“Se quedó cuarenta días en el desierto.”
- 22 Febrero 2015
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El Papa advierte a la mafia
"No pueden considerarse cristianos y violar la dignidad de las personas"
El Papa interpela de nuevo a los mafiosos: "¡Convertíos!"
"La Iglesia os acogerá si vuestra voluntad de servir al bien es clara y pública"
Redacción, 21 de febrero de 2015 a las 13:44
Los gestos externos de religiosidad que no van acompañados de verdadera y pública conversión no bastan
El Papa con fieles
"No pueden considerarse cristianos y violar la dignidad de las personas. Los miembros de la comunidad cristiana no pueden consumar gestos de violencia ". Francisco se expresó así durante la audiencia que mantuvo con los peregrinos del municipio de Cassano all'Jonio, en Calabria (sur), región marcada por el crimen organizado y de la que es originaria la 'Ndrangheta, considerada la mafia más potente de Italia.
"Quien ama a Jesús (...) no puede en ningún modo entregarse a la obra del mal. No pueden considerarse cristianos y violar la dignidad de las personas. Los miembros de la comunidad cristiana no pueden programar y consumar gestos de violencia contra otras personas o contra el medioambiente", exclamó. Y añadió: "Los gestos externos de religiosidad que no van acompañados de verdadera y pública conversión no bastan(...) para acreditar como creyentes a aquellos que, con la maldad y la arrogancia típica de los criminales, hacen de la ilegalidad su estilo de vida". Por esta razón, el pontífice llamó a la conversión de los criminales y les animó a "abrir el corazón al Señor".
Además, recordó que la Iglesia les acogerá pero, para ello, su conversión al bien debe ser "clara y pública". "La Iglesia os acogerá si vuestra voluntad de servir al bien es clara y pública, así como pública fue vuestra elección de servir al mal", reivindicó. A los peregrinos les animó a impedir, junto a las instituciones, que su tierra sea objeto "irremediablemente" de "los intereses mezquinos" de las organizaciones criminales. "Exhorto a vuestras comunidades cristianas a ser protagonistas de la solidaridad, a no detenerse ante quienes, por mero interés personal, siembran egoísmo, violencia e injusticia. Oponeos a la cultura de la muerte y sed testigos del Evangelio de la vida", apuntó.
El pontífice se ha mostrado muy sensible a esta lacra y el pasado 21 de julio viajó a dicho municipio calabrés, donde la 'Ndrangheta asesinó en un ajuste de cuentas a Nicola "Cocó" Campolongo, un niño de tres años. Este suceso conmocionó al papa argentino y, durante esta visita pastoral, realizó una fuerte y contundente condena en la que excomulgó a los mafiosos, una declaración calificada de histórica. "La Iglesia debe decir no a la 'Ndrangheta. Los mafiosos están excomulgados", clamó. (RDAgencias)
Empujados al desierto
Marcos presenta la escena de Jesús en el desierto como un resumen de su vida. Señalo algunas claves. Según el evangelista, «el Espíritu empuja a Jesús al desierto». No es una iniciativa suya. Es el Espíritu de Dios el que lo desplaza hasta colocarlo en el desierto: la vida de Jesús no va a ser un camino de éxito fácil; más bien le esperan pruebas, inseguridad y amenazas.
Pero el «desierto» es, al mismo tiempo, el mejor lugar para escuchar, en silencio y soledad, la voz de Dios. El lugar al que hay que volver en tiempos de crisis para abrirle caminos al Señor en el corazón del pueblo. Así se pensaba en la época de Jesús.
En el desierto, Jesús «es tentado por Satanás». Nada se dice del contenido de las tentaciones. Solo que provienen de «Satanás», el Adversario que busca la ruina del ser humano destruyendo el plan de Dios. Ya no volverá a aparecer en todo el evangelio de Marcos. Jesús lo ve actuando en todos aquellos que lo quieren desviar de su misión, incluido Pedro.
El breve relato termina con dos imágenes en fuerte contraste: Jesús «vive entre fieras», pero «los ángeles le sirven». Las «fieras», los seres más violentos de la creación, evocan los peligros que amenazarán siempre a Jesús y su proyecto. Los «ángeles», los seres más buenos de la creación, evocan la cercanía de Dios que bendice, cuida y defiende a Jesús y su misión.
El cristianismo está viviendo momentos difíciles. Siguiendo los estudios sociológicos, nosotros hablamos de crisis, secularización, rechazo por parte del mundo moderno... Pero tal vez, desde una lectura de fe, hemos de decir algo más: ¿No será Dios quien nos está empujando a este «desierto»? ¿No necesitábamos algo de esto para liberarnos de tanta vanagloria, poder mundano, vanidad y falsos éxitos acumulados inconscientemente durante tantos siglos? Nunca habríamos elegido nosotros estos caminos.
Esta experiencia de desierto, que irá creciendo en los próximos años, es un tiempo inesperado de gracia y purificación que hemos de agradecer a Dios. Él seguirá cuidando su proyecto. Solo se nos pide rechazar con lucidez las tentaciones que nos pueden desviar una vez más de la conversión a Jesucristo.
