«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor»
- 10 Mayo 2015
- 10 Mayo 2015
- 10 Mayo 2015
No desviarnos del amor
6 Pascua - B
(Juan 15,9-17)
10 de mayo 2015
El evangelista Juan pone en boca de Jesús un largo discurso de despedida en el que se recogen, con una intensidad especial, algunos rasgos fundamentales que han de recordar sus discípulos a lo largo de los tiempos para ser fieles a su persona y a su proyecto. También en nuestros días.
«Permaneced en mi amor». Es lo primero. No se trata solo de vivir en una religión, sino de vivir en el amor con que nos ama Jesús, el amor que recibe del Padre. Ser cristiano no es en primer lugar un asunto doctrinal, sino una cuestión de amor. A lo largo de los siglos, los discípulos conocerán incertidumbres, conflictos y dificultades de todo orden. Lo importante será siempre no desviarse del amor.
Permanecer en el amor de Jesús no es algo teórico ni vacío de contenido. Consiste en «guardar sus mandamientos», que él mismo resume enseguida en el mandato del amor fraterno: «Este es mi mandamiento; que os améis unos a otros como yo os he amado». El cristiano encuentra en su religión muchos mandamientos. Su origen, su naturaleza y su importancia son diversos y desiguales. Con el paso del tiempo, las normas se multiplican. Solo del mandato del amor dice Jesús: «Este mandato es el mío». En cualquier época y situación, lo decisivo para el cristianismo es no salirse del amor fraterno.
Jesús no presenta este mandato del amor como una ley que ha de regir nuestra vida haciéndola más dura y pesada, sino como una fuente de alegría: «Os hablo de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud». Cuando entre nosotros falta verdadero amor, se crea un vacío que nada ni nadie puede llenar de alegría.
Sin amor no es posible dar pasos hacia un cristianismo más abierto, cordial, alegre, sencillo y amable donde podamos vivir como «amigos» de Jesús, según la expresión evangélica. No sabremos cómo generar alegría. Aún sin quererlo, seguiremos cultivando un cristianismo triste, lleno de quejas, resentimientos, lamentos y desazón.
A nuestro cristianismo le falta, con frecuencia, la alegría de lo que se hace y se vive con amor. A nuestro seguimiento a Jesucristo le falta el entusiasmo de la innovación, y le sobra la tristeza de lo que se repite sin la convicción de estar reproduciendo lo que Jesús quería de nosotros.
José Antonio Pagola
VI DOMINGO DE PASCUA (Act 10, 25-26. 34-35. 44-48; Sal 97; 1Jn 4, 7-10; Jn 15, 9-17)
AMADOS DE DIOS
Pocos días como hoy concurren las lecturas con tanta fuerza y evidencia para afirmar el núcleo de la revelación: “Dios es amor” (1Jn 4, 7). Quizá no valoramos la expresión suficientemente, por ser manida y estar un tanto gastada, como si fuera fórmula aprendida del catecismo.
Y sin embargo, cuando uno experimenta en propia carne que Dios no lleva cuentas del mal, que perdona y “no hace distinciones” (Act 10, 34 ), seas de la nación que seas, que te quiere por ti mismo, se llega a ser consciente de que el amor de Dios no depende de la propia respuesta, ni siquiera de la fidelidad que tengamos, porque “en esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como victima de propiciación por nuestros pecados (1Jn 4,10).
Si descubres que el amor con el que eres amado, no es de compromiso, ni pasajero, sino que Jesucristo afirma: “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor” (Jn 15, 9), ¿qué resistencia cabe ante tal derroche de amor y declaración de fidelidad?
Te puedo asegurar que si en algún momento de tu vida percibes en tu corazón la brisa del amor divino, quedarás conmovido como el profeta, postrado por sobrecogimiento, al mismo tiempo que sentirás la anchura interior y el abrazo envolvente de la misericordia.
