“Herodes trataba de ver a Jesús”
- 24 Septiembre 2015
- 24 Septiembre 2015
- 30 Noviembre -0001
Francisco, durante la multitudinaria canonización de fray Junípero Serra
El Papa canoniza a fray Junípero Serra, "que fue siempre adelante, porque el Señor espera, el hermano espera"
Francisco: "El pueblo de Dios no teme al error, teme al encierro, a las élites, a las propias seguridades"
"Jesús no dio una lista selectiva de quién sí y quién no, de quiénes son dignos o no de recibir su mensaje y su presencia"
Jesús Bastante, 23 de septiembre de 2015 a las 23:38
Vayan y abracen en mi nombre. Vayan al cruce de los caminos, a anunciar sin miedo, sin prejuicio, sin superioridad, sin purismos, a todo aquel que ha perdido la alegría de vivir
(Jesús Bastante).- Siempre adelante. "El santo Pueblo fiel de Dios, no le teme al error; le teme al encierro, a la cristalización en elites, al aferrarse a las propias seguridades. Sabe que el encierro en sus múltiples formas es la causa de tantas resignaciones". El Papa Francisco clamó por una Iglesia "en salida", que busca la alegría del Evangelio en los rostros de los otros, de los accidentados en el camino, y no en las aparentes seguridades, en los miedos, en la falta de fe. Alrededor de 30.000 personas asistieron a la canonización de fray Junípero Serra en el Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción, el mayor templo católico de los Estados Unidos, en la que supone la primera canonización en el país.
El Papa llegó a bordo de un jeep móvil, entre los gritos de los fieles. No va a ser un viaje de masas -son muchos los estadounidenses que no entienden las críticas de Francisco al American Way of Life-, pero sí de fidelidades: todos los que acudan a los actos de Bergoglio en EE.UU., se sienten impactados por el personaje. Y por sus mensajes. Hacía mucho sol en la explanada de la Inmaculada Concepción. El Papa hijo de inmigrantes, que quiere ser misionero en su tierra, canoniza al evangelizador de California sin necesidad de mediar milagro, como ya sucediera con Juan XXIII. Aunque la misa iba a celebrarse en el exterior, nada más entrar en la basílica Francisco fue recibido como una estrella de rock, repartiendo saludos a diestro y siniestro, sonriendo, incluso algo abrumado por el fervor demostrado por los fieles.
Ya revestido con los ornamentos, el Papa se dirigió a la explanada para comenzar la celebración. Los fieles, esta vez sí, entendieron el recogimiento propio de la celebración eucarística. El Papa utilizó el castellano, como parece va a ser norma en todo el viaje. El cardenal Wuerl hizo la preceptiva petición al Santo Padre, que confirmó su deseo de que fray Junípero Serra sea, desde este preciso instante, elevado a los altares de la Iglesia universal. Pese a las polémicas, que ya arrastra desde su beatificación en 1988, que acusan a Junípero de crueldad con los indígenas, lo cierto es que el nuevo santo es considerado uno de los "padres de la patria" de Estados Unidos. De hecho, es el único personaje español que figura en el National Statuary Hall del Capitolio de Washington como uno de los nombres ilustres (dos por estado) inmortalizados en un monumento. Tras la fórmula de la canonización, un representante de las comunidades indígenas depositó la reliquia del nuevo santo en un relicario junto al altar. La primera lectura, del libro de Isaías, fue en lengua indígena, en un nuevo guiño a la labor realizada, y no siempre comprendida, por el franciscano Junípero. La segunda lectora, una joven con síndrome de Down. La inmigración y la defensa de los más débiles, de nuevo, en gestos que valen mucho más que palabras, como posteriormente sucedería en las preces.
En su homilía, Francisco recordó la invitación a la alegría que se escuchó en el Evangelio. "Una vida plena, una vida con sentido, con alegría". "Hay algo dentro de nosotros que nos invita a la alegría y a no conformarnos con placebos que siempre quieren contentarnos", comenzó el Papa, quien admitió que "son muchas las situaciones" en la vida cotidiana que "parecen conducirnos a una resignación triste, que poco a poco se va transformando en acostumbramiento, con una consecuencia letal: anestesiarnos el corazón".
"No queremos que la resignación sea el motor de nuestra vida, ¿o lo queremos? ¿Cómo hacer para que no se nos anestesie el corazón? ¿Cómo profundizar la alegría del Evangelio en las distinta situaciones de nuestra vida?", se preguntó el Papa, quien insistió en que, como sucedió con los primeros cristianos, "la alegría del Evangelio, se experimenta, se conoce y se vive, solamente dándola, dándose".
"El Espíritu del mundo nos invita al conformismo y la comodidad. Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad para con los demás y con el mundo, tenemos la responsabilidad de anunciar el mensaje de Jesús, porque la fuente de nuestro alegría nace de ese deseo inagotable de brindar misericordia", clamó Bergoglio, quien volvió a pedir a los cristianos que salgan. "Vayan a la gente, vayan y anuncien, vayan y unjan".
A todas las gentes, en todo lugar, porque "Jesús no dio una lista selectiva de quién sí y quién no, de quiénes son dignos o no de recibir su mensaje y su presencia. Por el contrario, abrazó siempre la vida tal cual se le presentaba, con rostro de dolor, hambre, enfermedad, pecado, con rostro de ira, sede, cansancio (...). Lejos de esperar una vida maquillada, decorada, trucada, la abrazó como venía a su encuentro, aunque fuera una vida derrotada, sucia, destruida".
"A todos, dijo Jesús, a todos, vayan y anuncien. A toda esa vida como es, y no como nos gustaría que fuese. Vayan y abracen en mi nombre. Vayan al cruce de los caminos, a anunciar sin miedo, sin prejuicio, sin superioridad, sin purismos, a todo aquel que ha perdido la alegría de vivir. Vayan a anunciar el abrazo misericordioso del Padre. Vayan a aquellos que viven con el peso del dolor, del fracaso, del sentir una vida truncada, y anuncien la locura de un padre que busca ungirlos con el óleo de la esperanza".
"Vayan a anunciar que el error, las ilusiones engañosas, las equivocaciones, no tienen la última palabra en la vida de una persona", subrayó el Papa, quien recordó que "la misión no nace nunca de un proyecto perfectamente elaborado o de un manual muy bien estructurado y planificado; la misión siempre nace de una vida que se sintió buscada y sanada, encontrada y perdonada. La misión nace de experimentar una y otra vez la unción misericordiosa de Dios".
Y es que, en definitiva, "la Iglesia, el Pueblo santo de Dios, sabe transitar los caminos polvorientos de la historia atravesados tantas veces por conflictos, injusticias, violencia para ir a encontrar a sus hijos y hermanos. El santo Pueblo fiel de Dios, no le teme al error; le teme al encierro, a la cristalización en elites, al aferrarse a las propias seguridades. Sabe que el encierro en sus múltiples formas es la causa de tantas resignaciones".
Muchos, a lo largo de la historia, llevaron a cabo este camino hacia Jesucristo. "Muchos que creyeron que la vida se acrecienta dándola, y se debilita en el aislamiento y la comodidad". "Somos hijos de la audacia misionera de tantos que prefirieron no encerrarse en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos mientras afuera hay una multitud hambrienta".
"Somos deudores de una tradición, de una cadena de testigos que han hecho posible que la buena nueva del Evangelio siga siendo generación tras generación. Nueva, y Buena", como la que supone fray Junípero Serra, quien "supo vivir lo que es la Iglesia en salida, que sabe salir e ir por los caminos para compartir la ternura reconciliadora de Dios". "Junípero buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado. Abusos que hoy nos siguen provocando desagrado, especialmente por el dolor que causan en la vida de tantos. Tuvo un lema que inspiró sus pasos: supo decir, pero sobre todo supo vivir diciendo "Siempre adelante". Esta fue la forma que Junípero encontró para vivir la alegría del Evangelio. Fue siempre adelante, porque el Señor espera, porque el hermano espera, por todo lo que aún le quedaba por vivir. Fue siempre adelante. Como era ayer, hoy nosotros, podamos decir, siempre adelante", concluyó.
Ésta fue la homilía del Papa Francisco:
«Alégrense siempre en el Señor. Repito: Alégrense» (Flp 4,4). Una invitación que golpea fuerte nuestra vida. «Alégrense» nos dice Pablo con una fuerza casi imperativa. Una invitación que se hace eco del deseo que todos experimentamos a una vida plena, a una vida con sentido, a una vida con alegría. Es como si Pablo tuviera la capacidad de escuchar cada uno de nuestros corazones y pusiera voz a lo que sentimos y vivimos. Hay algo dentro de nosotros que nos invita a la alegría y a no conformarnos con placebos que simplemente quieren contentarnos.
Pero a su vez, vivimos las tensiones de la vida cotidiana. Son muchas las situaciones que parecen poner en duda esta invitación. La propia dinámica a la que muchas veces nos vemos sometidos parece conducirnos a una resignación triste que poco a poco se va transformando en acostumbramiento, con una consecuencia letal: anestesiarnos el corazón.
No queremos que la resignación sea el motor de nuestra vida, ¿o lo queremos?; no queremos que el acostumbramiento se apodere de nuestros días, ¿o sí?. Por eso podemos preguntarnos, ¿cómo hacer para que no se nos anestesie el corazón? ¿Cómo profundizar la alegría del Evangelio en las diferentes situaciones de nuestra vida?
Jesús lo dijo a los discípulos de ayer y nos lo dice a nosotros hoy: ¡vayan!, ¡anuncien! La alegría del evangelio se experimenta, se conoce y se vive tan solo dándola, dándose.
El espíritu del mundo nos invita al conformismo, a la comodidad; frente a este espíritu humano «hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo» (Laudato si', 229). Tenemos la responsabilidad de anunciar el mensaje de Jesús. Porque la fuente de nuestra alegría «nace de ese deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva» (Evangelii gaudium, 24). Vayan a todos a anunciar ungiendo y a ungir anunciando.
A esto el Señor nos invita hoy y nos dice: La alegría el cristiano la experimenta en la misión: «Vayan a las gentes de todas las naciones» (Mt 28,19).
La alegría el cristiano la encuentra en una invitación: Vayan y anuncien.
La alegría el cristiano la renueva, la actualiza con una llamada: Vayan y unjan.
Jesús los envía a todas las naciones. A todas las gentes. Y en ese «todos» de hace dos mil años estábamos también nosotros. Jesús no da una lista selectiva de quién sí y quién no, de quiénes son dignos o no de recibir su mensaje, su presencia. Por el contrario, abrazó siempre la vida como ésta se le presentaba. Con rostro de dolor, hambre, enfermedad, pecado. Con rostro de heridas, de sed, de cansancio. Con rostro de dudas y de piedad. Lejos de esperar una vida maquillada, decorada, trucada, la abrazó como venía a su encuentro. Aunque fuera una vida que muchas veces se presenta derrotada, sucia, destruida. A «todos» dijo Jesús vayan y anuncien; a toda esa vida como está y no como nos gustaría que fuese, vayan y abracen en mi nombre. Vayan al cruce de los caminos, vayan... a anunciar sin miedo, sin prejuicios, sin superioridad, sin purismos a todo aquel que ha perdido la alegría de vivir, vayan a anunciar el abrazo misericordioso del Padre. Vayan a aquellos que viven con el peso del dolor, del fracaso, del sentir una vida truncada y anuncien la locura de un Padre que busca ungirlos con el óleo de la esperanza, de la salvación. Vayan a anunciar que el error, las ilusiones engañosas, las equivocaciones, no tienen la última palabra en la vida de una persona. Vayan con el óleo que calma las heridas y restaura el corazón.
La misión no nace nunca de un proyecto perfectamente elaborado o de un manual muy bien estructurado y planificado; la misión siempre nace de una vida que se sintió buscada y sanada, encontrada y perdonada. La misión nace de experimentar una y otra vez la unción misericordiosa de Dios.
La Iglesia, el Pueblo santo de Dios, sabe transitar los caminos polvorientos de la historia atravesados tantas veces por conflictos, injusticias, violencia para ir a encontrar a sus hijos y hermanos. El santo Pueblo fiel de Dios, no le teme al error; le teme al encierro, a la cristalización en elites, al aferrarse a las propias seguridades. Sabe que el encierro en sus múltiples formas es la causa de tantas resignaciones.
Por eso, «salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo» (Evangelii gaudium, 49). El Pueblo de Dios sabe involucrarse porque es discípulo de Aquel que se puso de rodillas ante los suyos para lavarles los pies (cf. ibíd., 24).
Hoy estamos aquí porque hubo muchos que se animaron a responder a esta llamada, muchos que creyeron que «la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad» (Documento de Aparecida, 360). Somos hijos de la audacia misionera de tantos que prefirieron no encerrarse «en las estructuras que nos dan una falsa contención... en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta» (Evangelii gaudium, 49). Somos deudores de una tradición, de una cadena de testigos que han hecho posible que la Buena Nueva del Evangelio siga siendo generación tras generación Nueva y Buena.
