Nuestro pan en el desierto: La eucaristía, prenda de la gloria que ha de venir

Evangelio según San Mateo 15,29-37. 

Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó. La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino". Los discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?". Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos pescados". El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas. 

Catecismo de la Iglesia Católica § 1402-1405  - Copyright © Libreria Editrice Vaticana

Nuestro pan en el desierto: la eucaristía, prenda de la gloria que ha de venir

Si  la Eucaristía es el memorial de la Pascua del Señor y si por nuestra comunión en el altar somos colmados «de gracia y bendición» (MR, Cano Romano 96), la Eucaristía es también la anticipación de la gloria celestial. En la última Cena, el Señor mismo atrajo la atención de sus discípulos hacia el cumplimiento de la Pascua en el reino de Dios: «Y os digo que desde ahora no beberé de este fruto de la vid hasta el día en que lo beba con vosotros, de nuevo, en el Reino de mi Padre» (Mt 26,29; cf Lc 22,18; Mc 14,25). Cada vez que la Iglesia celebra la Eucaristía recuerda esta promesa y su mirada se dirige hacia «el que viene» (Ap 1,4). En su oración, implora su venida: «Marana tha» (1Co 16,22). «Ven, Señor Jesús» (Ap 22,20), «que tu gracia venga y que este mundo pase» (Didaché 10,6). La Iglesia sabe que, ya ahora, el Señor viene en su Eucaristía y que está ahí en medio de nosotros. Sin embargo, esta presencia está velada. Por eso celebramos la Eucaristía «mientras esperamos la gloriosa venida de Nuestro Salvador Jesucristo» (Tt 2,13), pidiendo entrar «en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte como tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos eternamente tus alabanzas, por Cristo, Señor Nuestro» (plegaria eucarística 3).

De esta gran esperanza, la de los cielos nuevos y la tierra nueva en los que habitará la justicia (cf 2P 3,13), no tenemos prenda más segura, signo más manifiesto que la Eucaristía. En efecto, cada vez que se celebra este misterio, «se realiza la obra de nuestra redención» (LG 3) y, «partimos un mismo pan que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, sino para vivir en Jesucristo para siempre» (S. Ignacio de Antioquia).

Bibiana (Viviana), Santa
Mártir, 2 de diciembre

Martirologio Romano: En Roma, santa Bibiana, mártir, a quien el papa san Simplicio dedicó una basílica en el Esquilino (s. inc.).

Etimología: Bibiana = "aquella que vive", es de origen latino.


Ya se menciona en el Liber Pontificalis el culto a la mártir Bibiana cuando se afirma en él que el Papa Simplicio (468 - 473) le dedicó una basílica. Restaurada en el siglo XVII por el infatigable papa Urbano VIII quien con su pasión renacentista, además de salvar un monumento antiguo, quiso dejar un testimonio litúrgico del hallazgo incluyendo en el calendario de la Iglesia universal la fiesta de Santa Bibiana en el día 2 de Diciembre. La basílica tiene tres naves divididas por ocho columnas antiguas y contiene una escultura graciosa de la Santa esculpida por Bernini. Está situada cerca de la vía férrea, da nombre al túnel por donde se ésta se cruza —Arcos de Santa Bibiana— se halla próxima a la Stazione Termini.

¿Quién fue Santa Bibiana?

Bernini, todo arte, la representa con los instrumentos del martirio que le dieron la Vida: la columna donde fue flagelada, los azotes, la corona del martirio y la sonrisa en su cara. Pero todo ello, con ser verdadero, es cosa común y aplicable a la mayor parte de los mártires cristianos en la Roma pagana, por lo que es decir mucho y, al mismo tiempo, nada acerca de un personaje concreto.

El relato de las actas no es fiable. Las actas de los mártires que comienzan a proliferar y los escritos aún más tardíos del martirio no son dignos de crédito histórico por las añadiduras apócrifas y contradicciones que contienen. Incluso los datos que se mencionan, como hacer responsable de su martirio al emperador Juliano el Apóstata, adolecen de un pronunciado desinterés cronológico. La leyenda de nuestra santa que relata pormenorizadamente su martirio es una novela ejemplar que aplica un esquema general romano.

