La viña de nuestra alma
- 05 Marzo 2021
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Lucio I, Santo
XXII Papa, 5 de marzo
Martirologio Romano: En Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calisto, sepultura de san Lucio, papa, sucesor de Cornelio, que sufrió el exilio por la fe de Cristo y fue, en tiempos angustiosos, eximio confesor de la fe, actuando con moderación y prudencia (254).
Etimológicamente: Lucio = nacido con la primera luz, es de origen latino.
Breve Biografía
Fue Pontífice de 253-254; murió en Roma el 5 de marzo de 254. Después de la muerte del Papa San Cornelio, quien murió en el exilio en el verano del 253, Lucio fue elegido para tomar su lugar, y fue consagrado Obispo de Roma. Nada se sabe de la vida temprana de este Papa antes de su elevación. De acuerdo con el libro "Liber Pontificalis", era romano de nacimiento y su [[padre] se llamaba Porfirio. No se sabe de dónde el autor obtuvo esta información. Todavía continuaba la persecución de la Iglesia bajo el Emperador Gallo durante la cual Cornelio había sido desterrado. Lucio también fue enviado al exilio pronto después de su consagración, pero en un corto tiempo, presuntamente cuando Valeriano fue designado emperador, a él le fue permitido regresar a su rebaño.
El Catálogo Feliciano, cuya información se encuentra en el "Liber Pontificalis", nos informa del exilio y del milagroso retorno de Lucio: "Hic exul fuit et postea nutu Dei incolumis ad ecclesiam reversus est." San Cipriano, quien escribió una carta (perdida) de felicitaciones a Lucio en su elevación a la Santa Sede y sobre su exilio, envió una segunda carta de felicitaciones para él y sus acompañantes en el exilio, como también a toda la Iglesia Romana (ep. LXI, ed. Hartel, II, 695 sqq.).
La carta comienza: “Querido Hermano, hace muy poco tiempo te ofrecimos nuestras felicitaciones, cuando Dios te exaltó a gobernar Su Iglesia y te concedió la doble gloria de confesor y obispo. De nuevo te felicitamos a ti, a tus acompañantes y a toda la congregación; con esto, debido a la bondadosa y poderosa protección de nuestro Dios, Él te ha guiado de regreso con alabanzas y gloria a Sí mismo, de manera que el rebaño pueda recibir de nuevo a su pastor, el barco a su piloto y la gente a un director que los gobierne y les muestre abiertamente que fue el designio de Dios que permitió tu destierro, no para que el obispo exiliado fuera privado de su Iglesia, sino más bien para que regresara a su Iglesia con mayor autoridad”.
Cipriano continúa, refiriéndose a los tres niños hebreos en el horno ardiente, que el regreso del exilio no aminoraba la gloria de la confesión, y que la persecución, la cual iba dirigida sólo contra los confesores de la Iglesia verdadera, comprobaba cuál era la Iglesia de Cristo. En conclusión, él describe la felicidad de la Roma cristiana ante la llegada de su pastor. Cuando Cipriano afirma que Dios por medio de la persecución buscó “hacer avergonzar y silenciar a los herejes” y así probar dónde estaba la Iglesia, quién era su único obispo elegido por el designio de Dios, quiénes eran sus presbíteros sujetos al obispo en la gloria del sacerdocio, quiénes eran la verdadera gente de Cristo, unidos a Su rebaño por un amor excepcional, quiénes eran los oprimidos por sus enemigos, y al mismo tiempo dónde estaban aquellos que el Diablo protege como suyos, refiriéndose obviamente a los novacianos. El Cisma de Novaciano, a través del cual se presentó como antipapa, en oposición a Cornelio, todavía continuaba en Roma bajo Lucio.
