¡He visto al Señor!
- 06 Abril 2021
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Sacerdote y Mártir, 6 de abril
Martirologio Romano: En Milán, de Lombardía, pasión de san Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres maniqueos, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, recitando en los últimos momentos el símbolo de la fe († 1252).
Fecha de canonización: 25 de marzo de 1253 por el Papa Inocencio IV.
Breve Biografía
San Pedro, mártir dominico, nace hacia 1205, en Verona, la ciudad de la Lombardía italiana presa de la herejía de los Cátaros, propagadores del maniqueísmo en el centro y norte de Italia. Estos herejes puritanos, de espíritu belicoso y sectario. Pedro es un niño muy inteligente, sincero, agradable y firme en sus decisiones; parece predestinado a ser un apóstol del mundo herético; su familia no tiene inconvenientes que la educación del niño esté a cargo de un maestro católico.
Pedro ha crecido. La Universidad de Bolonia tiene fama merecida; pero todavía goza de mayor influencia Santo Domingo de Guzmán, el Fundador de los dominicos y sus seguidores que cautivan tanto a estudiantes como a profesores. Son muchos los que se incorporan a la recientemente fundada Orden de Predicadores.
Pedro con 16 años, queda fascinado por la palabra ardiente de fray Domingo de Guzmán y recibe el hábito dominicano de sus manos.
Con ímpetu juvenil se dedica al estudio, la oración y vive la austeridad y la penitencia con radicalidad; en todo es fiel imitador de Domingo de Guzmán. Terminada la formación eclesiástica, es ordenado sacerdote y nombrado Predicador del Evangelio de Jesús.
Pronto la Región Toscana, el Milanesado y la Romaña conocen a este fogoso predicador y formidable polemista; se dedicó a la predicación especialmente entre los cátaros. Una Característica importante es que siempre fue hombre de diálogo.
Pedro es piadoso, austero y corre la voz de su santidad por todas partes. Se preocupó de la defensa de la fe, para ello instituyo las "Asociaciones de la fe" y la "Cofradía para la alabanza de la Virgen María". Fue solícito de bien espiritual de las hermanas a quienes brindó su consejo y ayuda espiritual. Como buen religioso es un convencido de la vida de comunidad
Ama a Jesucristo y como Él, experimenta la prueba, el menosprecio de algunos sectores y el ataque de quienes pensaban distinto. Su presencia evangelizadora a través de la Predicación continúa con intensidad, su capacidad organizadora le lleva a coordinar y fundar muchos mas pequeños grupos organizados. Pero todo esto no hubiera sido posible sin la intensa oración. Se comenta que un día en su contemplación, en su celda dominicana, recibe la visita de las Santas Mártires: Inés, Cecilia y Catalina que dialogan en su habitación. Otros frailes llevan la noticia al Padre Prior. En el Capítulo Conventual es reprendido y corregido porque ha violado la clausura y ha recibido a mujeres en su celda religiosa. Su respuesta es un prudente silencio y es enviado al Convento de la Marca Ancona donde intensifica su estudio y oración... Un día se desahoga ante un crucifijo: "¿Qué mal he hecho, Señor, para verme como estoy?". Cristo Crucificado le dice: "Y, yo, Pedro, ¿qué mal hice?". Estas atribuciones que la tradición le dan, son fiel reflejo de la intensa comunicación que con Dios tenía a través de la Oración. Algo que había trascendido a los demás. La gente de Oración profunda transpira esa experiencia y no hace falta que publique sus experiencias místicas. Por lo general, éstas se convierten en reflexiones profundas y acciones apostólicas.
El Papa Gregorio IX le conoce y le nombra en 1232 Inquisidor General: Roma, Florencia y Milán conocerán a este apóstol de Cristo. Los milagros refrendan su vida abnegada por Cristo y por los hombres.
Sucesivamente es superior de los Conventos de Piaccenza, Como y Génova. En 1243 Inocencio IV confirma a Pedro como Inquisidor General; pero una conjura pesa sobre él para asesinarle.
Su martirio es como un eco de la muerte de Cristo, pues es fruto de 40 libras (moneda de Milán) . Era el 6 de abril de 1252. Regresaba de Milán a su Convento de Como, donde era Prior. Cerca de la aldea de Barsalina recibe dos golpes de hacha en la cabeza, comienza a recitar en voz alta el credo, las fuerzas le faltan y mojando un dedo en su sangre escribe en el suelo "CREO"
El Credo es la síntesis de su vida, de su abnegada entrega, de una fidelidad emocionante a Cristo Crucificado a quien ama. Tenía 46 años. Su cuerpo es trasladado al convento de Milán.
El 25 de marzo del año siguiente Inocencio IV le canoniza. Es el protomártir de la Orden Dominicana
Su fiesta se celebra, de acuerdo al actual Martirologio Romano el 6 de abril.
¿A quién buscas...?