Pero es cierto que Santa Bibiana existió y que fue mártir. Posiblemente también existieron su madre Dafrosa y su hermana Demetria cuyos sarcófagos intactos se descubrieron debajo de los dos vasos de vidrio con inscripciones que conservaban las reliquias de la Santa.

La historia se remonta como más remoto documento al papa Simplicio que se sitúa en el siglo V. La veneración de esta mártir es anterior al ese dato. Y por ello no está lejos de la verdad histórica la afirmación de que vivió santa Bibiana a finales del siglo III, antes incluso de lo que cantan las actas.

Es, pues, Bibiana una santa de la que poco sabemos por los documentos que pueden aducirse con valoración histórica cierta. Conocemos su existencia y la entrega colmada, definitiva, que de su vida hizo a Dios, dándole un sí apoteósico con el martirio. Todo lo demás ¿qué importa? Al fin y al cabo, las piedras talladas, papiros, pellejos, papeles y datos informáticos en donde pueda constar la historia más completa de cualquier santo no son más que raspar en la corteza sin alcanzar jamás ese núcleo personal de la relación entre el santo —la santa en nuestro caso— y Dios. Lo que consta en los archivos nos puede llevar al reconocimiento de sus virtudes, pero la reciprocidad de amores entre redimido y Redentor es un misterio siempre escondido para la historia y patente sólo cabe Dios.

Segunda multiplicación de los panes
Adviento

Mateo 15, 29-37. Adviento. Demos gloria a Dios con la gratitud de auténticos hijos, pues, ¡lo somos!

Oración introductoria

Señor, mi Amigo y Salvador. Tú siempre me proteges, me cuidas y hoy me invitas en esta oración a estar contigo. Me amas tanto que quieres hablar conmigo y transformar mi corazón. Gracias, por tu misericordia. Sabes cuánto necesito de tu gracia y tu presencia es mi consuelo.

Petición
Jesús, dame una inquebrantable confianza en tu amor incondicional.

Meditación del Papa Francisco
Frente a la multitud que lo sigue y -por así decir- 'no lo deja en paz', Jesús no actúa con irritación, no dice 'esta gente me molesta'. Sino que siente compasión, porque sabe que no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad. Estemos atentos, compasión es lo que siente Jesús. No es simplemente sentir piedad, es más, significa misericordia, es decir, identificarse con el sufrimiento del otro, al punto de cargarlo en sí mismo. Así es Jesús, sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros.

Y el signo de esta compasión son las numerosas curaciones que hace. Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, aún legítimas, no serán nunca tan urgentes como las de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir. Nosotros hablamos a menudo de los pobres, pero cuando hablamos de los pobres ¿sentimos a ese hombre, esa mujer, ese niño que no tienen lo necesario para vivir? No tienen para comer, no tienen para vestirse, no tienen la posibilidad de medicinas, también los niños que no pueden ir al colegio.

Es por esto que nuestras exigencias, aún legitimas, no serán nunca tan urgentes como la de los pobres que no tienen lo necesario para vivir. 

(Papa Francisco, 3 de agosto de 2014)

Reflexión
Las curaciones que obró Jesús pueden parecernos hasta "lógicas"... ¡era el Hijo de Dios!... y a fuerza de leerlas y oírlas pierden su impacto y ya no las consideramos como algo extraordinario. Sí, es verdad que Jesús curaría a muchos, pero no fueron todos. ¿No es verdad que también Él se encontró frente a la incredulidad, la envidia o el menosprecio, sobre todo de parte de los poderosos y sabios según el mundo? Y no serían pocos a quienes les faltó fe, humildad o perseverancia para llegar hasta Él y pedir su favor.

