Miércoles Santo

Benjamin, Santo

Diacono y Mártir, 31 de marzo

Martirologio Romano: En el lugar de Argol, en Persia, san Benjamín, diácono, que al predicar insistentemente la palabra de Dios, consumó su martirio con cañas agudas entre sus uñas, en tiempo del rey Vararane V (†  c. 420).

Etimológicamente: Benjamín = Aquel que es el último nacido o Hijo de dicha, es de origen hebreo.

Breve Biografía

El rey Yezdigerd, hijo de Sapor II puso fin a la cruel persecución de los cristianos que había sido llevado al cabo en Persia durante el reinado de su padre. Sin embargo, el obispo Abdas con un celo mal entendido incendio el Pireo o templo del fuego, principal objeto del culto de los persas.

El rey amenazó con destruir todas las iglesias de los cristianos, a menos que el obispo reconstruyera el templo, pero éste se rehusó a hacerlo; el rey lo mandó a matar e inició una persecución general que duró 40 años.

Uno de los primeros mártires fue Benjamín, diácono. Después de que fuera golpeado, estuvo encarcelado durante un año.

Benjamín era un joven de un gran celo apostólico en bien de los demás. Hablaba con fluida elocuencia.

Incluso había logrado muchas conversiones entre los sacerdotes de Zaratustra. Los meses que pasó en la cárcel le sirvieron para pensar, orar, meditar y escribir.

En estas circunstancias llegó a la ciudad un embajador del emperador bizantino y lo puso en libertad. Y le dijo el rey Yezdigerd: "Te digo que tú no has tenido culpa alguna en el incendio del templo y no tienes que lamentarte de nada".

¿No me harán nada los magos?, preguntó el rey al embajador. No, tranquilo. No convertirá a nadie, añadió el embajador.

Sin embargo, desde que lo pusieron en libertad, Benjamín comenzó con mayor brío e ímpetu su trabajo apostólico y convirtió a muchos magos haciéndoles ver que algún día brillará en sus ojos y en su alma la luz verdadera.

De no ser así –decía – yo mismo sufriré el castigo que el Señor reserva a los seguidores que no sacan a relucir los talentos que él les ha dado.

Esta vez no quiso intervenir el embajador. Pero poco después, el rey lo encarceló de nuevo y mandó que le dieran castigos hasta la muerte,siendo luego decapitado

Murió alrededor del año 420.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

¿Acaso soy yo, Señor?

Santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25. Miércoles Santo

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, quiero dejarme amar, estoy cansado de buscar fuera de ti, me rindo ante ti, lléname con tu amor para que yo sea capaz de renunciar a todo por ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?”. Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.

El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”. Él respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’”. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua.

Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?”.

Él respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?”. Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Es la pregunta que resuena en cada uno de nuestros corazones al escuchar este Evangelio. Y si no es así, es porque algo no está del todo bien. Es decir, ¿me siento tan seguro de mi amor a Dios que creo ilusoriamente que jamás podría traicionarlo? De hecho, afirmar esto es ya una traición; nuestra vida, tristemente, es un continuo traicionar el amor de Dios al poner otras cosas por delante de su amor.

Traicionamos al Señor por menos que treinta monedas de plata: un buen puesto de trabajo, una buena reputación, un amor desordenado o prohibido, un mejor automóvil, etc. Debemos tener esta conciencia de pobres y débiles pecadores necesitados de la gracia y amor de Dios, pero no con un sentido pesimista y negativo, sino como el niño consciente de su incapacidad para subir las escaleras, que le extiende los brazos a su amado padre para que le cargue y le suba.

Es esto lo que nos pide el Señor, Él conoce el barro del que estamos hechos. Si bien ama nuestro esfuerzo por alcanzar la santidad, ama aún más nuestra miseria cuando, confiando plenamente en Él, la abandonamos en el infinito mar de su Divina Misericordia.