José Antonio Pagola. 1 Cuaresma – B. (Marcos 1,12-15). 22 de febrero 2015
PRIMER DOMINGO DE CUARESMA (Gén 9, 8-15; Sal 24; 1 Pe 3, 18-22; Mc 1, 12-15)
PACTO-ALIANZA
Desde el primer domingo de Cuaresma, las lecturas nos ofrecen la perspectiva de la Pascua. Gracias a quien será levantado en alto, vendrá sobre la tierra la Alianza definitiva, no solo la que selló Dios con Noé -“Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes. Ésta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: Pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra” (Gén 9, 13)-, sino la que sella para siempre mediante su Hijo en la Cruz. Si en tiempos antiguos la revelación anunciaba el perdón divino, cuánto más no será el ofrecimiento de la misericordia que se nos regala, por la ofrenda de Cristo. “… la paciencia de Dios aguardaba en tiempos de Noé, mientras se construía el arca, en la que unos pocos -ocho personas- se salvaron cruzando las aguas. Aquello fue un símbolo del bautismo que actualmente os salva” (1 Pe 3,20). Es tiempo de gracia, tiempo de acoger el gesto supremo de Jesús. No podemos excusarnos con interpretaciones un tanto paganas que presentan a un dios vengativo, sádico y terrible, ante el que surge el miedo, el temor, el ansia de esconderse, como hizo Adán. Jesús nos dice hoy: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia” (Mc 1, 15). Y creer en la Buena Noticia es creer en el Evangelio, es creer en Jesucristo. Y creer en Jesucristo es haberse encontrado con Él como con un amigo.
SANTA TERESA
La penitencia, el ayuno, la oración, la conversión, la radicalidad, el deseo de comenzar de nuevo no podrán tener consistencia, si no es por la relación que nos ofrece quien nos anuncia la proximidad del Reino de Dios. Santa Teresa se dirige a sus monjas con palabras que podremos aplicarnos a nosotros mismos: “¡Oh hijas mías, que es Dios muy buen pagador, y tenéis un Señor y un Esposo que no se le pasa nada sin que lo entienda y lo vea! Y así, aunque sean cosas muy pequeñas, no dejéis de hacer por su amor lo que pudiereis. Su Majestad las pagará; no mirará sino el amor con que las hiciereis” (Los Conceptos de Amor de Dios 1, 6).
¡Ojalá la Cuaresma sea un tiempo en el que experimentemos la amistad con Dios hasta convertirnos en sus compañeros de camino de entrega! “¡Oh, qué buen amigo hacéis, Señor mío! ¡Cómo le vais regalando y sufriendo, y esperáis a que se haga a vuestra condición y tan de mientras le sufrís Vos la suya! ¡Tomáis en cuenta, mi Señor, los ratos que os quiere, y con un punto de arrepentimiento olvidáis lo que os ha ofendido!” (Vida 8, 6).
Cuaresma Gn 9,8-15; 1 Pe e, 18-22; Mc 1,12-15
La propuesta de la Cuaresma. Como cada año, pasadas ya las celebraciones del nacimiento de Jesús, la Iglesia nos invita a un tiempo de preparación para celebrar los grandes misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, lo que llamamos la Cuaresma. Es una propuesta de un tiempo de insistencia en la oración, en la austeridad de vida, en las obras de servicio a los hermanos: un tiempo de conversión a Dios y de conversión al amor de los hermanos. Sobre todo los más grandes recordaréis como antes la Cuaresma se celebraba, incluso socialmente, con signos bien visibles: ayunos y abstinencias en días bien marcados, prédicas y prácticas religiosas especiales, abstención de espectáculos ...Hoy, en nuestra saciedad secularizada, quizás queda poco lugar para estos signos. Pero los cristianos seguimos teniendo necesidad de escuchar esta propuesta de la Iglesia. Lo necesitamos seguramente más que nunca.
Todos tenemos la sensación de que, demasiado a menudo, vivimos una vida demasiado superficial e inconsistente, que vivimos arrastrados por la banalidad, los egoísmos y la insolidaridad, la falta de valores sólidos, la falta de sentido en lo que hacemos ...La madre Iglesia , sabia pedagoga, nos vuelve a regalar una oportunidad de conversión, de ir adentro, de ir al fondo, que es volver al Evangelio, a la propuesta salvadora de Jesús que, en el fondo, es lo que siempre deseamos, - quizás a menudo sin darnos cuenta en -, la única que puede dar verdadero sentido y valor a nuestra vida humana. No es una propuesta negativa - de prohibiciones, de sacrificios ingratos, de caras largas -, sino una propuesta de ir a lo que realmente anhela y desea lo más profundo de nuestro corazón, vivir el gozo del amor gratuito y generoso de Dios en el verdadero amor entregado y generoso a los hermanos. Cuando tan a menudo experimentamos que nuestra existencia es con una existencia gris, sin color ni relieve, la Iglesia nos recuerda que Dios quiere que vivamos una existencia viva, de colores vivos e intensos: la Iglesia nos habla de conversión, de cambio hacia el mejor, de volver al más auténtico de nosotros mismos, que es a lo que nos invita Jesús en sus enseñanzas y, sobre todo, en el misterio de su muerte y resurrección.
