Ante una cultura de la indiferencia, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia
- 04 Marzo 2021
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Memoria Litúrgica, 4 de marzo
Príncipe
Martirologio Romano: San Casimiro, hijo del rey de Polonia, que, siendo príncipe, destacó por el celo en la fe, por la castidad y la penitencia, la benignidad hacia los pobres y la devota veneración a la Eucaristía y a la bienaventurada Virgen María, y aún joven, consumido por la tuberculosis, descansó piadosamente en la ciudad de Grodno, cerca de Vilna, en Lituania († 1484).
Etimológicamente: Casimiro = Aquel que invoca, enseña, promueve la paz, es de origen polaco
Fecha de canonización: El rey Segismundo presentó ante el Papa León X la solicitud para la canonización de Casimiro luego de haberse registrado muchos milagros por su intercesión. En 1521 dicho Papa declaró a Casimiro patrón de Polonia y Lituania, pero fue oficialmente beatificado en 1602 por el Papa Clemente VIII y por fin en 1621 su fiesta fue extendida a la Iglesia Universal.
Patrono: de Polonia, de Lituania (proclamado por el Papa Urbano VIII en 1636), de la Diócesis de Grodno (Bielorrusia), de los reyes, de los principes, de los laicos solteros, protector contra la peste.
Breve Biografía
Casimiro nació en 1458 en Cracovia. Era el tercero de los trece hijos de Casimiro, rey de Polonia. Muchos santos han salido de familias muy numerosas, y de esta clase de familias llegan a la Iglesia Católica excelentes vocaciones.
Su madre Isabel, hija del emperador de Austria, era una fervorosa católica y se esmeró con toda el alma porque sus hijos fueran también entusiastas practicantes de la religión. Ella en una carta a una amiga hace una formidable lista de las cualidades que debe tener una buena madre, y seguramente que esas cualidades fueron las que practicó con sus propios hijos.
Y además de la educación que le dieron sus padres, Casimiro tuvo la gran suerte de que el rey le consiguió dos maestros que eran buenísimos educadores. El Padre Juan y el profesor Calímaco. El Padre Juan era Polaco y dejó fama de ser muy sabio y muy santo, pero su mayor honor le viene de haber sido el que encaminó a San Casimiro hacia una altísima santidad. El Profesor Calímaco era un gran sabio que había sido secretario del Papa Pío II, y después estuvo 30 años en la corte del rey de Polonia ayudándole en la instrucción de los jóvenes. Calímaco dijo: "Casimiro es un adolescente santo", y el Padre Juan escribió también: "Casimiro es un joven excepcional en cuanto a virtud".
Claro está que no basta con recibir una buena educación de parte de los papás y tener buenos profesores, sino que es necesario que el joven ponga de su parte todo el empeño posible por ser bueno. Pues de los otros doce hermanos de Casimiro, que tuvieron los mismos profesores, ninguno llegó a la santidad, y algunos hasta dieron malos ejemplos. En cambio nuestro santo llegó a unas alturas de virtud que admiraron a los que lo conocieron y lo trataron.
Dicen los biógrafos de San Casimiro que su más grande anhelo y su más fuerte deseo era siempre agradar a Dios. Para eso trataba de dominar su cuerpo, antes de que las pasiones sensuales mancharan su alma. Siendo hijo del rey, sin embargo vestía muy sencillamente, sin ningún lujo. Se mortificaba en el comer, en el beber, en el mirar y en el dormir. Muchas veces dormía sobre el puro suelo y se esforzaba por no tomar licor. Y esto en un palacio real donde las gentes eran bastante inclinadas a una vida fácil y de muchas comodidades y comilonas.
Para Casimiro el centro de su devoción era la Pasión y Muerte de Jesucristo. En aquellos tiempos los maestros espirituales insistían frecuentemente en que para ser fervoroso y crecer en el amor a Dios aprovecha muchísimo el meditar en la Pasión de Jesucristo. Nuestro santo pasaba mucho tiempo meditando en la Agonía de Jesús en el Huerto y en los azotes que padeció, como también en la coronación de espinas y las bofetadas que le dieron a Nuestro Señor. Ratos y ratos se estaba pensando en la subida de Jesús al Calvario y en las cinco heridas del crucificado, y meditando en el amor que llevó a Jesús a sacrificarse por nosotros. Le gustaban los cristos muy sangrantes, y ante un crucifijo se quedaba tiempos y tiempos meditando, suplicando y dando gracias.
Otra gran devoción de Casimiro era la de Jesús Sacramentado. Como durante el día estaba sumamente ocupado ayudando a su padre a gobernar el Reino de Polonia y de Lituania, aprovechaba el descanso y el silencio de las noches para ir a los templos y pasar horas y horas adorando a Jesús en la Santa Hostia.
