Es gracias a Él que quedaremos purificados y recibiremos la vida nueva
- 27 Marzo 2021
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Laico, 27 de marzo
Rey de Borgoña y Orleáns.
Martirologio Romano: En Chálon-sur-Saóne, en Burgundia, en Francia, sepultura de san Guntrano, rey de los francos, que distribuyó sus tesoros entre las iglesias y los pobres (593).
Breve Biografía
Era nieto de Santa Clotilde. Hermano de los reyes Charibert y Sigebert.
Sus primeros pasos del monarca no fueron los de un santo precisamente. Repudió a su primera esposa, Veneranda, luego de haberle dado sólo un heredero que murió a edad temprana. La segunda esposa, Merestrude no tuvo mejor suerte, murió poco después de su parto junto con el niño. Austrechilde, la tercera esposa, le dio dos niños que murieron jóvenes.
Guntrano, luego de estas vivencias, llegó a la conclusión de que su luto era consecuencia de los pecados cometidos, se comprometió a no caer en la tentación de cambiar de esposa en la búsqueda de un heredero, adoptando a su sobrino Chieldeberto, huérfano de uno de sus hermanos.
En su conversión al cristianismo superó así con remordimiento los actos anteriores de su vida, consagrando su energía y fortuna a construir la Iglesia.
Pacificador, protector de los oprimidos, atendía a los enfermos, tierno con sus súbditos, generoso en sus limosnas, especialmente en épocas de hambre o plaga. Obligaba al correcto cumplimiento de la ley sin favoritismos, perdonó incluso ofensas contra él incluyendo a dos que intentaron asesinarlo.
Murió el 28 de Marzo de 592, fue enterrado en la Iglesia de San Marcelo que él habia fundado, su craneo ahora se conserva en una urna de plata.
Fue declarado santo casi inmediatamente después de su muerte por sus súbditos.
Estamos marcados por el amor de Dios
Santo Evangelio según san Juan 11, 45-56. Sábado V de Cuaresma.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
«Aclama a Dios, tierra entera, cantad a su nombre glorioso, dadle honor con alabanzas, decid a Dios: ¡Qué admirables tus obras!» (Salmo 66). Jesús, amigo mío, ¡cuánto amor me has tenido! Has dado tu vida por mí, me has redimido, has perdonado mi pecado y me das tu gracia para que pueda llegar al cielo. Quiero agradecerte por todo y cantar como el salmista todas las obras que has hecho en mí.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 11, 45-56
En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: «¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación».
Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca». Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo.
Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: «¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Hoy nos preparamos para subir a Jerusalén con el Señor. Mañana lo veremos que entra en medio de aclamaciones a Jerusalén. Y, ¿cómo podemos ver los acontecimientos que estamos por vivir? ¿Qué actitud debemos de tener? El Evangelio de hoy nos puede dar mucha luz y podemos comenzar de atrás para adelante. Lo primero que vemos es que el pueblo se preparaba para la fiesta y muchos esperaban a Jesús, se preguntaban si iba a venir. En estos días vivimos una verdadera fiesta y todos esperamos a Jesús, pues Él es centro y el motivo. Es gracias a Él que quedaremos purificados y recibiremos la vida nueva. La Semana Santa y la Pascua son momentos de fiesta.
¿Y en que consiste esta fiesta? Lo principal es el sacrificio del Señor para que nosotros podamos tener vida. Jesús se ofrece como víctima por todo el pueblo, por cada persona que quiere recibir su gran amor. Y así como antes se rociaban las puertas de las casas judías con la sangre de los corderos para recordar el día de la liberación, hoy deben marcarse en las puertas de nuestros corazones para demostrar que es Cristo quien reina en nuestras vidas y que ya no somos esclavos del pecado; que el bien ha vencido el mal; que la gracia ha vencido el pecado.
