“...muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis y no lo vieron...”

 

El Papa Francisco, en el vuelo de regreso

"Debemos continuar la obra de limpieza", afirma el Papa en el vuelo de regreso a Roma
Francisco: "Fue un error el nombramiento de Balda y Chaouqui. Los periodistas hacen bien denunciando la corrupción"
"Hay que combatir el fundamentalismo religioso; no es religioso, ofende a Dios, es idólatra"

Redacción, 30 de noviembre de 2015 a las 20:04

La guerra es un negocio. Los terroristas, ¿fabrican ellos las armas? ¿Quién les da las armas?

«Si la humanidad no cambia seguirán las miserias, las tragedias, las guerras, los niños que mueren de hambre, la injusticia». Sobre el caso ‘vatileaks': «fue un error el nombramiento de Vallejo y de la Chaouqui. Hacen bien los periodistas denunciando la corrupción. ¡Agradezco a Dios que ya no esté Lucrecia Borgia! Debemos continuar con los cardenales la obra de limpieza». El reconocimiento a la obra de Ratzinger. El fundamentalismo «existe en todas las religiones, pero no es religioso, es idólatra». Lo cuenta Andrea Tornielli en Vatican Insider.

El mundo está al borde del suicidio, si no cambia decididamente la dirección para afrontar los problemas relacionados con el cambio climático relacionados con el actual modelo de desarrollo. Lo dijo Papa Francisco dialogando con los periodistas durante el vuelo que lo llevó de Bangui a Roma. El Papa respondió también a un par de preguntas sobre Vatileaks: «fue un error el nombramiento de Vallejo Balda y de la Chaouqui en la comisión Cosea», y añadió un significativo reconocimiento a la obra que comenzó Ratzinger.

En Kenya se reunió con las familias pobres de Kangemi y escuchó sus historias de exclusión de los derechos fundamentales como la falta de acceso al agua potable. ¿Qué sintió cuando escuchó sus historias y qué habría que hacer para poner fin a estas injusticias?

«Sobre este problema he hablado varias veces. No recuerdo bien las estadísticas, pero me parece haber leído que el 80% de la riqueza del mundo está en manos del 17% de la población. No sé si sea cierto. Es un sistema económico que tiene en el centro el dinero, el dios dinero. Recuerdo una vez, un embajador no católico, hablaba francés, y me dijo: "Nous son tombeé dans l'idolatrie dell'argent" (Hemos cardo en la idolatría de la plata). ¿Qué sentí en Kangemi? ¡Sentí dolor, un gran dolor! Ayer fui al hospital pediátrico, el único de Bangui y del país. En terapia intensiva no tienen oxígeno, había muchos niños desnutridos. La doctora me dijo: ‘La mayor parte de ellos morirán porque tienen malaria o porque están desnutridos'. La idolatría es cuando un hombre o una mujer pierde su documento de identidad, es decir ser hijo de Dios, y prefiere buscarse un Dios a su medida. Este es el principio: si la humanidad no cambia, continuarán las miserias, las tragedias, las guerras, los niños que mueren de hambre, la injusticia. ¿Qué piensa este porcentaje que tiene en las manos el ochenta por ciento de la riqueza del mundo? Esto no es comunismo, es verdad. Y no es fácil ver la verdad».

Quisiera saber cuál fue el momento más importante del viaje, si volverá a África y cuya será su próximo viaje...

«Si las cosas salen bien, creo que el próximo viaje será a México; las fechas todavía no son precisas. ¿Volveré a África? No lo sé. ¡Yo soy un anciano, los viajes son pesados! El momento más importante: esa multitud, esa alegría, esa capacidad de festejar, de hacer fiesta a pesar de tener el estómago vacío. Para mí, África fue una sorpresa. Dios siempre nos sorprende, pero también África nos sorprende. Recuerdo muchos momentos, pero sobre todo la multitud... Se sintieron ‘visitados', tienen un sentido de acogida muy grande, y yo lo vi en las tres naciones. Después, cada país tiene su identidad: Kenya es un poco más moderno y desarrollado. Uganda tiene la identidad de sus mártires: el pueblo ugandés, tanto los católicos como los anglicanos, venera a los mártires. La República Centroafricana tiene ganas de paz, reconciliación, perdón. Ellos han vivido hasta hace cuatro años, entre católicos, protestantes, musulmanes, como hermanos. Ayer fui a ver a los evangélicos que trabajan tan bien y después vinieron a Misa. Hoy fui a la mezquita, recé en la mezquita, el imán se subió al papamóvil para dar una vueltecita entre los prófugos. Hay un pequeño grupo muy violento, creo cristiano o que se dice cristiano, pero no es el EI, es otra cosa (los anti-Balaka, ndr.). Ahora se van a hacer las elecciones, han elegido a una presidenta de transición, esta mujer como presidenta, y buscan la paz: nada de odio».

