¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar

Francisco, contra la globalización de la indiferencia

"Fortalezcan sus corazones", título del mensaje de Cuaresma del Papa
Francisco: "La Iglesia no debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida"
Advierte contra la "tentación diabólica" que hace creer al hombre que puede salvar el mundo solo
Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir

El Papa Francisco en Filipinas

El Papa Francisco ha advertido, en sumensaje de Cuaresma, de que la Iglesia no debe no debe sorprenderse si es "rechazada, aplastada o herida" al tiempo que ha instado de nuevo a los cristianos a combatir "la globalización de la indiferencia".

El mensaje de la Cuaresma, que comienza el próximo miércoles 18 de febrero -miércoles de Ceniza-, lleva el lema 'Fortalezcan sus corazones' y ha sido adelantado este martes por el Vaticano.

Francisco afirma que la Iglesia es "la mano" que tiene abierta la puerta entre Dios y el hombre a través de "la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos y el testimonio de la fe que actúa por la caridad".

Por ello, ha explicado que "la Iglesia no debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida" porque, para el Pontífice "el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él". Sin embargo, el Papa ha defendido que "Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre".

También ha lamentado que la "actitud egoísta" y "de indiferencia" ha alcanzado actualmente "una dimensión mundial" y ha pedido a los cristianos una "renovación, para no ser indiferentes y para no cerrarse en sí mismos".

En el documento, fechado el 4 de octubre, día de San Francisco de Asís, el Papa insta a los católicos a que tengan un corazón "misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la indiferencia".

En este sentido ha explicado que "tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil" y ha dicho que "quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios".

"Ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen. Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien", ha lamentado el Obispo de Roma. Además, ha advertido contra la "tentación diabólica" de omnipotencia que hace creer al hombre que puede salvar el mundo solo. Así, el Papa ha renovado su llamamiento a combatir lo que ha definido una vez más como "globalización de la indiferencia" y ha propuesto tres pasajes de la Biblia para meditar acerca de la renovación que ha pedido a los católicos y afrontar "el desafío más urgente".

'Si un miembro sufre, todos sufren con él' es el primer mensaje sobre el que ha señalado que "la caridad de Dios" rompe esa "cerrazón mortal de la indiferencia" y ha recordado que "sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado". De este modo, señala que en la persona que sigue a Cristo "no hay lugar para la indiferencia".

'¿Dónde está tu hermano?' es la frase a través de la cual el Pontífice pide a los cristianos que crucen el umbral que les pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados". En este sentido, ha afirmado que "la Iglesia por naturaleza es misionera, que no debe quedarse replegada en sí misma, sino que debe ser enviada a todos los hombres".

Por último, el Papa ha llamado a superar "la tentación de la indiferencia" fortaleciendo los corazones. "Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir", ha lamentado.

En esta línea, se ha preguntado qué se puede hacer para no dejarse "absorber por esta espiral de horror y de impotencia". La solución, a su juicio, pasa por la oración y la caridad. "No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas", ha expresado al tiempo que ha recordado la iniciativa de oración '24 horas para el Señor', que se celebrará en toda la Iglesia, también a nivel diocesano, los días 13 y 14 de marzo.

"La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad", ha concluido.

Éste es el mensaje papal para la Cuaresma 2015:

"Fortalezcan sus corazones"

La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un ''tiempo de gracia'' . Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: ''Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero'' . Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen? Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos.

Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia.

La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.

Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra. Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad . Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida.

El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo. Querría proponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación.

1. ''Si un miembro sufre, todos sufren con él'' ? La Iglesia

La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres. Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen ?parte? con Él y así pueden servir al hombre.

La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. ''Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él'' .

La Iglesia es communio sanctorum porque en ella participan los santos, pero a su vez porque es comunión de cosas santas: el amor de Dios que se nos reveló en Cristo y todos sus dones. Entre éstos está también la respuesta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunión de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee sólo para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos. Y puesto que estamos unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos, por aquellos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvación.

2. ''¿Dónde está tu hermano?'' ? Las parroquias y las comunidades

Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? Para recibir y hacer fructificar plenamente lo que Dios nos da es preciso superar los confines de la Iglesia visible en dos direcciones.

En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence la indiferencia. La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de Jesús, vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: ''Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas''..

También nosotros participamos de los méritos y de la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y de dureza de corazón.

Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres.

Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad.

Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.

3. ''Fortalezcan sus corazones'' ? La persona creyente

También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?

En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia ?también a nivel diocesano?, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración.

En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad.

Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.

Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI . Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.

Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: ?Fac cor nostrum secundum Cor tuum?: ?Haz nuestro corazón semejante al tuyo?. De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia.

Con este deseo, aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde.