Sus preferidos eran los pobres. La gente se admiraba de que siendo hijo de un rey, nunca ni en sus palabras ni en su trato se mostraba orgulloso o despreciador con ninguno, ni siquiera con los más miserables y antipáticos. Un biógrafo (enviado por el Papa León X a recoger datos acerca de él) afirma que la caridad de Casimiro era casi increíble, un verdadero don del Espíritu Santo. Que el amor tan grande que le tenía a Dios, lo llevaba a amar inmensamente al prójimo, y que nada le era tan agradable y apetecible como la entrega de todos sus bienes en favor de los más necesitados, y no sólo de sus bienes materiales, sino de su tiempo, sus energías, de su influencia respecto a su padre y de su inteligencia. Que prefería siempre a los más afligidos, a los más pobres, a los extranjeros que no tenían a nadie que los socorriera, y a los enfermos. Que defendía a los miserables y por eso el pueblo lo llamaba "el defensor de los pobres".
Su padre quiso casarlo con la hija del Emperador Federico, pero Casimiro dijo que le había prometido a la Virgen Santísima conservarse en perpetua castidad. Y renunció a tan honroso matrimonio.
Los secretarios y otras personas que vivieron con Casimiro durante varios años estuvieron todos de acuerdo en afirmar que lo más probable es que este santo joven no cometió ni un solo pecado grave en toda su vida. Y esto es tanto más admirable en cuanto que vivía en un ambiente de palacio de gobierno donde generalmente hay mucha relajación de costumbres. La gente se admiraba al ver que un joven de veinte años observaba una conducta tan equilibrada y seria como si ya tuviera sesenta.
A su padre el rey le advertía con todo respeto pero con mucha valentía, las fallas que encontraba en el gobierno, especialmente cuando se cometían injusticias contra los pobres. Y el papa atendía con rapidez a sus peticiones y trataba de poner remedio.
Casimiro llegó lo mismo que San Luis Gonzaga, San Gabriel de la Dolorosa, San Estanislao de Koska, San Juan Berchmans, y Santa Teresita de Jesús, a una gran santidad, en muy pocos años.
Se enfermó de tuberculosis, y el 4 de marzo de 1484, a la corta edad de 26 años, murió santamente dejando en todos los más edificantes recuerdos de bondad y de pureza. Lo sepultaron en Vilma, capital de Lituania.
A los 120 años de enterrado abrieron su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Ni siquiera sus vestidos se habían dañado, y eso que el sitio donde lo habían sepultado era muy húmedo.
Sobre su pecho encontraron una poesía a la Sma. Virgen, que él había recitado frecuentemente y que mandó que la colocaran sobre su cadáver cuando lo fueran a enterrar. Esa poesía que él había propagado mucho empieza así:
Cada día alma mía, di a María su alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás, etc., etc.
Hasta después de muerto quería que en su sepulcro se honrara a la Virgen María a quien le tuvo inmensa devoción durante toda su vida.
San Casimiro trabajó incansablemente por extender la religión católica en Polonia y Lituania, y estas dos naciones han conservado admirablemente su fe católica, y aún en este tiempo cuando las gentes ven que está en peligro su religión, invocan al santo joven que fue tan entusiasta por nuestra religión. Y él demuestra con verdaderos prodigios lo mucho que intercede ante Dios en favor de los que lo invocan con fe.
Oración
Dios todopoderoso,
sabemos que servirte es reinar;
por eso te pedimos nos concedas,
por intercesión de san Casimiro,
vivir sometidos a tu voluntad en santidad y justicia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Una cultura de indiferencia
Santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31. Jueves II de Cuaresma
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Creo en ti, Señor. Creo que eres mi Dios y mi todo. Aumenta mi fe para que crea en ti con más firmeza. Confío en ti porque eres el amigo que nunca falla. Aumenta mi confianza para que sepa esperarlo todo de ti. Te amo pero quiero amarte hoy un poco más. Gracias por todos los beneficios que me has dado. Ayúdame en este día y concédeme aquello que sabes más necesito.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de telas finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico, y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantando los ojos, vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: ‘Padre Abrahán, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó: «Hijo, recuerda que en vida recibiste bienes, y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormento’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen’. El replicó: ‘No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselos, entonces si se arrepentirán’. Abraham repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto’».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Hoy me presentas una parábola para recordarme la caridad. En este tiempo de cuaresma es una virtud que puedo ejercitar de manera especial y por eso, en este Evangelio, me motivas a ello.
El mundo se ha ido encargando cada vez más de cerrar mis horizontes y reducir mis perspectivas. Es un mundo que me centra en mí más que en los demás. Un mundo que, en palabras del Evangelio de hoy, me enfoca en la preocupación de vestirme de púrpura, banquetear diariamente y no mirar al pobre, al mendigo, al necesitado de mi lado.
Tal vez me he ido acostumbrando a ver esa persona en la calle sin nada que comer y que pasa frío todas las noches. Me he arrutinado y no me conmueve el enfermo que, cerca de casa, mendiga una ayuda material e incluso a veces algo menos: un saludo o una sonrisa. Ya no me asombra escuchar en el noticiero o leer en el periódico los muertos por la guerra, los accidentados en un lugar o los que han debido huir de su casa a causa de la violencia. Es lo más normal, y luego los deportes, los anuncios publicitarios o la telenovela me hacen olvidar que mis hermanos, los hombres, padecen necesidad. Es lo que el Papa Francisco llama la cultura de la indiferencia.