Deja que entre en ti la declaración de amor más sincera, estable, gratuita, regeneradora, fiel, permanente, la declaración divina, y nada será igual. La existencia de cada uno de nosotros transcurre en la diferencia entre mendigar amor o en sabernos amados, en caminar heridos de nostalgia, o remecidos de agradecimiento. ¡Que distinto es levantarse cada mañana, sabiendo que alguien te mira, te espera, te acompaña, te quiere, de no saber para qué ni para quién vives! “Tú eres amado”. Te puedo asegurar que estas palabras cambiaron mi vida, aunque por torpeza a veces las olvide, pero cuando se han grabado en el corazón en momentos de intensa soledad, siempre cabe volver a ellas. Se reconoce que son sinceras, restauradoras, discretas y, como cuando después de una gran sequía vuelven las lluvias suaves y templadas, todo el ser se estremece y le parece soñar, pero es verdad. ¡Somos amados!
No desperdicies la generosidad de Dios, de ella depende que gustes la felicidad posible en esta vida. Te lo deseo.
Evangelio según San Juan 15,9-17.
Jesús dijo a sus discípulos: «Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.» Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Tratados sobre S. Juan, nº 65; CCl 36, 490
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor»
El Señor Jesús afirma que da a sus discípulos un mandamiento nuevo, el del amor mutuo... ¿Es que este mandamiento no existía ya en la ley antigua puesto que en ella está escrito: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»? (Lv 19,18) ¿Por qué, pues, el Señor lo llama nuevo cuando, evidentemente, es ya tan antiguo? ¿Acaso es un mandamiento nuevo porque nos despoja del hombre antiguo y nos reviste del hombre nuevo? (Ef 4,24).
Ciertamente, el hombre que escucha este mandamiento, o mejor aún, el que lo obedece, no se renueva por un amor cualquiera sino por aquel amor que el mismo Señor distingue cuidadosamente del amor puramente natural cuando precisa: «Como yo os he amado»...
Cristo, pues, nos ha dado el mandamiento de amarnos los unos a los otros tal como Él nos ha amado; es este el amor que nos renueva, que hace de nosotros hombres nuevos, los herederos de la nueva alianza, los cantores del «cántico nuevo» (Salmo 95,1).
Éste amor, hermanos muy queridos, ha llegado incluso a renovar a los justos de otros tiempos, a los patriarcas y a los profetas, tal como más tarde ha renovado a los santos apóstoles. Es él el que actualmente renueva las naciones paganas. De entre todo el género humano, dispersado por toda la tierra, este amor suscita y reúne al pueblo nuevo, el cuerpo de la nueva Esposa del Hijo de Dios.
San Damián Veuster
San Damián de Veuster. Damián nació en Tremelo, Bélgica el 3 de enero de 1840. Era el séptimo de 7 hermanos. Desde muy pequeño se distinguió por su piedad. Al mismo tiempo le gustaba mucho jugar y sobre todo correr. A la edad de 19 años decidió entrar en la Congregación de los Sagrados Corazones. Sobre su carpeta escribió: "silencio, presencia de Dios, oración". Amaba mucho la adoración nocturna del Santísimo Sacramento. Años después escribiría que sin ella "no hubiera podido perseverar en asociar mi suerte a la de los leprosos en Molokai". Amaba rezar delante de la imagen de San Francisco Javier. Todos los días le pedía la gracia de ser enviado un día a la misión. Finalmente en 1863 su sueño se hizo realidad. Partió del puerto de Brema, en Alemania hacia las Islas Hawai. El viaje duró 139 días. A partir de ése momento pasará 25 años de su vida en estas islas, cuidando de los leprosos. En la isla sirviendo a los leprosos practicó todos los oficios que pudo: médico, carpintero, albañil, cocinero, maestro, etc. Muchos leprosos no tenían ni dedos ni manos, así que el P. Damián incluso les construía el ataúd y excavaba las tumbas. Si bien tenía un temperamento irritable hacia todo aquello que estorbara sus deberes sacerdotales, él se volvía niño con los niños. Tenía mucho carisma, y no sólo daba, sino que daba con amor. Los niños eran los predilectos del P. Damián. Ellos encontraron en él un padre y una madre que los amaba. Su casa estaba siempre llena de niños leprosos que comían con él. Eran su verdadera familia. Tomaba a los niños en brazos, incluso cuando sus llagas estaban sin vendas. Decía: "El cuerpo se corrompe rápidamente es sólo el alma que cuenta". Hizo siempre de todo para garantizar a sus niños un verdadero hogar. El orfelinato siempre estuvo al centro de sus atenciones. Había creado un bellísimo coro de niños. A su hermano escribía: "mis niños cantan como si fuesen músicos expertos. La tuberculosis y la muerte han preparado las voces más bellas de mi coro". Decía: "No estén preocupados por mi, porque cuando se sirve a Dios se es feliz en todas partes". En 1885 le fue diagnosticada la enfermedad. Había contraído la lepra. Murió cuatro años después. Era el 15 de Abril de 1889.