El modelo de Jesús. Las lecturas de hoy nos indican el camino. Las dos primeras hablan de la voluntad irrevocable de Dios - después del castigo desastroso del diluvio - de preservar la vida de los hombres, de vivir con ellos una alianza de amor vivificante, de que no se pierda lo que él amorosamente ha creado.
El evangelio alude a la forma en que Jesús enseña a realizar esta voluntad salvadora de Dios. Es un texto que tal vez nos resulta un poco extraño, sobre todo en el evangelio de Marcos - lo que hoy hemos leído -, que es el más sintético. Antes de empezar a anunciar su Buena Nueva salvadora, Jesús es empujado por el Espíritu ir cuarenta días en el desierto donde "es tentado". No debemos pensar que Jesús es "tentado" como lo podemos ser nosotros, en el sentido de poder ser inducido a "pecar" o hacer algo contra Dios. Más bien debemos pensar que el evangelio nos presenta un Jesús al que, al inicio de su actividad pública, se le presentan varias posibilidades de actuar; y él elige deliberadamente qué debe seguir, cuáles son según el querer de Dios y lo que requiere la misma naturaleza de la salvación humana.
Los otros evangelistas explicitan las "tentaciones" de Jesús: la de apaciguar el hambre convirtiendo las piedras en pan (el recurso fácil e irresponsable al poder divino para conseguir los propios intereses); la del recurso al prestigio externo y la fama superficial (lanzarse desde el templo a los ojos de todos); la del poder dominador sobre todos y contra todos ("te daré todo poder"). Jesús renuncia a estos recursos y declara acatar la voluntad de Dios, que quiere salvar a los hombres desde un amor libre y responsable, que es lo que nos constituye como personas ante Dios y ante los demás. Con estas opciones, - renuncia a buscar irresponsablemente nuestros intereses, renuncia a buscar sólo el prestigio y la apariencia, renuncia al poder sobre y contra los otros - Jesús nos enseña el camino de nuestra verdadera salvación. Y notamos que este camino de desinterés, de solidaridad y de servicio a los demás es lo que, precisamente, finalmente llevó a Jesús a la muerte, pero también a la resurrección. En el momento de rechazar las "tentaciones", Jesús realiza lo que San Pablo expresa en la magnífica síntesis cristológica de la carta a los de Filipos (2,5): "A pesar de que era de condición divina, ... se sometió a vivir como un hombre cualquiera (sin vivir de los privilegios que le ofrecía el tentador) y permaneció fiel a la realidad humana, hasta la muerte, y la muerte de cruz. Y por eso Dios lo ensalzó y lo resucitó ... " Cuando la Iglesia nos propone de prepararnos a la celebración de este misterios de muerte y de resurrección, nos pide que permanezcamos también fieles a nuestra realidad humana; que, como Jesús, no queramos vivir de privilegios ni intereses insolidarios y egoístas, sino que vivamos la filiación divina y la hermandad solidaria incluso hasta la muerte, con la fe de que es así como seremos glorificados por Dios y lograremos el verdadero sentido de las nuestras vidas. Esta es la "conversión" que se nos pide en la cuaresma: volver adentro, volver a lo que nos enseñó Jesús con su vida y su muerte, volver al verdadero sentido de nuestro ser humano.
La "conversión" de nuestros corazones y de nuestras vidas
- Conversión a Dios, lo que quizás vivimos demasiado olvidados: Él es nuestro Principio, el Amor que nos crea a cada instante, la Misericordia siempre regalada a los hijos que dilapidamos su herencia. Reconciliación con Aquel que no deja de reconciliarse eterna y fielmente con todos y cada uno. Por ello, insistencia y profundización en la oración viva y confiada.
- Conversión a mí mismo. A pesar de mis miserias y pecados, de mis limitaciones, estupideces y inmadurez, de mi pobreza ... Porque, siendo yo así, Dios me ama: no me quiere por lo que yo soy, sino por lo que Él es , porque Él es bueno, y sólo por amar. Arrepentimiento en la autoestima sobrenatural.
- Conversión a mi entorno más próximo :. Reconciliarme con la familia, los vecinos, el trabajo que me toca hacer ... Reconciliarse me todo sanando heridas, ofreciendo amor gratuito, ya que sólo el Amor entregado y recibido iluminará y transformará la cotidianidad y nos hará pasar de la muerte a la vida.
- Conversión a los más lejanos, ya sea por ideología o por pura distancia cultural, económica, social ... Sobre todo a los que tienen más necesidad, los más débiles y pobres, los que viven en situaciones de miseria, guerra, hambre ... No vivas en un aislamiento olímpico de lo que no toca a tus intereses. "Lo que haga a cualquiera de estos pequeños, a Mí me lo hacéis". No dejes pasar de largo nadie que puede ser la presencia actual y concreta de Dios para ti.
