El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza

Octubre complicado para el Papa
Misericordia y familia

Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener misericordia
José María Castillo, 26 de julio de 2015 a las 11:04
La suprema autoridad de la Iglesia nos va a decir cosas sobre la familia que algunos (posiblemente) no están dispuestos a escuchar y menos aún a aceptar

(José M. Castillo).- Tal como se han puesto las cosas en la Iglesia, lo más probable es que al papa Francisco le espera un próximo mes de octubre complicado. Quizá más complicado de lo que algunos se puedan imaginar. Por la sencilla razón de que, como es bien sabido, en octubre se completa y se clausura el Sínodo sobre la familia. Un tema erizado de dificultades, en torno al que se van a debatir problemas tan complicados como el del divorcio, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el modelo de familia que quiere la Iglesia, la educación de los hijos, etc, etc.

Además - y esto lo más complicado -, se avecina el momento en el que al papa se le va a pedir que se pronuncie sobre asuntos como los que acabo de indicar y otros similares. Asuntos sobre los que, en la Iglesia y en la sociedad, abundan los cristianos (y no cristianos) que tienen posturas firmemente asumidas de forma inamovible e incluso no exentas quizá de fanatismo. Por esto he dicho (y repito) que al papa Francisco le espera una "ottobrata romana" que no resultará precisamente placentera y fácil.

Así las cosas - y para acabar de complicar la situación -, Francisco ha publicado recientemente la Bula "Misericordiae Vultus", en la que (en el nº 3) afirma literalmente: "Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener misericordia". ¿Por qué precisamente, en este momento, necesitamos mucho más tener misericordia?

En no pocos ambientes eclesiásticos, concretamente en la Curia Vaticana, hay quienes sospechan que el papa afirma que ahora necesitamos (vamos a necesitar) dosis abundantes de misericordia, porque ahora es cuando la suprema autoridad de la Iglesia nos va a decir cosas sobre la familia que algunos (posiblemente) no están dispuestos a escuchar y menos aún a aceptar.

No puede tener misericordia quien no tiene respeto, tolerancia y comprensión hacia quienes piensan y viven de manera que producen, en otras personas o grupos humanos, repugnancia y vergüenza, las dos emociones que tanto nos distancian a unos de otros. Y hasta nos enfrentan a los unos con los otros. Dos emociones tan determinantes en la vida, que, como es sabido, el pensamiento liberal americano considera que, si no se supera la repugnancia y la vergüenza, no es posible la igualdad entre los ciudadanos (Martha C. Nussbaum).

Para concluir esta reflexión, terminaré diciendo que no creo en modo alguno que el papa Francisco haya publicado la Bula sobre la misericordia porque les tenga miedo a quienes se puedan poner nerviosos por causa de las decisiones que tome la suprema autoridad de la Iglesia ante los problemas que hoy nos plantea la familia. Y, sobre todo, nos pongamos como nos pongamos ante lo que decida el Sínodo presidido por el papa, lo más urgente en cualquier caso - creo yo - es que sepamos reaccionar como nos indica el Evangelio de Jesús. Con la misma bondad siempre. Con la misma misericordia siempre. Aunque quizá nos pueda ocurrir lo que les pasó a los familiares de Jesús, que llegaron a pensar de él que se había vuelto loco (literalmente, “estaba fuera de sí”) (“existêmi”), tal como indica expresamente el evangelio de Marcos (3, 21).

Evangelio según san Mateo 13, 31-35


En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas. Les dijo otra parábola: El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente. Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo."



Oración introductoria


Ven, Espíritu Santo, ilumina mi meditación para que, como la semilla de mostaza, crezca y sea el fermento para que mis actividades de este día produzcan los frutos de amor que Tú tienes dispuesto.



Petición


Padre Santo, haz que tenga el anhelo de llevar a todos los hombres, mis hermanos, la Buena Nueva de tu Evangelio.



Meditación del Papa Francisco

La parábola utiliza la imagen del grano de mostaza. Si bien es el más pequeño de todas las semillas está lleno de vida y crece hasta volverse 'más grande que todas las plantas de huerto'.

Así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a ser parte es necesario ser pobres en el corazón; no confiarse en las propias capacidades sino en la potencia del amor de Dios; no actuar para ser importantes a los ojos de mundo, sino preciosos a los ojos de Dios, que tiene predilección por simples y los humildes.

Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que hace fermentar a toda la masa del mundo y de la historia.

De estas dos parábolas nos viene una enseñanza importante: el Reino de Dios pide nuestra colaboración, si bien es sobretodo iniciativa y un don del Señor. Nuestra débil obra aparentemente pequeña delante de los problemas del mundo, si se inserta en la de Dios y no tiene miedo de las dificultades.»

(Homilía de S.S. Francisco, 14 de junio de 2015).

Reflexión


Cuando vemos que la sociedad vive cada vez más descristianizada, nos lamentamos y vemos lo poco que podemos hacer. Ese sentimiento de impotencia es natural. Sin embargo, los mecanismos del Reino de los Cielos funcionan de manera diferente. ¿Por qué? Porque el verdadero actor es Dios, y como Él es Todopoderoso puede hacer que cambie hasta lo más difícil.

Al contemplar la vida de los santos, como la de S. Francisco de Asís, vemos cómo se realiza una gran obra a través de ese "pequeño instrumento". Esto es lo que Jesús quiere decirnos: "no te preocupes si sólo eres una semilla diminuta. Siémbrate en mi Corazón y verás hasta dónde puedes".

Así lo hicieron un grupo de gente sencilla que siguió a Jesús: sus apóstoles. ¿Quién les iba a decir que después de dos mil años la Iglesia estaría presente en tantos lugares y atendería las necesidades materiales y espirituales de millones de personas? Esto se debe a que la fuerza de la Iglesia no está en lo que pueda hacer cada uno por su cuenta, sino en el poder de Dios con las personas que se entregan a fondo.

El secreto consiste en cambiar el propio corazón por el de Jesús, pareciéndonos a Él en todo lo posible. Así se transforma también nuestra familia y las personas de nuestro entorno. Y entre todos, impulsados por Cristo, podemos traer a este mundo la civilización del amor.


Propósito


Sembrar amor al escribir un correo electrónico o una nota a quien se ha alejado de Cristo.



Diálogo con Cristo


Señor, gracias por la semilla de la fe que recibí el día de mi bautismo. Quiero que ésta crezca para que pueda convertir, con tu gracia, mi vida en tierra buena, sin obstáculos ni cizaña que detengan los frutos de amor que Tú produces.

Santos Aurelio, Natalia, Félix, Liliosa y Jorge, Mártires

Mártires, 27 de julio

Martirologio Romano: En Córdoba, en la provincia hispánica de Andalucía, santos mártires Jorge, diácono y monje originario de Siria, Aurelio y Sabigoto, esposos, y Félix y Liliosa, esposos también, que en la persecución desencadenada por los sarracenos, deseando dar testimonio de su fe cristiana, no cesaron de alabar a Cristo en la cárcel, donde fueron finalmente decapitados.


Breve Biografía

Aurelio es hijo de un mahometano de los que ocupaban Córdoba, en España; pero su madre es cristiana y procuró educarlo en la fe verdadera. Pronto quedó huérfano de padre y madre; una tía suya, también cristiana, se encargó de hacerlo un hombre. Al llegarle la edad se casó con Natalia, hija de padres mahometanos pero, convertida al cristianismo, se bautizó cuando ellos murieron y empezó a llamarse Sabigoto; tienen dos hijas pequeñas; son ricos y emparentados con gente importante de la ciudad por la parte mora.



Félix es uno de los amigos de Aurelio y está casado con Liliosa. A ellos las cosas les van igualmente bien, no por agarenos, sino por la renuncia que años atrás hizo Félix a la fe de los cristianos; tuvo miedo; no se atrevió a afrontar la vida con las limitaciones de trabajo, económicas, los impuestos, la mala perspectiva para los futuros hijos con todas las puertas cerradas para prosperar y disimuló su fe ante el juez. Por ello no les va nada mal. Él sigue creyendo en Dios, pero no frecuenta las reuniones, ni participa en el culto porque no se interprete que da marcha atrás.



Han comenzado a pasar cosas graves en la ciudad emirada en los últimos tiempos. Los ánimos se han calentado y comenzado a haber gente muerta por ser cristiana. Primero mataron a un presbítero que se llamaba Perfecto, luego a otros más; hay gente en la cárcel por su fe cristiana y se presentan situaciones tan tensas que no se sabe muy bien cómo va a ponerse el ambiente.



