Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto

Santoral

Domingo de Ramos

Solemnidad Litúrgica, 25 de marzo de 2018
Por: Redacción | Fuente: ACI Prensa
Solemnidad

Martirologio Romano: Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, cuando nuestro Señor Jesucristo, como indica la profecía de Zacarías, entró en Jerusalén sentado sobre un pollino de borrica, y a su encuentro salió la multitud con ramos de olivos.

El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos.

En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.

Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías.

Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.

San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".

Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.

Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Viacrucis de los días santos.

Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo.

"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de su amor. Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús.

Era el anuncio del amor de un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con él se podía medir la fuerza de la Resurrección.

La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

En este Domingo de Ramos el Evangelio nos puede meter en los pensamientos de Dios. Veamos las circunstancias y con gran facilidad podemos darnos una idea de aquello que habrá estado pensando.

Entra como rey a la gran Jerusalén, en donde calles, plazas y casas traen a la memoria los sucesos que dentro de pocos días cambiarán la dignidad del hombre por el precio de la sangre de Dios.

Al ir entrando a la ciudad pudo ver a lo lejos un segundo piso de una casa que inmediatamente le habrá hecho pensar en aquella cena donde, con palabras que resonarían a lo largo de los siglos, decidirá acompañar a cada nueva generación, a cada familia unida o desunida, a cada alma abandonada en el amor. Habrá recordado este Jueves Santo en donde nos dejará el don de su propia persona.

Entra aclamado por las calles sobre un burrito y, viendo a todo aquel que le rodeaba, pudo haber pensado en los duros insultos de ese Viernes Santo… callado como manso cordero seguirá caminando debajo de una cruz que le recordará el peso de nuestros pecados.

Sigue avanzando y llega el momento en que ve levantarse el templo de Jerusalén; pudo haber visto en su imaginación la tarde en la que sería levantado sobre la cruz.

Este domingo, este Evangelio nos prepara para esta Semana Santa. Nos pone a dar un ágil vistazo sobre los sucesos que han cambiado el rumbo de la humanidad, han cambiado cada una de nuestras vidas y sostendrán todas nuestras esperanzas.

«Esta celebración tiene como un doble sabor, dulce y amargo, es alegre y dolorosa, porque en ella celebramos la entrada del Señor en Jerusalén, aclamado por sus discípulos como rey, al mismo tiempo que se proclama solemnemente el relato del evangelio sobre su pasión. Por eso nuestro corazón siente ese doloroso contraste y experimenta en cierta medida lo que Jesús sintió en su corazón en ese día, el día en que se regocijó con sus amigos y lloró sobre Jerusalén». (Homilía de S.S. Francisco, 9 de abril de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Después de mucho contemplar, analizaré cómo he recibido a Jesús en mi vida para de ahí hacer un propósito sobre cómo voy a vivir la Semana Santa.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La Fiesta del Pésaj o Pascua Judía

Pésaj es la primera y más importante fiesta del calendario judío; comienza el día de Nisán, y se celebra durante siete día

Por: Hna. María del Cielo | Fuente: www.dialogoreligioso.org

Pésaj es la primera y más importante fiesta del calendario judío; comienza el día de Nisán, y se celebra durante siete días (ocho en la diáspora), de los cuales el primero y el último son días de reposo, y en los que está prohibido el trabajo cotidiano. En ella se festeja la liberación del pueblo judío de la esclavitud de Egipto obrada por Dios a través de Moisés.

A) Pesaj: Su aspecto histórico

En el libro del Éxodo se relata la vocación de Moisés, elegido por Dios para salvar a su pueblo. (Ex 6). Dios envía a Moisés ante el Faraón para que deje partir a su pueblo al desierto para darle culto. (Ex 5,3)

Los egipcios no permitieron a los hebreos salir de sus dominios a celebrar la fiesta, a pesar de las señales que Dios le daba al Faraón por medio de las distintas plagas.

Entonces Dios dio instrucciones a Moisés para que la comunidad realice el sacrificio de pascua: al atardecer se matará un cordero o cabrito de un año, macho y sin defecto; se rociará con su sangre las jambas y el dintel de la puerta de sus casas; de noche se comerá la cena de la liberación: cordero y pan ácimo (los pies calzados, ceñida la cintura y un bastón en la mano, en plan de marcha desde aquella tierra de esclavitud hacia otro país de libertad).

