La generación de la nueva creación

El acompañamiento espiritual en la respuesta vocacional

Acompañamiento espiritual, guía, maternidad espiritual, orientación, son nombres que de alguna manera dejan entrever la relación que se establece entre quien recibe el llamado y quien ayuda a la joven que ha recibido el llamado.
 
El período que va desde que la chica toma conciencia de la llamada vocacional, hasta el momento en que decide dar un sí generoso y responder a la llamada, lo denominaremos respuesta vocacional. Esta respuesta vocacional comporta complejos y variados estados en la persona, contradictorios algunos de ellos, y difíciles de resolver.

La llamada de Dios forma parte de una nueva creación. No en vano el Caravaggio en su obra maestra "La vocación de Mateo", ha dibujado la mano de Cristo que llama a Mateo, como la mano de Dios de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, en el momento que va a infundir la vida a Adán. La vocación es una llamada a una nueva vida. Es Dios que toca a una joven y la quiere toda para sí, para darle gloria, recordando la definición antes mencionada. La llamada tiene acogida en el interior del hombre. "Los autores bizantinos llamaban a este lugar <> (ho topos tou Theou)"1. Ahí es donde la chica recibe esta llamada. Ser capaz de recibirla, de escucharla, de desarrollarla y de llevarla a la plenitud es una labor meramente personal. Es cierto el hecho de que la persona que recibe la llamada es, en última instancia, quien debe realizar esta labor de decantación, de escucha, de purificación y de puesta en marcha de los distintos mecanismos, que aseguran una respuesta adecuada a la llamada.

En la mayoría de los casos son muchos los factores que influyen para que pueda darse adecuadamente la respuesta vocacional. Por lo que conocemos de la psicología de la joven de nuestros días, la interioridad, la reflexión, la oración, el darse a la escucha de la palabra de Dios no son actividades que ordinariamente sean cultivadas por las jóvenes actuales. Ni tampoco es frecuente entre ellas que tengan como deseo ferviente en su vida el poner a Dios en primer lugar, "buscando sólo su gloria", insistiendo en nuestra definición sobre la vocación, antes que la propia gloria personal. Existen en la joven deseos, gustos que muchas veces pueden opacar o confundir esa voluntad de Dios. Será por lo tanto necesario una labor de acompañamiento espiritual si queremos llevar esa chica al don de la respuesta generosa por cumplir la voluntad de Dios en su vida. No en vano el Papa Juan Pablo II en la Exhortación Post-sinodal Vita Consecrata ha establecido como un medio privilegiado de la postura vocacional el acompañamiento de esos jóvenes que muestran inquietudes por seguir más de cerca al Cristo pobre, casto y obediente, modelo de toda vida consagrada. Acompañamiento espiritual, guía, maternidad espiritual, orientación, son nombres que de alguna manera dejan entrever la relación que se establece entre quien recibe el llamado y quien ayuda a esta joven que ha recibido el llamado. Los nombres pueden ser variados y depender de la tradición, las costumbres y los usos de cada congregación. Sin embargo, una cosa nos debe quedar clara: es un camino que recorren juntos directora-dirigida (léase también madre-hija espiritual, maestra-discípula, etc.) para llegar a la plenitud de la respuesta vocacional.

No es la directora quien debe dar la respuesta a la llamada vocacional, debe acompañar, dar indicaciones, corregir e indicar a la dirigida la forma más adecuada en que debe responder a la llamada vocacional, dejándola siempre en plena libertad, ilustrándola sobre los pros y los contras, iluminando el camino que va recorriendo y aquel que deberá recorrer. Es conveniente aclarar desde este momento que la dirección espiritual de la que estamos hablando no es una confesión ni una consulta psicológica. Veamos el por qué. No es una confesión porque los pecados no son el objeto de la dirección espiritual. La confesión, como sacramento, nos da y aumenta la gracia, de acuerdo a las condiciones establecidas en el mismo sacramento. La dirección espiritual nos da los medios para aprovechar mejor las gracias recibidas de Dios para llegar a la plenitud vocacional. Por tanto la dirección espiritual se encuadra en los medios pedagógicos con los que cuenta la Iglesia para que cada uno de sus miembros pueda alcanzar la plenitud vocacional a la que le ha llamado Dios.

La dirección espiritual no es tampoco consulta psicológica, pues su objeto no es conocer los mecanismos de la mente, la voluntad o el entendimiento que explican el comportamiento humano. No cabe duda de que la directora espiritual podrá valerse de algunos medios que la psicología pone a su alcance para conocer mejor a la chica que está decidiendo su vocación. Y también la psicología podrá servir de ayuda a la chica para que ella se conozca mejor y así estar más preparada para responder con plenitud a la llamada vocacional. Conociendo mejor a la chica y la chica conociéndose mejor, la directora espiritual estará en grado de discernir sobre la idoneidad de la candidata a la vida consagrada. Habrá casos en que, gracias al conocimiento aportado por las ciencias psicológicas, unido siempre a un discernimiento espiritual, convendrá posponer, detener o aconsejar la no-admisión a la vida consagrada de ciertas candidatas. Sin embargo hay que dejar claro que la sola psicología no podrá suplantar la labor de la gracia y la libertad personal que permite trabajar en la adquisición de virtudes y hábitos propios de la vida religiosa. Y lo deberán tener muy en cuenta, directora espiritual y candidata para no confiar ciegamente en una psicología que niega la acción de la gracia o la libertad personal.

Treinta días de oración a la Reina del Cielo
Devoción a la Virgen a lo largo del mes de mayo.
 
2a. PARTE

Flor del 15 de mayo: Causa de nuestra alegría

Meditación: “Los justos se alegran, se regocijan y saltan de júbilo pensando en la Providencia y Bondad de Dios” (Salmos 32,33). Cómo no estar felices si agradamos al Señor cumpliendo Su Voluntad y viendo todo lo que El nos da. Seamos hijos dignos pues el Señor es nuestro amigo. Todo nos da, y si caminamos junto a El, todo compartiremos: Su Amor, Su Dolor y Su Crucifixión, pero felices sabiéndonos herederos del Reino de Dios.

Oración: Madre de la alegría, sé nuestra guía y haznos llevar una vida realmente digna. Haz que ésta vasija rebose de amor, fe y esperanza, pues el Señor nos acompaña. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Valorar todo lo que Dios nos da, porque nada es mérito nuestro, todo lo bueno viene del Señor.

Flor del 16 de mayo: María peregrina

Meditación: María inició su camino desde Nazaret a Jerusalén, visitó Ein Karem, viajó a Belén y huyó a Egipto siguiendo con sus pasos un camino escarpado, un camino difícil pero siempre cumpliendo la misión que el Padre le había encomendado. Hoy María sigue caminando: Lourdes, Fátima, San Nicolás, Medjugorje, Corea y tantos otros sitios Santos. Va de casa en casa llamando a las almas. Caminemos con Ella y tengámosla como maestra; Ella no se fatiga, camina de prisa y mendiga una caricia de amor a cada corazón que se aferra al mundo, habiendo olvidado lo dicho por Su Hijo Santo…”estad en el mundo sin ser del mundo”. Vivamos librados de esta tierra que no es la verdadera, pongamos nuestros ojos en el Cielo para que un día sea nuestro.