Finalmente viene el prodigio. Jesús nos da vida con su sangre y, así como resucitó a Lázaro, viene a resucitarnos a nosotros. Después de esta Semana Santa que estamos por comenzar debemos cambiar nuestros rostros por los de la alegría, porque son días para contemplar en el silencio el gran amor de Dios, su gran misericordia. Y que el mundo, la gente con la convivimos, al vernos, pueda ver el gran milagro de Dios en nuestra vida y creer que, así como el amor nos ha cambiado a nosotros, también lo puede hacer con ellos. Eso es el apostolado, transmitir esta experiencia.
«Él habla claro a los que decidían todo: pensemos en Anás y Caifás, que han juzgado a Jesús, o a esa palabra de Caifás: es más ventajoso para nosotros que muera un hombre por el pueblo y que no se estropee la nación entera. Ellos eran los sacerdotes, los jefes. Estas personas habían llegado a este estado de prepotencia, incluso de tiranía hacia el pueblo, instrumentalizando la ley; pero una ley que ellos rehicieron muchas veces hasta llegar incluso a quinientos mandamientos: todo estaba regulado, ¡todo! Era una ley científicamente construida, porque esta gente estaba capacitada, conocía bien, le daban muchos matices. Pero, era una ley sin memoria: habían olvidado el primer mandamiento que Dios dio a nuestro padre Abraham: camina en mi presencia y sé irreprensible. Ellos no caminaban, siempre estuvieron firmes en sus propias convicciones y no eran irreprensibles». (Homilía de S.S. Francisco, 16 de diciembre de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Esta semana, Señor, voy a ir a misa todos los días y la viviré con gran amor y devoción.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La persecución a los cristianos en la historia de la Iglesia
Según diversos estudios, en el siglo XX habrían sido asesinados unos 45 millones de cristianos
Numerosos cristianos han sufrido persecuciones por parte de no cristianos e incluso de otros cristianos de creencias diversas o más o menos estrictas durante la historia del Cristianismo. Tal persecución admitía varios grados, desde el arresto sin garantías, la mengua de derechos públicos, el encarcelamiento, el azotamiento y la tortura, la ejecución, llamada martirio, pasando por el pago de un impuesto suplementario (como el caso de los mozárabes), la confiscación de sus bienes o incluso la destrucción de sus propiedades, su arte, sus libros y sus símbolos o la incitación a abjurar de sus principios y delatar a otros cristianos.
Persecución a los primeros cristianos
El Nuevo Testamento dice que los primeros cristianos (comenzando por el propio Jesús) sufrieron persecución a manos de los jefes judíos de esa época. También relata el principio de persecuciones por los romanos.
Según el Nuevo Testamento, la persecución de los primeros cristianos continuó después de la muerte de Jesús. Pedro y Juan fueron encarcelados por los jefes judíos, incluido el sumo sacerdote Ananías, quien no obstante los liberó más tarde (Hechos 4:1-21). En otro momento, todos los apóstoles fueron encarcelados por el sumo sacerdote y otros saduceos, pero fueron liberados por un ángel (Hechos 5:17-18). Los apóstoles, tras haber escapado, fueron llevados nuevamente ante el Sanedrín, pero esta vez Gamaliel (un rabino fariseo bien conocido de la literatura rabínica) convenció al Sanedrín de liberarlos (Hechos 5:27-40).
La razón más probable de la persecución fue, por parte de los judíos, la evidente herejía que representaba la doctrina cristiana desde un punto de vista de la doctrina tradicional judía, ya que entre otras cosas, la idea de un Dios-Hombre chocaba de frente con su arraigado monoteísmo. Es deducible además que a oídos romanos, la predicación de los cristianos sobre el inminente regreso del Rey de los Judíos y el establecimiento de su reino, era sediciosa. Los romanos dieron a los judíos en ese tiempo un autogobierno limitado; las principales obligaciones de los líderes judíos eran recolectar impuestos para Roma y mantener el orden civil. Así, los líderes judíos tendrían que suprimir cualquier tesis sediciosa, como las que defendían los cristianos. Esta oposición judía fue un potente motor para plantar en Roma la semilla del odio al incipiente cristianismo
Esteban es recordado en el cristianismo como el primer mártir. El Nuevo Testamento relata la lapidación de Esteban (Hechos 6:8-7:60) por miembros del Sanedrín.
