Dar fruto en abundancia

No desviarnos de Jesús

La imagen es sencilla y de gran fuerza expresiva. Jesús es la «vid verdadera», llena de vida; los discípulos son «sarmientos» que viven de la savia que les llega de Jesús; el Padre es el «viñador» que cuida personalmente la viña para que dé fruto abundante. Lo único importante es que se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo más humano y feliz para todos.

La imagen pone de relieve dónde está el problema. Hay sarmientos secos por los que no circula la savia de Jesús. Discípulos que no dan frutos porque no corre por sus venas el Espíritu del Resucitado. Comunidades cristianas que languidecen desconectadas de su persona.

Por eso se hace una afirmación cargada de intensidad: «el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid»: la vida de los discípulos es estéril «si no permanecen» en Jesús. Sus palabras son categóricas: «Sin mí no podéis hacer nada». ¿No se nos está desvelando aquí la verdadera raíz de la crisis de nuestro cristianismo, el factor interno que resquebraja sus cimientos como ningún otro?

La forma en que viven su religión muchos cristianos, sin una unión vital con Jesucristo, no subsistirá por mucho tiempo: quedará reducida a «folklore» anacrónico que no aportará a nadie la Buena Noticia del Evangelio. La Iglesia no podrá llevar a cabo su misión en el mundo contemporáneo, si los que nos decimos «cristianos» no nos convertimos en discípulos de Jesús, animados por su espíritu y su pasión por un mundo más humano.

Ser cristiano exige hoy una experiencia vital de Jesucristo, un conocimiento interior de su persona y una pasión por su proyecto, que no se requerían para ser practicante dentro de una sociedad de cristiandad. Si no aprendemos a vivir de un contacto más inmediato y apasionado con Jesús, la decadencia de nuestro cristianismo se puede convertir en una enfermedad mortal.

Los cristianos vivimos hoy preocupados y distraídos por muchas cuestiones. No puede ser de otra manera. Pero no hemos de olvidar lo esencial. Todos somos «sarmientos». Solo Jesús es «la verdadera vid». Lo decisivo en estos momentos es «permanecer en él»: aplicar toda nuestra atención al Evangelio; alimentar en nuestros grupos, redes, comunidades y parroquias el contacto vivo con él; no desviarnos de su proyecto.

José Antonio Pagola

5 Pascua - B
(Juan 15,1-8)
19 de abril 2015

V DOMINGO DE PASCUA (Act 9, 26-31; Sal 21; 1Juan 3, 18-24; Juan 15, 1-8)
LA FUERZA DEL NOMBRE DE JESÚS

El consejo de obrar en el nombre de Jesús puede parecer un atavismo, intento de usar su nombre como una especie de talismán, como palabra mágica. Las autoridades de los tiempos de los Apóstoles así lo creyeron, y les prohibieron pronunciar ese nombre a Pedro y a Juan. La virtud que posee el nombre de Jesús no implica una fuerza esotérica, sino que por la fe en la persona del Señor se da el signo trascendente. Cuando San Pablo afirma: “Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo” (Flp 2, 10), no está hablando de una fórmula secreta, sino del triunfo de Cristo sobre todos los poderes, una vez que ha realizado el plan de Dios, su Padre, y ha sometido a todos sus enemigos, incluso a la muerte. San Pablo testimonia cómo, después de su encuentro con el Señor, camino de Damasco, descubrió que no hay otro que pueda salvar, y contó a los discípulos “cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús” (Act 9, 27). Decir el nombre de Jesús es invocar su presencia, creer en Él, y es la fuerza de la fe en su persona lo que da firmeza y valor, aun para compartir con Él el camino de Cruz. San Juan afirma: “… éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó” (1Jn 3, 23).

En ello se resumen las dos dimensiones esenciales, la trascendente y la social, la teologal y la de alteridad fraterna. Invocar el nombre de Jesús es entrar en comunión con Él y con su enseñanza, porque se sabe y se cree que está vivo. D

e ello depende tener vitalidad, experiencia del Resucitado, razón evangelizadora, fecundidad apostólica. La afirmación del Evangelio es contundente, y de ella dependen los frutos del evangelizador. Dice Jesús: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). ¡Cuánta pretensión es actuar de manera emancipada, aunque sea para hacer obras buenas! Porque en el caso de actuar en favor de los demás no es por bondad, sino por gracia recibida. Reivindicar como propio lo que es de Dios significa, en el mejor de los caso inconsciencia, cuando no presunción, vanidad, protagonismo narcisista.