Se habla mucho sobre «vatileaks» en la actualidad, sin entrar en detalles sobre el proceso que se está llevando a cabo, quisiera preguntarle: ¿cuál es la importancia de la prensa libre y laica para arrancar la corrupción? «La prensa libre, laica y también confesional, pero profesional. La profesionalidad de la prensa puede ser laica o confesional: lo importante es que haya profesionistas y que las noticias no sean manipuladas. Para mí es importante porque la denuncia de las injusticias y de las corrupciones es un buen trabajo. La prensa profesional debe decir todo, pero sin caer en los tres pecados más comunes: la desinformación, es decir decir solo a medias la verdad y no el resto; la calumnia, cuando la prensa no profesional ensucia a las personas; la difamación, que es decir cosas que quitan la fama a una persona. Estos son los tres defectos que atentan contra la profesionalidad de la prensa. Necesitamos profesionalidad. Y, sobre la corrupción, ver bien los datos y decir las cosas: hay corrupción aquí por esto, esto y esto. Y luego un periodista profesionista verdadero, si se equivoca, pide perdón». El fundamentalismo religioso amenaza a todo el planeta; lo hemos visto con los atentados de París. Frente a este peligro, usted cree que los líderes religiosos tienen que intervenir más en ámbito político?  «Si intervenir en ámbito político quiere decir hacer política, no. Hagamos el padre, el pastor, el imán, el rabino. Pero se hace política indirectamente predicando los valores, valores verdaderos, y uno de los valores más grandes es la hermandad entre nosotros. Todos somos hijos de Dios, tenemos el mismo Padre. No me gusta la palabra tolerancia, debemos hacer convivencia, amistad. El fundamentalismo es una enfermedad que existe en todas las religiones. Nosotros los católicos tenemos algunos (muchos), que creen que tienen la verdad absoluta y siguen adelante ensuciando a los demás con la calumnia, la difamación, y hacen daño. Esto lo digo porque es mi Iglesia. Hay que combatir el fundamentalismo religioso. No es religioso, ofende a Dios, es idólatra. Convencer a esta gente que tiene esta tendencia, esto es lo que deben hacer los líderes religiosos. El fundamentalismo que acaba en tragedia, o que comete delitos, es algo malo, pero sucede en todas las religiones».

¿Cómo fue posible el nombramiento de monseñor Lucio Ángel Vallejo Balda y de Francesca Choauqui en la comisión Cosea? ¿Cree haber cometido un error?
«Fue un error. Vallejo entró por el cargo que tenía y que ha tenido hasta ahora: era el Secretario de la Prefectura de los Asuntos Económicos. ¿Como entró ella? No estoy seguro, pero creo que no me equivoco si digo que fue él el que la presentó como una mujer que conocía el mundo de las relaciones comerciales. Trabajaron y cuando terminó el trabajo, los miembros de la Cosea se quedaron en algunos puestos en el Vaticano La señora Chaouqui no permaneció en el Vaticano; algunos dicen que se enojó por esto. Los jueces nos dirán la verdad sobre las intenciones, cómo lo hicieron. Para mí no fue una sorpresa, no me quitó el sueño, porque hicieron ver el trabajo que comenzó con la comisión de los nueve cardenales, de buscar la corrupción y las cosas que no funcionan. Quiero decir una cosa, no sobre Vallejo y Chaouqui. Trece días antes de la muerte de Juan Pablo II, durante el Vía Crucis, el entonces cardenal Ratzinger habló de suciedad de la Iglesia. Él fue el primero que lo denunció. Después muere Juan Pablo, y Ratzinger, que era decano en la misa ‘pro-eligendo Pontifice', habló de la misma cosa. Nosotros lo elegimos por esta libertad al decir las cosas. Desde ese tiempo está en el aire en el Vaticano que allí hay corrupción. Sobre el proceso: no he leído las acusaciones concretas. Me habría gustado que acabara antes del Jubileo, pero creo que no se va a poder porque yo quisiera que todos los abogados de la defensa tengan tiempo para su trabajo y que haya libertad para defenderse».
 ¿Cómo hay que proceder para que estos hechos no vuelvan a verificarse? «¡Yo agradezco a Dios que ya no esté Lucrecia Borgia! Pero debemos continuar con los cardenales y las comisiones la obra de limpieza».


