Los amó hasta el extremo

El dióxido de cloro (ClO2) se ha utilizado desde hace más de 100 años para combatir todo tipo de bacterias, virus y hongos. Actúa como desinfectante, ya que en su modo de acción resulta ser un oxidante. [1#BiologicalEfficacyList ] Se asemeja mucho a la forma en la que actúa nuestro propio cuerpo, por ejemplo en la fagocitosis, donde se utiliza un proceso de oxidación para eliminar todo tipo de patógenos. El dióxido de cloro (ClO2) es un gas de color amarillento que, hasta la fecha, no está introducido en la farmacopea convencional como principio activo, aunque se utiliza de manera obligatoria para desinfectar y conservar las bolsas de sangre para transfusiones.[2# Alcide studies on blood disinfection] También se usa en la mayoría de las aguas embotelladas aptas para el consumo, puesto que no deja residuos tóxicos; además de ser un gas muy soluble en agua y que evapora a partir de los 11 ºC.

La reciente pandemia del coronavirus Covid-19 demanda soluciones urgentes con enfoques alternativos. Por ello, el dióxido de cloro (ClO2) en solución acuosa a dosis bajas promete ser una solución ideal, rápida y efectiva para la eliminación de este virus. Demasiadas veces ocurre que la solución está en el camino más simple. El planteamiento es el siguiente: por un lado sabemos que los virus son absolutamente sensibles a la oxidación y por otro, si funciona en bolsas de sangre humana contra virus como el HIV y otros patógenos ¿por qué no iba a funcionar orgánicamente contra el coronavirus?

1.- El dióxido de cloro elimina los virus a través del proceso de la oxidación selectiva  en muy poco tiempo. Lo logra a través de la desnaturalización de las proteínas de la cápside, y posteriormente oxida el material genético del virus, inhabilitándolo.

La aplicación del dióxido de cloro (ClO2) por vía oral o incluso parenteral es un enfoque totalmente nuevo que ha sido estudiado por Andreas Ludwig Kalcker durante más de trece años con un resultado de tres patentes farmacéuticas para uso parenteral. Puede ser producido por cualquier farmacia como preparación magistral y se ha utilizado en una forma similar a la (DAC N-055) en el antiguo Código de Drogas alemán como “Natrium Chlorosum” desde 1990.

Hasta ahora sólo se plantean soluciones basadas en vacunas, lo que resultan en procesos sumamente lentos y arriesgados, ya que requieren siempre de suficientes reservas energéticas que un cuerpo afectado con la enfermedad no puede aportar. La gran ventaja del dióxido de cloro (ClO2) es que funciona para cualquier subespecie viral y no hay resistencias posibles a este tipo de oxidación. [#3 Investigation on virucidal activity of chlorine dioxide] No olvidemos que esta sustancia lleva utilizándose hace 100 años en aguas residuales sin generar ningún tipo de resistencia.

2.- Ya existen evidencias científicas de que el dióxido de cloro es eficaz en coronavirus SARS-CoV-2, un virus base del COVID-19 [SARS Fact Sheet, National Agricultural Biosecurity Center, Kansas State University] y en la familia Coronavirus en general ·[Chlorine Dioxide, Part 1 A Versatile, High-Value Sterilant for the Biopharmaceutical Industry, Barry Wintner, Anthony Contino, Gary O’Neill. BioProcess International DECEMBER 2005.] También ha demostrado ser eficaz en coronavirus humano[# 4 BASF Aseptrol document]y en animales como los perros, conocido como coronavirus respiratorio canino, o gatos, incluyendo el coronavirus entérico felino (FECV) y el más conocido virus de peritonitis infecciosa felina (FIPV), ya que desnaturaliza las cápsides por oxidación inactivando al virus en poco tiempo [2-log 4.2 / 4-log 25.1 Source USEPA 2003 WHO Guidelines for drinking water Quality].

Pharmacology. 2016;97(5-6):301-6. doi: 10.1159/000444503. Epub 2016 Mar 1.
Inactivation of Airborne Bacteria and Viruses Using Extremely Low Concentrations of Chlorine Dioxide Gas.

Hay que destacar que el dióxido de cloro para ingerir es un enfoque antiviral completamente nuevo por ser un oxidante y conseguir eliminar por combustión cualquier subespecie o variación de virus.[6#ClO2 is a size selective biocide] Dada la situación de emergencia en la que nos encontramos actualmente con el Covid-19, se plantea la utilización oral de ClO2 de manera inmediata a través de un protocolo ya conocido y utilizado.

3.- Toxicidad: Los mayores problemas que se plantean con los medicamentos en general son debido a su toxicidad y efectos secundarios. Nuevos estudios demuestran su viabilidad.[7#New Clo2 safety evaluation 2017] Aunque si bien se conoce la toxicidad del dióxido de cloro en caso de inhalación masiva, no existe ni una sola muerte clínicamente demostrada aún en dosis elevadas por ingestión oral.[8#Controlled Clinical Evaluations of Clo2 in Man] La dosis letal (LD50, ratio de toxicidad aguda) está considerado en 292 mg por kilo durante 14 días, donde su equivalente en un adulto de 50 kg  serían 15.000 mg administrados durante dos semanas de un gas disuelto en agua (algo casi imposible).[9# toxicity of clo2 and clorite ions].

Las dosis sub tóxicas orales utilizadas son alrededor de 50 mg disueltas en 100 ml de agua 10 veces al día, que equivalen a 0,5 g diarios.(y, por lo tanto, sólo 1/30 del LD50 de 15 g de ClO2 por día).

Como el dióxido de cloro se disocia, se descompone en el cuerpo humano en pocas horas en una cantidad insignificante de sal común (NaCL) y oxígeno (O2) dentro del cuerpo humano. Además, las mediciones de gasometrías venosas han indicado que es capaz de mejorar de manera sustancial la capacidad pulmonar de oxigenación del paciente  afectado.
Voluntaria: Aplicación I.V.  500 ml NaCl(0,9%) con una concentración 50 ppm de ClO2
Voluntario: Aplicación I.V.  500 ml NaCl(0,9%) con una concentración 50 ppm de ClO2
Voluntario: Aplicación I.V.  500 ml NaCl(0,9%) con una concentración 50 ppm de ClO2

FUNCIONAMIENTO EL DIÓXIDO DE CLORO CONTRA LOS VIRUS

Por regla general, la mayoría de los virus se comportan de manera similar y una vez que se unen al tipo de huésped apropiado -bacteria o célula, según el caso-, el componente de ácido nucleico del virus que se inyecta, se hace cargo después de los procesos de síntesis de proteínas de la célula infectada. Ciertos segmentos del ácido nucleico viral son responsables de la replicación del material genético de la cápside. En presencia de estos ácidos nucleicos, la molécula de CLO2 se vuelve inestable y se disocia, liberando el oxígeno resultante al medio, que a su vez ayuda a oxigenar el tejido circundante aumentando la actividad mitocondrial y, por ende, la respuesta del sistema inmunológico.[6#ClO2 is a size selective biocide].