La parábola de la vid y los sarmientos es una imagen intuitiva que hoy nos sirve el Evangelio, y que nos debiera curar la prepotencia. ¡Qué triste es ver a los agentes de pastoral derrotados después de haber trabajado sin parar! Pero es posible que se deba a que lo han hecho en nombre propio.

Solo nos podremos mantener con gozo y con paz en la tarea de anunciar el Evangelio, si permanecemos relacionados con Jesús y actuamos en su nombre.

Quinto Domingo - Tiempo Pascual Ac 9,26-31; 1 Jn 3,18-24; Jn 15, 1-8

Viñedos, cepas y sarmientos

Seguramente, si nos detenemos ante una viña, todas nuestras palabras e ideas se convertirán en silencio de oración, en mirada agradecida, contemplando, sin los ruidosos tractores, una de las escenas más bellas, palpando los racimos de uvas que cuelgan de las ramas de la cepa, mientras el campesino lo mira con temor reverencial y sorpresa, embelesado ante el misterio de la vida.

Es decir, es necesario que ante esta alegoría de Juan nos desnudamos de cualquier otra mirada interesada, externa, empresarial, cuantitativa, y nos zambullimos en la imagen verde y llena de vino. Hay demasiados intimidad en su sencilla historia. Hasta 9 veces Juan usa las frases "yo en vosotros, vosotros en mí". Unos explicarán la vida espiritual de una manera más humana y psicológica: Juan lo hace, como en la otra alegoría del pastor y el rebaño, reflexionando sobre la comunión de vidas entre Jesús y su seguidor.

1. Con él todo; sin él, nada

El mismo Señor establece las condiciones para que la viña sea fecunda. Son dos: estar en él y, cuando conviene, asumir la poda para dar más fruto.

Estar en él: no se trata de una relación extrínseca, un lazo superficial, anecdótico. Se trata de una convivencia profunda, de un intercambio de pensamientos, afectos y actitudes hasta llevar un estilo de vida que se parezca en las cosas fundamentales a los criterios de Jesús. La Iglesia nunca ha tenido éxito cuando su alianza ha sido con los poderes fácticos, políticos, las leyes de la economía de mercado, las modas del pensamiento. Son amistades peligrosas, ambiguas, que llevan más veneno que vida.

Esta unión con él supone que nuestro oído de la realidad, que nos rodea, la hacemos más con el corazón que con el tímpano; nuestra mirada, más con el afecto que con los ojos. Una mirada de ojos místicos. Y esto sólo puede venir desde una oración y una contemplación de aquello que Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, dice "los misterios de la vida de Jesús", un misterio siempre abierto al espíritu inquieto del quien busca. Como el misterio del Cepa y Sarmientos ...

Juan termina afirmando con rotundidad: con él, todo es posible; sin él, nada. Más claro, el agua. No hay términos medios. Es como si le preguntáramos al campesino, si es posible la vida de la cepa sin raíces, por donde pasa la savia del Espíritu de Vida; tampoco es posible la vida de los sarmientos, separadas de la cepa. Y lo más maravilloso del caso es que tanto la cepa (Jesús) como los sarmientos (nosotros) nos alimentamos del mismo Espíritu. Comunión de Vidas.

2. De vez en cuando la poda

No es nada fácil hablar de esta "poda". Y menos aún padecerla, vivirla. Porque de momento no ves los resultados y sobre todo lo que es propio de la poda es que no la causo yo. Son otras manos las que lo hacen. Pruebas, persecuciones, cruces, de manera inesperada, de donde yo no me lo esperaba. Sin olvidarme la poda que el tiempo y la falta de fuerzas provocando en mí. Todo esto yo no escojo; me sirve la vida y las mil y una aventuras de mi proceso de identificación con Jesús. Tampoco Jesús se buscó la cruz y se lo vino de allí donde menos se lo esperaba. El Reino de Dios sufre violencia, pero no es del violentos; el Reino de Dios es de quienes son capaces de dar vida a los demás, dando la vida.

Y los frutos? Dejémoslo en manos del Espíritu del Labrador. San Agustín tiene una frase que manifiesta una gran convicción: "Allí donde no hay amor, pon amor y sacarás amor." Esto se llama en términos de "Labrador" regar, podar, cultivar la viña. Entonces los frutos tendrán DENOMINACIÓN DE ORIGEN: EL REINO DE DIOS ...

Evangelio según San Juan 15,1-8. 

Jesús dijo a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. 

Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»

San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia 
Sermón 58 sobre el Cántico de los cánticos

Dar fruto en abundancia

Debo advertir a cada uno de vosotros a propósito de su viña: en efecto ¿quién ha jamás suprimido en él mismo todo lo que es superfluo hasta el punto de poder pensar que no tiene nada más a cortar? Creedme, todo lo que se corta, vuelve a crecer, los vicios que creíamos superados vuelven a aparecer y nos encontramos con que las tendencias adormecidas se desvelan. No es, pues, suficiente cortar la propia viña una sola vez, al contrario, es necesario volver a menudo sobre ella, y si es posible, sin parar. Porque, si sois sinceros, es sin parar que encontramos en nosotros mismos alguna cosa que cortar... La virtud no puede crecer entre los vicios; para que ésta pueda desarrollarse, es preciso impedir a éstos de crecer anchamente. Suprime, pues, lo superfluo, entonces aquello que te es necesario podrá abrirse paso.

Para nosotros, hermanos, la época es siempre la de cortar, ésta es necesaria siempre. Estoy seguro de ello, pues hemos salido ya del invierno, de este temor sin amor que nos introduce a todos en la sabiduría pero que no deja que nadie pueda desarrollarse en la perfección. Cuando el amor llega, echa fuera todo temor al igual que el verano echa fuera el invierno... Que cesen ya las lluvias de invierno, es decir las lágrimas de angustia suscitadas por el recuerdo de vuestros pecados y el temor del juicio... Si «el invierno ha pasado», si «la lluvia ha cesado» (Ct 2,11)..., la dulzura primaveral de la gracia espiritual nos indica que es llegado ya el momento de podar nuestra viña.. ¿Qué es lo que nos queda por hacer si no comprometernos enteramente en este trabajo?

Santiago Apóstol

Santiago, Apóstol (s. I ) Hijo de Zebedeo, hermano de Juan y del grupo de los Doce. Natural de Betsaida. Presenció los principales milagros realizados por el Señor. Su acción apostólica inicada en Judea llegó hasta los confines de Occidente.   

Vuelto a Palestina murió mártir por orden de Herodes en el año 44. Sus restos fueron trasladados a España a la ciudad que lleva su nombre, siendo su tumba uno de los puntos principales de peregrinación de toda la cristiandad.   Epístola del Apóstol Santiago  (análisis)  La carta de Santiago es la primera entre las siete Epístolas Católicas, llamadas así porque no tienen generalmente destinatario especial y se dirigen universalmente a toda la cristiandad. San Jerónimo las caracteriza como sigue: «... Son tan ricas en misterios como sucintas, tan breves como largas: breves en palabras y largas en sentencias. De modo que habrá pocos que al leerlas no tropiecen con algunos lugares obscuros....»    El autor, que se da a si mismo el nombre de  «Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo», es el  apóstol Santiago el Menor, hijo de Alfeo y de Cleofás (Mat. 10, 3) y de María (Mat. 27, 56), hermana es decir, pariente, de la Santísima Virgen.   Por su parentesco con Jesucristo, Santiago a veces es llamado hermano del Señor (Gál. 1, 19);  cfr. Mat. 13, 55 y Mar. 6, 3 ). Tiene también el honor de ser contado entre las columnas, o Apóstoles que gozaban de mayor prestigio en la Iglesia (Gál. 2, 9 ). Por la santidad de su vida ejercía grandísima influencia, especialmente sobre los judíos, pues entre ellos ejerció el ministerio como Obispo de Jerusalén. Murió martir el año 44.   Escribió la carta no mucho antes de padecer el martirio, y con el motivo de fortalecer a los cristianos, convertidos del judaísmo, que a causa de la persecución estaban en peligro de perder la fe y entregarse a una vida desenfrenada. Dirígese, por tanto, a  « las doces tribus que  viven dispersas «, esto es, a todos los hebreo-cristianos dentro y fuera de Palestina ( cfr. Rom. 10, 18 ). El estilo es conciso, sentencioso y rico en imágenes, desarrolladas en un ambiente de espiritualidad. Por ser un documento apostólico del amor a los pobres y explotados, esta carta se llama con toda razón el Evangelio social.

Oremos  

Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que Santiago fuera el primero de entre los apóstoles en derramar su sangre por la predicación del Evangelio, fortalece a tu Iglesia con el testimonio de su martirio y confórtala con su valiosa protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

San Felipe Apóstol

Fiesta de los santos Felipe y Santiago, apóstoles. Felipe, que, al igual que Pedro y Andrés, había nacido en Betsaida y era discípulo de Juan Bautista, fue llamado por el Señor para que lo siguiera. Santiago, por su parte, era hijo de Alfeo, de sobrenombre “Justo”, considerado en Occidente como el pariente del Señor, fue el primero que rigió la Iglesia de Jerusalén, y cuando se suscitó la controversia sobre la circuncisión, se adhirió al parecer de Pedro, para que no fuera impuesto a los discípulos venidos de la gentilidad aquel antiguo yugo. Muy pronto coronó su apostolado con el martirio (s. I).

