"San José, esposo de María, padre putativo de Jesús, patrón de la Iglesia"

Evangelio según San Mateo 1,18-24. 

Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros". Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, 

Beato Pío IX (1793-1878), papa  Decreto “Urbi et orbi” del 8 de diciembre l870

"San José, esposo de María, padre putativo de Jesús, patrón de la Iglesia"

Del mismo modo que Dios designó al patriarca José, hijo de Jacob, gobernador de todo Egipto para asegurar al pueblo el trigo necesario (cf Gn 41,40), así, cuando se cumplió el tiempo en que el Eterno había de enviar a la tierra a su Hijo único para rescatar al mundo, escogió a otro José del que el primero era figura. Lo estableció señor y príncipe de su casa y de sus bienes; le confió sus más grandes tesoros. En efecto, José tomó como esposa a María, la Virgen inmaculada, de la que había de nacer, por obra del Espíritu Santo, Jesucristo, quien pasó ante los ojos de todos como hijo de José y le fue sumiso en todo. Aquel que tantos profetas  y reyes deseaban ver (Lc 10,24) José no sólo lo vio sino que conversaba con él, lo abrazaba con ternura paternal y lo cubría de besos; con un cuidado y solicitud sin igual alimentaba a Aquel que se haría para los fieles pan de vida eterna.

A causa de esta dignidad sublime que Dios confiere a su servidor fiel y solícito, la Iglesia siempre ha honrado y exaltado a José con un culto excepcional, aunque inferior al de la Madre de Dios. Siempre, en horas críticas, la Iglesia ha implorado su ayuda... Por esto, declaramos solemnemente a San José Patrón de a Iglesia Católica.

Flavio (o Flavito), Santo Eremita, 18 de diciembre

Etimológicamente significa “amarillo”. Viene de la lengua latina.

Nació en Lombardía y murió al final del siglo VI en san Flavy.

Nos encontramos en una época de guerras entre los Lombardos y los Francos.

Por lo visto, Flavio fue llevado como prisionero por los Francos a Italia. (553) o bien lo abandonaron los Lombardos en Champagne (568). Dicen que lo compró como esclavo un señor por unas monedas, equivalentes al precio de un caballo. Flavio se casó con una de sus esclavas y lo nombró capataz de sus territorios. Como era un mozo guapo, la mujer de su dueño se enamoró de él y le hizo proposiciones.

Como era un cristiano lleno de virtud y de fe en Cristo, rechazó todas las malas intenciones de su dueña. Esta, ofendida por su negativa, le dijo a su marido que Flavio había intentado violarla. El marido, que conocía la virtud del joven, lo que hizo fue vigilar a su mujer.

Otra mentira que le echó a su marido fue que el joven le robaba sus bienes. El dueño comprobó que el joven trabajaba mucho y de lo que le sobraba se lo daba a los pobres. Viendo que eran tan buenos, el buen señor – para evitar males mayores – le indicó a Flavio que entrara en un monasterio y su mujer en otro.

Más que monasterios lo que buscaban eran lugares en los que vivir tranquilos. Y para esto, nada mejor que las emitas que estaban cerca de la propiedad del señor, lo que es hoy san Flavy, en el cantón de Macilly-le-Hayer.

El silencio de san José Por: SS Benedicto XVI

Dejémonos "contagiar" por el silencio de san José. Nos es muy necesario, en un mundo demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento.

En estos últimos días del Adviento, la liturgia nos invita a contemplar de modo especial a la Virgen María y a san José, que vivieron con intensidad única el tiempo de la espera y de la preparación del nacimiento de Jesús. Hoy deseo dirigir mi mirada a la figura de san José. (......)

Desde luego, la función de san José no puede reducirse a un aspecto legal. Es modelo del hombre "justo" (Mt 1, 19), que en perfecta sintonía con su esposa acoge al Hijo de Dios hecho hombre y vela por su crecimiento humano. Por eso, en los días que preceden a la Navidad, es muy oportuno entablar una especie de coloquio espiritual con san José, para que él nos ayude a vivir en plenitud este gran misterio de la fe.

El amado Papa San Juan Pablo II, que era muy devoto de san José, nos ha dejado una admirable meditación dedicada a él en la exhortación apostólica Redemptoris Custos, "Custodio del Redentor". Entre los muchos aspectos que pone de relieve, pondera en especial el silencio de san José.

Su silencio estaba impregnado de contemplación del misterio de Dios, con una actitud de total disponibilidad a la voluntad divina. En otras palabras, el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino, al contrario, la plenitud de fe que lleva en su corazón y que guía todos sus pensamientos y todos sus actos.

Un silencio gracias al cual san José, al unísono con María, guarda la palabra de Dios, conocida a través de las Sagradas Escrituras, confrontándola continuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración constante, oración de bendición del Señor, de adoración de su santísima voluntad y de confianza sin reservas en su providencia.

No se exagera si se piensa que, precisamente de su "padre" José, Jesús aprendió, en el plano humano, la fuerte interioridad que es presupuesto de la auténtica justicia, la "justicia superior", que él un día enseñará a sus discípulos (cf. Mt 5, 20).