«Judas es una oveja descarriada, también nosotros debemos entender a las ovejas descarriadas. También nosotros tenemos alguna cosilla, pequeña o no tan pequeña, de la oveja descarriada. Debemos entender que no es un error lo que hizo la oveja descarriada: es una enfermedad, es una enfermedad que tenía en el corazón. Cuando fue al templo para realizar su doble vida, cuando dio el beso al Señor en el huerto, y después las monedas que recibió de los sacerdotes… No es un error. Lo hizo… estaba en la tiniebla. Tenía el corazón dividido, disociado. Por ello se puede decir que él es la imagen perfecta de la oveja descarriada. Jesús, el pastor, va a buscarlo: “haz lo que debes hacer, amigo”, y lo besa. Pero Judas no entiende».

(Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Trataré de contemplar una imagen del Sagrado Corazón recordando todas las gracias y bendiciones que ha derramado a lo largo de mi vida y pidiéndole perdón por las veces que he rechazado su amor.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Los Desplazados Climáticos "devorados" en condiciones que son imposibles

Fue presentado la mañana de este martes, el volumen "Orientaciones pastorales sobre desplazados climáticos".

Las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos recogen hechos, interpretaciones, políticas y propuestas pertinentes al ámbito del fenómeno del desplazamiento por razones ambientales. Para empezar, les propongo retomar la famosa frase pronunciada por Hamlet, “ser o no ser”, y transformarla en “ver o no ver, ésa es la cuestión”. Todo, de hecho, empieza por nuestro ver, sí, por el mío y por el suyo.

Estamos inundados de noticias e imágenes que muestran a pueblos enteros desarraigados de sus tierras a causa de desastres naturales provocados por el clima, por lo que se ven obligados a migrar. Pero el efecto que tienen estas historias en nosotros y cómo respondemos, si suscitan en nosotros respuestas fugaces o desencadenan algo más profundo, si nos parece algo lejano o las tenemos muy presentes, depende de nosotros, si nos esforzamos por ver el sufrimiento que conlleva cada historia para así “tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar” (Laudato si’, 19).

Cuando las personas se ven obligadas a migrar porque el ambiente en el que viven ya no es habitable, nos puede parecer la consecuencia de un proceso natural, algo inevitable. Sin embargo, el deterioro del clima es muy a menudo el resultado de decisiones equivocadas y de actividades destructivas, del egoísmo y de la negligencia, que ponen a la humanidad en conflicto con la creación, nuestra casa común.

A diferencia de la pandemia del COVID-19, que se abatió sobre nosotros repentinamente, sin previo aviso y casi en todas partes, y que nos afectó a todos a la vez, la crisis climática empezó a partir de la Revolución Industrial. Durante mucho tiempo se ha venido desarrollando con tal lentitud que ha sido prácticamente imperceptible, con excepción de unos pocos con visión de futuro. Incluso ahora, sus repercusiones se manifiestan de manera desigual: el cambio climático afecta a todo el mundo, pero quienes menos han contribuido a ello son los que más sufren sus consecuencias negativas.

Sin embargo, al igual que la crisis del COVID-19, el número enorme y cada vez mayor de personas desplazadas a causa de la crisis climática, se está convirtiendo rápidamente en una gran emergencia de nuestra época, tal y como podemos ver casi todas las noches en nuestras pantallas, y que exige respuestas globales.

Me vienen a la mente las palabras que el Señor pronunció por boca del profeta Isaías que, adaptadas a nuestra realidad, adquieren un significado especial: Venid entonces, y discutiremos. Si estáis dispuestos a escuchar, nos aguarda un gran futuro juntos. Pero si rehusáis y os negáis a escuchar y actuar, os devorará el calor, la contaminación, la sequía aquí y la subida de las aguas allí (cf. Isaías 1,18-20).