Oremos
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos, y lo tenían todo en común; vendían  posesiones y bienes, y lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno. Hch 2, 42-45

Concédenos, Señor todopoderoso, que el ejemplo de San Felipe nos estimule a una vida más perfecta y que cuantos celebramos su fiesta sepamos también imitar sus ejemplos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Calendario de  Fiestas Marianas: Nuestra Señora de los Milagros en la Iglesia de  Nuestra Señora de la Paz, Roma (1483).

3 de mayo 2015 Domingo V Pascua Hch 9, 26-31

Cuando Pablo vuelve a Jerusalén, después de hacer la experiencia de su conversión, y, recordando el apasionamiento que antes obraba contra los cristianos, parece lógico que fuera recibido con recelo; el texto nos dice que: "todos los rehuían». Pero también nos hace saber que Bernabé supo acogerlo e incorporarlo a la comunidad creyente. ¿Qué hacemos nosotros para incorporar, en nuestras comunidades, quienes se habían alejado? Señor, que tengamos un corazón verdaderamente acogedor.

Lectio Divina V Domingo de Pascua
Quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto (Juan 15, 1-8)
Guía para estudiar, conversar y orar el evangelio del domingo utilizando el método de la Lectio Divina


PRIMERA LECTURA: 
Hechos 9, 26-31

SALMO RESPONSORIAL: Salmo 21
SEGUNDA LECTURA: 1 Juan 3,18-24

Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
 Amén

TEXTO BIBLICO: Juan 15, 1-8

15,1: Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. 15,2: Él corta los sarmientos que en mí no dan fruto; los que dan fruto los poda, para que den aún más.
15,3: Ustedes ya están limpios por la palabra que les he anunciado.
15,4: Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
15,5: Yo soy la vid, ustedes los sarmientos: quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada.
15,6: Si uno no permanece en mí, lo tirarán afuera como el sarmiento y se secará: los toman, los echan al fuego y se queman.
15,7: Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pedirán lo que quieran y lo obtendrán. 15,8: Mi Padre será glorificado si dan fruto abundante y son mis discípulos.

BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.
Este domingo, el quinto de Pascua, oramos con el texto del Evangelista San Juan.  Recordemos en primer lugar que este Evangelio tenía como destinatarios a las comunidades cristianas del Asia Menor, y gira entorno al tema fundamental: Jesús es el Enviado de Dios. A la vez que este Evangelio presenta grandes elementos o imágenes, entre ellas el agua, el vino, el pan, el pastor; y en el Evangelio de este domingo esta presente la imagen de la Vid.

En el antiguo testamento la Viña era la imagen que representaba al pueblo de Israel, la Esposa, elegida y cuidada por Dios a lo largo de la historia. Al leer Isaías 5, 1-7, encontramos el poema de la Viña, el profeta comienza resaltando el amor por ella, y culmina intempestivamente condenando su iniquidad. Esto es una prefiguración de la infidelidad de la Esposa para con Dios, de la que se esperaban muchos y buenos frutos que no supo dar.

Es por ello que en el Nuevo Testamento, la Vid ya no es imagen de Israel, sino que esta se ve identificada con los viñadores homicidas (Marcos 12, 1-12) Aquellos que como expresan, han matado a los profetas que envió el Padre.

El Evangelio de hoy comienza diciendo: “Yo Soy la Vid verdadera”, recordemos que la expresión “Yo Soy”, expresaba la identidad de Dios y se vinculaba a su nombre, como el Ser por encima de cualquier otro. Es el nombre que le dijo Dios a Moisés cuando le preguntó quién era y este respondió “Yo soy” (que en hebreo es de cuatro letras consonantes YHWH)

Jesús es la Vid verdadera, el Hijo de Dios se identifica con la Vid, el mismo se ha convertido en Vid, se ha dejado plantar en la tierra por su Padre el viñador; para dar vida en él. Los sarmientos son las ramas de la Vid, donde brotan hojas y racimos, es decir los frutos. Si éstos no están unidos al tronco principal, la savia de la planta no llega y por lo tanto no produce ni hojas ni frutos. Llegado el momento oportuno, el viñador poda a los sarmientos, esta implica dolor y perdida, pero es necesaria para que crezcan con fuerza  produzcan más frutos.