Francisco saluda al arzobispo de Granada
Papa: "Hay que rezar para tener ganas de seguir la voluntad de Dios"
"La volunta de Dios es el camino de la santidad, del cristiano"
Redacción, 27 de enero de 2015 a las 16:19
Hacer la voluntad de Dios nos hace ser parte de la familia de Jesús, nos hace madre, padre, hermana, hermano

Voluntad de Dios

(RV).- Es necesario orar a Dios y pedirle cada día la gracia de comprender su voluntad, la gracia de seguirla y la gracia de realizarla totalmente. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

Existía en un tiempo la ley hecha de prescripciones y prohibiciones, de sangre de toros y chivos, "sacrificios antiguos" que no tenían ni la "fuerza" de "perdonar los pecados", ni de hacer "justicia". Después vino al mundo Cristo y al ser crucificado, el acto "que de una vez para siempre nos ha justificado", Jesús ha demostrado cuál era el "sacrificio" más agradable a Dios: no el holocausto de un animal, sino el ofrecimiento de la propia voluntad para hacer la voluntad del Padre.

Voluntad de Dios, camino de santidad

Las lecturas y el Salmo del día orientaron la reflexión del Papa sobre uno de los ejes de la fe: la "obediencia a la voluntad de Dios".

Éste - afirmó Francisco -, "es el camino de la santidad, del cristiano", es decir, que "el plan de Dios sea realizado", que "la salvación de Dios se cumpla":

Lo contrario comenzó en el Paraíso, con la no obediencia de Adán y aquella desobediencia ha traído el mal a toda la humanidad. Y también los pecados son actos de no obedecer a Dios, de no hacer la voluntad de Dios. En cambio, el Señor nos enseña que éste es el camino, y que no hay ningún otro. Y comienza con Jesús, sí, en el Cielo, en la voluntad de obedecer al Padre, pero en la tierra comienza con la Virgen: con Ella. ¿Qué le dijo al Ángel? "Que se haga lo que tú dices", es decir que se haga la voluntad de Dios. Y con aquel "sí" al Señor, el Señor ha comenzado su recorrido entre nosotros.

Tantas opciones sobre la bandeja

"No es fácil". El Papa repitió varias veces esta expresión refiriéndose al hecho de realizar la voluntad de Dios. No ha sido fácil para Jesús que - recordó - sobre esto fue tentado en el desierto y también en el Huerto de los Olivos, con el corazón atormentado, aceptó el suplicio que le esperaba. No fue fácil para algunos discípulos, que lo dejaron porque no entendieron lo que quería decir "hacer la voluntad del Padre". No lo es para nosotros, desde el momento que - notó Francisco - "cada día nos presentan tantas opciones sobre una bandeja". De ahí que se haya preguntado: ¿Cómo hago para hacer la voluntad de Dios?". Pidiendo "la gracia" de querer hacerla:

"¿Yo rezo para que el Señor me de las ganas de hacer su voluntad, o busco compromisos porque tengo miedo de la voluntad de Dios? Y otra cosa: rezar para conocer la voluntad de Dios sobre mi vida, sobre la decisión que debo tomar ahora... tantas cosas. Sobre el modo de administrar las cosas... La oración para hacer la voluntad de Dios, y la oración para conocer la voluntad de Dios. Y cuando conozco la voluntad de Dios, también la oración, por tercera vez: para hacerla. Para cumplir aquella voluntad, que no es la mía, es la de Él. Y no es fácil".

"Querer" la voluntad de Dios

El Papa Francisco resumió estos conceptos afirmando que "hay que rezar para tener ganas de seguir la voluntad de Dios, rezar para conocer la voluntad de Dios y rezar - una vez conocida esta voluntad - para ir adelante con la voluntad de Dios":

"Que el Señor nos dé la gracia, a todos nosotros, que un día pueda decir de nosotros lo que dijo a aquel grupo, aquella muchedumbre que lo seguía, aquellos que estaban sentados en torno a Él, como hemos escuchado en el Evangelio: He aquí mi madre y mis hermanos. El que hace la voluntad de Dios, éste para mí es hermano, hermana y madre. Hacer la voluntad de Dios nos hace ser parte de la familia de Jesús, nos hace madre, padre, hermana, hermano".

Saluda al arzobispo de Granada

El papa Francisco saludó hoy al arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, y también concelebró con él y otros sacerdotes la misa matutina en su residencia en el Vaticano, la Casa Santa Marta.