En referencia a la confesión y a la restauración de los “Lapsi" (caídos), Lucio se adhirió a los principios de San Cornelio y de San Cipriano. De acuerdo con el testimonio del último, contenido en una carta al Papa San Esteban I (ep. LXVIII, 5, ed. Hartel, II, 748), Lucio, así como Cornelio, había expuesto su opinión por escrito: "Illi enim pleni spiritu Domini et in glorioso martyrio constituti dandam esse lapsis pacem censuerunt et poenitentia acta fructum communicationis et pacis negandum non esse litteris suis signaverunt." (Para ellos, llenos del Espíritu Santo de Dios y confirmado en glorioso martirio, juzgaron que el perdón debe ser otorgado a los Lapsi, y dieron a entender en sus cartas que, que cuando éstos hayan realizado la penitencia, no se les debe negar el gozo de la comunión y de la reconciliación.) Lucio murió a principios de marzo del año 254. En el "Depositio episcoporum" el "Cronógrafo de 354" da la fecha de su muerte como el 5 de marzo, el "Martyrologium Hieronymianum" como el 4 de marzo. La primera fecha es probablemente la correcta. Quizás Lucio murió el 4 de marzo y fue enterrado el 5 de marzo. De acuerdo al "Liber Pontificalis" este Papa fue decapitado en tiempos de Valeriano, pero este testimonio no puede ser comprobado. Es verdad que Cipriano en la antedicha carta a Esteban (ep. LXVIII, 5) le da a él, como también Cornelio, el titulo honorario de mártir: "servandus est enim antecessorum nostrorum beatorum martyrum Cornelii et Lucii honor gloriosus" (pues debe ser preservada la memoria gloriosa de nuestros predecesores los santos mártires Cornelio y Lucio); pero probablemente esto fue un relato del corto destierro de Lucio. Cornelio, quien murió en el exilio, fue honrado como mártir por los romanos después de su muerte; pero no así Lucio. En el calendario romano de fiestas del "Cronógrafo de 354" él es mencionado en el "Depositio episcoporum", y no bajo el encabezado de "Depositio martyrum". Sin embargo, su memoria fue particularmente honrada, como aclara la aparición de su nombre en el "Martyrologium Hieronymianum". Es cierto que Eusebio sostiene (Hist. Eccl., VII, 10) que Valeriano favorecía a los cristianos al principio de su reinado. El primer edicto de persecución del emperador apareció sólo en el año 257.
Lucio fue enterrado en un compartimiento de la bóveda papal en las catacumbas de San Calixto. En la excavación de la bóveda, De Rossi encontró un fragmento grande del epitafio original, el cual sólo da el nombre del Papa en griego: LOUKIS. La losa está quebrada justo atrás de la palabra, así que con toda probabilidad no había nada más escrito excepto el titulo EPISKOPOS (obispo). Las reliquias del santo fueron trasladadas por el Papa San Paulo I (757-767) a la Iglesia de San Silvestre en Capita, o por el Papa San Pascual I (817-824) a la Basílica de San Práxedes [Marucchi, "Basiliques et eglises de Rome", Roma, 1902, 399 (inscripción en San Silvestre), 325 (inscripción en San Práxedes)].
El autor del "Liber Pontificalis" ha atribuido desautorizadamente a San Lucio un decreto, de acuerdo con el cual dos sacerdotes y tres diáconos deben acompañar siempre al obispo para ser testigos de su vida virtuosa: "Hic praecepit, ut duo presbyteri et tres diaconi in omni loco episcopum non desererent propter testimonium ecclesiasticum." Tal medida debió ser necesaria bajo ciertas condiciones en un periodo posterior; pero en época de Lucio esto era increíble. Este supuesto decreto indujo una falsificación posterior para inventar otro decreto apócrifo y se lo atribuyeron a Lucio. Es también fabricada la historia en el "Liber Pontificalis" que Lucio, cuando era llevado a la muerte, dio al archidiácono Esteban poder sobre la Iglesia.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
Santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43.45-46. Viernes II de Cuaresma
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dios, creador mío, Tú eres la única fuente del amor, de la esperanza, de la caridad. Quiero poner en tus manos mi corazón, mi persona, para que en ella florezcan estas virtudes.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43.45-46
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.
Llegando el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.
Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.
Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores? Ellos le respondieron: Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo”.
Entonces Jesús les dijo: ¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?
Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos.
Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Dios constantemente envía criados a este mundo. Ahora bien, ¿los profetas fueron profetas porque Dios los predispuso a esta vocación?, ¿o fueron profetas porque lo lograron por propia voluntad? La respuesta son ambas. Misterio que se palpa en la experiencia del cristiano. Ni con el simple querer se alcanzaría el ser profeta, ni con la simple gracia me tornaría profeta. Gracia y libertad. Libertad y gracia.
El primer criado fiel que fue asesinado por los labradores murió libremente. Y, aunque esto es una parábola, Señor, cuánto es realidad también en este mundo, que hasta podría decir, que yo conozco el nombre de los criados.