Y hoy recordamos a uno de esos testigos que supo testimoniar en estas tierras la alegría del Evangelio, Fray Junípero Serra. Supo vivir lo que es «la Iglesia en salida», esta Iglesia que sabe salir e ir por los caminos, para compartir la ternura reconciliadora de Dios. Supo dejar su tierra, sus costumbres, se animó a abrir caminos, supo salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades. Aprendió a gestar y a acompañar la vida de Dios en los rostros de los que iba encontrando haciéndolos sus hermanos. Junípero buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado. Abusos que hoy nos siguen provocando desagrado, especialmente por el dolor que causan en la vida de tantos.
Tuvo un lema que inspiró sus pasos y plasmó su vida: supo decir, pero especialmente supo vivir diciendo: «siempre adelante». Esta fue la forma que Junípero encontró para vivir la alegría del Evangelio, para que no se le anestesiara el corazón. Fue siempre adelante, porque el Señor espera; siempre adelante, porque el hermano espera; siempre adelante, por todo lo que aún le quedaba por vivir; fue siempre adelante. Que, como él ayer, hoy nosotros podamos decir: «siempre adelante».
El Papa y Obama, ante la Casa Blanca
Obama al Papa: "Es uste el ejemplo vivo de las enseñanzas de Jesús"
El Papa en la Casa Blanca: "Como hijo de emigrantes, me alegra estar en este país construido por emigrantes"
"En estos días de encuentro, me gustaría comparitr esperanzas y sueños del pueblo norteamericano"
José Manuel Vidal, 23 de septiembre de 2015 a las 16:19
Podríamos decir, con el reverendo Martin Luhter King, que hemos incumplido un pagaré y ahora es el momento de saldarlo
(José M. Vidal).- El Papa visita a Obama en la Casa Blanca en su primer acto en EE UU. El emperador de occidente y el Papa de los pobres. Con escenografía cuidada y muy americana. Y con sendos discursos, en los que se nota la sintonía entre ambos personajes. Obama le da la bienvenida de corazón. Y el Papa, se lo agradece y termina su discurso con el célebre "God bless America". El marco de la Casa Blanca impresiona. Por lo conocido y por su simbolismo de poder terrenal. Coreografía absolutamente americana. Entre informal y seria. El atril colocado en el césped del jardín que mira al palacio oval. Banderas estadounidenses y vaticanas por doquier. Con una representación de todos los cuerpos de las fuerzas armadas americanas. Suenan los acordes de una banda militar, que ameniza la espera del Presidente Obama y de su huésped. Dos marines hacen guardia, uno a cada lado de la puerta por la que van a salir. El público rodea el estrado con el atril. En sendas filas de sillas, las personalidades estadounidenses y vaticanas invitadas. Los militares se ponen firmes y elevan las banderas y suena música de trompetas. Y un speaker anuncia la salida del presidente deUSA y de su esposa, que se quedan parados al final de la alfombra roja, esperando al Papa. Con redobles de tambores y trompetas, llega el Papa Francisco. Llega en su pequeño Fiat negro, se baja y saluda a sus anfitirones, mientras la gente le aplaude. El Papa y Obama se suben al estrado, mientras la banda interpreta los himnos de la Santa Sede y de EEUU. Obama, firme y hierático. El Papa escucha, con la cabeza baja y pensativo.Cuando comienza el himno americano, Obama se lleva la mano al pecho y el Papa sigue en la misma postura. Tras los himnos, un pequeño desfile de un cuerpo de tropa con flautas, mientras Obama le explica al Papa quiénes son. Al final, la gente aplaude. Obama invita al Papa a sentarse y él se dirge al atril, para leer su discurso de bienvenida.
Algunas frases del discurso de Obama
"Santo Padre, bienvenido"
"Bienvenida por parte de miles de católicos de Estados Unidos"
"Le agradecemos su mensaje de esperanza y amor al mundo"
"Es un honor darle la bienvenida a los Estados Unidos"
"Es su primera visita a los Estados Unidos"
"Y también es el primer Papa que compartió una encíclica por Twitter"
"Queremos devolver la hospitalidad recibida en el Vaticano el año pasado"
"En mis tiempos en los que trabajé en Chicago en una parroquia, con sacerdotes y religiosas, dando de comer y educando a los niños..."
"Lo que es verdad en América es verdad en todo el mundo"
"En Buenos Aires y en Kenia, en todas partes, la Iglesia construye iglesias, casas y hospitales"
"la Iglesia da esperanza a quienes sufren la pobreza"
"Sus gestos únicos como persona"
"El ejemplo viviente de las enseñanzas de Jesús"
"Su autoridad viene de las palabras, sino también de los hechos"
"Nos ayuda a ayudar a los pobres y a los marginados"
"Nos recuerda que estamos creados a imagen de Dios"
"Nos recuerda que el mensaje más importante del Señor es la misericordia: dar la bienvenida a todos con el corazón abierto"
"Desde los refugiados a los emigrantes, que buscan una vida mejor"
"Quiere decir también amor a los marginados y a los que sufren"
"Nos recuerda también a los menos poderosos, a los indefensos"
"Nos invita a buscar la paz"
"Le agradecemos su apoyo con los cubanos. Le agradecemos sus palabras"
"Nos recuerda que se puede practicar la fe de una forma libre"
"En Estados Unidos promovemos la libertad religiosa, base de muchos valores que nos unen"
"Apoyamos esta libertad religiosa de todos los hijos de Dios, que son asesinados a causa de la fe"
"Estamos con usted en la defensa de nuestra libertad religiosa y de la promoción del diálogo"
"Cada uno tiene que ser libre de profesar la fe sin miedo"
"Nos recuerda también que tenemos que proteger la creación, don maravilloso de Dios"
"En sus palabras, encontramos un ejemplo profundo y esto nos recuerda nuestra obligaciones ante Dios y entre nosotros"
"Todos podemos vivir cada día y sabemos que estamos de la parte justa"
"Usted nos exhorta a alegrarnos por las buena snoticias y a unirnos en el servicio a la unidad, para alcanzar un mudno donde haya más amor, más justicia y más equidad"
"Es importante vivir con esta esperanza"
"Le damos la bienvenida a América"
Algunas frases del Papa
"Le agradezco mucho la bienvenida que me ha dispensado"
"Como hijo de una familia de emigrantes, me alegra estar en este país construido por emigrantes"
"En estos días de encuentro y diálogo, me gustaría comparitr esperanzas y sueños del pueblo norteamericano"
"En el Congreso, espero que, como hermano de este país, pueda transmitir palabras de aliento"
"Iré a Filadelfia, para celebrar y apoyar a la institución del matrimonio y de la familia, en este momento crítico de la histoaria de nuestra civilización"
"Señor presidente, los católicos de USA está comprometido con la construcción de una sociedad tolerante e inclusiva"
"Que se rechace toda forma de discriminación injusta"
"Derecho a la libertad religiosa, que sigue siendo una de las riquezas más preciadas de este país"
"Como recordaron mis hermanos obispos, todos estamos llamados a estar vigilantes, como buenos ciudadanos, para preservar y defender esa libertad de todo lo que pudiera ponerla en peligro y comprometerla"
"Me complace que haya propuesto una iniciativa para reducir la contaminación atmosférica"
"Me parece evidente que el cambio climático es un problema, que no se puede dejar a la próxima generación"
"Estamos viviendo un momento crítico de la historia respecto al cuidado de la casa común"
"Todavía tenemos tiempo para hacer los cambios necesarios, para lograr un desarrollo sostenible"
"Tenemos conciencia no solo del tipo de mundo que podíamos estar dejando a nuestros hijos, sino de los millones de personas que viven en un sistema que los ha abandonado"
"Podríamos decir, con el reverendo Martin Luhter King, que hemos incumplido un pagaré y ahora es el momento de saldarlo"
"La fe nos dice que el Creador no nos abandona. No se arrepiente de habernos creado"
"La humanidad puede colaborar para construir la casa común"
"Como cristianos, queremos comprometernos con el cuidado consciente y responsable de nuestra casa común"
"Los esfuerzos realizados recientemente para abrir nuevas puertas a la cooperación son pasos positivos en la camino de la reconciliación, de la justicia y de la libertad"
"Que esta gran nación apoye las inicativas para suscitar modelos inclusivos y proteger a los más vulnerables del mundo"
"Para que nuestros hemanos gocen de la bendición de la paz y de la prosperidad que Dios quiere para todos sus hijos"
"God bless América"
Obama aplaude y saluda de nuevo al Papa, invitándolo a sentarse, mientras un coro gospel canta una bella antífona.
El Papa y Obama aplauden, se levantan y acompañados por los esposso Obama, el Papa entra en la Casa Blanca, para subir al primer piso y asomarse al balcón.
Discurso completo del Santo Padre:
Señor Presidente:
Le agradezco mucho la bienvenida que me ha dispensado en nombre de todos los ciudadanos estadounidenses. Como hijo de una familia de inmigrantes, me alegra estar en este país, que ha sido construido en gran parte por tales familias. En estos días de encuentro y de diálogo, me gustaría escuchar y compartir muchas de las esperanzas y sueños del pueblo norteamericano.
Durante mi visita, voy a tener el honor de dirigirme al Congreso, donde espero, como un hermano de este País, transmitir palabras de aliento a los encargados de dirigir el futuro político de la Nación en fidelidad a sus principios fundacionales. También iré a Filadelfia con ocasión del Octavo Encuentro Mundial de las Familias, para celebrar y apoyar a la institución del matrimonio y de la familia en este momento crítico de la historia de nuestra civilización.
Señor Presidente, los católicos estadounidenses, junto con sus conciudadanos, están comprometidos con la construcción de una sociedad verdaderamente tolerante e incluyente, en la que se salvaguarden los derechos de las personas y las comunidades, y se rechaze toda forma de discriminación injusta. Como a muchas otras personas de buena voluntad, les preocupa también que los esfuerzos por construir una sociedad justa y sabiamente ordenada respeten sus más profundas inquietudes y su derecho a la libertad religiosa. Libertad, que sigue siendo una de las riquezas más preciadas de este País. Y, como han recordado mis hermanos Obispos de Estados Unidos, todos estamos llamados a estar vigilantes, como buenos ciudadanos, para preservar y defender esa libertad de todo lo que pudiera ponerla en peligro o comprometerla.
Señor Presidente, me complace que usted haya propuesto una iniciativa para reducir la contaminación atmosférica. Reconociendo la urgencia, también a mí me parece evidente que el cambio climático es un problema que no se puede dejar a la próxima generación. Con respecto al cuidado de nuestra «casa común», estamos viviendo en un momento crítico de la historia. Todavía tenemos tiempo para hacer los cambios necesarios para lograr «un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar» (Laudato si', 13). Estos cambios exigen que tomemos conciencia seria y responsablemente, no sólo del tipo de mundo que podríamos estar dejando a nuestros hijos, sino también de los millones de personas que viven bajo un sistema que les ha ignorado. Nuestra casa común ha formado parte de este grupo de excluidos, que clama al cielo y afecta fuertemente a nuestros hogares, nuestras ciudades y nuestras sociedades. Usando una frase significativa del reverendo Martin Luther King, podríamos decir que hemos incumplido un pagaré y ahora es el momento de saldarlo.
La fe nos dice que «el Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común» (Laudato si', 13). Como cristianos movidos por esta certeza, queremos comprometernos con el cuidado consciente y responsable de nuestra casa común.
Los esfuerzos realizados recientemente para reparar relaciones rotas y abrir nuevas puertas a la cooperación dentro de nuestra familia humana constituyen pasos positivos en el camino de la reconciliación, la justicia y la libertad. Me gustaría que todos los hombres y mujeres de buena voluntad de esta gran Nación apoyaran las iniciativas de la comunidad internacional para proteger a los más vulnerables de nuestro mundo y para suscitar modelos integrales e inclusivos de desarrollo, para que nuestros hermanos y hermanas en todas partes gocen de la bendición de la paz y la prosperidad que Dios quiere para todos sus hijos.
Señor Presidente, una vez más, le agradezco su acogida, y tengo puestas grandes esperanzas en estos días en su País. ¡Que Dios bendiga a América!
Evangelio según San Lucas 9,7-9.
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado". Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado". Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.
Nuestra Señora de la Merced
En castellano se le ha llamado en plural, Virgen de las Mercedes, que no corresponde con el sentido originario de la advocación. El significado del título "Merced" es ante todo "misericordia". La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso. El título mariano la Merced se remonta a la fundación de la Orden religiosa de los mercedarios el 10 de agosto de 1218, en Barcelona, España.