El prelado ha sido cuestionado por su gestión del presunto caso de abusos sexuales a un menor por parte de tres sacerdotes y de un profesor de religión laico de su diócesis y que fueron detenidos en noviembre por estas acusaciones, así como por la situación económica del arzobispado. El encuentro entre Francisco y el arzobispo de Granada, así como la misa, ha sido documentado, como comprobó Efe, por el servicio fotográfico del "Osservatore Romano". En las fotografías se ve al papa y a Francisco Javier Martínez que sonríen y se dan la mano. Francisco ya se había expresado sobre este escándalo de la diócesis de Granada durante el vuelo de regreso a Roma desde Estrasburgo (Francia) el pasado noviembre, cuando explicó que "la verdad es la verdad y no debemos esconderla", en alusión a esos presuntos abusos a menores conocidos en la ciudad andaluza. Confirmó que recibió y leyó la carta del joven que denunció los abusos y después le llamó. "Escribí al obispo para (decirle) que empezara el trabajo, hacer la investigación e ir adelante", recordó el papa Francisco preguntado por el asunto, así como declaró que recibió la noticia "con gran dolor".(RD/Agencias)

Evangelio según San Marcos 4,1-20. 

Jesús comenzó a enseñar de nuevo a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. El les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les enseñaba: "¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba, parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. 


Otra cayó entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento por uno". Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: "A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón". 


Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno".

28 de enero 2015 Miércoles III He 10, 11-18

Jesucristo, «con una sola oblación, ha consagrado del todo y para siempre a los que debían ser santificados» nos dice el texto de la carta a los hebreos. Jesucristo, pues, con su donación personal hace posible que hoy todos seamos santificados; es decir, nos ha abierto las puertas a la comunión con Dios, a la santidad de Dios. Señor, que mi vida manifieste la fuerza de tu redención.

San Cesáreo de Arlés (470-543), monje y obispo 
Sermones al pueblo, nº 6; CCL 103, 32

“La cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno”

Hermanos, hay dos clases de campos: uno es el campo de Dios, el otro el del hombre. Tú tienes tu propio dominio; también Dios tiene el suyo. Tu dominio es la tierra; el dominio de Dios es tu alma. ¿Es justo que cultives tu dominio y dejes sin cultivar el de Dios? Si tú cultivas tu tierra y no cultivas tu alma, ¿es porqué quieres poner en orden tu propiedad y dejar sin cultivar la de Dios? ¿Esto es justo? ¿Acaso merece Dios que seamos negligentes con nuestra alma a la que Dios tanto ama? Te alegras viendo tu dominio bien cultivado, ¿por qué no lloras viendo tu alma sin cultivar? Nuestros campos nos darán para vivir en este mundo un cierto número de días; el cuidado de nuestra alma nos hará vivir sin fin en el cielo…

    Dios se ha dignado confiarnos su dominio, que es nuestra alma; con su ayuda pongámonos a trabajar con todas nuestras fuerzas, para que en el momento en que él vendrá a visitar su dominio lo encuentre bien cultivado y en perfecto orden. Que encuentre en él una cosecha y no zarzas; vino y no vinagre; más trigo que cizaña. Si en él encuentra todo lo que le complace, nos dará a cambio las recompensas eternas, y las zarzas serán consumidas por el fuego.

Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia

Memoria de santo Tomás de Aquino, presbítero de la Orden de Predicadores y doctor de la Iglesia, que, dotado de gran inteligencia, con sus discursos y escritos comunicó a los demás una extraordinaria sabiduría. Llamado a participar en el II Concilio Ecuménico de Lyon por el papa beato Gregorio X, falleció durante el viaje en el monasterio de Fossanova, en el Lacio, el día siete de marzo, fecha en la que, años después, se trasladaron sus restos a la ciudad de Toulouse, en Francia.

La familia de los condes de Aquino descendía en línea directa de los lombardos. Landulfo, el padre de Tomás, era caballero; su madre, Teodora, era de ascendencia normanda. Por su físico, Tomás era más nórdico que meridional: estatura imponente, anchas espaldas y tez clara. No conocemos con exactitud el año de su nacimiento (debió ser hacia 1225), en el castillo de Rocca Secca, cuyas ruinas dominan todavía, desde un alto acantilado, la llanura de Campania Felice y el pueblecito de Aquino. Tomás era el más joven de los cuatro hijos. Tenía también algunas hermanas, la más joven de las cuales murió fulminada por un rayo en la misma habitación que ocupaba el santo; éste escapó ileso. Se dice que tuvo durante toda su vida mucho miedo a las lempestades y que acostumbraba refugiarse en alguna iglesia cuando caían rayos. De ahí nació la costumbre popular de venerar a santo Tomás como abogado contra las tempestades y la muerte repentina.