Pero no hay que ir demasiado lejos. A veces me preocupo, Señor, por hacer actos de caridad y servicio con los de fuera de casa. Sin embargo, no descubro al Lázaro que está bajo mi mismo techo, el familiar que necesita de mi apoyo, de mi ayuda, de mi consejo o incluso menos, necesita de mi mirada, de mi comprensión, de mi perdón, de una sonrisa de mis labios, de una caricia.
Dame la gracia, Señor, de vivir la caridad en mi hogar. Concédeme un sexto sentido que me ayude a percibir las necesidades de los que viven en mi casa y salir a su encuentro. Y no ser tampoco indiferente al dolor de los demás. Ayúdame a ayudarlos por lo menos con una oración.
«En una sociedad frecuentemente ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo, Él nos llama a tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante. En un mundo, a menudo duro con el pecador e indulgente con el pecado, es necesario cultivar un fuerte sentido de la justicia, de la búsqueda y el poner en práctica la voluntad de Dios. Ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia, que extraemos cada día del pozo de la oración». (Homilía de S.S. Francisco, 24 de diciembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy les diré a los que viven conmigo que los quiero y los estimo mucho.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El rico Epulón y el pobre Lázaro
Lucas 16, 19-31. Cuaresma. Ser sencillos y humildes para que Jesús no encuentre obstáculos para llegar a lo más hondo de nuestro corazón.
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el infierno entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: "Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama". Pero Abraham le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros". Replicó: "Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento". Le dijo Abraham: "Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan". Él dijo: "No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán". Le contestó: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite".
Oración introductoria
Señor, ayúdame a ser consciente de que estás siempre a mi lado, de que cada oración es un nuevo encuentro contigo, mi Mejor Amigo. Señor, Tú sabes que soy débil y que muchas veces me olvido de ti, buscando mi satisfacción en las cosas de este mundo. Sabes que suelo pensar en mí mismo, en mis planes, en mis gustos, en mi voluntad. Por eso, te pido, Señor, que cambies mi corazón de piedra en uno de carne y hueso, para así cumplir mi misión de ser sal de la tierra y luz del mundo. Te ofrezco, Señor, esta meditación por los más necesitados y oprimidos, y por los que viven lejos de tu amor.
Petición
Señor Jesús, ayúdame a ser consciente de que la misión de que cada Cristiano es el Amor, y de que al fin de mi vida me interrogarán sobre cuánto y cómo he amado a mis hermanos.
Meditación del Papa Francisco
No se dice que el rico epulón fuera malvado, al contrario, tal vez era un hombre religioso, a su manera. Rezaba, quizás, alguna oración y dos o tres veces al año seguramente iba al Templo a hacer sacrificios y daba grandes ofrendas a los sacerdotes, y ellos con aquella pusilanimidad clerical se lo agradecían y le hacían sentarse en el lugar de honor. Pero no se daba cuenta de que a su puerta estaba un pobre mendigo, Lázaro, hambriento, lleno de llagas, símbolo de tanta necesidad que tenía.
El hombre rico tal vez el vehículo con el que salía de casa tenía los cristales polarizados para no ver fuera... tal vez, pero no sé... Pero seguramente, sí, su alma, los ojos de su alma estaban oscurecidos para no ver. Solo veía dentro de su vida, y no se daba cuenta de lo que había sucedido a este hombre, que no era malo: estaba enfermo. Enfermo de mundanidad. Y la mundanidad transforma las almas, hace perder la conciencia de la realidad: viven en un mundo artificial, hecho por ellos... La mundanidad anestesia el alma. Y por eso, este hombre mundano no era capaz de ver la realidad.
Muchas personas que llevan la vida de modo difícil; pero si tengo el corazón mundano, nunca entenderé eso. Con el corazón mundano no se puede entender la necesidad y lo que hace falta a los demás. Con el corazón mundano se puede ir a la iglesia, se puede rezar, se pueden hacer tantas cosas. Pero Jesús, en la Última Cena, en la oración al Padre, ¿qué ha rezado? 'Pero, por favor, Padre, custodia a estos discípulos para que no caigan en el mundo, que no caigan en la mundanidad'. Es un pecado sutil, es más que un pecado: es un estado pecador del alma. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 5 de marzo de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Es interesante ver en este evangelio cómo el rico sólo se acuerda de Lázaro cuando necesita de él. En su vida, nunca le tuvo presente para ayudarle a tener una vida más digna. E igualmente, en nuestra vida, muchas veces pasa lo mismo. Sólo nos acordamos de los demás para nuestro propio provecho y bienestar.
El rico se fue para el infierno no por sus bienes, sino porque dedicó toda su vida a satisfacer su propio gusto, en vez de haberla empleado en hacer obras de misericordia.
Todos los bienes y talentos que recibimos de Dios son para servir a los demás. Muchas veces no podremos ayudar materialmente, pero podemos dedicar nuestro tiempo, dar una sonrisa, unas palabras amorosas. La mejor forma de transmitir a Cristo, de evangelizar el mundo, es con nuestro ejemplo, con la donación de nuestro tiempo a los demás, tiempo que es la mayor riqueza que tenemos.
Propósito
Buscaré hacer un acto de caridad, siendo consciente de que todo lo que hago a uno de estos pequeñitos por amor a Dios, es a Cristo a quien lo hago.
