que resonar en el corazón. El celo por la casa donde mora el Espíritu Santo es nuestro corazón, nuestra alma en gracia; es allí donde Él quiere habitar. Pero ¿lo dejamos? ¿Él tiene ese espacio y el lugar que le corresponde?

Son preguntas que no vamos a responder de un momento a otro, sino que necesitamos reflexionar y observar cuántas veces, en nuestro día a día, le decimos sí a Dios. En el trabajo, en el colegio, en la casa, en donde desempeñemos nuestro trabajo cotidiano, es donde debemos buscar agradar a Dios. Y la forma de hacerlo es haciendo todo de cara a Él, con perfección, con dedicación y responsabilidad, mostrando, con nuestra coherencia de vida, que somos hijos de Dios y que buscamos y luchamos a diario por la santidad.

«Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré». Con estas palabras nos muestra el poder y la fuerza de su gracia, ¿confiamos en ese poder? ¿Confiamos en la fuerza de su gracia? En ocasiones, nuestra debilidad o nuestro orgullo nos nublan los ojos de la esperanza y no podemos ver con claridad el plan de Dios en nuestras vidas. Y es en esos momentos, en los que intentamos solo salir a flote con nuestras propias fuerzas, nos olvidamos de que fue Él el que dijo que en tres días reconstruiría el templo. Es por tal que debemos aprender a confiar en su palabra, y decir como san Pedro: «Señor en tu palabra echaré las redes». Esa es la confianza que nos pide el Señor; de esa forma, todo será más simple y agradable.

«Cada Eucaristía que celebramos con fe nos hace crecer como templo vivo del Señor, gracias a la comunión con su Cuerpo crucificado y resucitado. Jesús conoce lo que hay en cada uno de nosotros, y también conoce nuestro deseo más ardiente: el de ser habitados por Él, sólo por Él. Dejémoslo entrar en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro corazón. Que María santísima, morada privilegiada del Hijo de Dios, nos acompañe y nos sostenga en el itinerario cuaresmal, para que redescubramos la belleza del encuentro con Cristo, que nos libera y nos salva».
(Ángelus de S.S. Francisco, 8 de marzo de 2015).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hacer una oración pidiendo por el incremento de las vocaciones en la Iglesia.

En un momento de oración pediré al Espíritu Santo que me ayude a decir sí a la voluntad de Dios durante este día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Construyamos a Dios un templo con nuestra vida

Angelus del Papa en el 3er. domingo de Cuaresma: El látigo de Jesús es su misericordia. 8 de marzo de 2015
Por: Papa Francisco | Fuente: es.radiovaticana.va

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El Evangelio de hoy nos presenta el episodio de la expulsión de los vendedores del templo.  Jesús  «hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes » (Jn 2,15). El dinero, todo. Este gesto suscitó una fuerte impresión, en la gente y los discipulos. Aparece claramente como un gesto profético, tan es así que algunos de los presentes preguntaron a Jesús: «¿Qué signo nos das para obrar así?» (v. 18) ¿Quién eres tú para actuar así? –  o sea una señal divina, prodigiosa que muestre a Jesús como enviado de Dios. Y  Él respondió:  «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar» (v. 19). Le replicaron: «han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo,  ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» (v. 20).  No habían entendido que el Señor se refería al templo vivo de su cuerpo, que habría sido destruído con la muerte en la cruz, pero que habría resucitado al tercer día. Por esto, en tres días.  «Cuando Jesús resucitó – escribe el Evangelista-  sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado» (v. 22).

En efecto, este gesto de Jesús y su mensaje profético se entienden completamente a la luz de su Pascua.  Aquí tenemos, según el Evangelista Juan, el primer anuncio de la muerte y resurrección de Cristo: su cuerpo, destruído en la cruz por la violencia del pecado, en la Resurrección se convertirá en el lugar del encuentro universal entre Dios y los hombres. Y Cristo Resucitado es precisamente el lugar del encuentro universal - ¡de todos ! - entre Dios y los hombres. Por esto su humanidad es el verdadero templo, donde Dios se revela, habla, se deja encontrar; y los verdaderos adoradores de Dios no son los custodios del templo material, los detentores del poder y del saber religioso, sino aquellos que adoran a Dios «en espíritu y verdad» (Jn 4,23).