- Conversión a la Creación ... Vivir en armonía ecológica con la naturaleza, desde el compartir, más que desde el consumir, desde el trabajo y responsabilidad hacia una realidad sostenible y solidaria ... Quizás aquí deberíamos encontrar un nuevo sentido a las viejas prácticas de ayuno y austeridad ...
- Procurar que vivir estos días que nos regalan en espíritu de conversión y de reconciliación nos ayudará a asumir la Muerte: la muerte que no deja de producirse en nosotros y en nuestro alrededor. Lo que creemos y celebraremos en la Pascua es que Jesús ha vencido a la muerte, y que en Él y por Él nosotros podemos vencer siguiendo su camino. Dios nos ha destinado, no a la muerte, sino a la Vida con Él. Ahora, cada uno de vosotros procure precisar un poco en qué puntos de estos debería hacer quizá un particular esfuerzo de conversión esta Cuaresma. No se quede con la sensación vaga e inoperante que debería cambiar todo. Procure fijaros algo concreto, y empiece por ahí, y luego vaya avanzando ... Siempre estamos sólo empezando ....
Evangelio según San Marcos 1,12-15.
En seguida el Espíritu lo llevó al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían. Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: "El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".
Cardenal José Ratzinger [Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013]
Retiro en el Vaticano 1983
“Se quedó cuarenta días en el desierto.”
Yendo al desierto, Jesús entra en la historia de salvación de su pueblo, el pueblo elegido. Esta historia empieza después de la salido de Egipto por una migración de cuarenta años por el desierto. En el centro de este tiempo de cuarenta años están los encuentro “cara a cara” con Dios: estos cuarenta días de Moisés en la montaña, en ayuno absoluto, lejos de su pueblo, en la soledad de la nube, en la cima de la montaña (Ex 24,18). Del núcleo de estos días surge la fuente de la revelación. Volvemos a encontrar el espacio de cuarenta días en la vida de Elías: perseguido por el rey Acab, el profeta camina cuarenta días por el desierto, volviendo así al origen de la alianza, a la voz de Dios, para un nuevo comienzo de la historia de salvación (1R 19,8). Jesús entra en esta historia. Revive las tentaciones de su pueblo, las tentaciones de Moisés. Como Moisés, ofrece su vida por el pueblo: con tal que el pueblo se salve, está dispuesto a dar su vida (Ex 32,32). Así, Jesús será el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Será el auténtico Moisés que “está en el seno del Padre” (Jn 1,18), cara a cara con él para revelar al Padre. En los desiertos del mundo, él es la fuente de agua viva (Jn 7,38), palabra de vida, camino, verdad y vida (Jn 14,6). Desde la cruz nos entrega la alianza nueva. Auténtico Moisés, él entra por la resurrección en la tierra prometida que Moisés no alcanzó, y por la cruz, Jesús nos abre las puertas del reino.
Cátedra de San Pedro
Hoy se celebra la festividad de la Cátedra de San Pedro, una ocasión solemne que se remonta al cuarto siglo y con la que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad de San Pedro.
La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o sitial): la "sede" es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.
Antes de rezar el Ángelus en este día, el Papa Juan Pablo II recordó que "la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En esto consiste el 'ministerium petrinum', ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad eclesial". "Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las verdades de fe y de moral transmitidas por los apóstoles".
La cátedra es en realidad el trono que Carlos el Calvo regaló al papa Juan VIII y en el que fue coronado emperador el día de Navidad del año 875. Carlos el Calvo era nieto de Carlomagno. Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666.
Tradiciones, leyendas y creencias afirmaron durante muchos años que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona. La silla ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos y la última vez que fue extraída del nicho que ocupa en el altar de Bernini fue durante un período de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis efectuados en aquella ocasión apuntaban a que se trataba de una sola silla cuyas partes mas antiguas eran del siglo VI. Lo que se había tomado por una segunda silla era en realidad una cubierta que servía tanto para proteger el trono como para llevarlo en procesión.
Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la misa del Capítulo de San Pedro.
No tengamos miedo de la confesión
Los cristianos hablamos a menudo de la necesidad de convertirnos a Dios. La Cuaresma es un tiempo propicio para la conversión y para prepararnos mejor a celebrar la Pascua. Nos cuesta aceptar con realismo la existencia del pecado en el mundo y en cada uno de nosotros.
En este sentido, el tiempo cuaresmal es una llamada a la sinceridad, a reconocer que somos pecadores.
Sin embargo, ser cristiano nos pide no permanecer sólo en la conciencia de que somos pecadores. El conocimiento y la participación en la vida de Cristo –por la fe y los sacramentos de la fe– es el mejor camino para conocer a Dios y para conocernos verdaderamente a nosotros mismos. El genio de Pascal escribió en uno de sus Pensamientos –el que lleva el número 75 en la edición de Chevalier–: "El conocimiento de Dios sin el de nuestra miseria humana engendra orgullo. El conocimiento de nuestra miseria sin el de Dios engendra desesperación. El conocimiento de Jesucristo es el camino: en él conocemos a Dios y nuestra miseria." En la oración del padrenuestro pedimos perdón a Dios por nuestros pecados: "Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal".