Oración: ¡Oh María peregrina, oh María Purísima!. Haz que te imitemos llevando la luz de Dios a cada corazón, y siendo como vos, testimonio de evangelización. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Caminar es evangelizar: llevemos nuestra fe cristiana a alguien cercano al que nunca dimos testimonio del amor por Cristo y Su Madre.

Flor del 17 de mayo: Modelo de entrega a Dios

Meditación: “He aquí la Esclava del Señor” (Lucas 1,38). “Después de esto salió y vio un publicano…y le dijo: sígueme, él, dejándolo todo se levantó y lo siguió” (Lucas 5,27). Todos somos sus discípulos, ¿pero realmente lo somos?. ¿Dejamos todo y lo seguimos?. ¿O hipócritamente queremos llamarnos cristianos de acuerdo a nuestras comodidades y conveniencias, siguiendo con las pompas y obras de este mundo, y no con un corazón verdadero y único?. No se puede servir a dos señores, somos legítimos apóstoles y no falsos profetas que repetimos con la boca la Santa Palabra y hacemos con las obras lo que a nosotros nos apetece y no el Querer de Dios.

Oración: ¡Oh María la elegida, la prometida de Dios!. Pon en nuestro corazón el ser servidores de Dios como lo fuiste Vos, con humildad y dejando todo acá para caminar hacia la Verdad. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Ayuno de algo que sea muy personal y apetecible, ofreciendo a Dios esta pequeña mortificación.

Flor del 18 de mayo: María, para Dios toda la gloria

Meditación: Cuando Jesús comenzó su predicación la gente lo aclamó Profeta, Varón de Dios y aún lo quisieron hacer rey. María se conservaba oculta, en su soledad Ella no atraía sobre sí la fama ni la gloria como Madre de tal Hijo. Así debemos ser nosotros, sólo dispuestos a procurarle Gloria a Dios, porque todo lo bueno, aunque provenga a través nuestro, viene de Dios. Por ello no son nuestras victorias, sino sólo victorias del Señor. Demos Gloria a Dios con nuestros trabajos y obras, permanezcamos ignorados frente a los hombres. Recordemos “…vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1,2-3). Estemos presentes como María en el Calvario, donde no hay palmas ni laureles, sino injurias y vilipendios para compartirlos con Jesús.

Oración: ¡Oh María Madre de la modestia!. Haz que nuestra alma no permanezca ciega por nuestras vanidades y miserias, que rinda sólo alabanza al Buen Dios que todo lo alcanza y que seamos a Su semejanza. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Meditar sobre nuestra tendencia a hacer obras buenas buscando el reconocimiento y halago de los demás, en lugar de sólo pretender ser contemplados por los Ojos de Dios.

Flor del 19 de mayo: Estrella de la mañana

Meditación: María, como el lucero del alba, nos anuncia el Nacimiento de Jesús, Sol de Justicia. Ella, la puerta del Cielo, nos sube peldaño a peldaño hacia su Hijo Amado, pidiéndonos con amor que tengamos humildad de corazón, viviendo las virtudes que en Ella destellan, como verdaderos discípulos y dignos hijos. Seamos sinceros y de corazón recto para subir de su mano al Cielo.

Oración: ¡Estrella de la mañana, nuestra soberana!, marca nuestro camino que es el mismo Cristo, para que no caigamos en ningún desvío y estemos siempre contigo. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Dar testimonio a alguien cercano sobre las virtudes de María, y su importancia como el más fácil y corto camino a Cristo. Recomendar también la lectura del libro de San Luis Grignon de Montfort: “Tratado sobre la verdadera devoción a María”.

Flor del 20 de mayo: María Corredentora

Meditación: Llegaron los días del Calvario para el Hijo, el Cristo…y también para la Madre. Cristo se entrega, María se entrega y entrega al Cordero de Dios en oblación de amor. ¡Qué dolor!. La Madre sigue el rastro de la Santa Sangre en la calle de la amargura, el Gólgota. Busca en su Dulce Jesús la preciosa mirada del Niño que alguna vez acunaba. El Cristo, su Cristo es una sola Llaga…y la miraba…su Corazón traspasado, también Sangre derramaba al ver la tragedia Sagrada, veía los Clavos como taladraban aquellas Manos que un día la acariciaban…y aquellos Pies que tanto caminaron sanando y santificando la tierra seca fruto del pecado. Ella que escuchó Sus primeras Palabras también las últimas escuchaba…y Su última mirada…a Su Madre amada sólo Amor confesaba…Su último latido, el de su Niño que había perdido. El Padre le pidió lo que Abraham ofreció, pero Ello tomó ese cáliz y lo bebió hasta el final. Perdón María porque sola te dejamos, porque no queremos nuestro pequeño calvario, perdón por preferir sólo vivir para mí, lleno de egoísmos y de vacíos, perdón por decir que mi cruz es pesada, si tú por mí haz sido también clavada…clavada espiritualmente la Madre, clavado en Su Cruz el Hijo, y todos esos Clavos debieron ser míos.

Oración: ¡Oh María Dolorosa, Oh Madre Corredentora!. Hazme un alma piadosa que esté junto a tí en el Calvario y permíteme participar del dolor de la Cruz para ser como tú, para asemejarme al Rey, y así poderlo ver. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria). Florecilla para este día: Meditar sobre nuestro destino de corredención junto a la Madre, que nos enseña el camino de la Cruz y nos invita a recorrerlo junto a Su Hijo, Jesús, como Ella lo hizo.

Flor del 21 de mayo: María en la Resurrección

Meditación: María en la soledad, María en el dolor esperaba en la Resurrección la promesa del Señor. Ella era dueña de toda fortaleza, con su Corazón enllagado esperaba el cumplimiento de lo por su Hijo anunciado. No tenia una fe débil, como la de los apóstoles, Ella creía que su Hijo resucitaría. En el dolor, la esperanza…en el dolor, la fe…en el dolor, sólo buscarlo a El. Oh alma mía, si alguna vez te agobia el peso de la cruz, confía en las delicias de la Divina Bondad, que Ella te consolará, te abrazará, te hará esperar segura de que Dios jamás te abandonará y te la hará más llevadera, anticipando los regalos eternos que se nos reservan en el Paraíso.

Oración: ¡María fortaleza de toda agonía, María esperanza mía!, fortaléceme en la fe y en la esperanza también, seguro de que al Rey me haréis ver. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Meditar y hallar el dolor y el temor de este día, y entregarlo a María confiado en que será Ella la que intercederá ante su Hijo para que El se haga cargo de nuestra vida.

Flor del 22 de mayo: María esperando el Espíritu Santo

Meditación: Reunida en Jerusalén, María aguardaba junto a los apóstoles la venida del Espíritu Santo, y lo hacia orando. Ella, que tenía en sí la plenitud de todos los Dones, se refugió en el apostolado, en piadoso retiro para unir su oración a la de los apóstoles. “A cada cual ha dado Dios cargo de su prójimo” dice el apóstol. La oración y el amor nos señalan a Dios como signo de vida interior y santificación, darse por los demás y orar, por los vimos y muertos, por los justos y pecadores, por los conocidos y los que nunca hemos visto, por los que te quieren bien y te quieren mal. ¡Ora y a Dios escucharás!.