No existe nada más doloroso que hacer el bien en medio de injusticias. Siendo justo sin triunfar en esta vida, mientras otros «triunfan» sin ser justos. Es difícil, pero es así, Señor. O quizá he acaso perdido el sentido moral de mi vida. Quizá he olvidado que el bien que yo obro no es menor aunque se encuentre en medio de males. Que el mal que yo obro no es menor aunque se encuentre en medio de bienes. Lo mismo el mal entre males o el bien entre bienes. Que mi obrar es uno y uno solo delante de Dios. ¿Quién murió en una cruz sin haberla merecido?, ¿cuál era su motivación?
Quizá la consciencia de lo que significa ser persona, individuo, autor de mis actos, criatura libre, responsable ha desaparecido en mí. Porque así fuesen mil criados justos los que hubiesen muerto a manos de los labradores, no habrían dejado de ser justos. Ni las muertes suyas habrían dejado de ser una injusticia. Ni siquiera cuando el silencio de la corrupción no hablase más de aquel delito cometido. El bien habrá permanecido bien. El mal habrá permanecido mal.
Vivir de cara a ti, Señor, ése es mi deseo. No de cara a los hombres, no a mi entorno, no a la opinión pública. Pues, aunque es verdad que debo considerar todo esto y mucho más, no son ellos los que rigen mi actuar. No son ellos mi fuente, tampoco mi fin, son personas como yo, que están llamadas a ir a ti. Sólo existe una verdad, sólo un camino para hacer el bien -y ése eres Tú, Señor.
Soy un criado, fui llamado, fui creado para custodiar tu viña, para proclamar tu nombre. Pero eso no sucederá sin que yo acoja con mi libertad esta sublime vocación.
¿Seré capaz? Sólo hay una respuesta: libertad y gracia; gracia y libertad. Confío en ti. Confías en mí.
«El Señor planta una viña, la rodea de una cerca, cava un lagar y edifica una torre. Esto el Señor lo ha hecho siempre con tanto amor y con tanta ternura. Él recuerda siempre a este pueblo cuando le era fiel, cuando lo seguía en el desierto, cuando buscaba su rostro. Pero después la situación se volvió al revés y el pueblo se adueñó de este don de Dios. Nosotros somos nosotros, somos libres. Ese pueblo no piensa, no recuerda que fueron las manos, el corazón de Dios quien lo hizo, y así se convierte en un pueblo sin memoria, un pueblo sin profecía, un pueblo sin esperanza. Es, por lo tanto, a los dirigentes de este pueblo a quienes Jesús se dirige con esta parábola: un pueblo sin memoria ha perdido la memoria del don, del regalo; y atribuye a sí mismo lo que es: Nosotros podemos».
(Homilía de S.S. Francisco, 30 de mayo de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy es el día para cambiar aquello que sé que debo cambiar, aunque vaya a ser difícil por el entorno en que me encuentro. Pongo en tus manos este propósito, Señor.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Parábola de los viñadores homicidas
Las parábolas de Jesús.
Jesús prosigue su enseñanza. La tensión aumenta, aunque la atención a sus palabras es grande y utiliza de nuevo el ejemplo de la viña; pero ahora los tintes van a ser más dramáticos. "Cierto hombre que era propietario plantó una viña, la rodeó de una cerca y cavó en ella un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó de allí. Cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió a sus criados a los labradores para percibir sus frutos. Pero los labradores, agarrando a los criados, a uno lo golpearon, a otro lo mataron y a otro lo lapidaron. De nuevo envió a otros criados en mayor número que los primeros, pero hicieron con ellos lo mismo. Por último les envió a su hijo, diciéndose: A mi hijo lo respetarán. Pero los labradores, al ver al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero. Vamos, matémoslo y nos quedaremos con su heredad. Y, agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando venga el duelo de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Le contestaron: A esos malvados les dará una mala muerte, y arrendará la viña a otros labradores que les entreguen los frutos a su tiempo. Jesús les dijo: ¿Acaso no habéis leído en las Escrituras: ´La piedra que rechazaron los constructores, ésta ha llegado a ser la piedra angular. Es el Señor quien ha hecho esto y es admirable a nuestros ojos?