Los ácidos nucleicos, ADN-ARN, consisten en una cadena de bases púricas y pirimidínicas, véanse: guanina (G), citosina (C), adenina (A) y timina (T). Es la secuencia de estas cuatro unidades a lo largo de la cadena lo que hace que un segmento sea diferente de otro. La base de guanina, que se encuentra tanto en el ARN como en el ADN, es muy sensible a la oxidación, formando 8-oxoguanina como subproducto de la misma. Por lo tanto, cuando la molécula de CLO2 entra en contacto con la guanina y la oxida, da lugar a la formación de 8-oxoguanina, bloqueandose así la replicación del ácido nucleico viral mediante el emparejamiento de bases. Aunque la replicación de la cápside proteica puede continuar; la formación del virus plenamente funcional es bloqueada por la oxidación gracias al CLO2.

La molécula de CLO2 presenta características que la convierten en un candidato ideal para el tratamiento en el ámbito clínico, ya que es un producto con un alto poder de oxidación selectiva y con gran capacidad para reducir la acidosis, aumentando el oxígeno en los tejidos y mitocondrias, facilitando así la rápida recuperación de los pacientes con enfermedades pulmonares.

POSIBLES PRECAUCIONES Y CONTRAINDICACIONES

El dióxido de cloro reacciona con antioxidantes y diversos ácidos, por lo que no se recomienda el uso de la vitamina C o ácido ascórbico durante el tratamiento, ya que anula la eficacia del dióxido de cloro en la eliminación de patógenos (el efecto antioxidante de uno impide la oxidación selectiva del otro.) Por lo tanto, no es aconsejable tomar antioxidantes durante los días de tratamiento. Se ha demostrado que el ácido del estómago no afecta a su eficacia. En los casos de pacientes con tratamiento de Warfarina, deben comprobar constantemente los valores para evitar casos de sobredosis, ya que se ha comprobado que el dióxido de cloro mejora el flujo sanguíneo.

Si bien el dióxido de cloro es muy soluble en agua, presenta la ventaja de que no se hidroliza, por lo que no genera THM (trihalometanos) tóxicos cancerígenos como el cloro. Tampoco causa mutaciones o malformaciones genéticas.

Se ha desarrollado un protocolo por el cual se puede tomar una solución de este compuesto por vía oral e intravenoso.
Bases legales para la Aplicación de manera inmediata:

* En todo caso, debe observarse la legislación nacional respectiva y, en particular, sus disposiciones de uso en caso de emergencias nacionales

DECLARACIÓN DE LA ASOCIACIÓN MÉDICA MUNDIAL DE HELSINKI

Extracto:

Principios éticos para la investigación médica en seres humanos.
Adoptada por la 18ª Asamblea General de la AMM, Helsinki, Finlandia, junio de 1964, y enmendada por el Comité:
64ª Asamblea General de la AMM, Fortaleza, Brasil, octubre 2013
Principios generales
3.    La Declaración de Ginebra de la Asociación Médica Mundial vincula al médico con la fórmula "velar solícitamente y ante todo por la salud de mi paciente”, y el Código Internacional de Ética Médica afirma que: "El médico debe considerar lo mejor para el paciente cuando preste atención médica”.
4.    El deber del médico es promover y velar por la salud, bienestar y derechos de los pacientes, incluidos los que participan en investigación médica. Los conocimientos y la conciencia del médico han de subordinarse al cumplimiento de ese deber.
5.    El progreso de la medicina se basa en la investigación que, en último término, debe incluir estudios en seres humanos.
……...
Intervenciones no probadas en la práctica clínica
37.    Cuando en la atención de un enfermo las intervenciones probadas no existen u otras intervenciones conocidas han resultado ineficaces, el médico, después de pedir consejo de experto, con el consentimiento informado del paciente o de un representante legal autorizado, puede permitirse usar intervenciones no comprobadas, si, a su juicio, ello da alguna esperanza de salvar la vida, restituir la salud o aliviar el sufrimiento. Tales intervenciones deben ser investigadas posteriormente a fin de evaluar su seguridad y eficacia. En todos los casos, esa información nueva debe ser registrada y, cuando sea oportuno, puesta a disposición del público.

Hugo de Grenoble, Santo

Obispo, 1 de abril
 

Martirologio Romano: En Grenoble, en Burgundia, san Hugo, obispo, que se esforzó en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y siendo amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió cual primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad (1132).

Etimológicamente: Hugo = Aquel de Inteligencia Clara, es de origen germano.

Fecha de canonización: 22 de abril de 1134 por el Papa Inocencio II.

Breve Biografía

El obispo que nunca quiso serlo y que se santificó siéndolo.

Nació en Valence, a orillas del Isar, en el Delfinado, en el año 1053. Casi todo en su vida se sucede de forma poco frecuente. Su padre Odilón, después de cumplir con sus obligaciones patrias, se retiró con el consentimiento de su esposa a la Cartuja y al final de sus días recibió de mano de su hijo los últimos sacramentos. Así que el hijo fue educado en exclusiva por su madre.

Aún joven obtiene la prebenda de un canonicato y su carrera eclesiástica se promete feliz por su amistad con el legado del papa. Como es bueno y lo ven piadoso, lo hacen obispo a los veintisiete años muy en contra de su voluntad por no considerarse con cualidades para el oficio -y parece ser que tenía toda la razón-, pero una vez consagrado ya no había remedio; siempre atribuyeron su negativa a una humildad excesiva. Lo consagró obispo para Grenoble el papa Gregorio VII, en el año 1080, y costeó los gastos la condesa Matilde.

Al llegar a su diócesis se la encuentra en un estado deprimente: impera la usura, se compran y venden los bienes eclesiásticos (simonía), abundan los clérigos concubinarios, la moralidad de los fieles está bajo mínimos con los ejemplos de los clérigos, y sólo hay deudas por la mala administración del obispado. El escándalo entre todos es un hecho. Hugo -entre llantos y rezos- quiere poner remedio a todo, pero ni las penitencias, ni las visitas y exhortaciones a un pueblo rudo y grosero surten efecto. Después de dos años todo sigue en desorden y desconcierto. Termina el obispo por marcharse a la abadía de la Maison-Dieu en Clermont (Auvernia) y por vestir el hábito de san Benito. Pero el papa le manda taxativamente volver a tomar las riendas de su iglesia en Grenoble.

Con repugnancia obedece. Se entrega a cumplir fielmente y con desagrado su sagrado ministerio. La salud no le acompaña y las tentaciones más aviesas le atormentan por dentro. Inútil es insistir a los papas que se suceden le liberen de sus obligaciones, nombren otro obispo y acepten su dimisión. Erre que erre ha de seguir en el tajo de obispo sacando adelante la parcela de la Iglesia que tiene bajo su pastoreo. Vendió las mulas de su carro para ayudar a los pobres porque no había de dónde sacar cuartos ni alimentos, visita la diócesis andando por los caminos, estuvo presente en concilios y excomulgó al antipapa Anacleto; recibió al papa Inocencio II -que tampoco quiso aceptar su renuncia- cuando huía del cismático Pedro de Lyon y contribuyó a eliminar el cisma de Francia.

Ayudó a san Bruno y sus seis compañeros a establecerse en la Cartuja que para él fue siempre remanso de paz y un consuelo; frecuentemente la visita y pasa allí temporadas viviendo como el más fraile de todos los frailes.