A unos cuantos kilómetros al sur de Rocca Secca, se yergue sobre una llanura, la abadía de Monte Cassino, cuna de la vida monástica y uno de los sitios más venerables de Europa. Allí estuvo santo Tomás como oblato, desde los cinco hasta los doce años (cf. cap. LIX de la Regla de San Benito), cuando era abad un pariente suyo, Landulfo Sinbaldo, y allí recibió la primera instrucción. Sus padres le sacaron de la abadía, probablemente debido a la turbulencia del momento, y le enviaron a la Universidad de Nápoles, donde estudió durante cinco años e hizo sus primeros discípulos. En Nápoles se sintió atraído por la Orden de Predicadores, a cuya iglesia iba con frecuencia. Sus amigos, los frailes, le vieron con frecuencia absorto en oración, con el rostro resplandeciente; uno de ellos, el P. de San Julián, exclamó en cierta ocasión: «El Señor te tiene reservado para nuestra orden». Santo Tomás confió al prior que tenía ardientes deseos de ingresar en el convento. Teniendo en cuenta la oposición de su familia, el prior le aconsejó que cultivase su vocación y esperase tres años. El tiempo no hizo más que confirmar la vocación de Tomás, quien tomó el hábito de Santo Domingo hacia los diecinueve años de edad.

La noticia causó gran indignación en Rocca Secca. Su madre no se habría opuesto a que entrase en la Orden de San Benito, pues probablemente le imaginaba ya abad de Monte Cassino, pero no podía aceptar que hubiese abrazado una orden de mendicantes. Así pues, partió hacia Nápoles con la intención de disuadir a su hijo, pero los frailes enviaron rápidamente a Tomás al convento de Santa Sabina de Roma y, cuando Teodora llegó, ya no encontró allí a su hijo. El superior general de la orden decidió que Tomás le acompañase a Bolonia junto con otros religiosos, pero Teodora no estaba dispuesta a verse burlada de ese modo y avisó a sus hijos mayores, que servían en el ejército del emperador en Toscana, para que impidieran la partida de Tomás. Cuando el joven religioso se hallaba descansando a la vera del camino de Aquapendente, cerca de Siena, sus hermanos se presentaron con un pelotón de soldados. En vano intentaron arrancarle el hábito, pero sí lo llevaron prisionero a Rocca Secca y después al castillo de Monte San Giovanni, a cuatro kilómetros de distancia, donde le encerraron, sin permitir más visitas que las de su hermana Marotta, que no era precisamente devota. Al principio, trataron de hacerle cambiar de ideas por todos los medios de convicción posibles; después, empezaron a mitigar poco a poco la severidad de la prisión. Santo Tomás aprovechó el cautiverio para estudiar las «Sentencias» de Pedro Lombardo y aprender de memoria gran parte de la Sagrada Escritura. Se dice que fue entonces cuando escribió un tratado sobre los sofismas de Aristóteles. Al ver fracasados todos sus intentos, los hermanos de Tomás concibieron el infame proyecto de introducir en su habitación a una mujer de mala vida. Pero el santo tomó una tea ardiente para echarla fuera. Se dice que inmediatamente después, se durmió y tuvo un sueño en el que vio a dos ángeles que le ciñeron el pecho con una cuerda que simbolizaba la castidad.
 
El cautiverio duró dos años, hasta 1245, cuando pudo volver al convento. Sus superiores determinaron enviarle a estudiar bajo la dirección de san Alberto Magno. Tomás partió con el superior general, Juan el Teutón, que iba a París y de ahí prosiguió el viaje a Colonia. Las universidades estaban entonces llenas de clérigos jóvenes, ansiosos de aprender y discutir. Ni los profesores, ni los otros estudiantes apreciaron al principio, en su justo valor, al humilde y tímido religioso. Su silencio en las discusiones y su gigantesca estatura, le valieron el apodo de «el buey silencioso». Un compañero bien intencionado, compadecido de la aparente estulticia de Tomás, le ofreció preparar con él las lecciones de cada día, lo que el santo aceptó con humildad y agradecimiento; pero, cuando se toparon con un pasaje difícil que el condiscípulo de Tomás no entendía, éste se lo explicó con una claridad que lo dejó atónito. Poco después, otro condiscípulo de Tomás mostró al maestro una hoja de los apuntes del santo y aquél no pudo menos de admirar su profundidad. Al día siguiente, San Alberto examinó públicamente a Santo Tomás y al fin exclamó: «Hasta ahora hemos llamado al hermano Tomás 'el buey silencioso'; pues bien, yo os aseguro que sus mugidos se oirán en todo el mundo». Pero todavía más grande que su ciencia era su piedad. La ordenación sacerdotal no hizo sino aumentar su unión con Dios. Su discípulo y biógrafo, Guillermo de Tocco, nos dice que pasaba horas enteras en oración, de día y de noche. «Al llegar en la misa al momento de la consagración, observó que Tomás, absorto en los divinos misterios y alimentado con sus frutos, se deshacía en lágrimas».