Más tarde, el Señor, que herirá de muerte a los primogénitos de los egipcios, pasará de largo o se saltará las puertas de los hebreos, marcadas con la sangre del cordero. De allí el significado del término Pésaj que significa “saltear”, “pasar por encima”, ya que el ángel de la muerte enviado por Dios “salteó las casas de los hijos de Israel” (Ex 12, 27) preservando a los primogénitos hebreos.

A pesar de que existen discrepancias al respecto entre los estudiosos, generalmente se acepta como época de esta salida de Egipto la segunda mitad del siglo XIII a.C, en tiempos del faraón Ramsés II. Con éste, entonces, habría tenido Moisés sus gestiones para obtener la liberación del pueblo de Israel sometido a trabajo de esclavos, tratativas reforzadas cada vez por una nueva plaga que sobrevenía a Egipto, porque el rey se negaba a concederles la libertad. Hasta que con la décima y última, la muerte de los primogénitos, el monarca ordenó en horas de la noche que los hijos de Israel abandonaran su país de inmediato. (Ex 12,31).

Esta salida de Egipto se menciona innumerables veces en la Biblia, en las plegarias y en las tradiciones judías. También en las palabras iniciales de los Diez Mandamientos o Decálogo, Dios se presenta al pueblo de Israel anunciándole que “Yo soy el Eterno tu Dios, que te he sacado de Egipto, de la casa de los esclavos” (Ex 20,2 y Deuteronomio 5,6), vinculando su identidad con este éxodo. De allí la importancia de esta Fiesta.

B) Elementos básicos: El sacrificio del Cordero y los panes ácimos

La costumbre de ofrecer sacrificios a Dios, se remonta a etapas anteriores a la estancia de los hebreos en Egipto. Es mediante este acto que el hombre reconoce su dependencia de Dios.

Así, el Libro del Génesis, relata la oblación hecha por Caín de los frutos de la tierra, y de Abel, de los primogénitos de su rebaño (Gen. 4, 3-4); a Noé que ofreció holocaustos sobre el altar después del diluvio (Gen.8,20); también a Melquisedec sacerdote del Dios Altísimo que presenta a Dios pan y vino (Gen.14,18); a Abraham cuando sacrifica el cordero en lugar de su hijo Isaac (Gen 22,13), etc.

Pero en el contorno del éxodo, el sacrificio del cordero y los panes ácimos, adquieren una nueva significación que tendrá su culmen en el sacrificio de Jesucristo por los pecados del mundo, cual Cordero sobre el ara de la Cruz.

* El cordero pascual

La víctima debía ser "macho" (considerado la fuente de vida), "sin defecto" (a fin de que sea aceptable a Dios), "de un año" (primicia), "lo guardaréis" (la separación del rebaño como señal de santificación). (cf. Ex 12,5-6).

En lo sucesivo, el sacrificio del cordero de Pésaj se siguió celebrando cada año, en recuerdo de aquel ofrendado en Egipto. (cf. Ex 12,14).

Con la destrucción del Templo de Jerusalén, cuando forzosamente quedó abolido el culto de sacrificios en el pueblo de Israel, dejó de celebrarse el rito del cordero pascual. Solo queda hoy un recuerdo simbólico del mismo, el trozo de hueso con carne asada que se coloca en al fuente alegórica de la noche del Séder.

* Los panes ácimos

A la repentina orden de salida se debe la tradición de los panes ácimos o Matzot, que también caracterizan a esta fiesta: el tiempo no alcanzó para cocer en los hornos el acostumbrado pan de cada día, sino que hubo que dejar la masa al sol para que se cociera al calor de éste. Resultaron unas galletas chatas y sin fermentar, en recuerdo de las cuales se come hasta el día de hoy, las tradicionales matzot de Pèsaj durante los siete (u ocho) días de fiesta.

Por lo tanto “los panes ácimos que Israel come cada año en la Pascua conmemoran la salida apresurada y liberadora de Egipto.”[2] La Fiesta de los panes ácimos seguía a la de la Pascua, como se puede ver en Levítico 23,5.

Durante los siete días de la fiesta estaba prohibido comer pan con levadura, porque la levadura era símbolo de corrupción y del pecado.