Como él fue fiel y Dios es bueno, dio resultado su labor en Grenoble a la vuelta de más de medio siglo de trabajo de obispo. Se reformaron los clérigos, las costumbres cambiaron, se ordenaron los nobles y los pobres tuvieron hospital para los males del cuerpo y sosiego de las almas. Al final de su vida, atormentado por tentaciones que le llevaban a dudar de la Divina Providencia, aseguran que perdió la memoria hasta el extremo de no reconocer a sus amigos, pero manteniendo lucidez para lo que se refería al bien de las almas. Su vida fue ejemplar para todos, tanto que, muerto el 1 de abril de 1132, fue canonizado solo a los dos años, en el concilio que celebraba en Pisa el papa Inocencio.

No tuvo vocación de obispo nunca, pero fue sincero, honrado en el trabajo, piadoso, y obediente. La fuerza de Dios es así. Es modelo de obispos y de los más santos de todos los tiempos.

Viviéndolo es como se llega a entender

Santo Evangelio según san Juan 13,1-15. Jueves Santo

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jueves santo, la última cena… el mandamiento del amor, la Eucaristía. Quiero estar contigo en la mesa… contemplarte; escucharte.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 13,1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.

Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?”. Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”. Pedro le dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”. Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos están limpios”.

Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

«Los amó hasta el extremo»… ¿qué me dicen estas palabras? Los amó hasta el extremo… No sólo me amas; sino que me amas como nadie jamás me ha amado, me ama y me amará. No sé si soy consciente de tu amor hacia mí, Señor; no sé si soy consciente de que todo lo que anhelo, sólo en ti lo encuentro…no sé si me lo creo.

Te levantas de la mesa sabiendo perfectamente qué quieres hacer; te quitas el manto, te pones a los pies de tus discípulos para lavarlos… te pones a mis pies.

De igual manera me sorprendo ante este gran y sencillo gesto de amor; no puedo permitir que el Dios creador, el Dios omnipotente, el todopoderoso venga hacía mí… se humille, se incline ante mí en posición de siervo y limpie mis pies. Lo haces tan decidido y con amor desmedido que te das cuenta lo difícil que es entender… pues el amor es difícil de entender. Sólo viviéndolo es como se llega a comprender.

Se nos es difícil de entender y por ello pides que veamos con atención… Pides que veamos al Creador, al único Rey, a Aquél que se encarnó y que el ángel mismo proclamó: «este hombre será grande» (Lc 1,32), ahí ante mis pies. Pides que más que tratar de entender, de resistirnos a su amor, nos dejemos amar… me deje transformar.

Hoy, Señor, en este jueves santo no quiero decir nada… ni poner resistencia a tu amor. Sólo quiero estar contigo y amarte dejándome amar por ti, para que sea ese amor, tu amor, el que me lleve a amar los demás. Sea ese amor que veo, que contemplo en ti, el que me transforme y, dejándome transformar, pueda amar de verdad.

«Los amó hasta el extremo»… no sé si soy consciente de este amor. Señor, dame la gracia de experimentarlo pues sólo así puedo conocer el amor… el verdadero amor.

«Pero, ¿qué es el servicio? Es posible pensar que consista sólo en ser fieles a nuestros deberes o en hacer alguna obra buena. Pero para Jesús es mucho más. En el Evangelio de hoy, él nos pide, incluso con palabras muy fuertes, radicales, una disponibilidad total, una vida completamente entregada, sin cálculos y sin ganancias. ¿Por qué Jesús es tan exigente? Porque él nos ha amado de ese modo, haciéndose nuestro siervo “hasta el extremo”, viniendo “para servir y dar su vida”. Y esto sucede aún hoy cada vez que celebramos la Eucaristía: el Señor se presenta entre nosotros y, por más que nosotros nos propongamos servirlo y amarlo, es siempre él quien nos precede, sirviéndonos y amándonos más de cuanto podamos imaginar y merecer». (Homilía de S.S. Francisco, 2 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Viviré en actitud de escucha y de agradecimiento por los dones recibidos en la celebración de la Cena del Señor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Qué se celebra el Jueves Santo?

El Jueves Santo se celebra: La Última Cena; El Lavatorio de los pies; La institución de la Eucaristía y del Sacerdocio y la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní

Sabías que este día, este jueves Santo se conmemora la Institución de La Eucaristía como el regalo de Amor, también se conmemora la Institución de uno de los Sacramentos de entrega y abandono total al Señor: el Sacramento de La Orden Sacerdotal y La Vida de Servicio a los demás.

Con la celebración del jueves Santo no solo se abre el Triduo Pascual. En este día nuestra Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, pero a la vez con las Palabras mismas de Jesucristo Hagan esto en conmemoración mía, festejamos a todos los valientes que dijeron sí, un sí de corazón como el de María a vivir una vida consagrada a Jesús y con el gesto del lavatorio de pies también festejamos a todos aquellos que dedican su vida a servir de manera humilde y extraordinaria a los demás cumpliendo el último mandamiento de Cristo.

En este día que para algunos representa tristeza, dolor e incluso traición, se celebran tres grandes acontecimientos, por la mañana, tenemos en primer lugar la llamada Misa Crismal, que es presidida por el Obispo Diocesano y concelebrada por su presbiterio. En ella se consagra el Santo Crisma y se bendicen los demás óleos, que se usan en la administración de los principales sacramentos. Junto con ello, todos los sacerdotes renuevan las promesas realizadas el día de su ordenación. Es una manifestación de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el sacerdocio y ministerio de Cristo y es con este gesto que los Sacerdotes de nuestra iglesia celebran un año más de la institución de La Vida Sacerdotal.

Luego ya por la tarde tenemos la Misa Vespertina donde damos Introducción a la celebración del Triduo Pascual es así como el Jueves Santo llega a su máxima relevancia. En ésta tarde se da comienzo al Triduo Pascual que culminará en la vigilia que se conmemora, en la noche del Sábado Santo al Domingo de Pascua la Resurrección de Jesucristo.

Al comienzo de la celebración, el sagrario se presenta vacío con la puerta abierta. El altar mayor, donde se celebrará la Santa Misa, se adorna con cirios, manteles y sin flores hasta la Resurrección.

Como en todas las celebraciones litúrgicas se inicia con la entrada procesional, encabezada por los acólitos, seguida por los ministros y finalizada por el celebrante principal, un Sacerdote u Obispo. Mientras tanto, el coro acompaña con cantos, pues ya ha terminado la Cuaresma y se va a celebrar uno de los momentos más importantes del año litúrgico, la Institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor.

Los cantos de esta celebración están enfocados a la celebración de la institución de la Eucaristía. El color de ésta celebración es el blanco  sustituyendo al morado.

En ésta celebración se canta de nuevo el “Gloria” a la vez que se tocan las campanas, y cuando éste termina, las campanas dejan de sonar y no volverán a sonar hasta la Vigilia Pascual en la Noche Santa por eso no debe de extrañarte que durante la Consagración no se oigan las campanas.