Oremos: “TENGO MI CONSOLACIÓN EN EL ÚNICO COMPAÑERO QUE NO ME ABANDONA NUNCA”, DECÍA HABLANDO DE LA PRESENCIA REAL DE CRISTO EN EL TABERNÁCULO. LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA ES EL PAN DE TODOS LOS DÍAS PARA LOS SACERDOTES Y PARA LOS CONSAGRADOS, LA FUERZA, PARA EL QUE QUIERE SER MISIONERO”
(S.S. Juan Pablo II, Homilía, Bruselas 4 de junio de 1995).
Calendario de Fiestas Marianas: Dedicaclión de Constantinopla a Nuestra Señora por Constantino el Grande (Siglo IV)
- Sexto Domingo - Tiempo Pascual Ac 10, 26-48; 1Jn 4,7-10; Jn 15, 9-17
Durante este tiempo de Pascua la liturgia nos propone algunos textos de S. Juan - de las cartas y del evangelio - que nos pueden dar como la clave de interpretación más profunda del misterio de nuestra salvación, que decimos que se ha obrado por la muerte y la resurrección y Jesucristo. Hoy se nos proponen dos textos verdaderamente culminantes, que realmente en el fondo de todo: por un lado hemos leído en la carta de Juan que el origen de todo es que "Dios es amor"; y en el Evangelio, - de boca de Jesús - que, si Dios es amor, debemos amarnos como él nos ama.
El verdadero "porqué de las cosas"
El fragmento de la carta de Juan que hemos leído se puede decir que es como el culmen de la revelación de Dios en la Biblia: todo lo que se nos dice de Dios en los libros sagrados, la creación, las complejidades de la historia de Israel y la de todos los pueblos, el sentido de la venida de Cristo como Dios mismo hecho hombre, su muerte y resurrección, todo proviene de una única realidad: de Dios que es Amor, del Dios que es amor y del Amor con mayúscula - que es Dios. Al principio de todo está el Amor total y absoluto, la absoluta auto donación libre y gratuita de ser y de vida de parte de Aquel que es ser y es vida, no cerrado sobre sí mismo, sino dándose en amor.
Se da en amor en el acto continuado y permanente de la creación de todo, y particularmente en el acto de la creación del hombre y de la mujer a su imagen; se da como amor en todos y cada uno de los acontecimientos de la historia de Israel, pero también en los de la historia de todos los pueblos llamados a formar finalmente el único Israel y el único pueblo de Dios; se da como amor al enviar a este mundo nuestro a su Hijo único Jesucristo, entregado por amor a nosotros hasta la muerte y resucitado por nosotros, porque no dudesen que Dios nos ama hasta la muerte y más allá de la muerte con la fuerza de vida de la resurrección ... Aquí tenemos la primera clave de interpretación de la salvación, que decimos que celebramos en la Pascua. ¿Qué queremos decir cuando decimos que hemos sido salvados por la resurrección de Jesucristo? Pues, queremos decir que nuestras vidas tienen sentido, porque Dios nos ama incondicionalmente, y que la prueba y muestra de ello es que él se ha entregado a nosotros en amor, y permitido que nosotros lo rechazamos y lo mató a la cruz, él ha triunfado de nuestra malicia y nos sigue amando ofreciéndonos vida: "Nadie tiene un amor tan grande como el que da la vida por aquel que ama", dirá el mismo St. Juan. Esto es lo que celebramos en la Pascua: el triunfo definitivo del amor de Dios sobre nuestra malicia, nuestra mezquindad ... o quizás nuestra simpleza egoísta! La Pascua es, ante todo, la fiesta del triunfo del Amor de Dios sobre nosotros y en nuestro favor: Dios aún nos ama, por más que la hayamos clavado en cruz, porque Él, que es Amor, sólo puede estimarse , ofrecer vida, darse, incondicionalmente, gratuitamente, generosamente. Primera clave de todo: podemos creer en Dios-Amor, que es auto donación gratuita de vida.