Diálogo con Cristo
Jesús, Tú me conoces bien. Dame fuerzas y una mirada espiritual para descubrirte en mis familiares, en mi vecino, en mi colega de trabajo, en todas las personas que me rodean; tanto con las que me llevo bien, como con las que me caen pesado. Que te vea tanto en el mendigo como en mi patrón, y que pueda transmitirte a ellos. Que mi gran ilusión sea servir y ayudar a mi hermano en todas sus necesidades que me sea posible, para hacer su yugo más leve.
"Tómate tiempo para hacer caridad, es la puerta del cielo". (Madre Teresa de Calcuta)
Reconocer la pobreza de nuestra oración
Catequesis del Papa Francisco, 3 de marzo de 2021
En la primera Audiencia General de marzo, celebrada esta mañana en la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa Francisco ofreció su catequesis sobre la oración y la Trinidad, que se introdujo con la lectura de algunos parágrafos de la Carta del San Pablo a los romanos (Rm 8, 14-15.26-27) que reza: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”.
No todas las oraciones son iguales
Hablando en italiano el Santo Padre dijo que, en el camino de catequesis sobre la oración, tanto hoy como la próxima semana desea mostrar cómo, gracias a Jesucristo, la oración se abre de par en par a la Trinidad, al mar inmenso de Dios amor. También explicó que “no todas las oraciones son iguales, y no todas son convenientes”, tal como se desprende de la misma Biblia que atestigua “el mal resultado de muchas oraciones, que son rechazadas”.
“Quizá Dios a veces no está contento con nuestras oraciones y nosotros ni siquiera nos damos cuenta. Dios mira las manos de quien reza: para hacerlas puras no es necesario lavarlas, si acaso es necesario abstenerse de acciones malvadas”.
Dios ama al hombre
El Papa explicó que Dios ama al hombre, y dijo que “nosotros nunca hubiéramos tenido la valentía de creerlo, si no hubiéramos conocido a Jesús. Es el escándalo que encontramos grabado en la parábola del padre misericordioso, o en la del pastor que va en busca de la oveja perdida”. Historias de este tipo no hubiéramos podido concebirlas, ni siquiera comprenderlas, si no hubiéramos encontrado a Jesús.
“¿Qué Dios está dispuesto a morir por los hombres? ¿Qué Dios ama siempre y pacientemente, sin pretender ser amado a cambio? ¿Qué Dios acepta la tremenda falta de reconocimiento de un hijo que pide un adelanto de la herencia y se va de casa malgastando todo?”.
Cercanía, compasión y ternura
Jesús revela el corazón de Dios. Nadie es Padre cómo Él. “Cercanía, compasión y ternura” son las tres palabras que destacó el Papa. Nosotros imaginamos con dificultad y muy de lejos el amor del que la Santísima Trinidad está llena, y qué abismo de mutua benevolencia existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los iconos orientales nos dejan intuir algo de este misterio que es el origen y la alegría de todo el universo.
“Sobre todo, estaba lejos de nosotros creer que este amor divino se expandiría, alcanzando nuestra orilla humana: somos el fin de un amor que no tiene igual en la tierra”.
Francisco recordó además que el Catecismo explica: “La santa humanidad de Jesús es, pues, el camino por el que el Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre”. Y ésta es la gracia de nuestra fe. Realmente no podíamos esperar vocación más alta: la humanidad de Jesús ha hecho disponible para nosotros la vida misma de la Trinidad.
Al saludar a los fieles de lengua española el Papa les dijo:
“Los animo a acercarse a la santa humanidad de Jesús, pues es el camino por el que el Espíritu Santo nos enseña a orar a Dios nuestro Padre. Esta es nuestra vocación, participar en la vida misma de la Santísima Trinidad”.
Venerar a San José
A los fieles de lengua portuguesa el Papa los animó a venerar a San José, “el hombre de la presencia cotidiana, discreta y oculta”, en su calidad de “intercesor, apoyo y guía en los momentos de dificultad”, tanto los propios como los de sus familiares, “para que nunca se agote el aceite de la fe y de la alegría, que brota de la vida en comunión con Dios”.
La Cuaresma es una oportunidad para intensificar la oración
A los fieles polacos el Santo Padre les recordó que “la Cuaresma es una oportunidad para intensificar la oración y la adhesión a los sacramentos, para practicar el ayuno y la caridad, y para vivir más profundamente el misterio del amor misericordioso del Padre, revelado en el Hijo y difundido en el Espíritu Santo”. Y los invitó a que aprovechen esta ocasión “como un tiempo especial de gracia”.
En Cuaresma mayor intimidad con Cristo
Antes de concluir esta catequesis, con el rezo del Padrenuestro y su bendición apostólica, el Obispo de Roma también saludó cordialmente a los fieles de lengua italiana, a quienes les manifestó su esperanza de que el tiempo de Cuaresma los conduzca “a una mayor intimidad con Cristo y a una imitación más asidua de él”.
Por último, el Pontífice dirigió su pensamiento a los ancianos, jóvenes, enfermos y recién casados, a quienes les deseó:
“Que descubran en el misterio de Dios, que se entrega por la salvación de todos, la fuerza para afrontar los momentos difíciles”.