Es bastante incierta la cronología de la vida de santo Tomás en esta época. Sólo se sabe positivamente que en 1252, cuando no era todavía más que bachiller, enseñaba en la Universidad de París, a instancias de san Alberto y del cardenal Hugo de Saintcher. Se hace notar que el sistema de los grados académicos no era entonces el mismo que ahora; generalmente se conferían según los méritos alcanzados en la enseñanza. Santo Tomás comentó en París la Sagrada Escritura y el Líber Sententiarum de Pedro Lombardo. A este propósito escribió sus comentarios sobre el «Libro de las Sentencias», sobre Isaías y sobre el Evangelio de San Mateo. Cuatro años más tarde, se le confió la cátedra de doctor, encargado de enseñar, discutir y predicar. Hacia el fin de este período, empezó a escribir la Summa contra Gentiles. De 1259 a 1268, el santo, que era ya el profesor más popular de París, estuvo en Italia, donde se le nombró predicador general y profesor de la escuela de la corte pontifical para alumnos selectos. Santo Tomás recorrió toda Italia y tuvo ocasión de enseñar y predicar en muchas ciudades. Hacia 1266, empezó a escribir la más famosa de sus obras: la «Summa Theologiae» (Suma Teológica).

En 1269 volvió a París. San Luis de Francia le profesaba tanta estima, que le consultaba todos los asuntos de importancia. Pero nada puede darnos una idea más precisa de la fama del santo, que la decisión de la Universidad de atenerse a su opinión, sobre una cuestión muy debatida hasta entonces: si en el Santísimo Sacramento los accidentes permanecían realmente o sólo en apariencia. Santo Tomás, tras una ferviente oración, escribió su respuesta en forma de tratado y lo depositó sobre el altar, antes de darlo a la luz pública. La Universidad aceptó su decisión, que la Iglesia adoptó más tarde, y el tratado se conserva todavía. A lo que sabemos, ésta fue la primera ocasión en que el Señor manifestó sensiblemente a santo Tomás su aprobación por lo que había escrito, diciéndole en una aparición: «Has hablado bien del Sacramento de mi Cuerpo». Al oír esto, el santo entró en un éxtasis tan largo, que los frailes tuvieron tiempo de reunirse para verlo elevado sobre el suelo. Entonces se oyó una voz que venía del crucifijo y repetía: «Has hablado bien de mí, Tomás. ¿Qué quieres en premio de ello?» El santo respondió: «No quiero ningún otro premio fuera de Ti, Señor». Se cuenta también una historia muy diferente acaecida un día en que el santo fue invitado a comer con el rey san Luis. Durante la comida tuvo una inspiración repentina acerca de una cuestión sobre la que estaba escribiendo y, dando un puñetazo sobre la mesa, exclamó en voz alta: «¡Este es el fin de la herejía maniquea!» Al ver al santo absorto, el prior le tiró de la capa y le recordó que estaba comiendo con el rey; Tomás volvió en sí de su distracción y pidió perdón al monarca.

Durante los dos períodos de su enseñanza en París, la Universidad estuvo sacudida por diversas agitaciones. En 1272, estalló una especie de «huelga general» en las facultades. Justamente en ese momento, santo Tomás fue llamado a Italia y nombrado rector de la casa de estudios de Nápoles. Ese fue el último cargo que ocupó. Al año siguiente, cuando celebraba la misa de la fiesta de san Nicolás, tuvo una visión que le afectó tan profundamente, que cesó de escribir y enseñar, sin acabar siquiera la Summa Theologiae. A los ruegos del hermano Reginaldo, replicó el santo: «Ya no es tiempo de escribir. Todo lo que he escrito me parece que no es sino paja, en comparación de lo que se me ha revelado». Se hallaba ya enfermo cuando el papa Gregorio X le pidió que asistiese al Concilio ecuménico de Lyon para la reunión de las Iglesias griega y latina y que llevase consigo su tratado «Contra los errores de los griegos». Su enfermedad se agravó tanto durante el viaje, que sus acompañantes le transladaron a la abadía cisterciense de Fossa Nuova, cerca de Terracina, donde el abad le cedió su propia celda y los monjes se pusieron a su servicio. Cediendo a los ruegos de los religiosos, el santo empezó a explicarles el «Cantar de los Cantares», pero la muerte le sorprendió antes de terminar. Hizo la última confesión con el P. Reginaldo de Priverno y, al recibir de manos del abad el Santo Viático, pronunció las famosas palabras: «Ahora voy a recibirte a Ti, que eres el precio de la redención de mi alma. Todos mis estudios, vigilias y trabajos han sido por tu amor. He enseñado y escrito mucho sobre el Sagrado Cuerpo de Jesucristo. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y en la Santa Iglesia Católica, a cuyo juicio las ofrezco y someto todas». Dos días después entregó el alma a Dios, en la madrugada del 7 de marzo de 1274, cuando no tenía más de cincuenta y cinco años de edad. A san Alberto, que se hallaba en Colonia en ese momento, se le saltaron las lágrimas ante toda la comunidad y dijo: «El hermano Tomás de Aquino, mi hijo en Cristo, la lumbrera de la Iglesia, ha muerto. Dios me lo ha revelado».