En este tiempo de Cuaresma somos invitados tanto a reconocer que somos pecadores como a acoger el perdón de Dios. Siempre, pero hoy aún más, nos cuesta acercarnos al sacramento de la penitencia para conseguir la gracia de Dios y reconciliarnos con Él. Tenemos que renovar la conciencia de que Dios siempre perdona al pecador arrepentido. Confesarse es siempre un acto de humildad, pero es un gesto sumamente coherente con nuestra fe y nos hace humanamente y sobre todo cristianamente mejores. ¿Quién no recuerda la maravillosa parábola del fariseo y del publicano que leemos en el evangelio?
Es muy elocuente el ejemplo que nos da, en este sentido, nuestro papa Francisco, que manifestó a los fieles -hablando de este sacramento-que el Papa también se confiesa a menudo. El perdón de Dios -dijo- se nos da en la Iglesia, se nos transmite a través del ministerio de un hermano nuestro, el sacerdote, que es un hombre que, como nosotros, también tiene necesidad de la misericordia. Por eso los sacerdotes deben confesarse, y también todos los obispos: todos somos pecadores”. Y pasando al testimonio personal, Francisco añadió: "Incluso el Papa se confiesa cada quince días, ¡porque el Papa también es un pecador! El confesor escucha lo que yo le digo, me aconseja y me perdona, porque todos tenemos necesidad de este perdón”. Y resumió su mensaje diciéndonos: "¡No tengamos miedo de la confesión!"
El sacramento de la reconciliación y el de la unción de los enfermos son dos sacramentos de curación y brotan directamente del misterio pascual. Así lo pone de relieve el hecho de que fuera la noche del mismo día de Pascua cuando el Señor se apareció a los discípulos reunidos en el cenáculo y los saludó con las palabras: "Paz a vosotros". Entonces sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a todos aquellos a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados”. † Lluís Martínez Sistach Cardenal arzobispo de Barcelona.
El desierto: un camino difícil, pero necesario
Marcos 1, 12-15. 1er. Domingo de Cuaresma. Nuestra vida cristiana tiene que pasar por el desierto, por el silencio, el desprendimiento, el sacrificio y la oración.
Oración introductoria
Señor, el domingo es ese día central en que debo procurar tener un tiempo especial para Ti. Ilumíname, dame la luz y la fuerza de tu Espíritu Santo, para que sepa retirarme de toda distracción y hoy pueda tener un auténtico diálogo contigo, de corazón a corazón, en la oración.
Petición
Señor, concédeme saber escuchar tu Palabra y hacerla vida en mi vida.
Meditación del Papa Francisco
La vida de Jesús ha sido una lucha. Él ha venido a vencer el mal, a vencer al príncipe de este mundo, a vencer al demonio. Y la lucha contra el demonio la debe afrontar cada cristiano.
El demonio ha tentado a Jesús muchas veces y Jesús ha sentido en su vida las tentaciones como también las persecuciones. También nosotros somos tentados, también nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del Mal no quiere nuestra santidad, no quiere el testimonio cristiano, no quiere que nosotros seamos discípulos de Jesús. ¿Y cómo hace el espíritu del mal para alejarnos del camino de Jesús con su tentación?
La tentación del demonio tiene tres características y nosotros debemos conocerlas para no caer en las trampas. ¿Cómo hace el demonio para alejarnos del camino de Jesús? La tentación comienza levemente, pero crece: siempre crece. Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, intenta ser comunitaria. Y al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece, contagia y se justifica. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 11 de abril de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
Cruzado el umbral del miércoles de Ceniza, nos encontramos ya en pleno período cuaresmal. El Evangelio de hoy es muy cortito, pero muy rico de significado. Vale la pena detenernos un momento en la primera frase: "El Espíritu empujó a Jesús al desierto, y se quedó en el desierto cuarenta días". ¡Esto es la Cuaresma: 40 días de desierto!
La palabra "cuaresma" deriva del latín: "quadragesima", que quiere decir precisamente "cuarenta". El pueblo cristiano desde siempre ha vivido con especial intensidad este período, que precede a la celebración anual de los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Este tiempo evoca antiguos acontecimientos bíblicos de gran simbolismo espiritual: 40 fueron los años de peregrinación del pueblo de Israel por el desierto hacia la tierra prometida; 40 los días de permanencia de Moisés en el monte Sinaí, en pleno desierto, en donde Dios renovó la alianza con su pueblo y le entregó las Tablas de la Ley; los días que recorrió Elías por el desierto hasta llegar a encontrarse con el Señor en el monte Horeb, también fueron 40; y 40 los días que nuestro Señor Jesucristo transcurrió en el desierto orando y ayunando, antes de iniciar su vida pública, que culminaría en el Calvario, en donde llevaría a término nuestra redención.