Cuando miramos, ¿qué vemos? Muchos están siendo “devorados” en condiciones que son imposibles para la supervivencia. Obligados a abandonar campos y costas, casas y aldeas, huyen apresuradamente, llevando consigo tan sólo unos pocos recuerdos y pertenencias, fragmentos de su cultura y de su tradición. Partieron llenos de esperanza, con la intención de volver a empezar desde cero en un lugar seguro. Sin embargo, la mayoría termina viviendo en barrios marginales peligrosamente hacinados o en asentamientos improvisados, esperando su destino.

Quienes han sido expulsados de sus hogares por culpa de la crisis climática necesitan ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Quieren volver a empezar. Para que puedan crear un nuevo futuro para sus hijos, es necesario que se les permita hacerlo y se les tiene que ayudar. Acoger, proteger, promover e integrar son todos los verbos que se corresponden a acciones útiles. Quitemos, entonces, uno por uno, esos escollos que bloquean el camino de los desplazados, aquello que les reprime y margina, que les impide trabajar y acudir a la escuela, lo que les convierte en invisibles y les niega su dignidad.

Las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos nos invitan a ampliar la forma en que miramos este drama de nuestro tiempo. Nos impulsan a ver la tragedia del desarraigo prolongado que hace gritar a nuestros hermanos y hermanas, año tras año: “No podemos volver atrás y no podemos empezar de nuevo”. Nos invitan a tomar conciencia de la indiferencia de la sociedad y de los gobiernos ante esta tragedia. Nos piden que veamos y nos preocupemos. Invitan a la Iglesia y a demás personas a actuar juntos, y nos explican cómo podemos hacerlo.

Esta es la obra que nos pide el Señor ahora, y en ella hay una inmensa alegría. No podemos salir de una crisis como la del clima o la del COVID-19 encerrándonos en el individualismo, sino sólo “estando unidos”, mediante el encuentro, el diálogo y la colaboración. Esta es la razón por la que me complace especialmente que se hayan elaborado las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos, en el marco del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, junto con la Sección Migrantes y Refugiados y el Sector de Ecología Integral. Esta colaboración es en sí misma una señal del camino a seguir.

Ver o no ver, es la pregunta que nos lleva a responder actuando juntos. Estas páginas nos muestran qué necesitamos y qué debemos hacer, con la ayuda de Dios.

¿Judas se salvó luego de traicionar a Jesús?

No se puede responder a ciencia cierta porque el arrepentimiento es una actitud interior

Muchos creyentes a lo largo de la historia se han preguntado sobre el destino de Judas Iscariote, el apóstol que entregó a Jesús a las autoridades romanas para ser condenado a muerte.

El P. Samuel Bonilla, conocido como “El Padre Sam”, hizo una reflexión en un video publicado en YouTube sobre el destino de este apóstol, cuya muerte está relatada en dos versiones de las Sagradas escrituras.

Al inicio del video el Padre Sam cita Mateo 27, 5, que dice: “El tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó”; y luego en Hechos de los Apóstoles 1, 18, donde se indica que Judas muere al tropezar: “Este, pues, compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas”.

Ante la pregunta de si la Misericordia de Dios pudo haber salvado a un Judas arrepentido, el Padre Sam dijo que no se puede “responder a ciencia cierta porque el arrepentimiento es una actitud interior” y no existe una señal en la Biblia que lo afirme.

No obstante, recalcó que la Misericordia de Dios es infinita y que, para responder sobre el final de Judas debe apoyarse tanto en una anécdota como en una revelación privada.

En primer lugar, destaca la revelación privada que le hace Jesús a Sor Faustina Kowalska, en la que el Señor le dice: “Si ustedes supieran el destino de Judas abusarían de mi Misericordia”.

“(Lo dijo) como para hacer ver que la Misericordia de Dios es infinita siempre y cuando haya arrepentimiento. Es decir, si Judas se arrepintió, y eso no lo sabemos, la Misericordia de Dios siempre está abierto para aquel que se arrepiente”, sostuvo el sacerdote.