La centralidad del Evangelio de hoy, que nos pone a nosotros en el lugar de sarmientos, y al Señor como la Vid verdadera, es una invitación a permanecer adheridos al Padre, porque los sarmientos para dar frutos tienen que estar unidos  a la Vid, por lo contrario se secan y no dan frutos, por lo que son recogidos y tirados al fuego.

La Vid y los sarmientos, es la figura de la vida en Cristo. Los discípulos del Señor serán reconocidos por sus frutos, esta es la Gloria de Dios.
Reconstruimos el texto:

  • ¿Cómo comienza este relato?
  • ¿Quién dice Jesús que es la verdadera Vid?
  • ¿Quién es el Viñador? ¿Qué hace este?
  • ¿Cuál es la invitación que realiza Jesús?
  • ¿Porque es fundamental que el sarmiento este unido a la Vid?
  • ¿Qué ocurre con aquel que no permanece en la Vid? ¿Y con el que permanece?
  • ¿En que consiste la Gloria de Dios?

2.- MEDITACION: ¿Qué me o nos dice Dios  en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  • ¿Soy consciente de que por el bautismo, fui configurado partícipe de la Misión de Cristo, la Vid verdadera?
  • ¿Cómo es mi permanencia en el Señor: es una permanencia comodista y pasiva? ¿O por lo contrario, es permanencia en el amor, que me lleva a comunicar las bondades del Señor?
  • ¿Qué clase de sarmiento soy? ¿Soy sarmiento vigoroso, que transporta y comunica Vida? ¿Soy sarmiento quebrado, y que se seca a causa del pecado, es decir por apartarse de la Vid?
  • ¿En que momento de mí vida, experimente que fui “podado” por el Señor? ¿Qué fue eso que dejo de existir a causa de la poda? ¿Qué cambio en mí? ¿Entendí que la poda es necesaria para poder dar frutos?
  • La Gloria de Dios consiste en ser sus discípulos y que estos den frutos. ¿Al examinar mi discipular misionero, soy sarmiento estéril o fértil? ¿Cuáles son lo frutos que doy al Señor? ¿Cuáles son lo frutos que sé que debo dar, y todavía no he logrado hacerlo?
  • ¿Tengo presente que el que cosecha mis frutos es Dios Padre, el “Viñador”? ¿De que manera me interpela esto.

 

3.- ORACION: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

QUIERO SER SARMIENTO DE TU VIÑA, SEÑOR

Quiero ser verdadero sarmiento, sarmiento que permanece pegado a la parra que lo sostiene, y que, por ella, recibe el alimento para mantenerse vivo y fecundo.

Quiero ser sarmiento que se limpia de todo aquello que le amenaza arrancarlo de la vid, de la vid que le da la savia verdadera para fertilizarse y dar hermosos frutos.

Quiero ser sarmiento que recibe la poda necesaria para quedar siempre bien injertado en la vid, sin peligro de ser arrancado por los temporales, la sequía o las malas hierbas que lo destruyen y alejan de su tronco verdadero.

Quiero ser injerto tuyo, Dios mío, para que nunca tu Gracia queda cortada en el camino a mi corazón, y siempre esté regado por tu bendición y tu compasión. Quiero ser sarmiento que vive de su Viña y que da los frutos que la Viña espera. Buenos frutos que sacian el hambre y la sed de los que se acercan a ella.

Amén.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría.  Añadimos nuestras intenciones de oración.

4.- CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:

«Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes»
(Versículo 4)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Y piensa en una acción concreta, para hacer carne la palabra del día de hoy. Una acción que me lleve a ser sarmiento vigoroso, que comunique lo bella y alegre que es la vida en Cristo, la Vid verdadera. Por lo tanto voy a visitar enfermos, voy a ir a aquellos privados de libertad o a realizar una obra de caridad, que es el fruto que daré para responder activamente a la Palabra de Dios

En el grupo, proponemos una acción o actividad en común que nos identifique como discípulos de Jesús, recordemos que nos manifestó que la Gloria del Padre esto en esto, y en dar frutos. En este tiempo Pascual es un buen momento para ser testigos de la alegría de la resurrección. Nos atrevemos a comunicar la alegría del Evangelio. Visitaremos como grupo a alguna familia que necesite ayuda en su casa, como reparación, limpieza, alguna actividad humilde. O también visitar huérfanos, enfermos… algo que demuestre que sí somos testigos de Cristo

¿Como debemos interpretar los azarosos, impredecibles, inesperados y a veces decepcionantes, cursos de nuestras vidas? ¿Qué pasa cuando la enfermedad, o un descalabro económico nos obliga a reconsiderar lo que queremos de nuestra vida, cuando maestros o tutores nos invitan a cultivar talentos que ni intuíamos que teníamos, cuando nuestros jefes nos invitan a emprender caminos nuevos en nuestras carreras profesionales, cuando los amigos nos señalan oportunidades nuevas que no sabíamos, o cuando nos empeñamos en seguir pasiones personales en contra del sentido común y de las opiniones de los demás, sólo con la confianza de que el éxito está a tocar? ¿Es que en todos estos casos simplemente reivindicamos el ingenio humano, la resistencia, la fortaleza y la imaginación? O es Dios quien también trabaja de una manera inefable, como dice Hopkins, "presente en diez mil lugares"? O porque no ambas cosas a la vez?