En general, los cristianos de Córdoba están ya hartos de su deteriorada situación, y han comenzado a presentarse ellos mismos, de modo espontáneo, al tribunal. Otros piensan que esta es la ocasión de lavar sus culpas y hasta parece ser el caso de Félix. Los dos matrimonios llevan tiempo hablando entre ellos de responsabilidades y de fidelidad. Una de las primeras cabezas cristianas les ha hecho poner en balanza lo que se gana y lo que se pierde; es ese hombre valiente y docto obispo que se llama Eulogio. Las dos parejas se animan a ser fieles y más valientes de lo que son.



Cuando el otro día estaba Aurelio en la plaza vió un espectáculo triste en sí mismo y lamentable; llevaban en un borrico, con gran alboroto, entre gritos y gestos maldicentes, al bueno de Juan; iba herido, le pegaban con cuerdas, le insultaban y maldecían por ser cristiano y no bendecir al Profeta. Llegó a casa y no pudo ocultar su pena por la injusticia, todo en él era rebeldía por la impotencia; Liliosa escuchó la versión y pronto la conocen Aurelio y Sabigoto. Ahora los cuatro están dispuestos a buscar solución definitiva pasando por el martirio; pero deben prepararse bien al momento decisivo. Primero, Aurelio y Sabigoto deben llevar a sus hijas al monasterio que fundaron Jeremías e Isabel; ahora es Isabel la abadesa de Tábanos y ella se encargará de cuidarlas con la dote que pondrán a su disposición; luego, sí, deben mejorar su oración, sus sacrificios, su amor a Dios. Y así comienza una nueva dimensión en sus vidas. Los cuatro están a partir un piñón cuando dan abundantes limosnas con sus bienes, comienzan a dormir en el suelo, practican el ayuno, visitan a los enfermos y hasta deciden ir -con influencias- a la prisión para dar algo de consuelo.



Fue allí donde encontraron a Flora, la virgen que es hija de mahometano y cristiana y a María, monja de Cuteclara y hermana del diácono Wilabonso, decapitado el siete de junio del año pasado. Ellas están condenadas a muerte por sacrílegas y parece que lo que esperan es un premio por su alegría y decisión. Las dos parejas fueron a consolarlas y salieron de la cárcel con fuego en sus corazones.



Conocieron en el monasterio tabanense a Jorge, un monje oriental, concretamente de Siria, que pasó veintiséis años en San Sabas, cerca de Jerusalén, enviado a África para recoger limosnas para mantener a los monjes que habían quedado allí. Es diácono, amigo de Eulogio, sencillo y servidor de todos; habla griego, árabe y latín. Se les unió desde entonces, pensando en el martirio, y ya no se les despega ni de día ni de noche.



Los cinco se han presentado ante el juez; le ponen al corriente de su fe cristiana al tiempo que afirman la falsedad de la religión que profesan todos los seguidores de Mahoma. El juez se esfuerza en hacerles recapacitar sobre su locura; les está haciendo ver la vida que tienen por delante con promesas de bienes, comodidades y honra. Todo es basura comparado con Jesucristo a quien desean servir por encima de todo. Les da cinco días de cárcel para pensar y poder reunir al Consejo porque son personas importantes por su parentela y él no quiere decidir su suerte. Ante los nuevos jueces, pareció que tenían ellos más ganas de ser condenados que los jueces en condenarles. Terminaron degollados, aplicando la ley, por maldecir al Profeta y declarar abyecta su religión.



Fue el día 27 de julio del año 852.



Dos matrimonios y un fraile dijeron públicamente del modo más fuerte y claro que es mejor el bien de Cristo que la totalidad de bienes terrenos. Amén.

El Papa, acompañado de dos jóvenes de la JMJ de Cracovia

Pide un aplauso para los abuelos, en el día de San Joaquín y Santa Ana
El Papa pide la liberación del jesuita y de los dos obispos ortodoxos secuestrados en Siria
Se inscribe el primero en la Jornada Mundial de la Juventud del próximo año en Cracovia
José Manuel Vidal, 26 de julio de 2015 a las 12:27
¿Quién de nosotros no tiene los cinco panes y los dos peces? Si los ponemos ne manos del Señor, habrá en el mundo más justicia y más alegría

El Papa, en la ventana con dos jóvenes

(José M. Vidal).- El Papa no quiere perder el contacto con la gente ni en vacaciones. Por eso, se sigue asomando a la cátedra de la ventana todos los domingos y pronto reiniciará las catequesis de los miércoles. En el ángelus, Francisco pidió la liberación del jesuita, de los dos obispos y de todos los secuestrados en Siria. También solicitó un apaluso para los abuelos en su día y se inscribió, el primero, en la lista de la JMJ 2016 en Cracovia.

Algunas frases del Papa antes del ángelus

"El Evangelio de la multiplicación de los panes"
"La potencia misericordiosa de Dios actúa en Cristo"
"Jesús no es un curandero. Es también un maestro"
"Los discípulos razonan en términos de mercado"
"Jesús sustituye la lógica del comprar por la lógica del dar"
"Haciendo la comunión nos encontramos con Jesús"
"La logica de Jesús es la de la gratuidad y la del compartir"
"Todos podemos dar algo"
"Compartir con los otros lo que somos y lo que tenemos"
"Jesús sacia no sólo el hambre material sino también el hambre de sentido de la vida, el hambre de Dios"
"¿Qué podemos hacer? Lamentarse no resuelve nada"
"Ofrecer lo que tenemos"
¿Quién de nosotros no tiene los cinco panes y los dos peces?"
"Si los ponemos ne manos del Señor, habrá en el mundo más justicia y más alegría"
"Qué necesaria es la alegría en el mundo"
"Que no falte jamás a nadie el pan del cielo"

Saludos del Papa después del ángelus

"Hoy se abren las inscripciones para la JMJ, que tendrá lugar, el próximo año, en Polonia"

"He querido abrir yo mismo las inscricpiones e hice venir, junto a mí, a un chico y a una chica, para qiue estén conmigo en este momento de abrir las inscipciones aquí delante de vosotros"


"Me he inscrito como peregrino en este Jornada"

"Será un Jubileo de la Juventud para reflexionar sobre el bienaventurados los misericordiosos"

Recuerda el segundo aniversario del secuestro del padre Paolo Dall'Oglio

"Hago un llamamiento insistente por la liberación de este estimado religioso.

"No olvido a los obispo ortodoxos secuestrados en Siria y todos las personas que, en las zonas de conflicto, han sido secuestradas"

"Que se les restituya la libertad a estos nuestros hermanos"
Saluda, entre otros, a los fieles de Salamanca.
Hoy, 26 de julio, la Iglesia recuerda a San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen y, por tanto, los abuelos de Jesús.
"Quiero saludar a todos los abuelos y abuelas, dandoles gracias por su preciosa presencia en las familias".
"Por todos los abuelos vivos y por todos los que nos miran desde el cielo, un aplauso".

Texto íntegro del discurso del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (Jn 6, 1-15) presenta el gran signo de la multiplicación de los panes, en la narración del evangelista Juan. Jesús se encuentra en la orilla del lago de Galilea, y está rodeado por "una gran multitud", atraída por los "signos que hacía curando a los enfermos" (v. 2).

En Él actúa el poder misericordioso de Dios, que cura todo mal del cuerpo y del espíritu. Pero Jesús no es un sanador, es también maestro: en efecto sube al monte y se si sienta, en la típica actitud del maestro cuando enseña: sube sobre aquella "cátedra" natural creada por su Padre celestial. Llegado a este punto Jesús, que sabe bien lo que está por hacer, pone a la prueba a sus discípulos.

¿Qué hacer para dar de comer a toda aquella gente? Felipe, uno de los Doce, hace un rápido cálculo: organizando una colecta, se podrán recoger, al máximo, doscientos denarios para comprar el pan que, sin embargo, no alcanzaría para dar de comer a cinco mil personas.

Los discípulos razonan en términos de "mercado", pero Jesús, a la lógica del comprar, sustituye aquella otra lógica, la lógica del dar. Las dos lógicas, ¿no? La del comprar y la del dar. Y he aquí que Andrés, otro de los Apóstoles, hermano de Simón Pedro, presenta a un muchacho que pone a disposición todo lo que tiene: cinco panes y dos pescados; pero ciertamente - dice Andrés - son nada para aquella gente (Cfr. v. 9).

Pero Jesús esperaba precisamente esto. Ordena a los discípulos que hagan sentar a la gente, después tomó aquellos panes y aquellos pescados, dio gracias al Padre y los distribuyó (Cfr. v. 11). Estos gestos anticipan aquellos de la Última Cena, que dan al pan de Jesús su significado más verdadero.

El pan de Dios es Jesús mismo. Tomando la Comunión con Él, recibimos su vida en nosotros y llegamos a ser hijos del Padre celestial y hermanos entre nosotros. Tomando la Comunión nos encontramos con Jesús, realmente vivo y resucitado. Participar en la Eucaristía significa entrar en la lógica de Jesús, la lógica de la gratuidad, de la participación. Y por más pobres que seamos, todos podemos dar algo. "Tomar la Comunión" también significa tomar de Cristo la gracia que nos hace capaces de compartir con los demás lo que somos y lo que tenemos.

La multitud está sorprendida por el prodigio de la multiplicación de los panes; pero el don que Jesús ofrece es plenitud de vida para el hombre hambriento. Jesús sacia no sólo el hambre material, sino aquella más profunda, el hambre de sentido de la vida, el hambre de Dios.

Frente al sufrimiento, a la soledad, a la pobreza y a las dificultades de tanta gente, ¿qué podemos hacer nosotros? Lamentarse no resuelve nada, pero podemos ofrecer lo poco que tenemos. Como aquel muchacho. Ciertamente tenemos alguna hora de tiempo, algún talento, alguna competencia... ¿Quién de nosotros no tiene sus "cinco panes y dos pescados"? Todos tenemos.

Si estamos dispuestos a ponerlos en las manos del Señor, bastarán para que en el mundo haya un poco más de amor, de paz, de justicia y, sobre todo, de alegría. ¡Cuán necesaria es la alegría en el mundo! Dios es capaz de multiplicar nuestros pequeños gestos. Gestos de solidaridad y hacernos partícipes de su don.

Que nuestra oración sostenga el empeño común para que jamás falte a nadie el Pan del cielo que da la vida eterna y lo necesario para una vida diga, y para que se afirme la lógica del compartir y del amor.

Que la Virgen María nos acompañe con su intercesión maternal.

La vida como una cadena de hechos

En esa cadena, ¿cuál es mi responsabilidad? ¿Cuál la de otros? ¿Ha sido una casualidad? ¿Puede evitarse un daño futuro?

Un pinchazo en la rueda del coche. Un volantazo. El golpe. Ida al hospital. Una semana en reposo. Tiempo para reflexionar.

Pensamos en lo ocurrido. ¿Por qué aquel pinchazo? Quizá se pudo haber evitado con una revisión a tiempo en el mecánico. O tal vez alguien dejó un objeto puntiagudo en la carretera.

Empezamos a buscar causas y consecuencias, responsabilidades y medios para prevenir algo parecido en el futuro.

Muchas veces vemos la vida como una cadena de hechos. Lo que pasa hoy se explica por lo que pasó ayer y prepara lo que ocurrirá mañana.

En esa cadena, ¿cuál es mi responsabilidad? ¿Cuál la de otros? ¿Ha sido una casualidad? ¿Puede evitarse un daño futuro?

Duele constatar cuando uno inició una cadena de eventos negativos. Al revés, sentimos alegría si dimos el primer empujón a una cadena de hechos positivos.

Entonces, ¿qué voy a decidir ahora? ¿Hacia dónde dirigiré mi mente y mi corazón? ¿Cómo dar inicio a algo bueno? ¿Cómo prevenir peligros para mí y para otros?

El mundo tiene muchos rincones de misterio que conviven con zonas de responsabilidad. Los primeros explican tanta incerteza. Las segundas nos abruman: mis decisiones a veces tienen consecuencias sumamente graves.

Por eso ahora, entre las muchas opciones que tengo ante mí, necesito luz para decidir prudentemente. Una luz que viene desde la Palabra de Dios y las luces del Espíritu Santo. Una luz que también me llega gracias a amigos sensatos y reflexivos.

En estos momentos, inicia una nueva cadena de eventos. Pido a Dios, humildemente, que esos eventos me hagan más bueno, promuevan la justicia, abran la historia humana a la belleza, y nos acerquen un poco al encuentro eterno con nuestro Padre de los cielos...

PAXTV.ORG