Las lecturas de éste día son muy especiales, la primera es del libro del Éxodo donde se nos presentan Prescripciones sobre la cena pascual, Jesús cenó la Pascua con sus apóstoles, siguiendo la tradición judía, ya que según ésta se debía de cenar un cordero puro y del año; y la sangre de éste se debía rociar la puerta en señal de purificación ya que si no se hacía así el ángel exterminador entraría a la casa y mataría al primogénito de esa familia (décima plaga), según lo relatado en el libro del Éxodo. La segunda lectura es de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios donde se nos enseña que: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este vino, proclamamos la muerte del Señor) y el salmo responsorial El Cáliz que bendecimos, es la comunión con la sangre de Cristo. El Evangelio es el momento del lavatorio de pies a los discípulos, que adquiere un destacado simbolismo dentro de los oficios del día, ya que posteriormente, se realiza por el sacerdote lavando los pies a doce varones a modo de representar a los doce apóstoles, en el que se recuerda el gesto que realizó Jesús antes de la Última Cena con sus discípulos, efectuándose en esta ocasión entre la Homilía y las ofrendas, este acto suprime el Credo. Durante el lavatorio de los pies se entona un cántico relacionado con el Mandamiento Nuevo del Amor entregado por Jesucristo en esta noche santa, destacando frases del texto del discurso de Jesús en la última cena, recogido por el Evangelio de San Juan. Y es así que celebramos la Institución del Mandamiento de Amor, Ámense los unos a los otros como Yo los he Amado en términos sencillos El servicio a los demás con y por Amor a Cristo.

La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que se recordará a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús.

En el momento de la Plegaria Eucarística durante la consagración, se prefiere la recitación del Canon Romano o Plegaria I, dado que el texto prevé algunos párrafos directamente relacionados con lo que se celebra en este día, durante la Epíclesis se invoca al Espíritu Santo para que queden consagrados el vino y el pan; esto se da cuando el Sacerdote impone sus manos sobre los dones ofrecidos para que se conviertan en el cuerpo y la sangre de Cristo y para que la comunión, ayude a la salvación de los que participan de ella y actúe sobre la comunidad celebrante, esta es la parte Máxima de la Liturgia de este día y así se conmemora y se celebra la institución de la Eucaristía.

Una vez se ha repartido la Comunión como de costumbre, el Santísimo Sacramento se traslada desde el Altar donde se ha celebrado la Misa en procesión hasta el llamado “Altar de la reserva” o “Monumento”, un altar exclusivo preparado para esta celebración, que debe estar fuera del templo y de la nave central, debido a que en la celebración del Viernes Santo no se celebra la Eucaristía. Durante la procesión hasta la llegada al lugar del Monumento, se entona algún himno eucarístico, el sacerdote deposita el copón con el Santísimo, debidamente cubierto, dentro del sagrario de la reserva, y puesto de rodillas, lo inciensa. Por lo general, no da la bendición con el Santísimo ni reza las alabanzas, sino más bien se queda unos instantes orando en silencio. Antes de retirarse, cierra la puerta del sagrario de reserva, hace genuflexión y se retira

Automáticamente, una vez se ha reservado al Santísimo, los oficios del día jueves finalizan, pues la celebración continuará al día siguiente y se nos invita a conmemorar al día siguiente la muerte del Señor.

En algunas iglesias se celebra a continuación un sencillo acto de denudación de los altares, en el que los sacerdotes y ministros, retiran candeleros y manteles de todos los altares de la iglesia.

Durante la noche se mantiene la adoración del Santísimo en el “Monumento”, celebrándose la llamada “Hora Santa” en torno a la medianoche, quedando el Santísimo allí hasta la celebración del Viernes Santo. Esta reserva recuerda la agonía y oración en Getsemaní y el encarcelamiento de Jesús, y por eso los sacerdotes celebrantes piden que velen y oren con Él, como Jesús pidió a sus apóstoles en el huerto de Getsemaní. Una vez han terminado los oficios, se rememora la oración y agonía de Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y el prendimiento de Jesús, que se suele celebrar con procesiones en la tarde-noche del Jueves Santo.

En algunos lugares, existe la tradición de visitar siete monumentos en distintos Templos de una misma ciudad, para recordar a modo de “estaciones”, los distintos momentos de la agonía de Jesús en el Huerto y su posterior arresto.

Desde hace unos años, como Iglesia Católica celebramos el Jueves Santo como Día del Amor Fraterno pues Dios nos amó tanto que nos dio a su Hijo Único para que fuéramos salvados creyendo en Él, y Jesús entrega su vida a cambio de la nuestra y no hay prueba de amor más grande que el que da la Vida por los suyos. Y no sólo bastándole eso, en la locura de amor más grande por nosotros, no sólo se entrega y da la vida, si no que se queda con bajo las apariencias del Pan y el Vino; Su Sacrificio de Amor más grande: La Cruz. Su regalo de amor más grande: La Eucaristía.

Por tanto que este jueves Santo, no represente tristeza para ti, sino que al contrario represente una verdadera Felicidad y una respuesta de Amor ante el mandamiento que nos dejó Cristo de Amarnos como Él nos amó, sirviendo a los demás, que La Eucaristía sea un cumplimiento más de su palabra en ti, pues en ella se cumple su promesa de estar con nosotros siempre hasta el final de los tiempos, por tanto no permitas que el pecado te quite la gracia de poder comulgar, para que cada vez que comulgues se cumpla en ti su última promesa, y si ves a un Sacerdote, ora por él y agradece a Dios por su valentía al dar el Sí a la vida sacerdotal y si puedes felicítalo por un año más de tan grande ministerio y misterioso sacramento, pues sin ellos la Eucaristía no sería posible, como dijo Peter Parker (Spiderman) tienen en sus manos un gran poder, pero que lleva una gran Responsabilidad. Jueves Santo, día de Entrega y Servicio con y por Amor a Jesucristo.

Se les pagó para que guardaran silencio

Catequesis del Papa Francisco, 31 de marzo de 2021

El Obispo de Roma, durante la Audiencia General recuerda a los fieles que ya estamos inmersos en el ambiente de Semana Santa y a partir de mañana Jueves Santo, “viviremos los días centrales del Año Litúrgico, celebrando el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor”.

Jueves Santo

El Papa muestra que en la tarde del Jueves Santo reviviremos lo que sucedió en la Última Cena. “Es la noche en que Cristo dejó a sus discípulos el testamento de su amor en la Eucaristía, no como recuerdo, sino como memoria, como su presencia eterna. En este Sacramento, Jesús sustituyó a la víctima sacrificial por él mismo: su Cuerpo y su Sangre nos dan la salvación de la esclavitud del pecado y de la muerte”.

El Papa subrayó que vivir la última cena es captar que “Es la noche en la que nos pide que nos amemos unos a otros convirtiéndonos en servidores de los demás, como hizo al lavar los pies de los discípulos. Es un gesto que anticipa la oblación sangrienta en la Cruz. De hecho, el Maestro y Señor morirá al día siguiente para hacer mundos no de los pies, sino de los corazones y la vida entera de sus discípulos”.