Santo Tomás fue canonizado en 1323, pero su cuerpo no volvió a poder de los frailes de Santo Domingo, sino hasta 1368. Fue trasladado con gran pompa a la catedral de Toulouse, donde descansa hasta hoy, aunque hubo un nuevo traslado de reliquias, dentro mismo de Toulouse, el 22 de octubre de 1974. San Pío V confirió a santo Tomás el título de Doctor de la Iglesia en 1567, y en 1880 León XIII le declaró patrono de las universidades, colegios y escuelas. No podemos hablar aquí, en detalle, de los escritos filosóficos y teológicos del santo, que comprenden veinte gruesos volúmenes. Gran parte de su obra está formada por los comentarios de Aristóteles, de cuyos escritos se valió para construir una síntesis cristiana de la filosofía. Se ha dicho que su método consistía en aplicar la geometría a la teología, ya que primero expone el problema o teorema y después las dificultades. Abundan en sus escritos las citas de pasajes de la Sagrada Escritura, de la Tradición de la Iglesia, de las principales obras teológicas y la conclusión consiste siempre en una respuesta categórica a cada una de las objeciones enunciadas al principio. Santo Tomás escribió también disertaciones sobre el Padrenuestro, el Ave María y el Símbolo de los Apóstoles, además de los comentarios sobre numerosos libros de la Sagrada Escritura y de los tratados sobre las cuestiones que se le consultaban. La más importante de sus obras es la Summa Theologiae, que es una exposición muy completa de la doctrina teológica de su tiempo. Se trata indudablemente de uno de los monumentos teológicos más grandes de su época. De las tres obras que había sobre la mesa en el Concilio de Trento, una era la «Summa» de santo Tomás y las otras dos, la Biblia y los Decretos de los Papas. El tiempo que ha pasado hace muy difícil comprender la influencia que santo Tomás ejerció sobre la mentalidad teológica de sus contemporáneos y sus sucesores inmediatos. Por lo demás, los trabajos del santo no se limitaron solamente al dogma, la apologética y la filosofía. Cuando el papa Urbano IV decidió establecer la fiesta de Corpus Christi, movido por las visiones de la beata Juliana de Lieja, pidió a Santo Tomás que compusiera el oficio litúrgico y la misa del día. En ellos muestra el santo su extraordinario dominio de la lengua, no menos que su exactitud doctrinal y su ternura de sentimientos. Casi todos los católicos conocen los himnos «Verbum Supernum» y «Pange lingua» con sus estrofas finales, «0 Salutaris» y «Tantum ergo», que se cantan durante la bendición con el Santísimo Sacramento. También otros himnos del santo, particularmente el «Lauda Sion» y el «Adoro te devote», son muy conocidos.

Entre las cualidades sobresalientes de santo Tomás hay que mencionar el espíritu de oración y la humildad. Como él lo afirmaba constantemente, había aprendido más al pie del crucifijo que estudiando en los libros. El hermano Reginaldo escribe: «Su maravillosa ciencia provenía menos de su genio que de la eficacia de sus oraciones. Tomás oraba con muchas lágrimas para obtener de Dios la luz sobre Sus misterios y el Señor se la daba a raudales». La modestia con que santo Tomás consideraba su genio era extraordinaria. En cierta ocasión en que le preguntaron si tenía tentaciones de orgullo y vanagloria, replicó: «no». En seguida añadió que, las raras veces en que le venían tales pensamientos, el sentido común le demostraba inmediatamente cuán vanos eran. Por lo demás, tenía tendencia a considerar que los otros eran mejores que él. Exponía sus opiniones con increíble modestia; jamás se dejó llevar por la cólera en las discusiones, por mucho que le provocasen y nunca se le oyó decir alguna cosa que hubiese podido herir a un tercero.

Fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Oremos


Señor Dios nuestro, que hiciste admirable a Santo Tomás de Aquino por su sed de santidad y por su amor a la ciencia sagrada, te pedimos que nos su luz para entender sus enseñanzas y fuerza para imitar su vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Creador inefable, que de los tesoros de tu sabiduría formaste tres jerarquías de ángeles y con maravilloso orden las colocaste sobre el cielo empíreo, y distribuiste las partes del universo con suma elegancia.