Santo Evangelio según san Juan 20, 11-18. Martes de la Octava de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Concédeme poder buscarte de corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 20, 11-18
El día de la resurrección, María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: «¿Por qué estás llorando, mujer?». Ella les contestó: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto».
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: «Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?». Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: «Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto». Jesús le dijo: «¡María!». Ella se volvió y exclamó: «¡Rabuní!», que en hebreo significa ‘maestro’. Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’».
María Magdalena se fue a ver a los discípulos y les anunció: «¡He visto al Señor!», y les contó lo que Jesús le había dicho.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El Evangelio de hoy te muestra que el encuentro con Cristo resucitado cambia las lágrimas en alegría. Para que esto suceda hay que buscar a Cristo tal como hizo María Magdalena. Jesús sabía que le buscaba por eso se acerca esperando que vuelva sus ojos a Él, y en el momento que le ve le pregunta, ¿a quién buscas?
Esta pregunta Jesús la dirige a ti, quiere que veas en tu corazón y respondas; es fácil responder «te busco a ti, Señor», pero existe la posibilidad que te busques a ti mismo o busques a otra persona y, aun así, Jesús se acerca para que te des la oportunidad de verle y reconocerle y, al igual que María, te llenes de gozo y puedas decirle «¡Rabuní!» al momento que le escuches decir tu nombre, en tu corazón o de forma audible.
No temas en preguntarte a quién buscas, pues Jesús está a tu lado esperando que tu mirada y la de Él se encuentren. Que al igual que María Magdalena, quien fue la primera en anunciar el kerigma (Buena nueva), puedas decir como los primeros cristianos: ¡Cristo ha resucitado!, y escuchar: ¡Verdaderamente ha resucitado!
«¡Qué bonito es pensar que la primera aparición del Resucitado —según los Evangelios— sucedió de una forma tan personal! Que hay alguien que nos conoce, que ve nuestro sufrimiento y desilusión, que se conmueve por nosotros, y nos llama por nuestro nombre». (SS Francisco, Audiencia, 17 de Mayo de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy sonreiré a todas las personas con las que me encuentre, para demostrar la alegría que siento porque Jesús ha resucitado.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Cómo orar cuando alguien te hace sufrir?
Al rezar por quienes te hacen sufrir, te das la oportunidad de desahogarte y de hacerlo con quien es todopoderoso y puede remediar las cosas.
Hay personas que nos hacen sufrir. Sabiéndolo o no, queriéndolo o no, pero nos hacen pasar malos ratos. Nos duelen sus palabras hirientes, sus actitudes humillantes, sus tratos despóticos, su falta de responsabilidad, sus infidelidades, sus prontos temperamentales, sus olvidos y negligencias...
Ante personas así podemos reaccionar siendo con ellos de la misma manera que son ellos con nosotros: "para que se enteren", "para que vean lo que se siente". O bien podemos enfrentarlos, decirles sus verdades y ponerles un alto. O incluso evadir el problema ignorándolo y dejándolo a su suerte. Pero sabemos que estos recursos pocas veces funcionan.
Sin embargo, podemos también buscar el momento y las palabras más adecuadas para hacerle ver lo que está sucediendo. Podemos poner amor: "Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor" (San Juan de la Cruz). Y por fin, orar por ellos.
Orar por una persona querida es fácil, pero orar por una persona que te hace daño es difícil. Apenas lo traes a la memoria en la oración y se te retuerce el estómago. Y si llegas a formular una oración, lo más probable es que ésta sea para pedirle a Dios que lo parta un rayo, que le dé una buena lección o que lo cree de nuevo. Aún si te salen estos sentimientos, intenta de nuevo. Verás que la oración irá ablandando tu corazón, pues en la oración se hace presente el Espíritu de Dios que es amor, y Él, el Amor en persona, irá renovando tu corazón. Y te dirás: "pero de lo que se trataba era de que el otro cambiara". Sí, pero al orar por quien te hace sufrir te darás cuenta de que el primero que comienza a cambiar eres tú mismo.
Al rezar por quienes te hacen sufrir:
- Te das la oportunidad de desahogarte y de hacerlo con quien es todopoderoso y puede remediar las cosas. Desahogarse con Dios sana y libera. Poner en manos de Dios aquello que no puedes controlar ni remediar es de personas sensatas.
- Dios te hace ver que el rencor, la venganza, la falta de perdón, el resentimiento, el odio, no son virtudes cristianas, y que más bien debes aprender a ser como es Dios con nosotros: rico en misericordia, dispuesto aperdonarme siempre (aunque no lo merezca), tolerante, paciente, compasivo. “Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34) “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. (Lc 23, 43)
- Rezas con coherencia y sinceridad el padrenuestro y le das a tu Padre celestial excusa suficiente para perdonarte. “Perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
- El Espíritu Santo comienza a modelar tu corazón conforme al Suyo. Verás que todo ese rencor que llevas dentro es veneno que intoxica, vinagre que amarga la vida, y que a medida que te purificas de él y lo suples con la miel de la caridad cristiana, la vida se te hace mucho más llevadera. Ya bastante mal te lo pasas con el sufrimiento que el otro te impone como para que lo amplifiques con el reflujo de tu propia amargura.