En este tiempo de Cuaresma nos estamos preparando para la celebración de la Pascua, donde renovaremos las promesas de nuestro Bautismo. Caminemos por el mundo como Jesús y hagamos de toda nuestra existencia un signo de su amor por nuestros hermanos, especialmente los más débiles y los más pobres,  nosotros construimos a Dios un templo en nuestra vida.  Y de esta manera lo hacemos “encontrable”  para tantas personas que encontramos en nuestro camino. Si somos testimonios de este Cristo vivo, mucha gente encontrará a Jesús en nosotros, en nuestro testimonio.  Pero – nos preguntamos  y cada uno de nosotros se puede preguntar – ¿en mi vida el Señor se siente verdaderamente a casa?.  ¿Lo dejamos hacer “limpieza” en nuestro corazón y expulsar a los ídolos, o sea aquellas actitudes de codicia, celos, mundanidad, envidia, odio, aquella costumbre de hablar mal de los otros? ¿Lo dejo hacer limpieza de todos los comportamientos contra Dios, contra el prójimo y contra nosotros mismos, como hoy hemos escuchado en la primera Lectura? Cada uno se puede responder, en silencio en su corazón: “¿Dejo que Jesús haga un poco de limpieza en mi corazón?”. “ ¡Padre, tengo miedo que me apalee!”. Jesús jamás apalea. Jesús limpiará con ternura, con misericordia, con amor. La misericordia es su manera de limpiar. Dejemos, cada uno de nosotros, dejemos que el Señor entre con su misericordia - no con el látigo, no, con su misericordia - a hacer limpieza en nuestros corazones.  El látigo de Jesús es su misericordia. Abrámosle la puerta para que limpie un poco.

Cada Eucaristía que celebramos con fe nos hace crecer como templo vivo del Señor, gracias a la comunión con su Cuerpo crucificado y resucitado. Jesús conoce aquello que hay en cada uno de nosotros, y conoce también  nuestro más ardiente anhelo: ser habitado por Él, sólo por Él. Dejémoslo entrar en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestros corazones. Que María Santísima, morada privilegiada del Hijo de Dios, nos acompañe y nos sostenga en el itinerario cuaresmal, para que podamos redescubrir la belleza del encuentro con Cristo, que nos libra y nos salva.

¿Cómo es tener un hijo con síndrome de Down?

Un hijo con síndrome de Down no puede ser más que una bendición

¿Síndrome de Down? Tal vez esto es lo último en lo que piensa una madre cuando la prueba de embarazo sale positiva. Incluso, cuando le entregan a su hijo recién nacido en brazos. Y aunque las reacciones y opiniones frente al tema sean bastante amplias, está claro que el corazón de una madre no conoce distinciones.

El video que les comparto a continuación ha sido producido por la marca de pañales Babysec de Chile. Nace como una campaña para demostrar que para que la inclusión sea real, hay que actuar. El video nos da un hermoso mensaje de lo que significa el amor para aquellos que se convierten en padres.

Como no amar al ser que ha crecido en mis entrañas

Vamos a dejar de lado todo el tema del aborto y las mil y un razones por las que algunos dirían que frente a este tipo de noticia, un aborto es la «solución al problema». Nos centraremos en el conmovedor testimonio de estos padres, que con lágrimas en los ojos hablan de la inclusión. De lo importante que es actuar en vez de hablar, y dejar que las palabras se las lleve el viento.

¿Qué padre quiere ver a sus hijos sufrir?, ¿a qué madre no le partería el corazón que su hijo fuera rechazado? Que no tuviera amigos o que sea el foco de murmullos y miradas, no de admiración, sino de esa curiosidad e indiscreción que es capaz de lastimarnos hasta lo más profundo.

El amor de una madre o un padre, no se compara con nada. Aunque lamentablemente hayan muchos casos en que alguno de los padres rechace la condición de su hijo, podríamos decir que la gran mayoría, ama y apoya a ese hijo desde el primer instante en que llega a sus vidas.

La forma del amor

Me gusta pensar en que el amor es ciego. No me refiero a ese amor ciego del que nos tildan como causa para aceptar el maltrato, el irrespeto o la violencia en una relación. Sino ese amor que proviene de Dios, el amor que no viene dosificado, ni digno solo para unos cuantos. Me gusta pensar que el amor no conoce raza, ni estrato, ni color, ni condición, es para todos, sin importar de dónde vengamos o quiénes seamos.