Por esto os digo que os será quitado el Reino de Dios y será dado a un pueblo que rinda sus frutos. Y quien caiga sobre esta piedra quedará destrozado, y sobre quien ella caiga, lo aplastará.
Al oír los príncipes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas, comprendieron que se refería a ellos.
Y aunque querían prenderle, tuvieron miedo a la multitud, porque lo tenían como profeta"(Mt).
Jesús, el enviado
Una vez más se ha proclamado el Hijo enviado por el Padre a su viña, que es Israel. Pero su suerte va a ser la muerte. Jesús es la piedra rechazada por los constructores y el que le rechace se estrellará y será destrozado. Las alusiones son entendidas, pero no cambian los corazones enemistados, sino que crece el enfrentamiento. "Los escribas y los príncipes de los sacerdotes intentaban ponerle las manos encima en aquel mismo momento, pero tuvieron miedo al pueblo; pues se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola"
El Papa a Iraq: en el camino de la esperanza, como Abraham
Un vídeo mensaje dirigido al pueblo iraquí.
Un peregrino penitente, un peregrino de la paz que invita a los iraquíes a seguir el camino de Abraham, "en la esperanza", sin quitar nunca los ojos de las estrellas. En un sentido vídeo mensaje dirigido al pueblo iraquí, publicado en vísperas del inicio de su 33º Viaje Apostólico, del 5 al 8 de marzo, el Papa Francisco explica que va a visitar" su tierra, antigua y extraordinaria cuna de la civilización", en primer lugar como "peregrino penitente".
Implorar al Señor el perdón y la reconciliación tras años de guerra y terrorismo, a pedir a Dios consuelo para los corazones y curación para las heridas.
Peregrino de paz en busca de fraternidad
Pero también "como peregrino de paz, para repetir" como lo hizo Jesús en el Evangelio de Mateo: "Todos ustedes son hermanos"...
En busca de la fraternidad, animados por el deseo de rezar juntos y de caminar juntos, también con los hermanos y hermanas de otras tradiciones religiosas, en el signo del padre Abrahán, que une a musulmanes, judíos y cristianos en una sola familia.
El encuentro con una Iglesia mártir
El Papa se dirige en primer lugar a los cristianos iraquíes, que han “dado testimonio de la fe en Jesús en medio de las pruebas más difíciles”, con emoción espera verlos y dijo que se sentía "honrado de encontrarse con una Iglesia mártir: gracias por vuestro testimonio". Los numerosos mártires, demasiados, que ustedes han conocido “nos ayuden a perseverar en la fuerza humilde del amor”. Y recuerda "las imágenes de casas destruidas y de iglesias profanadas" que los iraquíes que huyeron de la furia del Isis aún tienen en sus ojos, y en sus corazones "las heridas por los afectos perdidos y los hogares abandonados".
Deseo llevarles la caricia afectuosa de toda la Iglesia, que está cerca de ustedes y del atormentado Oriente Medio, y que los anima a seguir adelante. No permitamos que los terribles sufrimientos que han experimentado, y que tanto me apenan, prevalezcan.
Como Abraham, miremos a las estrellas
“No nos rindamos ante la propagación del mal”, es el llamamiento del Pontífice, porque “las antiguas fuentes de sabiduría de vuestras tierras nos guían hacia otra parte, a hacer como Abrahán que, aun dejándolo todo, nunca perdió la esperanza”. Confiando en Dios, Abrahán “dio vida a una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo”. “Dirijamos nuestra mirada hacia las estrellas – es su invitación – allí está nuestra promesa”.
Fortalecer la fraternidad, en tiempos de pandemia
Luego el Papa Francisco se dirige a todos los iraquíes "que han sufrido tanto, pero no se han desalentado". A los cristianos, a los musulmanes, pero también a los yazidíes "que han sufrido tanto" llamándolos "todos hermanos". Como "peregrino de esperanza", recuerda que "en vuestra casa, en Nínive, resonó la profecía de Jonás, que evitó la destrucción y trajo una nueva esperanza, la esperanza de Dios".
Dejémonos contagiar por esa esperanza, que nos anima a reconstruir y a empezar de nuevo. Y en estos duros tiempos de pandemia, ayudémonos a fortalecer la fraternidad, para construir juntos un futuro de paz. Juntos, hermanos y hermanas de cada tradición religiosa.