Dejémonos "contagiar" por el silencio de san José. Nos es muy necesario, en un mundo a menudo demasiado ruidoso, que no favorece el recogimiento y la escucha de la voz de Dios. En este tiempo de preparación para la Navidad cultivemos el recogimiento interior, para acoger y tener siempre a Jesús en nuestra vida.


Meditación del Ángelus. Domingo 18 de diciembre de 2005

La Gran Revelación: el Mesías
Cristo, el hombre histórico, es verdaderamente el Hijo de Dios, el Mesías prometido a los judíos

En el tiempo en que vivió Jesús, más que nunca, se esperaba la venida del Mesías, pero se había falseado el concepto que de El habían dado los profetas. En su gran mayoría, los judíos contemporáneos de Jesús, esperaban un Mesías que les traería bonanza, un gran jefe político.

Las tres concepciones erróneas sobre el Mesías eran:

1) El reino mesiánico sería un período de prosperidad material obtenida sin cansancio ni molestias y en la liberación del dominio extranjero. Los mismos apóstoles no concibían que Jesús hablara de muerte en la cruz para atraer a sí todas las cosas.
2) Los rabinos concebían el Mesías futuro como un jefe político, el restaurador de la dinastía davídica.
3) La tercera corriente hacía coincidir la venida del Mesías con el fin del mundo. El reino mesiánico se realizaría en la otra vida (visión escatológica).

A pesar de estas concepciones falsas, había un "pequeño resto" de personas que tenían una idea exacta del Mesías: El Mesías, sacerdote y víctima al mismo tiempo, sacrificaría su vida para liberarnos del pecado y para restaurar la amistad entre Dios y los hombres. En este grupo encontramos con María a su prima Isabel (Lc. 1, 41-46), el viejo Simeón (Lc. 2, 30-32), la profetisa Ana (2, 38) y sobre todo Juan el Bautista (Mt. 3, 2-12) y a los esenios, secta que los recientes descubrimientos del Mar Muerto nos han permitido conocer mejor y a la que pertenecía Juan el Bautista.

A causa de estas deformaciones Jesús usó una táctica prudente para no despertar demasiado escándalo para demostrar su mesianidad. Toma el título de "Hijo del Hombre" (Dan. 7, 13-14).

Acepta en primer lugar el testimonio de Juan Bautista (Jn. 1, 29-30). Declara abiertamente su mesianidad ante la samaritana Jn.4.25-26), ante Nicodemo (Jn. 3, 13-18) y de una manera contundente ante Caifás, durante su propio juicio (Mt. 26, 63-64).

Al mismo tiempo, también se presenta ante el mundo como el Hijo de Dios: "Nadie conoce al Padre sino el Hijo" (Mt. 11, 27). Nos revela su íntima unión con el Padre con el cual se identifica. Esta afirmación, completamente original, no se encuentra en ningún otro fundador de religiones. La apreciamos en la profesión de fe de Pedro (Mt. 16,18). La manifestación más clara de la divinidad de Jesús que tenemos en los sinópticos está en la respuesta que El dio ante el sumo sacerdote Caifás en el Sanedrín:

"Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios" (Mt. 26, 63). Jesús respondió: "Tú lo has dicho. Y os declaro que desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Padre, y venir sobre las nubes del cielo" (Mt.26,64).

Aún es más clara la divinidad de Jesús en el evangelio de San Juan. Citaremos algunos textos:

"Y el Verbo era Dios" (1,1)
"Yo y el Padre somos una sola cosa" (10-30)
"Os lo dije y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi
Padre testifican de mí. Pero vosotros no creéis porque no sois ovejas mías" (10, 25-26).
Nos queda además como testimonio la misma actuación de Jesús durante su vida pública. En primer lugar habla de perfeccionar la Ley que Dios le dio al pueblo judío, y solamente El, que esos, puede apropiarse un dominio sobre las cosas de Dios (Mt. 34-36, Juicio Final). También se proclama el fin mismo de la ley moral, cosa que únicamente Dios puede pretender. Por otro lado se proclama más digno de amor que todos los seres queridos, más aún que de nuestra propia vida (Mt.10, 37; y Mt.16, 25). Por consiguiente: JESUS SE PRESENTA COMO DIOS.

El lenguaje de algunas expresiones evangélicas sólo se comprende si se tiene esta perspectiva de la divinidad de Cristo:

"Yo soy la resurrección y la vida" (Jn.11, 25).

"Yo soy la luz del mundo" (Jn.8, 12).

"Yo soy el camino y la verdad y la vida" (Jn. 14, 6).

"El que no recoge conmigo, desparrama" (Mt. 12, 30).

Cuando cura a los enfermos, etc., obra directamente por propia virtud: "Quiero, queda limpio" (Mt. 8,3). Asume también el derecho a perdonar los pecados que es algo que solamente compete a Dios:

"Confía, hijo, tus pecados te son perdonados" (Mt.9,2).