- Y no te quede la menor duda de que si rezas con fe y caridad por quienes te hacen sufrir, Dios actuará. No esperes resultados inmediatos, simplemente espera con absoluta confianza en que Dios obrará en el momento y de la manera que considere oportunas.
Tal vez te pueda servir esta oración de intercesión y sanación del P. Emiliano Tardif:
Padre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias porque por amor nos diste a Jesús.
Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu
comprendemos que él es la luz, la verdad y el buen pastor, que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.
Hoy, Padre, quiero presentarte a este hijo(a). Tú lo(a) conoces por su nombre. Te lo(a) presento, Señor, para que Tú pongas tus ojos de Padre amoroso en su vida.
Tú conoces su corazón y conoces las heridas de su historia.
Tú conoces todo lo que él ha querido hacer y no ha hecho.
Conoces también lo que hizo o le hicieron lastimándolo.
Tú conoces sus limitaciones, errores y su pecado.
Conoces los traumas y complejos de su vida.
Hoy, Padre, te pedimos que por el amor que le tienes a tu Hijo, Jesucristo,derrames tu Santo Espíritu sobre este hermano(a) para que el calor de tu amor sanador, penetre en lo más íntimo de su corazón.
Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas, sana a este hermano, Padre.
Entra en ese corazón, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus discípulos llenos de miedo. Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: "paz a vosotros". Entra en este corazón y dale tu paz. Llénalo de amor.
Sabemos que el amor echa fuera el temor.
Pasa por su vida y sana su corazón.
Sabemos, Señor, que Tú lo haces siempre que te lo pedimos, y te lo estamos pidiendo con María, nuestra madre, la que estaba en las bodas de Caná cuando no había vino y Tú respondiste a su deseo, transformando el agua en vino.
Cambia su corazón y dale un corazón generoso, un corazón afable, un corazón bondadoso, dale un corazón nuevo.
Haz brotar, Señor, en este hermano(a) los frutos de tu presencia. Dale el fruto de tu Espíritu que es el amor, la paz y la alegría. Haz que venga sobre él el Espíritu de las bienaventuranzas, para que él pueda saborear y buscar a Dios cada día viviendo sin complejos ni traumas junto a su esposo(a), junto a su familia, junto a sus hermanos.
Te doy gracias, Padre, por lo que estás haciendo hoy en su vida.
Te damos gracias de todo corazón porque Tú nos sanas, porque tu nos liberas, porque Tú rompes las cadenas y nos das la libertad.
Gracias, Señor, porque somos templos de tu Espíritu y ese templo no se puede destruir porque es la Casa de Dios. Te damos gracias, Señor, por la fe. Gracias por el amor que has puesto en nuestros corazones.
¡Qué grande eres Señor!
Bendito y alabado seas, Señor
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¿Qué hace Dios cuando calla? Nos hace falta un espacio interior de soledad y silencio para escuchar a Dios.
Hoy di: ¡Gracias, Padre! Gracias por el don de la existencia.Gracias por haberme hecho a tu imagen y semejanza. Gracias por el don gratuito de tu amor.
¿De qué sirve rezar? ¿De qué sirve hacer un regalo a Dios? El amor de Dios a nosotros es una continua invitación a que nosotros le tratemos a Él con la misma generosidad con que Él nos trata.
"La Iglesia debe estar unida para dar un testimonio creíble del Evangelio"
Entrevista al Card. Pietro Parolin concedida a la cadena de radio española COPE
"Estamos al servicio de la comunión y también de la defensa y promoción de la libertad de la Iglesia, de la libertad religiosa y la paz mundial. Imagínense cuánto trabaja la Iglesia por la paz. Esta es mi forma de ver la diplomacia". Son las palabras del cardenal secretario de Estado Pietro Parolin en una entrevista concedida a José Luis Restán, director editorial de la cadena de radio española COPE, con motivo de la Semana Santa.
En la charla se abordaron varios temas como la figura del Secretario de Estado Vaticano y su servicio junto al Papa, la reforma de la Curia, los conflictos dentro de la Iglesia, la realidad de la Iglesia en China, el viaje apostólico a Iraq y la misión de la Iglesia en Europa. A continuación, compartimos la transcripción de la entrevista.
- El Cardenal Pietro Parolin es el secretario de Estado del Vaticano y debido a su responsabilidad conoce muy bien la realidad de la Iglesia en los cinco continentes, conoce también las situaciones políticas, los conflictos de nuestro mundo. Y al estar muy cerca del Papa es un testigo excepcional del Pontificado. Tenemos la gran alegría de poder saludarle en El Espejo. Buenas tardes y Feliz Pascua....
R. Muy buenas tardes a ustedes y a todos los que escuchan COPE. Muchas gracias por esta invitación que me permite hablar sobre algunos temas que me interesan mucho y también felices pascuas...La Pascua dura 40 días y dura toda la vida. Estamos en la Pascual del Señor.