Viaje a Iraq
Al final de la catequesis, el Papa Francisco recordó que, pasado mañana, si Dios quiere, viajará a Iraq para una peregrinación de tres días, razón por la cual pidió “oraciones para que este viaje se haga bien”:
“Desde hace tiempo he querido conocer a ese pueblo que tanto ha sufrido; conocer a esa Iglesia martirizada en la tierra de Abraham. Junto con otros líderes religiosos, también daremos un paso más en la hermandad entre creyentes”.
Llamamiento por Myanmar
Y al recordar que “siguen llegando de Myanmar tristes noticias de enfrentamientos sangrientos, con pérdida de vidas”, el Papa llamó “la atención de las autoridades implicadas, para que el diálogo prevalezca sobre la represión y la armonía sobre la discordia”.
Francisco también dirigió un “llamamiento a la comunidad internacional para que se esfuerce por garantizar que las aspiraciones del pueblo de Myanmar no se vean sofocadas por la violencia”.
Combatir la obesidad ¿es gordofobia?
Es evidente que la aceptación de la propia imagen física no es contraria a la búsqueda de un mejor estado de salud.
El grupo terrorista Estado Islámico reivindica el atentado de Orlando, Florida, que masacró a 50 personas en un club gay. Acto seguido, muchos medios acusan al cristianismo y a la Iglesia por promover el odio hacia los homosexuales. Más allá de lo ridículo de esta reacción, es interesante la resistencia a comprender la postura católica sobre este asunto particular. Baste un símil para explicarnos:
Muchas personas obesas sufren discriminación, burlas y acoso, sobre todo entre los más jóvenes. Pero ¿es injusto o discriminatorio decir que la obesidad es un desorden?
Hipertensión, colesterol, diabetes, cardiopatías, derrames cerebrales, apneas, problemas óseos o de hígado, son algunas de las consecuencias físicas de la obesidad, sin mencionar las psicológicas que se dan en muchas personas obesas, como problemas de autoestima, estados depresivos y otros desórdenes emocionales.
¿El gordito nace o se hace? La mayoría de las personas con sobrepeso no eligieron ser así. Algunos sufren de ansiedad al comer o simplemente son sedentarios. Otros tienen predisposiciones físicas o emocionales. Otros más fueron educados con pésimos hábitos alimenticios. Y lo peor: muchos han intentado cambiar y no lo han logrado.
Por tanto ¿no será mejor desclasificar la obesidad de la lista de enfermedades y comenzar a considerarla un estado normal? Al ser tan común en muchos países, ¿no sería mejor hablar sólo de aceptación social y normalización? Tal vez sería un gran servicio a aquellos que se sienten acomplejados o rechazados por su figura. Abrir la mente a la diversidad es lo que hoy se predica. Se podría pensar en un desfile del «Fat Pride» u «Orgullo Gordo».
Muchos factores influyen en esta condición, y hay muchos tipos de obesidad, pero ante este fenómeno lo importante es ser tolerantes. Ofrecer dietas o terapias para bajar de peso quizá sólo aumente la discriminación; hablar de las consecuencias de la obesidad tal vez contribuya a reafirmar los estereotipos sobre la gordura y las burlas hirientes de los intolerantes. Y sería una crueldad pretender que estas personas vivieran siempre reprimidas con dietas y ejercicios. Obeso: acéptate como eres, sé feliz, vive libremente tu condición…
Hablando en serio: es evidente que la aceptación de la propia imagen física no es contraria a la búsqueda de un mejor estado de salud.
De manera semejante, hoy es un tabú hablar de las consecuencias de la conducta homosexual. Las estadísticas revelan que la esperanza de vida de los homosexuales ronda los 52 años, 20 menos que los heterosexuales, y no por las agresiones homofóbicas. El 78% de las personas que practican la homosexualidad aceptan haber tenido enfermedades de transmisión sexual.
El siguiente párrafo es del informe gubernamental de la CDC de los Estados Unidos, de febrero de 2016:
«Los hombres gay, bisexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres representan aproximadamente el 2 % de la población en los Estados Unidos, pero son el grupo más gravemente afectado por el VIH. En el 2010, los hombres jóvenes gay y bisexuales (entre 13 y 24 años) representaron el 72 % de las nuevas infecciones por el VIH en todas las personas de 13 a 24 años y el 30 % de las nuevas infecciones en todos los hombres gay y bisexuales. Al final del 2011, un número estimado de 500 022 personas (57 %) que vivían en los EE. UU. y habían recibido un diagnóstico de VIH eran hombres gay y bisexuales, u hombres gay y bisexuales que además usaban drogas inyectables».
Y aquí no se habla con detalle de los desproporcionados porcentajes de drogadicción, alcoholismo y suicidio entre quienes han «salido del armario», lo cual se suele atribuir únicamente a la homofobia, sin querer ver la realidad completa.
Que la Iglesia califique las conductas homosexuales como «pecaminosas» o «antinaturales», según su vocabulario tradicional, tal vez dificulta a muchos comprender lo que esto significa. Así como nadie quiere atacar a las personas con sobrepeso cuando se advierte de los peligros, del mismo modo la Iglesia no quiere humillar a los homosexuales cuando señala el desorden, las consecuencias y peligros de ese estilo de vida, incluso antes de insistir en su aspecto moral, que es lo que más le compete.