La ejecución de Esteban fue seguida de una gran persecución de cristianos (Hechos 8:1-3), dirigida por un fariseo llamado Saulo de Tarso, enviando a muchos cristianos a prisión. Según el Nuevo Testamento, esta persecución continuó hasta que Saulo se convirtió al cristianismo (y cambió su nombre a Pablo), tras decir que había visto una luz brillante y oído la voz de Jesús en el camino hacia Damasco, donde estaba viajando para encarcelar a más cristianos (Hechos 9:1-22).
Hechos 9:23-25 dice que «los judíos» en Damasco trataron entonces de matar a Pablo. Estaban esperándole en las puertas del pueblo, pero los evadió al ser bajado sobre el muro de la ciudad en una canasta por otros cristianos y luego escapó hacia Jerusalén. Comprensiblemente, tuvo dificultad al principio para convencer a los cristianos de Jerusalén que él, su antiguo perseguidor, se había convertido y de que ahora estaba siendo perseguido a su vez (Hechos 9:26-27). Otro atentado se hizo contra su vida, esta vez por «los grecianos» (KJV), refiriéndose a un grupo de judíos helenistas (Hechos 9:29), a quienes él debatió mientras estaban dentro y alrededor de Jerusalén.
Persecución a cristianos en el Imperio Romano
Al principio, los romanos consideraron el cristianismo como una nueva secta judía. Aparte de las esporádicas persecuciones de Nerón y Domiciano, durante el siglo I los cristianos tuvieron que enfrentarse con mayor frecuencia con la animadversión de los escribas y fariseos, rectores del judaísmo, que con las autoridades romanas.
Con base en diversos testimonios se afirma que durante la segunda mitad del siglo I, todo el siglo II y hasta el siglo IV, los cristianos fueron también perseguidos por autoridades del Imperio Romano, que consideraba a los cristianos, ya sea como judíos sediciosos (recordando que en el año 70 los judíos armaron una revuelta en Judea que originó la destrucción de Jerusalén y la deportación de los judíos de su territorio a manos romanas), o como rebeldes políticos. El historiador Suetonio menciona las revueltas causadas en Roma en tiempo del emperador Claudio "por un tal Cresto", a quien cabe identificar con Cristo, cuyas doctrinas debían haber sido divulgadas por emigrantes o esclavos judíos en Roma. Asimismo, Tácito en sus Anales habla de la persecución a los cristianos ("nombre que toman de un tal Cristo"), por parte de Nerón.
Tertuliano, en su "Apología contra los gentiles", escrita en el año 200, explica cuáles eran los delitos que la fama imputaba a los cristianos:
"Que en la nocturna congregación sacrificamos y nos comemos un niño. Que en la sangre del niño degollado mojamos el pan y empapado en la sangre comemos un pedazo cada uno. Que unos perros que están atados a los candeleros los derriban forcejeando para alcanzar el pan que les arrojamos bañado en sangre del niño. Que en las tinieblas que ocasiona el forcejeo de los perros, alcahuetes de la torpeza, nos mezclamos impíamente con las hermanas o las madres. De estos delitos nos pregona reos la voz clamorosa popular, y aunque ha tiempo que la fama los imputa, hasta hoy no ha tratado el Senado de averiguarlos". Tertuliano, Apología, c.7
Los gentiles asimilaban las reuniones nocturnas de los cristianos a ritos orientales de los "misterios", como los de Eleusis y Samos, enraizados en las prácticas mágicas, los misterios de Cibeles, los de Isis, originarios de Egipto, o los de Mitra, procedentes de Persia, que alcanzaron notable difusión incluso en España y en especial en la costa catalana.