Francisco saluda desde la ventana

"Somos sarmientos unidos a la única vid que es Cristo"
Francisco pide que se defienda y proteja especialmente a los niños

Invita a "amar a nuestros hermanos, especialmente a los más pobres"

José Manuel Vidal, 03 de mayo de 2015 a las 11:49

Que seamos sarmientos vivos en la Iglesia y que testimoniemos la fe con nuestra vida coherente

(José M. Vidal).-Regina Coeli del Papa Francisco, que aprovecha la cátedra de la ventana para explicar que los cristianos "somos sarmientos en la única vid de Cristo". Y, ante una plaza de San Pedro realmente abarrotada, invita a los cristianos a mantenerse unidos a la Vid, para "dar frutos" de vida coherente, al tiempo que suplica que se defienda y proteja "especialmente a los niños", víctimas de violencia en el mundo.

Algunas frases del Papa
"El Evangelio de Jesús nos presenta la última cena"
"Todos podemos unirnos a Jesús de una forma nueva"
"Si perdemos esta comunión con él, seremos estériles"
"¿Cuál es la forma nueva?"
"Jesús utiliza la imagen de la vid y de los sarmientos"
"Con esta figura nos enseña cómo permanecer unidos a Él"
"Nosotros somos los sarmientos"
"Los sarmientos no son autosuficientes, dependen totalmente de la vid"
"Unidos con el Señor mediante la oración, los sacramentos, la lectura del Evangelio..."
"Si uno está unido a Jesús goza de los dones del Espíritu Santo"
"Los frutos de la unión con Jesús con maravillosos"
"La vida de Cristo es nuestra"
"Podemos amar a nuestros hermanos, especialmente a los más pobres, como Él hizo"
"Cada uno de nosotros es un sarmiento de la única vid"
"Que seamos sarmientos vivos en la Iglesia y que testimoniemos la fe con nuestra vida coherente"

Texto íntegro de la aalabras del Papa antes del rezo de Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús durante la Última Cena, en el momento en el que sabe que la muerte está ya cercana. Ha llegado su "hora". Por última vez Él está con sus discípulos, y entonces quiere imprimir bien en sus mentes una verdad fundamental: también cuando Él no estará más físicamente en medio a ellos, podrán permanecer aún unidos a Él de una manera nueva, y así dar mucho fruto. Todos podemos permanecer unidos a Jesús de manera nueva. Si por el contrario uno perdiese la comunión con Él, se volvería estéril, es más, dañino para la comunidad. Y para expresar esta realidad Jesús usa la imagen de la vid y de los sarmientos: «Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos» (Jn 15, 4-5). Y con esta figura nos enseña a permanecer unidos a Él.

Jesús es la vid, y a través de Él - como la linfa en el árbol - pasa a los sarmientos el amor mismo de Dios, el Espíritu Santo. Precisamente: nosotros somos los sarmientos, y a través de esta parábola Jesús quiere hacernos entender la importancia de permanecer unidos a Él. Los sarmientos no son autosuficientes, sino dependen totalmente de la vid, en donde se encuentra la fuente de su vida. Es así para nosotros cristianos. Injertados en Cristo con el Bautismo, hemos recibido gratuitamente de Él el don de la vida nueva; y gracias a la Iglesia podemos permanecer en comunión vital con Cristo. Es necesario mantenerse fieles al Bautismo, y crecer en la amistad con el Señor mediante la oración, la escucha y la docilidad a su Palabra, leer el Evangelio, la participación a los Sacramentos, especialmente a la Eucaristía y a la Reconciliación.