El sexo es reproductivo como el comer es nutritivo. Que también tengan un aspecto placentero, innegable y necesario, no es motivo para ponerlo en primer lugar. Desechar lo reproductivo en el sexo es dañino, de manera similar a descuidar lo nutritivo del comer. Sin embargo hoy se promueve el sexo sin procreación y la procreación sin sexo.
Las palabras «matrimonio» y «familia» designan el modo como el ser humano pone su vida al servicio de la sociedad: amando, procreando, educando, cuidando al niño y también al anciano. Querer extender estos conceptos a las relaciones homosexuales es una falsificación. Sería como querer incentivar u otorgar certificados de donación deducibles de impuestos a quienes apuestan en los casinos, porque tienen derecho a usar su dinero como les plazca. Significa equiparar lo que es benéfico y vital para la existencia de la humanidad con lo que es una conducta atípica y estéril, además de peligrosa y dañina para los que la practican.
Respetemos a las personas con sobrepeso, combatamos la discriminación hacia ellos, pero también luchemos contra la obesidad. Amemos a las personas con tendencia homosexual, condenemos la homofobia, pero digámosles la verdad sobre su conducta. Aplaudir o exaltar este estilo de vida no beneficia a nadie, y daña a muchos.
¿Cómo construir un desarrollo sostenible?
La Doctrina Social de la Iglesia, la empresa debe caracterizarse por la capacidad de servir al bien común de la sociedad
A principios del siglo XXI, algunos pensaban que la Responsabilidad Social Empresarial –RSE– no era más que una moda. Ahora bien, hay que reconocer que este concepto se arraiga empujado por el movimiento diversificado que produce cambios en las prácticas de dirección de las empresas.
¿Las empresas serán cada vez más conscientes de las implicaciones que tienen sus actuaciones en el entorno en el que trabajan; en definitiva, de su responsabilidad social? La RSE ha ido ganado terreno poco a poco en el mundo de la empresa, al punto que no existe empresa multinacional que no tenga un departamento dedicado a esta tarea.
Sin embargo, podemos afirmar que, salvo excepciones, este avance no ha venido acompañado de un verdadero cambio en la cultura de las organizaciones, sino que está asociado con las estrategias de marketing. Mucho de lo que se hace en materia de RSE está basado más en la búsqueda de construir una imagen positiva que en la convicción de “hacer el bien sin mirar a quien”.
El escepticismo permanece en la opinión, en cuanto a si son verdaderas las preocupaciones medioambientales y sociales de las empresas. El público acoge con cada vez más circunspección las campañas que informan sobre las acciones emprendidas al respecto.
¿Qué supone la RSE? La respuesta aún está en discusión. Algunos consideran que la caridad no tiene nada que ver con las actividades de la empresa. Sin embargo, para otros, las actividades filantrópicas forman parte de la responsabilidad social empresarial, aunque sus implicaciones para la marcha de la empresa sean indirectas o difíciles de relacionar; argumentan que es un primer paso en este proceso.
Tal y como lo afirmó Kofi Annan en el Foro Económico Mundial en 2002: “Existen muchas maneras positivas para que las empresas creen diferencia en la vida de los pobres, no sólo a través de la filantropía, aunque ésta sea muy importante, promoviendo iniciativas que, a través del tiempo, ayuden a crear nuevos mercados”.
La sociedad se enfrenta a numerosos desafíos que fueron resumidos en los objetivos del milenio: erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades, garantizar la preservación del medio ambiente, fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
La empresa es un actor clave en la resolución de estos grandes desafíos. El sector privado puede dar y dará una contribución muy importante, gracias a la adopción de políticas de RSE, que se conoce también como la contribución de las empresas al desarrollo sostenible en tres campos:
* Económico: Con la maximización de beneficios de manera estable y permanente a mediano y largo plazo.
* Medioambiental: Al contribuir con su preservación y al desarrollo sustentable del presente, sin comprometer las necesidades del futuro.
* Social: Al respetar los derechos humanos y laborales en su esfera de acción, e invertir en la acción social interna y externa de la empresa, vinculado con la esencia de su negocio y teniendo claro lo que es y no es la acción social.
La esfera de responsabilidades de las empresas se ha ampliado. La rendición de cuentas ya no se hace solamente ante los accionistas, sino también ante los grupos que se ven afectados positiva o negativamente por sus actividades.
A dichos grupos se les conoce como stakeholders o partes interesadas, y son los empleados, proveedores, clientes, accionistas, consumidores, competidores, el Gobierno, la comunidad, entre otros.
Según la Doctrina Social de la Iglesia, la empresa debe caracterizarse por la capacidad de servir al bien común de la sociedad, gracias a la producción de bienes y servicios útiles.
También ejercer una función social, al crear una oportunidad de encuentro, colaboración, desarrollo de las capacidades de las personas implicadas. El objetivo de la empresa debe realizarse en términos y con criterios económicos, pero los valores auténticos que permiten el desarrollo concreto de la persona y la sociedad no deben descuidarse.