En este contexto, hay que recordar que se hizo costumbre entre varios emperadores romanos el erigir estatuas propias en las diversas ciudades del imperio, y en autoproclamarse dioses o hijos de dioses (bajo el título de señor de señores) a los que sus súbditos debían de respetar. Un signo ejemplar de esto era la obligación de adorar o cuando menos arrodillarse ante las estatuas de los emperadores en las ciudades donde se encontraran. Los cristianos, tomando como principio el que Jesús es el único Señor de señores, y el único hijo del Dios verdadero, se negaban a tomar tales actitudes. Los romanos, antes que juzgar sus creencias, verían en estos gestos las actitudes de una rebelión política contra el imperio, lo cual originó varias persecuciones contra los cristianos en esa época.
Hubo diez grandes persecuciones romanas contra el Cristianismo, denominadas generalmente con el nombre de los emperadores que las decretaron: las de Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximiano, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano.
Puesto que el cristianismo era considerado ilegal en el imperio, los cristianos debían ocultarse. Sus reuniones serían entonces secretas y son famosas las catacumbas de la ciudad de Roma, donde se dice que los cristianos se reunían,2 aunque según los testimonios cristianos conservados, las catacumbas no eran el medio más utilizado para esconderse, ya que la mayor parte de las reuniones de culto, se haría secretamente en las mismas casas de los fieles. Para identificarse habrían utilizado símbolos que a ojos romanos no fueran evidentes, como el símbolo del Pez (Ichthys, o IXΘΥΣ en griego), acrónimo que significaba para ellos Jesucristo, Hijo de Dios, Redentor.
Persecuciones a cristianos desde inicios del siglo XX hasta nuestros días
Una de las mayores persecuciones contra los cristianos de la historia moderna tuvo lugar en Vietnam, a lo largo de un periodo de tiempo que va desde 1625 hasta 1886. Se calcula que en esos años fueron asesinados unos 130 mil cristianos.
Según diversos estudios, en el siglo XX habrían sido asesinados unos 45 millones de cristianos.
En España, desde 1934 a 1939 (periodo que va desde la revolución de octubre hasta la Guerra civil española) se contabilizan alrededor de 10 mil católicos (sacerdotes, religiosos y laicos) asesinados por motivos religiosos. Esta persecución, por su intensidad, ha podido ser calificada la mayor de toda la historia del cristianismo:
"En toda la historia de la universal Iglesia no hay un solo precedente, ni siquiera en las persecuciones romanas, del sacrificio sangriento, en poco más de un semestre, de doce obispos, cuatro mil sacerdotes y más de dos mil religiosos".
En el año 2001, el número de cristianos asesinados por motivos de su fe sería superior a 160 mil.
Entre los años 2003 y 2009, según informó Asianews en diciembre 2009, habrían sido asesinados alrededor de 2000 cristianos en Irak. A causa de la inestabilidad y de los ataques dirigidos contra cristianos, muchos de ellos han huido a otros territorios: de los cerca de 800 mil cristianos que había en 2003, se calcula que quedan 450 mil en 2010.
Por lo que se refiere a La India, entre 2008 y 2010 se registraron más de 1000 episodios anticristianos en el estado de Karnataka, según se informó en marzo de 2010. En el estado de Orissa, entre los años 2008-2010 más de 4000 cristianos sufrieron persecución y presiones para convertirse a la religión hindú.
Según unas declaraciones de Mario Mauro en agosto 2010, que fungía entonces como representante de la OSCE contra la discriminación de los cristianos, de 100 personas que mueren al año por persecución religiosa, 75 serían cristianos. Ese mismo mes de agosto de 2010, monseñor Mario Toso, Secretario del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, declaró que los cristianos eran el grupo religioso más perseguido en el mundo. Habría, según los datos de ese año, unos 200 millones de cristianos en situaciones de persecución. En cambio, según un informe publicado también en 2010 por la Comisión de las Conferencias Episcopales Europeas, el número de cristianos perseguidos estaría en torno a la cifra de 100 millones.