En esa época muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder lo mas preciado: la fe católica. Nuestra bendita Madre del Cielo, dándose a conocer como La Merced, quiso manifestar su misericordia hacia ellos por medio de dicha orden dedicada a atenderlos y liberarlos. Desde el siglo XIII es patrona de Barcelona y el 25 de septiembre de 1687 se proclamo oficialmente patrona de la ciudad. Es además patrona de los cautivos (presos) y de muchos países de Latinoamerica.
La talla de la imagen de la Merced que se venera en la basílica de la Merced de Barcelona es del siglo XIV, de estilo sedente, como las románicas. En catalán "Mare de Deu de la Mercé", Madre de Dios de la Merced. En el año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre. Pero a raíz de la reforma litúrgica del concilio Vaticano II, en el año 1969 la fiesta se suprimió del calendario universal. San Pedro Nolasco, inspirado por la Ssma. Virgen, funda una orden dedicada a la merced (obras de misericordia). Su misión particular era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos miembros de la orden canjearon sus vidas por la de presos y esclavos. San Pedro fue apoyado en tan extraordinaria empresa por el Rey Jaime I de Aragón.
San Pedro Nolasco y sus frailes eran muy devotos de la Virgen María, tomándola como patrona y guía. Su espiritualidad se fundamenta en Jesús el liberador de la humanidad y en la Ssma. Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora. En el capítulo general de 1272, tras la muerte del fundador, los frailes oficialmente toman el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son mas conocidos como mercedarios. El Padre Antonio Quexal, siendo general de la Merced en 1406, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra orden".
El Padre Gaver, en el 1400, relata como La Virgen llama a S. Pedro Nolasco en el año 1218 y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación. Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde La Virgen María diciéndole que funde una orden liberadora.
Nolasco: ¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mi?
María: Yo soy María, aquella en cuyo vientre asumió la carne el Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy aquella a la que dijo Simeón. cuando ofrecí mi Hijo en el templo:
Nolasco: ¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer (que tú me mandas)?
María: No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una orden de ese tipo en honor mío; será una orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel (es decir, entre los cristianos) y serán signo de contradicción para muchos."
Actualidad del carisma. El carisma mercedario de liberar a los cautivos sigue siendo tan necesario como siempre.María ofreció todo su ser para que viva el Hijo de Dios encarnado. En el cántico del Magnificat (Lucas 1, 46-55), María expresa la liberación de Dios. El Papa Juan Pablo II enseña que "María es la imagen mas perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad". La Virgen continúa velando desde el cielo por sus hijos cautivos de Satanás (Cf. LG 62) y nos pide nuestra cooperación. Nosotros debemos dar nuestra vida para que su Hijo viva en nosotros y así pueda liberar a nuestros hermanos. Ella nos enseñará como hacerlo. Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor. "Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, esto es, la piadosísimas entrañas de la madre de Dios" -De las constituciones de los mercedarios.
Un ejemplo del carisma mercedario en acción: La Fundación de Mare de Déu de la Merce (Madre de Dios de la Merced) continúa las obras de misericordia que la Virgen pidió. Estas incluyen: Visita, acompañamiento y ayuda para los que salen de la cárcel. América. Los frailes mercedarios llevaron al continente americano su amor a la Virgen de la Merced, que se propagó ampliamente. En República Dominicana, Perú, Ecuador, Argentina y muchos otros países, la Virgen de la Merced es muy conocida y amada. Se dice que el 1 de agosto de 1218, fiesta del santo fundador Pedro Nolasco tuvo una visita de la Santísima Virgen, dándose a conocer como La Merced, que lo exhortaba a fundar una Orden religiosa con el fin principal de redimir a aquellos cristianos cautivos. En ese momento, la península Ibérica estaba dominada por los musulmanes, y los piratas sarracenos asolaban las costas del Mediterráneo, haciendo miles de cautivos a quienes llevaban al norte de África. Pedro Nolasco impulsó la creación de la Real y Militar Orden de la Merced, que fue fundada en la Catedral de Barcelona, con el apoyo del rey Jaime I el conquistador, en 1218.
En las primeras Constituciones de la Orden, en 1272, la Orden recibe ya el título de "Orden de la Virgen de la Merced de la Redención de los cristianos cautivos de Santa Eulalia de Barcelona". En el año 1265 aparecieron las primeras monjas (comendadoras) de la Merced. Se calcula que fueron alrededor de trescientos mil los redimidos por los frailes mercedarios del cautiverio de los musulmanes. Los seguidores de la Orden de la Merced estuvieron entre los primeros misioneros de América, en la isla de La Española o República Dominicana. La iconografía usada para representar a la Virgen de la Merced queda definida a partir del siglo XVI, consistiendo fundamentalmente en el hábito mercedario: túnica, escapulario y capa, todo en color blanco, con en el escudo mercedario en el pecho. Otros elementos recurrentes son las cadenas y el grillete, símbolos también del cautiverio. Normalmente, además del escapulario del hábito, lleva otro pequeño en la mano que ofrece a los fieles. Suele aparecer tocada con corona de reina, y también con el cetro en la mano derecha. En muchas ocasiones sostiene en la izquierda al Niño Jesús, que también puede llevar un escapulario en las manos.
En ocasiones cobija bajo su capa a un grupo de presos cautivos, pero también a santos, o personas de todas las clases sociales. Otro modelo iconográfico es el de la Comendadora, sedente en el coro, sin niño ni cetro, con las constituciones de la Orden en una mano.
San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208), obispo, teólogo y mártir
Contra las Herejías, libro IV, 20, 4- 5.
“Herodes trataba de ver a Jesús”
Los profetas, pues anunciaban por anticipado que Dios sería visto por los hombres, conforme a lo que dice también el Señor: “Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”(Mt 5,8).Ciertamente, según su grandeza y gloria inenarrable, “nadie puede ver a Dios y quedar con vida”(Ex 33,20), pues el Padre es incomprensible. Sin embargo, según su amor, su bondad hacia los hombres y su omnipotencia, el Padre llega hasta a conceder a quienes aman el privilegio de ver a Dios,-como profetizaban los profetas- pues “lo que el hombre no puede, lo puede Dios”(Lc 18,27).
El hombre por sí mismo no puede ver a Dios; pero Dios, si quiere, puede manifestarse a los hombres: a quien quiera, cuando quiera y como quiera. Dios, que todo lo puede, fue visto en otro tiempo por los profetas en el Espíritu, ahora es visto en el Hijo gracias a la adopción filial y será visto en el reino de los cielos como Padre. En efecto, el Espíritu prepara al hombre para recibir al Hijo de Dios, el Hijo lo conduce al Padre, y el Padre en la vida eterna le da la inmortalidad, que es la consecuencia de ver a Dios. Pues del mismo modo que quienes ven la luz están en la luz y perciben su esplendor, así también los que ven a Dios están en Dios y perciben su esplendor. Ahora bien, la claridad divina es vivificante.
Por tanto, los que contemplan a Dios tienen parte en la vida divina.
El Papa besa la cruz a la entrada de la catedral de Washington
"Seamos hacedores de la cultura del encuentro, sacramentos vivos del abrazo de Dios"
El Papa pide a los obispos americanos "sanar las heridas de las víctimas de abusos, para que tales crímenes no se repitan nunca más"
"Sobre vuestras manos, la mía ya vieja y arrugada, pero todavía capaz de sostener y animar"
José Manuel Vidal, 23 de septiembre de 2015 a las 19:21
El diálogo es nuestro método, no por estrategia, sino por fidelidad al Dios que nunca se cansa nunca de amarnos
(José M. Vidal).- Primer baño de multitudes para el Papa en USA camino de la catedral de San Mateo de Washington. La gente, apiñada a lo largo de las calles, le vitorea. Parece que está en la Plaza de San Pedro.Todo un paseo triunfal. En la catedral y ante unos 400 obispos norteamericanos, Francisc, en una larguísima homilía, les propuso a los prelados su hoja de ruta: humildad, amor, misericordia y acogida.
Francisco no para de saludar en su pequeño papamóvil sin protección lateral alguna. Hay más seguridad alrededor del papamóvil, que no se acerca tanto a la gente como en otros páises. Y va acompañado de varios coches de seguridad. Unos diez enormes 4x4 de la policía. Y una ambulancia.
En el coche, le acompaña el cardenal Wuerl, arzobispo de Washington y el sacerdote traductor. Una niña quiere acercarse al Papa, pero la seguridad se lo impide. El Papa la ve y manda que se la traigan y le da un beso.Se nota la presencia de muchos latinos en las calles.
En las escaleras de la catedral es recibido por el cardenal Wuerl. En la entrada, besa la cruz y bendice con el hisopo a los presentes.
Hay más de 400 obispo en la catedral. Le dan un ramo de rosas blancas, que deposita en un altar lateral de la seo.
En esta catedral se celebró el funeral del presidente Kennedy y ofició misa Juan Pablo II en 1979.
El Papa se recoge unos momentos ante el sagrario, antes de comenzar la liturgia de las Horas, con un magnífico himno.
Tras él, las antífonas de los salmos, cantadas por solistas y repetidas por los obispos y fieles presentes.
Lectura de la primera carta del apóstol Pedro y bendición del Papa. A continuación, elsaludo del cardenal Wuerl.
"Es un honor y una alegría darle la bienvenida"
"En el 175 aniversario de esta catedral, quiero expresarle nuestro profundo agradecimiento y renovarle nuestra lealtad y nuestro afecto"
Saludos del presidente del episcopado, monseñor Kurtz
"En nombre de mis hermanos obispos es una alegría darle la bienvenida"
"Somos una Iglesia viva, deseosa de acomañarlo en el servicio a los últimos"
"Como nación fundada por emigrantes, tenemos la responsabilidad especial de que se cumpla la promesa de Dios a esta nación"
"Sanar las heridas de las personas y de las familias"
"Nuestro agradecimiento por su presencia en medio de nosotros"
El discurso del Papa
"Saludo a los hermanos hebreos, que celebran el Yom Kippur"
"Estoy contento de encontrar,e en vuestro país"
"Gracias la cardenal Wuelr y al arzobispo Kurtz pos sus palabras"
"Gracias por la acogida y por la generosa disponibilidad"
"Al abarzar con la mirada y con el corazón a vosotros querría abrazar a vuestras comunidades"
"El corazón del Papa se dilata para incluir a todos"
"Ampliar el corazón, para testimoniar que Dios es grande en su amor es la sistancia de la misión de Pedro"
"Que ningún miembro del cuerpo de Cristo o de la nación americana se sienta exlcuido del abrazo del Papa"
"Que el Papa no sea un mero nombre habitualmente pronunciado, sino una tangible compañía"
"Cuando se enjuga una lágrima o se levanta al que ha caído o se ofrece el perdón, sabed que el Papa os acompaña, el Papa os sostiene"
"Sobre vuestras manos, mi mano, ya vieja y aarrugada, pero todavía capaz de sostener y animar"
"Aprecio vivamente y os agradezco vuestra generosidad y solidaridad hacia la Sede Apostçólica y a los sufrimeitnos de todo el mundo"
"Alegre de que vuestra Iglesia se comprometa por la defensa de la vida"
"Pido la integración de los inmigrantes, que siguen mirando a América como la tierra prometida de libertad y prosperidad"
"Admiro el trabajo con que lleváis adelante la misión educativa en vuestras escuelas y las obras caritativas"
"Obras mantenidas, muchas veces, con el óbolo del pobre"
"Soy consciente del coraje con el que habéis afrontado momentos oscuros de vuestros recorrido eclesial, sin temer autocríticas ni humillaciones ni sacrificios, sin ceder ante el miedo de despojarse de los secundario, para reconquistar la autoridad y la confianza de los ministros de Cristo"
"Sé cuánto ha pesado en vostros las heridas de los últimos años"
"Sanar las víctimas de las víctimas de abusos, para aque tales crímenes no se repitan unca más"
"Os hablo como obispo de Roma"
"No me siento un forastero entre vosotros"
"Vnego de una tierra también grande, que recibió la fe de los misioneros"
"Saber conjugar el esfuerzo épico de los pioneros con la prosaica sabiduría de los sedentarios"
"Como cantó un poeta vuestro..."