Viernes Santo

Es un día de penitencia, ayuno y oración. Francisco no señala que a través de “los textos de la Sagrada Escritura y de las oraciones litúrgicas, estaremos como reunidos en el Calvario para conmemorar la Pasión y Muerte Redentora de Jesucristo. En la intensidad del rito de la acción litúrgica se nos presentará el Crucifijo para adorarlo. Al adorar la Cruz, reviviremos el viaje del inocente Cordero inmolado por nuestra salvación”.

Jesús toma sobre sí las heridas de la humanidad

El Papa subraya que vivir el Viernes Santo tiene unas implicaciones precisas: “Llevaremos en la mente y en el corazón los sufrimientos de los enfermos, de los pobres, de los rechazados de este mundo; nos acordaremos de los "corderos inmolados", de las víctimas inocentes de las guerras, de las dictaduras, de la violencia cotidiana, de los abortos... Ante la imagen del Dios crucificado llevaremos, en la oración, a los muchos, demasiados crucificados de hoy, que sólo pueden recibir de Él el consuelo y el sentido de su sufrimiento”.

El Obispo de Roma muestra a dónde encontramos a Jesús crucificado hoy, en qué condiciones. “Hagamos una recopilación de todas las guerras que hay ahora mismo, de todos los niños que mueren de hambre, de los niños que no tienen educación, de pueblos enteros destruidos por las guerras, por el terrorismo. De las muchísimas personas que, para sentirse un poco mejor, necesitan drogas, la industria de la droga que mata... ¡Es una calamidad, es un desierto! Hay pequeñas islas (...) del pueblo de Dios, ya sea cristiano o de cualquier otra fe, que guardan en su corazón el deseo de ser mejores. Pero reconozcámoslo: en este calvario de la muerte, es Jesús quien sufre en sus discípulos”.

Francisco puntualiza: “Desde que Jesús tomó sobre sí las heridas de la humanidad y de la misma muerte, el amor de Dios ha regado estos desiertos nuestros, ha iluminado estas tinieblas nuestras. Durante su ministerio, el Hijo de Dios había derramado la vida a manos llenas, curando, perdonando, resucitando... Ahora, en la hora del Sacrificio supremo en la Cruz, lleva a término la obra que le ha confiado el Padre…”.

Sábado Santo

Francisco define el Sábado Santo como “el día del silencio, vivido con llanto y desconcierto por los primeros discípulos, conmocionados por la ignominiosa muerte de Jesús. Mientras la Palabra calla, mientras la Vida está en el sepulcro, los que habían esperado en Él son puestos a prueba, se sienten huérfanos, quizás incluso huérfanos de Dios. Este sábado es también el día de María: ella también lo vive con lágrimas, pero su corazón está lleno de fe, lleno de esperanza, lleno de amor”.

El papa subraya que ante la crisis y la desolación no conviene hacer cambios: “cuando todo parecía haber terminado, ella mantuvo la vigilancia, mantuvo la esperanza en la promesa de Dios que resucita a los muertos. Así, en la hora más oscura del mundo, se convirtió en Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia y signo de esperanza”.

“Los ritos de la Vigilia Pascual y el canto festivo del Aleluya” se abrirán paso con la alegría y con la luz, en medio de la oscuridad del Sábado Santo. “El Resucitado nos da la certeza de que el bien siempre triunfa sobre el mal, que la vida siempre vence a la muerte y que nuestro fin no es descender cada vez más bajo, de tristeza en tristeza, sino elevarnos a las alturas”, afirma el Papa.

El Papa pone en evidencia que “Los discípulos dudaron, no creyeron. La primera en creer y ver fue María Magdalena, ella era la apóstol de la resurrección que fue y les dijo que Jesús lo había visto, que [Él] la había llamado por su nombre. Y entonces, todos los discípulos lo vieron”.

Fingieron no haberlo visto

Francisco se detiene en otro elemento de la escena bíblica:

“Los guardias, los soldados, que estaban en el sepulcro para no dejar que los discípulos vinieran a tomar el cuerpo, lo vieron: lo vieron vivo y resucitado. Los enemigos lo vieron. Y luego fingieron no haberlo visto. ¿Por qué? Porque se les pagó. Aquí está el misterio, aquí está el verdadero misterio de lo que Jesús dijo una vez: "Hay dos señores en el mundo, dos, no más: dos. Dios y el dinero. Quien sirve al dinero está en contra de Dios". Y aquí es el dinero el que ha hecho cambiar la realidad. Habían visto la maravilla de la resurrección, pero se les pagó para que guardaran silencio. Pensamos en las muchas veces que se ha pagado a los hombres y mujeres cristianos para que no reconozcan en la práctica la resurrección de Cristo, y no hagan lo que Cristo nos ha pedido que hagamos, como cristianos”.

El Papa finalizó su alocución, saludando a los fieles de lengua española: “Queridos hermanos y hermanas, también este año viviremos las celebraciones de la Pascua en el contexto de la pandemia. En tantas situaciones de sufrimiento, sobre todo cuando las padecen personas, familias y pueblos ya probados por la pobreza, la calamidad o el conflicto, la Cruz de Cristo es como un faro que señala el puerto para las naves que siguen a flote en un mar tormentoso. Es el signo de la esperanza que no defrauda; y nos dice que ni siquiera una lágrima, ni siquiera un gemido se pierde en el plan de salvación de Dios”.

Jueves Santo. Misterio Eucarístico

Caigamos de rodillas y pidámosle que nos alimente con su Eucaristía mientras recorremos el camino de la vida.

Hoy Jueves Santo sentimos una necesidad imperiosa de recordar y más que recordar llegar con nuestra imaginación y nuestro sentir hasta el Cenáculo, lugar que tuvo que quedar perfumado con las palabras eucarísticas que pronunció allí Jesús la misma noche en que sería entregado a la muerte.

En aquel sagrado recinto vemos a Cristo rodeado de sus apóstoles junto a una mesa y le vemos tomar el pan y el cáliz en sus manos sacerdotales para convertirlos en su Cuerpo y en su Sangre divinos.

Jesucristo se nos presenta con todo el poder de que es verdadero Dios, por su milagro, por el dominio de su pena interna, por el infinito amor con que corresponde a la soledad de los sagrarios de todo el mundo y de todos los tiempos, a los sacrilegios y perversiones de los corazones de los hombres, al desamor, y a la tibieza de los malos cristianos que lo reciben con gran indiferencia.

San Pablo nos dice: Porque yo aprendí del Señor lo que también os tengo enseñado; y es que el Señor Jesús, la noche misma en que había de ser entregado, tomó el pan y dando gracias lo partió y dijo a sus discípulos: "Tomad y comed. Esto es mi cuerpo que por vosotros será entregado a la muerte. Haced esto en memoria mía". Y de la misma manera el cáliz, después de haber cenado, diciendo: "Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre. Haced esto cuantas veces lo bebiereis en memoria mía, pues todas las veces que comierais este pan o bebierais este cáliz, anunciareis la muerte del Señor hasta que venga.

Así es que, cualquiera que comiera este pan o bebiera el cáliz del Señor indignamente será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Porque quién lo come o bebe indignamente, se traga y bebe su propia condenación". (Cor, ll,2O-32).