Existen organizaciones que han tomado la responsabilidad de llevar enfermos a Lourdes, o de organizar peregrinaciones en atención a necesitados de toda índole. Son obras encomiables por el sacrificio de tantos voluntarios y por los bienes que de ahí se obtienen para enfermos y sanos. Acercarse a Jesús, llevarle nuestras propias personas, y también aquellos que a nuestro alrededor están mudos de alegrías, ciegos por no ver a Dios, cojos de esperanza o mancos de solidaridad, puede ser un buen programa de vida.

Cuando la vivencia de nuestra fe consiste en esto, encontramos aplicaciones concretas que nos ayudan a conocernos mejor y que nos abren a las necesidades y problemas de los demás. Pero todo este bello ideal no se sostiene sin lucha. Cuando el mundo no nos hable sino de pesimismo y tragedias, cuando caminamos por él arrastrando las pesadas cargas de la enfermedad, del sufrimiento, de la incomprensión o la ingratitud, cuando ya no nos quedan fuerzas o la "fantasía de la caridad" parece habérsenos agotado.... Entonces es cuando sobre todo vale la pena acercarse a Jesús. Él nos espera, nos llama, nos curará de nuestras miserias y de las debilidades de quienes le sepamos presentar. Demos gloria a Dios con la gratitud de auténticos hijos, pues, ¡lo somos!

Celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de Diciembre, te invitamos a rezar la Novena a la Inmaculada Concepción

Prepárate para la Navidad: qué es el Adviento, cómo preparar la Corona, Pastorelas, oraciones, villancicos, novenas...

Pide a los jóvenes que no excluyan de su vida "la posibilidad de ser misioneros/as"

José Manuel Vidal, 02 de diciembre de 2015 a las 10:27

Los pasados dias hice mi primer viaje apostólico a Africa. ¡Es bella África! Le doy gracias a Dios, por permitírmelo

(José M. Vidal).- Primera audiencia de Francisco, después de su triunfal peregrinación a África. Agradece la cordial acogida de los africanos, denuncia el escándalo de que allí convivan la riqueza y la miseria, ensalza la labor de los misioneros que "queman su vida por anunciar a Cristo" y pide a los jóvenes que no descarten esta vocación de misioneros/as en sus vidas. Porque vale la pena anunciar "el amor y la fe a la humanidad".

Lectura del Evangelio de Mateo: "Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos en toda la tierra, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y enseándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Estoy con vosotros hasta el fin del mundo"

Algunas frases del discurso del Papa

"Los pasados dias hice mi primer viaje apostólico a Africa. ¡Es bella África!"
"Le doy gracias a Dios, por permitirme visitar Kenia, Uganda y la República centroafricana"
"Mi reconocimeinto a las autoridades y a los obispos"
"Gracias a todos los que han colaborado"
"Kenia representa el reto global de nuestra época"
"En Nairobi conviven riqueza y miseria. Esto es un escándalo, es una vergüenza para la Humanidad"
"Riqueza natural y espiritual de ese país por los recursos de la tierra, por las nuevas generaciones..."

"Palabra testimoniada por los jóvenes de la Universidad de Garissa, asesinados por ser cristianos. Que su sangre sea singo de fraternidad para Kenia"
"En Uganda, visita bajo el signo de los mártires". "Con el lema, 'Seréis mis testigos'"."Animé y agradecí el trabajo de los catequistas". "Testimonio en la Casa de la Caridad de Nanukolongo"
"Los jóvenes custodian el don de la esperanza, yendo contracorriente"
"Lucha contra el SIDA y acogida de refugiados"
"La tercera etapa del viaje a la RCA, el corazón de África"
"País que está buscando salir de conflictos violentos y tanto sufrimiento en la población"
"Por eso, quise abrir allí, en Bangui, la primera puerta santa del Jubileo de la misericordia"
"Un país que sufre tanto"
"Como signo de fe y esperanza para ese pueblo y para todos los africanos"
"Los más pobres, los descartados..."
"Ir a la otra orilla...Dejar la guerra, las divisiones, la miseria y elegir la paz, la reconciliación y el desarrollo"
"Me reuní con la comunidad evangélica y la musulmana, compartiendo la oración y el deseo de paz"
"Compartimos la alegría de compartir que el Señor está con nosotros en la barca y es Él el que la guía a la otra orilla". "En la última misa, en el estadio de Bangui, renovamos el empeño de seguir a Jesús nuestra esperanza y nuestra paz"