¿Por qué no sería digno del mismo amor un niño con síndrome de Down?, ¿por qué pensamos que merecen menos o que sus padres deben sentir pena? Al contrario, estos padres conocen un amor aún más grande, un amor con un cromosoma extra que lo cambia todo. Que lleva este concepto a otro nivel.

La transformación del corazón

Los hijos, vienen con esa increíble y maravillosa capacidad de sacar de nosotros, lo mejor. Convertirnos en padres nos demuestra que somos mucho más fuertes de lo que pensábamos. Aprendemos a combatir nuestros más grandes miedos e inseguridades. Porque el amor que ese hijo nos brinda, es tan inmenso, que es capaz de hacernos descubrir cualidades o fortalezas que jamás creímos poseer en nuestro interior.

La oscuridad ya no nos da miedo, los monstruos debajo de la cama ahora son cuento chino, las heridas y caídas se pueden curar con un buen beso o un abrazo, y las lágrimas se pueden cambiar por carcajadas en un abrir y cerrar de ojos. Un hijo con síndrome de Down no puede ser más que una bendición, igual a la que Dios le otorga a los millones de padres y madres que le dan el sí a la vida.

Es verdad que para los padres que tienen un hijo con síndrome de Down la vida no es tan sencilla. Para nadie la es, pero para ellos, todo se complica un poco más. Porque vivimos en un mundo que señala con el dedo, uno en el que hace mucha falta ser compasivo. El problema no es de los padres, ni de los niños, el problema es nuestro, al no luchar por la inclusión y hacerle ver a estos pequeños y sus papás, que tienen derecho al mismo trato.

Si eres padre o madre de un niño con síndrome de Down hoy me gustaría darte las gracias, no solo por traer a tu hijo al mundo, sino por amar a ese ser con todas las fuerzas de tu corazón. Por luchar por su felicidad y por limpiarte las lágrimas y seguir adelante aún cuando otros te han lastimado con sus comentarios.

La imagen de la Virgen de la Almudena

Cuenta la leyenda que fue traída a España por el Apóstol Santiago cuando vino a predicar el Evangelio, que la pintó San Lucas y la talló Nicodemus…

El origen de la imagen de la Virgen, que con el tiempo se había de llamar Santa María la Real de la Almudena llega, según la tradición, hasta la generación apostólica; y con ella la devoción que siempre ha tenido entre los madrileños. Cuenta la leyenda que fue traída a España por el Apóstol Santiago cuando vino a predicar el Evangelio, y dicen que la pintó San Lucas y la talló Nicodemus…  Esta pretensión de atribuir tan remoto origen a la Imagen, es muy de admirar. Lo que si es cierto es que en la pequeña villa que luego habría de ser capital de España, se veneró desde siempre como Patrona una imagen de la Madre de Dios denominada “Santa María de la Vega” o de “La Concepción Admirable”.

Cuenta la tradición que a comienzos del siglo VIII, ante la inminencia de la invasión sarracena ocurrida entre los años 711 a 714, los cristianos de la villa para evitar la profanación de la imagen, escondieron a la Señora en un cubo de la muralla; en 1083-1085 siendo Pontífice Gregorio VII, al conquistar Magerit el rey Alfonso VI, convocó una procesión encabezada por él mismo, y al llegar junto al cubo de la muralla cercano a la Almudayna unas piedras se derrumbaron y en el hueco estaba la imagen de la Virgen con los dos cirios encendidos. Era el 9 de noviembre del año 1085. Según esta tradición el Rey Alfonso VI hasta la localización de imagen habría mandado pintar en el muro de la Iglesia de la Villa una imagen. Esa imagen sería la conocida hoy en día de “la Virgen de la Flor de lis”. Cuenta esta leyenda que los rasgos estaban inspirados en su esposa Doña Constanza y que sostiene una imagen de flor de lis en su mano puesto que Doña Constanza era francesa. Esta imagen es una pintura mural probablemente de fines del siglo XII o principios del siglo XIII y muestra a la Virgen con el Niño y con una flor de Lis en la mano. Bajo sus pies una Cruz roja similar a la de la Orden de Calatrava. Seguramente tras la consagración del templo (ya que había sido mezquita) se pintó una imagen de la Virgen con el lirio (probablemente símbolo de pureza de María) muy utilizado como ornamento decorativo por los visigodos y más tarde por los mozárabes.  En 1638 se arrancó el bloque de yeso de 10 cm. de espesor sobre el que está pintada la imagen y se trasladó a otro lugar de la iglesia. En 1868, cuando se derribó la iglesia de Santa Maria, pasó a la del Santísimo Sacramento y desde allí definitivamente a la Cripta donde hoy se venera. La Virgen de la Flor de Lis es actualmente Patrona de los jardineros.