- Usted es un diplomático de carrera pero es también un pastor como hemos podido ver y sentir en algunos viajes. Usted estuvo en Ucrania, ha estado en Irak, en Camerún. ¿Cómo concibe usted su labor como secretario de Estado y cómo quedará plasmada esta tarea cuando finalice la reforma de la Curia que prepara el Papa?
R. Yo considero que mi vocación fundamental es la sacerdotal. Me siento llamado, sigo sintiéndome llamado a ser un sacerdote, un ministro del Señor que trabaja en la Iglesia en favor de las almas. Es el horizonte fundamental pero como saben hay maneras diferentes de ejercer el sacerdocio. Imagine los párrocos pero están también los sacerdotes que trabajan en las unviersidades, en los seminarios, en los tribunales eclesiásticos. En muchas otras tareas que forman parte de la misión de la Iglesia y una de estas tareas también es la diplomacia eclesiástica que la Iglesia considera hoy todavía como una manera de ejercer su misión por eso yo no encontré nunca contradicción entre ser sacerdote y diplomático. Entré sin quererlo, me ofrecieron esta posibilidad de ponerme al servicio del Papa.
Mi obispo aceptó hace 40 años. Experimenté que ser diplomático de la Santa Sede es una forma de ejercer el propio sacerdocio sobre todo porque hoy en día después del Concilio del Vaticano II la tarea de los nuncios es una tarea pastoral entonces es de estrechar los lazos entre la Santa Sede y las iglesias locales. Estamos al servicio de la comunión y también la defensa, la promoción de la libertad de la Iglesia, de la libertad religiosa. Además de la tarea de la paz en el mundo. Imagine usted cuánto trabaja la Iglesia por la paz.
Es mi manera de considerar la diplomacia. Quedará plasmada después de la publicación de la constitución apostólica sobre la Curia Romana que por ahora se titula pero pienso que seguirá siendo este título Predicate Evangelium, quedará plasmada más o menos. Entonces el secretario de Estado seguirá coordinando la secretaría de Estado que es el organismo que ayuda más de cerca al Santo Padre en el gobierno de la Iglesia, en sus tres secciones, los asuntos generales, entonces todo lo que el Papa le encomienda. Después la dimensión diplomática y política y después se ha añadido por voluntad de Francisco la tercera sección sobre personal diplomático. Seguirá coordinando estas tres secciones y trabajando sobre todo, imagino, en la diplomacia eclesiástica.
- Por trayectoria y seguramente por temperamento o al menos así me parece usted es muy diferente al Papa Francisco pero está muy cerca de él. ¿Cómo es trabajar a su lado? ¿Qué destaca de su forma de ejercer el Pontificado que en el ámbito europeo a veces causa sorpresa?
R. Sí, me acuerdo han pasado ya ocho años pasa el tiempo... cuando el Papa me preguntó si aceptaba ser su secretario de Estado. Me causó una gran sorpresa porque yo estaba bien en Venezuela a pesar de todo el problema político. Me dijó ¿Quiere usted ayudarme en el servicio que me han encomendado? Fue dos meses después de su elección. En junio cuando nos hablamos. Y le dije: Santo Padre si usted piensa que yo puedo con mucho gusto me pongo a su servicio y al servicio de la Iglesia. Usted dice bien, somos muy diferentes. Esto es una ventaja. Y en la realización de lo que el Santo Padre sigue diciendo siempre. Se trata de hacer de nuestras diferencias una riqueza para el mundo. Que no se vuelva un conflicto sino colaboración y cada uno desde su punto de vista, desde su estilo, su sensibilidad, su preparación, desde su cultura, desde su espiritualidad también puede colaborar con el otro...Imagine usted lo que significa colaborar con el Santo Padre Francisco al servicio de la Iglesia.
Es un poco el espíritu con el que vivo este servicio. Por lo que se refiere al Papa hay unas características, mucho se ha hablado de él pero lo que me impacta primero es la gran sencillez que manifiesta. Cuando uno se acerca a él se da cuenta de que es un hombre sencillo sin protocolo. El contacto es inmediato. Cuida mucho la relación y la cercanía con la gente. Busca encontrar la gente. Es otra característica de su manera de trabajar. Y tercero y también me impacta mucho es este deseo suyo de ayudar a hacer la Iglesia más creible en el anuncio del Evangelio. Y también la consideración de los asuntos que se tienen que tratar pasan a través de estas características.
- El Papa viene insistiendo mucho en que no se pueden entender la Iglesia como una especie de asamblea democrática con mayorías y minorías, con su ala izquierda y su ala derecha, sino como una comunición que genera el Espíritu Santo. Quizás esta insistencia es por preocupación, porque rebrotan algunas consideraciones que creíamos superadas. Aquello de conservadores, progresistas, etc. ¿Cómo ve usted ese problema?