La coincidencia numérica es interesante. Pero mucho más significativo aún es el marco geográfico en el que tienen lugar todos estos acontecimientos: el desierto. En la literatura bíblica aparece muy a menudo el tema del desierto, no sólo como un lugar físico, sino también como un simbolismo de carácter espiritual. Parecería que Dios tuviera una predilección especial por este escenario para llevar a cabo sus obras de salvación. Vayamos juntos al desierto y veámoslo.
Se trata de un lugar árido e inhóspito. No hay nada, ni lo más elemental. Allí se sufre todo tipo de incomodidades: la sed y el calor, las inclemencias del tiempo, los cambios bruscos de temperatura, las molestias de la arena, las privaciones y carencias materiales no ya de las cosas fútiles, sino también incluso de las más necesarias. El desierto es un paraje solitario y silencioso. Es lo opuesto al ruido y a la algarabía, al consumismo, a la molicie, a la vida fácil y placentera de nuestras ciudades modernas. Es para gente austera y templada.
Por eso, la realidad física del desierto puede ser como un símbolo de la vida espiritual: es el lugar del desprendimiento de todo lo superfluo; una invitación a la austeridad y al retorno a lo esencial. Es allí en donde el hombre experimenta su fragilidad y sus propias limitaciones; el lugar de la prueba y de la purificación. Pero también el escenario más apropiado para la búsqueda y el encuentro personal con Dios en la oración, en el silencio del alma y en la soledad de las creaturas.
El libro del profeta Oseas nos ofrece un pasaje muy hermoso a este propósito: Dios habla al pueblo de Israel como a su esposa del alma, que ha sido infiel a su promesa de amor; y la conduce al desierto para renovar con ella su pacto de amor y fidelidad: "Por eso, yo voy a seducirla y la llevaré al desierto -dice el Señor- y le hablaré al corazón... y allí cantará como cantaba en los días de su juventud" (Os 2, 16-17). El desierto se nos presenta como el lugar más apropiado para el encuentro con el Dios del amor y de la alianza. El ambiente exterior favorece el recogimiento e invita a la oración. Por eso, antiguamente, los monjes se retiraban al desierto para hablar y unirse con Dios; a los primeros eremitas y anacoretas se les llamó con el sugestivo nombre de "padres del desierto".
Pero el desierto no es poesía, y no hay que interpretarlo en una clave meramente intimista. Es arduo y difícil, pero necesario. Y nuestra vida cristiana tiene que pasar necesariamente por el desierto. Es decir, por la experiencia del silencio y de la soledad, del desprendimiento de las cosas materiales, del sacrificio y, sobre todo, de la oración y del encuentro íntimo y personal con Dios. Más aún, todo lo anterior es sólo como una preparación para que el alma se encuentre a sus anchas con su Creador. A muchos hombres y mujeres del siglo XXI estas palabras podrían tal vez resultar incómodas, y hasta incomprensibles. Y no es de extrañar. Pero es un camino por el que tenemos que entrar si queremos llegar a la Vida.
Sin embargo, todos los seres humanos -independientemente de nuestro credo, cultura, edad, sexo o condición social- absolutamente todos, tenemos nuestras horas arduas de aridez y de cansancio, de fatiga y de derrota; de soledad, de sufrimiento, de desolación y de ceguera interior. Y todo esto es también el desierto. Y estas horas amargas pueden ser sinónimo de fecundidad y de vida si sabemos vivirlas unidos a Dios. Entonces sí, el desierto será el camino que nos lleve hasta la tierra prometida, el lugar privilegiado para el encuentro con Dios y el escenario de nuestra redención al lado de Cristo. La experiencia del desierto nos conducirá al gozo pascual de la resurrección.
Propósito
Transmitir, a quienes me rodean, el gozo y la serenidad que se experimenta al confiar en la misericordia de Dios.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, al contemplar las tentaciones con las que Dios Padre permitió que fueras tentado, confirmo que nunca debo aspirar a no tener tentaciones sino a saber superarlas con fe y confianza, preparándome permanentemente con la mejor arma: la oración; porque ante la tentación, nunca me faltará la gracia ni la fortaleza del Espíritu Santo. Padre mío, que sepa llevar este mensaje a los demás, especialmente aquellos que están deprimidos y angustiados por lo duro de esta vida.
La tentación de los panes
Primer Domingo de Cuaresma. La tentación de querer hacer las cosas sin preocuparme si le interesan o no a Dios.
La primera tentación de Cristo, tal cómo nos la narra el Evangelio es la tentación de los panes. Cristo ha ido a hacer ayuno, un ayuno que realmente le prepare para su misión. Cristo ha ido a ejercitarse, por así decir, al desierto, y el demonio le llega con la tentación de los panes, que no era otra cosa sino decirle: déjate de cosas raras, se más realista, baja un poquito a la vida cotidiana. Es decir, materialízate, no seas tan espiritual. Es una tentación, que nosotros podemos tener en nuestra vida cuando llegamos a perder toda dimensión sobrenatural de nuestro ser cristianos. Es la tentación del querer hacer las cosas sin preocuparme si le interesan o no a Dios. Tengo un problema, y me digo: lo arreglo porque lo arreglo, y a veces olvidamos de la dimensión sobrenatural que tienen las dificultades.