Si uno está íntimamente unido a Jesús, goza de los dones del Espíritu Santo, que - como nos dice san Pablo - son «amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia» (Gal 5,22); y en consecuencia hace tanto bien al prójimo y a la sociedad, como un verdadero cristiano. De estas actitudes, de hecho, se reconoce que uno es un verdadero cristiano, así como por los frutos se reconoce al árbol. Los frutos de esta unión profunda con Jesús son maravillosos: toda nuestra persona es trasformada por la gracia del Espíritu: alma, inteligencia, voluntad, afectos, y también el cuerpo, porque somos unidad de espíritu y cuerpo. Recibimos un nuevo modo de ser, la vida de Cristo se convierte también en la nuestra: podemos pensar como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús. Entonces, con su corazón, como Él lo ha hecho, podemos amar a nuestros hermanos, a partir de los más pobres y sufrientes, y así dar al mundo frutos de bondad, de caridad y de paz. Cada uno de nosotros es un sarmiento de la única vid; y todos juntos estamos llamados a llevar los frutos de esta pertenencia común a Cristo y a la Iglesia. Confiémonos a la intercesión de la Virgen María, para que podamos ser sarmientos vivos en la Iglesia y testimoniar de manera coherente nuestra fe, coherencia de vida y de pensamiento. De vida y de fe. Conscientes que todos, según nuestras vocaciones particulares, participamos de la única misión salvífica de Jesucristo, el Señor.

Palabras del Papa después del rezo mariano:
Queridos hermanos y hermanas,

Provenientes de Italia y de tantas partes del mundo, ¡a todos y cada uno de ustedes les dirijo un cordial saludo!

Ayer en Turín fue proclamado Beato Luigi Bordino, laico consagrado de la Congregación de los Hermanos de San José Benito Cottolengo. Él dedicó su vida a las personas enfermas y a los que sufren, y se prodigó sin descanso a favor de los más pobres, medicando y lavando sus llagas. Agradezcamos al Señor por este humilde y generoso discípulo.

Un saludo especial va hoy a la Asociación Méter, en la Jornada de los niños víctimas de la violencia. Les agradezco su compromiso con el que buscan prevenir estos crímenes. Todos debemos empeñarnos para que cada persona humana -y especialmente los niños- esté siempre defendida y protegida.

Saludo con efecto a todos los peregrinos hoy presentes, ¡de verdad son muchos como para nombrar cada grupo! Pero al menos espero que el coro San Bagio, cante un poco, ¡eh! Saludo a aquellos provenientes de Ámsterdam, Zagreb, Litija (en Eslovenia), Madrid, y Lugo también en España. Acojo con alegría a tantísimos italianos: las parroquias, las asociaciones y las escuelas. Un pensamiento particular para los chichos y las chicas que han recibido la Confirmación.

A todos les deseo un buen domingo. Por favor, no olviden rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

La vid y los sarmientos

Juan 15, 1-8 5o. Domingo Pascua B. Si queremos tener vida en nosotros y llevar frutos de vida eterna, tenemos que permanecer siempre unidos a Cristo.

Oración introductoria
Señor, Tú eres la vid que me sostiene, el dueño y guía de toda mi existencia. Sin Ti no puedo dar fruto. Poda todo aquello que estorbe mi crecimiento. Que esta oración me descubra lo que necesito purificar, mejorar y/o enmendar, para dar el fruto abundante que, con tu gracia, puedo dar.

Petición
Jesús, no permitas que me separe de Ti y me seque, porque entonces mi vida, no tendrá ningún sentido.

Meditación del Papa Francisco
Hoy la Palabra de Dios presenta la imagen de la viña como símbolo del pueblo que el Señor ha elegido. Como una viña, el pueblo requiere mucho cuidado, requiere un amor paciente y fiel. Así hace Dios con nosotros, y así somos llamados a hacer nosotros, Pastores. También cuidar de la familia es una forma de trabajar en la viña del Señor, para que produzca los frutos del Reino de Dios.

Pero para que la familia pueda caminar bien, con confianza y esperanza, es necesaria que esté nutrida por la Palabra de Dios. […] ¡Una Biblia en cada familia! ¡Una Biblia en cada familia! 'Pero padre, nosotros tenemos dos, tenemos tres'. 'Pero, ¿dónde las tenéis escondidas?' La Biblia no es para ponerla en una estantería, sino para tenerla a mano, para leerla a menudo, cada día, ya sea de forma individual o juntos, marido y mujer, padres e hijos, quizá en la noche, especialmente el domingo. Así la familia crece, camina, con la luz y la fuerza de la Palabra de Dios.  » (S.S. Francisco, Ángelus, 5 de octubre de 2014).

Reflexión
Parece increíble que el Señor, en el Evangelio, con tan pocas palabras y con tanta sencillez, nos revele misterios tan profundos y tan sublimes. En este domingo nos habla, con una bella imagen de la vida campestre, de una de las realidades más hondas de nuestra vida cristiana: el misterio de nuestra inserción a Él por la gracia.