Tú que eres la verdadera fuente de luz y sabiduría, y el soberano principio, dígnate infundir sobre las tinieblas de mi entendimiento un rayo de tu claridad, apartando de mí la doble oscuridad en que he nacido: el pecado y la ignorancia. Tú, que haces elocuentes las lenguas de los niños, instruye mi lengua e infunde en mis labios la gracia de tu bendición. Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facilidad para aprender, sutileza para interpretar, y gracia copiosa para hablar. Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar. Amén. (Oración de santo Tomás para antes de estudiar)

Calendario de fiestas marianas: Nuestra Señora del Buen Socorro, cerca de Rouen, Francia (1613)

DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO (B). Jn 3: 1-5. 10 / 1C 7: 29-31 / Mc 1: 14-20

25 de enero de 2015

Las lecturas de este tercer domingo del tiempo ordinario, hermanos y hermanas, diría que tienen un denominador común, un hilo conductor que guía y orienta nuestra atención en este momento importante de la liturgia dominical, como es la liturgia de la palabra. Y quisiera que mis palabras explicativas y exhortativas os ayudaran a seguir el hilo conductor que nos propone la liturgia. ¿Cuál es este hilo al que podamos cogernos y avanzar hacia el descubrimiento del sentido de la Palabra de Dios? Las tres nos hablan de tiempo, de momentos, de la hora que llega, de la hora decisiva. seguimos brevemente las tres lecturas que todos acabamos de escuchar.

Como primera lectura hemos escuchado la narración de un fragmento del libro del profeta Jonás: el momento de la predicación del profeta en la ciudad de Nínive, grandiosa, corrupta, que hace caso de la predicación que escucha por las calles y se convierte, hace penitencia, para que no caigan sobre ella las amenazas del profeta, y Dios perdona la ciudad. La lectura se centra en el hecho de que los ninivitas comprenden el momento de Dios, a través de Jonás, y se convierten.

La segunda lectura ha sido un fragmento corto de la primera carta de san Pablo a los de Corinto, en el que el Apóstol les exhorta a no dejar perder la oportunidad presente: saber usar el momento que Dios nos da de vivir ahora, valorar la ambigüedad y la caducidad los asuntos de este mundo, frente al momento que tenemos delante y de lo que durará para siempre. Es más, esto Pablo no lo dice por desprecio del mundo presente, ni por una ascesis leída en clave escatológica (del mundo del más allá); Pablo lo dice de esta modo que, en un momento determinado de la vida, ha hecho el descubrimiento de Jesucristo, y Jesucristo clavado en cruz y resucitado: y eso es lo único que le interesa y es el evangelio que predica. La excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, escribirá en Filipenses, por el que perdí todo ya considerarlo como escorias para ganar a Cristo ... a fin de conocer a él, y como bautizado,configurarme a su muerte, por si puedo llegar a la resurrección de entre los muertos (Flp 3: 8-11). El bautizado vive ya en el tiempo de Dios, de la salvación y de la gracia, aunque debe hacer vía en el tiempo presente.

El Evangelio, tercera lectura, nos habla de un tiempo preciso: Después de haber sido encarcelado Juan el Bautista; y que en este momento Jesús anuncia: Ha llegado la hora. El momento preciso, el encarcelamiento de Juan, indica un cambio: termina la predicación de Juan, termina la era antigua del Antiguo Testamento y comienza la hora nueva, la de la predicación de la Buena Nueva de Dios: que el Reino de Dios está cerca; a convertirse, como lo hicieron los ninivitas, no actuar más como hacían los hombres celosos de la Ley, los fariseos y los escribas, y en cambio creer en la Buena Nueva de Jesús; no vivir sólo en el tiempo presente con todo lo que conlleva de deberes familiares, de trabajo, de ganarse la vida, como hacían Andrés y Simón y Santiago y Juan, y entrar en el nuevo momento de Dios, dejándolo todo y hacerse discípulo de Jesús. con Jesús ha llegado la hora; con Jesús se hace presente el Reino de Dios, la Buena Noticia que predica, porque, en verdad, es una Buena Noticia que hace bueno de escuchar, de sentir resonar en medio de un mundo envejecido, ambiguo, a menudo muy falso y mentiroso que pocas verdades nos aporta, egoísta y violento, desunido y que no da mucho pie a la esperanza y sólo da alegrías pasajeras y deslumbrantes, superficiales y engañosas; sin olvidar las grandes dosis de buena voluntad, de amor y solidaridad que es capaz de generar.

Pero nos podemos preguntar: ¿qué es el Reino de Dios que Jesús anuncia como presente y que predica porque nos adherimos, porque entramos a formar parte? Jesús nunca nos da una definición como quisiéramos nosotros; y a lo largo de su ministerio predicador nos irá descubriendo que es a través de las diferentes parábolas sobre el Reino: un grano sembrado, un convite de boda, un grano pequeño que crece, una levadura que hace subir la masa, el amigo inoportuno, los chicos que jugamos en la calle, el tesoro escondido y la perla.

Papa sonríe al malabarista

"Debes ser compañero de tus hijos, sin olvidar qude eres su padre"
Papa: "La ausencia de la figura paterna produce lagunas y heridas graves en los hijos"
"Parece que los padres no saben qué papel jugar en la familia y, en la duda, se abstienen"
José Manuel Vidal, 28 de enero de 2015 a las 11:19
Los jóvenes están huérfanos de caminos y de maestros y de ideales, y de valores y de esperanzas

El Papa saluda a soldados presentes en la audiencia

Audiencia papal en el Aula Pablo VI. Francisco centró su catequesis en las sombras que se ciernen sobre la paternidad, cuya ausencia en la vida familiar provoca "profunda orfandad" en los hijos. Con un consejo papal muy claro y directo: "Debes ser compañero de tus hijos, sin olvidar que eres padre".