Las palabras del Señor en esa noche son una promesa de amor de que jamás estaremos solos sin El, de que podremos alimentar nuestra alma y cuerpo con el mismo Dios nuestro Creador que se quedó en el Sagrario pero también palabras fuertes de una advertencia grave para que no tomemos a la ligera al acercarnos a recibirle sin que antes reconciliemos nuestro corazón, si le hemos ofendido gravemente, con el acto humilde de reconocer nuestros pecados en el Sacramento de la Penitencia.

Y de nuevo ante esta inconmensurable escena de amor en el noche del Jueves Santo podemos ver su rostro trasfigurado y sus ojos llenos de pesadumbre, su corazón dolorido y sus palabras misteriosas para quedarse por siempre, hasta la consumación de los siglos, entre los hombres

Caigamos de rodillas y pidámosle que nos alimente con su Eucaristía mientras recorremos el camino de la vida, que nos consuele en nuestras penas, que participe de nuestras alegría y que nos ayude a no perder la gracia para poderlo recibir frecuentemente y de una manera digna.
 
Actividades del Papa Francisco en Semana Santa 2021

Sigue las transmisiones en vivo por Catholic.net

Por: Catholic.net | Fuente: Vatican.va

El Papa Francisco celebrará los ritos de la Semana Santa en el altar de la cátedra, en la basílica de San Pedro, debido a la contingencia sanitaria. Participarán los señores cardenales, los superiores de la Secretaría de Estado, con una participación limitada de fieles.

No te pierdas las transmisiones en vivo desde el Facebook o YouTube de Catholic.net
 
JUEVES SANTO - 1 abril 2021

Santa Misa Crismal

10:00 hrs (Hora del Vaticano)
1:00 Los Ángeles
2:00 Ciudad de México y El Salvador
3:00 Colombia y Ecuador.
4:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
5:00 Chile, Uruguay y Venezuela.

Santa Misa "in Coena Domini" Preside el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio cardenalicio.

18:00 hrs (Hora del Vaticano)
9:00 Los Ángeles
10:00 Ciudad de México y El Salvador
11:00 Colombia y Ecuador.
12:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
13:00 Chile, Uruguay y Venezuela.

VIERNES SANTO - 2 abril 2021

Pasión del Señor

18:00 hrs (Hora del Vaticano)
9:00 Los Ángeles
10:00 Ciudad de México y El Salvador
11:00 Colombia y Ecuador.
12:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
13:00 Chile, Uruguay y Venezuela.

Vía Crucis

21:00 hrs (Hora del Vaticano)
12:00 Los Ángeles
13:00 Ciudad de México y El Salvador
14:00 Colombia y Ecuador.
15:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
16:00 Chile, Uruguay y Venezuela.

SÁBADO SANTO - 3 abril 2021

Vigilia Pascual

19:30 hrs (Hora del Vaticano)
10:30 Los Ángeles
11:30 Ciudad de México y El Salvador
12:30 Colombia y Ecuador.
13:30 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
14:30 Chile, Uruguay y Venezuela.

DOMINGO DE PASCUA - 4 abril 2021

Santa Misa del día

10:00 hrs (Hora del Vaticano)
1:00 Los Ángeles
2:00 Ciudad de México y El Salvador
3:00 Colombia y Ecuador.
4:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
5:00 Chile, Uruguay y Venezuela.

Urbi et Orbi

12:00 hrs (Hora del Vaticano)
3:00 Los Ángeles
4:00 Ciudad de México y El Salvador
5:00 Colombia y Ecuador.
6:00 Miami, Venezuela, Puerto Rico y República Dominicana.
7:00 Chile, Uruguay y Venezuela.

Un amor de entrega y presencia en su Cuerpo y Sangre

Jueves Santo. La Eucaristía, una presencia que se hace compañía cada vez que nosotros nos acercamos al Sagrario.
 
Siempre que uno reflexiona sobre el misterio de la Eucaristía, podría dejar de lado que la Eucaristía es un misterio de presencia de Cristo, un misterio de entrega de Cristo. Una entrega que se hace presencia cada vez que el sacerdote pronuncia las palabras sacramentales sobre el pan; una presencia que se hace compañía cada vez que nosotros nos acercamos al sagrario.

Vamos a contemplar el misterio de la institución de la Eucaristía, pidiendo a Jesús entregarnos con Él, que se entrega; hacerme don con Él, que se da; dejar invadir mi corazón del corazón de Cristo entre los hombres. Un amor hecho entrega y presencia en su Cuerpo y su Sangre Eucarísticos.

"Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles; y les dijo: con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros[...] Tomó luego pan, y, dando gracias, lo partió y se los dio diciendo: Éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío’. De igual modo, después de cenar, tomó la copa diciendo: Esta copa es la Nueva Alianza de mi sangre que es derramada por vosotros."

Un pan y un cáliz que yo sé, por la fe, que son su cuerpo y su sangre. Se ha realizado un milagro, el milagro más grande. La pasión de Cristo se ha realizado de una forma incruenta. Efectivamente su cuerpo y su sangre son su sacrificio. Cristo ha realizado su sacrificio, incluso antes de morir. Como si su amor fuese tan grande que fuese capaz de anticipar el misterio de la redención para mí. Y este don, este sacrificio se me da a mí como cristiano; se da a todos los hombres.

¿Qué es lo que hace Cristo? ¿Cómo se entrega Cristo? El pan, que es partido, roto, por las manos de Cristo, ese pan ya no es una mezcla de harina con levadura, sino que es su cuerpo. Se rompe Él mismo, se da Él mismo; y, al mismo tiempo, ese pan roto y dado es el gesto del Padre que da al Hijo, que entrega al Hijo como don a la humanidad.

Entre los judíos, la Pascua se celebraba en familia, y el que presidía la cena pascual representaba al padre de familia. En el misterio de la Eucaristía, Cristo -el Hijo- está al mismo tiempo siendo Padre que da al Hijo; el Padre -Dios-, que da al Hijo -Cristo— a los hombres, es el pan y el vino. El Padre que da al Hijo, que entrega al Hijo a la humanidad. La Eucaristía es así el pan roto y entregado, es el amor del Padre hasta el extremo de entregar al Hijo en sacrificio por los pecados.

El pan que Cristo me da es su cuerpo que se entrega por mí; la sangre que Cristo derrama es derramada por mí. En ese cáliz, que el sacerdote tiene entre sus manos, está la sangre de Cristo, la sangre del Cordero, para que se produzca la conclusión de una Alianza Nueva, de un nuevo pacto puesto en favor de los hombres.

Debemos contemplar todo esto y dejar que nuestro corazón discurra sobre los gestos de Cristo, sobre las palabras de Cristo; sobre todo lo que está contenido en este misterio. Misterio que nos da una Alianza ofrecida sobre una persona. Una persona que no es simplemente una persona humana, es la persona del Hijo de Dios. Dios de Dios, Luz de Luz, y al mismo tiempo cuerpo entregado y sangre derramada.

¿Qué hay en el corazón de Cristo? ¿Cuál es el corazón de Cristo ante el misterio de la Eucaristía? Intentemos contemplar el corazón y el alma de Cristo; veamos su corazón que busca darse sin barreras. Un corazón que anhela, que desea dar todo lo que Él es. Y para lograrlo no encuentra otro camino mejor que darse en el pan y en el vino, como cuerpo y sangre; alma y divinidad.