"No es mi intención dejaros un programa y una estrategia. No he venido para daros lecciones. Confío plenamente en vosotros"
"Permitidme sólo, con la libertad del amor, poder hablaros como un hermano"
"Comparto con vosotros algunas reflexiones que me parecen oportunas para nuestra misión"
"Somos obispos de la Iglesia, pastores para apacentar su rebaño"
"Nuestra alegría mayor es ser pastores, nada más que pastores, de corazón indiviso"
"Que no nos roben esta joya"
"La esencia de nuestra identidad está en la oración, en la predicación y en el pastoreo"
"De esa confidencia con Cristo se nutre la vida del pastor"
"Predicación como anuncio gozoso de Cristo"
"Qu eno os falte el sereno coraje de confesar la comida que dura para la vida eterna"
"Saber abajarse y descentrarse, para nutrir de Cristo la familia de Dios"
"La grey sólo le pertenece a Él"
"No mirar hacia la propia autorreferencialidad, sino hacia el horizonte de Dios"
"Velar para no caer en la tentación del narcisismo, que hacen la voz del pastor irreconocible y sus gestos, estériles"
"Conservad indeleble el núcleo que unifica todo: 'Me lo habéis hechjo a mí'"
"No es lícito dejarnos paralizar por el miedo"
"A veces, es hotil el campo en el que hay que sembrar"
"Seamos hacedores de la cultura del encuentro, sacramentos vivos del abrazo de Dios"
"Testigos del abajamiento de Dios, que precede en el amor"
"El diálogo es nuestro método, no por estrategia, sino por fidelidad al Dios que nunca se cansa nunca de amarnos"
"La vía es el diálogo: entre vosotros, con vuestros presbíteros, con los laicos, con la familia, con la sociedad"
"Dialogar sin miedo"
"Sin diálogo no se pueden comprender las razones del otro"
"EL lenguaje áspero y belicodo no se casa con el pastor ni tiene derecho de ciudadanía en su corazón"
"Sólo la fascinación duradera de la bondad y del amor son convincentes"
"El yugo de Jesús es un yugo de amor"
"Recordar que la identidad de la Iglesia de Jesús no es asegurada por el fuego del cielo que consume, sino por el carlo del Espíritu"
"La gran misión que Dios nos confía la llevamos adelante de forma colegial"
"la Iglesia no puede dejarse dividir o fraccionar"
"Es un imperativo custodiar y favorecer la unidad"
"El año de la misericordia, ocasión para reforzar la comunión y perdonarse y superar toda división"
"Ese servicio a la unidad es especialmente urgente en vuestra amada nación"
"Parte esencial de vuestra misión ofrecer a los EEUU el humilde regalo de la comunión"
"No es lícito callar ante tales cuestiones"
"Que la Iglesia en EEUU sea un foco humilde, que atrae a la gente con la luz del amor"
"Dos recomendaciones que llevo en el corazón"
"La primera se refiere a vuestra paternidad epsicopal. Pastores cercanos a la gente"
"Acompañad a vuestros sacerdotes, para que sigan sirviendo a Cristo con corazón indiviso"
"Que no caigan en la tentación de ser burócratas"
"Que no se cansen de levantarse para responder a los que llaman en la noche"
"La Iglesia de EEUU conoce como pocas la esperanza de los inmigrantes"
"Nadie hace más por los inmigrantes que vuestras comunidades cristianas"
"Como pastor venido del Sur siento la necesidad de daros las gracias y de animaros"
"Acogedlos sin miedo y ofrecerles el calor del amor de Cristo"
"Esta gente enriquecerá vuestro país y vuestra Iglesia"
Tras la alrguísima homilía de casi una hora, prolongada ovación de los obispospresentes y besamanos.
Texto completo del Santo Padre:
Queridos Hermanos en el Episcopado:
Me alegra tener este encuentro con ustedes en este momento de la misión apostólica que me ha traído a su País. Agradezco de corazón al Cardenal Wuerl y al Arzobispo Kurtz las amables palabras que me han dirigido en nombre de todos. Muchas gracias por su acogida y por la generosa solicitud con que han programado y organizado mi estancia entre ustedes.
Viendo con los ojos y con el corazón sus rostros de Pastores, quisiera saludar también a las Iglesias que amorosamente llevan sobre sus hombros; y les ruego encarecidamente que, por medio de ustedes, mi cercanía humana y espiritual llegue a todo el Pueblo de Dios diseminado en esta vasta tierra.
El corazón del Papa se dilata para incluir a todos. Ensanchar el corazón para dar testimonio de que Dios es grande en su amor es la sustancia de la misión del Sucesor de Pedro, Vicario de Aquel que en la cruz extendió los brazos para acoger a toda la humanidad. Que ningún miembro del Cuerpo de Cristo y de la nación americana se sienta excluido del abrazo del Papa. Que, donde se pronuncie el nombre de Jesús, resuene también la voz del Papa para confirmar: «¡Es el Salvador!». Desde sus grandes metrópolis de la costa oriental hasta las llanuras del midwest, desde el profundo sur hasta el ilimitado oeste, en cualquier lugar donde su pueblo se reúna en asamblea eucarística, que el Papa no sea un nombre que se repite por fuerza de la costumbre, sino una compañía tangible destinada a sostener la voz que sale del corazón de la Esposa: «¡Ven, Señor!».
Cuando echan una mano para realizar el bien o llevar al hermano la caridad de Cristo, para enjugar una lágrima o acompañar a quien está solo, para indicar el camino a quien se siente perdido o para fortalecer a quien tiene el corazón destrozado, para socorrer a quien ha caído o enseñar a quien tiene sed de verdad, para perdonar o llevar a un nuevo encuentro con Dios... sepan que el Papa los acompaña y los ayuda, pone también él su mano -vieja y arrugada pero, gracias a Dios, capaz todavía de apoyar y animar- junto a las suyas.
Mi primera palabra es de agradecimiento a Dios por el dinamismo del Evangelio que ha hecho que la Iglesia de Cristo crezca con fuerza en estas tierras y le ha permitido ofrecer su aportación generosa, en el pasado y en la actualidad, a la sociedad estadounidense y al mundo. Aprecio vivamente y agradezco conmovido su generosidad y solidaridad con la Sede Apostólica y con la evangelización en tantas sufridas partes del mundo. Me alegro del firme compromiso de su Iglesia a favor de la vida y de la familia, motivo principal de mi visita. Sigo con atención el enorme esfuerzo que realizan para acoger e integrar a los inmigrantes que siguen llegando a Estados Unidos con la mirada de los peregrinos que se embarcan en busca de sus prometedores recursos de libertad y prosperidad. Admiro los esfuerzos que dedican a la misión educativa en sus escuelas a todos los niveles y a la caridad en sus numerosas instituciones. Son actividades llevadas a cabo muchas veces sin que se reconozca su valor y sin apoyo y, en todo caso, heroicamente sostenidas con la aportación de los pobres, porque esas iniciativas brotan de un mandato sobrenatural que no es lícito desobedecer. Conozco bien la valentía con que han afrontado momentos oscuros en su itinerario eclesial sin temer a la autocrítica ni evitar humillaciones y sacrificios, sin ceder al miedo de despojarse de cuanto es secundario con tal de recobrar la credibilidad y la confianza propia de los Ministros de Cristo, como desea el alma de su pueblo. Sé cuánto les ha hecho sufrir la herida de los últimos años, y he seguido de cerca su generoso esfuerzo por curar a las víctimas, consciente de que, cuando curamos, también somos curados, y por seguir trabajando para que esos crímenes no se repitan nunca más.
Les hablo como Obispo de Roma, llamado por Dios -siendo ya mayor- desde una tierra también americana, para custodiar la unidad de la Iglesia universal y para animar en la caridad el camino de todas las Iglesias particulares, para que progresen en el conocimiento, en la fe y en el amor a Cristo. Leyendo sus nombres y apellidos, viendo sus rostros, consciente de su alto sentido de la responsabilidad eclesial y de la devoción que han profesado siempre al Sucesor de Pedro, tengo que decirles que no me siento forastero entre ustedes. También yo vengo de una tierra vasta, inmensa y no pocas veces informe, que como la de ustedes, ha recibido la fe del bagaje de los misioneros. Conozco bien el reto de sembrar el Evangelio en el corazón de hombres procedentes de mundos diversos, a menudo endurecidos por el arduo camino recorrido antes de llegar. No me es ajeno el cansancio de establecer la Iglesia entre llanuras, montañas, ciudades y suburbios de un territorio a menudo inhóspito, en el que las fronteras siempre son provisionales, las respuestas obvias no perduran y la llave de entrada requiere conjugar el esfuerzo épico de los pioneros exploradores con la sabiduría prosaica y la resistencia de los sedentarios que controlan el territorio alcanzado. Como cantaba uno de sus poetas: «Alas fuertes e incansables», pero también la sabiduría de quien «conoce las montañas».*
No les hablo sólo yo. Mi voz está en continuidad con la de mis Predecesores. Desde los albores de la «nación americana», cuando apenas acabada la revolución fue erigida la primera diócesis en Baltimore, la Iglesia de Roma los ha acompañado y nunca les ha faltado su contante asistencia y su aliento. En los últimos decenios, tres de mis venerados Predecesores les han visitado, entregándoles un notable patrimonio de magisterio todavía actual, que ustedes han utilizado para orientar programas pastorales con visión de futuro, para guiar a esta querida Iglesia.
No es mi intención trazar un programa o delinear una estrategia. No he venido para juzgarles o para impartir lecciones. Confío plenamente en la voz de Aquel que «enseña todas las cosas» (cf. Jn 14,26). Permítanme tan sólo, con la libertad del amor, que les hable como un hermano entre hermanos. No pretendo decirles lo que hay que hacer, porque todos sabemos lo que el Señor nos pide. Prefiero más bien realizar de nuevo ese esfuerzo -antiguo y siempre nuevo- de preguntarnos por los caminos a seguir, los sentimientos que hemos de conservar mientras trabajamos, el espíritu con que tenemos que actuar. Sin ánimo de ser exhaustivo, comparto con ustedes algunas reflexiones que considero oportunas para nuestra misión.
Somos obispos de la Iglesia, pastores constituidos por Dios para apacentar su grey. Nuestra mayor alegría es ser pastores, y nada más que pastores, con un corazón indiviso y una entrega personal irreversible. Es preciso custodiar esta alegría sin dejar que nos la roben. El maligno ruge como un león tratando de devorarla, arruinando todo lo que estamos llamados a ser, no por nosotros mismos, sino por el don y al servicio del «Pastor y guardián de nuestras almas» (1 P 2,25).
La esencia de nuestra identidad se ha de buscar en la oración asidua, en la predicación (cf. Hch 6,4) y el apacentar (cf. Jn 21,15-17; Hch 20,28-31).
No una oración cualquiera, sino la unión familiar con Cristo, donde poder encontrar cotidianamente su mirada y escuchar la pregunta que nos dirige a todos: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» (Mc 3,32). Y poderle responder serenamente: «Señor, aquí está tu madre, aquí están tus hermanos. Te los encomiendo, son aquellos que tú me has confiado». La vida del pastor se alimenta de esa intimidad con Cristo.
No una predicación de doctrinas complejas, sino el anuncio gozoso de Cristo, muerto y resucitado por nosotros. Que el estilo de nuestra misión suscite en cuantos nos escuchan la experiencia del «por nosotros» de este anuncio: que la Palabra dé sentido y plenitud a cada fragmento de su vida, que los sacramentos los alimenten con ese sustento que no se pueden proporcionar a sí mismos, que la cercanía del Pastor despierte en ellos la nostalgia del abrazo del Padre. Estén atentos a que la grey encuentre siempre en el corazón del Pastor esa reserva de eternidad que ansiosamente se busca en vano en las cosas del mundo. Que encuentren siempre en sus labios el reconocimiento de su capacidad de hacer y construir, en la libertad y la justicia, la prosperidad de la que esta tierra es pródiga. Pero que no falte sereno valor de confesar que es necesario buscar no «el alimento que perece, sino el que perdura para la vida eterna» (Jn 6,27).
No apacentarse a sí mismos, sino saber retroceder, abajarse, descentrarse, para alimentar con Cristo a la familia de Dios. Vigilar sin descanso, elevándose para abarcar con la mirada de Dios a la grey que sólo a él pertenece. Elevarse hasta la altura de la Cruz de su Hijo, el único punto de vista que abre al pastor el corazón de su rebaño.
No mirar hacia abajo, a la propia autoreferencialidad, sino siempre hacia el horizonte de Dios, que va más allá de lo que somos capaces de prever o planificar. Vigilar también sobre nosotros mismos, para alejar la tentación del narcisismo, que ciega los ojos del pastor, hace irreconocible su voz y su gesto estéril. En las muchas posibilidades que se abren en su solicitud pastoral, no olviden mantener indeleble el núcleo que unifica todas las cosas: «Lo hicieron conmigo» (Mt 25,31.45).
Ciertamente es útil al obispo tener la prudencia del líder y la astucia del administrador, pero nos perdemos inexorablemente cuando confundimos el poder de la fuerza con la fuerza de la impotencia, a través de la cual Dios nos ha redimido. Es necesario que el obispo perciba lúcidamente la batalla entre la luz y la oscuridad que se combate en este mundo. Pero, ay de nosotros si convertimos la cruz en bandera de luchas mundanas, olvidando que la condición de la victoria duradera es dejarse despojarse y vaciarse de sí mismo (cf. Flp 2,1-11).
No nos resulta ajena la angustia de los primeros Once, encerrados entre cuatro paredes, asediados y consternados, llenos del pavor de las ovejas dispersas porque el pastor ha sido abatido. Pero sabemos que se nos ha dado un espíritu de valentía y no de timidez. Por tanto, no es lícito dejarnos paralizar por el miedo.