El SIDA golpea duramente África, la epidemia continúa. Sabemos que la prevención es la clave y que los condones no son el único medio para detener la epidemia, pero son una parte importante de la respuesta. ¿No es acaso tiempo de cambiar la posición de la Iglesia para permitir el uso de preservativos con tal de evitar infecciones? «La pregunta me parece parcial. Sí, es uno de los métodos; la moral de la Iglesia se encuentra en este punto ante una perplejidad. O el quinto o el sexto mandamiento: defender la vida o la relación sexual abierta a la vida. Pero este no es el problema. El problema es más grande: esta pregunta me has pensar en esa que una vez le hicieron a Jesús: ‘Dime, Maestro, ¿es lícito curar de sábado?' ¡Es obligatorio curar! La desnutrición,la explotación, el trabajo esclavo, la falta de agua potable, estos son los problemas. No hablamos sobre si se puede usar tal curita para tal herida. La gran injusticia es una injusticia social, la gran injusticia es la desnutrición. No me gusta ir a reflexiones tan casuísticas cuando la gente muere por falta de agua o por hambre. Pensemos en el tráfico de armas. Cuando no existan estos problemas, creo que se podrá hacer la pregunta: ¿es lícito curar de sábado? ¿Por qué se siguen fabricando armas? Las guerras son el motivo de la mortandad más grande. No hay que pensar si es lícito o no es lícito curar de sábado. Hagan justicia y, cuando todos estén curados, cuando no haya injusticia en este mundo, podremos hablar sobre el sábado».

¿Cuál es la posición del Vaticano sobre la crisis que viven Rusia y Turquía? ¿Usted pensaba ir a Armenia por los 101 años de la masacre de los armenios?
 «El año pasado le prometí a tres patriarcas que habría ido. La promesa sigue. Luego, las guerras: vienen por ambición. No hablo de las que se hacen para defenderse justamente de una injusta agresión. Las guerras son una industria, en la historia hemos visto tantas veces que un país con balances que no van bien deciden hacer una guerra y se ajusta el balance. La guerra es un negocio. Los terroristas, ¿fabrican ellos las armas? ¿Quién les da las armas? Hay toda una red de intereses, y detrás está el dinero, o el poder. Nosotros, desde hace años, estamos en una guerra mundial en pedazos, y cada vez los pedazos son de menos pedazos y más grandes. No sé qué piense el Vaticano. ¿Qué pienso yo? Que las guerras son un pecado, destruyen a la humanidad, son causa de explotación, de tráfico de personas. Hay que detenerlas. En las Naciones Unidas usé esta palabra en dos ocasiones, tanto en Nueva York como en Kenya: que su trabajo no sea un nominalismo declamatorio. Aquí en África vi cómo trabajan los Cascos Azules, pero esto no es suficiente. Y después leemos en la Biblia que el hermano mata a otro hermano: la primera guerra mundial. Y lo digo con dolor».

Comienza hoy en París la COP21, sobre el cambio climático. Nosotros esperamos que pueda ser el principio de la solución. ¿Usted cree que se den pasos importantes?
«Yo no estoy seguro, pero puedo decirle que ahora o nunca más. La primera conferencia, creo que fue en Tokyo... y se hizo poco. Cada año los problemas son más graves. Hablando en una reunión de universitarios sobre cuál mundo queremos dejar a nuestros hijos, uno dijo: ‘Pero, ¿usted está seguro de que habrá hijos de esta generación?'. Estamos al borde de un suicidio, por usar una palabra fuerte, pero yo estoy seguro de que casi la totalidad de los que están en París tienen esta consciencia y quieren hacer algo. El otro día leí que en Groenlandia los glaciares han perdido miles de millones de toneladas. En el Pacífico hay un país que está comprando otro país para mudarse, porque dentro de 20 años va a desaparecer (debido al aumento del nivel del mar, ndr.). Confío en esta gente, que hará algo. Espero que sea así y rezo por ello».