"Una misa maravillosa. Un estadio de jóvenes. Más de la mitad de la población de la RCA son menores, tienen menos de 18 años. Son una promesa para salir adelante"

"Una palabra sobre los misioneros, los que dejaron todo, la patria, y, de jóvenes, se fueron allá. Con una vida de mucho trabajo. A veces, durmiendo en el suelo. Toda la vida. Me encontré en Bangui con una monja italiana. Se veía que era anciana. ¿Le pregunte sus anos? 81, me dijo. No tantos. Solo do smás que yo. Estaba con una niña, que le llamaba abuela. 81 años y estaba allí desde muy joven. Y como ella, otros muchos"

"Soy del Congo y he venido en canoa...Soy enfermera. Hice nacer más de tres mil niños. Toda una vida para la vida de los demás. Hay muchos y muchos. Tantas monjas, sacerdotes y religiosos que queman la vida por anunciar a Cristo. Es bello ver esto"

"Me gustaría decir una palabra a los jóvenes. Aquí, pocos, porque la natalidad es un lujo en Europa. Me dirijo a los jóvenes. Pensad qué hacer con vuestras vidas. Pensad en estas monjas, que están dando su vida. La misioneriedad no es hacer proselitismo...Esta monja me decía que las mujeres musulmanas las buscan porque saben que las curan y no le hacen catequeiss para convertirlas. Testimonio, ésta es el gran misionariedad de la Iglesia. Anunciar la Iglesia con la propia vida"

"Es el momento de pensar. Que el Señor te haga sentir su voluntad, pero no excluyáis por favor, jóvenes, esta posibilidad de ser misioneros, para llevar el amor, la humanidad y la fe en otros países. No para hacer proselitismo, no. La fe se predica priemero con el testimonio y, después, con la palabra lentamente".

Saludo completo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas:

Hoy quiero hablarles de mi visita apostólica a Kenia, Uganda y la República Centroafricana, donde he tenido la alegría de llevar la palabra de esperanza de Jesús resucitado.

En Kenia, un País que representa bien el reto global de nuestra época, los animé a cuidar sus riqueza naturales y espirituales, constituidas por los recursos de la tierra, de las nuevas generaciones y de los valores que forman la sabiduría de los pueblos, para que sea justo, inclusivo y sostenible.

En Uganda, bajo la memoria de sus mártires, he constatado el testimonio de esperanza y el servicio en la caridad de tantos discípulos-misioneros que, no obstante las dificultades buscan vivir según el Evangelio.

En la República Centroafricana, corazón geográfico del continente, he querido abrir en la catedral de Bangui la primera Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia, en donde hemos experimentado que el Señor esta con nosotros en la barca, es él quien la guía y a él hemos renovado el compromiso de seguirle. Él es nuestra esperanza, nuestra paz, rostro de la divina Misericordia.

Agradezco, una vez más, a las Autoridades civiles y a los Obispos de estas naciones su acogida, y doy las gracias a todos los que de diversos modos han colaborado.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos venidos de España y Latinoamérica. Invito a todos a dar gracias al Señor por este primer Viaje Apostólico a África, y a pedirle que de abundantes frutos y muchos misioneros. Muchas gracias.

Lo anticipamos todo durante el adviento
Nos damos regalos, los abrimos, comemos pavo, dulces, etc. No sabemos esperar a la fiesta.