La RSE no es solamente una cuestión de gestión empresarial, ni una simple actitud ética de algunos dirigentes, mucho menos en una cuestión de marketing social o de filantropía. Es algo más profundo.
Responde a una corriente de fondo más trasformadora, y en ese sentido se sitúa como una renovación conceptual del ser de la empresa, de sus fines y objetivos en la sociedad del siglo XXI.
La responsabilidad social empresarial surge en gran parte como consecuencia de la reevaluación de su poder y por el gran impacto que tienen las empresas en el entorno medioambiental y en el modelo social resultante de su actividad.
En el concepto de RSE supone que la responsabilidad corporativa pasa a través de la cultura de la empresa, en el sentido que puede vincularse con los valores y actitudes consustanciales a la organización –contenido en distintos documentos corporativos, incluidos el código de ética, la misión y la visión de la empresa–.
En ese caso, puede relacionarse con valores meta como el respeto a la dignidad humana o la generosidad, con el interés de la empresa –su rentabilidad–, y con el aumento de la rentabilidad y el arraigo en los valores y actitudes mencionados.
La empresa ha de evaluar los impactos de sus decisiones o acciones antes de implementarlas. Por eso, la RSE debe integrase desde la misión de la empresa hasta su operación dentro de la planeación estratégica y guiar cualquier decisión o acción.
No debe ser el atributo único del dirigente, pero éste debe compartir la misma visión con los directivos y el personal. Una cultura basada en la RSE compromete a la dirección de la empresa y debe de involucrar a todos los actores de ésta.
Como la primera responsabilidad de la empresa es ser eficiente y rentable para cumplir su función natural, la RSE debe ser vista como un amplio set de políticas, prácticas y programas integrados en la operación, que soportan el proceso de toma de decisiones dentro de un marco de valores éticos.
La RSE no es algo estático, es un concepto dinámico y multidimensional que no deja de evolucionar para adaptarse a los cambios de la sociedad, en términos económicos, políticos y medioambientales.
Esto obliga a la empresa a replantear una serie de preguntas sobre lo que se pretende con la RSE, en función de qué es lo que se quiere promover, a quien se quiere impactar y cómo se va a realizar.
Según M. Porter y M. Kramer, la integración de las preocupaciones sociales y de negocio necesita más que buenas intenciones y liderazgo. Requiere ajustes en la organización, información e incentivos.
Pocas compañías han invertido en una gerencia que identifica y da prioridad a las cuestiones sociales basadas en su preponderancia. La empresa debe elegir los problemas sociales y medioambientales en los que se enfocará y compartir esta elección con todo el personal.
Cualquiera que sea el grado de integración de los objetivos de la RSE en las estrategias económicas de la empresa, la credibilidad externa y la eficacia del compromiso pasan por la aplicación de un sistema de control de esta evolución: se sabe que el comportamiento de los responsables es condicionado por la medida de los resultados y el sistema de información.
Si la presencia de tales dispositivos no da la seguridad total de una verdadera atención a los objetivos medioambientales o sociales, no habrá credibilidad a los discursos sobre las intenciones de la dirección.
La RSE es un componente fundamental para una empresa sostenible y competitiva. Es una palanca para incorporar las empresas a la construcción de un desarrollo sostenible.
Dios nos juzgará por el corazón
Jueves segunda semana Cuaresma. La auténtica Cuaresma es la purificación del corazón.
El Evangelio nos narra la parábola de Epulón y Lázaro, donde nos damos cuenta de que al morir, Dios los juzga por su corazón. ¿Qué ha hecho Lázaro de bueno para subir al seno de Abraham? Nada. ¿Qué ha hecho Epulón de malo para no subir al seno de Abraham? Nada. Podríamos pensar que la diferencia está en que uno es muy pobre y el otro rico, pero no es el motivo por el cual Cristo los juzga. Cristo los juzga por el corazón. La diferencia está en ser una persona de corazón abierto o de corazón cerrado a Dios nuestro Señor.
Quizá a nosotros en Cuaresma se nos podría nublar un poco la vista y estemos juzgando nuestra vida por nuestro exterior y, entonces, estaremos viviendo una Cuaresma simplemente exterior, olvidándonos de que la auténtica Cuaresma es la purificación del corazón. El profeta dice: “El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar. ¿Quién lo podrá entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón, para dar a cada uno según sus acciones, según el fruto de sus obras.”
Es Dios quien sondea el corazón, a nosotros nos toca, si queremos vivir de cara a Dios nuestro Señor, vivir con un corazón listo a ser sondeado por Él. El primer gesto de purificación que en nuestra Cuaresma tenemos que buscar es la purificación de nuestro corazón, la purificación de nuestra voluntad, la purificación de nuestra libertad.
Purificar el corazón, purificar la voluntad y purificar la libertad es atreverse a tocar una fibra muy interior, porque es la fibra en la cual nosotros reposamos sobre nosotros mismos. Cada uno de nosotros, en última instancia, reposa sobre su propia voluntad: la voluntad de querer algo o la voluntad de rechazarlo. Cada uno de nosotros en la vida acepta o rechaza las cosas por su corazón, por su voluntad. El profeta es muy claro: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón”. Son palabras muy duras, sobre todo en cuanto a las consecuencias: “Será como cardo plantado en la estepa, que no disfruta del agua cuando llueve; vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable”.