Continuar por el camino de Abraham, recorriendo vías de paz
El Papa concluyó recordando a los iraquíes que "desde vuestra tierra, hace miles de años, Abrahán emprendió su camino", y hoy "nos corresponde a nosotros continuarlo, con el mismo espíritu, recorriendo juntos los senderos de la paz". Y, como Abraham, "que caminen en la esperanza y nunca dejen de mirar a las estrellas".
Voluntad y libertad orientadas a Dios
Viernes segunda semana Cuaresma. Que la Cuaresma sea un camino de conversión y orientación de nuestra voluntad hacia Dios.
"Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron"
. En estas palabras con las cuales Jesucristo cierra la acción de los viñadores sobre el hijo y, sobre todo, lo que el dueño de la viña había proyectado respecto a este terreno, también está encerrando qué es lo que sucede en los corazones de los viñadores.
Los viñadores homicidas no solamente es una parábola de la crueldad de los hombres para con Dios y para lo que el Señor nos va pidiendo a todos nosotros, sino que también es un reclamo al corazón del hombre, a nuestra libertad y a nuestra voluntad para que también nos preguntemos si en nosotros puede haber esta misma intención de homicidio.
Nos podría sonar como algo extraño, algo lejano, algo apartado de nosotros, pero tenemos que cuestionarnos con mucha claridad para ver si efectivamente esta voluntad de no darle a Dios lo que de Dios es, es algo alejado de nosotros, o si por el contrario, es voluntad nuestra el dar siempre a Dios lo que de Dios es.
Todo el problema de estos viñadores homicidas no nace de una crueldad con respecto a los enviados; porque los viñadores homicidas son conscientes de que los enviados no son sino una parte del contrato que se había hecho con el dueño de la viña. El problema de los viñadores homicidas es que quieren quedarse con la herencia. Una voluntad torcida, una voluntad totalmente pervertida es la que va a hacer que los viñadores se conviertan de arrendatarios en homicidas.
Que no nos suene muy lejano esto, que no nos suene muy apartado de nosotros, que por el contrario, sea para nosotros una pregunta: ¿En qué nos va convirtiendo nuestra voluntad?, ¿qué es lo que va haciendo de nosotros?, ¿qué es lo que va realizando en nuestra vida? Ése es el punto más importante, el punto más serio en el cual nuestra existencia puede torcerse o encaminarse hacia Dios nuestro Señor.
¿Nuestra voluntad y nuestra libertad hacia dónde y hacia qué están orientadas? ¿Hacia dónde estamos orientando nuestra voluntad? ¿Hacia lo que Dios quiere, hacia el ser capaces de dar los frutos que Dios nos está pidiendo? ¿O estamos orientando nuestra voluntad hacia el quedarnos injustamente con la herencia? Es una disyuntiva que se nos presenta todos los días y que va forjando nuestra personalidad, porque de esa disyuntiva va a acabar dependiendo el que nosotros vivamos de una forma coherente o incoherente con lo que Dios nuestro Señor nos va pidiendo.
Cuántas veces —y de esto somos generalmente muy conscientes—, Dios nuestro Señor pide ciertos cambios de comportamiento en nuestra alma, que son los frutos. Cuántas veces, Dios nuestro Señor pide que le devolvamos en la medida en la que Él nos ha dado.
Y si Dios fue el que hizo todo: Él es el que cavó, rodeó la cerca, construyó la torre y plantó la viña, a nosotros nos toca simplemente trabajar la viña del Señor. Si a Dios no le regresamos lo que nos dio, estamos como esos viñadores: quedándonos o queriéndonos quedar con la herencia. Lo cual, a la hora de la hora, no es sino un deseo en sí mismo frustrado, vano e inútil.
Está en nuestra voluntad el decidirnos por dar a Dios lo que es de Dios o quedarnos nosotros con lo que es de Dios. Para eso tenemos que estar revisando constantemente nuestra voluntad; revisando si nuestras obras, nuestras reacciones, nuestros deseos, son auténticamente cristianos, o si por el contrario, son simplemente manifestaciones de un deseo que quizá no está todavía orientado a Dios nuestro Señor.
Los viñadores habían trabajado no para el dueño de la viña, sino para ellos mismos. A los viñadores no les importaba el fruto del dueño de la viña, les importaba el fruto para ellos. Nuestra vida, ¿para qué trabaja?