Del Evangelio según Juan: "Dios no mandó al Hijo al mundo, para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de Él".

Algunas frases de la catequesis del Papa

"Retomamos hoy el camino de la catequesis sobre la familia"
"Nos dejamos guiar por la palabra padre"
"Es el nombre con el que Jesús nos enseñó a llamar a Dios"
"Palabra universal"
"Una realidad tan antigua como la del hombre"
"Hoy suele decirse que la nuestra sería una sociedad sin padre"
"En un primer momento se perbició como una liberación del padre como censor de la felicidad de los hijos y obstáculo a la emancipación"
"A veces, reinaba el autoritarismo en algunas casas, con padres que trataban a los hijos como siervos"
"Hemos pasado de un extremo al otro"
"Hoy, el problema ya no es la presencia invasora del padre, cuanto su ausencia"
"Los padres están tan concentrados sobre sí mismos y su trabajo que olvidan a la familia y a los hijos"
"Ya de arzobispo de Buenos Aires advertía el sentido de orfandad que viven los hijos"
"Perder tiempo con los hijos"
"La respuesta es fea: no puedo, tengo trabajo...y el padre estaba ausente de los hijos que crecían y no perdía tiempo con ellos"

"Debemos estar más atentos"
"La ausencia de la figura paterna produce lagunas y heridas que pueden ser muy graves"
"La carencia de ejemplo y de guía y de amor de parte del padre"
"El sentido de la orfandad que viven tantos jóvenes es muy profundo"
"Son huérfanos, pero en familia, porque los padres están físicamente ausentes y, cuando están, no se comportan como padres"
"La presencia paterna es tanto más necesaria"
"A veces, parece que los padres no saben qué papel jugar en la familia y, en medio de la duda, se abstienen y se retiran"
"Debes ser compañero de tus hijos, sin olvidar qude eres su padre"
"También lo vemos en la comunidad civil, que también tiene una responsabilidad paterna, que, a veces, olvida. Les deja huérfanos"
"Los jóvenes están huérfanos de caminos y de maestros y de ideales, y de valores y de esperanzas"
"Y se llenan de ídolos, pero se les roba el corazón"
"Se les ilusiona con el dios dinero, pero se les niega la auténtica riqueza"
"Padre, hoy ha estado sólo negativo...He querido subrayar esto. El próximo miércoles subrayaré la belleza de la paternidad".

Saludo del Papa en español

Queridos hermanos y hermanas: En nuestra reflexión sobre la familia, hoy nos centramos sobre la palabra padre. Padre es una palabra universal, conocida por todos, que indica una relación fundamental cuya realidad es tan antigua como la historia del hombre. Es la palabra con la que Jesús nos ha enseñado a llamar a Dios, dándole un nuevo y profundo sentido, revelándonos, así, el misterio de la intimidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que es el centro de nuestra fe cristiana. En nuestros días, se ha llegado a hablar de una "sociedad sin padres". La ausencia de la figura es entendida como una liberación, sobre todo cuando el padre es percibido como la autoridad cruel que coarta la libertad de los hijos, o cuando éstos se sienten desatendidos por unos padres centrados únicamente en sus problemas, en su trabajo, o en su propia realización personal o caracterizados por su marcada ausencia del hogar. Todo esto crea una situación de orfandad en los niños y jóvenes de hoy, que viven desorientados sin el buen ejemplo o la guía prudente de un padre. Todas las comunidades cristianas y la comunidad civil deben estar atentas a la ausencia de la figura paterna, pues ésta deja lagunas y heridas en la educación de los jóvenes. Sin guías de los que fiarse, los jóvenes pueden llenarse de ídolos que terminan robándoles el corazón, la ilusión y las auténticas riquezas.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, Perú y Chile, así como a los venidos de otros países latinoamericanos. Recordando que Jesús nos prometió no dejarnos huérfanos, vivamos con la esperanza puesta en Él, sabedores de que el amor puede vencer al odio y de que es posible un futuro de fraternidad y de paz para todos. Que Dios los bendiga Muchas gracias.

Saludo en árabe "El amor vence al odio y puede habe run futuro de fraternidad y paz para todos"

Saludo en italiano. Saluda a los franciscanos, a los artistas del circo Medrano. "Hoy celebramos a Santo Tomás de Aquino, dctor de la Iglesia". Al final de la audiencia, pequeña actuación de un circo ante el Papa, que se ríe e interactúa con los malabaristas.

PAXTV.ORG