Si nuestro corazón no aprende a purificarse, si nuestra voluntad no aprende a actuar bien, si nuestro interior no opta en una forma decidida, firme y exigente por Dios nuestro Señor, se puede ir produciendo, poco a poco, una especie como de desertificación de nuestra vida, un avanzar del desierto en nuestro corazón. Si nuestro corazón no está apoyándose en todo momento en Dios nuestro Señor y nuestra voluntad no está purificándose para ser capaz de encontrarse con Él, sino que por el contrario, nuestra voluntad está confiando en el hombre, es decir, confiando simplemente en esa veleta de acontecimientos que constantemente nos suceden, querrá decir que nuestra vida acabará plantada en medio de una estepa, tierra salobre e inhabitable.
¿No podría ser, el verse plantadas así, el destino de muchos corazones, de muchas vidas? Y cuando empezamos a preguntarnos el por qué, en el fondo, acabamos encontrando siempre una misma respuesta: No supieron poner su libertad totalmente en Dios nuestro Señor. Y aquí no importa si les faltó poco o les faltó mucho, aquí lo que importa es que les faltó.
En el Evangelio, no importa si el rico fue poco injusto o muy injusto, lo importante es que no llegó a estar del otro lado. Su libertad no se puso del lado que tenía que ponerse, su voluntad no se orientó hacia donde tenía que orientarse. Nos puede dar miedo pensar siquiera en la posibilidad de orientar nuestra voluntad. Nos puede dar miedo el intentar tocar nuestro corazón para empezar a preguntarle: ¿Estás verdaderamente orientado a Dios? ¿En quién confías? ¿Auténticamente tu confianza está puesta en el Señor?
De nada nos servirá después, la súplica del rico: “Padre Abraham, ten piedad de mí”, porque nuestra libertad necesita ser ahora purificada.
Es importantísimo que esta Cuaresma se convierta para nosotros en un momento de reflexión sobre hacia dónde está orientada nuestra voluntad, qué estamos haciendo con nuestra vida, qué ha elegido nuestra libertad, qué caminos tiene, qué opciones ha tomado. De poco nos serviría pensar que nuestra libertad y nuestra voluntad están orientada hacia Dios nuestro Señor, si en el fondo, nosotros mismos no hemos sido capaces de purificarnos, de tal manera que, auténticamente se orienten hacia Dios.
“El corazón del hombre es la cosa más traicionera y difícil de curar ¿Quién lo puede entender? Yo, el Señor, sondeo la mente y penetro el corazón”. Atrevámonos a ponernos en Dios nuestro Señor. Atrevámonos a ponernos en Él como el único que va a ser capaz de decirnos si auténticamente nuestra voluntad y nuestra libertad están orientadas de tal forma que, en esta vida nos abramos a Dios, y en la futura nos encontremos con Él.
Atrevámonos a permitirle a Dios tocar los recursos, los resortes interiores de nuestra libertad.
Cuántas veces podríamos juzgar que estamos haciendo bien, y realmente podría ser que estuviésemos viviendo engañados, traicionados por lo más interior de nosotros mismos, que es nuestro corazón, “la cosa más traicionera y difícil de curar”. ¿Me atrevo yo a permitir que ese médico del alma que es Dios, entre a mi corazón, toque y cuestione mi libertad y toque y fortalezca mi voluntad?
Creo que éste sería un buen camino de Cuaresma: el ir purificando nuestra voluntad y nuestra libertad de tal manera que, en el encuentro con la Pascua de nuestro Señor, lleguemos a decir que nuestro corazón, siendo débil como es, tiene una certeza y tiene una garantía: el estar apoyado sólo y únicamente en Dios nuestro Señor. Porque así, “será árbol plantado junto al agua que hunde en las corrientes sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en el año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos”.
En nuestras manos está el hacer de nuestra libertad y de nuestra voluntad un camino de esterilidad, apoyado en nosotros; o un camino de fecundidad, apoyado en Dios.
PRECES
En la parábola del rico que se desentendió de Lázaro comprendemos que Dios nos llama a estar atentos a las necesidades de nuestro prójimo; por eso, decimos:
R/MSeñor, danos entrañas de misericordia.
Que la Iglesia no deje de acercarse a los más necesitados,
– y su trabajo a favor de la justicia y la paz sea eficaz.MR/
Te pedimos por los pobres que viven cerca de nosotros,
– haz que sepamos ayudarles y quererlos.MR/
Que los países más desarrollados no permanezcan indiferentes ante la pobreza de otras naciones,
– y las riquezas de la tierra puedan sostener a todos sus habitantes.MR/
Sacia con tu amor eterno a los que han muerto como consecuencia de una mala alimentación o del hambre,
– y enséñanos a administrar nuestros bienes terrenos para tener un tesoro en el cielo.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
ORACIÓN
Oh, Dios, que amas y devuelves la inocencia, atrae hacia ti los corazones de tus siervos para que, llenos del fervor de tu Espíritu, permanezcamos firmes en la fe y eficaces en las obras. Por nuestro Señor Jesucristo.