Cuando se nos presentan cuestionamientos, preguntas, inquietudes, ¿a quién le damos los frutos? ¿A Dios? ¿O se los damos a nuestro egoísmo, a nuestro afán de autonomía o a nuestro afán de manejar las cosas como a nosotros nos gusta manejarlas?
Ciertamente que nos damos cuenta de que no está bien. No es que nuestra inteligencia se ciegue, pero nuestra voluntad pasa por alto todo esto. Como la voluntad de los viñadores pasó por alto el hecho de que el hijo era el dueño de la herencia. Esa frase tan llena de cinismo: “Venid, éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia”, encierra muchas veces el mecanismo de nuestra voluntad que, iluminada por la inteligencia, descubre perfectamente a quién le pertenecen las cosas, de quién es la vida, de quién es el tiempo, de quién son nuestras cualidades. Descubre perfectamente que determinada reacción no es todo lo cristiana que debría ser; descubre perfectamente que determinado comportamiento no está respondiendo adecuadamente a lo que Dios le pide, pero usa este mismo mecanismo: “Éste es el heredero. Vamos a matarlo y a quedarnos con la herencia”.
Esto es pavoroso cuando aparece en el alma, porque indica la absoluta perversión de la voluntad. Cómo nos puede extrañar después, que en nuestra vida haya comportamientos negativos, comportamientos que difieren de la voluntad de Dios, cuando ese mecanismo está funcionando con una relativa frecuencia en nosotros; cuando nuestra voluntad no ha sido capaz de purificarse para ser capaz de romper, de quebrar ese mecanismo en nuestra alma; cuando cada vez que vemos al heredero lo queremos matar para quedarnos con la herencia.
Tenemos que ser muy inteligentes para descubrir en nuestra voluntad que ese mecanismo está funcionando. Pero tenemos que ser también muy firmes y constantes en nuestra purificación personal para ir eliminando, una y otra vez, ese mecanismo de nuestra voluntad. Mecanismo que nos lleva siempre, y de una manera ineludible, a la más tremenda de las desgracias, que es perdernos a nosotros mismos.
“Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores”. Para lo que tú existes como viñador es para trabajar el viñedo. Y Dios quitará el viñedo a esos viñadores. ¡Qué tremendo es correr en vano! ¡Qué tremendo es vivir en vano! ¡Qué tremendo es ver pasar los días, pasar los años, ver cómo el calendario va corriendo por nuestra vida y no haber todavía dejado de correr en vano!
Ojalá que esta Cuaresma sea para nosotros un momento de particular iluminación por parte del Espíritu Santo para que, efectivamente, descubramos dónde y en qué estamos corriendo en vano, dónde y en qué nuestra voluntad todavía no es capaz de superar el mecanismo de viñador homicida. ¿Por qué, cuando vemos perfectamente quién es el heredero, en nuestro interior todavía aparece el interés por arrebatarle la herencia y quedarnos nosotros con ella? Como cristianos, como miembros de la Iglesia no podemos seguir jugando con el Dueño de la viña.
¡Qué importante es que nos iluminemos para poder iluminar; que nos aclaremos para poder aclarar; que nos purifiquemos para poder purificar! Hagamos de esta Cuaresma un camino de conversión y de orientación de nuestra voluntad hacia Dios nuestro Señor para que Él y solamente Él, sea el que se lleve los frutos de nuestra viña.
Diez ideas y criterios básicos para la Cuaresma
La cuaresma es un tiempo para vivir de ella. Es un tiempo para practicarla, para ejercitarla no como un fin en sí mismo sino como un medio, un camino hacia la pascua.
Diez ideas y criterios básicos para la Cuaresma – De lo qué es la Cuaresma y de cómo vivirla
1.- La cuaresma nació como desarrollo pedagógico de un aspecto central del misterio cristiano celebrado en el triduo pascual. Destaca la perspectiva de su referencia a Jesucristo.
2.- La cuaresma ha sido siempre el tiempo litúrgico más caracterizado del cristianismo. Es un conjunto de cuarenta días, cuya razón de ser originaria fue la de imitar el ayuno previo del Señor al comienzo de su ministerio apostólico.