R. No, yo creo que el análisis que ha hecho usted es correcto. Lo comparto. Creo que cualquier persona que ve la situación hoy de la Iglesia tiene que preocuparse de estas cosas porque están ahí. Y diría yo, me permito decir, hace mucho daño a la Iglesia porque antes hablaba de comunión y unidad. Cristo rezó por la unidad de la Iglesia. Hay motivos para la preocupación. Pensaba yo que probablemente el problema nace de que el Papa hace mucho hincapié en la reforma de la Iglesia y hay mucha confusión sobre este tema porque la reforma de la Iglesia tiene que considerar los diferentes aspectos y no hay mucha claridad sobre estos aspectos.
Hay un nivel que no se puede cambiar, la estructura de la Iglesia, es el depósito de la fe, los sacramentos, el ministerio apostólico, estos son los elementos estructurales pero hay toda una vida de la Iglesia que puede ser renovada. El concilio mismo lo dice. Esto ¿qué significa? En su vida porque está hecha por hombres pecadores necesita renovarse continuamente. A veces estas divisiones y estas contraposiciones nacen de la confusión de estos niveles. Uno no logra distinguir entre lo esencial que no puede cambiar y lo que no es esencial que tiene que ser reformado, tiene que cambiar según el espíritu del Evangelio. Reflexionando creo que ahí está la raíz del problema.
- No voy a preguntarle por los acuerdos con China en los que ha estado directamente comprometido. Usted lo ha explicado muchas veces y me parece que muy bien pero sí por la realidad de la Iglesia en China, por lo que debemos aprender de esa experiencia de esas comunidades y también ¿qué es lo que se juega la Iglesia en ese país tan grande y complejo en el futuro?
R. Bien, primero me da mucho gusto que me haga una pregunta sobre el futuro de la Iglesia en China porque creo que es la perspectiva desde la cual debemos considerar este tema. Ciertamente la Iglesia en China es una parte fundamental de la Iglesia católica y todo lo que se ha intentado y se intenta hacer es para asegurar a esta comunidad que aún es pequeña pero que tienen una gran fuerza y vitalidad. Todo lo que se está haciendo es para asegurar una vida normal en la Iglesia en China. Espacios de libertad religiosa, de comunión porque no se puede vivir en la iglesia católica sin la comunión con el sucesor de Pedro, con el Papa. Entonces miramos a la Iglesia en China con un gran respeto, también por su historia, el futuro se fundamenta en la historia, una historia de mucho sufrimiento. Creo que este tiene que ser el punto de vista, el gran respeto que tenemos.
Al mismo tiempo con mucha esperanza, los pasos que se han dado aún cuando no han resulto todos los problemas que todavía ahí y que probablemente necesitarán mucho tiempo sean en el rumbo correcto hacia una conciliación en el interior de la Iglesia por este problema de distinciones, es demasiado decir de separaciones, de distinciones. Un papel evangélico dentro de la sociedad china con todas sus riquezas y sus problemas. Diría que es una mirada positiva. Mucha expectación por lo que la iglesia de China puede dar a la Iglesia católica.
- Usted ha visitado Iraq. Lo hizo en nombre del Santo Padre y luego le ha acompañado en este reciente histórico viaje así que conoce de primera mano la realidad de aquel país. ¿Qué mensaje nos llega después de este viaje del Papa de lo que ha sucedido y de lo que puede suceder también en Iraq?
R. Usted recuerda un viaje que para mi fue muy emotivo. Se trataba además de la Navidad y esto acrecentó la emoción de aquellos días de encontrarme con una iglesia que está sufriendo mucho porque los cristianos, desgraciadamente, han sido perseguidos por todos los conflictos y todas las fuerzas que quieren desarraigar la fe cristiana en aquel país. Muchos siguen saliendo del país a pesar de que ya no hay conflicto abierto porque el ISIS ha sido derrotado pero hay este clima de desconfianza e incertidumbre que no permite a los cristianos ver un futuro en el país. Pero lo que nos han enseñado es el testimonio de la fe que llega hasta el martirio. Es la gran lección que podemos sacar de los cristianos iraquíes. Estuve en la catedral.
El Papa también estuvo durante su viaje donde hubo un atentado con 47 muertos pero esto no amedrentado a los cristianos que siguen profesando con mucho valor su fe católica. Esto es una gran enseñanza. Creo que es una llamada, espero que el viaje del Papa que tuvo diferentes matices también con el diálogo interreligioso pero también una llamada a la solidaridad. A veces me parece que como cristianos de Europa, de Occidente, somos demasiado fríos hacia nuestros hermanos. Quisiera que hubiera más solidaridad, más cercanía, más maneras de manifestar nuestro apoyo y ayudar a seguir adelante. Ellos nos enseñan esta capacidad de ser fiel a pesar de todas las dificultades pero al mismo tiempo nos piden mayor solidaridad.