Cristo se da sin barreras de tiempo y espacio. Cada vez que comulgamos, cada vez que recibimos la Eucaristía, se rompen todas las barreras físicas de la eternidad en el tiempo, de una época con otra, y entramos en misteriosa comunicación con Cristo. Y se cumple ese don, cuando misteriosamente, sacramentalmente, Jesucristo penetra en mi persona y se me entrega sin ninguna barrera. Cristo busca, además, manifestarme su amor, como dirá San Juan: “nos amó hasta el extremo”. Él me manifiesta su amor queriendo y pudiendo entrar en mi persona. Si el amor es la comunión de aquellos que se aman, ¿qué mayor comunión que la del cuerpo y la sangre de Cristo con mi espíritu, con mi alma, con mi persona? Cristo, en su corazón, busca continuar cerca de mí.

Él sabe, Él es consciente de que vivimos muchas veces en soledad, aunque estemos acompañados por mucha gente, aunque haya muchas personas a nuestro alrededor. Una soledad que no solamente la sentimos nosotros, sino que es muchas veces patrimonio de todos los hombres. Cristo quiere quebrar esa soledad con la Eucaristía. Cristo no quiere que yo esté solo, y quiere darse Él como acompañante para transmitirme su vida. “Quien me come vivirá por mí; aquél que me come no morirá para siempre”.

El misterio de la Eucaristía es promesa de vida eterna. Cada vez que recibo a Cristo en la Eucaristía, se me está entregando la promesa de la vida que no acaba para siempre. Éste es el gesto supremo del amor que busca la identificación de voluntades y de existencia. "¡Con qué anhelo he deseado comer esta Pascua con vosotros!" Cristo me busca más a mí, de lo que yo lo busco a Él. Cristo quiere estar más cerca de mí, de lo que yo quisiera estar cerca de Él. En su interior está el deseo de vivir esta Pascua, que es la antesala de la realización del Reino de Dios entre los hombres. La Pascua con la que Él va a llevar a plenitud su obra, con la que va a realizar el anhelo que le trajo al mundo.

En el corazón del Cristo, en la Última Cena, brilla radiante un deseo: comer la Pascua, cumplir la Pascua en el Reino de Dios. El anhelo de realizar la voluntad del Padre, el deseo ardiente de cumplir con lo que el Padre le pide. Para Cristo, comer la Pascua, no es sólo repetir un rito que recordaba a los hebreos su liberación de Egipto. Para Cristo, comer la Pascua, es realizarla en su persona; es ofrecer su persona como precio de la liberación de su pueblo; es partir en dos el pan del pecado con la sangre de sus venas, con el último latido de su corazón.

¿Qué es lo que yo hago ante este Cristo de la Eucaristía? Cuando el Hijo de Dios se hace pan y se hace vino entregado por mí, derramado por mí, no puedo sino suscitar en mí sentimientos y determinaciones de comunión, de identificación con mi misión redentora. ¿Qué otra cosa puedo hacer? ¿Acaso puedo llegar a captar plenamente, con mi inteligencia pequeña, limitada, todo lo que sucede en la Eucaristía? ¿No tendré más bien que determinarme a decir: “Señor, quiero comulgar contigo, quiero empaparme de ese sentimiento, de ese anhelo de realizar la Pascua, de tenerte cerca de mí, de estar tú y yo en comunión, en identificación”? Al recibir a Cristo debo animarme a un compromiso total ante el suyo, sin mediocridades, sin tibiezas, sin dudas. Tengo que saberme fortalecido en todas mis soledades y acompañado en mis fracasos y triunfos.

Cómo celebrar en casa el Jueves Santo

Jesús lava los pies a Pedro (detalle), Giotto (Capilla de los Scrovegni)

Aleteia Team - publicado el 31/03/21

Guía a la Palabra de Dios para quienes no podrán participar en la celebración del Jueves Santo o para quienes quieran prepararse espiritualmente para el Triduo Pascual.

Esta celebración de la Palabra de Dios en casa se dirige a quienes no puedan participar en la celebración eucarística del Jueves Santo en su parroquia a causa de la pandemia o de otros impedimentos.

Asimismo, esta celebración puede convertirse en una excelente preparación para vivir con provecho el Triduo Pascual.

Guía para la celebración

•    Recordemos lo que decía san Jerónimo sobre la escucha de la Palabra de Dios: “En lo que se refeire al misterio eucarístico, cuando cae una migaja de pan, nos sentimos aturdidos. Así sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios: esta Palabra de Dios y el Cuerpo y la Sangre de Cristo  se dejan caer en nuestros oídos y, nosotros, ¿pensaremos en otra cosa?”.
•    Esta celebración tiene lugar de manera preferente al final de la tarde o en la noche.
•    Si se encuentra solo, es preferible leer las lecturas y oraciones de la misa de este domingo (que también podrá encontrar en esta guía) o seguir la misa por televisión o en Aleteia a través de esta página especial creada porAleteia para Semana Santa. Esta celebración requiere al menos la participación de dos personas.
•    Esta celebración se adapta particularmente a un marco familiar, de amistad o de vecinos. Ahora bien, en el respeto de las medidas del confinamiento, es necesario verificar si está permitido invitar a los vecinos o amigos. En todo caso, durante su celebración, deberán respetarse estrictamente las consignas de seguridad.
•    Se ha de colocar el número de sillas necesario ante un espacio de oración, respetando la distancia de un metro entre cada uno.
•    Debería colocarse una cruz o el crucifijo.
•    Se encenderán una o varias velas, que deberán colocarse en un soporte incombustible (por ejemplo, un plato de porcelana o cristal). Al final de la celebración, se apagarán las velas.
•    Se designa a una persona para dirigir la oración, quien establecerá la duración de los momentos de silencio.
•    Se designan lectores para la primera lectura, el salmo y el Evangelio.

JUEVES SANTO

Celebración de la Palabra

Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

Nos sentamos. El guía de la celebración, toma la palabra:

Hermanos y hermanas,
en este Jueves Santo,
pongamos nuestra mirada en Cristo Jesus,
en el momento en que enseñó a sus discípulos
a perpetuar la Eucaristía
hasta el final de los tiempos,
la Eucaristía de su vida
para la remisión de los pecados.
Cada vez que celebramos esta ofrenda,
en memoria suya, como Él mismo nos pidió,
se cumple la obra de nuestra redención.

Por desgracia, en este día,
no podemos reunirnos en asamblea
para participar en la cena,
que constituye el sacramento de su amor.
Ahora bien, sabemos que cuando
nos reunimos para rezar en su Nombre,
Cristo se hace presente entre nosotros.
Y creemos firmemente que, cuando leemos su Palabra en Iglesia,
nos habla el mismo Verbo de Dios.

Pausa

Señor Jesús,
según las promesas de tu Iglesia,
te suplicamos:
haz que tu Palabra sea para nosotros
auténtico alimento para nuestra vida;
y danos la fuerza para imitarte
para actualizar de este modo tu entrega por nosotros,
amándonos los unos a los otros
como tú nos has amado.