Actúa como Dios cuando la tempestad sacude la barca y amenaza con hundirla y Jesús despierta ordenando al mar: "¡Calla! ¡Cálmate!" (Mc.4,39).

Por último, durante toda su vida Jesús nunca tiene una duda, ni titubea. Pronuncia los juicios más decisivos y comprometidos sobre los problemas humanos más graves sin que nunca su inteligencia acuse el mínimo esfuerzo, sin verse obligado a reflexionar antes de responder, ya que lo que sabe no es en virtud del estudio o del razonamiento.

Madre Teresa

"Estamos muy felices y agradecidas", subrayan las Misioneras de la Caridad
Santa Teresa de Calcuta
El Papa aprueba la canonización de la santa misericordiosa de los pobres

José Manuel Vidal, 18 de diciembre de 2015 a las 08:08

Su milagro: Salvó la vida de un brasileó que se encontraba en fase terminal por graves problemas cerebrales

El papa Francisco ha firmado esta tarde el decreto que autoriza la canonización de la madre Teresa de Calcuta, que subirá a los altares como santa el próximo mes de septiembre, informó hoy el diario católico 'Avvenire'.

El periódico afirmó que la canonización de la beata Teresa de Calcuta se hará pública el próximo mes de febrero, durante el Consistorio ordinario, y que será hecha santa el 4 de septiembre de 2016, en el marco del Año Santo Extraordinario de la Misericordia.

Su canonización se produce después de que la Iglesia Católica haya aprobado por unanimidad la "curación extraordinaria" de un hombre brasileño en 2008 que se encontraba en fase terminal por graves problemas cerebrales.

El supuesto milagro se obró en diciembre de aquel año, cuando el enfermo, ya en coma, iba a ser operado, si bien por problemas técnicos la intervención quirúrgica tuvo que ser pospuesta durante media hora.

Al regresar al quirófano, según narra "Avvenire", el doctor se encontró al paciente sentado, asintomático, despierto, perfectamente consciente y preguntándose qué hacía ahí.

El médico explicó durante la fase de estudio de este supuesto milagro que no ha visto "nunca un caso como este" y que todos los pacientes similares que había tratado en sus diecisiete años de profesión habían fallecido.

Los análisis sucesivos sobre el paciente han revelado la curación de la patología cerebral en un lapso de tiempo breve y sin secuelas, por lo que el hombre ya ha podido retomar su vida y su trabajo.

Las pruebas testimoniales durante el proceso de estudio de este suceso refirieron que las personas próximas al paciente rezaron mucho a la Madre Teresa, beata de la que la esposa del paciente es especialmente devota.

El estudio de este milagro dio inicio en junio de este año en la diócesis brasileña de Santos y con su aprobación por parte del papa se pondrá fin a un proceso por el que ya fue beatificad en 2003, durante el pontificado de Juan Pablo II.

La Madre Teresa, cuyo nombre de pila era Inés Gonxha Bojaxhiu, nació el 20 de agosto de 1910 en Skopje, capital de la actual república de Macedonia, que entonces pertenecía a Albania.

Durante su vida fundó la Orden de las Misioneras de la Caridad y se la conoció por su afán por los más pobres y desfavorecidos, por lo que llegó a ser galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1979.

Su entierro en Calcuta el 5 de septiembre de 1997 fue un acontecimiento nacional en India y millones de pobres acompañaron su cadáver por las calles de la ciudad y al funeral acudieron también jefes de estado y gobernantes de todo el mundo. El camino hacia la santidad tiene varios escalones.bEl primero es que el pontífice reconozca las virtudes heroicas de una persona, que pasa a ser considerada "Venerable Siervo de Dios".nLlos pasos sucesivos son la beatificación y la canonización. Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado, hecho santo, es necesario un segundo milagro, que debe producirse tras ser proclamado beato.

La Orden de las Misioneras de la Caridad celebró hoy desde su central en la ciudad india de Calcuta (este) el anuncio de que su fundadora, la madre Teresa, subirá a los altares como santa el próximo mes de septiembre.

"Estamos muy felices y agradecidas. Conocimos la noticia esta mañana", afirmó la portavoz de la congregación en Calcuta, la hermana Christie, que reconoció que todo les ha cogido algo de imprevisto y aún no saben qué harán para celebrar la buena nueva. Los medios de comunicación de la India, donde la madre Teresa fundó en 1950 en Calcuta las Misioneras de la Caridad para ayudar a los enfermos de lepra, realizaron hoy desde primera hora de la mañana una amplia cobertura sobre el anuncio de la canonización. "La madre Teresa no hizo uno, sino muchos milagros, aunque éstos necesitan ser aprobados por el Vaticano y la cura del enfermo debe ser inmediata", explicó al canal indio NDTV una portavoz india de las Misioneras de la Caridad, Sunita Kumar. Kumar destacó además la falta de proselitismo de la futura santa, un asunto muy controvertido en la India -país mayoritariamente hindú-, al señalar que ella misma es de religión sij y que la única preocupación de la madre Teresa era ayudar a los más necesitados. (RD/Agencias)

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