En cuanto al número de cristianos muertos anualmente por su fe, según una declaración hecha pública en junio de 2011 por Massimo Introvigne, representante de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) para la lucha contra la intolerancia y la discriminación contra los cristianos, se trataría de 105.000 muertos al año.
Dos sitios católicos de gran impacto mundial unen fuerzas al servicio de la Iglesia
La agencia católica internacional Zenit se une a Catholic.Net, el primer portal católico de habla hispana.
El 26 de marzo se anunció la unión de dos sitios católicos de gran impacto mundial: Catholic.Net y Zenit Agency International, para trabajar de manera conjunta al servicio de la Iglesia Católica con un modelo “Formativo – Informativo”. Catholic.net continuará su labor evangelizadora a través de artículos formativos y cursos en línea siguiendo las últimas tendencias para la formación a distancia; por su parte, Zenit, continuará siendo el portal de noticias del mundo visto desde Roma con un impulso innovador.
“Consideramos que la situación actual por la que pasa la humanidad, requiere de medios y plataformas digitales orientadas a divulgación de la veracidad de los hechos, libres de ideologías que solo contribuyen a la desinformación, y enfocados también a la formación de personas íntegras bien informadas, teniendo en cuenta que toda formación en línea repercute en la toma de decisiones personales y familiares para la construcción de su vida y entorno familiar”, dijo Pablo Pérez de la Vega, director de ambos sitios web.
La agencia Zenit internacional es una institución sin ánimo de lucro constituida por profesionales y voluntarios. A lo largo de su historia se ha distinguido por recopilar y difundir información con la máxima profesionalidad, fidelidad al Magisterio de la Iglesia y como servicio a la verdad. Lamentablemente, debido a la crisis económica que afecta a nivel mundial y a la disminución de los donativos, la agencia ha tenido que tomar una pausa en la edición de noticias en algunos idiomas Para asegurar su pronto restablecimiento, Catholic.Net asume la operación de la agencia y une fuerzas con ella para que ambas plataformas puedan ofrecer información y formación en absoluta fidelidad al Magisterio de la Iglesia y al Papa. “Catholic.Net fue fundado en lengua inglesa en 1995 y comenzó su versión en español en el año 2000, siendo el primer portal católico en el mundo, es actualmente un referente digital de contenidos, de valores humanistas y católicos a nivel internacional de habla hispana”, afirmó Pérez de la Vega, director de Catholic.Net. Actualmente, Catholic.Net se ubica entre los primeros 10 mil sitios más visitados en México, con 76 mil artículos, 170 mil suscriptores a su boletín de servicios diarios, mil 700 colaboradores, 521 mil seguidores en Facebook, 100 mil seguidores en Instagram, 93 mil suscriptores en su canal de YouTube, y 41 millones de visitantes en el 2020.
Zenit inició su operación en 1997; para 2006 ya ofrecía sus servicios en inglés, francés, alemán, italiano, alemán, portugués y árabe. Asumió como criterio de redacción el lema: “El mundo visto desde Roma”, significando que a través de su labor informativa quiere ofrecer una visión del mundo tal y como es propuesta desde el centro de la catolicidad.
Ha publicado 373 mil artículos, tiene 22 mil kilómetros recorridos con el Papa, 315 mil suscriptores y 25 millones de visitas entre 2019 y 2020.
El teatro, forma de evangelización
Desde hace poco tiempo se afirma que la Iglesia desde sus inicios buscó el empleo del teatro para su mensaje evangélico y para la restauración interior del hombre.
Sin embargo hay quienes- sin mucho conocimiento de causa - la han acusado de que no ha mostrado para con el teatro el mismo interés, ni la misma apertura didáctico-pastoral. Cada vez que podido lo ha obstaculizado y condenado.