También “en la fiesta de los ácimos estaba significado Cristo como Pan de vida, que no está sometido a la corrupción sino que, al contrario es germen de la vida eterna “pues el que come este pan vivirá eternamente”(Jn.6,58)” [3].

C) Tradiciones y preparativos de la cena pascual.

Copa y plato usado en Pésaj

En recuerdo de esta salvación de los primogénitos de Israel, posteriormente quedó establecido para estos un día de ayuno, taanit bejorim, en vísperas de Pésaj.

Pero este ayuno los primogénitos pueden evitarlo, si ese día estudian la parte final de algún tratado del Talmud: cada vez que se concluye un estudio semejante, ello da lugar a una comida festiva, en mérito de la cual puede levantarse el ayuno de la fecha.

Durante los días de la fiesta se evita el consumo de todo alimento fermentado o leudado (jametz). También los platos, cubiertos, tazas, ollas, etc.; usados durante todo el año se consideran jametz por el contacto que tuvieron con alimentos de ese tipo, y se los reemplaza por otros, especiales para Pésaj. O bien puede convertírselos en aptos para Pésaj, mediante un proceso especial de limpieza que se les aplica unos días antes de la fiesta.

* El Séder de Pésaj: Séder significa “orden” en hebreo, y con este nombre se denomina la cena festiva de la primera noche de Pésaj, debido al orden preestablecido que deben guardar todas las bendiciones, ceremonias, alimentos, bebidas, etc., de esa celebración.

Ya al iniciarse la cena, quien la preside tiene delante de sí, sobre la mesa, la keará o “fuente” con los símbolos del Pésaj. Entre ellos se destacan el maror o hierba amarga (generalmente un rábano picante que evoca la amarga vida de esclavos que los hijos de Israel vivieron en Egipto); el zeróa (un hueso con carne asada, en recuerdo del cordero que se sacrificaba en el Templo de Jerusalén); el jaróset (una mezcla de manzanas y nueces picadas y amasadas con vino, semejante a la pasta de ladrillos que elaboraba el pueblo judío en Egipto); el carpás (verduras que se mojan en agua salada antes de comerlas –símbolo de las lágrimas de los esclavos israelitas en Egipto, o bien de las aguas saladas del Mar Rojo-); un huevo (recuerdo de uno de los sacrificios de la fiesta) y jazeret, otra verdura más (que varía según las diversas costumbres).

Complementan la mesa del Séder tres mazot (panes ácimos) colocadas una encima de la otra (símbolo de los tres sectores del pueblo judío: los “sacerdotes” o descendientes de Aarón; los levitas, hijos de la tribu de Leví; e Israel, todo el resto del pueblo), una copa de vino especialmente reservada para el “profeta Elías”, de quien se cree que también llega simbólicamente a cada hogar judío para participar junto con los presentes de la noche del Seder, y finalmente las copas de vino para todos de las cuales se beberá, sucesivamente, cuatro veces a lo largo de toda la noche. Estas cuatro copas celebran la liberación de los hijos de Israel de la esclavitud de Egipto, que esta definida en la Biblia con cuatro verbos diferentes, cuando Dios la promete a los israelitas: “Os sacaré de los sufrimientos de Egipto, os salvaré de su esclavitud, os redimiré con brazo extendido…y os tomaré para Mí como pueblo”. (Éxodo 6,6-7).

* La Hagadá de Pésaj: La Hagadá o “Relato” de Pésaj es el texto tradicional que se lee en la mesa del Séder, como marco que rodea la cena festiva de esa noche.

La Hagadá contiene textos de muchas épocas diferentes, que van desde los tiempos bíblicos y la salida de Egipto al mando de Moisés pasando por la época del Talmud y la Edad Media, y llega hasta los tiempos modernos mediante un capítulo especial con el que muchos hogares judíos evocan en un momento del Séder también el Holocausto y la rebelión del guetto de Varsovia contra los nazis, iniciada en la primera noche del Pésaj del año 1943. También hay otras variantes de Hagadot modernas que agregan otras citas de la Biblia y de poetas hebreos medievales y modernos.

Imagen del texto de la Haggadá

El estilo de la Hagada de Pesaj, y su nombre mismo, están en consonancia con el mandato bíblico que dice: “Y le relatarás a tu hijo (la historia del éxodo de Egipto)” (Ex. 13,8).