Oración: ¡Oh María, la que en Dios siempre confía, oh María, Reina mía!, alcánzame el don de la piedad y enséñame a todo dar, para así con Dios hablar. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Borrar el propio ego, vaciarse interiormente y preparar nuestra alma para que sea un refugio en el que pueda anidar el Espíritu Santo.

Flor del 23 de mayo: María, la alegría del Pentecostés

Meditación: El gran día del Pentecostés llegó y el Espíritu Divino descendió cubriendo a todos con el Fuego del Amor y la Purificación, de Dones los llenó y María llena de alegría vio a los discípulos de su Divino Hijo así bendecidos. Espiritual alegría debe tener toda alma, cuando vea descender Gracias del Cielo sobre sus hermanos, anticipando para Gloria de Dios y bien de la Iglesia, la gran Fiesta.

Oración: ¡Oh Virgen Santa, Madre de alabanza, que descienda sobre todos tus hijos el Espíritu Divino, para que seamos guiados por El y veamos al Rey!. Amén.

Repetir tres veces: Ven Espíritu Santo, ven, por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, Tu Amadísima Esposa, ven.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Invocar a través del Inmaculado Corazón de María, Esposa del Espíritu Divino, la venida del Santo Espíritu sobre nosotros.

Flor del 24 de mayo: María Auxiliadora de los Cristianos

Fiesta de María Auxiliadora

Meditación: “Todos estaban unidos, insistiendo en la oración, con María la Madre de Jesús” (Hechos 1,14). María siempre ha estado presente en todas las persecuciones de la Iglesia, por su ayuda en Lepanto protegió milagrosamente a toda la cristiandad, incluyéndola San Pío X en las Letanías. También es el auxilio de la Iglesia del silencio, ya que todo cristiano fiel “padecerá persecución” (Segunda carta a Timoteo 3,12), pero “de los perseguidos por causa de la Justicia es el Reino de los Cielos” (Mateo 5,10). ¿Defendemos a Cristo y Su Doctrina con la voz, con el corazón y con nuestra labor, o sólo tenemos un corazón tibio y poco digno?. Seamos soldados valientes, enamorados de Jesús y María, quien como Capitana nos defenderá con la Espada de la Justicia y el Manto de la Verdad. Y a través de Ella el Espíritu con Sus Alas nos cubrirá y nada nos pasará.

Oración: ¡Oh María auxilio de los cristianos!, cúbrenos con tu Manto de toda amenaza física y espiritual, para así poder luchar por la Patria Celestial. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Auxiliar a un hermano cercano que esté en dificultad física o espiritual, dando testimonio mediante ésta obra de misericordia de la fe en Cristo a través de Su Madre.

Flor del 25 de mayo: María, refugio de los pecadores

Meditación: Yo pecador, yo que me olvido de Dios, yo que no llevo Su Voz y no doy amor, ¿por qué reclamo obtendré los favores del Señor?. Les puedo responder que por los de la Madre del Juez, ya que la Santa Palabra nos señala “si alguno peca, tenemos un intercesor, ante el Padre: Jesucristo” (Primera carta de Juan 2,1), y El nos dejó Su Madre Santa como Abogada para defender a sus hijos del enemigo y evitar el martirio eterno de no ver el Cielo. Toda alma esforzada que busca este Santo Refugio será protegida y enriquecida conservando la verdadera Vida.

Oración: María refugio de los pecadores, Madre de los confesores, llena de misericordia, escóndenos en tu Corazón para que sólo seamos fieles a vos y al Señor. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Realizar una buena confesión con el firme propósito de llegar a la pureza y humildad de María, para fortalecerme en Ella y no volver a caer.

Flor del 26 de mayo: María, salud de los enfermos

Meditación: María ama, María consuela y cubre con su Manto de amor, otorgando la curación del alma y del cuerpo a sus hijos enfermos. Intercede ante el Señor para nuestra sanación. Sino siempre se cura el cuerpo, es porque no nos conviene, pero María nos ayuda y conforta aliviando el dolor y sanándonos el alma con sus bellas lágrimas.

Oración: María salud de los enfermos, no sólo del cuerpo, sino de todos los que no tenemos un corazón bueno. Madre de todos los dolores, de los más atroces, sánanos en cuerpo y alma para que prestemos a Dios alabanza. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Orar a María por la salud de un enfermo, pidiendo su poderosa intercesión para su sanación física y espiritual.

Flor del 27 de mayo: María Rosa Mística

Meditación: ¡Quien puede dejar de admirar la perfección de la Rosa que el Señor nos dio!. De pequeña un capullo tierno bajado del Cielo que guardaba silencio y era la alegría de los que con Ella vivían. Al Templo la entregaron no sabiendo que Ella era un Templo Sagrado. Llena de pureza crecía, y aquella Virgen Bendita a Dios le consagraba su vida, sin advertir que el Señor su alma inmaculada miraba, haciéndola Su Esposa amada. La Rosa más hermosa se abría y en su corola escondido estaría el Mesías. Nueve meses los perfumes de aquella Flor abrigarían al Redentor, para darle permanentemente su amor como eterna oblación. Aquella pequeña Rosa excelsa nos guía como Rosa Mística, pues es María Madre de la Iglesia.

Oración: ¡Oh María Rosa Mística, preciosísima!. Muéstranos la pureza de corazón para agradar a Dios como lo hiciste vos, y haznos templos perfectos del Espíritu Santo para que seamos por El guiados. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Colocar en cada hogar un pequeño altar consagrado a María, como regalo a Su Hijo que busca que la amemos como El la ama.

Flor del 28 de mayo: María, Reina de los apóstoles

Meditación: “Pondré enemistad entre ti (satanás) y la Mujer (María), entre tu linaje y el suyo; y Ella te aplastará la cabeza” (Génesis 13,15). El apostolado ha de hacerse en lucha contra el diablo y los suyos, lo que origina persecuciones a toda la Iglesia, tanto en su cuerpo como en cada familia o individualmente. Somos los apóstoles que San Luis de Montfort señaló para este tiempo, que sólo dispone el Eterno. Sin embargo, la Reina y Capitana del pueblo de Dios dará la victoria a sus seguidores leales que la obedezcan y perseveren en el combate.

Oración: ¡Oh María Reina de los apóstoles!. Tú que haz enseñado, protegido y alentado a los apóstoles de todos los siglos, haz que seamos soldados leales y valientes de tu ejército, siendo apóstoles de tu Divino Hijo y propagando los mensajes del Reino, para que todos lleguemos al Cielo, con el Triunfo de tu Corazón Inmaculado y la vuelta de Cristo Resucitado. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Comprometerse a ser un fiel soldado de María, Capitana del ejercito de Jesús. Colocar los deseos de Dios por encima de las necesidades propias, con María como puente seguro y firme frente a las preocupaciones de cada día.

Flor del 29 de mayo: María, Reina del Santísimo Rosario

Meditación: “Dios te salve, llena eres de gracia, el Señor es contigo” (Lucas 1,28). El Arcángel San Gabriel fue quien comenzó el Rosario, pero el Espíritu Santo nos ha manifestado a través de los místicos que todo lo que proviene de la boca de los enviados celestiales (ángeles, santos y la misma Virgen) viene de la Voz de Dios, de tal modo que el mismo Dios fue quien lo inició. A María, la Reina de nuestro corazón, la Reina de las rosas, presentémosle como regalo un ramo de Avemarías. La oración a María, Medianera e Intercesora, va dirigida por su medio a Dios; le pedimos “ruega por nosotros pecadores” para que su oración se una a la nuestra y le de valor. Ella siempre responde ”ruego por vosotros pecadores”, ya que la oración es el diálogo sublime de la pobre criatura con su Señor. Nuestra oración, en manos de María, es presentada ante el Trono de Dios como un delicado perfume, entregado por la criatura más perfecta que existió, ¿y qué no puede obtener ése Purísimo Corazón del Corazón del Amor…?.

Oración: ¡Oh María, Reina del Santo Rosario!. Enséñanos a rezar de corazón como lo hiciste vos, y a prestar eterna alabanza a nuestro Señor. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Rezar un Rosario pidiendo se derrame sobre nosotros el Espíritu Santo, y por las intenciones de la Virgen. 

Flor del 30 de mayo: María Reina de la Paz

Meditación: “Reina de la Paz,…da al mundo la Paz en verdad, en la Justicia y en la Caridad de Cristo” (Pío XII, 1942, Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María). “Ella dio a Luz al Príncipe de la Paz” (Isaías 9,5). La Paz, bendición del Salvador, no es la del mundo, pues el seguirle es persecución (conforme a Mateo 10,34-39). Es la Paz del corazón que quita la angustia y el temor, es fruto del Espíritu de Dios que habita en nuestro corazón y nos anticipa la alegría de la esperanza de quien a Dios da su alma (conforme a Juan 14,26-28). En Fátima, María nos prometió que “al final mi Corazón Inmaculado triunfará y vendrá un tiempo de Paz”. Todo está cercano, pero Dios está esperando al hombre, para que vuelva a Su lado, para que haga la paz con El. Sometiéndose a Su Santa Voluntad, haciendo penitencia por los pecados de ésta pobre tierra que está desierta, y oración para reparar y volver todos al Padre Celestial. Confesemos nuestros pecados para tener un corazón sano y ofrezcamos la Santa Comunión por la conversión.

Oración: ¡Oh María, Reina de la Paz!. Enséñanos a orar y reparar a través de tu Inmaculado Corazón, para así alcanzar la Redención, trayendo a la tierra el Reino de Dios. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Ayuno en reparación de los pecados y las ofensas al Santísimo Sacramento del Altar.

Flor del 31 de mayo: María Reina del Cielo

Fiesta de la Visitación de la Virgen

Meditación: “Apareció en el cielo una gran señal: una Mujer vestida de Sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Apocalipsis 12,1). Ha sido coronada Reina del Cielo la Madre del Señor de cielos y tierras. Esposa de Dios y Madre del Redentor, quien aquí en la tierra Le demostró obediencia y siempre Su consejo contempló, ¿cómo no podremos nosotros no ser sus esclavos y servirle junto a ángeles y santos?. “En la Iglesia todos están llamados a la santidad, pues ésta es la Voluntad de Dios: vuestra santificación (conforme Primera Tesalonienses 4,3 y Efesios 1,4). María se entregó a ésta Voluntad Divina y será verdaderamente Madre y Reina nuestra si buscamos responder a su llamado de santidad. No la hagamos llorar más por los pecados que en el mundo hay, sino que entreguemos nuestra voluntad para sólo por Ella trabajar.

Oración: ¡Oh María, Reina del Cielo y de nuestro corazón!. Haznos esclavos de tu amor para hacer la Santa Voluntad y llegar a la Patria Celestial.

Que tengamos la humildad de la violeta, y estemos vestidos como ella, de penitencia. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Recitar el Regina Coeli (Reina del Cielo):

Reina del cielo, alégrate, aleluya, porque El que mereciste engendrar, aleluya,
resucitó como lo había dicho, aleluya. Ruega por nosotros a Dios, aleluya.

Regocíjate y alégrate, Virgen María, aleluya,porque verdaderamente resucitó el Señor, aleluya.

Evangelio según San Juan 16,20-23a. 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará.

Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo." La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar. Aquél día no me harán más preguntas."

San Gregorio de Nisa (c. 335-395), monje, obispo 

Primer discurso sobre la resurrección; PG 46, 603, 606, 626, 627

La generación de la nueva creación (Rm 8,22)

Ha llegado el reino de la vida y ha sido derrotado el poder de la muerte. Ha aparecido un nacimiento nuevo y una vida nueva, una manera distinta de ser, una transformación de nuestra misma naturaleza. Este nacimiento no es “por vía de generación humana, ni porque el hombre lo desee, sino que nacen de Dios.” (Jn 1,13)...

“Este es el día que hizo el Señor...” (Sal 117,24) Día muy distinto de los del comienzo, porque en este día Dios ha hecho un cielo nuevo y una tierra nueva, como dice el profeta (Is 65,17). ¿Qué cielo? El firmamento de la fe en Cristo. ¿Qué tierra? El corazón bueno, como dice el Señor, la tierra que se empapa de la lluvia que desciende sobre ella, la tierra que hace germinar una mies abundante. (Lc 8,15) En esta creación, el sol es la pureza de vida; las estrellas son las virtudes; el aire, una conducta intachable; el mar, la riqueza profunda de la sabiduría y el conocimiento; la hierba y el follaje son la buena doctrina y las enseñanzas divinas de las que se alimenta el rebaño, es decir, el pueblo de Dios; los árboles frutales son la práctica de los mandamientos. En este día el hombre es creado realmente, aquel que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios. (Gn 1,27)

¿No inaugura este día del Señor un mundo totalmente nuevo para ti?...El mayor privilegio de este día de gracia es que ha destruido la muerte y ha dado a luz al Primogénito de entre los muertos....¡Qué buena y hermosa noticia! Aquel que por nosotros se hizo igual a nosotros, para hacernos hermanos suyos, lleva su propia humanidad al Padre para llevar con él a todos los de su raza, la humanidad entera.

Entusiasmo  

Por tanta gente comprometida en los movimientos sociales, en los voluntariados; por tantos sacerdotes dedicados de lleno a las comunidades, por periodistas, abogados, médicos ... para la gente de las ONGs, por gente de la limpieza, por empleados y funcionarios, para profesores, para abuelos y abuelas, por gente que cuida los otros, por los que rezan cada día. ... etc. ... etc. Miles y miles. Casi nunca se habla; pero Jesús siente entusiasmo por ellos y ellas.

No lo dudes, Jesús, siente entusiasmo también por ti y por cada SISTER en PAX y PAX TV

San Isidro Labrador

La vida de Isidro nuevamente pone sobre el tapete una indiscutible realidad: para ser santo basta con amar en todo momento. No hay más. Cualquier otro afán que no esté regido por ello se deslinda de ese camino. Lo que viene llamando la atención en él desde hace siglos fue que, siendo tan escasa su notoriedad, inmediatamente después de morir fue aclamado por las gentes que habían visto en su conducta cotidiana los rasgos de la santidad. Posteriormente, con visos de rigor o movidos por antiguos criterios hagiográficos tendentes a magnificar retazos de su acontecer, se han ido sumando páginas ensalzando virtudes que hicieron de Isidro uno de los personajes históricos más queridos de Madrid, ciudad de la que es patrón. De su memoria ha quedado fehaciente constancia en la arquitectura y en la pintura, entre otras artes. En muchos rincones de la capital de España hay vestigios del fervor que suscita. Simplemente esto da que pensar. No se tributan a cualquiera tantos honores.

Juan Diácono sintetizó su existencia en seis páginas en su Vita Sancti Isidoro, redactada en el siglo XIII. Nació Isidro de Merlo y Quintana en Madrid a finales del siglo XI, puede que hacia 1082, en una humilde casa cercana a la iglesia de San Andrés. Sus padres eran cristianos mozárabes fieles a la fe que le inculcaron. Entonces Madrid era una modesta Villa que al ser conquistada por los almorávides obligó a muchos a huir. Uno de ellos fue Isidro, cuyo primer oficio había sido el de pocero. Al llegar a la localidad madrileña de Torrelaguna comenzó a ganarse la vida como labrador. Era un hombre humilde y sencillo, de gran corazón, que enamoró a María Toribia, con la que se desposó. Ella, también canonizada, es conocida con el nombre de santa María de la Cabeza. Después de pasar por Caraquiz y Talamanca, la pareja se asentó en Madrid. Isidro retornó al campo si bien no poseía tierras que cultivar, sino que estaba al servicio de Juan de Vargas al que conoció en Talamanca. Juan era una especie de terrateniente, dueño de hectáreas extendidas por las riberas del Manzanares así como por barrios y aledaños de la ciudad, como los Carabancheles Alto y Bajo, Getafe, Jarama… En casa de Vargas nacería Illán, hijo de Isidro y de María, y en ella fue objeto de uno de los numerosos milagros que se atribuyen al santo ya que la familia había establecido su morada en ese palacio. El niño era muy pequeño cuando en un descuido se cayó al pozo, con la natural conmoción de su madre. Conocedor del hecho su padre, al regresar de su trabajo suplicó a la Virgen de la Almudena su mediación. Entonces el agua subió llegando casi a rebasar el borde del pozo lo cual le permitió extraer a Illán sin rasguño alguno.

Isidro era especialmente devoto de la Eucaristía y de la Virgen. No fue hombre versado. No conoció más paisajes que las pocas localidades que recorrió y la majestuosidad de una naturaleza que le hablaba de Dios. Así se doctoró humana y espiritualmente. La paciencia, el tesón, la generosidad, la constancia, la esperanza, la belleza…, todas las virtudes brotaban en su entorno enhebradas de silencios, rotos únicamente por la inigualable sinfonía que le acompañaba: el murmullo del agua, el trinar de las aves o el susurro del viento. Todo era imagen de Dios. Y María acunándole desde su trono en la Almudena y en Atocha. Su camino hacia la santidad lo efectuó desde el anonimato y la sencillez de una vida colmada del amor a Dios, rubricada por la honestidad en cada uno de sus actos: responsabilidad en el hogar y en el trabajo, abnegación con todos… Un sentimiento hondo de gratitud y paz en medio de la humilde tarea que llenaba muchas de sus horas: uncir los bueyes, cuidado de los animales, poda de rastrojos, vendimia, siembra, cosecha, etc. Su conducta quedaba realzada en medio de una sociedad dada a vivir con largueza, sumida en ciertas costumbres alejadas del Evangelio. Digamos que los gestos del santo denunciaban vicios que dominaban a la clase civil y a la eclesiástica. El pueblo llano siempre ha sabido distinguir de forma natural la grandeza de una vida que se derrama sin estridencias, pero que está ahí, haciendo germinar en derredor multitud de bendiciones, marcando la brújula de la verdad divina.


Gregorio XV dijo de él: «nunca salió para su trabajo sin antes oír, muy de madrugada, la Santa Misa y encomendarse a Dios y a su Madre Santísima». Todos se percataban de su piedad, bondad y caridad con los pobres. Su fe era tanta que alguna vez, según narra la tradición popular, los ángeles acudieron a reemplazarle en su tarea, arando las tierras para que pudiera asistir tranquilo a misa sin faltar a su trabajo. El hecho, que forma parte de su proceso de canonización, fue contemplado por un atónito Juan de Vargas que acudió a comprobar su rendimiento laboral ante alguna denuncia que debió llegar a sus oídos en contra de Isidro. Este milagro ha sido recogido por la iconografía; es, por ello, uno de los más conocidos que se le atribuyen al santo, en cuya causa se contabilizaron más de cuatrocientos. Otros prodigios los compartió con su santa esposa, como cruzar el río Jarama sobre una mantilla. Murió en Madrid el 15 de mayo de 1130. Fue sepultado en el cementerio de San Andrés, de cuya parroquia era diácono Juan, redactor de su vida. A través de una revelación divina en 1212 se descubrieron sus restos, constatándose que su cuerpo estaba incorrupto. Desde entonces se le considera patrón de Madrid. Pablo V lo beatificó el 14 de junio de 1619. Y Gregorio XV lo canonizó el 12 de marzo de 1622, pero al fallecer éste, hubo que esperar al 4 de junio de 1724 fecha en la que Benedicto XIII expidió la bula de canonización. Aquél gran día de 1622 en la gloria de Bernini se encumbraba a los altares a un humilde campesino junto a estas grandes figuras de la Iglesia: Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Teresa de Jesús y Felipe Neri. El 16 de diciembre de 1960 Juan XXIII declaró a Isidro patrón de los agricultores y campesinos españoles.

Oremos
Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a San Isidro Labrador para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Bienaventuranzas de María

Felices quienes son receptivos, quienes están abiertos a un destello de luz, a la llamada del corazón.
Felices quienes responden al amigo en el momento que les requiere, sin esperar, sin preguntar, sin necesidad de explicaciones.
Felices quienes se muestran atentos a las necesidades de los demás e intentan encontrar la solución más idónea.
Felices quienes brindan en las bodas de la vida con el vino del cariño, la alegría, la danza y la confianza.
Felices quienes abren sus ojos con una sonrisa en los labios, agradecen cada nuevo amanecer e intentan hacer agradable la vida de los demás con su buen humor.

Felices quienes se dejan habitar por el Misterio, quienes dejan nacer dentro de sí la vida, quienes logran que despierte en cada gesto de sus manos y de su corazón.

Felices quienes elevan a los humildes por encima de los desprecios, las humillaciones y la marginación y les ayudan a reconquistar su dignidad, por fraterna humanidad, porque son los preferidos del buen Dios y los principales destinatarios de su Reino de amor.

Felices quienes consiguen ampliar la familia de sangre a la de la comunidad, a la de otras culturas y otros continentes. A la familia de una humanidad sin fronteras: la familia de Dios.



Carlos Osoro, en la Colegiata de San Isidro

"El trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo"
Osoro reclama "trabajo digno para todos" en su primera fiesta de San Isidro como arzobispo de Madrid
"Nunca entró por la senda del descarte de los otros, ni de poner sus intereses por encima de los demás".

Jesús Bastante, 15 de mayo de 2015

Usó la figura de San Isidro para dar tres "invitaciones" a seguir su ejemplo: "descubrir la belleza de la familia cristiana", "la belleza del trabajo" y "la belleza del testigo de Jesucristo"

(Jesús Bastante).- "El trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo". El arzobispo de Madrid,Carlos Osoro, presidió esta mañana en la Colegiata de San Isidro su primera festividad del patrón de Madrid, reclamando "trabajo digno para todos", porque "en el trabajo se legitima la dignidad".