- Y hablando de la vieja Europa no quiero que dejemos eso...vemos que surgen nuevas legislaciones sobre temas éticos que se alejan cada vez más de la raíz cristriana. Aquí, en España, acabamos de tener la ley de la eutanasia. Hay una generación que ha crecido ya en la ignorancia total de la fe y algunos hablan de la necesidad de liderar una batalla cultural, otros insisten en el testimonio de la caridad, no son cosas que se contradigan evidentemente pero...¿Cuál es a su juicio el acento principal de la misión en Europa que se ha tornado tan difícil en este momento?
R. Ese es un gran problema. Yo siento mucho la pérdida de la fe en nuestra Europa, en nuestra cultura, en nuestros países y estos cambios antropológicos que se están dando perdiendo la identidad de la persona humana antes que una pérdida de fe yo diría que es una pérdida de razón. ¿Por qué? Lo dice muchas veces el Papa. Me impacto mucho. Dice por ejemplo: la cuestión del aborto no es una cuestión religiosa. Lo es ciertamente también para nosotros cristianos desde el principio, desde los primeros documentos de la Iglesia hay un rechazo total del aborto pero es un argumento de razón. Probablemente hoy, ya lo decía Benedicto XVI, el problema fundamental es la razón, no es la fe. Por lo que se refiere a la fe creo que es el testimonio.
Por supuesto es un testimonio, como decirlo, global, entonces tenemos que testimoniar nuestra fe, tenemos que testimoniar nuestra esperanza, tenemos que testimoniar nuestra caridad. Pero la línea es ésta. Hoy en día no se puede imponer nada sino que ofrecer a partir de un testimonio coherente y convencido de vida cristiana. A veces no sé si hago bien o mal pero me parece que se puede comparar la situación que estamos viviendo con los primeros siglos de la Iglesia cuando llegaron los apóstoles y los primeros discípulos en una sociedad que no tenía valores cristianos pero a través del testimonio de las primeras comunidades lograron cambiar la mentalidad e introducir los valores del Evangelio en la sociedad de entonces. Creo que este es el camino que tenemos que hacer hoy todavía.
- Señor cardenal ha sido un placer y estaríamos mucho tiempo pero la radio tiene también sus tiempos y nos impone terminar. Le agradezco muchísimo que haya compartido con nosotros este rato y tocar tantos asuntos importantes para la vida y el corazón de la Iglesia. Desde España un abrazo fortísimo y gracias. Pedimos por usted.
R. Gracias, muchas gracias por esta posibilidad y le agradezco también la oración. Tenemos que decir que hoy más que nunca necesitamos oraciones, una campaña de oración, de unirnos todos en la oración para que el Señor nos ayude a ser fieles a nuestra misión, cada uno en su lugar, pero a ser fieles en la misión de testimoniar el Evangelio y también nuestra pertenencia a la Iglesia en el mundo de hoy.
La Pascua nos da también este sentimiento de esperanza y de optimismo porque sabemos que la última palabra es la palabra de Jesús resucitado. Muchísimas gracias, que Dios les bendiga, que sigan trabajando como están haciendo y que logren cada vez más resultados buenos para la gloria de Dios y el bien de las almas.
¿Qué es el Desarrollo Humano Integral?
El auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones
Como católicos, junto con toda la Iglesia: “Cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre”. (Caritas in Veritas No. 11)
El Desarrollo Integral no se agota en actividades de asistencia o educación, sino que manifiesta toda su propia capacidad de servicio a la promoción del hombre y la fraternidad universal cuando puede contar con un régimen de libertad.
La Caritas in veritate sigue afirmando: “El auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones.
El hombre no se desarrolla únicamente con sus propias fuerzas, así como no se le puede dar sin más el desarrollo desde fuera. En realidad, las instituciones por sí solas no bastan, porque el desarrollo humano integral es ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos.
Este desarrollo exige además una visión trascendente de la persona, necesita a Dios: sin Él, o se niega el desarrollo, o se le deja únicamente en manos del hombre, que cede a la presunción de la auto-salvación y termina por promover un desarrollo deshumanizado.
Por lo demás, sólo el encuentro con Dios permite no «ver siempre en el prójimo solamente al otro», sino reconocer en él la imagen divina, llegando así a descubrir verdaderamente al otro y a madurar un amor que «es ocuparse del otro y preocuparse por el otro» (Caritas in Veritate).
El desarrollo integral, entendido como proceso dinámico por el cual cada persona, toda la persona y todas las personas pasan de condiciones de vida menos humanas a condiciones cada vez más humanas, justas e igualitarias, supone una determinada concepción de persona humana y de sociedad:
La persona como ser perfectible y la sociedad constituida sobre el fundamento de la interdependencia o la solidaridad, como expresión de la naturaleza social del ser humano. No tiene límite ni punto de llegada, pues siempre hay algo más en su horizonte, siempre hay algo nuevo por hacer florecer o perfeccionar en toda persona y en toda comunidad. Este perfeccionamiento es fundamentalmente crecimiento en el ser y en segundo lugar, en el tener o en el saber.