Usted tuvo muchos gestos de amistad hacia los musulmanes. ¿Qué es lo que dicen los imanes y las enseñanzas de Mahoma el mundo de hoy?

«Se puede dialogar, ellos tienen muchos valores, y estos valores son constructivos. También yo tengo la experiencia de amistad con un musulmán, un dirigente mundial. Podemos hablar. Él tiene sus valores y yo los míos, él reza y yo rezo. Muchos valores: la oración, el ayuno. No se puede cancelar una religión porque hay algunos o muchos grupos de fundamentalistas en cierto momento de la historia. Es cierto, las guerras entre religiones siempre han existido, también nosotros debemos pedir perdón: Catalina de Médici, que no era una santa, y esa guerra de los treinta años, esa noche de San Bartolomé... Debemos pedir perdón también nosotros. Pero ellos tienen valores, se puede dialogar. Hoy estuve en una mezquita, el imán quiso venir conmigo, en el papamóvil estaban el Papa y el Imán.¿Cuántas guerras hemos hecho nosotros los cristianos? El saqueo de Roma no lo hicieron los musulmanes».
 Sabemos que va a visitar México. Pero, ¿piensa ir a Colombia o a Perú?

«Los viajes, a mi edad, no hacen bien. Dejan huella, Voy a México y lo primero será ir a visitar a la Señora, a la Madre de América; si no hubiera sido por ella, no habría ido a la Ciudad de México por el criterio del viaje: visitar tres ciudades o cuatro que nunca hayan sido visitadas por los Papas. Después iré a Chiapas, luego a Morelia y, casi seguramente, en el camino para regresar a Roma, habrá una jornada en Ciudad Juárez. Sobre otros países latinoamericanos: en 2017 me invitaron a ir a Aparecida, la otra Patrona de América de lengua portuguesa, y desde ahí se podría visitar algún otro país, pero no sé, no hay planes». 


Este fue su primer viaje a África y todos estaban preocupados por la seguridad. ¿Qué diría al mundo que cree que África es solamente víctima de guerras y destrucción?  «África es víctima, África siempre ha sido explotada por otras potencias, los esclavos de África eran vendidos en América. Hay potencias que solo buscan adueñarse de las grandes riquezas de África, acaso el continente más rico, pero no piensan en ayudar a que crezcan los países, a que todos puedan trabajar. África es mártir de la explotación. Esos que dicen que de África vienen todas las calamidades y todas las guerras no conocen bien el daño que hacen a la humanidad ciertas formas de desarrollo. Y por eso yo amo a África, porque ha sido víctima de otras potencias». Al final, el Pontífice, después de haber agradecido nuevamente a los periodistas por el trabajo que hicieron durante el viaje africano, concluyó con estas palabras sobre la entrevista que acababa de terminar: «Respondo lo que sé, y lo que no sé no lo digo, no invento».

Evangelio según San Lucas 10,21-24. 

En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!". 

San Ireneo de Lyon (c. 130-c. 208), obispo, teólogo y mártir 
Contra las herejías, IV 14,2

“...muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis y no lo vieron...” (Lc 10,24)

Desde el comienzo, Dios ha formado al hombre en vista de sus dones. Ha escogido a los patriarcas en vista de su salvación. Se preparó un pueblo, instruyendo a los ignorantes para que siguieran las huellas de Dios. Más tarde, instruyó a los profetas para habituar al hombre a convivir con su Espíritu ya en este mundo y a entrar en comunión con Dios. El mismo Dios no tenía necesidad de nadie, pero a los que necesitaban de él les ofrecía su comunión. Para aquellos, en quienes se complacía, (cf Lc 2,14) ha destinado desde un principio, igual que un arquitecto, el edificio de la salvación. El mismo fue su guía en las tinieblas de Egipto; en el desierto donde erraban, les daba una Ley apropiada; y a los que entraron en la tierra prometida les ofreció una herencia escogida. En fin, para todos aquellos que se levantan y vuelven junto al Padre, él mata la ternera cebada y los reviste de una túnica de fiesta. (cf Lc 15,22ss)

Así, de muchas maneras, Dios disponía al género humano en vista de la “música y danza de la salvación” (cf Lc 15,25) Por esto, Juan escribe en el Apocalipsis: “Su voz era la voz de aguas caudalosas” (Ap 1,15) Ya que realmente, las aguas del Espíritu de Dios son múltiples, porque el Padre es grande y posee todas la riquezas. Y, pasando a través de todo ello, el Verbo acordó generosamente su ayuda a los que se le someten, dando a toda criatura las prescripciones apropiadas.