Osoro presidió una ceremonia en la que se dio cita el "todo Madrid". En plena campaña electoral, en la Colegiata estaban los principales candidatos a la Alcaldía y la Comunidad. En la misma, destacó que San Isidro "nunca entró por la senda del descarte de los otros, ni de poner sus intereses por encima de los demás".

"Una fiesta que nos une a todos en torno a un madrileño, que formó una familia, que trabajó incansablemente y con su trabajo dignificó su vida, y que fue un gran testigo de Jesucristo", señaló Osoro, quien recordó cómo "hizo de su trabajo no solamente un medio para sustentar a su familia, sino también para colaborar en ese desarrollo de la creación al que el Señor nos ha llamado a todos los hombres, buscando siempre que los que vivían a su lado tuviesen y encontrasen que en el trabajo se legitima la dignidad".

Y es que San Isidro fue un ejemplo de alguien "capaz de reconciliarnos a todos y hacer posible que nuestra vida convierta a la historia de los hombres en una convivencia de hermanos, en la que todos buscamos el bien de los demás".

Así, ha usado la figura de San Isidro para dar tres "invitaciones" a seguir su ejemplo: "descubrir la belleza de la familia cristiana", "la belleza del trabajo" y "la belleza del testigo de Jesucristo".

"Todos sois conscientes de que la familia ha sufrido quizá como ninguna otra institución, transformaciones amplias, profundas y rápidas. Esto ha creado diversas situaciones", recalcó el arzobispo de Madrid. "En algunas se vive con fidelidad lo que constituye el fundamento de la institución familiar. En otras se vive en la incertidumbre y el desánimo, en la duda, en la perplejidad y a veces en la ignorancia de lo que significa la verdad de la familia. Otras, por diferentes situaciones de injusticia, se ven impedidas para vivir sus derechos fundamentales como tal familia. San Isidro nos recuerda que la familia constituye uno de los bienes más preciosos de la humanidad, que él nos puede regalar, y presenta la sabiduría desde la cual vivió y formuló la vida de su familia".

 

"Es necesario mirar de cara los problemas, las inquietudes, las esperanzas, las situaciones económicas y sociales que viven muchos hombres y mujeres. Es verdad que presentan problemas y dificultades, pero hay solución; Dios no manda lo imposible, simplemente nos pide que vivamos siendo su imagen y semejanza", añadió el arzobispo de Madrid, quien recalcó cómo "la dignidad de la persona, tal y como nos la revela Dios mismo, constituye el fundamento de la igualdad de todos los hombres entre sí. Y aquí está el fundamento de la participación y de la solidaridad". "¡Cómo sabía San Isidro que el trabajo pertenece a la condición originaria del hombre! Por eso nos lo recuerda siempre la Iglesia, fiel a la Palabra de Dios, cuando nos dice que el trabajo es un derecho de todo hombre, que el trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo", añadió. "Nos recuerda el primado del hombre sobre la obra de sus manos; por ello, capital, ciencia, técnica, recursos públicos e incluso la propiedad privada tienen por finalidad el progreso verdadero de la persona, entre el que se encuentra su derecho al trabajo y el bien común.San Isidro hoy nos anima a promover ese trabajo decente de que nos hablaba San Juan Pablo II, es decir, ese trabajo para todos y que sea expresión de la dignidad esencial del hombre, que permita satisfacer las necesidades de las familias y que deje espacio para encontrarse entre ellos y que se asegure el mismo para todos los hombres".

"Nadie está excluido. Dios incluye, es el primero que comenzó la cultura del encuentro", concluyó Osoro. 


Homilía en la Fiesta de San Isidro 2015

Queridos hermanos obispos D. Fidel y D. Juan Antonio; vicarios episcopales; Cabildo Catedral; párroco de la Real Colegiata de San Isidro, sacerdotes que realizáis el ministerio en esta parroquia, hermanos sacerdotes.

Excelentísimo Señor Presidente de la comunidad de Madrid Miembros del Gobierno de la misma; Excelentísima Señora Alcaldesa de Madrid y

Corporación Municipal; autoridades civiles, militares, académicas y judiciales.

Hermanos y hermanas:
No reúne en este día la celebración de una fiesta que es entrañable para todos los que vivimos en Madrid y que en tantos lugares de España ha sido acogido como patrono de muchas parroquias: la fiesta de San Isidro labrador. Una fiesta que nos une a todos en torno a un madrileño, que formó una familia, que trabajó incansablemente y con su trabajo dignificó su vida, y que fue un gran testigo de Jesucristo Nuestro Señor. Acabamos de proclamar la Palabra de Dios que la Iglesia nos regala para esta solemnidad de San Isidro labrador. Ella nos ilumina y nos da a conocer desde la sabiduría de Dios, el relato que este esposo y padre supo hacer de su vida, poniendo la misma en manos de Dios, siguiendo las huellas de Jesucristo y acogiendo la gracia y el amor de Dios, que siempre engendra libertad, amor y compromiso hacia todos los hombres. San Isidro Labrador supo llenar su vida de la gracia y amor de Jesucristo.

El Salmo 1 nos ilumina sobre lo que fue la vida de San Isidro: su gozo fue la ley del Señor, que como nos dice Él, se reduce y se resume en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Esta fue la vida de San Isidro: siguió los consejos que la Palabra de Dios le iban dando, acogiéndolos en su corazón y poniéndolos por obra; nunca entró por la senda del descarte de los otros, ni de poner sus intereses por encima de los demás. Su tarea fundamental fue poner por obra la Palabra del Señor que meditaba y le regalaba la sabiduría para vivir todas las dimensiones de su existencia y hacer de su familia una verdadera comunidad cristiana, iglesia doméstica. Hizo de su trabajo no solamente un medio para sustentar a su familia, sino también para colaborar en ese desarrollo de la creación al que el Señor nos ha llamado a todos los hombres, buscando siempre que los que vivían a su lado tuviesen y encontrasen que en el trabajo se legitima la dignidad y la imagen que Dios ha hecho de cada uno de nosotros, somos imagen de Dios. Por otra parte, se hizo un testigo abierto de Jesucristo, sabiendo por propia experiencia que es el único Salvador de los hombres, capaz de reconciliarnos a todos y hacer posible que nuestra vida convierta a la historia de los hombres en una convivencia de hermanos, en la que todos buscamos el bien de los demás. En San Isidro se realiza esa imagen del salmo, es como un árbol plantado al borde de la acequia, por eso da fruto, no se marchita y todo lo que emprende tiene buen fin. La tierra en la que plantó su vida y el agua que regó su existencia, fue Jesucristo.