La imagen

La talla actual de la Virgen de la Almudena es de madera de pino dorada y policromada, y sostiene al Niño en sus brazos y data seguramente de fines del siglo XV o principios del XVI, fue realizada por un escultor relacionado con el maestro Diego Copín de Toledo o por el mismo tal y como afirmaron José Manuel Azcárate y  Francisco Portela; sustituyó a la anterior que aparece citada en algunas crónicas y  cuya imagen es probablemente la que aparece pintada en el arcón de San Isidro que se encuentra en la Capilla de la Catedral dedicada a San Isidro, y que podría haber sustituido a una primitiva que se habría quemado en tiempos de Enrique IV (1425-1474).

Esta  imagen de Santa Maria la Real de la Almudena, estuvo vestida desde 1626. Durante este tiempo recibió gran cantidad de vestidos y mantos, regalo de distintas Reinas de España, que se conservan en el Museo Catedral; pero el 18 de junio de 1890, por disposición del entonces Obispo de Madrid Don Ciriaco Sancha, la Virgen salió en la Procesión del Corpus desposeída de sus vestiduras de tela.

Otras imágenes

Hay otras representaciones de la Almudena, copias más modernas y casi idénticas a la anterior.  La primera se encuentra en la cripta; en el museo catedral existe otra imagen, vestida con un traje de tisú blanco, bordado en oro, que nos la muestra tal y como la veneraban los madrileños de los siglos XVII, XVIII y XIX. Así mismo se han realizado otras copias: la que se encuentra en el muro de la cuesta de la Vega recordando su aparición en la muralla, o la que se utiliza para posesionar o presidir los actos diocesanos en el exterior del templo.

Isabel de la Trinidad, Santa

Virgen Carmelita, 9 de noviembre

Martirologio Romano: En Dijon, en Francia, Santa Isabel de la Santísima Trinidad Catez, virgen, de la Orden de las Carmelitas Descalzas, que desde niña anheló buscar en lo profundo de su corazón el conocimiento y la contemplación de la Trinidad, y afligida por muchos sufrimientos, todavía joven continuó caminando, como siempre había soñado, «hacia el amor, hacia la luz y hacia la vida». ( 1906)

Etimológicamente: Isabel = "juramento de Dios". Viene de la lengua hebrea.

Fecha de beatificación: 25 de noviembre de 1984, por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 16 de octubre de 2016, por S.S. Francisco

Breve Biografía

Una mañana del 18 de Julio de 1880 nace en un campo militar de Avor, cerca de Bourges (Francia). Su familia está inquieta porque los médicos han dicho que el bebé no podrá salvar su vida. María Rolland, su mamá, espera su primera hija. Todos rezan y se ofrecen misas por la nueva criatura. En contra de todos los pronósticos la niña llega a este mundo “muy hermosa y vivaracha”. Cuatro días después, el 22 de julio, es bautizada con el nombre de Isabel Josefina.

La señora Catez se ha dado cuenta del talento musical de su hija. La inscribe en el Conservatorio a los siete años. Isabel pasa muchas horas en el piano. No va a la escuela porque las instituciones del estado son demasiado laicas, en cambio recibirá la formación más elemental en casa.

El 19 de abril de 1891 es la Primera Comunión. Sus cartas nos revelan la experiencia de ser amada y darse. “Este gran día nos hemos dado por completo el uno al otro” (C 178). Gozo, alegría, saciedad, plenitud, belleza, música interior…son las realidades que siente en su corazón.

También los santos tienen vacaciones. Estamos en el verano de 1894, las Catez marchan a Carlipa, allí visitan a sus tías. Isabel siempre recodará el espectáculo cósmico de los Pirineos:”¿Te acuerdas de nuestros paseos por la sierra durante la noche, a la luz de la luna, mientras escuchábamos las alegres campanadas? ¡Oh, tía, qué bello estaba el valle a la luz de las estrellas, esa inmensidad, ese infinito, todo me hablaba de Dios” (C 139).

Así era Isabel humana y divina, centrada en el interior y viviendo las alegrías de la vida. Con frecuencia participaba en veladas y bailes que organizaban las familias militares. En estos lugares la joven Isabel quiere ser como el sol que irradia su luz.