Eloy, Santo Orfebre, 1 de diciembre

El hijo de Euquerio y de Terrigia parece que desde el comienzo de su existencia estuvo bajo el signo de la predilección divina. Así lo asegura la leyenda de su vida. Despierto de inteligencia y hábil en el empleo de sus manos. Aprendiz de platero de los de antes, es decir, de los que tienen que martillear el metal para sacarle de las entrañas la figura que el artista tiene en su mente. Tanta destreza adquirió que el rey Clotario II, su hijo Dagoberto luego y su nieto Clovis II después, lo tuvieron como propio en la corte para los trabajos que en metales preciosos naturalmente necesitan los de sangre azul que viven en palacios y tienen que solventar compromisos sociales, políticos y hasta militares con sus iguales.

Pero lo que llamó poderosamente la atención de estos principales del país galo no fue sólo su arte. Eso fue el punto de arranque. Luego fue el descubrimiento de su entera personalidad profundamente honrada. Un hombre cabal. De espíritu recto. Cristiano más de obras que de nombre. Piadoso en su soledad y coherente en la vida. Prudente en las palabras y ponderado en los juicios. Un sujeto poco frecuente en sus tiempos atiborrados de violencia.

El rey Dagoberto, considerando los pros y contras, pensó que era el hombre ideal para solucionar el antiguo contencioso que tenía con el vecino conde de Bretaña, lo envió como legado y acertó en la elección por el resultado favorable que obtuvo. No es extraño que Eloy o Eligio pasara a ser solicitado como consejero de la Corona.

Aparte de sus sinceros rezos privados y del reconocimiento de su indignidad ante Dios —cosa que le dignificaban como hombre—, supo compartir con los necesitados los dineros que recibía por su trabajo. Patrocinó la abadía de Solignac, a sus expensas nacieron otros en el Lemosin y, en París, la iglesia de San Pablo.

No es sorprendente que al morir el obispo de Noyon y de Tournay, el pueblo tuviera sensibilidad para desear el desempeño de esa misión a Eloy y, menos sorprendente aún, que el rey Clovis pusiera toda su influencia al servicio de esa causa. Casi hubo que forzarle a aceptar. Ordenado sacerdote y a continuación consagrado obispo, se dedicó a su misión pastoral con el mejor de los empeños en los diecinueve años que aún el Señor le concedió de vida. Fueron frecuentes las visitas pastorales, se mostró diligente en el trato con los sacerdotes, se tiene por ejemplar su disciplina de gobierno y esforzado en la superación de las dificultades para extender el Evangelio allí donde rebrotaba la idolatría pagana o echaban raíces los vicios de los creyentes. Hasta estuvo presente en el concilio de Chalons-sur-Seine, del 644.

Este artífice de los metales nobles y de las gemas preciosas que no se dejó atrapar por la idolatría a las cosas perecederas ha sido adoptado como patrono de los orfebres, plateros, joyeros, metalúrgicos y herradores. Ojalá los que asiduamente tienen entre sus manos las joyas que tanto ambicionan los hombres sepan sentirse atraídos por los bienes que no perecen
 
Has revelado grandes cosas a los pequeños
Lucas 10, 21-24. Adviento. Dios devela sus secretos y su misterio sólo a los sencillos de corazón.

Oración introductoria
¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por este momento que me concedes para dialogar contigo! ¡Gracias, porque me revelas los misterios de tu Reino! ¡Gracias por el don de la fe! Me siento dichoso al ser tu hijo adoptivo. Te amo, Señor.

Petición. Señor, ayúdame a ser sencillo, manso y humilde de corazón.

Meditación del Papa Francisco
Este momento de profunda alegría brota del amor profundo de Jesús en cuanto Hijo hacia su Padre, Señor del cielo y de la tierra, el cual ha ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha revelado a los pequeños. Dios ha escondido y ha revelado, y en esta oración de alabanza se destaca sobre todo el revelar. ¿Qué es lo que Dios ha revelado y ocultado? Los misterios de su Reino, el afirmarse del señorío divino en Jesús y la victoria sobre Satanás.