Sé bien que tienen muchos desafíos, que a menudo es hostil el campo donde siembran y no son pocas las tentaciones de encerrarse en el recinto de los temores, a lamerse las propias heridas, llorando por un tiempo que no volverá y preparando respuestas duras a las resistencias ya de por sí ásperas.
Y, sin embargo, somos artífices de la cultura del encuentro. Somos sacramento viviente del abrazo entre la riqueza divina y nuestra pobreza. Somos testigos del abajamiento y la condescendencia de Dios, que precede en el amor incluso nuestra primera respuesta.
El diálogo es nuestro método, no por astuta estrategia sino por fidelidad a Aquel que nunca se cansa de pasar una y otra vez por las plazas de los hombres hasta la undécima hora para proponer su amorosa invitación (cf. Mt 20,1-16).
Por tanto, la vía es el diálogo entre ustedes, diálogo en sus Presbiterios, diálogo con los laicos, diálogo con las familias, diálogo con la sociedad. No me cansaré de animarlos a dialogar sin miedo. Cuanto más rico sea el patrimonio que tienen que compartir con parresía, tanto más elocuente ha de ser la humildad con que lo tienen que ofrecer. No tengan miedo de emprender el éxodo necesario en todo diálogo auténtico. De lo contrario no se puede entender las razones de los demás, ni comprender plenamente que el hermano al que llegar y rescatar, con la fuerza y la cercanía del amor, cuenta más que las posiciones que consideramos lejanas de nuestras certezas, aunque sean auténticas. El lenguaje duro y belicoso de la división no es propio del Pastor, no tiene derecho de ciudadanía en su corazón y, aunque parezca por un momento asegurar una hegemonía aparente, sólo el atractivo duradero de la bondad y del amor es realmente convincente.
Es preciso dejar que resuene perennemente en nuestro corazón la palabra del Señor: «Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas» (Mt 11,28-29). El yugo de Jesús es yugo de amor y, por tanto, garantía de descanso. A veces nos pesa la soledad de nuestras fatigas, y estamos tan cargados del yugo que ya no nos acordamos de haberlo recibido del Señor. Nos parece solamente nuestro y, por tanto, nos arrastramos como bueyes cansados en el campo árido, abrumados por la sensación de haber trabajado en vano, olvidando la plenitud del descanso vinculado indisolublemente a Aquel que hizo la promesa.
Aprender de Jesús; mejor aún, aprender a ser como Jesús, manso y humilde; entrar en su mansedumbre y su humildad mediante la contemplación de su obrar. Poner nuestras iglesias y nuestros pueblos, a menudo aplastados por la dura pretensión del rendimiento bajo el suave yugo del Señor. Recordar que la identidad de la Iglesia de Jesús no está garantizada por el «fuego del cielo que consume» (cf. Lc 9,54), sino por el secreto calor del Espíritu que «sana lo que sangra, dobla lo que es rígido, endereza lo que está torcido».
La gran misión que el Señor nos confía, la llevamos a cabo en comunión, de modo colegial. ¡Está ya tan desgarrado y dividido el mundo! La fragmentación es ya de casa en todas partes. Por eso, la Iglesia, «túnica inconsútil del Señor», no puede dejarse dividir, fragmentar o enfrentarse.
Nuestra misión episcopal consiste en primer lugar en cimentar la unidad, cuyo contenido está determinado por la Palabra de Dios y por el único Pan del Cielo, con el que cada una de las Iglesias que se nos ha confiado permanece Católica, porque está abierta y en comunión con todas las Iglesias particulares y con la de Roma, que «preside en la caridad». Es imperativo, por tanto, cuidar dicha unidad, custodiarla, favorecerla, testimoniarla como signo e instrumento que, más allá de cualquier barrera, une naciones, razas, clases, generaciones.
Que el inminente Año Santo de la Misericordia, al introducirnos en las profundidades inagotables del corazón divino, en el que no hay división alguna, sea para todos una ocasión privilegiada para reforzar la comunión, perfeccionar la unidad, reconciliar las diferencias, perdonarnos unos a otros y superar toda división, de modo que alumbre su luz como «la ciudad puesta en lo alto de un monte» (Mt 5,14).
Este servicio a la unidad es particularmente importante para su amada nación, cuyos vastísimos recursos materiales y espirituales, culturales y políticos, históricos y humanos, científicos y tecnológicos requieren responsabilidades morales no indiferentes en un mundo abrumado y que busca con afán nuevos equilibrios de paz, prosperidad e integración. Por tanto, una parte esencial de su misión es ofrecer a los Estados Unidos de América la levadura humilde y poderosa de la comunión. Que la humanidad sepa que contar con el «sacramento de unidad» (Lumen gentium, 1) es garantía de que su destino no es el abandono y la disgregación.
Este testimonio es un faro que no se puede apagar. En efecto, en la densa oscuridad de la vida, los hombres necesitan dejarse guiar por su luz, para tener la certidumbre del puerto al que acudir, seguros de que sus barcas no se estrellarán en los escollos ni quedarán a merced de las olas. Así que les animo a hacer frente a los desafíos de nuestro tiempo. En el fondo de cada uno de ellos está siempre la vida como don y responsabilidad. El futuro de la libertad y la dignidad de nuestra sociedad dependen del modo en que sepamos responder a estos desafíos.
Las víctimas inocentes del aborto, los niños que mueren de hambre o bajo las bombas, los inmigrantes se ahogan en busca de un mañana, los ancianos o los enfermos, de los que se quiere prescindir, las víctimas del terrorismo, de las guerras, de la violencia y del tráfico de drogas, el medio ambiente devastado por una relación predatoria del hombre con la naturaleza, en todo esto está siempre en juego el don de Dios, del que somos administradores nobles, pero no amos. No es lícito por tanto eludir dichas cuestiones o silenciarlas. No menos importante es el anuncio del Evangelio de la familia que, en el próximo Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia, tendré ocasión de proclamar con fuerza junto a ustedes y a toda la Iglesia.
Estos aspectos irrenunciables de la misión de la Iglesia pertenecen al núcleo de lo que nos ha sido transmitido por el Señor. Por eso tenemos el deber de custodiarlos y comunicarlos, aun cuando la mentalidad del tiempo se hace impermeable y hostil a este mensaje (Evangelii gaudium, 34-39). Los animo a ofrecer este testimonio con los medios y la creatividad del amor y la humildad de la verdad. Esto no sólo requiere proclamas y anuncios externos, sino también conquistar espacio en el corazón de los hombres y en la conciencia de la sociedad.
Para ello, es muy importante que la Iglesia en los Estados Unidos sea también un hogar humilde que atraiga a los hombres por el encanto de la luz y el calor del amor. Como pastores, conocemos bien la oscuridad y el frío que todavía hay en este mundo, la soledad y el abandono de muchos -también donde abundan los recursos comunicativos y la riqueza material-, el miedo a la vida, la desesperación y las múltiples fugas.
Por eso, solamente una Iglesia que sepa reunir en torno al «fuego» es capaz de atraer. Ciertamente, no un fuego cualquiera, sino aquel que se ha encendido en la mañana de Pascua. El Señor resucitado es el que sigue interpelando a los Pastores de la Iglesia a través de la voz tímida de tantos hermanos: «¿Tienen algo que comer?». Se trata de reconocer su voz, como lo hicieron los Apóstoles a orillas del mar de Tiberíades (cf. Jn 21,4-12). Y es todavía más decisivo conservar la certeza de que las brasas de su presencia, encendidas en el fuego de la pasión, nos preceden y no se apagarán nunca. Si falta esta certeza, se corre el riesgo de convertirse en guardianes de cenizas y no custodios y en dispensadores de la verdadera luz y de ese calor que es capaz de hacer arder el corazón (cf. Lc 24,32).
Antes de concluir estas reflexiones, permítanme hacerles aún dos recomendaciones que considero importantes. La primera se refiere a su paternidad episcopal. Sean Pastores cercanos a la gente, Pastores próximos y servidores. Esta cercanía ha de expresarse de modo especial con sus sacerdotes. Acompáñenles para que sirvan a Cristo con un corazón indiviso, porque sólo la plenitud llena a los ministros de Cristo. Les ruego, por tanto, que no dejen que se contenten de medias tintas. Cuiden sus fuentes espirituales para que no caigan en la tentación de convertirse en notarios y burócratas, sino que sean expresión de la maternidad de la Iglesia que engendra y hace crecer a sus hijos. Estén atentos a que no se cansen de levantarse para responder a quien llama de noche, aun cuando ya crean tener derecho al descanso (cf. Lc 11,5-8). Prepárenles para que estén dispuestos para detenerse, abajarse, rociar bálsamo, hacerse cargo y gastarse en favor de quien, «por casualidad», se vio despojado de todo lo que creía poseer (cf. Lc 10,29-37).
Mi segunda recomendación se refiere a los inmigrantes. Pido disculpas si hablo en cierto modo casi in causa propia. La iglesia en Estados Unidos conoce como nadie las esperanzas del corazón de los inmigrantes. Ustedes siempre han aprendido su idioma, apoyado su causa, integrado sus aportaciones, defendido sus derechos, promovido su búsqueda de prosperidad, mantenido encendida la llama de su fe. Incluso ahora, ninguna institución estadounidense hace más por los inmigrantes que sus comunidades cristianas. Ahora tienen esta larga ola de inmigración latina en muchas de sus diócesis. No sólo como Obispo de Roma, sino también como un Pastor venido del sur, siento la necesidad de darles las gracias y de animarles. Tal vez no sea fácil para ustedes leer su alma; quizás sean sometidos a la prueba por su diversidad. En todo caso, sepan que también tienen recursos que compartir. Por tanto, acójanlos sin miedo. Ofrézcanles el calor del amor de Cristo y descifrarán el misterio de su corazón. Estoy seguro de que, una vez más, esta gente enriquecerá a su País y a su Iglesia.
Que Dios los bendiga y la Virgen los cuide.
Nuestra Señora de la Merced
Advocación Mariana, 24 de septiembre
Patrona de Barcelona y de República Dominicana
En castellano se le ha llamado en plural, Virgen de las Mercedes, que no corresponde con el sentido originario de la advocación.
El significado del título "Merced" es ante todo "misericordia". La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso.
MARÍA Y PEDRO NOLASCO
Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos a África. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos. Recordaba la frase del evangelio: "No almacenéis vuestra fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenad en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe" (Mt 6,20).
Año 1203. El laico, Pedro Nolasco inicia en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman cofradías-para recaudar la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota y Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.
LE RESPONDE LA VIRGEN
Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde la Virgen que funde una congregación liberadora. La noche del 1 al 2 de agosto de 1218, la Virgen se les apareció a Pedro Nolasco, a Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a cada uno su deseo de fundar una congregación para redimir cautivos. La Virgen María movió el corazón de Pedro Nolasco para formalizar el trabajo que el y sus compañeros estaban ya haciendo. La Virgen llama a Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación de los cautivos de los musulmanes, expuestos a perder la fe. Nolasco le dice a María:
-¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mi?:
-“Yo soy María, la que le dio la carne al Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy la que recibió la profecía de Simeón, cuando ofrecí a mi Hijo en el templo: ”Mira que éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción: y a ti misma una espada vendrá a atravesarte por el alma”:
-¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?:
-“No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde esta congregaciónn en honor mío; será una familia cuyos hermanos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel y serán signo de contradicción para muchos."
LA INSTITUCION NUEVA
Pedro Nolasco, funda la congregación, apoyado por el Rey Jaime I de Aragón, el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort. Su espiritualidad se fundamenta en Jesús, el liberador de la humanidad y en la Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora. En el capítulo general de 1272, los frailes toman el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, mercedarios. El Padre Antonio Quexal, siendo general de la Merced en 1406, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra orden".
EN LA CATEDRAL DE BARCELONA
El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou, se crea la nueva institución. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la congregación mercedaria.
LA VIRGEN DE LA MERCED, LA FUNDADORA
El título mariano de la Merced tiene su origen en Barcelona, España, cuando muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder la fe . La Virgen de La Merced, manifesta su misericordia por para atenderlos y liberarlos. La talla de la imagen de la Merced venerada en la basílica de la Merced de Barcelona es del siglo XIV, de estilo sedente, como las románicas. He subido piadosamente a su camarín y he comprobado su aspecto imponente por su talla extraordinaria e impresionante. El año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia el 24 de septiembre.
ACTUALIDAD DEL CARISMA
El carisma mercedario de liberar a los cautivos sigue siendo tan necesario como siempre. María ofreció todo su ser para que viva el Hijo de Dios encarnado. En el cántico del Magníficat (Lc 1, 46), María expresa la liberación de Dios. El Papa Juan Pablo II dijo que "María es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad". La Virgen continúa velando por sus hijos cautivos de Satanás (LG 62) y nos pide nuestra cooperación. Nosotros debemos dar nuestra vida para que su Hijo viva en nosotros y así pueda liberar a nuestros hermanos. Ella nos enseñará como hacerlo.