El 2 de agosto de 1901 entra en el Carmelo. Una vida dedicada por entero a la oración. Una comunidad de hermanas que viven el ideal de santa Teresa. Una sencillez en el uso de las cosas y en el trato con las personas. Un ideal apostólico que amplía sus horizontes al mundo entero. El Epistolario refleja de una forma maravillosa sus primeras impresiones. “No encuentro palabras para expresar mi dicha”, “aquí ya no hay nada, sólo Él…Se le encuentra en todas partes, lo mismo en la colada que en la oración” (C 91).

El 11 de enero de 1903, domingo y fiesta de la Epifanía, ante la comunidad carmelitana de Dijon, Isabel pronuncia sus votos religiosos. Se siente invadida por Dios, por su abundante gracia, un derroche.

Sus experiencias religiosas son alimentadas por sus lecturas. El Nuevo Testamento tiene un lugar privilegiado en su mundo espiritual, muy especialmente las cartas de san Pablo, a quien llamará “padre de su alma”. Las páginas de san Juan de la Cruz han ejercido una influencia considerable en el camino de la unión con Dios.

El año 1904 es muy significativo. El 21 de noviembre Isabel lo pasa ante el Santísimo. Por la noche redacta una oración, que es expresión de su entrega al Dios Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dice así:

“¡Oh, Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayudadme a olvidarme enteramente para establecerme en Vos, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad. Que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de vos, ¡mi Inmutable!, sino que cada minuto me haga penetrar más en profundidad de vuestro misterio. Pacificad mi alma, haced de ella vuestro cielo, vuestra morada amada y el lugar de vuestro reposo. Que no os deje allí jamás solo, sino que esté allí toda entera, completamente despierta en mi fe, en adoración total, completamente entregada a vuestra acción creadora”.

Ella ha descubierto su vocación en la Iglesia: ser para Dios “una alabanza de gloria” (Ef 1,6). Hasta tal punto que esta mística francesa lo toma como un nombre simbólico, laudem gloriae, “alabanza de gloria”.
Los días 7 y 8 de noviembre está en silencio. Las últimas palabras que le oyeron sus hermanas de comunidad fueron: “Voy a la Luz, al Amor, a la Vida”. En el amanecer del 9 de noviembre de 1906, deja de respirar, la ciudad de Dijon está tranquila. Las que estaban allí presentes se dan cuenta que Isabel ha emprendido el viaje a la Trinidad que tanto amó en la tierra y como un profeta nos llama a cada uno a disfrutar de su Presencia en lo cotidiano de la vida.

El milagro para la beatificación

Un primer  milagro obtenido por intercesión de Sor Isabel se verificó el 17 de febrero de 1984. Fue la curación milagrosa de Fray Jean Chanut, un monje de la abadía cisterciense, por entonces maestro de novicios. Tenía 31 años de edad en 1938 y sufría de tuberculosis renal. A pesar de la extracción de un riñón, la enfermedad se extendió por todo el tracto urogenital. Fray Jean sufría mucho, estaba incapacitado para continuar con sus oficios dentro de la comunidad y todo parecía indicar que el único desenlace sería la muerte. Sin embargo, en enero de 1943, siguiendo el consejo de un padre predicador, la comunidad cisterciense comenzó una novena de oración, confiando en la intercesión de Sor Isabel. Concluida la novena el Fray Chanut recuperó las fuerzas y pudo reanudar rápidamente la plena observancia de la Regla, las vigilias y los ayunos severos propios del estilo de vida cisterciense. Las pruebas de laboratorio que se le realizaron, demostraron la milagrosa desaparición de la enfermedad. Fray Chanut más tarde fue abad del monasterio y murió en África en 1980. Este milagro permitió la beatificación de Sor Isabel el 25 de noviembre de 1984.

Aquí la historia del milagro aprobado para su canonización


ORACIÓN
Oh Dios, rico en misericordia,
que descubriste a
Santa Isabel de la Trinidad
el misterio de tu presencia secreta
en el alma del justo
e hiciste de ella
una adoradora en espíritu y verdad,
concédenos, por su intercesión,
que también nosotros,
permaneciendo en el amor de Cristo,
merezcamos ser transformados
en templos del Espíritu Santo de amor,
para alabanza de tu gloria.

Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

 

       

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