Dios ha escondido todo a aquellos que están demasiado llenos de sí mismos y pretenden saberlo ya todo. Están cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios. Uno puede pensar fácilmente en algunos de los contemporáneos de Jesús, que Él mismo amonestó en varias ocasiones, pero se trata de un peligro que siempre ha existido, y que nos afecta también a nosotros. En cambio, los “pequeños” son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha llamado “benditos”. Se puede pensar fácilmente en Maria, en José, en los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados a lo largo del camino, en el curso de su predicación.» (Papa Francisco, Mensaje del santo padre Francisco para la 88ª Jornada Mundial de las Misiones 2014)

Reflexión
La euforia reina en los comentarios, en los rostros de los discípulos tras su exitosa misión. Jesús los recibe y parece también Él contagiarse de la alegría con que lo celebran. No es solamente un triunfo humano. Es ante todo el reconocimiento del don de Dios que en aquellos hombres sencillos se ha prodigado abundantemente para transformarles en heraldos, en testigos y anunciadores de su mensaje. Y son ellos, gentes sin formación, los que llegan a conocer tal misterio, pues como dijo san Pablo: "Hablamos de una sabiduría de Dios misteriosa, escondida (...) desconocida de todos los príncipes de este mundo.(...) Si alguno entre vosotros se cree sabio según este mundo, hágase necio, para llegar a ser sabio (...) pues la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios" (1Cor 3, 18-9).

Da que pensar el hecho de que a lo largo de más de 4000 años de historia Sagrada, los personajes que Dios ha escogido para anunciar a los hombres sus mensajes, hayan sido, por lo general, gentes sencillas y sin instrucción. En muchos casos eran apocados o tímidos, también mujeres virtuosas aunque a simple vista débiles. La historia de los pastores como José, el hijo pequeño de Jacob, y el mismo David, el rey, parece repetirse cuando la Sma. Virgen María escoge a las personas más sencillas para revelar sus mensajes. La historia de san Juan Diego y la Virgen Guadalupana, las de los pastorcillos de Fátima, o la de Bernardette en Lourdes son sólo algunos casos. Y esto no es por pura coincidencia, sino testimonio de la coherencia de los planes de Dios. La sencillez conquista y "subyuga" a Dios. Él se enamora de las almas humildes y simples.

Él devela sus secretos y su misterio sólo a los sencillos de corazón. Como lo hizo en María y como lo ha hecho a lo largo de todos los siglos. También quisiera hacerlo en nuestra oración de hoy y de cada día, contando con nuestra colaboración.

Propósito
Buscar en este día, ser humilde y pedirlo en la oración como una gracia.

Diálogo con Cristo 
Señor, la auténtica vida de oración es aquella que me lleva a conocerte, amarte, seguirte e imitarte, ¡qué gran privilegio! ¡Qué inmensa alegría! No te pido una gran sapiencia, ayúdame a aceptar, con la sencillez de un niño, lo que quieres de mí. Sólo quiero crecer en mi amistad contigo y eso significa que necesito una confianza inquebrantable en tu infinito amor.

Pregúntale a Cristo qué te sugiere para vivir el Adviento
Para que el Señor venga lo más plenamente posible sobre cada uno y sobre el mundo.vivir el Adviento.

Si todo fin y todo comienzo de año debe ser siempre, para las personas serias, responsables, un momento de balance: de mirar al pasado y a la vez al futuro, de sacar experiencia de lo ocurrido para asegurar un mejor rendimiento del porvenir, esto debe ocurrir de un modo mucho más particular y más exigente cuando se trata del fin y del comienzo del año eclesiástico y, por lo tanto, en relación con lo que más importa que es nuestra vida espiritual. El año eclesiástico comienza con el Adviento, es decir, con la preparación para el nuevo nacimiento de Jesucristo en la Iglesia y en nuestras almas. El Adviento, en la liturgia de la Iglesia, no sólo es una preparación para la conmemoración y para el nacimiento místico de Jesucristo en Navidad; no sólo mira a ese fin práctico, sino que -en esa actitud de la Iglesia de renovar cada año los misterios relativos al ciclo humano de la vida de Jesús- quiere comenzar con un signo de la larga expectación de la humanidad con respecto a la venida del Mesías anunciado. Durante un mes vamos a renovar místicamente ese período de la historia de la humanidad que transcurre desde el pecado del primer hombre hasta la llegada visible del Redentor a este mundo.