Si Dios nos ama así ... Si Dios nos ama así, nos dirá Jesús en las palabras de la última despedida, que hemos leído en el Evangelio, también nosotros debemos amarnos con Dios nos ama. El mandamiento cristiano del amor no es un precepto ético como sobreañadido: es algo que deriva directamente de lo que somos, puro objeto del amor gratuito de Dios. Existimos por el puro amor de Dios, y nuestra vida sólo tiene sentido y valor en el amor y para el amor. Negarse al amor es negar la existencia: la nuestra, la de los demás y la del mismo mundo. El amor es el constitutivo de nuestro existir como criaturas. La negación del amor es la negación de lo que somos. Esto es, en definitiva, lo que llamamos "pecado", negación de Dios y negación propia. Los textos fundamentales que hoy hemos leído nos piden una reflexión profunda sobre cómo podemos dar verdadero sentido a nuestras vidas. Debemos escoger entre vivir en el cierre sobre un mismo - la autoafirmación, la voluntad de posesión, la competencia contra los otros, en definitiva, el egoísmo que es la negación del amor - o podemos elegir, como nos enseñó y nos mandó Jesús, vivir en la donación de uno mismo para hacer crecer la vida de los demás. La vida no acaba de tener sentido hasta que uno empieza a darla. Como lo hace Jesús. Como lo hace Dios que es auto donación de Amor. El misterio pascual - la fe en la resurrección - añade una luz especial a esta invitación a la auto donación de uno mismo. Puede parecer que dar la vida se perdió la vida, es morir. Pero ya nos lo dijo Jesús, y nos lo hizo visible en su resurrección: el que se guarda la vida, la pierde; sólo el que la da la gana, en este mundo y para la vida eterna. Esta es la gran lección y la gran fuerza del misterio de la Pascua. Hoy somos invitados a preguntarnos si realmente estamos en la disposición de vivir en el cierre y en el egoísmo, como nos pide un ambiente social impregnado de "pecado", o si queremos vivir en la actitud básica de auto donación y de amor: como la actitud de Dios y de Jesús. Y eso no nos dé miedo: que en nuestras pequeñas decisión de cada día no nos movamos por el egoísmo veremos cómo brilla en nosotros ya nuestro alrededor la luz el poder de la Pascua. Veremos cómo se hace real la "salvación" que la fe nos hace proclamar.
Francisco, con Raúl Castro
Histórico encuentro de Francisco con el presidente de Cuba antes de su visita a la isla
Raúl Castro: "Si este Papa sigue así, regreso a la Iglesia católica"
"Doy las gracias al Santo Padre por su contribución al acercamiento entre Cuba y Estados Unidos"
Redacción, 10 de mayo de 2015 a las 13:15
- El Papa y Raúl Castro cerrarán en un encuentro con Obama durante su reunión
- Raúl Castro visita este domingo al Papa Francisco
Castro quiso agradecer al Santo Padre por el activo papel que desempeñó en favor de la mejora de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos de América
El presidente de Cuba, Raúl Castro, y el papa Francisco han mantenido este domingo una histórica reunión en Roma, donde el mandatario cubano ha agradecido al Pontífice su mediación a la hora de impulsar las relaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos, en un preludio de la visita del Papa a la isla el próximo mes de septiembre.
A pesar de que la visita de Castro no ha tenido carácter oficial y el contenido de la reunión permanecerá en secreto, han trascendido unas breves declaraciones del mandatario cubano, en las que ha aplaudido la intervención internacional del pontífice. "Doy las gracias al Santo Padre por su contribución al acercamiento entre Cuba y Estados Unidos", ha hecho saber Castro en declaraciones recogidas por el diario italiano La Reppublica.
Castro ha elogiado al Pontífice por "su sabiduría y su modestia", aseguró que lee "todos sus discursos" y dijo que "si sigue así", él mismo regresará a la Iglesia Católica. "Yo volveré a rezar y regreso a la Iglesia, y no lo digo en broma", comentó el presidente cubano en una comparecencia ante la prensa junto al primer ministro italiano, Matteo Renzi, con quien se entrevistó después de mantener una audiencia privada con el papa.
Tras el encuentro, celebrado en el estudio privado del Papa Francisco del Aula Pablo VI de Roma, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, ha confirmado que ambos han conversado sobre la futura visita del Pontífice a la isla y "la acogida que le impartirá el pueblo cubano".