El adviento es tiempo de espera para la gran celebración de la Navidad. El nacimiento de Jesús es el gran acontecimiento largamente esperado por el Pueblo de Israel que durante tantos años vivió anhelando el cumplimiento de la promesa que Dios le había hecho de que le enviaría un Salvador.

Nuestra cultura no está habituada a esperar y nos es difícil comprender que el Pueblo de Israel haya esperado siglos y siglos para el cumplimiento de esta promesa. La nuestra es la cultura de la prisa, de lo inmediato, de lo "express". Esperar implica acomodarse al tiempo de otro y es realmente difícil aceptar los tiempos de “otro” cuando no coinciden con los nuestros, incluso si son tiempos de Dios.

El Adviento nos invita a esperar el tiempo de Dios; la venida de Jesús.

El adviento no es aún la fiesta, sino espera, preparación y expectación para la gran fiesta.

El gozo propio del adviento es de quien ha recibido una promesa y espera ilusionado su cumplimiento y verificación. Sin embargo, hoy ya no lo vivimos esperando una promesa. Hemos adelantado la fiesta y hemos perdido el clima de "espera", "de promesa", de "don".

Lo anticipamos todo: durante el adviento, nos damos regalos, los abrimos, comemos pavo, dulces, etc. No sabemos esperar. Esta anticipación del festejo nos ha "robado" el tiempo de preparación espiritual propuesto por la Iglesia para una celebración profunda de la Navidad, que tendría que ser para cada cristiano, un encuentro “de corazón a corazón” con el Dios-niño, tan sencillo y pequeño, que se encuentra al alcance de todos. Actualmente hay muchos festejos “navideños” que nada tienen que ver con el misterio de la Navidad y muchas veces para el 24 de diciembre, ya nos encontramos cansados y agobiados; incluso "saturados" de tantos compromisos; agotados por la prisa y el estrés. La forma en la que solemos vivir el adviento, en lugar de prepararnos para celebrar la Fe en un clima de paz y gozo espiritual, muy probablemente nos acelera, dispersa y distrae para lo esencial.

María, la Madre que supo esperar con verdadera esperanza y gran amor, es el gran personaje del Adviento que nos enseña a vivir este tiempo como camino hacia el portal de Belén, lugar de encuentro y adoración del Dios-niño.
Tres actitudes muy hermosas de María que nos pueden ayudar a vivir este adviento son: la espera, la preparación del corazón y la acogida sincera.
1. María espera con gozo, con profunda esperanza, la llegada de Jesús a su vida.

2. María prepara su corazón con vivos sentimientos de ternura para con el Niño Jesús que viene y de gratitud profunda para con Dios que cumple sus promesas.

3. María cultiva en su corazón una acogida generosa, abriéndolo de par en par para que realmente entre Jesús a su vida. Ella lo esperaba sinceramente, no lo acoge sólo de palabra, sino que le ofrece su corazón. Que María nos enseñe a vivir este adviento en una espera gozosa; a aprovechar este tiempo para preparar nuestro corazón para que Jesús realmente encuentre en él un lugar donde quedarse y desde el cual podamos descubrirlo como verdadero Salvador: como el Dios que viene a iluminar lo que en nuestra vida está oscuro; a sanar lo que en nuestra vida está enfermo; y a liberarnos de todo lo que nos impide vivir en el gozo de su Amor.

¿Existen los fantasmas?, y si es así ¿qué son?
Podemos deducir fácilmente lo que son en lo que respecta a la concepción moderna de la palabra fantasma.

Cuando hablamos del misterioso mundo de las criaturas espirituales, es bueno examinar el popular tema de los "fantasmas", ¿qué son?, ¿ángeles, demonios, almas del purgatorio, otro tipo de criatura espiritual?, ¿realmente existen?, ¿o son una superstición tonta?

Los fantasmas son muy populares y son el tema de numerosas películas y programas de televisión. Incluso hay "cazadores de fantasmas" o "Ghost Busters", como se llaman a sí mismos, que se ganan la vida buscando casas encantadas y tratando de encontrar un verdadero “fantasma” que habite en ellas.

Mientras que la Iglesia no enseña oficialmente nada en lo que respecta a la concepción moderna de fantasmas, podemos deducir fácilmente lo que son:
(Como aclaración, estoy tratando principalmente con la definición moderna y popular de fantasma. Estos "fantasmas" se encuentran con más frecuencia en las películas de terror o en programas de televisión por cable. No clasifico a las almas del purgatorio como "fantasmas" en el sentido moderno de la palabra.)

1.- Los ángeles de Dios no infunden terror

En primer lugar, los reportes acerca de fantasmas siempre giran en torno a algo que asusta un individuo. Puede ser un objeto en movimiento o una casa embrujada. A veces reportan una figura que alguien vio que le asustó. A menudo, la persona que cree que ve un fantasma sólo capta un destello o sombra y la experiencia le produce escalofríos ¿Un ángel haría eso?

Los ángeles no aparecen de una manera aterradora. En la Biblia podemos ver que cada vez que un ángel se le aparece a alguien, la persona puede tener miedo al principio, pero luego el ángel habla y le invita a no temer. El ángel sólo aparece para dar un mensaje específico de estímulo y para ayudar a una persona en particular a acercarse a Dios.

De igual manera, un ángel no trata de engañar y no acecha en las esquinas, tratando de esconderse de alguien. Su misión es muy específica y muchas veces ayudan a las personas sin que ni siquiera sepamos que se trataba de un ángel.

2.- Los demonios buscan engañarnos
En segundo lugar, los ángeles no mueven los objetos en una habitación para asustarnos. Por el contrario, los demonios quieren hacer exactamente eso: asustarnos. Los demonios nos quieren mantener engañados en la creencia de que ellos son más poderosos y quieren asustarnos y someternos. Es una vieja táctica. El diablo quiere apartarnos lejos de Dios y quiere que sintamos fascinación con lo demoníaco.

Él quiere que le sirvamos, y nos asusta esperando que tengamos tanto miedo como para hacer su voluntad y no la voluntad de Dios. De la misma manera que los ángeles pueden ponerse un "disfraz" para no asustarnos (apareciendo a menudo como seres humanos ordinarios) los demonios pueden hacer lo mismo, con la excepción de que sus intenciones son muy diferentes. Los demonios pueden aparecer como un gato negro o figura "parecida a un fantasma" para intimidarnos.
Lo más probable es que si alguien ve un fantasma o si está involucrado con la "cacería de fantasmas", lo que ha visto en realidad es un demonio.

3.- Almas del purgatorio
La última opción de lo que podría ser un fantasma es un alma en el purgatorio, alguien que vive su proceso de purificación antes de entrar al Cielo.

Las almas del purgatorio pueden visitar a las personas en la tierra, pero por lo general es para pedir oraciones o para agradecer a alguien por sus oraciones.

Los santos han dado testimonio a través de los siglos de haber visto a las almas del purgatorio, pero estas almas buscan siempre las oraciones de aquellos a quienes se le aparecen y luego agradecen al santo cuando son admitidas en el Cielo. Las almas del purgatorio tienen un propósito cuando aparecen y no buscan asustar o intimidar.
En resumen, ¿existen los fantasmas? Sí.

Sin embargo, no son “Gasparín el Fantasma amigable”. Son demonios que quieren que vivamos una vida de miedo y que eventualmente nos sometamos a ellos.

¿Debemos temer? No.
Mientras que los demonios pueden hacer todo un show, mover objetos alrededor de la habitación y aparecer ante nosotros de una manera aterradora, sólo tienen poder sobre nosotros si se lo permitimos. Cristo es infinitamente más poderoso y los demonios huyen ante el nombre de Jesús.

No sólo eso, todos tenemos un ángel guardián que siempre está a nuestro lado para protegernos de los enemigos espirituales. Nuestro ángel de la guarda puede defendernos de los ataques de los demonios, pero sólo lo hará si le pedimos su ayuda.

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