Pero, mirando la historia y el Magisterio de la Iglesia se aprecia que nunca fue contraria al teatro, ni siquiera durante la Querella jansenista de los siglos XVII-XVIII. Es cierto que Bossuet, Tertuliano, San Cipriano, San Basilio, San Juan Crisóstomo teorizaron contra el teatro.
Pero todo tiene su explicación. En los primeros siglos cristianos, una vez que se fue perdiendo la dignidad artística, el teatro se convirtió en un espectáculo sangriento y rebosante en temas de lujuria. Tan era así que tuvieron que intervenir los mismos emperadores con edictos contra la masa popular que idolotraba esos espectáculos.
El dilema no era nada fácil. O se condenaba a todo el teatro o se permitía el que no fuera contra las buenas costumbres.
Así nació en la Edad Media el drama religioso medieval, los autos sacramentales de España.
Y, por supuesto, no faltaron en la Iglesia iniciativas para el uso del teatro didáctico-pastoral. Basados en la liturgia, y representados en el interior o exterior de las Iglesias, fueron el origen del teatro moderno. De hecho, los oficios dramáticos en Oriente en el siglo VI y en Occidente en los siglos VIII y IX con la Liturgia tuvo derivaciones teatrales en Italia con los Laudes, Devociones, Representaciones Sagradas, y en Francia con los Misterios, Moralidades y Pasiones.
Un ejemplo claro de esta apertura de la Iglesia respecto al teatro lo constituye el así llamado Teatro jesuita que funcionó durante dos siglos en los colegios de la Compañía y en casi todas las grandes ciudades europeas e incluso en las misiones. Primero tenían un matiz didáctico humanístico y después un fin edificante y pastoral
El Concilio Vaticano II, en el decreto Inter Mirifica sobre los medios de comunicación social, al hablar del teatro afirma:...Cuídese, en fin, de que el noble y antiguo arte escénico, que hoy se propaga ampliamente a través de los instrumentos de comunicación social, trabaje a favor del sentido humano y la ordenación de las costumbres de los espectadores.
La Exhortación pastoral "Comunión y Progreso ( 1971) dice: La Iglesia sigue con simpatía y atención el arte escénico, que en sus orígenes estuvo íntimamente ligado a temas religiosos. Este interés antiguo por los problemas del teatro debe animar a los cristianos de hoy para enriquecerse lo mejor posible...
La actividad teatral, en contacto con otros medios de comunicación social, ha dado vida a nuevos géneros de espectáculo con una expresión propia dentro de los multimedia. Estos géneros, nacidos del teatro tradicional, poseen su originalidad y su autonomía expresiva y ofrecen casi una síntesis de cada uno de los medios de comunicación.
El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre
Sábado quinta semana de Cuaresma. Dios promete, pero Dios también pide. Y pide que por nuestra parte le seamos fieles en todo momento.
La cercanía a la Semana Santa va haciendo que la Iglesia nos vaya presentando a Jesucristo en contraposición con sus enemigos. En el Evangelio de hoy se nos presenta la auténtica razón, la razón profunda que lleva a los enemigos de Cristo a buscar su muerte. Esta razón es que Cristo se presenta ante los judíos como el Enviado, el Hijo de Dios. Este conflicto permanente entre los dirigentes judíos y nuestro Señor, se convierte también para nosotros en una interrogación, para ver si somos o no capaces de corresponder a la llamada que Cristo hace a nuestra vida.
Cristo llega a nosotros, y llega exigiendo su verdad; queriendo mostrarnos la verdad y exigiéndonos que nos comportemos con Él como corresponde a la verdad. La verdad de Cristo es su dignidad, y nosotros tenemos que reflexionar si estamos aceptando o no esta dignidad de nuestro Señor. Tenemos que llegar a reflexionar si en nuestra vida estamos realizando, acogiendo, teniendo o no, esta verdad de nuestro Señor.