Cristo ayuna y siente hambre como nos dice el Evangelio, y Cristo tiene que transformar el hambre en una palanca espiritual, en un momento de crecimiento interior. Ahí Cristo es tentado para decirle: No busques eso, no hace falta ese tipo de cosas, mejor dedícate a comer, mejor dedícate a trabajar. Es la tentación de querer arreglar yo todos los problemas.
Hay situaciones en las que no queda otro remedio sino ofrecer al Señor la propia impotencia por el sacrificio personal; hay situaciones en las que no hay otra salida más que la de decir: aquí está la impotencia, podríamos decir la impotencia santificadora. Cuando en nuestro trabajo personal sentimos una lucha tremenda en el alma, un desgarrón interior por tratar de vivir con autenticidad la vida cristiana, en esos momentos en los que a veces el alma no puede hacer otra cosa sino simplemente sufrir y yo me quiero sacudir eso, y no acepto esa impotencia y no la quiero ver, y no quiero tener ese "sintió hambre" en la propia vida, es donde aparece la necesidad de acordarse de que Cristo dijo: No sólo de pan, no sólo de los éxitos, no sólo de los triunfos, no sólo de consuelos, no sólo de ayudas vive el hombre, sobre todo vive de la Palabra que sale de la boca de Dios.
Tenemos que aprender como lección básica de la vida a iluminar todas nuestras dificultades con la Palabra de Dios, sobre todo aquellas que no podemos resolver, porque a veces podríamos olvidar que Dios Nuestro Señor va a permitir muchas dificultades, muchas piedras en la vida precisamente para que recordemos que la Palabra de Dios es la fuente de nuestra vida espiritual. No los consuelos humanos, no los éxitos de los hombres. A veces Dios nos habla en la oscuridad, a veces en la luz, pero lo importante es la vida del Espíritu Santo en mi alma. En ocasiones puede venir la tentación de querer suplir con mi actividad la eficacia de la fe en Dios, y podríamos pensar que lo que hacemos es lo que Dios quiere, cuando en realidad lo que Dios quiere es que en esos momentos esta situación no vaya por donde tu estás pensando que debe de ir, Yo me pregunto: una dificultad, un problema ¿lo transformamos a base de fe en un reto que verdaderamente se convierta en eficacia para el reino de Cristo? No pretendamos arreglar los problemas por nosotros mismos, preguntemos a Dios. ¿Sé yo vencer con la Palabra de Dios? ¿O caigo en la tentación?
Después, dice el Evangelio, lo llevó a un monte alto donde se veía todos los reinos de la tierra. Cristo es tentado por segunda vez para que su misión se vea reconocida por los hombres para que obtenga un éxito humano y todos vean su poder. Sin embargo el poder que les es ofrecido no es el que tiene Dios sobre la Creación, sino es el poder que viene de haber vendido la propia conciencia y la propia vida al enemigo de Dios. "Todo esto lo tendrás si postrándote me adoras", no es el poder que nace de haber conquistado el reino de Cristo, es el poder que nace de haberse vendido. A veces este poder se puede meter sutilmente en el alma cuando pierdes tu conciencia en aras de un supuesto éxito. Es el poder que viene de haber puesto la propia vida en adoración a los que desvían de Dios el final total de las cosas, el uso de las criaturas para la propia gloria y no para la gloria de Dios. La tentación de querer usar las cosas para nuestra propia gloria y no para la gloria de Dios es sumamente peligrosa, porque además de que nuestro comportamiento puede ser incoherente son lo que Dios quiere para nosotros, lo primero que te desaparece es el sentido crítico ante las situaciones. ¿Por qué? Porque estas vendido a los criterios de la sensualidad, y quien está vendido no critica.
Cuando nuestra conciencia se vende, cuando nuestra inteligencia y nuestra voluntad se vende dejan de criticar y todo lo que les den les parece bueno. ¿A quién me estoy vendiendo? Cada uno recibe su vida, sus amistades, sus personas, su corazón, su conciencia. ¿Dónde me encuentro sin el suficiente sentido crítico, para salir de una situación cuando contradices mi identidad cristiana?, porque ahí me estoy vendiendo, ahí estoy postrándome a Satanás aunque sean cosas pequeñas.
¿Dónde me he encadenado? ¿Hay en mi vida alguna tentación que no sólo me despoja del necesario sentido crítico ante las situaciones para juzgarlas sólo y nada más según Dios, sino que acaban sometiendo mis criterios a los criterios del mundo y por lo tanto, acaba cuestionando los rasgos de mi identidad cristiana?
Cuántas veces cuando vienen las crisis a la fe son por esta tentación; cuando nos vienen los problemas de que si estaré bien donde estoy o estaría mejor en otra parte, es por venderse a una situación más cómoda, aun lugar que no te exija tanto, un lugar donde puedas adorarte a ti mismo. Es triste cuando uno lo descubre en su propia alma y es triste cuando uno lo descubre en el alma de los demás.