DIOS PADRE DE MISERICORDIA, MARÍA MADRE DE MISERICORDIA.
Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor. "Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, las entrañas de la Madre de Dios" - Las obras de misericordia que la Virgen pidió incluyen la visita, el acompañamiento y la ayuda a los que salen de la cárcel.
UNA CONGREGACION LAICAL
Así fue en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. en Barcelona. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. Salían cada año en expediciones redentoras. San Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En Argelia, África, lo hicieron prisionero pero logró conseguir su libertad. Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades colectas para los esclavos.
CUARTO VOTO
Además de los tres votos de la vida religiosa, pobreza, castidad y obediencia, hacían un cuarto voto: dedicar su vida a liberar esclavos. Se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, cuando el dinero no alcanzara a pagar su redención. Así lo hizo San Pedro Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios. El Papa Gregorio IX aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General. El rey Jaime decía que la conquista de Valencia, se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada triunfo que obtenía lo atribuía a sus oraciones.
DESCANSA YA, SIERVO BUENO Y FIEL. Pedro Nolasco, a los 77 años, pronunció el Salmo 76: "Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados". y se durmió en el regazo de la Virgen. Su intercesión logró muchos milagros y fue canonizado en 1628. En el año 1696, el
Papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre.
Vivir la Eucaristía - Decálogo para participar correctamente en la Santa Misa
Actitudes, formas de, comportamientos adecuados, para vivir la Santa Misa
En esta nueva categoría, “Vivir la Eucaristía” se van a proponer actitudes, formas de, comportamientos adecuados, para vivir la Santa Misa de una forma que no nos aleje del gozo que supone asistir a ella así como, también, la necesaria comprensión de tan gozoso tiempo de vivencia espiritual.
“La Iglesia siempre ha comprendido que su centro vivificante está en la eucaristía, que hace presente a Cristo, continuamente, en el sacrificio pascual de la redención. En la santa misa, el mismo Autor de la gracia se manifiesta y se da a los fieles, santificándoles y comunicándoles su Espíritu” (Síntesis de la Eucaristía, p. 3).
Por eso, la Santa Misa no deja de ser el símbolo de la entrega de Cristo por la humanidad entera (aunque parte de la misma no quiera darse cuenta de tal acto de amor supremo y hasta el extremo) y, por lo mismo, los creyentes en Dios Todopoderoso y Único, tenemos a la Eucaristía como la verdadera Acción de Gracias a partir de la cual vivimos y existimos.
Desde la Arquidiócesis de Yucatán (México), en concreto desde la Parroquia Cristo Resucitado, don José Huerta Morales me envió un decálogo que a nuestro entender vale la pena compartir. Es, digamos, el primer paso de comprensión, teórica y práctica, de la Santa Misa que iniciamos en esta nueva categoría de “Vivir la Eucaristía”.
Por eso, les traigo aquí el siguiente “Decálogo para participar correctamente en la Santa Misa“:
1.- Si vas a una fiesta viste ropa de fiesta.
Tal vez te preguntes ¿le interesa a Dios como visto? ¿Si Él me ama tal como soy por qué preocuparnos del vestido? ¿Si el importante soy yo, por qué darle importancia a lo externo? ¿Qué tiene de malo ir cómodos y confortables a misa?
Sabemos profundamente que vestir bien va con ocasiones importantes. ¿Es para ti ir a misa una ocasión importante? la forma en que vestimos refleja cuanto respetamos al anfitrión y la dignidad del evento.
Es verdad que el interior es muy importante, por eso, necesariamente lo del interior tendrá que manifestarse en lo exterior.
Todo nuestro ser debe prepararse para la gran celebración que es la misa dominical. Todo lo visible ayuda a elevarnos al Dios invisible. Si no vestimos la mejor ropa para la Santa Misa, ¿Para quién la reservamos? El pudor y el respeto nos deben guiar. No vayas a Misa con short, bermudas, chancletas, minifaldas, escotes, gorras, etc.
2.- Que tu misa sea completa, escucha misa entera.
Cuando vamos al cine ¿Qué tan frecuente es llegar pasados10 minutos desde que inicio la película; y que tan frecuente es salirnos antes del último capítulo que marca el final?
Cuando vas a un espectáculo o concierto, ¿Te da igual llegar un buen tiempo después de que el concierto inicio? ¿Y cuándo vas a misa? Como católicos se nos invita a “oír misa entera” es decir, participar activa y conscientemente en la Eucaristía.
La Misa empieza cuando el sacerdote se dirige al altar y nos ponemos de pie para recibirlo. La Misa termina cuando el sacerdote besa el altar, abandona el templo y se hace el canto final. Al terminar no salgas precipitadamente, es de bien nacidos ser agradecidos hasta que el sacerdote entra en la sacristía o este fuera del templo saludando a los participantes.
3.- Ninguna llamada puede ser más importante que la de Él.
La comunicación exige atención y concentración, nos molesta que mientras hablamos nos den la espalda o no nos escuchen. Pero tal parece que eso se nos olvido con la llegada del celular. Nos hicieron vivir los beneficios del celular sin educarnos en el uso del mismo.
Es increíble como el móvil nos ha hecho adictos y dependientes a él. No se está en contra de esta tecnología, sino del mal uso que le damos.
Hay persona que al menos se salen cuando suena el móvil, aunque tampoco esto es correcto, porque distrae a otros, lo ideal es apagarlo pues la Eucaristía es el encuentro con Dios ¿Y qué llamada puede ser más importante que la de Él?, como para literalmente decirle “Señor, espérame tantito". ¿Tu qué haces cuando suena (o vibra) tu móvil? Sería muy interesante aprender a distinguir los contextos, no en todos los lugares ni circunstancias deberíamos darle al celular el lugar número uno de nuestra atención.
4.- Dejen que los niños se acerquen a mí.
Esta petición y deseo de Jesús para con los niños, no debe ser una excusa tanto para justificar el comportamiento de los niños en la misa (hablar, correr, hacer ruidos, llantos, berrinches, etc.) como para evitar ir a misa con estos niños llamados “traviesos".
Si no los encaminamos desde ahora evitaremos la oportunidad de hacerlos crecer y educarse.
Si tu niño llora, corre, brinca o grita en la misa, ayúdalo atendiendo en ese momento su necesidad, cálmalo, distráelo y si es necesario salte un momento con él del templo.
Que no te de pena levantarte e ir por él. A veces distrae mas lo que el niño hace que el hecho de levantarte, ir por él y calmarlo. No traigas reproductor de video portátil o videojuegos para distraerlos, porque también distraes a los demás.
5.- Se puente y no obstáculo para los demás.
Todos estamos llamados a participar activa y gozosamente en la celebración eucarística.
Para aquellos que se les hace más difícil su participación, principalmente por motivos de salud o alguna otra causa física (la edad, u otra limitación física), como los amigos que ayudan al paralítico a encontrarse con Jesús, ayúdanos respetando los lugares que corresponde a estos hermanos nuestros. Esos lugares son para ellos, incluso los espacios en el estacionamiento.
6.- Cuida Su casa, que es tu casa y nuestra casa.
El templo parroquial y todo lo que en él esta, ha sido consagrado a Dios, ciertamente cada objeto tiene su dignidad, merece respeto.
Por eso te invitamos a cuidar (si vas con menores) y no pisar los reclinatorios, al momento de usarlos desplegarlos con cuidado. Evita pisar o rayar las bancas. Cuida Su casa, que es también la tuya, es nuestra casa.
7.- Que tu boca sea para alabar al Señor.
“El celo de tu casa me devora” dice Jesús, “la casa de mi Padre es casa de oración". Que tu voz, que tu boca y que tu corazón sean siempre para alabar al Señor, para hablar con Él, para bendecir, para agradecer, para pedir, para ofrecer….no platiques durante la misa, para no distraerte y no distraer a los demás. Es el momento para escucharle y hablar con Él, para luego poder hablar de Él. Evita ir a misa ya sea masticando chicle o ingiriendo algún alimento o bebida. De este modo también les damos testimonio a los demás.
8.- Que nadie ocupe tu lugar.
Jesús llamo personalmente a sus discípulos, ciertamente uso intermediarios, pero el encuentro con Él es personal. En el cine, en el circo, en el carnaval y en cualquier evento es válido apartar los lugares de aquellos que aun no llegan.
En la misa no es así, el que llega a tiempo tiene derecho ocupar lugar si no ha sido ocupado por otro personalmente. No se vale poner la bolsa, el suéter y otras pertenencias sobre las bancas para apartar lugar. Date la oportunidad de ser amable, fraterno y educado, somos parte del cuerpo místico de Cristo.
9.- Trátalo como se merece.
Las posturas que asumimos y el modo de comportarnos en la misa tiene mucho que ver con la persona con la que se entra en relación y con nuestra disposición. Al entrar en el templo se recomienda un momento de meditación, saludo, preparación para el acontecimiento más importante que existe, primero sentado (no piernas cruzadas) escuchar al Señor en las lecturas, que nos dice, que le dices, en el Evangelio oír a Jesús de pie, posteriormente en el momento de la consagración se debe estar de rodillas, se está al pie de la Cruz, con la Virgen María y S. Juan; si no te es posible, es más recomendable que permanezcas sentado y no de pie. Si vas a recibir la Sagrada Forma (Jesús) no te distraigas en el camino es un encuentro privilegiado, procura llevar las manos juntas y nunca en los bolsillos. Busca lo menos posible pasar por en medio del pasillo central ya iniciada la misa, o querer un lugar de adelante, distraes a todos. Si se está llevando a cabo alguna celebración como boda, rosario, hora santa, etc., estas esperando o ya terminó la ceremonia, puedes saludar y platicar fuera del templo.
10.- Estar siempre preparado.
La vida sacramental y el seguimiento a Jesús no se improvisan. Los sacramentos tienen un lugar, un tiempo de preparación y una dignidad para celebrarlos. No existen “confesiones rapiditas” o de “un minuto". Cuida no llegar 5 o 10 minutos antes de la misa para pedir por alguna intención.
Es bueno prever y organizar nuestro tiempo, eso habla de la importancia que tienen las cosas según el tiempo que se les dedica. Para darte un mejor servicio solicita tus intenciones de misa en horario de oficina y las confesiones en su horario establecido.
Y, hasta aquí, el Decálogo. Con franqueza tengo que decir que, a lo mejor, es difícil de cumplir pero, en realidad, nadie ha dicho que sea sencillo ser buen católico. Al menos, no debería ser demasiado cómodo aunque sí gozoso.
En el mundo.. el dolor del hombre
Jesús, te quedaste en la Eucaristía, ahí precisamente porque sabías que en el mundo... hay dolor. ¡Vaya que si lo hay!
Hoy hay sombras en la Capilla...quizá sea porque está atardeciendo...
Tu, Jesús, estás como siempre, silencioso en tu eterna espera....pero tienes el oído atento para todo el que llega, para todo el que te quiere decir algo....penas, anhelos, sueños, alegrías y tristezas....Tu corazón abierto está para quién a ti llega....y yo se que te quedaste ahí precisamente porque sabías que en el mundo... hay dolor. ¡Vaya que si lo hay! En muchas ocasiones este dolor es provocado por el hombre mismo: terrorismo, rencores, odios, venganzas, ambiciones, ansias de poder con el juego sucio y mal intencionado que no se detiene ante nada y llega hasta el crimen... niños que desean vivir y nunca lo harán. Siembra de dolores que parecería no tener límites...
Pero también el hombre sufre por enfermedades incurables y por cataclismos de la naturaleza: terremotos, tifones, lluvias torrenciales que desbordan ríos y rompen presas, fuegos que empiezan por una chispa y se incrementan destruyendo todo lo que alcanza y esto podría ser una lista interminable de dolor y de muerte que constantemente vemos que hay sobre la tierra.
Y el hombre, todos nosotros, Señor, nos preguntamos ¿por qué?
Y esta es una pregunta difícil de contestar...
En silencio te miro Jesús, cierro los ojos y espero...
Pienso en este Planeta donde vivimos... él es como es....tiene nieves que se desploman y forman aludes, tiene lluvias que desbordan ríos, tienen vientos que por circunstancias atmosféricas se convierten en ciclones, tiene movimientos telúricos de acomodación de su corteza terrestre que a veces son sismos catastróficos y mortales, tiene volcanes que están activos y de hecho han llegado a hacer erupción destruyendo a ciudades enteras.
En ese vaivén de acontecimientos vivimos desde que apareció el hombre sobre el planeta Tierra y sabemos que nuestra existencia está sobre la fragilidad de lo que es hoy y mañana no.
Pero para todos los sufrimientos hay una luz en el túnel negro y angustiante del dolor... y tu, mi Señor, me lo estás diciendo: Esa luz está en el misterio de tu Cruz. Tu Cruz permanecerá mientras el mundo gire.
¿Podrías tu Señor, digamos justificarte ante la Historia del hombre, tan llena de sufrimientos, de otro modo que no fuera poniendo en el centro de esa "historia" TU CRUZ?