Cristo es el que nos muestra, por encima de todo, el camino de la verdad. Cristo es el que, por encima de todo, exige de los cristianos, de los que queremos seguirle, de los que hemos sido redimidos por su sangre, el camino de la verdad.
Nuestro comportamiento hacia Cristo tiene que respetar esa exigencia del Señor; no podemos tergiversar a Cristo. No podemos modificar a Cristo según nuestros criterios, según nuestros juicios. Tenemos necesariamente que aceptar a Cristo.
Pero, a la alternativa de aceptar a Cristo, se presenta otra alternativa -la que tomaron los judíos-: recoger piedras para arrojárselas. O aceptamos a Cristo, o ejecutamos a Cristo. O aceptamos a Cristo en nuestra vida tal y como Él es en la verdad, o estamos ejecutando a Cristo.
Esto podría ser para nosotros una especie de reticencia, de miedo de no abrirnos totalmente a nuestro Señor Jesucristo, porque sabemos que Él nos va a reclamar la verdad completa. Jesucristo no va a reclamar verdades a medias, ni entregas a medias, ni donaciones a medias, porque Jesucristo no nos va a reclamar amores a medias. Jesucristo nos va a reclamar el amor completo, que no es otra cosa sino el aceptar el camino concreto que el Señor ha trazado en nuestra vida. Cada uno tiene el suyo, pero cada uno no puede ser infiel al suyo.
Solamente el que es fiel a Cristo tiene en su posesión, tiene en su alma la garantía de la vida verdadera, porque tiene la garantía de la Verdad."El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre".
Nosotros constantemente deberíamos entrar en nuestro interior para revisar qué aspectos de mentira, o qué aspectos de muerte estamos dejando entrar en nuestro corazón a través de nuestro egoísmo, de nuestras reticencias, de nuestro cálculo; a través de nuestra entrega a medias a la vocación a la cual el Señor nos ha llamado.
Porque solamente cuando somos capaces de reconocer esto, estamos en la Verdad.
Debemos comenzar a caminar en un camino que nos saque de la mentira y de la falsedad en la que podemos estar viviendo. Una falsedad que puede ser incluso, a veces, el ropaje que nos reviste constantemente y, por lo tanto, nos hemos convencido de que esa falsedad es la verdad. Porque sólo cuando permitimos que Cristo toque el corazón, que Cristo llegue a nuestra alma y nos diga por dónde tenemos que ir, es cuando todas nuestras reticencias de tipo psicológico, todos nuestros miedos de tipo sentimental, todas nuestras debilidades y cálculos desaparecen.
Cuando dejamos que la Verdad, que es Cristo, toque el corazón, todas las debilidades exteriores —debilidades en las personas, debilidades en las situaciones, debilidades en las instituciones—, y que nosotros tomamos como excusas para no entregar nuestro corazón a Dios, caen por tierra.
Nos podemos acomodar muchas cosas, muchas situaciones, muchas personas; pero a Cristo no nos lo podemos acomodar. Cristo se nos da auténtico, o simplemente no se nos da. "Se ocultó y salió de entre ellos". En el momento que los judíos se dieron cuenta de que no podían acomodarse a Cristo, que tenían que ser ellos los que tenían que acomodarse al Señor, toman la decisión de matarlo.
A veces en el alma puede suceder algo semejante: tomamos la decisión de eliminar a Cristo, porque no nos nos convence el modo con el que Él nos está guiando. Y la pregunta que nace en nuestra alma es la misma que le hacen los judíos: "¿Quién pretendes ser?". Y Cristo siempre responde: "Yo soy el Hijo de Dios".
Sin embargo, Cristo podría regresarnos esa pregunta: ¿Y tú quién pretendes ser? ¿Quién pretendes ser, que no aceptas plenamente mi amor en tu corazón? ¿Quién pretendes ser, que calculas una y otra vez la entrega de tu corazón a tu vocación cristiana en tu familia, en la sociedad? ¿Por qué no terminar de entregarnos? ¿Por qué estar siempre con la piedra en la mano para que cuando el Señor no me convenza pueda tirársela?