Hoy, crecimiento en el ser se entiende como mayor conciencia de la propia dignidad y de los derechos y deberes humanos. El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico, pues para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a cada hombre, a todos los hombres y a todo el hombre (Cfr. Populorum Progressio 14).
El Desarrollo Integral del ser humano implica cada una de sus dimensiones: cuerpo y alma, y espíritu. Para efectos de esta conferencia y desde una visión integral de la persona, el Desarrrollo integral implica formar y educar a la persona en cada una de sus dimensiones y áreas.
La Iglesia y el deporte
¿Dónde radica, en última instancia, el interés eclesial por el deporte?
El interés de la Iglesia por la actividad deportiva no es nuevo, pero en las últimas décadas ha experimentado un crecimiento significativo que coincide con la difusión del deporte a círculos cada vez más amplios de la sociedad. Los últimos Papas han estado atentos al mundo deportivo y a través de encuentros con equipos, selecciones y deportistas, han regalado importantes luces que propician una comprensión integral del deporte. En los últimos años, este esfuerzo eclesial se ha traducido en la creación de la sección “Iglesia y deporte”, del Pontificio Consejo para los Laicos, la Familia y la Vida y del Departamento de Deporte en el Pontificio Consejo para la Cultura, que buscan fomentar la reflexión acerca de la relación entre fe cristiana y deporte, impulsar la pastoral de los deportistas y difundir los valores cristianos asociados a la práctica deportiva, pues la Iglesia «está llamada a prestar atención también a todo lo que concierne al deporte, que puede ser considerado como uno de los puntos neurálgicos de la cultura contemporánea y frontera de la nueva evangelización»1.
Pero, ¿dónde radica, en última instancia, el interés eclesial por el deporte? Con mucha claridad lo dice el Papa Francisco: “Los lazos entre la Iglesia y el deporte son una bella realidad que se ha ido consolidando en el tiempo, porque la comunidad eclesial ve en el deporte un válido instrumento para el crecimiento integral de la persona humana. La práctica del deporte, en efecto, estimula una sana superación de sí mismos y de los propios egoísmos, entrena el espíritu de sacrificio y, si se enfoca correctamente, favorece la lealtad en las relaciones interpersonales, la amistad y el respeto de las reglas”2.
También nos ayuda remontarnos a la célebre intervención del Papa Pío XII acerca de los cuatro fines del deporte, donde enseña que el deporte «tiene como fin próximo el educar, el desarrollar y fortificar el cuerpo en su lado estético y dinámico; como fin más remoto, el uso del cuerpo por parte del alma, así preparado para el despliegue de la vida interior y exterior de la persona; como fin aún más profundo, el de contribuir a su perfección; por último, como fin supremo, en general y común a toda forma de actividad humana, el de acercar al hombre a Dios»3.
Al precisar la finalidad de la actividad deportiva, el Papa Pio XII muestra el trasfondo del interés eclesial por el deporte, que es la salvación del hombre en su totalidad, cuerpo y espíritu, dejando en evidencia que para la Iglesia el deporte es una actividad humana sumamente relevante, pues es un instrumento que permite al ser humano desarrollarse integralmente y acercarse a Dios.
La Iglesia se interesa por la práctica deportiva porque antes que nada se interesa por el bienestar físico y espiritual del ser humano, porque lo concibe como una unidad, no compuesta de partes aisladas e independientes, sino de realidades unidas, que interactúan y se influencian permanentemente. La visión cristiana del ser humano busca ser integral, evitando cualquier reduccionismo antropológico.
En la misma línea, se entiende el deporte no sólo en su aspecto físico, sino también en cuanto «ordenado al perfeccionamiento intelectual y moral del alma»4, como una «gimnasia del espíritu, un ejercicio de educación moral»5 que ayuda al ser humano a la consecución de los fines supremos para los que ha sido creado. «Asimismo, cuando se practica deportes de alto nivel hace falta preservar la armonía interior entre el cuerpo y el espíritu, no reduciendo el deporte solamente a la mera obtención de resultados»6.
“Nada hay nada verdaderamente humano que no encuentre eco”7 en el corazón del Pueblo de Dios, nos enseñaron los padres conciliares en la Gaudium et spes. En la misma dirección el Papa Francisco nos exhorta a seguir: ‘‘La Iglesia se interesa por el deporte porque le preocupa el ser humano, todo el ser humano, y reconoce que la actividad deportiva repercute en la formación de la persona, en sus relaciones, en su espiritualidad”8.
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1 Nota de prensa con ocasión de la fundación de la oficina “Iglesia y deporte” del Pontificio Consejo para los Laicos.