Muchas veces es imposible penetrar en el alma porque ha perdido toda brújula, ha perdido todo el sentido crítico, ha perdido la capacidad de romper con el dinamismo del egoísmo, de la soberbia, de la sensualidad. Cuántos cambios podríamos tener de los que pensamos que ya no tenemos vuelta.
Por último, el demonio lleva a Cristo. La tentación del templo es en la que Cristo desenmascara con la autenticidad de su vida, con la rectitud de intención, con la claridad de su conciencia la argucia del tentador. Esta tentación tiene un particular peligro. Los comentaristas que han siempre enfrentado esta tentación piensan: qué gracia tendría el de tirarse del pináculo del templo y que los ángeles te agarrasen. La idea central de esto es una exhibición milagrosa. Un señor se sube a la punta del templo y lo están viendo abajo, se tira y de pronto unos ángeles le cogen y lo depositaren el suelo. Todo mundo daría gloria a Dios, todos se convertirían inmediatamente. Es la tentación que tiene un particular delito porque ofrece la conciliación entre las pasiones humanas de mi yo con el servicio a Dios, con la gloria que se debe al Creador.
Esta tentación que podríamos llamar de orgullo militantes es quizá la más sutil de todas. Es también la tentación que Cristo desenmascara en los fariseos cuando les dice: "les gusta ser vistos y admirados de la gente y que la gente les llame maestros... cuando oren no lo hagan como los hipócritas que oran en medio de las plazas para ser vistos por la gente, cuando oren enciérrate que tu Padre que ve en lo secreto te recompensará". Con qué perspicacia Nuestro Señor conocía el corazón humano que se puede enredar perfectamente, incluso en medio de la vida de oración, con el propio orgullo y egoísmo. Revisemos bien nuestra conciencia para ver si esta tentación no se ha metido en nuestras vidas.
Recordemos que nuestra vida sólo tendrá un auténtico sentido cristiano en la medida en que aceptemos a Cristo vencedor de la tentación del pan, de los reinos y del templo.
El Papa muestra el libro que regaló a los fieles
"La Cuaresma es un camino de conversión que tiene como centro el corazón"
Papa: "Jesús se enfrentó cuerpo a cuerpo a Satanás y lo venció"
Pide a los fieles que recen por el éxito de los Ejercicios y les regala un libro
José Manuel Vidal, 22 de febrero de 2015 a las 11:43
Leed todos los días el Evangelio, durante diez minutos y llevadlo siempre con vosotros, en el bolsillo, en el bolso. Ir con el Evangelio en la mano
(José M. Vidal).-Desde la cátedra de la ventana, el Papa Francisco explica el sentido de la Cuaresma, pone en guardia a los fieles ante las asechanzas del Maligno y pide a todos "la conversión del corazón". Y para promoverla hace que los sin techo regalen a la gente presente en la Plaza de San Pedro un libro sobre los contenidos esenciales de la fe.
Algunas frases de la catequesis del Papa
"Hemos iniciado la Cuaresma". "Tentado por Satanás". "La prueba afrontada voluntariamente por Jesús antes de iniciar su misión". "Prueba de la que sale victorioso". "Se enfrentó a Satanás, cuerpo a cuerpo y lo venció". "En él, hemos vencido todos". "A nosotros nos toca proteger en la vida cotidiana esta victoria"
"La Cuaresma es un tiempo de combate espiritual contra el espíritu del Mal". "Ponernos decididamente en el camino de Jesús". "Mirad a Jesús y andar con Él"
"Este camino de Jesús pasa a través del desierto, allí donde se pueden escuchar la voz de Dios y del tentador"
"Si no conocemos las Escrituras no sabremos responder a las insidias del Maligno"
"Leed todos los días el Evangelio, durante diez minutos y llevadlo siempre con vosotros, en el bolsillo, en el bolso. Ir con el Evangelio en la mano"
"Decir no a la mundanidad y a los ídolos"
"Entramos en el desierto sin miedo, porque no estamos solos, estamos con Jesús"
"La Cuaresma es un tiempo propicio"
"Dejarnos conducir por Él"
"Confïo a la Virgen esta semana de Ejercicios espirituales, en la que participaré junto a mis colaboradores"
"Rezar para que, en este desierto, podamos escucha la voz de Jesús y corregir los defectos que tenemos y hacer frente a las tentaciones que a diario nos acosan"
Saludos
"La Cuaresma es un camino de conversión que tiene como centro el corazón"
"Les regalaré el libro "Custodiad el corazón" y recoge los contenidos esenciales de nuestra fe"
Saluda a las personas sin techo que "hoy nos aportarán la riqueza de nuestra doctrina para custodiar el corazón.
"Coged un libro cada uno y llevadlo con vosotros, como ayuda para la conversión y el crecimiento personal del corazón"
"La Humanidad necesita justicia, paz y amor y sólo los podrá tener retornando con todo el corazón a Dios, que es la fuente de todo esto"