Tu, además de ser Omnipotente, infinitamente Sabio, infinitamente Justo, no eres el Absoluto y Poderoso que está "fuera del mundo" y al que por lo tanto le es indiferente el sufrimiento humano porque eres... AMOR.
Y por "ese " AMOR, te pones, en libre elección, al servicio de las criaturas.
Si en la historia de la humanidad está presente el sufrimiento, entiendo entonces por qué tu omnipotencia se manifestó con la omnipotencia de la humillación mediante la Cruz.
Mi amado Jesús Sacramentado, El escándalo de tu Cruz - decía el Papa Juan Pablo II en su maravilloso libro "En el umbral de la esperanza"- sigue siendo la clave para la interpretación del GRAN MISTERIO DEL SUFRIMIENTO, que permanece de modo tan integral a la historia del hombre
Ya ha caído la noche. Yo te miro, Tu me miras.... siento la humedad de las lágrimas en los ojos cuando te digo:
Gracias, Señor, por esa Cruz... por tu cruz, que nos redime y que nos da la fuerza para seguir...
¡AUNQUE EL DOLOR NOS ALCANCE!
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El discurso papal en el Capitolio
Francisco "en la tierra de los libres y en la patria de los valientes"
El Papa en el Capitolio: "Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad"
"Una pena justa nunca debe prescindir de la rehabilitación y de la esperanza"
José Manuel Vidal, 24 de septiembre de 2015 a las 17:43
No podemos cometer los pecados del pasado. No dejemos intimidarnos por los números
(José M. Vidal).- Un Papa de Roma por vez primera en el Capitolio de los EEUU. Cita con la Historia de Francisco. Y el Papa nunca defrauda. Discurso largo y trabado, claro y concreto, elaborado en tornos a sus "cuatro santos americanos". Para pedir que, como ellos, USA siga defendiendo la libertad, la inclusión, la justicia y el diálogo interreligioso. Los cuatro "sueños" de los 4 americanos ilustres. También ha pedido la abolición de la pena de muerte, acabar con la venta de armas y acoger a los pobres y a los emigrantes.
Llega el Papa a la explanada del Congreso, rodeado de grandes coches de seguridad, en su pequeño Fiat con la bandera vaticana. A bordo de su coche entra en el edificio. Fuera, en la Plaza del Congreso decenas de miles de personas. Hay pancartas de amor y banderas de los diversos países de Latinoamérica y de España.
El Papa es recibido por el "Sargento de armas" a la entrada del Congreso. Sube en ascensor al primer piso, donde le espera, nervioso, en su estudio el Speaker de la Cámara de Representantes, John Boehner, católico, casado y con dos hijas. El Papa y su séquito, encabezado por el cardenal Parolin, tienen un encuentro privado con el Speaker.
Tras la reunión, Boehner conduce al Papa al hemiciclo. Se palpa la solemnidad del evento. El Speaker y el vicepresidente Joe Biden nombran a las personalidades presentes y a los senadores que forman parte del comité de acogida del Papa Francisco. El protocolo de las grandes ocasiones se sigue al pie de la letra. Y el hemiciclo se va llenando.
Se anuncia solemnemente la entrada del Papa, escoltado hasta el podio, donde es saludado por el Speaker, el vicepresidente del país, el Secretario de Estado, el jefe de la oposición y los jueces de la Corte Suprema.
"El Santo Padre", dice el Speaker del Congreso y entra el Papa, sonriente, en medio de una gran ovación. "Tengo el honor de presentarles al Papa Francisco", dice el Speaker. El Papa saca sus gafas y sus cuartillas y comienza su discurso.
Algunas frases del Papa
Queridos amigos, les agradezco la invitación a que les dirija la palabra en la tierra de los libres y en la patria de los valientes
(Todo el hemiciclo se pone en pie y aplaude)
Yo también soy un hijo de este gran continente, del que todos nosotros hemos recibido tanto y con el que tenemos una responsabilidad común
La de ustedes, como miembros del Congreso consiste en hacer que este país crezca como nación
Son el rostro de su pueblo y están llamados a velar por la dignidad de sus conciudadanos
La sociedad política perdura si se planeta como vocación favorecer las necesidades comunes de todos sus miembros, especialmente de los más vulnerables
A eso han sido llamados por las urnas
Una tarea que me recuerda a la figura de Moisés. Simboliza la necesidad de los pueblos de mantener la conciencia de unidad por medio de una legislación justa. Nos remite a Dios y a la dignidad trascendente del ser humano
Moisés nos ofrece una buena síntesis de su labor: invitados a dignificar por medio de la ley la imagen y semejanza plasmada por Dios
Quisiera dirigirme con ustedes y por ustedes a todo el pueblo de los Estados Unidos
Dialogar con la gente que lucha para llevar el pan a su casa, ahorrar y conseguir una vida mejor para sus hijos
No se resignan a pagar sus impuestos, sino que, con su servicio silencioso sostienen la convivencia
Crean lazos de solidaridad por medio de iniciativas espontáneas y por medio de organizaciones que buscan paliar el dolor de los más necesitados
Con tantos abuelos que atesoran la sabiduría forjada por los años e intentan compartir sus experiencias y conocimientos
Sé que son muchos los que se jubilan, pero no se retiran, siguen construyendo esta tierra
Con todos los jóvenes que luchan por sus sueños nobles y altos, que no se dejan atomizar por ofertas fáciles, que enfrentan situaciones difíciles
Dialogar con todos ustedes a partir de la memoria de su pueblo
Apostaron con trabajo, abnegación y con su propia sangre por forjar un futuro mejor
En su vida plasmaron valores que viven para siempre en el alma de todo el pueblo
Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, pero logra siempre salir adelante con dignidad
Honrar su memoria nos ayuda a recuperar en el hoy de cada día nuestras reservas culturales
Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day...Estamos en el 150 aniversario del asesinaro de Lincoln
Estamos preocupados por la inquietante situación social y política de nuestro tiempo
El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odios nocivos, de atrocidad cometidas incluso en nombre de Dios y de la religión
Ninguna religión es inmune al extremismo ideológico
Atentos a cualquier fundamentalismo religioso o del tipo que fuere
Combatir la violencia perpetrada en nombre de la religión y, al mismo tiempo proteger las religiones, las ideas y las personas
Tentación de reduccionismo simplista que divive la realidad en buenos y malos, en justos y pecadores
El mundo, con sus heridas que sangran, nos convoca a afrontar las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos
Podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior
Respuesta de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia
Devolver la esperanza, corregir las injusticia, mantener la fe en los compromisos, promoviendo el bienestar de las personas y de los pueblos
Ir hacia adelante juntos en un renovado espíritu de fraternidad y de solidaridad
El reto nos pide una renovación del espíritu de colaboración
Poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las convicciones de conciencia
Aquí, las religiones han ofrecido gran ayuda para construir la sociedad
Es importante que la voz de la fe pueda seguir siendo escuchada
Erradicar la nuevas formas mundiales de esclavitud
Política para el bien de la persona humana y su dignidad
La política no puede ser esclava de la economía y de las finanzas
Los aliento en este esfuerzo
Quiero recordar la marcha de Luther King hace 50 años
Su sueño sigue resonando en nuestros corazones
Me alegra que USA siga siendo para muchos la tierra de los sueños
Sueños que despiertan lo que de más profundo y auténtico que hay en los pueblos
Millones de personas vinieron aquí para construir sus sueños
Nosotros no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros
(De nuevo, puestos en pie, aplauden)
Les hablo como hijo de inmigrante, sabiendo que muchos de ustedes son descendientes de emigrantes
Los derechos de los indígenas no siempre fueron respetados
Mi más alta estima y reconocimiento a estos pueblos desde el corazón de la democracia americana
Es difícl enjuiciar el pasado con criterios de presente
No podemos cometer los pecados del pasado
Vivir, ahora, en un mundo más noble y posible
Salir de la lógica del enemigo para pasar a la lógica de la subsidiariedad
Nuestro mundo afronta una crisis de refugiados sin precedentes. Grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar
A lo que se suma aquí las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en busca de una vida mejor para ellos y sus seres queridos
¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos?
No dejemos intimidarnos por los números. Más bien, mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias
Evitemos la tentación de descartar todo lo que moleste
Recordemos la regla de oro (Aplausos de pie): Hacer con los demás lo que quieres que los demás hagan contigo
Tratemos a los demás con la misma compasión con la que queremos ser tratados
Queremos seguridad, demos seguridad. Queremos vida, demos vida. Queremos oportunidades, demos oportunidades
La medida que usemos para los demás será la que el tiempo usará con nosotros (ovación de pie)
La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo (Gran ovación)
Solicitar la abolición mundial de la pena de muerte. Este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada
Una pena justa nunca debe prescindir de la rehabilitación y de la esperanza
No perder el espíritu de solidaridad internacional
La lucha contra la pobreza y el hambre combatida en las causas que las provocan
Creación y distribución de la riqueza
Una economía que busca ser solidaria y sostenible
Reorinetar el rumbo y la degradación medioambiental
Acciones valientes para implementar una cultura del cuidado y devolver dignidad a los excluidos y cuidar la naturaleza
La Gran Guerra, masacre inútil
Thomas Merton, fuente de inspiración y guía para muchos, pesador que desafió las certezas de su tiempo
Un hombre de diálogo y promotor de la paz entre pueblos y religiones
Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombre y mujeres puedan hacerlo
Países en conflicto, cuando dialogan, abren nuevos horizontes para todos
Esto requiere coraje y audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad
Un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios
Agente de diálogo y de paz, para acabar con los muchos confllictos armados que afligen nuestro mundo
¿Por qué las armas letales son vendidas a los que pretenden infringir un sufrimiento indecible a individuos y sociedad? La respuesta es por dinero. Un dinero manchado de sangre y, muchas veces, de sangre inocente
Frente al silencio vergonzoso y cómplice es nuestro deber acabar con el tráfico de armas
Tres hijos y una hija de esta tierra. Cuatro personas, cuatro sueños. Lincoln la libertad, King, no exlcusión, Day, la justicia social y los derechos; Merton, el diálogo y la apertura a Dios
Fundamental la familia en la construcción de este país (Ovación)
La familia está amenazada desde el interior y desde el exterior
Riqueza y belleza de vivir en familia
Los componentes de la familia más vulnerables: los jóvenes
Sus problemas son nuestros problemas (Ovación)
No podemos eludirlos, hay que afrontarlos juntos, hablar y buscar soluciones
No pueden formar una familia porque no tienen futuro
Una nación es grande cuando defiende las libertades
Cuando permite soñar con la plenitud de derechos
Cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos
Cuando su fe se hace diálogo y siembra paz
Riquezas de su patrimonio cultural, del alma de su pueblo
Me gustaría que este alma crezca, para que los pueblos puedan heredar y vivir en una tierra que ha permitido a muchos soñar
Que Dios bendiga América
(Ovación prolongada de todo el hemiciclo puesto en pie)
El Papa se retira del hemiciclo y se dirige a la cercana plaza de las estatuas. Una de ellas, la de San Junípero Serra. El Papa se detiene ante ella y reza al santo español, acompañado del vicepresidente americano.
Y para terminar, el Papa se dirige al balcón, para saludar y bendecir a las decenas de miles de personas que le esperan. El Papa saluda y les habla en español.
Buenos dias a todos, agradezco su acogida y su presencia
Agradezco los personajes más importantes que hay aquí: los niños
Quiero pedirle a Dios que los bendiga
Señor, Padre de todos, bendice a este pueblo. Bendice a cada uno de ellos. Bendice a sus familias. Dales lo que más necesiten
Y les pido, por favor a ustedes, que recen por mí
Y si hay algunos que no creen o no pueden rezar, les pido por favor que me deseen cosas buenas
Muchas gracias y que Dios bendiga a América
Discurso completo del Santo Padre
Les agradezco la invitación que me han hecho a que les dirija la palabra en esta sesión conjunta del Congreso en «la tierra de los libres y en la patria de los valientes». Me gustaría pensar que lo han hecho porque también yo soy un hijo de este gran continente, del que todos nosotros hemos recibido tanto y con el que tenemos una responsabilidad común.
Cada hijo o hija de un país tiene una misión, una responsabilidad personal y social. La de ustedes como Miembros del Congreso, por medio de la actividad legislativa, consiste en hacer que este País crezca como Nación. Ustedes son el rostro de su pueblo, sus representantes. Y están llamados a defender y custodiar la dignidad de sus conciudadanos en la búsqueda constante y exigente del bien común, pues éste es el principal desvelo de la política. La sociedad política perdura si se plantea, como vocación, satisfacer las necesidades comunes favoreciendo el crecimiento de todos sus miembros, especialmente de los que están en situación de mayor vulnerabilidad o riesgo. La actividad legislativa siempre está basada en la atención al pueblo. A eso han sido invitados, llamados, convocados por las urnas.