"Yo soy la Vid y vosotros los sarmientos". Nuestro Señor expuso esta alegoría a sus apóstoles la noche de la Ultima Cena, y con ella nos introduce a todos los cristianos en el seno de su intimidad divina. Nos está diciendo que estamos unidos a Él con un vínculo tan profundo y tan vital como los sarmientos están unidos a la vid. El sarmiento es una parte de la vid, una especie de -emanación- de la misma. Y por ambos corre la misma savia. Los sarmientos y la vid no son la misma e idéntica realidad -como no lo son la raíz y el tallo, aunque forman un único árbol-; son, más bien, la prolongación de la vid. De esta manera, nuestra unión con Cristo es un bello reflejo -pero muy lejano- de la misma vida trinitaria. Dios nos ha amado tanto que quiso hacernos partícipes de su naturaleza divina, como nos dice san Pedro en su segunda carta (II Pe 1,4) y nos creó para gozar de la comunión de vida con Él (Gaudium et Spes, 19).

¡No podía ser más íntima nuestra inserción a la persona de Cristo! Diría yo que es todavía más profunda y vital que la unión que existe entre la madre y el bebé que lleva en su seno.

La criatura recibe todo de la madre: sangre, alimento, calor, respiración, pero el niño tiene que separarse de la madre en un momento dado para seguir viviendo y poder crecer y desarrollarse. Más aún, moriría si permaneciera en el vientre más tiempo del estrictamente necesario. En cambio con los sarmientos no sucede así, sino al revés: tienen que estar siempre unidos a la vid para seguir viviendo y para poder dar fruto. ¡Así de total y definitiva es nuestra unión y dependencia de Cristo!

Pero, por supuesto que no se trata de una unión física, sino espiritual y mística –que no significa por ello menos real, como si sólo fuera real lo que se ve o se toca–. La unión del amor que nos une a nuestro Señor Jesucristo es infinitamente más fuerte y poderosa que la cadena más gruesa e irrompible del universo. ¡Tan fuertes son las cadenas del amor! Pero todo ha sido por mérito y benevolencia de Cristo hacia nosotros. Ha sido su amor gratuito y misericordioso el que nos ha comprado y redimido, a través de su sangre preciosa -como nos recuerda también el apóstol Pedro (I Pe 1, 18-20)- y nos ha unido indisolublemente a su persona y a su misma vida. ¡Qué regalo tan incomparable!

Pero esta unión se puede llegar a romper por culpa nuestra, por negligencia, por ingratitud, por soberbia o por los caprichos de nuestro egoísmo y sensualidad. Sí. Y en esto consiste el pecado: en rechazar la amistad de Dios y la unión con Cristo a la que hemos sido llamados por amor, por vocación, desde toda la eternidad, desde el día de nuestra creación y del propio bautismo. Y es que nuestro Señor no obliga a nadie a permanecer unido a Él.

Respeta nuestra libertad y capacidad de elección, también porque nos ama. Un amor por coacción no es amor. Nadie, ni siquiera el mismo Dios, puede obligarnos a amar a alguien contra nuestra voluntad. Ni siquiera a Él. Nos deja en libertad para optar por Él o para darle la espalda e ir contra Él, si queremos. ¡Qué misterio!

¡Ah! Pero eso sí: si queremos tener vida en nosotros y llevar frutos de vida eterna, necesariamente tenemos que permanecer siempre unidos a Cristo: "Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí". Las palabras de Cristo son clarísimas. Y con la imagen agrícola que emplea el Señor adquieren aún más fuerza plástica. Es imposible que un sarmiento apartado de la vid dé uvas, como tampoco puede dar manzanas una rama seca, separada del árbol. Un sarmiento así no sirve ya para nada, más que para tirarlo fuera y para hacer una hoguera. Le pasa lo mismo que a la sal que pierde su sabor (Mt 5,13); y la higuera estéril, sin frutos, es cortada y echada al fuego para que arda (Lc 13,7).

"Yo soy la Vid -nos dice nuestro Señor-. Vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada". Nada. ¡Cuánta necesidad tenemos de Él para poder vivir! Mucha más de la que el bebé tiene de su propia madre. Sólo si permanecemos unidos a Cristo, podemos hacer algo de provecho para los demás y para nosotros.

Y, ¿cómo podemos permanecer unidos a Cristo? Por el amor a Él y por la vida de gracia santificante: evitando el pecado, frecuentando los sacramentos, intensificando nuestra vida de oración, procurando cumplir la santísima voluntad de Dios en cada jornada y practicando el precepto de la caridad.

Propósito
Ofrecer un sacrificio para que alguien que persiga a la Iglesia, tenga la experiencia de su amor.

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