Por eso es comprensible que la Iglesia asuma, en su liturgia de este tiempo, abundantes textos del Antiguo Testamento y sobre todo un espíritu tomado de la imagen de la tierra, por una parte seca, árida, sedienta de lluvia, y por otra, bien preparada para recibir en su seno la buena semilla en el momento de la siembra que espera le ha de llegar. Así como todo el tiempo del trabajo de la tierra previo a la siembra, está destinado a asegurar que cuando venga la semilla no encuentre ningún obstáculo a su supervivencia y a su desarrollo: a su germinación, al producir la planta, las flores, los frutos (es decir, una expansión total de esa vida latente que traía la semilla), así también todo el Antiguo Testamento, y el Adviento para nosotros, debe ser un trabajo de arada, de rastreo, de preparación de la tierra.

¿Para qué se ara? Primero para matar todos los yuyos, es decir, todas las plantas, todas las vidas que puedan entrar en competencia con la vida de la semilla y llevarse para ellas los frutos, las sales, las riquezas de la tierra; se requiere que cuando venga la semilla, nada en el seno de la tierra pueda disputarle la posesión de los alimentos.

Y se rastrea, en segundo lugar, para romper todos los cascotes y sacar todas las piedras y consecuentemente todos los huecos que haya entre cascote y cascote, lo cual, de no hacerse, haría que la semilla quede sin entrar en la tierra o al lanzar una raíz no pueda ella expandirla y se vea impedida de germinar o, en todo caso, limitada en su crecimiento.

¿Y para qué se riega, cuando se puede, la tierra? O ¿por qué clama la tierra que venga el agua del cielo, si el hombre no puede proporcionársela? Para que esa agua, además de incorporarse a la semilla y enriquecerla por sí misma, se convierta en el vehículo por el cual las sales y los elementos vitales que la tierra contiene se pongan al alcance y puedan entrar en contacto con la planta e introducirse dentro de ella y así enriquecerla, fortificarla, hacerla desarrollar y alcanzar todo lo apetecido.

La literatura del Antiguo Testamento está embebida en esta semejanza de la tierra que se trabaja y de la tierra que clama por la lluvia para que venga esa semilla a traer su vida. Y la liturgia de este Tiempo nos trae, con esta misma comparación, toda la fuerza de su sugerencia y de su sacramentalidad para que trabajemos nuestra alma, de tal manera que, en el Adviento quitemos todo lo que en nosotros pueda oponerse al nacimiento o a la futura expansión de Jesús con su vida, cuando llegue una vez más, en Navidad.

Que no quede ningún sector de nuestra persona: ni la inteligencia, ni la voluntad, ni el corazón, ni la sensibilidad, invadido por cualquier semilla que impida la entrada de Jesucristo con su vida, en ese sector.

Y que no haya en nosotros ningún cascote, ninguna costra, nada que, aunque no sea usufructuado por alguna otra vida, u otra semilla, o por algún otro organismo, sin embargo esté cerrado como un caparazón, a la penetración de Jesucristo cuando venga a nuestra alma místicamente el día de Navidad.

Y que, por otra parte, no falte el agua de la gracia que consigamos a fuerza de pedirla, a fuerza de clamar como clama la tierra -simbólicamente- cuando está seca; la gracia que merezcamos con nuestras oraciones y nuestras buenas obras, y que dentro de nosotros disponga todo lo necesario para que la vida de Jesús, el mundo de sus sugerencias mentales, de sus ilustraciones a la inteligencia, de sus mociones a la voluntad, de sus sentimientos para nuestro corazón, todo eso encuentre el vehículo apropiado, la tierra blanda, permeable, para que la haga llegar hasta todos los límites y dimensiones de nuestra persona.

Tengámoslo, entonces, muy en cuenta: se trata de quitar lo que pueda disputarle al Señor la posesión de nuestra persona; se trata de romper cualquier caparazón que nos cierre, que impida, que encallezca nuestra alma a la acción del Señor; se trata de ablandarla y de vehiculizarla toda, con la lluvia de la gracia que merezcamos y obtengamos por medio de la oración, y de las buenas obras ofrecidas con ese objeto.

La perspectiva de un nuevo nacimiento del Señor, en nosotros y en el mundo tan necesitado de Él, tiene que ser objeto de una preocupación, de todo un conjunto de sentimientos y de actos de voluntad que estén polarizados por el deseo de poner de nuestra parte todo lo que podamos, para que el Señor venga lo más plenamente posible sobre cada uno y sobre el mundo.