2 Papa Francisco, Mensaje a los Delegados de los Comités Olímpicos Europeos, 23/11/2013.
3 Pío XII, Discurso al Congreso italiano de educación física, 8/11/1952.
4 Pío XII, Discurso al Centro Deportivo Italiano, 5/10/1955.
5 Pablo VI, Discurso a los ciclistas del Giro de Italia, 30/5/1964.
6 Benedicto XVI, Discurso al equipo de ski alpino de Austria, 6/10/2007.
7 GS, 1.
8 Papa Francisco, Discurso a los miembros de la Federación Italiana de Tenis, 8/5/2015.
La paz no tiene precio PAX NO TIENE PRECIO
La paz es un don; un regalo que Jesús da, tejida de fe, de confianza, de abandono en la Providencia, de perdón dado y recibido.
Daría la mitad de mi fortuna por un minuto de paz –dijo una vez un multimillonario. Y no andaba tan desubicado. Sin paz se puede tener todo menos felicidad. Quizá por ello, la filosofía y la espiritualidad han buscado siempre y tenazmente, sobre todo en el interior mismo del hombre, las fuentes de la paz; algo así como el eslabón perdido de la felicidad.
Según la sabiduría griega, en su versión estoica, la paz se halla en la «imperturbabilidad» (ataraxia), como resultado natural de una vida virtuosa y ajena a las pasiones insanas (apatheia). Para el budismo, en cambio, la paz está en el «nirvana»: esa serenidad inquebrantable que brota al extinguirse el fuego del deseo, la aversión y la desilusión.
El mundo contemporáneo, tendencialmente hedonista, ha hecho de la paz una mercancía lucrativa, cuyos ingredientes básicos son la seguridad y el bienestar. «Si quieres paz –anuncian las agencias– te vendo protección, alarmas, seguros de vida, pólizas contra robo e incendio, chequeos médicos y hermosas playas solitarias».
El cristianismo tiene una visión diferente. Su novedad está en que la paz no es ni sólo interior ni sólo exterior. Ni es mercancía que comprar, pues la paz no tiene precio; ni es tampoco resultado de una ascesis interior hasta lograr una voluntad refractaria a cualquier tipo de pasión o deseo. La paz es un don; un regalo que Jesús da a sus discípulos: «La paz os dejo; mi paz os doy» (Jn 14, 27). En cuanto don, viene de fuera; pero en cuanto fruto de la presencia de Jesús en nuestro corazón, es algo muy interior, íntimo, capaz de desafiar cualquier circunstancia externa.
La paz que da Jesús está tejida de fe, de confianza, de aceptación de la propia vulnerabilidad, de abandono en la Providencia, de perdón dado y recibido. Estas actitudes engendran paz porque, en el fondo, ordenan el corazón: restablecen equilibrios perdidos y ponen de nuevo cada cosa en su lugar. San Agustín definía la paz como la «tranquilidad del orden». Sólo Jesús, con su Presencia viva en nuestro corazón por la gracia, nos reconcilia con Dios, con los demás, con nosotros mismos y con las demás criaturas, y así pone en orden nuestro corazón; lo pone en paz.
Pero este don de la paz pide nuestra colaboración. Exige que vigilemos el corazón y evitemos pensamientos, deseos o actitudes que roban la paz. En nuestra situación actual de seres inclinados al desorden por el pecado original, por paradójico que parezca, la paz exige lucha. Es preciso pelear contra la soberbia, la ambición excesiva, los deseos impuros, las vanidades, las susceptibilidades, las envidias, los resentimientos, los miedos infundados. Nuestro corazón es un campo de batalla. En él se acepta o no a Jesús y, en consecuencia, en él se gana o se pierde la paz.
La Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra, ha sido siempre una gran pacificadora de corazones. Porque su Corazón Inmaculado, en perfecto orden, es un yacimiento profundísimo de paz. Basta meditar las dulces palabras que dirigió a Juan Diego en la ladera del Tepeyac: «Oye y ten entendido, hijo mío, el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón… ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa» (Relato del Nican Mopohua).
No hace falta la mitad de una fortuna para comprar un minuto de paz. Basta que nuestro corazón crea y acepte cada día el don de Jesús, y la tendrá toda la vida.
PRECES
Jesús de Nazaret, reconocido Hijo de Dios por tu resurrección, bendice y santifica a todos los hombres:
R/MAcuérdate de los que has redimido.
Primogénito de entre los muertos, tú das una nueva a vida a cuantos creen en ti,
– concede a los bautizados permanecer fieles a la vocación que han recibido.MR/
Tú que estás presente en medio de tu Iglesia,
– sostén a los catequistas, misioneros y predicadores para que anuncien con valentía tu resurrección.MR/
Tú que elegiste pasar por el sufrimiento para entrar en la gloria,
– conforta a cuantos están enfermos o viven angustiados.MR/
Tú que nos llamas a participar de tu resurrección,
– acompáñanos durante esta jornada para que todas nuestras obras te sean agradables.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
ORACIÓN
Oh, Dios, que nos entregaste los auxilios pascuales, continúa favoreciendo a tu pueblo con estos dones celestes, para que, habiendo alcanzado la libertad verdadera, pueda gozar en el cielo de la alegría que ya ha empezado a gustar en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo.