“Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado…que lo maten y que resucite al tercer día.”
- 24 Septiembre 2015
- 25 Septiembre 2015
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El Papa reza con los sin techo
Justo después de su discurso en el Congreso
El Papa visita a doscientos "sintecho"
Les recordó que "Dios entró en este mundo como uno que no tiene casa"
Redacción, 24 de septiembre de 2015 a las 18:29
Jesús sigue golpeando nuestra puerta en el rostro del hermano
(RV).- "Jesús sigue golpeando nuestra puerta en el rostro del hermano": fueron las palabras del Papa Francisco al reunirse con las personas sin techo en el Centro Caritativo de la Parroquia de San Patricio de Washington. En su segundo día en los Estados Unidos, el Pontífice quiso hacer sentir su cercanía a las 200 personas sin hogar de la capital estadounidense, que lo estaban esperando. Francisco comenzó su discurso recordando que en la vida de san José, hubo situaciones difíciles de enfrentar, como cuando Jesús estaba a punto de nacer y no tenía un techo, un alojamiento. "El Hijo de Dios supo lo que es comenzar la vida sin un techo", recordó Obispo de Roma, invitándolos a imaginar las preguntas de José en ese momento tan delicado: ¿Cómo el Hijo de Dios no tiene un techo para vivir? Tras afirmar que "las preguntas de José siguen presentes hoy, acompañando a todos los que a lo largo de la historia han vivido y están sin un hogar", el Santo Padre subrayó que José era sobre todo un hombre de fe y esta fe le permitió encontrar luz en los momentos difíciles de su vida. "Ante situaciones injustas, dolorosas, la fe nos aporta esa luz que disipa la oscuridad" - dijo el Papa - y al igual que a José "nos abre a la presencia silenciosa de Dios en toda vida". Refiriéndose a la falta de alojamiento como "situaciones injustas", el Vicario de Cristo subrayó que Dios está sufriéndolas con nosotros y "no nos deja solos." "Es la fe que nos hace saber que Dios está con ustedes" - prosiguió el Papa - en medio nuestro, y su presencia nos moviliza a la caridad". Y esta caridad nace de la llamada de Dios a nuestra puerta, "para invitarnos al amor, a la compasión, a la entrega de unos por otros". "Jesús - afirmó- sigue golpeando nuestra puerta en el rostro del hermano, en el rostro del vecino, en el rostro del que está a nuestro lado". Francisco insistió entonces en la ayuda eficaz de la oración que hermana, la oración en la que se encuentra la fuerza para no volverse insensible ante las situaciones de injusticia. Finalmente, el deseo del Papa de unirse a ellos, "necesito su apoyo - dijo - su cercanía". Y la invitación a rezar juntos, para continuar "con este sostén que nos ayuda a vivir la alegría de saber que Jesús siempre está en medio nuestro".
Evangelio según San Lucas 9,18-22.
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".
"Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios".
Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
Cardenal José Ratzinger [Benedicto XVI, papa 2005-2013] Der Gott Jesu Christi
“Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado…que lo maten y que resucite al tercer día.” (Lc 9,22)
Ser hombre significa: ser destinado a la muerte. Ser hombre significa: tener que morir... Vivir en este mundo quiere decir morir. “Se hizo hombre” (Credo), esto significa que Cristo también caminaba hacia la muerte. La contradicción propia de la muerte humana, adquiere en Jesús su agudeza extrema, porque en él que está en plena comunión perenne con el Padre, el aislamiento absoluto de la muerte es un absurdo. Por otro lado, la muerte en él es también necesaria. En efecto, el hecho de estar con el Padre está en el origen de la incomprensión de los hombres respecto a él, está en el origen de su soledad en medio de las multitudes. Su condena es el acto último de la incomprensión, del rechazo de este Incomprendido y su abandono a la zona del silencio.
Al mismo tiempo se puede entrever algo de la dimensión interior de su muerte. En el hombre, morir es siempre a la vez acontecimiento biológico y espiritual. En Jesús, la destrucción de los soportes corporales de la comunicación rompe su diálogo con el Padre. Así que lo que se rompe en la muerte de Jesucristo es más importante que cualquier muerte humana. Lo que le es arrancado en la muerte es el diálogo, eje verdadero del mundo entero.
Pero así como este diálogo con el Padre le volvió solitario ante los ojos de los hombres y que estaba en el origen de la monstruosidad de esta muerte, así también la resurrección de Cristo está ya fundamentalmente presente. Por ella, nuestra condición humana se inserta en el intercambio trinitario del amor eterno. Ya no puede desaparecer jamás. Más allá del umbral de la muerte, se levanta y recrea su plenitud. Únicamente la resurrección desvela el carácter último, decisivo de este artículo de la fe: “Se hizo hombre”....
Cristo es plenamente hombre, lo será para siempre.
La condición humana ha entrado, gracias a él, en el ser de Dios. Esto es el fruto de su muerte
San Fermín de Amiens
San Fermín de Amiens, obispo y mártir
En Amiens, en la Galia Bélgica, san Fermín, venerado como obispo y mártir.
Existen sobre este Fermín unas actas tardías (del siglo X) que detallan muchos aspectos de la vida del santo, incluyendo su pasión y muerte. Lamentablemente son muy poco confiables, por la lejanía con los hechos que narra, y los rasgos legendarios que presenta. Sin embargo, es muy posible que en las cuestiones fundamentales recojan una tradición firme. Según esa tradición, Fermín era natural de Pamplona, en Navarra, España, perteneciente a una noble familia pagana del lugar. La predicación de Honesto y Honorato, discípulos del famoso san Saturnino de Toulouse, trajo la fe cristiana a Pamplona, y junto a ella, a la familia de Fermín, quien no sólo se bautizó, sino que fue nombrado obispo y enviado como misionero a las Galias. Allí evangeliza Agen, Auvernia, Anjou, Beauvais, para detenerse finalmente en Amiens (los auténticos obispos misioneros solían serlo de una pequeña comarca, se nota aquí los intentos de las Actas por hacer que su héroe abarque prácticamente todo el territorio de la actual Francia). En Amiens recibe el martirio, y es enterrado por un piadoso senador, cuyo hijo, también llamado Fermín, es ordenado como sucesor, y erige una iglesia en honor de san Fermín. La lista de obispos de Amiens registra estos dos Fermines, el primero como mártir y el segundo como confesor, aunque se basa en datos muy poco seguros, y es posible que los dos sean en realidad el mismo, el que celebramos hoy. De hecho el Martirologio actual ha eliminado la inscripción del segundo, que figuraba el 1 de septiembre. De todo esto lo que queda como segura es la vinculación de san Fermín con Navarra como patria de origen, y de Amiens como sitio martirial, donde pudo haber sido un destacado obispo misionero, sin ser necesariamente el obispo fundador de la sede, que parece haber sido Eulogio, en el siglo IV. Es imposible saber, con los datos disponibles, cuándo vivió y recibió el martirio san Fermín; las diversas tradiciones lo ubican entre mediados del siglo III y comienzos del IV. Este es el Fermín cuyo culto se extendió por Navarra, y dio lugar a los «Sanfermines» del mes de julio. Hay un primer documento de la veneración del santo en Pamplona en 1186, cuando el obispo Pedro II recibe solemnemente de parte del obispo de Amiens las reliquias de san Fermín, establece la solemnidad litúrgica, y dota un convento de canónigos en honor del santo. Estas reliquias, guardadas en un relicario de algunos siglos más tarde, son las que se veneran actualmente en la iglesia de San Lorenzo, en Pamplona.
La fecha de celebración fue al principio el 10 de octubre; sin embargo, quizás por mezcla con la historia del patrono principal de Pamplona, el mencionado san Saturnino, que murió arrastrado por un toro, se comenzó a asociar el culto a san Fermín con los toros. Pero la fecha de octubre quedaba fuera de los toros, y así en 1590, el obispo Bernardo de Sandoval concede el traslado de la parte profana de la fiesta (es decir, el encierro de toros) al 7 de julio, dejando a salvo la festividad litúrgica en su fecha propia. Se escoge esa fecha no por ninguna relación con la vida del santo, sino por «illud tempus esse magis commodum» («por ser este tiempo más cómodo») para la fiesta.
Acta Sanctorum, septiembre VII, págs. 24-50; allí mismo una buena parte del texto se dedica al desarrollo del culto en Pamplona (pág. 46ss.). Mons. Duchesne, en Fastes Episcopaux, III, pág. 112-127 resume los puntos centrales de los datos y problemas del episcopado de san Fermín. El P-. Thurston, en Butler's Lives... menciona una «Histoire de Saint Fermin» de 1861, a la que no he tenido acceso. Imagen: Martirio de san Fermín, por Vincentius Bellovacensis, en el «Speculum historiale», siglo XV, Paris.
¿Quién dice la gente que soy yo?
Lucas 9, 18-22. Tiempo Ordinario. ¿Sabemos quién es Cristo? Respondámosle sin miedo en la intimidad de la oración.
Oración Introductoria
Señor Jesús, el Evangelio en muchas ocasiones menciona cómo sabías darte el tiempo y buscabas el mejor lugar para hacer oración. Ayúdame a aprender de Ti, que sepa darle siempre prioridad a mi oración.
Petición
Jesús, dame la luz y la fuerza para convertirme en un verdadero hombre/mujer de oración.
Meditación del Papa Francisco
En el Evangelio del día retrata en la forma de testigo valiente a Pedro, el que a la pregunta de Jesús a los apóstoles: «¿quién decís vosotros que soy yo?», afirma: «Tú eres el Cristo»[…]. Esta primera pregunta: '¿quién soy yo para vosotros, para ti? - a Pedro, solamente se entiende a lo largo de una camino, después de un largo camino, un camino de gracia y de pecado, un camino de discípulo.
Jesús, a Pedro y a sus apóstoles, no ha dicho '¡Conóceme!' ha dicho '¡sígueme!' Y este seguir a Jesús nos hace conocer a Jesús. Seguir a Jesús con nuestras virtudes, también con nuestros pecados, pero seguir siempre a Jesús. No es un estudio de cosas que es necesario, sino una vida de discípulo.
Es necesario un encuentro cotidiano con el Señor, todos los días, con nuestras victorias y nuestras debilidades. Pero también es un camino que nosotros no podemos hacer solos. Y para ello es necesaria la intervención del Espíritu Santo. Conocer a Jesús es un don del Padre, es Él que nos hace conocer a Jesús; es un trabajo del Espíritu Santo, que es un gran trabajador. No es un sindicalista, es un gran trabajador y trabaja en nosotros siempre. Hace este trabajo de explicar el misterio de Jesús y de darnos este sentido de Cristo. Miramos a Jesús, a Pedro, a los apóstoles y sentimos en nuestro corazón esta pregunta: '¿quién soy yo para ti?' Y como discípulos pedimos al Padre que nos dé el conocimiento de Cristo en el Espíritu Santo, que nos explique este misterio. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 20 de febrero de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
¿Quién dicen los hombres que soy? Es una pregunta que aún hoy nos hace Cristo a cada uno de los que profesamos el nombre de cristianos. Esa vez fue dirigida a los apóstoles y causó el mismo impacto que si nos la dijera hoy Jesús a nosotros. Ellos, que habían escuchado sus palabras, habían dejado todo por seguirlo, nunca se habían cuestionado sobre quién era "realmente" aquel Hombre que podía dominar la naturaleza y que curaba a los enfermos y perdonaba los pecados.
Ante la primera pregunta muchos respondieron de inmediato: que Juan el Bautista, que alguno de los profetas… Y vosotros, ¿quién decís que soy? Sólo ahora se quedaron estupefactos. No se lo habían planteado jamás. ¿Cómo era posible que no supieran quién era? Ocurre que muchos católicos tras años de bautizados, y después de haber visto la acción de la gracia tan patente por los sacerdotes, tampoco saben "realmente" quién es Él. Porque es una pregunta que se responde de corazón a corazón, no de un frío libro a una también fría mente. Cristo pregunta y lo hace porque desea que lo conozcamos de veras.
Sólo el bueno e intrépido de Pedro responderá justamente: Tú eres el Cristo. Porque se ha dejado llevar de la inspiración del Espíritu, él que será la Piedra de la Iglesia. ¿Sabemos quién es Cristo? Respondámosle sin miedo en la intimidad de la oración de corazón a Corazón.
Propósito
Esforzarme por tener a Cristo como el criterio de mis decisiones e imitar su estilo de vida.
Diálogo con Cristo
Jesucristo, lo primero que debo de buscar, si quiero ser feliz, es vivir centrado en Ti, eso es lo esencial de mi vida. Tengo que arraigarme en Ti y corresponder generosa y alegremente a tu infinito amor. Te pido tu gracia para saber vivir en el amor al saberte reconocer en los acontecimientos, buenos y malos, de este día.
Dejar mi vida entre tus manos
Todavía me cuesta, Señor, poner las redes de mi vida entre tus manos. Sé que Tú tienes un camino distinto para mi vida.
Todavía me cuesta, Señor, poner las redes de mi vida entre tus manos.
Parece que temo tus proyectos, tus planes. Parece que todavía prefiero seguir mis gustos, gozar de salud, decidir mis pasos, tenerlo todo bajo el control de mis deseos.
Sé que Tú tienes un camino distinto para mi vida. Quizá difícil, quizá incomprensible, quizá lleno de espinas. Pero viene de Ti, y eres Tú quien sabes lo que es mejor, lo que me permite avanzar hacia el amor y la esperanza.
Ayúdame a descubrir ese proyecto. Dame fuerzas para confiar, para no olvidar que eres un Padre bueno. Permíteme reconocer que la Cruz es parte del camino del que ama, es una astilla que nos permite contagiarnos del fuego de amor que trajiste al mundo.
Dame también fuerzas para acompañar a quienes sufren a mi lado. Porque no encuentran sentido a sus fracasos. Porque no entienden que también el dolor encierra un tesoro inmenso. Porque olvidan que existe el cielo, donde el Perdón vence el pecado, donde el egoísmo queda lejos, donde el Amor lo es todo para todos.
Quisiera hoy, en estas horas de mi caminar frágil, dejar mi vida entre tus manos, como jarrón dócil, como vasija humilde, como barro confiado. Dejar que modeles en mi alma y en mi cuerpo tu proyecto; permitirte conquistar mis ideas y mis actos; prestarme para que también otros, desde mi vida transformada, puedan avanzar hacia la esperanza y descubrir Tu Amor eterno.
Francisco, ante el Congreso norteamericano
Francisco propone el "ecopersonalismo" como vía mediadora
Un Papa en el Capitolio, acompañado de sus "cuatro santos" americanos
Los congresistas americanos, cautivados por la sencilla elocuencia del Papa de Roma
José Manuel Vidal, 25 de septiembre de 2015 a las 10:33
Señor, Padre de todos, bendice a este pueblo. Bendice a cada uno de ellos. Bendice a sus familias. Dales lo que más necesiten. Que Dios bendiga a América
(José Manuel Vidal).- Todo lo que toca lo convierte en oro. Todo lo que hace le sale bien. Hasta cuando se equivoca, la humildad salva al Papa Francisco. Por eso, sale triunfante de todos los retos. Y el del Capitolio de los Estados Unidos era histórico. Nunca antes un Papa de Roma había pisado el 'sancta sanctorum' de la democracia representativa americana. Siempre a la altura, Francisco no sólo les dejó a los congresistas americanos un discurso para pensar y rumiar en sus conciencias, sino que ganó sus corazones.
Y eso que había algunos republicanos recalcitrantes. De esos que utilizaban los tópicos del 'Papa comunista', para descalificar sus denuncias de un neocapitalismo salvaje, que impone en el mundo un sistema inicuo que deja tiradas en las cunetas de la vida a millones de seres humanos.
Hasta esos quedaron boquiabiertos. Porque Francisco les propuso una vía media y mediadora entre el igualitarismo cubano fracasado y el neoliberalismo americano, que está corriendo la misma suerte. El papa les ofreció lo que el filósofo y antropólogo español, Andrés Ortiz-Osés, llama "ecopersonalismo".
Es decir, un sistema cuyo centro lo ocupe la persona (no el capital ni el beneficio ni la ideología) y la naturaleza. Pura doctrina social de la Iglesia, olvidada por la propia institución durante tantos años y retomada por la encíclica 'Laudato si'. El hombre en el centro del sistema económico y de una naturaleza ("la casa común") a la que no somete, sino que cuida, custodia y recrea.
Como superador de la dinámica izquierda-derecha o comunismo-capitalismo, Francisco apuesta por sumar. Superar la dinámica tesis-antítesis, para llegar a la síntesis de una posición mediadora y remediadora.
Con un discurso claro, directo, profundo y, al mismo tiempo, sencillo. Este Papa no necesita intérpretes ni exegetas. Habla claro y se le entiende todo lo que dice. Incluso en su inglés para principiantes. Ante el mayor poder legislativo mundial, Francisco esbozó un discurso basado en sus "cuatro santos americanos": Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton.
Cuatro ilustres hijos de la tierra de los "libres y valientes" que, a juicio del Papa encarnaron las cuatro virtudes esenciales para la vida personal y social. Linconl o la libertad. Luther King, la inclusión y los derechos humanos. Dorothy Day, la lucha por la justicia, y Thomas Merton, la práctica del diálogo interreligioso.
Con ellos y en torno a ellos, el Papa fue desgranando los grandes temas de la agenda mundial que más le preocupan. Comenzando por la defensa de la vida. De toda vida. También de la ya nacida. Y por eso, pidió la abolición mundial de la pena de muerte. Pasando por la lucha contra la pobreza, la acogida de los inmigrantes, el cuidado de la "casa común" y la defensa de la familia.
Con frases cortas y contundentes: "No dividamos el mundo en buenos y malos, en justos y pecadores". "Que la política no se someta a la economía y a las finanzas". "No nos atemoricemos por el número de inmigrantes, miremos a sus rostros". "Abolición mundial de la pena de muerte". "Combatir la pobreza y el comercio de armas".
Los congresistas americanos se quedaron cautivados por la sencilla elocuencia del Papa de Roma. Y subrayaban las más significativas palabras del Papa con aplausos, puestos en pié. Algo que hicieron en numerosas ocasiones. A su espalda, el vicepresidente, Joe Biden, y el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, ambos católicos y entusiasmados con el ilustre visitante. Francisco estaba pronunciando una auténtica encíclica en este templo laico de la democracia.
Con un colofón pastoral. El Papa se acercó al balcón del Capitolio y, desde él, rezó una pequeña oración por las familias estadounidenses: "Señor, Padre de todos, bendice a este pueblo. Bendice a cada uno de ellos. Bendice a sus familias. Dales lo que más necesiten. Que Dios bendiga a América". Y se retiró con la sonrisa puesta e iluminado por el dedo de Dios.