Castro ha aludido durante la audiencia al drama de la inmigración en el Mediterráneo. Y lo ha hecho mediante un regalo que ha dado al Pontífice: un cuadro de grandes dimensiones del artista cubano Alexis Leyva Machado, Kcho, que representa una gran cruz hecha con varios barcos y un niño que reza ante ella.
El artista, presente en el acto tras la reunión privada de Castro, le ha explicado al Pontífice que quiso aludir a la tragedia que sufren millares de personas que intentan llegar a Europa desde el Norte de África. "¡Qué inspiración!", ha respondido Jorge Bergoglio al recibir el regalo, una ceremonia habitual en las visitas al pontífice y que en esta ocasión fue muy breve, de unos cinco minutos en total.
Castro también ha regalado al Papa una medalla que conmemora el 200 aniversario de la Catedral de La Habana, de la que solo existen 25 ejemplares. Para culminar la reunión, el Papa ha entregado a su invitado un medallón de San Martino y una copia de su exhortación apostólica 'Evangelii gaudium', uno de los más revolucionarios en tiempos recientes en el seno de la Iglesia Católica, donde el Papa critica el consumo de la sociedad capitalista y denuncia las injusticias del actual sistema económico.
Esta es la nota de la Santa Sede:
Según el comunicado del Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi SJ, el Santo Padre recibió en audiencia esta mañana al presidente de la República de Cuba, Raúl Castro Ruz. El encuentro tuvo lugar en el Estudio del Papa en el Aula Pablo VI.
Al llegar al "‘hongo" situado en la entrada posterior del Pablo VI, a las 9.30 am, el Presidente fue recibido por el Prefecto de la Casa Pontificia, S.E. Mons. Gaenswein, y saludado por el sustituto de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, S.E. Mons. Becciu, y por el Secretario para las Relaciones con los Estados, S.E. Mons. Gallagher.
P. Lombardi informa que luego tuvo lugar el encuentro personal con el Papa, en el estudio y que el encuentro que duró más de 50 minutos, fue muy cordial. El Presidente - como él mismo declaró a los periodistas antes de salir del Vaticano - quiso agradecer al Santo Padre por el activo papel que desempeñó en favor de la mejora de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos de América; además presentó al Papa los sentimientos del pueblo cubano en espera y preparación de su próxima visita a la Isla en el mes de septiembre.
A continuación - prosigue el informe - el Papa y el Presidente se dirigieron a la cercana ‘Auletta' para la presentación de la delegación que acompañó al Presidente, compuesta por una decena de personalidades, entre las cuales el Vicepresidente del Consejo de Ministros, el Ministro de Relaciones Exteriores y el Embajador ante la Santa Sede.
Fue significativo el intercambio de regalos; el Presidente ofreció al Papa una preciosa medalla conmemorativa de la Catedral de La Habana y un cuadro de arte contemporánea, que representa una gran cruz compuesta de restos de barcazas sobrepuestos, ante la cual se encuentra un migrante en oración. El artista cubano Kcho, que estaba presente, explicó al Papa que se inspiró en su gran compromiso en llevar a la atención mundial los problemas de los migrantes y refugiados, a partir de su famoso viaje a Lampedusa. El Papa donó al Presidente su exhortación apostólica Evangelii Gaudium y un gran medallón que representa a San Martín de Tours en el acto de cubrir a los pobres con su capa. El Papa señaló explícitamente que éste, es un regalo que hace particularmente con placer, porque recuerda no sólo el compromiso de ayudar y proteger a los pobres, sino también para promover activamente la dignidad.
El Presidente Castro y la Delegación dejaron el Vaticano un poco después de las 10:30.
¿María es Madre de Dios?
La divinidad del Señor Jesús no proviene de María, pero no por esto ella deja de ser verdaderamente Su Madre
Nos preguntan: ¿Es verdad que María no es madre de Dios, es solamente madre de Cristo, y que no puede ser madre de Dios porque Dios es infinito y eterno, y María no?