Quien provoca el relato de esta noche es el menor de la familia, quien se dirige solemnemente a su padre para formularle las conocidas cuatro preguntas que empiezan con las palabras Má nishtaná, "¿En qué se diferencia (esta noche de Seder de otras noches del año)?” y con eso da lugar a que el padre le comience a contar toda la historia de la liberación del pueblo judío por obra de Dios.

* Shirat Haiam, el himno del Cruce del Mar: Para Pésaj se han establecido diversos fragmentos del Pentateuco como lectura de la Torá.

En las sinagogas de Tierra Santa se leen dos de ellos (en el primero y en el séptimo día de Pésaj, que son feriados). Y además hay una lectura especial para el sábado intermedio que suele haber en Pésaj.

De todas estas lecturas sobresale por su majestuosidad la del séptimo día, en la que se refiere la historia del éxodo de Egipto, y también figura el himno que los hijos de Israel cantaron al Señor después del milagroso cruce del mar (Éxodo 15,1-19).

Conclusión

En aquel cordero Pascual estaba prefigurado el Cordero de Dios Inmaculado que quiso sacrificarse en la cruz y se nos ofrece por alimento en la Eucaristía.

Como el Cordero Pascual libró a los israelitas del Ángel exterminador que traía la muerte, así Jesucristo nos rescató del poder del diablo y de la muerte eterna.

De ahí que en el Nuevo Testamento Jesús sea llamado “Cordero”: “He aquí el cordero de Dios, que lleva el pecado del mundo” (Juan 1,29); en otro pasaje dice: … “fuisteis redimidos, no con cosas corruptibles, plata u oro, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de Cordero sin tacha y sin mancha” (I Pe.18-19), (Hech.8, 32), etc.

“ El cordero, dice S. Cirilo, se entiende, según la ley, como un sacrificio puro e inmaculado; mas los cabritos son ofrecidos siempre en el altar por los pecados. Esto mismo lo encontrarás en Cristo. Pues El era también como un sacrificio inmaculado, que se ofrece a sí mismo al Dios y Padre en olor de suavidad (cf. Efe.5, 2) y que fue degollado como un cabrito por nuestros pecados. Después de inmolado manda untar con la sangre las puertas y el dintel de las casas (Ex. 12,7); con lo cual no quiere significar otra cosa, a mi parecer, sino el que fortifiquemos nuestra casa terrena, esto es, nuestro cuerpo, con la sangre adorable y preciosa de Cristo, apartando la muerte causada por la transgresión con la participación de la vida. Pues vida y santificación es la participación de Cristo”[4].

Afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: “Al celebrar la Última Cena con sus apóstoles en el transcurso del banquete pascual, Jesús dio su sentido definitivo a la pascua judía. En efecto, el paso de Jesús a su Padre por su muerte y su resurrección, la Pascua nueva, es anticipada en la Cena y celebrada en la Eucaristía que da cumplimiento a la pascua judía y anticipa la pascua final de la Iglesia en la gloria del Reino”[5].

“…Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado” (I Cor.5, 7).

Con María, en Domingo de Ramos

Después de cada Domingo de Ramos viene el Jueves Santo, y el gallo también cantará tres veces para ti.

Por: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net

¿Sabes, María...? El lunes empezamos la Semana Santa, mañana es domingo de Ramos.. Por misericordia de Dios, este año he tomado mayor conciencia de del sentido de estos días en mi propia vida, por un exquisito detalle de amor de mi Señor he aprendido a ver, en mi propio dolor, no una ausencia de Dios, sino una presencia real de su amor, dándome, en cada momento difícil, la oportunidad de transitar con Él mi propio camino de Salvación….por eso quiero acercarme hoy a ti, maestra del alma, para que, como mi madre que eres, me tomes de la mano y me muestres el camino hacia tu Hijo.

- El camino hacia mi Hijo, el único camino que vale la pena transitar… Mi alma quisiera que todos anhelaran ese camino… pero. No importa, no hablaremos de eso ahora, ven vamos a Jerusalén, que la gente ya se está acercando a Jesús y nos costará trabajo abrirnos paso entre la multitud…

Y te sigo... ¿Qué otra cosa puedo hacer? Si seguirte termina siendo siempre luz para el corazón, paz para el alma.

Tal como lo dijiste, la gran multitud que había venido para la fiesta de la Pascua se enteró de que Jesús se dirigía a Jerusalén…llegamos justo cuando Jesús estaba montando un asno para entrar a la ciudad, la gente se apretujaba por acercársele, muchos habían visto la resurrección de Lázaro y daban testimonio… nos acercamos, vimos a las mujeres de Galilea, silenciosas, que le seguían a Él por donde fuera, tú, Madre querida, te acercaste para verlo sin que Él lo notara, tenias ganas de abrazarle, de cuidarle, de atenderle como cuando era pequeño. Le nombraste Jesús, amor de mi alma Fue apenas un susurro en el griterío de la gente, apenas si yo, que estaba pegadita a vos, lo oí con dificultad. Pero el alma de tu Hijo te oyó, giró la cabeza y sus ojos purísimos y mansos se encontraron con los tuyos, fue una mirada larga, llena de palabras que iban de corazón a corazón. Por un instante sé que estuvieron en ese lugar sólo ustedes dos, miles de ángeles inclinaron la cabeza con respeto, fue una mirada de amor profundo, de entrega sin límites a la Voluntad del Padre, una mirada de despedida.

Luego Él se volvió a las gentes, el tosco animal inició su marcha triunfal, mientras el pueblo extendía sus mantos como improvisada alfombra real… las ramas de olivos, arrancadas por cientos de manos, fueron verdes pañuelos que saludaban al Mesías, claro, que en ese momento nadie pensaba que los verdes pañuelos hoy serían ramas marchitas en pocos días, que se quemarían con el fuego de la indiferencia o el abandono. Al llegar a la pendiente del monte de los Olivos, comenzamos a escuchar de mil gargantas..." ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el Cielo y Gloria en las Alturas!"

Tú y yo, María, caminábamos entre las gentes, nadie te reconocía, nadie veía en ti a la mujer por cuyo sí hoy tenían ellos a quien aclamar.

- Mucha gente - dijiste con tristeza- mucha gente hoy, como en la multiplicación de los panes o en el sermón de la barca, todos le dejarán solo en pocos días…

- Señora - y sentí vergüenza por mi, ya que muchas veces yo le había saludado desde mi Monte de los Olivos y le había dejado solo después- cuanto nos ama tu Hijo, cuanto.

- Mi corazón puede sentir la angustia del suyo, hija mía, al mirarle, hace un momento, note una mirada triste, aunque no arrepentida de su decisión, angustiada, mas no por Él sino por toda esta gente, solitaria, porque su alma sabía que este bullicio es pasajero, decidida, porque mi Hijo vino para hacer la Voluntad del Padre, valiente, porque sabia que aún faltaba la lucha final y estaba determinado a vencer pues su victoria es nuestra única esperanza. Una mirada en paz, con la tranquilidad profunda de la verdadera libertad que es hacer lo que debe hacerse, aquello para lo que cada ser fue concebido desde el principio de los tiempos.

- Señora ¿Iras a la casa donde se hospedará Él?, es que así le tendrás mas cerca.

- No, yo estaré cerca, Él sabe que estoy, mas debo dejarle en libertad, Él debe cumplir su misión hasta el final… y ambas sabemos la clase de final.

- ¿Qué siente tu corazón ahora, Madre querida? Perdona la torpeza de la pregunta, pero... Es admirable como estas de pié, en silencio, sin gritos, aun en medio del dolor te mantienes serena. ¿De donde sacas fuerza, Señora?

- Pues del mismo por quien sufro, amiga mía. Verás, cuando el ángel me anunció que sería la madre del Mesías, yo sentí que aceptar era como dar un gran salto al vacío, pero sabía que mas vacía quedaría si me negaba. Desde ese momento hasta hoy he pasado por muchísimas circunstancias que me han ido enseñando quien es en realidad este Hijo mío, que es mío pero no me pertenece, aprendí que ser su mamá era sólo ser un puente, que mi "sí" unía su decisión de salvar la humanidad con la humanidad misma, pero nada más, no me asistía el derecho de anteponer mis sentimientos a su misión salvadora, debía aprender el valor de la renuncia, debía aprender que, la única manera de estar junto a Él era estar desde lejos.

- Señora ¿Qué debe aprender mi alma de este día?

- Debe aprender que es fácil reconocerle y amarle cuando todo marcha bien, que no es gran merito aclamar su nombre cuando todos lo hacen y "queda bien" debes recordar que, después de cada Domingo de Ramos viene el Jueves Santo, y el gallo también cantará tres veces para ti.

- ¿Qué hacer, entonces?

- Seguirlo siempre, aun en medio de tu propio dolor, ver que te espera detrás del sufrimiento, que no te deja sola, que está contigo, sobre todo cuando tu crees que está lejos. Recuerda siempre que Él te amó tanto que padeció todo esto por ti, para que tuvieses vida eterna.

Seguimos a Jesús hasta que llegó a la ciudad, luego Él fue al Templo, Maria quedó contemplándole desde lejos. Antes de entrar al recinto Jesús la miró desde lo profundo del alma, su mirada era... indescriptible, una extraña mezcla de amor, tristeza, paciencia y soledad. En pocos días todo habría terminado y, al mismo tiempo, todo habría comenzado...

- Hija querida- dijiste mientras me abrazabas con ternura- espero que tu corazón haya aprendido, haya crecido, haya conocido de cuanto es capaz el amor de Dios... aunque, hija mía... la verdadera dimensión de ese amor no puede ser comprendida en este mundo...

- Gracias, Señora mía, por este tiempo que nos dedicas a tus hijos.... gracias....
Y te fuiste... te fuiste y te quedaste al mismo tiempo.... como dice la Escritura, nadie puede separarnos del amor de Cristo... y, por consiguiente, Señora mía, tampoco nadie puede separarnos de tu amor....

Amigo, amiga que lees estas líneas... ten un Domingo de Ramos acompañado de María

NOTA:

Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna.

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

El Domingo de Ramos abre la puerta a la semana de los días más amargos, más crueles para el Dios que se hizo hombre por amor.

Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net

Domingo de Ramos, la Iglesia Católica y sus fieles, conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén. Marcos en su Evangelio, nos describe como fue esa entrada: "Llegó Jesús en un borriquillo mientras muchos extendían sus mantos en el camino y otros lo tapizaban con ramos cortados en el campo y gritaban vivas, ¡Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor!.

Parece que todo nos anima a que sea un domingo de fiesta, los ramos, las palmas, los gritos de júbilo...y sin embargo la tradición nos sorprende en la santa misa de este día, relatándonos la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Qué cercano estaba el día en que sería entregado a los sumos sacerdotes, a los grandes personajes y autoridades, Anás, Caifás, Pilato, Herodes y luego al mismo pueblo que ahora lo vitorea y más tarde pedirá su crucifixión.

Repasamos toda esta historia (que siempre es la misma, dirán algunos) pero que siempre es diferente según la medite nuestro corazón.

El Domingo de Ramos abre la puerta a la semana de los días más amargos, más crueles para el Dios que se hizo hombre por amor, por amor a rodos los hombres y en ese "todos" estaba yo.

La agonía en el Getsemaní, una oración al Padre con temblores de miedo, sus palabras "una tristeza en el alma hasta la muerte" y bajo el resplandor de la luna llena de Pascua, allá en el Huerto de los Olivos, nuestro Salvador postrado en tierra, se cubre de sudor y se llena de amarga soledad. Necesita la compañía de sus amigos, "velad conmigo" pero ellos se durmieron.

Y después el beso que traiciona, la flagelación, las espinas, la cruz, los clavos en pies y manos, la lanza que penetra en su costado, la muerte. "Al que no conoció el pecado, Dios lo trató por nosotros, como el propio pecado, para que, por medio de él, nosotros sintamos la fuerza salvadora de Dios" (Cor 5:21).

"El fue triturado por nuestros crímenes, sobre él descargó el castigo que nos sana" (Is 53:5).

Cristo se acerca al Padre en esa hora de redención, los pecados de la humanidad están sobre Cristo misteriosamente. El pecado es el rechazo a Dios. Cristo está entre los hombres de todos los tiempos y ese amor es rechazado, pisado.

Hay que meditar sobre esto:

Yo soy la causa pero también el destinatario de la redención, soy el fin de la obra redentora de Cristo.

Entremos pues, con la fe y la alegría del Domingo de Ramos, alabando a Jesús desde nuestros corazones, con la confianza y amor que es nuestro Señor, y preparándonos con la lectura de la Pasión, escuchando la Palabra de Dios (el mismo Dios que nos habla) para acompañar a Cristo en la Pasión,

Y desde la cruz con nuestra Madre para todos los seres humanos. María que al pie de la cruz nos recibe como hijos que aunque algunas veces perdamos el rumbo, será nuestro faro de luz que nos conducirá amorosamente hasta su Hijo Jesús.

La entrada de Cristo a Jerusalén.

Domingo de Ramos. ¿Qué tanto soy capaz de seguir a este Cristo, que como rey, va a ser sacrificado por mí?

Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net

El día de hoy para acompañar a Cristo en su pasión, su muerte y su resurrección, vamos a centrar nuestra reflexión en la entrada de Cristo a Jerusalén

La entrada Mesiánica de Jesús en Jerusalén, tal como la presenta San Juan, se encuentra centrada en un contexto muy particular. No hay que olvidar que los evangelios son una carga espiritual, teológica, de presencia de Cristo. Por así decirlo, son un retrato descrito.

San Juan ubica la entrada de Cristo en Jerusalén, por una parte, en el contexto de la unción de Betania, en la que se ha vuelto a hablar de la resurrección. Junto con este aspecto de la resurrección aparece, como sombra constante, la determinación de los sumos sacerdotes para deshacerse de Cristo. Y como un segundo trasfondo de la entrada de Cristo en Jerusalén está el contexto del discurso de Jesús sobre el grano de trigo que tiene que caer y morir para dar fruto.

Dice el Evangelio: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto". En el texto del grano de trigo se vuelve a repetir el mismo dinamismo que se encierra en la voz de "lo he glorificado", junto con la conciencia clara de la presencia inminente de la pasión.

A nosotros nos llama mucho la atención que todo el misterio de la entrada de Jesús en Jerusalén quiera estar enmarcado en este contraluz de muerte y resurrección (el grano de trigo que muere para poder dar fruto), pero, independientemente de que pueda ser un poco literario, este contexto nos permite ver lo que es exactamente la entrada de Cristo en Jerusalén.

Por una parte vemos que el pueblo realiza lo que estaba escrito que tenía que realizar: "Esto no lo comprendieron sus discípulos de momento; pero cuando Jesús fue glorificado, se dieron cuenta de que esto estaba escrito sobre él, y que era lo que le habían hecho".

Por otra parte, la voz del pueblo es un signo que indica lo que Cristo es verdaderamente: "Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel". Sin embargo, como tantas veces sucede con Cristo, los hombres actúan sin saber que están actuando de una forma profética. El pueblo no sabe lo que hace, pero aclama el triunfo y el éxito maravilloso de un taumaturgo que resucitará. Además, las palabras de la gente tienen un total carácter de proclamación mesiánica, por la que Cristo se presenta como liberador de Israel. Y así, Cristo cumple un gesto mesiánico que Zacarías había profetizado: "No temas, hija de Sión; mira que viene tu Rey montado en un pollino de asna". Cristo se sienta en el asno, aceptando con ello el que se le proclame Rey, realizando así la profecía de Zacarías.

Sin embargo, esto no obscurece su conciencia de que su mesianismo no es de tipo mundano, sino que esta unción como Mesías, esta proclamación, es el camino que lo va a llevar a la cruz. No hay que olvidar que el Mesías es el que resume, en sí mismo, todos los símbolos de Israel: el profeta, el sacerdote, el rey. Y como dijo el mismo Cristo, es el profeta que va a morir en Jerusalén, y es el sacerdote que llega hasta donde está el templo para ofrecer el sacrificio.

Pero, junto con esta visión externa que nos puede ayudar a preguntarnos: ¿qué tanto soy capaz de seguir a este Cristo, que como rey, profeta y sacerdote va a ser sacrificado por mí?, yo les invitaría a contemplar el alma de Cristo, el interior de Cristo en su entrada a Jerusalén.