En esta fiesta de San Isidro Labrador, la primera que celebro con vosotros como Pastor de la Iglesia en Madrid, quiero aproximaros la figura del Santo Patrono, viendo cómo la Palabra de Dios que acabamos de proclamar la hace vida en su vida. Lo hago con tres invitaciones:

1. Primera invitación. Acercaos a descubrir la belleza de la familia cristiana tal y como la vivió San Isidro labrador: hizo de su vida en familia lo que acabamos de escuchar: "en el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía... Daban testimonio de la resurrección del Señor con valor... Ninguno pasaba necesidad... Lo ponían a disposición... Distribuían según lo que necesitaba cada uno" (cfr. Hch 4, 32-35). Todos sois conscientes de que la familia ha sufrido quizá como ninguna otra institución, transformaciones amplias, profundas y rápidas. Esto ha creado diversas situaciones. En algunas se vive con fidelidad lo que constituye el fundamento de la institución familiar. En otras se vive en la incertidumbre y el desánimo, en la duda, en la perplejidad y a veces en la ignorancia de lo que significa la verdad de la familia. Otras, por diferentes situaciones de injusticia, se ven impedidas para vivir sus derechos fundamentales como tal familia. San Isidro nos recuerda que la familia constituye uno de los bienes más preciosos de la humanidad, que él nos puede regalar, y presenta la sabiduría desde la cual vivió y formuló la vida de su familia. Él supo humanizar su familia con el humanismo verdadero que se nos ha revelado en Jesucristo, Dios hecho Hombre. Él supo vivir que Dios nos había creado a su imagen y que, lo mismo que nos llamó a la existencia por amor, nos llama al mismo tiempo al amor. El amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano. Y uno de los modos de realizar integralmente la vocación de la persona humana al amor, es en el matrimonio. Donde los esposos recuerdan permanentemente lo que acaeció en la Cruz, Dios hecho Hombre por amor a los hombres, da la vida por nosotros. De tal manera que la belleza de la familia cristiana está en cómo hombre y mujer son el uno para el otro y para los hijos, como lo fue Jesucristo para nosotros, hasta dar la vida, y así se convierten en testigos de la salvación. En el matrimonio y en la familia se establecen unas relaciones de tal hondura que se hace verdad lo que la Palabra de Dios nos decía: piensan, sienten lo mismo, poseen todo en común, nada llaman suyo propio, todos se remiten en todas las circunstancias a Jesucristo y ponen a disposición de los que forman la familia lo que son y lo que tienen, e incluso garantizan que eso que son y tienen pueda llegar también a quienes les rodean. San Isidro Labrador vivió de una manera especial la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor: formó una comunidad de personas, sirvió a la vida, participó en el desarrollo de la sociedad de su tiempo y en la vida y misión de la Iglesia.

2. Segunda invitación. Acercaos a descubrir la belleza del trabajo tal y como lo vivó San Isidro Labrador: el trabajo es necesario para vivir la dignidad con la que Dios nos creó. Habéis escuchado en el Evangelio proclamado: "yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador... Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, sino permanecéis en mí" (cfr. Jn 5, 13-19). En el mismo Cristo, descubrimos la necesidad de un trabajo digno para todos los hombres. San Isidro acogió la llamada de Cristo a trabajar en su viña, a tomar parte activa, consciente y responsable en la viña, en la misión. Lo hizo unido a Jesucristo, en una comunión viva con Él, permaneciendo en Él. Jesucristo nos reclama a todos y nos dice como en aquella parábola, que nos relata como un día viendo a quienes estaban en paro, les dijo ¿por qué estáis aquí todo el día? La respuesta fue: es que nadie nos ha contratado. El Señor les dijo: "id también vosotros a mi viña". Para todos se hizo todo lo creado y a todos nos hizo iguales. Es necesario mirar de cara los problemas, las inquietudes, las esperanzas, las situaciones económicas y sociales que viven muchos hombres y mujeres. Es verdad que presentan problemas y dificultades, pero hay solución; Dios no manda lo imposible, simplemente nos pide que vivamos siendo su imagen y semejanza. Y así, que busquemos que todos puedan vivir según esa imagen. Estamos llamados a vivir siendo sal de la tierra y luz del mundo. San Isidro lo fue en su tiempo y nos pone de frente ante las múltiples violaciones a las que está sometida la persona humana, especialmente, cuando no es reconocida y amada en su dignidad de imagen viviente de Dios. La dignidad de la persona, tal y como nos la revela Dios mismo, constituye el fundamento de la igualdad de todos los hombres entre sí. Y aquí está el fundamento de la participación y de la solidaridad. ¡Cómo sabía San Isidro que el trabajo pertenece a la condición originaria del hombre! Por eso nos lo recuerda siempre la Iglesia, fiel a la Palabra de Dios, cuando nos dice que el trabajo es un derecho de todo hombre, que el trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo. Nos recuerda el primado del hombre sobre la obra de sus manos; por ello, capital, ciencia, técnica, recursos públicos e incluso la propiedad privada tienen por finalidad el progreso verdadero de la persona, entre el que se encuentra su derecho al trabajo y el bien común. San Isidro hoy nos anima a promover ese trabajo decente de que nos hablaba San Juan Pablo II, es decir, ese trabajo para todos y que sea expresión de la dignidad esencial del hombre, que permita satisfacer las necesidades de las familias y que deje espacio para encontrarse entre ellos y que se asegure el mismo para todos los hombres.

3. Tercera invitación. Acercaos a descubrir la belleza del testigo de Jesucristo a través de San Isidro Labrador. Él descubrió la misión de ser testimonio de la verdad de Jesucristo. Y es que no basta anunciar la fe solo con palabras, porque, como nos recuerda el apóstol Santiago, "la fe, si no tiene obras, está realmente muerta". San Isidro sabía que el anuncio del Evangelio tiene que ir acompañado con el testimonio concreto de la caridad, que no es una actividad asistencial, pertenece a la naturaleza y a la manifestación irrenunciable de lo que es un discípulo de Cristo. Como buen labrador, entendió perfectamente al apóstol Santiago, tal y como hemos escuchado: "en labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra... Llamamos dichosos a los que tuvieron constancia... Porque el Señor es compasivo y misericordioso...Rezad unos por otros, para que os curéis" (St. 5, 7-17). ¿Qué es ser testigo de Jesús resucitado? Quiere decir que el testigo pertenece a Él y, precisamente en cuanto tal, puede dar testimonio eficaz de Él, hablar de Él, darlo a conocer, llevar a Él, transmitir su presencia. Se le pide que en cualquier circunstancia sea fiel a la misión que se le ha confiado. Esto implica para todos nosotros, como implicó para San Isidro, en primer lugar una experiencia personal y profunda de Jesucristo, junto con una amistad íntima con Él, en cuyo nombre la Iglesia nos envía. El testigo sabe que la fe cristiana no es reducible a un mero conocimiento intelectual de Cristo y de su doctrina, sino que debe expresarse en la imitación de los ejemplos que nos dio Cristo. A la pregunta ¿quién es mi prójimo?, Jesús contesta con el relato del buen samaritano. Esta es la pregunta clave de un testigo. Y cada uno de nosotros debe convertirse en prójimo de toda persona con quien nos encontremos en el camino de nuestra vida: "ve y haz tú lo mismo". El amor es el corazón de la vida cristiana y es quien nos convierte en testigos de Cristo.

Los santos engendran santos. La cercanía a sus personas, a sus huellas, siempre enriquece nuestras vidas; ellos nos depuran y nos elevan la mente, nos abren el corazón al amor de Dios. Esto es lo que hace hoy San Isidro Labrador acercándose a nuestras vidas, a las vidas de todos los madrileños.

Jesucristo, el Señor, se va a hacer realmente presente en este altar en el Misterio de la Eucaristía. Acoged a Jesucristo, probad todos lo que sucede con esta acogida. No tengáis miedo. Hacedlo como lo hizo San Isidro Labrador, en la sencillez de un esposo, de un padre y de un trabajador. Que la intercesión de este Santo abra las puertas de nuestras vidas y de la historia que estamos viviendo a Jesucristo. Es en Jesucristo donde encontramos el Camino, la Verdad y la Vida. Así lo experimentó y vivió San Isidro Labrador. Nadie está excluido. Dios incluye, es el primero que comenzó la cultura del encuentro. Vivamos con San Isidro esta experiencia. Amén.