3.- La cuaresma es privilegio aptísimo para vivir en y de la Palabra de Dios. Vivir en y de la Palabra significa leerla, rezarla, meditarla, abrirse a ella, confrontarse con ella, poner a su tamiz y a su luz nuestra propia existencia. Llenarse de ella para sea la música y la letra de la pletina de nuestra alma y de la partitura de nuestro corazón.
4.- Toda la liturgia de la cuaresma, tanto en sus aspectos rituales como en la misma liturgia de la palabra, está transida de hermosísimos símbolos que ayuden y hagan visible el camino cristiano de la conversión. Estos símbolos son el desierto, la luz, la salud, el agua, el perdón, la liberación, la cruz y la resurrección.
5.- Los personajes bíblicos que iluminan el camino cuaresmal son José hijo de Jacob, Ester, la casta Susana, Jeremías, el ciego de nacimiento, el hijo pródigo, el padre del hijo pródigo, la samaritana, la mujer adúltera y arrepentida, Zaqueo, el buen ladrón… y, sobre todo, Jesús de Nazaret.
6.- La cuaresma encuentra en la oración la más apropiada de sus atmósferas y de sus escuelas. La oración cuaresmal debe más frecuente y habitual. Su tonalidad propia es la humildad, la insistencia, la confianza. Es oración de súplica y de petición. La oración cristiana de la cuaresma debe intensificar sus dimensiones bíblica y litúrgica, de gran riqueza, variedad, matices y contenidos durante los cuarenta días de este tiempo. En este sentido, la oración litúrgica ha de ser más pausada, sencilla, cordial, humilde, pobre, seria y profunda.
7.- El ayuno es el segundo camino cuaresmal, según el Papa San León Magno. Se trata del ayuno del hombre viejo, del ayuno del pecado, de la renuncia a los propios caminos para abrazar los caminos de Jesucristo. Se trata de privarnos de algo en favor de alguien necesitado, que podemos nosotros mismos o nuestro prójimo. El ayuno no es, pues, una ejercitación meramente voluntarista o hasta masoquista. Es una opción de purificación y de intercesión.
8.- La vigente normativa eclesiástica de la abstinencia de carne durante todos los viernes de cuaresma y del ayuno y de la abstinencia el miércoles de ceniza y el viernes santo pueden ayudarnos a recorrer esta segunda vía cuaresmal y penitencial, antes citada.
9.- La limosna, la caridad, la solidaridad es el tercero de los caminos tradicionales y permanentes de la cuaresma. ¡Tenemos tantas demandas de justicia para vivir la limosna, la caridad cuaresmal!
10.- La cuaresma es un tiempo para vivir de ella. Es un tiempo para practicarla, para ejercitarla no como un fin en sí mismo sino como un medio, un camino hacia la pascua. Por ello, para recorrer adecuada y cristianamente la cuaresma debemos buscar y desarrollar nuevos espacios oracionales y devocionales. El rezo, antes tan habitual del Vía Crucis, durante, al menos, los viernes de cuaresma, es una praxis que, lejos de haber perdido su vigencia y sentido, debe ser potenciada y recuperada en nuestra Iglesia en medio de una sociedad donde la realidad y el misterio de la cruz siguen presentes y desafiantes. Otras maneras espléndidas y siempre fecundas para recorrer este camino cuaresmal de la oración será practicar algún día de retiro o de ejercicios espirituales, que nos llenarán de fuerza, de gracia y de vida, siempre necesarias para todos y participar en conferencias, charlas y escuelas cuaresmales.
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Folletos con apoyos para la Catequesis: Varios folletos para la catequesis sobre temas como catecismo, sacramentos, semana santa, new age, primera comunión, bienaventuranzas, calendario liturgico.
La Semana Santa: Es la semana más intensa del Año Litúrgico, en la cual se reza y reflexiona sobre la Pasión y Muerte de Cristo.
Preces
Pidamos a Dios que nos proteja de todo mal, diciendo:
R/M Líbranos, Señor.
De la tentación de vivir como si tú no existieras.MR/
De la tentación de creernos superiores a los demás.MR/
De la tentación de creer que estamos libres de pecado.MR/
De la tentación de conseguir el bien obrando mal.MR/
De la tentación de buscar satisfacciones desordenadas.MR/
De todo mal y pecado.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
Oración
Concédenos, Dios todopoderoso, llegar a lo que está por venir con los corazones limpios, por el santo esfuerzo purificador de la penitencia. Por nuestro Señor Jesucristo.