Y si esto vale siempre, se hace más exigente en las circunstancias del mundo presente que desvirtúa precisamente lo que Jesucristo trajo con su nacimiento. ¡Qué necesario es que pongamos todo de nuestra parte para que Jesús venga a nosotros con renovada fuerza el día de Navidad y, a través nuestro, sobre las personas que están cerca, sobre la Iglesia y sobre el mundo!

Quedémonos en espíritu de oración, fomentando en nuestro interior el deseo de que las cosas ocurran según las intenciones y los deseos del mismo Señor.
El Adviento es una época muy linda del año. Después de las fiestas de Navidad y de Pascua, quizá es la más linda, porque es una época de total esperanza, de seguridad alegre y confiada. En ese sentido nuestro Adviento es más lindo que el del Antiguo Testamento: se esperaba lo que todavía no había venido, en cambio nosotros sabemos que el Señor ya ha venido sobre el mundo, sobre la Iglesia, sobre cada uno y entonces tenemos mucho más apoyo para nuestra seguridad de que ha de venir nuevamente, a perfeccionar lo ya iniciado.

Por otra parte, esa presencia del Señor en la Iglesia y en nosotros nos ha hecho ir conociendo a Jesús, amándolo y tratándolo con confianza; por tanto, este esperar su nuevo nacimiento tiene que ser mucho más dulce, mucho más suave, mucho más seguro, mucho más esperanzado (con el doble elemento de seguridad y alegría de la esperanza) que lo que fue la espera de los hombres y mujeres del Antiguo Testamento.

Quedémonos, pues, unidos con Jesús, conversemos sobre estos temas, preguntémosle qué nos sugiere a cada uno en particular para que podamos, desde el comienzo, vivir el Adviento del modo más conducente para obtener la plenitud de Navidad que Él sin duda quiere darnos.



El Papa, en el hospital de Bangui

Con su reciente viaje, el Papa puso el foco sobre su situación desesperada
UNICEF cifra en 1,2 millones los niños de RCA que necesitan ayuda humanitaria urgente
"La violencia que ha acosado este país ha tenido un efecto devastador en la vida de los niños"

Redacción, 01 de diciembre de 2015 a las 10:49

Fall ha expresado además su deseo de que la reciente visita del Papa Francisco al país "promueva la reconciliación, en un país que tiene una necesidad desesperada por la paz"

Papa acaricia un niño en Bangui

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha cifrado este lunes en 1,2 millones los niños de República Centroafricana (RCA) que necesitan ayuda humanitaria urgente, tras tres años de "devastador" conflicto en el país.

"La violencia que ha acosado este país ha tenido un efecto devastador en la vida de los niños", ha dicho el representante del organismo para RCA, Mohamed Fall, resaltando que un mayor apoyo internacional es "esencial" para hacer frente a la situación.

Según las estimaciones de UNICEF, más de dos millones de niños se han visto afectado por la violencia, que alcanzó niveles de crisis en diciembre de 2013 tras unos enfrentamientos que provocaron centenares de miles de desplazados en la capital, Bangui.

Alrededor de 400.000 personas continúan desplazadas en el interior del país, y los enfrentamientos registrados en septiembre generaron otros 39.000 desplazados internos en la capital. Asimismo, otro medio millón de personas viven como refugiados en los países vecinos.

Así, UNICEF ha apuntado que la inseguridad y la falta de fondos continúan poniendo en riesgo sus actividades, al tiempo que ha agregado que los ataques contra los convoys humanitarios amenazan el despliegue de los esfuerzos humanitarios en el interior del país.

Fall ha expresado además su deseo de que la reciente visita del Papa Francisco al país "promueva la reconciliación, en un país que tiene una necesidad desesperada por la paz".
La agencia ha dicho que, incluso en las zonas que no están afectadas por el conflicto, las comunidades siguen necesitando ayuda, con casi un tercio de la población sin acceso al agua potable y con un 45 por ciento de los menores de cinco años con malnutrición severa.

Por último, ha recordado que de los 70,9 millones de dólares (unos 67 millones de euros) en fondos necesarios para sus inversiones en el país en 2015, sólo ha recibido hasta la fecha 37 millones de dólares (cerca de 35 millones de euros), lo que supone un poco más de la mitad del total.



                     

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