El alma de Cristo tiene ante sí, con una gran claridad, el plan de Dios sobre Él. Cristo sabe que Dios ha querido unir su glorificación con el misterio de la pasión. Es una gloria que pasa a través de la infamia y del rechazo de los hombres, una gloria que pasa por la paradoja de los planes de Dios, una gloria que quiere pasar por la total donación del Hijo de Dios para la salvación de los hombres.

Cristo tiene claro en su alma este plan de Dios, y con toda libertad y con toda decisión, lo acepta. Él sabe que al ser proclamado Rey, y al entrar en Jerusalén como Mesías, está firmando la sentencia que le lleva al sacrificio, y sin embargo, lo hace. Entonces los fariseos comentaban entre sí: "¿Veis cómo no adelantáis nada?, todo el mundo se ha ido tras él". Él sabe que la exaltación real que a Él se le dará cuando sea levantado, es la de la cruz, la del cuerpo para el sacrificio.

La cruz será su gloria de dominio, será su palabra profética de discernimiento y también será la unción con la que su cuerpo será marcado como sacerdote de la Nueva y Eterna Alianza. La cruz será su trono de dominio desde el que Él va a atraer a todos los hombres hacia sí mismo: "Y cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí". En su alma aparece el deseo de donarse, porque ha llegado la hora para la que había venido al mundo, la hora del designio de amor sobre la humanidad, la hora por la que Dios entre, de modo definitivo, en la vida de los hombres por la gracia de la redención.

Sin embargo, todos los sentimientos se van mezclando en Cristo. Así como es consciente de que ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre, es también consciente de que el grano de trigo tiene que caer en tierra para poder dar fruto: "Pero mi alma se turba, ¿y cómo voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero es para esta hora que yo he venido al mundo."

Podríamos terminar con una reflexión sobre nosotros mismos, sin olvidar que nuestra vocación cristiana también es una perspectiva de la luz que pasa a través de la cruz: Mi vocación es luminosa solamente cuando pasa a través de la cruz. Tiene que pasar por el mismo camino de Cristo: la aceptación generosa de la cruz, la aceptación generosa de los signos que nos llevan a la cruz.

Para Cristo, el signo de la entrada de Jerusalén, es el signo que le lleva a la cruz; para nosotros cristianos, nuestro Bautismo es un signo que nos indica, necesariamente, la presencia de la cruz de Cristo. Se trata de ser seguidor de Cristo, marcado con el signo indeleble de la cruz en el corazón y en la vida. El cristiano ha de ser capaz, como Cristo, de recoger los frutos de vida eterna del árbol fecundo de la cruz, para uno mismo y para sus hermanos.

Para quien juzga según Dios, la abnegación es Sabiduría Divina envuelta en el misterio de Cristo crucificado. No existe otro camino para ser seguidor de Aquél que no ha venido para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.

Toda la vida de Cristo, y particularmente su pasión, tiene un profundo significado de servicio para la gloria del Padre y para la salvación de los hombres. El Primogénito de toda criatura -al cual corresponde el primado sobre todas las cosas que son en el cielo y en la tierra-, el que viene en el nombre del Señor, el rey de Israel, se ha hecho siervo de todos los hombres y dado a muerte en rescate de sus pecados.

Cristo entra en Jerusalén; Cristo nos habla del grano de trigo, nos habla de ser exaltados en la cruz, y nos hace una pregunta que tenemos que responder: "¿Puedes beber del cáliz que yo beberé?."

PRECES

En el día que conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén, alabemos su nombre diciendo:R/MHosanna al Rey de Israel.Jesús, que dejaste que los niños aclamaran tu nombre,–haz que toda nuestra vida sea un canto de alabanza.MR/Tú que entraste en la ciudad de David montado en un manso pollino,–muéstranos el camino de la humildad para que seamos leales servidores tuyos.MR/Jesús, que quisiste celebrar la Última Cena con tus apóstoles,–haz que te reconozcamos en la fracción del pan.MR/Tú que quisiste que se cumplieran las Escrituras,–no permitas que por nuestra desidia deje de realizarse tu plan de salvación.MR/Intenciones libresPadre nuestro...

ORACIÓN

Dios todopoderoso y eterno, que hiciste que nuestro Salvador se encarnase y soportara la cruz para que imitemos su ejemplo de humildad, concédenos, propicio, aprender las enseñanzas de la pasión y participar de la resurrección gloriosa. Por nuestro Señor Jesucristo.

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