Cristo, ante nuestro reclamo, siempre nos va a responder igual: con su entrega total, con su promesa total, con su fidelidad total.
Las ceremonias que la Iglesia nos va a ofrecer esta Semana Santa no pueden ser simplemente momentos de ir a Misa, momentos de rezar un poco más o momentos de dedicar un tiempo más grande a la oración. La Semana Santa es un encuentro con el misterio de un Cristo que se ofrece por nosotros para decirnos quien es. El encuentro, la presencia de Cristo que se me da totalmente en la cruz y que se muestra victorioso en la resurrección, tenemos que realizarla en nuestro interior. Tenemos que enfrentarnos cara a cara con Él.
Es muy serio y muy exigente el camino del Señor, pero no podemos ser reticentes ante este camino, no podemos ir con mediocridad en este camino. Siempre podremos escondernos, pero en nuestro corazón, si somos sinceros, si somos auténticos, siempre quedará la certeza de que ante Cristo, nos escondimos. Que no fuiste fiel ante la verdad de Cristo, que no fuiste fiel a tu compromiso de oración, que no fuiste fiel en tu compromiso de entrega en el apostolado, que no fuiste fiel, sobre todo, en ese corazón que se abre plenamente al Señor y que no deja nada sin darle a Él.
Cristo en la Eucaristía se nos vuelve a dar totalmente. Cada Eucaristía es el signo de la fidelidad de la promesa de Dios: "Yo estaré contigo todos los días hasta el fin del mundo". Dios no se olvida de sus promesas. Y cuando vemos a un Dios que se entrega de esta manera, no nos queda otro camino sino que buscarlo sin descanso.
Buscarlo sin descanso a través de la oración y, sobre todo, a través de la voluntad, que una vez que ha optado por Dios nuestro Señor, así se le mueva la tierra, no se altera, no varía; así no entienda qué es lo que está pasando ni sepa por dónde le está llevando el Señor, no cambia.
Dios promete, pero Dios también pide. Y pide que por nuestra parte le seamos fieles en todo momento, nos mantengamos fieles a la palabra dada pase lo que pase. Romper esto es romper la verdad y la fidelidad de nuestra entrega a Cristo.
Que la Eucaristía abra en nuestro corazón una opción decidida por nuestro Señor. Una opción decidida por vivir el camino que Él nos pone delante, con una gran fidelidad, con un gran amor, con una gran gratitud ante un Dios que por mí se hace hombre; ante un Dios que tolera el que yo muchas veces haya podido tener una piedra en la mano y me haya permitido, incluso, intentar arrojársela. Y sobre todo, una gratitud profunda porque permitió que mi vida, una vez más, lo vuelva a encontrar, lo vuelva a amar, consciente de que el Señor nunca olvida sus promesas.
PRECES
A las puertas de la Semana Santa, elevamos nuestra mirada a Jesús, que entregó su vida por nosotros, pidiendo:
R/MSeñor, renuévanos con tu amor.
Ayúdanos a meditar en los misterios de tu pasión, muerte y resurrección,
– para que podamos comprender mejor tu amor por nosotros.MR/
Enséñanos a conocer nuestras faltas,
– y a acoger el perdón que no dejas de ofrecernos.MR/
Que crezca en nosotros el deseo de ser santos,
– y que ello nos impulse a vivir la caridad con nuestros hermanos.MR/
Que, como la Virgen María, sepamos permanecer siempre a tu lado,
– y ella nos ayude a cargar con nuestra cruz de cada día.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
ORACIÓN
Oh, Dios, que has hecho a todos los renacidos en Cristo pueblo escogido y sacerdocio real, concédenos querer y realizar cuanto nos mandas, para que el pueblo, llamado a la vida eterna, tenga una misma fe en el corazón y una misma santidad en los actos. Por nuestro Señor Jesucristo.