La segunda respuesta nace de una anécdota que se encuentra en uno de los escritos de San Antonio de Padua.

“Cuenta que una viejita, en su tiempo, había ido a visitarle muy adolorida porque su hijo había fallecido. Se había suicidado, se había tirado de un puente a un río y allí había muerto. En ese tiempo cabe resaltar que no se permitía la Santa Misa a personas que se habían suicidado”.

“El santo, cuando esta viejecita le pregunta sobre su hijo, sobre cómo podía rezar por él, responde: ‘Entre él y el río hay un espacio, y ese espacio es el de la Misericordia de Dios’”, relató el Padre Sam.

En ese sentido, el presbítero dijo “que la persona que se suicida, por ejemplo, en los últimos momentos cuando ya se da cuenta que está perdiendo su vida, allí hay un espacio probablemente cuando se de cuenta del valor de vida, es un espacio donde ella está a solas con Dios y puede que en esos momentos se arrepiente”.

“Siempre hay oportunidad, incluso en el último momento de la vida, para alguien que se arrepiente de verdad. La Misericordia de Dios es infinita”, concluyó el Padre Sam.

¿Qué es género?

¿Han oído hablar de “identidad de género”, “violencia de género”, “desigualdad de género”? ¿Se han cuestionado por qué no se dice “identidad sexual”, “violencia contra la mujer”, “desigualdad entre los sexos”?

Mañana se celebra el Día de la Mujer y parece oportuno cuestionar la palabra más usada por algunos grupos que dicen buscan su beneficio.

Como sabemos, la palabra género puede referirse a una tela, a un conjunto de cosas o personas que tienen unas características comunes como “el género humano” o en la gramática como masculino, femenino o neutro. Además en diferentes lenguas la misma palabra tiene diferentes géneros. “La mesa” en español es femenina, en italiano “il tavolo” es masculino y en inglés “the table” es neutro. ¿Pero por qué usar género en vez de sexo cuando se está hablando de seres humanos? ¿Cuál es el misterio? ¡Es que se trata de una ideología!

Ideología se puede definir como un cuerpo cerrado de ideas que parten de una premisa falsa. Por ejemplo, Hitler dijo a los alemanes: “La raza aria es la raza superior”. Los alemanes lo creyeron. Significado: todas las demás razas son inferiores. Algunas tan inferiores e indeseables que bien se podían utilizar de esclavos. Esto es lógico con una premisa falsa. La consecuencia: los campos de exterminio nazi.

Cuando se acepta una premisa falsa como verdad, todos los razonamientos que le siguen son lógicos. Usualmente aceptamos como una verdad que el sexo es algo biológico y que se nace mujer o varón. El género es lo mismo. Pero dicha ideología dice que el género se refiere a las distintas funciones que realizan las mujeres y los hombres y las relaciones entre ellos, tomando en cuenta el ambiente social y cultural. Entonces, el género es neutro.

A partir de 1995, países desarrollados introdujeron “la perspectiva de género” como política prioritaria de los países donantes y condición para recibir su ayuda. Muchos gobiernos vieron esto inofensivo porque no supieron que detrás estaba una ideología de muchas consecuencias.

Si género es una construcción social y cultural, entonces es algo que se puede deshacer. Comenzamos todos como papel en blanco, en “neutro”. A partir de neutro estamos todos en las mismas condiciones de construir lo que queremos, entonces todos somos iguales. La persona puede cambiar su género como quiera y cuando quiera. Es completamente autónoma para hacerlo. Si esto es aceptado como una verdad, habrá una serie de consecuencias, algunas ya visibles en la propia patria. Si todos partimos de neutro, entonces no tiene sentido hablar de diferenciación sexual ni complementariedad de los sexos porque dos cosas iguales no se complementan. Asimismo, si todas las orientaciones sexuales son solo decisiones propias, a todo se le puede llamar matrimonio y a todo se le puede llamar familia. Lo único diferente es el embarazo de las mujeres. Y eso es considerado una gran desventaja por los ideólogos de género. Entonces, para no discriminar a las mujeres por su desventaja biológica, el aborto se vuelve algo completamente legítimo. Y si es legítimo, entonces el Estado tiene que proveerlo. ¿Y el varón? No tiene nada que decir. Es escogencia autónoma de la mujer.

¡Pero esto es absurdo! ¿Cómo puede prosperar esta ideología? Solamente imponiéndola por la fuerza. Y los medios son: la educación, los llamados “nuevos derechos”, las leyes, los medios de comunicación y presiones de países donantes. No es difícil ver que esta es la mayor rebelión que puede existir contra la naturaleza humana porque ataca lo más básico, lo más íntimo y propio de la humanidad, su diferenciación sexual. ¿Quién quiere vivir una falsedad? Y digan lo que digan, la persona no deja de ser lo que la naturaleza le proporcionó. Las mujeres que viven su verdad ambicionan tener igualdad de oportunidades pero desde su natural identidad de mujer y la mayoría de ellas también tendrán el ideal de encontrar un buen esposo y formar con él una familia. Ninguna mujer necesita una falsedad para eso.

¡Cuánto dolor de Cristo al verse abandonado!

Miércoles Santo. ¿Cuál es mi fuerza interior ante las incomprensiones que Dios permite en mi vida?

Acompañar a Cristo en su pasión tiene que ser para nosotros un enraizarnos profunda y convencidamente en los aspectos más importantes de nuestra vida. El seguimiento de Cristo es para todos nosotros un atrevernos a clavar la cruz en nuestra existencia, conscientes de que no hay redención sin sacrificio, no hay redención si no hay ofrecimiento.

Quisiera proponerles estar con Cristo en el Pretorio antes de salir a ser crucificado, como nos narra San Juan: "Entonces Pilatos se lo entregó para que fuera crucificado". Cristo, maniatado, coronado de espinas, flagelado, sentado en un calabozo esperando como tantos otros presos, como tantos miles de prisioneros a lo largo del mundo, el momento en el cual se abra la puerta del calabozo para ir hacia el patíbulo, para ir hacia el cadalso.

Atrevámonos a contemplar a Cristo y veamos cómo, sobre su cuerpo, se ha ido escribiendo como una historia trágica todos los recorridos de su pasión. En su cuerpo están escritos, a través de las huellas, a través de las heridas, a través de los escupitajos, a través de los golpes, a través de la sangre, todos los momentos que le han acontecido. Por nuestra mente pueden pasar como un relámpago las situaciones por las que Él ha querido atravesar. Hagamos nuestra la imagen del Señor listo para ir al Calvario. ¡Cuántos dolores pasó desde el momento de su prendimiento a través de los tribunales y a través de las burlas!

Si nos atenemos simplemente a lo que nos narran los evangelios acerca de los golpes, la flagelación, la corona de espinas, y junto con eso todos los golpes físicos, humillantes y dolorosos, sabremos por qué los evangelistas resumen en una frase el tremendo suplicio de la flagelación..., ¡no hacía falta describir más!: "Pilatos tomó entonces a Jesús y lo mandó azotar". En el contexto en el que son escritos los evangelios, todos conocían perfectamente lo que significaba la flagelación. Y todo los dolores morales, las humillaciones, las vejaciones, Cristo lo tiene escrito en su cuerpo, lo tiene grabado en su carne, por mí.

A veces los dolores morales son mucho más intensos, mucho más agudos que los dolores físicos. A veces podríamos haber perdido el sentido de lo que es la carencia de todo respeto, la carencia de todo límite, de toda decencia.

¡Cuántas obscenidades, cuántas groserías, cuántas vejaciones habrá escuchado Jesús! Él, de cuya boca jamás salió palabra hiriente, tiene que escuchar toda una serie de insultos y vejaciones sobre Él, sobre su Padre, sobre su familia... ¡Y todo, por mí!