Después de tres minutos de silencio,
todos se ponen de pie
y hacen la señal de la cruz, diciendo:

En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén

El guía de la celebración sigue diciendo:

Para prepararnos a acoger la Palabra de Dios
y se convierta en motivo de purificación para todos nosotros,
reconozcamos con humildad nuestros pecados.

Sigue el rito penitencial:

Señor, ten misericordia de nosotros.
Porque hemos pecado contra ti.
Miéstranos, Señor, tu misericordia.
Y danos tu salvación.

Que Dios Todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados,
y nos lleve a la vida eterna.
Amén.

Se pronuncia o canta:

Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

ORACIÓN

Quien guía la celebración dice:

Dios nuestro,
reunidos para celebrar la santísima Cena
en la que tu Hijo unigénito,
antes de entregarse a la muerte,
confió a la Iglesia el nuevo y eterno sacrificio,
banquete pascual de su amor,
concédenos que, de tan sublime misterio,
brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

El encargado de la priera lectura permanece de pie,
mientras los demás se sientan.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Éxodo (12, 1-8. 11-14)

En aquellos días, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: “Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: ‘El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito.

Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor.

Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto.

Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua’ ”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

El encargado de leer el salmo se levanta,
mientras los demás permanecen sentados.

SALMO 115 (12-13. 15-16bc. 17-18)

R/ Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo le pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Levantaré el cáliz de salvación,
e invocaré el nombre del Señor.
R/ Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
A los ojos del Señor es muy penoso
que mueran sus amigos.
De la muerte, Señor, me has librado,
a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava.
R/ Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio
e invocaré tu nombre.
Cumpliré mis promesas al Señor
Ante todo su pueblo.
R/ Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.

El lector encargado de la lectura se levanta,
mientras el resto permanecen sentados.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (11, 23-26)
Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he trasmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.
Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”.
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

EVANGELIO

Todos se ponen de pie.
Se eleva la aclamación antes del Evangelio.

R/Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor,
que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.

R/Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

El lector encargado del Evangelio lo leerá con lentitud y sobriedad.

Lectura del santo Evangelio según san Juan (13, 1-15)

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.

Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?” Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”. Pedro le dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”. Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: ‘No todos están limpios’.

Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”.

El Evangelio termina sin aclamación.
Todos se sientan. El guía repite lentamente,
como si se tratara de un eco lejano:

En lo más profundo de nuestro corazón,
dejemos resonar esta palabra del Señor,
que constituye para nosotros un programa de vida:

“Les he dado ejemplo,
para que lo que yo he hecho con ustedes,
también ustedes lo hagan”.

PADRE NUESTRO

Permanecemos tres minutos en silencio de meditación personal.
Al final, todos se levantan. El que guía la celeración introduce el Padrenuestro.

Fieles a la recomendación del Salvador,
y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:

Se reza o canta el Padre Nuestro:

Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

E inmediatamente todos proclaman:

Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria,
por siempre, Señor.

El guía sigue diciendo:

Acabamos de unir nuestra voz
a la del Señor Jesús para orar al Padre.
Somos hijos en el Hijo.
En la caridad que nos une los unos a los otros,
renovados por la Palabra de Dios,
podemos intercambiar un gesto de paz,
signo de la comunión
que recibimos del Señor.

Todos intercambian un gesto de paz. Si fuera necesario, siguiendo las indicaciones de las autoridades, este gesto puede hacerse inclinando profundamente la cabeza hacia el otro o, en familia, enviando un beso a distancia con dos dedos en los labios.
Nos sentamos.

COMUNIÓN ESPIRITUAL

El guía dice:

Dado que no podemos recibir la comunión sacramental,
el Papa Francisco nos invita apremiantemente a realizar la comunión espiritual,
llamada también “comunión de deseo”.
La Iglesia nos recuerda que
“se trata de un ardiente deseo de alimentarse con este Pan celestial,
unido a una fe viva que obra por la caridad,
y que nos hace participantes de los frutos y gracias del Sacramento”.
El valor de nuestra comunión espiritual
depende, por tanto, de nuestra fe en la presencia de Cristo en la Eucaristía,
como fuente de vida, de amor y de unidad,
así como de nuestro deseo de comulgar, a pesar de las circunstancias.
Y para aumentar nuestro deseo de la presencia de Cristo,
vamos a cantar o rezar el cántico «Ubi caritas et amor, Deus ibi est«
(«Donde hay caridad y amor, allí está Dios»).

CÁNTICO

Si se quiere cantar o declamar en latín:

Ubi caritas et amor, Deus ibi est.
Congregavit nos in unum Christi amor.
Exsultemus, et in ipso jucundemur.
Timeamus, et amemus Deum vivum.
Et ex corde diligamus nos sincero.

Ubi caritas et amor, Deus ibi est.
Simul ergo cum in unum congregamur:
Ne nos mente dividamur, caveamus.
Cessent iurgia maligna, cessent lites.
Et in medio nostri sit Christus Deus.

Ubi caritas et amor, Deus ibi est.
Simul quoque cum beatis videamus,
Glorianter vultum tuum, Christe Deus:
Gaudium quod est immensum, atque probum,
Saecula per infinita saeculorum. Amen.
 
Si se prefiere declamar el cántico en castellano:

Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
El amor de Cristo nos ha congregado y unido.
Alegrémonos y deleitémonos en Él.
Temamos y amemos al Dios vivo.
Con sincero corazón amémonos unos a otros.

Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
Del mismo modo estemos congregados y unidos,
cuidémonos de estar desunidos en espíritu.
Cesen las malignas rencillas, cesen los disgustos.
Y Cristo nuestro Dios reine entre nosotros.

Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
Ojalá junto con los bienaventurados veamos
también tu rostro en la gloria ¡oh Cristo Dios nuestro!
Este será el gozo santo e inefable
por los siglos infinitos. Amén

Al final del cántico, quien guía la celebración dice:

Les invito ahora a inclinar la cabeza,
a cerrar los ojos y a recoger su espíritu.

En lo más profundo de nuestro corazón,
dejemos crecer el ardiente deseo de unirnos a Jesús,
en la comunión sacramental,
y de hacer que su amor se haga vivo en nuestras vidas,
amando a nuestros hermanos y hermanas como Él nos ha amado.

Permanecemos cinco minutos en silencio en un diálogo de corazón a corazón con Jesucristo.
Podemos cantar un cántico de acción de gracias.

BENDICIÓN
La persona que guía la celebración, con las manos juntas,
pronuncia en nombre de todos la fórmula de la bendición:

Por intercesión de san N.[patrón de la parroquia o del país],
de todos los santos y santas de Dios,
que el Señor de la perseverancia y la fortaleza
nos ayude a vivir el espíritu de
sacrificio, compasión y amor de Cristo Jesús.

De este modo, en comunión con el Espíritu Santo,
daremos gloria a Dios,
Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
por los siglos de los siglos.
Amén.

Todos juntos mirando hacia la cruz,
piden la bendición del Señor:

El Señor nos bendiga y proteja,
ilumine su rostro sobre nosotros
y nos conceda su favor.
Amén.

Todos hacen la señal de la cruz.
Los padres pueden hacer la señal de la cruz en la frente de sus hijos.
Es posible concluir la celebración elevando un canto eucarístico.

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