Se trata de una tarea que me recuerda la figura de Moisés en una doble perspectiva. Por un lado, el Patriarca y legislador del Pueblo de Israel simboliza la necesidad que tienen los pueblos de mantener la conciencia de unidad por medio de una legislación justa. Por otra parte, la figura de Moisés nos remite directamente a Dios y por lo tanto a la dignidad trascendente del ser humano. Moisés nos ofrece una buena síntesis de su labor: ustedes están invitados a proteger, por medio de la ley, la imagen y semejanza plasmada por Dios en cada rostro.
En esta perspectiva quisiera hoy no sólo dirigirme a ustedes, sino con ustedes y en ustedes a todo el pueblo de los Estados Unidos. Aquí junto con sus Representantes, quisiera tener la oportunidad de dialogar con miles de hombres y mujeres que luchan cada día para trabajar honradamente, para llevar el pan a su casa, para ahorrar y -poco a poco- conseguir una vida mejor para los suyos. Que no se resignan solamente a pagar sus impuestos, sino que -con su servicio silencioso- sostienen la convivencia. Que crean lazos de solidaridad por medio de iniciativas espontáneas pero también a través de organizaciones que buscan paliar el dolor de los más necesitados.
Me gustaría dialogar con tantos abuelos que atesoran la sabiduría forjada por los años e intentan de muchas maneras, especialmente a través del voluntariado, compartir sus experiencias y conocimientos. Sé que son muchos los que se jubilan pero no se retiran; siguen activos construyendo esta tierra. Me gustaría dialogar con todos esos jóvenes que luchan por sus deseos nobles y altos, que no se dejan atomizar por las ofertas fáciles, que saben enfrentar situaciones difíciles, fruto muchas veces de la inmadurez de los adultos. Con todos ustedes quisiera dialogar y me gustaría hacerlo a partir de la memoria de su pueblo.
Mi visita tiene lugar en un momento en que los hombres y mujeres de buena voluntad conmemoran el aniversario de algunos ilustres norteamericanos. Salvando los vaivenes de la historia y las ambigüedades propias de los seres humanos, con sus muchas diferencias y límites, estos hombres y mujeres apostaron, con trabajo, abnegación y hasta con su propia sangre, por forjar un futuro mejor. Con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo. Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad. Estos hombres y mujeres nos aportan una hermenéutica, una manera de ver y analizar la realidad. Honrar su memoria, en medio de los conflictos, nos ayuda a recuperar, en el hoy de cada día, nuestras reservas culturales.
Me limito a mencionar cuatro de estos ciudadanos: Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton.
Estamos en el ciento cincuenta aniversario del asesinato del Presidente Abraham Lincoln, el defensor de la libertad, que ha trabajado incansablemente para que «esta Nación, por la gracia de Dios, tenga una nueva aurora de libertad». Construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiaridad y solidaridad.
Todos conocemos y estamos sumamente preocupados por la inquietante situación social y política de nuestro tiempo. El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere. Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar. Y, por otra parte, puede generarse una tentación a la que hemos de prestar especial atención: el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; permítanme usar la expresión: en justos y pecadores. El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos. Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. A eso este pueblo dice: No.
Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia. Se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy. También en el mundo desarrollado las consecuencias de estructuras y acciones injustas aparecen con mucha evidencia. Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común.
El reto que tenemos que afrontar hoy nos pide una renovación del espíritu de colaboración que ha producido tanto bien a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La complejidad, la gravedad y la urgencia de tal desafío exige poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia.
En estas tierras, las diversas comunidades religiosas han ofrecido una gran ayuda para construir y reforzar la sociedad. Es importante, hoy como en el pasado, que la voz de la fe, que es una voz de fraternidad y de amor, que busca sacar lo mejor de cada persona y de cada sociedad, pueda seguir siendo escuchada. Tal cooperación es un potente instrumento en la lucha por erradicar las nuevas formas mundiales de esclavitud, que son fruto de grandes injusticias que pueden ser superadas sólo con nuevas políticas y consensos sociales.
Apelo aquí a la historia política de los Estados Unidos, donde la democracia está radicada en la mente del Pueblo. Toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad. «Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad» (Declaración de Independencia, 4 julio 1776). Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas. La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social. No subestimo la dificultad que esto conlleva, pero los aliento en este esfuerzo.
En esta sede quiero recordar también la marcha que, cincuenta años atrás, Martin Luther King encabezó desde Selma a Montgomery, en la campaña por realizar el «sueño» de plenos derechos civiles y políticos para los afro-americanos. Su sueño sigue resonando en nuestros corazones. Me alegro de que Estados Unidos siga siendo para muchos la tierra de los «sueños». Sueños que movilizan a la acción, a la participación, al compromiso. Sueños que despiertan lo que de más profundo y auténtico hay en los pueblos.
En los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad. Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes. Trágicamente, los derechos de cuantos vivieron aquí mucho antes que nosotros no siempre fueron respetados. A estos pueblos y a sus naciones, desde el corazón de la democracia norteamericana, deseo reafirmarles mi más alta estima y reconocimiento. Aquellos primeros contactos fueron bastantes convulsos y sangrientos, pero es difícil enjuiciar el pasado con los criterios del presente. Sin embargo, cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado. Debemos elegir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los «vecinos», a todo lo que nos rodea. Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad, dando lo mejor de nosotros. Confío que lo haremos.
Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar. A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste. Recordemos la regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes» (Mt 7,12).
Esta regla nos da un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros. La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo.
Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito. Recientemente, mis hermanos Obispos aquí, en los Estados Unidos, han renovado el llamamiento para la abolición de la pena capital. No sólo me uno con mi apoyo, sino que animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación.
En estos tiempos en que las cuestiones sociales son tan importantes, no puedo dejar de nombrar a la Sierva de Dios Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico. Su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio, en su fe y en el ejemplo de los santos.
¡Cuánto se ha progresado, en este sentido, en tantas partes del mundo! ¡Cuánto se viene trabajando en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza! Sé que comparten mi convicción de que todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional. Al mismo tiempo, quiero alentarlos a recordar cuán cercanos a nosotros son hoy los prisioneros de la trampa de la pobreza. También a estas personas debemos ofrecerles esperanza. La lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan. Sé que gran parte del pueblo norteamericano hoy, como ha sucedido en el pasado, está haciéndole frente a este problema.
No es necesario repetir que parte de este gran trabajo está constituido por la creación y distribución de la riqueza. El justo uso de los recursos naturales, la aplicación de soluciones tecnológicas y la guía del espíritu emprendedor son parte indispensable de una economía que busca ser moderna pero especialmente solidaria y sustentable. «La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común» (Laudato si', 129). Y este bien común incluye también la tierra, tema central de la Encíclica que he escrito recientemente para «entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común» (ibíd., 3). «Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos» (ibíd., 14).
En Laudato si', aliento el esfuerzo valiente y responsable para «reorientar el rumbo» (N. 61) y para evitar las más grandes consecuencias que surgen del degrado ambiental provocado por la actividad humana. Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que los Estados Unidos -y este Congreso- están llamados a tener un papel importante. Ahora es el tiempo de acciones valientes y de estrategias para implementar una «cultura del cuidado» (ibíd., 231) y una «aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza» (ibíd., 139). La libertad humana es capaz de limitar la técnica (cf. ibíd., 112); de interpelar «nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder» (ibíd., 78); de poner la técnica al «servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral» (ibíd., 112). Sé y confío que sus excelentes instituciones académicas y de investigación pueden hacer una contribución vital en los próximos años.
Un siglo atrás, al inicio de la Gran Guerra, «masacre inútil», en palabras del Papa Benedicto XV, nace otro gran norteamericano, el monje cisterciense Thomas Merton. Él sigue siendo fuente de inspiración espiritual y guía para muchos. En su autobiografía escribió: «Aunque libre por naturaleza y a imagen de Dios, con todo, y a imagen del mundo al cual había venido, también fui prisionero de mi propia violencia y egoísmo. El mundo era trasunto del infierno, abarrotado de hombres como yo, que le amaban y también le aborrecían. Habían nacido para amarle y, sin embargo, vivían con temor y ansias desesperadas y enfrentadas». Merton fue sobre todo un hombre de oración, un pensador que desafió las certezas de su tiempo y abrió horizontes nuevos para las almas y para la Iglesia; fue también un hombre de diálogo, un promotor de la paz entre pueblos y religiones.
En tal perspectiva de diálogo, deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado. Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo. Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad. Un buen político es aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el momento con un espíritu abierto y pragmático. Un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios (cf. Evangelii gaudium, 222-223).
Igualmente, ser un agente de diálogo y de paz significa estar verdaderamente determinado a atenuar y, en último término, a acabar con los muchos conflictos armados que afligen nuestro mundo. Y sobre esto hemos de ponernos un interrogante: ¿por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas.
Tres hijos y una hija de esta tierra, cuatro personas, cuatro sueños: Abraham Lincoln, la libertad; Martin Luther King, una libertad que se vive en la pluralidad y la no exclusión; Dorothy Day, la justicia social y los derechos de las personas; y Thomas Merton, la capacidad de diálogo y la apertura a Dios.
Cardenal Sistach en La Mercé
Arzobispo de Barcelona responde a monseñor Novell en la homilia de la Mercè
Cardenal Sistach: "No corresponde a la Iglesia proponer una opción concreta" el 27-S
Dice que La Mercè conecta lo religioso con lo ciudadano y pide acoger a los refugiados
Redacción, 24 de septiembre de 2015 a las 12:32
Una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo
El cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, ha defendido este jueves en la misa de La Mercè la legitimidad moral de todas las opciones políticas que se presentan a las elecciones de este domingo que se basen en el respeto "de la dignidad inalienable de las personas y los pueblos, y que busquen con constancia la paz y la justicia".
Ha recordado que los obispos catalanes han descartado que la Iglesia deba proponer una opción concreta, en una misa por la patrona de la capital catalana y de la provincia eclesiástica de Barcelona a la que ha asistido el presidente de la Generalitat, Artur Mas, la del Parlament, Núria de Gispert, los consellers Meritxell Borràs y Germà Gordó y el inspector general del Ejército de Tierra, Ricardo Álvarez Espejo.
También han asistido otras autoridades militares y políticas y concejales del Ayuntamiento --entre ellos, Xavier Trias (CiU), Alfred Bosch (ERC), Jaume Collboni (PSC), Alberto Fernández (PP) y ediles de C's, sin que haya acudido la alcaldesa, Ada Colau---, ante los que Sistach ha destacado que la Fiesta Mayor representa "la conexión de lo que es religioso con lo que es ciudadano".
"La presencia de las autoridades y de la ciudadanía en esta celebración religiosa pone de relieve una doble convicción: que se está asistiendo a un acto que pertenece a la religión católica, pero que también pertenece a la cultura de la ciudad, a la historia de esta ciudad", ha destacado en la primera misa de La Mercè desde 1698 que no organiza el Ayuntamieno, por la voluntad de Colau de respetar la aconfesionalidad de las instituciones.
Sistach ha pedido reflexionar sobre cómo sería Barcelona sin la labor que ha llevado a cabo la comunidad religiosa con los desfavorecidos, aunque haya otras instituciones que trabajan en el ámbito: "Sería una ciudad pobre", ha sentenciado.
REFUGIADOS
Ha centrado su homilía en los pobres y en los "inmigrantes y refugiados, que se ven obligados a dejar su familia, casa y patria para buscar empleo por falta de trabajo en su lugar de origen o para huir del peligro de morir a causa de las guerras", y ha pedido una actitud de acogida por parte de todos.
"Es necesaria una fecunda colaboración y trabajo conjunto entre administración, instituciones religiosas y sociales y ciudadanos" para paliar una situación que considera que ha provocado imágenes escalofriantes que cree que deben combatirse a nivel internacional.
ESPECULACIÓN Y MERCADOS
Ha avisado de que la asistencia es necesaria por la urgencia de la situación, pero que "mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciado a la autonomía absoluta de los mercados y a la especulación financiera atacando a las causas estructurales de la desigualdad, no se resolverán los problemas del mundo".
Sistach ha resaltado que, para la Iglesia, la defensa de los pobres es "una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica", tras lo que ha recordado que el Papa Francisco desea una Iglesia para los pobres.
Ha señalado que la Orden de la Merced se fundó para liberar a presos cristianos y que, "de forma ininterrumpida hasta hoy, los mercedarios llevan su mensaje liberador a prisiones, campos de refugiados, niños en la calle, víctimas del tráfico de personas, asilos y hospitales en el más absoluto silencio y anonimato".
Defiende que el servicio de la Iglesia a la sociedad es muy positivo, por lo que no se debe relegar a la intimidad de las personas sin que influya en la vida social: "Una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo", ha dicho en una misa que ha llenado la basílica de La Mercè y, a diferencia de años anteriores, no ha congregado protestas en su exterior. (RD/Ep)