¡Cuántos dolores -en lo espiritual- al verse abandonado por los suyos! ¿Dónde está Pedro?, ¿Dónde está Juan? "Prudentemente lo seguían". ¿Dónde está Tomás, Andrés, Nathanael y Santiago? ¿Dónde están los que querían hacer llover fuego sobre la ciudad de Samaria por el simple hecho de que no recibían al Maestro?, ¿Dónde están, ahora que el Maestro no sólo no es recibido, sino que es condenado a muerte, abandonado, traicionado?

Traicionado por los suyos, mal interpretado, injuriado, calumniado. ¡Qué doloroso es ver que lo abandonan sus amigos, que es objeto de burlas soeces, que sufre golpes, malos tratos, despojos! ¡Qué heridas le causan en el alma la tristeza, el tedio, el miedo y las vejaciones!

Contemplemos la corona de espinas en la cabeza, la cara abofeteada y escupida y el cuerpo lleno de heridas. ¡Y todo, por mí! Vayamos sobre nosotros mismos y preguntémonos: ¿qué voy a hacer yo? Éste es el cuerpo de Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, ante el cual toda la Iglesia se arrodilla, y ante el cual todos los hombres han pasado por encima del respeto humano y le han ofrecido sus vidas.

Y ¿qué hay en el alma de Cristo? Antes de salir a la cruz, nos podría asustar ver su cuerpo. ¿Qué sentimiento podría surgir en nosotros al ver su alma? ¿Me atrevo a bajar ahí para ver qué hay en ella? Quizá nos podría asustar el ver la soledad y el desamparo en que se debate su alma. En el alma de Cristo está profundamente arraigada la soledad y el abandono.

Apliquemos esto a nuestra vida. Cristo acaba de sufrir todos los suplicios. Cristo está sufriendo el suplicio interior de la soledad y la incomprensión. ¿Qué capacidad tengo yo de acompañar a Cristo en su soledad y en su abandono? ¿Hasta qué punto he comprendido yo a Cristo en su misión? Me podré espantar quizá de que Pedro, Juan, Andrés, Santiago, no hayan comprendido a Cristo. ¿Y yo? Si Cristo estuviese en el calabozo y viese mi alma ¿se sentiría acompañado, se sentiría comprendido?

De cara a mi alma, ¿cuál es mi fuerza interior ante las incomprensiones que Dios permite en mi vida, por parte, incluso, de los más cercanos?

Debemos ser para los demás testigos de que la soledad del alma es redentora, de que la soledad del alma tiene una capacidad de fecundidad que, quizá muchas veces, nosotros no somos capaces de valorar porque no la hacemos tesoro junto a Cristo. Contemplemos a este Señor nuestro que tanto ha sufrido por nosotros, para aprender también que nosotros podemos sufrir por Él.

Preces

Jesús, acercándose a su pasión, encargó a sus apóstoles que le prepararan un lugar donde celebrar la Pascua. Agradecidos por su bondad, le pedimos:

R/M Señor, haznos crecer en tu amor.

Cuando se acercaba la hora de tu pasión, quisiste estar con tus discípulos,

– haz que sepamos permanecer a tu lado estos días y siempre.MR/

Tú nos has amado hasta el extremo,

– ayúdanos a perseverar en el amor a ti y al prójimo.MR/

En las horas más amargas de tu pasión, no encontraste consuelo entre los hombres,

– apiádate de los que sufren en la soledad.MR/

Tú nos has enseñado que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos,

– haz que abramos nuestro corazón a la amistad que nos ofreces.MR/

Intenciones libres

Padre nuestro…

Oración

Oh Dios, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo soportase por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos a tus siervos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

Qué es el Triduo Pascual y qué se conmemora cada uno de estos días: sencilla catequesis del Papa

El Papa profundizó en el Triduo Pascual horas antes de que dé comienzo / Fotos- Vatican Media

 

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