Isabel, en el pasaje de la visitación, llama a María "La madre de mi Señor" (Lc 1, 43). Ciertamente, el Señor es Jesús, quien es Dios mismo. Si aceptamos que María es verdadera y real madre del Señor Jesús, entonces Ella es, por tanto, verdadera y real Madre de Dios, puesto que el Señor Jesús es Dios mismo. Pretender que María es madre "solamente" del cuerpo físico del Señor es absurdo. El Señor Jesús es una persona completa. Pretender separar su divinidad y su humanidad es absurdo, y es una herejía conocida como nestorianismo, que dice que hay dos personas separadas en Cristo encarnado: una divina (el hijo de Dios) y otra humana (el hijo de María). La herejía fue condenada y la doctrina aclarada en el Concilio de Éfeso en el año 431.
Lógicamente, la divinidad del Señor Jesús no proviene de María, pero no por esto ella deja de ser verdaderamente Su Madre. Lo mismo sucede con nosotros: el alma inmortal que cada uno de nosotros posee proviene directamente de Dios, pero eso no significa que mi madre no sea verdadera madre mía. Hay que recordar que fue voluntad del Señor el haberse encarnado en una mujer, y que esa Mujer fuese su Madre. Dios no necesitaba una Madre, pero quiso actuar así en su plan de Salvación, y por su Voluntad María fue elegida como Madre de Dios "porque ninguna cosa es imposible para Dios" (Lc 1, 37)
Una sociedad sin madres sería inhumana
Con el amor de la Virgen María pedimos que sean bendecidas todas las madres, transmisoras del amor de Cristo
“Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4, 8), y cada persona puede decir que aprendió amar gracias a su mamá, nuestras madres son un instrumentos para conocer el amor, nos aman y enseñan estas bondades que son un regalo de Dios, y cumplimiento de su mandato: “que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (Juan 15, 12).
El papel de las madres en la sociedad, en la Iglesia, sigue siendo fundamental, por el testimonio que ofrecen al acercar sus hijos a Dios. Incluso siguiendo el ejemplo de la Madre Iglesia que acobija misericordiosamente a su hijos. Pero de una manera especial toman el ejemplo de la Virgen Madre de Dios que con amor incondicional testimonió el amor de Jesucristo.
El mes de mayo, es dedicado con especial veneración a la Virgen María, de cuyo testimonio las madres también han de plantearse la misión de invitar a sus hijos a cumplir la voluntad de Dios. Recordemos las palabras de María en las bodas de Cana: “hagan lo que Él les diga”. Cumpliendo una función maternal, en relación a la misión de su Hijo, nos lleva a vivir en el amor de Cristo.
Así como el amor de la Virgen María que nos conduce a Jesucristo, de la misma manera las madres de familia cumplen una función muy importante. Decía el Papa Francisco en la Catequesis, del 7 de enero del 2015: “Una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana, porque las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral. Las madres transmiten a menudo también el sentido más profundo de la práctica religiosa: en las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que aprende un niño, está inscrito el valor de la fe en la vida de un ser humano”.
Con el amor de la Virgen María, pedimos que sean bendecidas todas las madres. Porque sabemos que con el amor que transmiten de Cristo bendicen a todos los hijos, enseñándoles a ser discípulos de quien no nos llama siervos sino amigos, porque de la misma manera nos ha revelado su amor a través de una Madre.
Como hijo nos unimos al agradecimiento de San Juan Pablo II, expresado en su Carta a las Mujeres (1995): “Te doy gracias mujer-madre, que te conviertes en el seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida”.
El Papa en el Regina Coeli: 'El amor de Dios se realiza en el amor al prójimo' Fecha: 10 de Mayo de 2015
Este domingo, el papa Francisco rezó la oración del Regina Coeli desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro. Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy --Juan, capítulo 15-- nos conduce al Cenáculo, donde escuchamos el mandamiento nuevo de Jesús, dice así: “Este es mi mandamiento, que os améis los unos a los otros como yo os he amado”. Y, pensando en el sacrificio de la cruz ya inminente, añade: “Nadie tiene un amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”. Estas palabras, pronunciadas durante la Última Cena, resumen todo el mensaje de Jesús; es más, resumen todo lo que Él ha hecho: Jesús dio la vida por sus amigos. Amigos que no le habían entendido, que en el momento crucial le abandonaron, traicionaron y renegaron. Esto nos dice que Él nos ama, a pesar de no merecer su amor. Así nos ama Jesús.