Alegría que nadie les podrá quitar
Juan 16, 20-23. Pascua. Cristo siempre está con nosotros, aunque no lo veamos, siempre habrá una luz de esperanza en las noches de más grande inquietud.

Oración introductoria
Señor, creo en Ti, espero y confío en tu gran misericordia y amor, por eso te suplico que esta oración me lleve a descubrir tu providencia en todos los sucesos de mi vida.

Petición
Jesús, que no me falte nunca la fe, el amor, la esperanza, para gustar la verdadera alegría, que nace del amor y de la fidelidad a Ti.

Meditación del Papa Francisco
La integridad del Don, a la que nadie puede quitar ni agregar nada, es fuente incesante de alegría: una alegría incorruptible, que el Señor prometió, que nadie nos la podrá quitar.

Puede estar adormecida o taponada por el pecado o por las preocupaciones de la vida pero, en el fondo, permanece intacta como el rescoldo de un tronco encendido bajo las cenizas, y siempre puede ser renovada. La recomendación de Pablo a Timoteo sigue siendo actual: Te recuerdo que atices el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.

Una alegría misionera. Este tercer rasgo lo quiero compartir y recalcar especialmente: la alegría del sacerdote está en íntima relación con el santo pueblo fiel de Dios porque se trata de una alegría eminentemente misionera. La unción es para ungir al santo pueblo fiel de Dios: para bautizar y confirmar, para curar y consagrar, para bendecir, para consolar y evangelizar. (Homilía de S.S. Francisco, 17 de abril de 2014).

Reflexión
¡Cuánta alegría siente una familia al recibir un nuevo miembro!

Es una alegría que llena el alma, pero ¿cuánto dolor se tuvo que sufrir? Mucho dolor durante algunos minutos u horas, pero ese dolor se ha transformado en todos en una alegría inmensa.

También, cuando van a operar a una persona, ésta se siente afligida y no piensa en otra cosa que en lo que le está sucediendo, pero cuando ha pasado todo, después de esas horas de suspenso, se siente tranquila y en paz, hasta con una mayor alegría de seguir el camino con vida.

Así es la vida del hombre, los dolores siempre preceden a las alegrías, y a veces es al revés. Nunca hay un estado perpetuo de alegría o de dolor, siempre habrá una luz de esperanza en las noches de más grande inquietud. Cristo nos quiere prevenir en este pasaje que no estaremos solos por mucho tiempo, sino que siempre le tendremos a Él cerca, y así nuestro dolor por la separación se transformará en alegría cuando le veamos de nuevo. No perdamos la esperanza, Cristo siempre regresará, aunque no lo veamos. Pidámosle la gracia de darnos mayor confianza en su palabra, y así esperarle con alegría.

Propósito
Al enfrentar una dificultad, pediré ayuda a Dios en vez de confiar sólo en mis propias fuerzas.

Diálogo con Cristo
Señor, lo único que hace triunfar el mal es la desconfianza, el abatimiento ante los problemas, olvidando que Tú eres el Creador, el Dueño y Señor de la vida. Por eso puedo vivir la alegría en el dolor, porque por la fe y la esperanza, sé que todo tiene un sentido y que Tú nunca me dejas en el sufrimiento, y el mal y la injusticia nunca tienen la última palabra. ¡Gracias, Padre bueno, por la fidelidad de tu amor!

Sta Marta: 'El miedo no es una actitud cristiana  Fecha: 15 de Mayo de 2015

Las comunidades que tienen miedo y no tienen alegría están enfermas, no son comunidades cristianas. Lo ha recordado el santo padre Francisco durante la homilía de este viernes en la misa celebrada en Santa Marta. Haciendo referencia a dos palabras de la liturgia del día “miedo” y “alegría”, el Papa ha señalado que “el miedo es una actitud que nos hace mal. Nos debilita, nos empequeñece. También nos paraliza”.

De este modo, ha precisado que una persona que tiene miedo “no hace nada, no sabe qué hacer”. Está concentrada en sí misma para que “no le suceda nada malo”. Y “el miedo te lleva a un egocentrismo egoísta y te paraliza”. Un cristiano con miedo --ha precisado-- es una persona que no ha entendido cuál es el mensaje de Jesús.

Y así, Francisco ha afirmado que “por eso Jesús dice a Pablo: ‘No tengas miedo. Continúa hablando’. El miedo no es una actitud cristiana. Es una actitud --podemos decir-- de un alma encarcelada, sin libertad, que no tiene libertad de mirar adelante, de crear algo, de hacer el bien.

Así, el Santo Padre ha invitado a no tener miedo a pedir la gracia de la valentía, de la valentía del Espíritu Santo que nos envía.

De este modo, ha proseguido el Papa: “hay comunidades miedosas, que van siempre a lo seguro: ‘no, no, no hacemos esto, no, no, esto no se puede, esto no se puede...’ Parece que sobre la puerta de entrada hemos escrito ‘prohibido’: todo prohibido por miedo. Y tú entras en esta comunidad y el aire está cargado, porque es una comunidad enferma. El miedo enferma una comunidad. La falta de valentía enferma una comunidad”.

El miedo --ha asegurado el Papa-- es distinto que “el temor de Dios”  que “es santo, es el temor de la adoración delante del Señor y el temor de Dios es una virtud. Pero el temor de Dios no empequeñece, no debilita, no paraliza: lleva adelante, hacia la misión que el Señor da”.

La segunda palabra sobre la que el Papa ha reflexionado en la homilía ha sido “alegría”. Ha recordado que Jesús dice “nadie podrá quitarnos nuestra alegría”. Asimismo ha subrayado que “en los momentos más tristes, en los momentos de dolor” la alegría “se convierte en paz. Sin embargo, una diversión en el momento del dolor se convierte en oscuridad. Un cristiano sin alegría no es cristiano. Un cristiano que continuamente vive triste, no es cristiano. Y un cristiano que, en el momento de las pruebas, de las enfermedades, de tantas dificultades, pierde la paz, le falta algo.

De este modo ha precisado que “la alegría cristiana no es una simple diversión, no es una alegría pasajera; la alegría cristiana es un don, es un don del Espíritu Santo. Y hay que tener el corazón siempre alegre porque el Señor ha vencido, el Señor reina, el Señor está a la derecha del Padre, el Señor me ha mirado y me ha enviado y me ha dado su gracia y me ha hecho hijo del Padre… Es esa la alegría cristiana. Un cristiano vive en la alegría”.

El Pontífice ha asegurado que “también una comunidad sin alegría es una comunidad enferma”. Quizá será una “comunidad divertida” pero “enferma de mundanidad. Porque no tiene la alegría de Jesucristo”. Así, “cuando la Iglesia tiene miedo y cuando la Iglesia no recibe la alegría del Espíritu Santo, la Iglesia se enferma, las comunidades se enferman, los fieles se enferman”.

Para finalizar la homilía, el Papa ha pronunciado esta oración: “Levántanos, Señor, hacia el Cristo sentado a la derecha del Padre”, “levanta nuestro espíritu. Quítanos cualquier miedo y danos la paz y la alegría”.

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