De esta manera, Jesús nos muestra el camino para seguirle, el camino del amor. Su mandamiento no es un simple precepto, que siempre es algo abstracto o ajeno a la vida. El mandamiento de Cristo es nuevo porque Él fue el primero en realizarlo, le dio carne, y así la ley del amor se escribe una vez y para siempre en el corazón del hombre. Y ¿cómo está escrita? Está escrita con el fuego del Espíritu Santo. Y con este mismo Espíritu, que Jesús nos da, también podemos caminar nosotros por este camino. Es un camino concreto, un camino que nos lleva a ir más allá de nosotros mismos para llegar a los demás. Jesús nos enseñó que el amor de Dios se realiza en el amor al prójimo. Los dos van juntos. Las páginas del Evangelio están llenos de este amor: adultos y niños, cultos e ignorantes, ricos y pobres, justos y pecadores, todos han tenido acogida en el corazón de Cristo.
Por lo tanto, esta Palabra de Dios nos llama a amarnos los unos a los otros, aunque no siempre nos entendamos, no siempre estemos de acuerdo... pero es precisamente ahí donde se ve el amor cristiano. Una amor que se manifiesta aunque haya diferencias de opinión o de carácter, pero el amor es más grande que estas diferencias. Y este es el amor que nos enseñó Jesús. Es un amor nuevo, porque está renovado por Jesús y su Espíritu. Es un amor redimido, liberado del egoísmo. Un amor que da alegría a nuestro corazón, como Jesús mismo dice: “Os he dicho estas cosas para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea completo”.
Es precisamente el amor de Cristo, que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones, el que cumple cada día prodigios en la Iglesia y en el mundo. Son muchos pequeños y grandes gestos que obedecen el mandamiento del Señor: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Gestos pequeños, de cada día, gestos de cercanía a un anciano, a un niño, a un enfermo, a una persona sola y en dificultad, sin hogar, sin trabajo, inmigrante, refugiada... Gracias a la fuerza de esta Palabra de Cristo, cada uno de nosotros puede ser cercano al hermano y a la hermana que se encuentra. Gestos de cercanía, de proximidad. En estos gestos se manifiesta el amor que Cristo nos enseñó.
Que nuestra Madre Santísima nos ayude, para que en la vida cotidiana de cada uno de nosotros el amor a Dios y el amor al prójimo siempre estén unidos.
Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del Regina Coeli. Y al concluir la plegaria mariana, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Papa:
Queridos hermanos y hermanas,
Saludo a todos ustedes, familias, grupos religiosos, asociaciones y peregrinos provenientes de Italia y de muchas partes del mundo, en particular de Madrid, de Puerto Rico y de Croacia. Saludo a los fieles de Guidonia y Portici; a los grupos escolares de Carrara, Bitonto y Lecco. Un pensamiento especial para los jóvenes de la diócesis de Orvieto-Todi, acompañados por su pastor, monseñor Tuzia: ¡sean cristianos valientes y testigos de esperanza!
Saludo al Cuerpo Forestal del Estado, que organiza la fiesta nacional de las Reservas Naturales para el redescubrimiento y el respeto de las bellezas de la creación; a los participantes en el congreso promovido por la Conferencia Episcopal Italiana en apoyo de una escuela de calidad y abierta a las familias; a la delegación de mujeres de la “Komen Italia”, una asociación para la lucha contra los tumores del pecho; y a cuantos han participado en la iniciativa a favor de la vida que tuvo lugar esta mañana en Roma: es importante colaborar juntos para defender y promover la vida.
Francisco también quiso dedicar unas palabras de gratitud y afecto a todas las madres:
Y, hablando de vida, hoy en muchos países se celebra el día de la madre. Recordamos con gratitud y afecto a todas las madres. Ahora me dirijo a las madres que están aquí en la Plaza. ¿Hay? ¿Sí? ¿Hay madres? ¡Un aplauso para ellas, para las madres que están en la Plaza! Y que este aplauso abrace a todas las madres, a todas nuestras queridas madres: aquellas que viven con nosotros físicamente, y también aquellas que viven con nosotros espiritualmente. Que el Señor las bendiga a todas, y que la Virgen, a quien está dedicado este mes, las custodie. Como de costumbre, el Pontífice concluyó su intervención diciendo:
Les deseo a todos un buen domingo, un poco caluroso... Y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto