“Mis ojos han visto tu salvación...”

Presentación de Jesús al templo (Fiesta de la Candelaria)
2 de febrero. José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén, también se conoce como Fiesta de la Candelaria

Origen de la fiesta:
Esta costumbre tiene su origen en la celebración litúrgica de la fiesta de la purificación y la presentación del Niño Dios al templo.

En tiempo de Jesús, la ley prescribía en el Levítico que toda mujer debía presentarse en el templo para purificarse a los cuarenta días que hubiese dado a luz. Si el hijo nacido era varón, debía ser circuncidado a los ocho días y la madre debería permanecer en su casa durante treinta y tres días más, purificándose a través del recogimiento y la oración.

Ya que se cumpliera la fecha, acudía en compañía de su esposo a las puertas del templo para llevar una ofrenda: un cordero y una paloma o tórtola. Con respecto al niño, todo primogénito debía ser consagrado al Señor, en recuerdo de los primogénitos de Egipto que había salvado Dios. Lo mismo pasaba con los animales primogénitos.

José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén. Como eran pobres, llevaron dos palomas blancas. Al entrar al templo, el anciano Simeón, movido por el Espíritu Santo, tomó en brazos a Jesús y lo bendijo diciendo que Él sería la luz que iluminaría a los gentiles. Después, le dijo a María que una espada atravesaría su alma, profetizando los sufrimientos que tendría que afrontar.

Explicación de la fiesta:
El día 2 de febrero de cada año, se recuerda esta presentación del Niño Jesús al templo, llevando a alguna imagen del Niño Dios a presentar a la iglesia o parroquia. También ese día, se recuerdan las palabras de Simeón, llevando candelas (velas hechas de parafina pura) a bendecir, las cuales simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres. De aquí viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la Candelaria”.

En México, se acostumbra que aquellos a quienes les tocó el muñeco de la rosca de reyes, son los que deberán presentarlo en el templo el día de la Candelas. Para esto, hay que vestirlo y engalanarlo. También, comprarle un trono para sentarlo. En esta celebración se bendicen la imagen del Niño Dios y las candelas, que representan la luz de Cristo en los hogares. Las velas benditas se pueden prender cuando surjan las dificultades de la vida durante el año.

Esta fiesta termina con una merienda familiar y de amigos, en la cual se sirven tamales y atole de sabores y chocolate caliente.

Es una fiesta que podemos aprovechar para reflexionar acerca de la obediencia de María y para agradecer a Jesús que haya venido a iluminar nuestros corazones en el camino a nuestra salvación eterna.

La Virgen de la Candelaria: 

Es una de las muchas advocaciones (nombres) de la Virgen María. Tuvo su origen en Tenerife, una de las islas Canarias. Según la tradición, la Virgen se le apareció en 1392 a dos indios guanches que pastoreaban su rebaño, quienes, al llegar a la boca de un barranco, notaron que el ganado no avanzaba, como si algo impidiera seguir adelante. Para ver qué era lo que pasaba, uno de los pastores avanzó y vio en lo alto de una peña una imagen de madera como de un metro de alto de una mujer. Traía una vela en la mano izquierda y cargaba a un niño en el brazo derecho. El niño llevaba en sus manos un pajarito de oro.

Los indios, como tenían prohibido hablar con mujeres que estuvieran solas, le hicieron señas para que se apartara del camino. Como no les hacía caso, uno de los indios tomó una piedra para lanzársela, pero el brazo se le paralizó. Su compañero tomó la imagen e intentó romperla, pero en el intento, se cortó sus propios dedos.

Los indios corrieron a avisar al rey, quien de inmediato fue con todos sus guardias al lugar del acontecimiento. Tomaron la figura y la llevaron a la casa del rey. Los encargados de llevársela fueron los pastores que la encontraron, quienes al instante de tomarla en sus manos, quedan curados del brazo uno y de los dedos, el otro. Ante este milagro, el rey ordenó que todo el pueblo honrara a aquella figura de mujer, a quien le llamaron “La Extranjera”.

Cuando la gente se acercaba a Ella, se oían armonías celestiales, se percibían aromas exquisitos y la imagen despedía una luz resplandeciente. Infundía en las personas temor y respeto, pero ellos no sabían a quién representaba.

Años después, los españoles conquistaron la isla de Lanzarote y soñaban con conquistar la isla de Tenerife.

En uno de sus intentos de conquista, apresaron a un niño guanche y lo llevaron a Lanzarote. Ahí lo bautizaron con el nombre de Antón, lo catequizaron y un tiempo después, lo llevaron de regreso a su isla natal de Tenerife.

 

Antón fue a la casa del rey a contarle todo lo que le había sucedido y el rey le dio permiso de ver a La Extranjera.

Cuando Antón la vio, se puso de rodillas y les dijo a todos que hicieran lo mismo. Les explicó que aquella Señora, era la representación de la Virgen María cuando llevaba a Jesús a presentar al templo. Le explicó que la Virgen María era la Madre del Dios y de todos los hombres y que era una gran suerte tener ese gran tesoro.

Antón le pidió al Rey permiso para buscar un lugar en el que todos la pudieran venerar. El Rey accedió y llevaron la imagen a la cueva de Achbinico, un templo subterráneo, que parecía una Iglesia natural. Antón cuidó por un tiempo de la Basílica. Alrededor de 1530, encargaron el Santuario a los padres dominicos que se les conocía como “Los frailes de la Virgen”.

En noviembre de 1826, una tormenta terrible azotó a la isla de Tenerife, llegando al Santuario de la Virgen y las aguas se llevaron la Imagen. Se hizo todo por tratar de recuperarla, pero no fue posible encontrarla. Los padres dominicos acordaron mandar a hacer una imagen nueva. Así lo hicieron y en la festividad del día 2 de Febrero de 1830, bendijeron la nueva imagen de Nuestra Señora de la Candelaria.

Desde el año 1599 se nombró a la Virgen de la Candelaria patrona de todo el archipiélago canario. Su devoción se ha extendido por la península y por toda Hispanoamérica, principalmente por Venezuela.

Sus milagros y favores son constantes. Cada año acuden a visitarla miles de personas de todas clases sociales para darle gracias y pedirle beneficios.

Le cantan:
Muchas flores la fortuna
Regaló a las Canarias;
Pero como Tú ninguna.
Virgen de la Candelaria.
Virgen de Candelaria,
la más bonita, la más morena,
la que extiende su manto
desde la cumbre hasta la arena

En México, en Tlacotalpan, en el Estado de Veracruz, tienen como patrona a la Virgen de la Candelaria. Su traje es muy significativo: bajo el manto de azul profundo, lleva un vestido blanco resplandeciente, bordado con motivos vegetales y volutas (flores y espigas de trigo grandes). La Virgen se encuentra en la Iglesia y el día 2 de Febrero se acostumbra sacarla de la Iglesia, cantarle las Mañanitas por la mañana y por la tarde, llevarla en procesión por el río Papaloapan.

Tlacotalpan es un lugar que se encuentra al margen izquierdo del río Papaloapan, que quiere decir "río de mariposas".

Jornada Mundial de la Vida Consagrada, 2 de febrero
La Jornada de la Vida consagrada se celebrará en la fiesta en que se hace memoria de la presentación que María y José hicieron de Jesús en el templo "para ofrecerlo al Señor" (Lc 2, 22).

La celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que tiene lugar por primera vez el 2 de febrero de 1997 tiene como objetivo ayudar a toda la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos y, al mismo tiempo, quiere ser para las personas consagradas una ocasión propicia para renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor
La misión de la vida consagrada en el presente y en el futuro de la Iglesia, en el tercer milenio, no se refiere sólo a quienes han recibido este especial carisma, sino a toda la comunidad cristiana. En la exhortación apostólica post-sinodal Vita consecrata, publicada en 1996 por Juan Pablo II, escribía: "En realidad, la vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento decisivo para su misión, ya que «indica la naturaleza íntima de la vocación cristiana» y la aspiración de toda la Iglesia Esposa hacia la unión con el único Esposo" (n. 3). A las personas consagradas, pues, quisiera repetir la invitación a mirar el futuro con esperanza, contando con la fidelidad de Dios y el poder de su gracia, capaz de obrar siempre nuevas maravillas: "¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas" (ib., 110).

Los motivos de la Jornada de la Vida Consagrada

La finalidad de dicha jornada es por tanto triple: en primer lugar, responde a la íntima necesidad de alabar más solemnemente al Señor y darle gracias por el gran don de la vida consagrada que enriquece y alegra a la comunidad cristiana con la multiplicidad de sus carismas y con los edificantes frutos de tantas vidas consagradas totalmente a la causa del Reino. Nunca debemos olvidar que la vida consagrada, antes de ser empeño del hombre, es don que viene de lo Alto, iniciativa del Padre, "que atrae a sí una criatura suya con un amor especial para una misión especial" (ib., 17). Esta mirada de predilección llega profundamente al corazón de la persona llamada, que se siente impulsada por el Espíritu Santo a seguir tras las huellas de Cristo, en una forma de particular seguimiento, mediante la asunción de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia. Estupendo don.

"¿Qué sería del mundo si no existieran los religiosos?", se preguntaba justamente santa Teresa (Libro de la vida, c. 32,11). He aquí una pregunta que nos lleva a dar incesantes gracias al Señor, que con este singular don del Espíritu continúa animando y sosteniendo a la Iglesia en su comprometido camino en el mundo.

En segundo lugar, esta Jornada tiene como finalidad promover en todo el pueblo de Dios el conocimiento y la estima de la vida consagrada.

Como ha subrayado el Concilio (cfr. Lumen gentium, 44) y yo mismo he tenido ocasión de repetir en la citada exhortación apostólica, la vida consagrada "imita más de cerca y hace presente continuamente en la Iglesia la forma de vida que
Jesús, supremo consagrado y misionero del Padre para su Reino, abrazó y propuso a los discípulos que le seguían" (n. 22). Esta es, por tanto, especial y viva memoria de su ser de Hijo que hace del Padre su único Amor -he aquí su virginidad-, que encuentra en Él su exclusiva riqueza -he aquí su pobreza- y tiene en la voluntad del Padre el "alimento" del cual se nutre (cfr Jn 4,34) -he aquí su obediencia.

Esta forma de vida abrazada por Cristo y actuada particularmente por las personas consagradas, es de gran importancia para la Iglesia, llamada en cada uno de sus miembros a vivir la misma tensión hacia el Todo de Dios, siguiendo a Cristo con la luz y con la fuerza del Espíritu Santo.

La vida de especial consagración, en sus múltiples expresiones, está así al servicio de la consagración bautismal de todos los fieles. Al contemplar el don de la vida consagrada, la Iglesia contempla su íntima vocación de pertenecer sólo a su Señor, deseosa de ser a sus ojos "sin mancha ni arruga ni cosa parecida, sino santa e inmaculada" (Ef 5,27).

Se comprende así, pues, la oportunidad de una adecuada Jornada que ayude a que la doctrina sobre la vida consagrada sea más amplia y profundamente meditada y asimilada por todos los miembros del pueblo de Dios.

El tercer motivo se refiere directamente a las personas consagradas, invitadas a celebrar juntas y solemnemente las maravillas que el Señor ha realizado en ellas, para descubrir con más límpida mirada de fe los rayos de la divina belleza derramados por el Espíritu en su género de vida y para hacer más viva la conciencia de su insustituible misión en la Iglesia y en el mundo.

En un mundo con frecuencia agitado y distraído, la celebración de esta Jornada anual ayudará también a las personas consagradas, comprometidas a veces en trabajos sofocantes, a volver a las fuentes de su vocación, a hacer un balance de su vida y a renovar el compromiso de su consagración. Podrán así testimoniar con alegría a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo, en las diversas situaciones, que el Señor es el Amor capaz de colmar el corazón de la persona humana.

Existe realmente una gran necesidad de que la vida consagrada se muestre cada vez más "llena de alegría y de Espíritu Santo", se lance con brío por los caminos de la misión, se acredite por la fuerza del testimonio vivido, ya que "el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros lo hace porque son testigos" (Evangelii nuntiandi, n. 41).

El Papa les dijo a todos: «tanto si vuestro carisma está más orientado a la contemplación como si lo está a la vida activa, siempre estáis llamados a ser expertos en misericordia.» Con ello enlaza el Año de la Vida Consagrada con el de la Misericordia. Y es que los religiosos no se alejan de las preocupaciones de la humanidad, sino que piden a Dios por ellas y, en la medida de lo posible, ayudan a resolverlas directamente.

Con su forma de vida nos dicen dónde están el tesoro escondido y la perla preciosa de la parábola evangélica. No está en la búsqueda del placer a toda costa, ni siquiera en el esfuerzo puramente humano para ser mejor. Jacques Philippe, de la Comunidad de las Bienaventuranzas, glosando la espiritualidad de santa Teresa de Lisieux, señala que si pusiéramos nuestro objetivo en ser experimentados, irreprochables, no equivocarnos nunca, no decaer jamás… es decir no tener necesidad de perdón, de misericordia, de Dios y de su auxilio, no estaríamos en la lógica del Evangelio.

Las mujeres y los hombres de Vida Consagrada nos dicen que hay que poner la confianza en Dios, un mensaje necesario para no dejarse vencer por las dificultades y complejidades del mundo en que vivimos.

El Papa, en la procesión de la candelaria

"Promotores de la cultura del encuentro, evitando la autorreferencialidad"
El Papa a la Vida Religiosa: "Que nuestros carismas no cristalicen en una doctrina abstracta, que no sean piezas de museo"
"Nuestros fundadores no tuvieron miedo a mancharse las manos con los problemas de la gente"

José Manuel Vidal, 02 de febrero de 2016 a las 19:21

Me encanta cuando encuentro religiosas y religiosos ancianos, pero con los ojos brillantes, porque llevan el fuego de la vida espiritual encendido. No se ha apagado

(José M. Vidal).- Misa con la Vida Consagrada del Papa en la fiesta de la Candelaria o la Presentación de Jesús en el templo. El Papa aprovecha la ocasión para hacer un canto a la vida religiosa vivida en la gratitud, en la alegría y en la profecía. E invita a frailes y monjas a ser "promotores de la cultura del encuentro", a "mancharse las manos" como sus fundadores y a impedir que los "carismas se conviertan en piezas de museo".

El Papa bendice, antes de la misa, las velasque portan las religiosas y religiosos que llenan la Basílica. Tras la bendicion, frailes y monjas entran en la basílica con su vela encendida, asi como los obispos y cardenales. El propio Papa hace la procesión de entrada con una vela encendida en su mano. En medio de la oscuridad lucen las velas de los consagrados como luciérnagas en la noche.

Las luces se encienden en la Basílica para laproclamación de la Palabra. La primera lectura del profeta Malaquías en inglés.La segunda lectura de la carta a los Hebreos en español. El pasaje del Evangelio de Lucas, en italiano, sobre la presentación del Niño en el Templo.

Algunas frases de la homilía del Papa
"Un hecho grande, humilde y grande: la presentación de Jesús en el templo"
"Este Niño nos trae la misericordia y la ternura de Dios"
"El año de la vida consagrada confluye ahora en el mar de la misericordia"
"La fiesta de hoy es llamada, sobre todo en Oriente, fiesta del encuentro"
"Hay diversos encuentros: Jesús viene a nuestro encuentor y nosotros al suyo; el encuentro con el viejo Simeón; y con la profetisa Ana; Simeón y Ana son la espera y la profecía. Jesús es la novedad"
"Consagrados y consagradas están llamados a ser hombres y mujeres de encuentro"
"El que encuentra a Jesús no puede ser igual que antes"

  

"Promotores de la cultura del encuentro, evitando la autorreferencialidad, que nos hace encerrar en nosotros mismos"
"Jesús quiso conpartir nuestra vida"
"Los consagrados llamados a ser signo concreto de este compartir de Cristo"
"Todas las frormas de vida consagrada son llamadas a estar en estado permanente de misión y a compartir las angustias y esperanzas de la gente de hoy, especialmente de los más pobres"
"Que nuestros carismas no cristalicen en una doctrina abstracta"
"Los carismas no son piezas de museo. Nuestros fundadores no tuvieron miedo a mancharse las manos en la vida cotidiana, con los problemas de la gente"
"Los fundadores no domesticaron la gracia del Evangelio. Siempre tuvieron una sana inquietud del Señor"
"Llamados a realizar acciones proféticas y valientes"
"Contentos y llenos de gratitud por la propia vocación"
"Gratitud por el don del Espíritu Santo, que anima a la Iglesia a través de los diversos carismas"
"Que el Señor aumente en nosotros el deseo del encuentro el deseo del encuentro, la custodia del estupor y la alegría de la gratitud".

 

Bendice a los religiosos que se quedaron en la Plaza
Al finalizar la eucaristía, el Papa salió a la Plaza de San pedro a saludar a los miles de frailes y monjas, que tuvieron que seguir la misa desde allí.
"Habéis estado en misa con un poco de fríos, ¿verdad? Pero con el corazón caliente"
"Cada uno de nosotros tiene un puesto en la Iglesia"
"No olvidéis la primera llamada. Haced memoria"
"Hoy el Señor sigue llamando"
"No escondáis la belleza de aquella primera llamada"
"Y seguid trabajando. Siempre hay cosas que hacer"
"Rezad y envejeced así, como el buen vino"
"Me encanta cuando encuentro religiosas y religiosos ancianos, pero con los ojos brillantes, porque llevan el fuego de la vida espiritual encendido. No se ha apagado"
"Seguid adelante, seguid trabajando y mirad al futuro con esperanza. Y pedid a Dios que nos mande nuevas vocaciones"
"No os olvidéis de la primera llamada"
"Seguid adelante y sembrad bien, para que los que vengan tras de nosotros puede recibir la herencia que les hemos dejado"

El Papa Francisco, en su discurso a los religiosos

Critica la “inseminación artificial” en algunas congregaciones que “reciben a cualquiera, sin control"
El papa, a los religiosos: "Quien chismorrea es un terrorista dentro de la propia comunidad"
Bergoglio reclama "profecía, proximidad y esperanza" en la clausura del Año de la Vida Consagrada

Jesús Bastante, 01 de febrero de 2016 a las 12:44

¿Y qué es la profecía? "Decirle a la gente que hay un camino de felicidad, de alegría, que es el camino de Jesús. Es el camino de estar cerca de Jesús. Es un don, un carisma la profecía"

(Jesús Bastante).- "¿Y el Papa?", se oyó a decir a una religiosa española después de casi una hora de retraso. En el Aula Pablo VI, cinco mil religiosos de todo el mundo se congregaban para celebrar con el Papa Francisco la clausura del Año de la Vida Consagrada. Pero Bergoglio no llegaba. Las dudas y murmullos se transformaron en una salva de aplausos cuando la Guardia Suiza salió de la puerta lateral del aula y, poco después, aparecía el Santo Padre.

La presentación corrió a cargo del cardenalBraz de Aviz, quien reivindico el papel de los religiosos y religiosas en el trabajo con refugiados, ancianos, niños abandonados, pobres y excluidos, viendo en ellos "el rostro de Cristo". Pese a las dificultades y "el descenso de vocaciones", "vemos renacer la esperanza y la confianza en el Señor". El responsable de los religiosos del mundo planteó los retos de futuro de la vida consagrada, "en un periodo de cambio necesario, también para nosotros". Entre los obispos presentes (con una nutrida presencia española) destacaban el cardenal Amigo -a quien el Papa citó expresamente en su discurso-, Jesús Sanz y Vicente Jiménez,responsable de la vida consagrada en España.

"Había preparado un discurso sobre el tema, sobre tres pilares: la profecía, la otra es la proximidad y finalmente la esperanza. Profecía, proximidad y esperanza. Se lo he pasado al prefecto, porque es poco aburrido leerlo", dijo el Papa entre risas, para comenzar un improvisado discurso que giró "de lo que me viene al corazón".


"Todos, hombres y mujeres consagrados al servicio del Señor, que trabajan en la Iglesia con esa salida de una pobreza fuerte, de un amor casto que comporta una paternidad y maternidad espiritual para toda la Iglesia, y una obediencia... En esto de la obediencia, siempre se puede decir cualquier cosa, porque la perfecta obediencia es la del hijo de Dios, hombres y mujeres que viven una obediencia fuerte, no militar, no no.... Eso es disciplina. Una obediencia de donación del corazón. Esto es profecía", arrancó Francisco, quien reclamó "la profecía de la obediencia" contra "el riesgo de la anarquía", que "es hija del demonio".

"El hijo de Dios no es anárquico, no estamos llamados a hacer una fuerza de resistencia contra sus enemigos. Ya se lo dijo Jesús a Pilato: si yo fuera un rey de este mundo, habría llamado a mis soldados para defenderme", destacó el Papa, quien, casi con gestos, "mi italiano es tan pobre", pidó a los religiosos "tragarse" lo que se piensa antes de hablar.

¿Y qué es la profecía? "Decirle a la gente que hay un camino de felicidad, de alegría, que es el camino de Jesús. Es el camino de estar cerca de Jesús. Es un don, un carisma la profecía. Que yo sepa decir cuál es la palabra, y en qué momento justo para decirla, o para que toda mi vida sea una profecía". Para el Papa, "es muy importante hombres y mujeres profetas".

La segunda palabra es proximidad. "Hombres y mujeres consagrados, pero no alejados de la gente, sino cercanos, para entender la vida de los cristianos y de los no cristianos, sus sufrimientos y problemas, hay tantas cosas que entender..."


"Me diréis -reconoció Bergoglio-, que si soy una monja de clausura, ¿qué debo hacer? Ser consagrado no significa salir a una, dos o tres calles en la sociedad". Y es que "la vida consagrada debe estar cerca de la gente, con una cercanía física, espiritual. Conocer a la gente". Pero sin olvidarse de la comunidad. "¿Quién es el primer próximo a un consagrado? El primer hermano o hermana de la comunidad. Éste es vuestro primer próximo. Una proximidad cariñosa, buena, con amor".

"Un modo de alejarse de los hermanos y hermanas de la comunidad es el terrorismo de los chismorreos. Quien chismorrea es un terrorista dentro de la propia comunidad,porque lanza como una bomba una palabra en la comunidad. Quien hace esto destruye como una bomba", criticó el Papa, quien pidió a los religiosos que, si llega ese momento, "os mordéis la lengua, ¿eh? Bien fuerte".

"Terrorismo en la comunidad, no. Si tienes algo contra una persona, se lo dices a la persona que puede resolver el problema, y a ningún otro. ¿De acuerdo?", señaló Bergoglio, quien indicó en que otra cosa es decirlo "en el capítulo, en público". "Tened coraje, si los religiosos no chismorrean habrá un gran cambio en la Iglesia".


Finalmente, la esperanza. Una esperanza que "os confieso que me cuesta cuando veo la situación de las vocaciones, cuando recibo a los obispos y me dicen los seminaristas que tienen, cuando voy a vuestras comunidades y veo uno o dos vocaciones, y la comunidad envejece..."

"Señor, ¿por qué sucede esto? ¿Por qué el vientre de la vida consagrada está tan estéril?", se preguntó el Papa, quien criticó la "inseminación artificial" en algunas congregaciones que "reciben a cualquiera, y luego pasan los problemas. No se deben recibir sin control. Se debe comprobar que ésta es una buena vocación, y ayudarla a crecer".

"Contra la tentación de la desesperanza y la esterilidad, debemos orar. Y orar sin descanso", rogó el Papa. "Yo os pido a vosotros, que vuestro corazón sea caldo de vocaciones. El Señor que es tan generoso no incumplirá su promesa. Pero debemos llamar a la puerta de su corazón", culminó el Papa, quien señaló el "peligro" de que una congregación busque vocaciones "con el dinero. Y el dinero no lleva a la felicidad, ¿entendido?"

'Corazones que desean algo grande', el fin de semana en Madrid
Unos 1.500 religiosos participarán en el Encuentro de Vida Consagrada
Se celebrará un acto de acción de gracias en forma de concierto-testimonio

Redacción, 29 de septiembre de 2015 a las 18:03

La luz de Rupnik en la Almudena

Entre otros, participarán en el Encuentro el cardenal Amigo, el obispo Osoro y el Primado de España, B. Rodríguez

Un total de 1.500 religiosos y laicos participarán el próximo fin de semana en Madrid en el Encuentro de la Vida Consagrada en España, que se celebra bajo el lema 'Corazones que desean algo grande' y que ha sido organizado por la Comisión para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Cedis, Nuevas Formas de Vida Consagrada y Ordo Virginum.

Este congreso tiene lugar en un momento en el que la vitalidad y el aumento de vocaciones en algunas congregaciones españolas contrasta con el envejecimiento de otras, pero en el que, sobre todo se está viviendo "un impulso muy fuerte" a este camino de vida, según asegura a Europa Press la directora del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal.

"El año de la vida consagrada está suponiendo un impulso muy fuerte, en primer lugar, para los consagrados", ha explicado, al tiempo que ha destacado cómo a este impulso ha contribuido la llegada al Vaticano del Papa Francisco, también religioso jesuita, que "está atrayendo nuevas vocaciones".

En cualquier caso, Grosso ha precisado que no se puede hacer una lectura genérica acerca de las vocaciones en España porque mientras hay "muchas congregaciones con una gran vitalidad", otras tienen "menores vocaciones" o han quedado "más ancianas". Además, ha apuntado que la crisis de natalidad así como la situación de la familia unida a la falta de propuesta de los valores evangélicos repercute en el número de nuevas vocaciones.

Precisamente, para profundizar en el significado de la vida consagrada, se ha desarrollado esta iniciativa conjunta, que se enmarca en el Año de la Vida Consagrada 2015 convocado por el Papa Francisco y que en España coincide con el Año Jubilar Teresiano.

El arzobispo de Zaragoza y presidente de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada,monseñor Vicente Jiménez Zamora, presidirá los actos del sábado y domingo.

También estarán presentes el cardenal Carlos Amigo y los obispos de Madrid, Carlos Osoro, Toledo, Braulio Rodríguez, Coria Cáceres, Francisco Cerro, Getafe, Joaquín López de Andújar, Cuenca, José María Yangüas, Córdoba, Demetrio Fernández, Zamora, Gregorio Martínez, el obispo auxiliar de Madrid Fidel Herráez y el secretario general de la CEE, José María Gil Tamayo. Asimismo, participarán en el Encuentro 38 vicarios de la Vida Consagrada en España y siete asistentes de la vida monástica.


Camino de belleza, misión y servicio
Durante la jornada del sábado, en la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe de Madrid tendrán lugar tres ponencias que profundizarán en la espiritualidad, en la vida consagrada como camino de belleza, la misión y el servicio de los consagrados.

Concretamente, el profesor en el Pontificio Instituto 'Teresianum' y consultor de la Congregación para las Causas de los Santos, François Marie Léthel, hablará sobre 'La espiritualidad esponsal de la vida consagrada', la hermana superiora de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, Inmaculada Fukasawa, sobre 'La misión y el servicio de los consagrados, testimonio de la misericordia divina', y el director del Centro de Estudios e Investigaciones Ezio Aletti, Marko Ivan Rupnik, sobre 'La vida consagrada: camino de la belleza'.

Por la tarde, se celebrará un acto de acción de gracias en forma de concierto-testimonio en el que se alternarán testimonios con canciones y que comenzará con una oración a cargo de la Comunidad del Cordero. También participará la Escolanía de niños de El Escorial y la Comunidad Ecuménica de Taizé, que se encargará de la oración final.

El arzobispo de Zaragoza será el encargado de cerrar el encuentro el domingo con una Eucaristía de acción de gracias en la Catedral de Nuestra Señora La Real de la Almudena, que comenzará a las 10,30 horas y será retransmitida por La 2 de TVE.

Semana de puertas abiertas
Después de la Misa y hasta el cierre de la Catedral de la Almudena se realizará unacadena de oración por la Vida Consagrada, en la capilla del Santísimo. Además, tras el encuentro, se celebrará una semana de "puertas abiertas" en las congregaciones para que aquellas personas que lo deseen puedan acercarse a rezar y a conocer el estilo de vida de los consagrados.

De forma paralela al encuentro, los organizadores han puesto en marcha un "gesto solidario" e invitan a los ciudadanos que lo deseen a hacer un donativo para ayudar a la vida consagrada en Siria e Irak.

Evangelio según San Lucas 2,22-40. 

Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él  y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, 

porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos". Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.  

Beato John Henry Newman (1801-1890), teólogo, fundador del Oratorio en Inglaterra PPS 2,10

“Mis ojos han visto tu salvación...” (Lc 2,30)

“El Señor entra en su templo, el Señor que vosotros buscáis” (cf Mi 3,1). Hoy se nos recuerda la acción silenciosa de la providencia de Dios. Los acontecimientos, previstos desde antiguo, se realizan en el transcurso de la historia. Al mismo tiempo, las visitas el Señor son imprevisibles y misteriosas...

En la escena de hoy no hay, a todas luces, nada extraordinario ni impresionante. En el mundo, la gente como los padres de Jesús, pobres, y estos dos viejos, Simeón y Ana, no llaman la atención de nadie y todo el mundo pasa de largo.

Sin embargo, se trata de la realización solemne de una profecía antigua y prodigiosa.

El niño que es llevado en brazos es el Salvador del mundo, el heredero auténtico que viene bajo los signos de un desconocido a visitar la propia casa.

El profeta había dicho: “¿Quién resistirá el día de su venida?”(Mi 3,2). He aquí que viene a tomar posesión de lo suyo. Además, el viejo Simeón se llena de los dones del Espíritu: alegría, acción de gracia, esperanza, mezcladas misteriosamente con temor, con espanto y dolor. Ana también profetiza, y estos testimonios a quienes ella se dirige son el auténtico Israel que espera con fe la redención del mundo según las promesas... “La gloria que llenará este templo es mayor que la antigua” había anunciado otro profeta. (cf Ag 2,9) Aquí está esta gloria: un niño pequeño con sus padres, dos ancianos y una asamblea sin nombre ni relieve. “La llegada del reino no se deja ver” (Lc 17,20).

Esta es la manera de Dios en sus visitas, lo ha sido siempre....: el silencio, la irrupción, la sorpresa según el mundo, a pesar de las predicciones conocidas por todos, las profecías de las que la Iglesia comprende el sentido y espera su cumplimiento... No puede ser de otro modo. Los avisos de Dios son claros, pero el mundo continúa su curso. Comprometidos en sus actividades, los hombres no saben discernir el sentido de la historia. Confunden grandes acontecimientos con hechos sin importancia y valoran las realidades según una perspectiva del todo humana... El mundo permanece ciego, pero la providencia oculta de Dios se realiza día tras día.

Santa Catalina de Ricci, virgen

En Prato, de la Toscana, santa Catalina de' Ricci, virgen de la Tercera Orden Regular de Santo Domingo, que se dedicó de lleno a la restauración de la religión. Logró, de alguna manera, experimentar en ella los misterios de la pasión de Jesucristo, gracias a su asidua meditación.

Esta santa nació en 1522, de una bien conocida familia florentina. Y fue bautizada con el nombre de Alejandrina. A los trece años tomó el nombre de Catalina, al recibir el hábito en el convento dominico de San Vicente en Prato, del cual su tío, el P. Timoteo dei Ricci, era director. Aquí sufrió durante dos años intensos dolores debidos a una complicación de enfermedades que sólo parecían agravarse con los remedios; pero santificó sus sufrimientos con su ejemplar paciencia, la cual sacaba en gran parte de su constante meditación sobre la Pasión de Cristo.

Cuando era todavía muy joven fue elegida maestra de novicias, después superiora, y a los treinta años fue nombrada priora a perpetuidad. La fama de su santidad y sabiduría le llevaba visitas de muchos seglares y personas del clero, incluyendo a tres cardenales, que después llegaron a papas. Algo semejante a lo que se cuenta de san Agustín y san Juan de Egipto, sucedió con san Felipe Neri y santa Catalina de Ricci: se habían escrito varias cartas, y aunque nunca se conocieron personalmente, ella se le apareció y habló con él en Roma, sin nunca haber salido de su convento en Prato. Esto lo declaró expresamente san Felipe Neri, quien era sumamente cauteloso en dar crédito a visiones, y fue confirmado por el juramento de cinco testigos.

Catalina es conocida quizá más que otros místicos que han tenido privilegios semejantes, por la serie extraordinaria de éxtasis en los cuales contemplaba y vivía los pasos consecutivos que precedieron a la crucifixión de nuestro Salvador. Parece que estos éxtasis siempre seguían el mismo curso. Comenzaron cuando tenía veinte años, en febrero de 1542, y se renovaron cada semana, por doce años consecutivos. Naturalmente dieron mucho que hablar y una multitud de gente devota o curiosa quería visitar el convento. Esto ponía obstáculo al recogimiento de la comunidad, y estos inconvenientes se acentuaron más cuando en 1552 fue elegida priora. A petición suya, todas las monjas comenzaron a rezar fervorosamente para que cesaran estas manifestaciones, y, en 1554, llegaron a su fin. Mientras duraron, presentaron algunas características diferentes a las que suelen tener tales casos. Catalina perdía el conocimiento regularmente a medio día, todos los jueves, y volvía en sí veintiocho horas después, a las cuatro de la tarde del viernes.

Sin embargo, ocurría una interrupción en este estado de arrobamiento. Se le llevaba regularmente la Sagrada Comunión en la mañana y volvía a estar lo suficientemente consciente del mundo exterior para recibirla con intensa devoción, pero casi inmediatamente después quedaba de nuevo en éxtasis, y reanudaba su contemplación de los pasos de la Pasión en el punto preciso donde las había dejado. Catalina tenía otro tipo de éxtasis durante los cuales, por lo general, permanecía enteramente pasiva, con los ojos fijos en el cielo. Pero en el éxtasis semanal de la Pasión su cuerpo se movía en conformidad con los ademanes y movimientos de Nuestro Señor, según los presenciaba en su contemplación. Por ejemplo, cuando lo prendían en el huerto, extendía las manos como para que se las ataran; se quedaba de pie majestuosamente, cuando lo ataron a la columna para azotarlo; inclinaba la cabeza, como para recibir la corona de espinas, y así sucesivamente. Un detalle aún más desacostumbrado en tales experiencias, era que con frecuencia se aprovechaba de la ocasión de los sufrimientos particulares de Jesucristo para exhortar a las hermanas que la rodeaban, en medio de sus éxtasis, y esto lo hacía, dice una de sus biógrafas, «con un conocimiento, una elevación de pensamiento y una elocuencia inesparados en una mujer, y especialmente en una mujer que no era ni ilustrada, ni literata».

También se aseguraba corrientemente que Catalina era favorecida con los estigmas, las llagas de las manos, pies y costado, así como también la corona de espinas. En el proceso de beatificación se presentaron testimonios al respecto. Cosa curiosa, los que afirmaron haber visto los estigmas, parecen haber tenido diferente impresión en cada caso. Algunos miraban las manos completamente traspasadas y sangrantes, otros veían las señales de las llagas con luz tan brillante, que los deslumbraba, y todavía otros percibían sólo «llagas cicatrizadas, rojas e hinchadas, con una mancha negra en el centro, alrededor de la cual parecía circular la sangre». Esta diversidad tan notable en las relaciones de los testigos es aún más notable cuando describen el fenómeno místico, por el cual es especialmente famosa santa Catalina; a saber, el fenómeno del anillo. Se dice que Cristo le dio un anillo como prenda de sus esponsales espirituales con ella. El día de la Pascua de Resurrección de 1542, Nuestro Salvador se le apareció radiante de luz y después de quitarse de su dedo un fulgurante anillo, lo colocó en el índice de su mano izquierda, diciendo, «Hija mía, recibe este anillo como señal y prueba de que ahora y siempre me pertenecerás».

En la «Positio super Virtutibus», que es el resumen de los testimonios dados, que ahora se hace en todos los procesos de beatificación para que los consultores analicen las virtudes heroicas de cualquier candidato a la beatificación, las declaraciones relativas a los esponsales místicos de Catalina ocupan mucho espacio. El promotor de la fe (popularmente conocido como «el abogado del diablo»), en la época en que la causa fue llevada ante la Congregación de Ritos, era el famoso Próspero Lambertini, mejor conocido después como el papa Benedicto XIV. La cuestión del anillo de santa Catalina atrajo particularmente su atención, e hizo varias críticas, a las cuáles respondió con detalle el postulador de la causa. Santa Catalina, como hemos visto, nació en 1522 y murió en 1590; desgraciadamente fue recién en 1614 cuando tuvo lugar el primer examen jurídico de testigos, en relación con la causa de beatificación. Como el anillo se había manifestado originalmente en abril de 1542, era prácticamente imposible que ninguna de las monjas que formaban parte de la comunidad cuando ocurrió esta maravilla, pudiera estar viva para dar su testimonio en 1614, setenta y dos años después. Se asegura al menos que el fenómeno se registró con intervalos, durante toda la vida de Catalina; además de testimonios escritos y de segunda mano, algunos testigos pudieron dar una relación de lo que ellos mismos habían visto. Los testimonios, en general, parecen contradictorios. Tal vez las pruebas más valiosas que se tienen en el proceso de beatificación sean dos documentos escritos, uno, la carta del Padre Neri, dominico, fechada el año 1549, o sea siete años después de los esponsales místicos; el otro, unas cuantas notas hechas por la hermana María Magdalena Strozzi, amiga íntima de Catalina, quien la atendió en su enfermedad. El primero relata la aparición de Nuestro Señor el domingo de Pascua y comenta particularmente que el anillo fue colocado en el dedo índice de su mano izquierda. Después de lo cual, prosigue: «"Los superiores de nuestra provincia han descubierto que, durante una quincena de Pascua, el anillo verdadero, o sea el anillo de oro con su diamante, fue visto por tres hermanas muy santas, en tres ocasiones diferentes. Cada una de ellas mayor de cuarenta y cinco años de edad. La primera fue la hermana Potenciana de Florencia, la segunda, la hermana María Magdalena de Prato (esta fue María Magdalena Strozzi, quien dejó una relación manuscrita de su bienamada madre Catalina), y la tercera fue la hermana Aurelia de Florencia. La superiora de Catalina le mandó que pidiera un favor a Jesucristo y Él concedió que todas las hermanas vieran el anillo, o al menos algo en su lugar, durante tres días consecutivos el lunes, el martes y el miércoles de la semana de Pascua. Durante esos días, todas las hermanas vieron en su dedo, junto al dedo medio de la mano izquierda, y en el sitio donde ella decía que estaba el anillo, un rombo rojo («quadretto») en el lugar de la piedra o diamante, y del mismo modo contemplaron un aro rojo alrededor de su dedo, en lugar del anillo. Catalina aseguraba que nunca había visto el rombo y el aro de la misma manera que las hermanas, porque ella siempre veía el anillo de oro y esmalte con su diamante. El anillo también fue visto durante todo el día de la Ascensión de 1542 y el día de Corpus Christi, como si fuera un enrojecimiento de la carne. Se añade que esta manifestación estuvo acompañada por un perfume sumamente agradable, que todos percibieron. El padre Neri añade el comentario de que este enrojecimiento del dedo no pudo haber sido causado por alguna pintura o tinte, porque el día de Corpus Christi, como él mismo dice, Catalina fue llevada a la iglesia para que el gobernador de la ciudad pudiera ver este círculo rojo. Pero toda señal del mismo desapareció en su presencia, aunque inmediatamente después se mostró otra vez a las monjas.

En cuanto a la declaración del padre Neri de que tres de las monjas de más edad tuvieron el privilegio de ver el verdadero anillo de oro y esmalte rojo, es curioso que no se encuentre confirmación de esto en las propias notas de la hermana María Magdalena Strozzi, aunque ella es una de las tres mencionadas. Lo que ésta sí pone perfectamente en claro es que, durante los tres días después de Pascua, había un círculo rojo alrededor del dedo de Catalina, el cual describe como un anillo «entre piel y piel», lo que corresponde estrictamente a lo que el Dr. Imbert-Gourbeyre dice de Marie-Julie Jahenny: parecía como si un anillo rojo, de coral, se le hubiera enterrado en la carne del dedo. Además, las notas de la hermana María Magdalena impresionan conmovedoramente por la solicitud y temor que muestra de que Catalina hubiera sido víctima de algún engaño del demonio. Ella se lo dijo a su confesor y juntos hicieron experimentos con cinabrio y otros pigmentos, pero no pudieron reproducir en absoluto algo como el enrojecimiento en el dedo de Catalina. Entonces la hermana María Magdalena fue a ver a la misma Catalina y parece que con toda franqueza le contó sus dudas y escrúpulos. Estas manifestaciones extraordinarias, instaba, eran contrarias al espíritu v tradiciones del convento y eran muy peligrosas para la humildad y el anonadamiento, tan importante en la vida religiosa. Catalina estaba de acuerdo y con todo gusto se prestó a que hiciera lo que quisiera para borrar la señal. Ella sólo se lamentaba y pedía perdón por ser la causa de tanta turbación e intranquilidad espiritual como había en todo el resto de la comunidad. Entonces la hermana María Magdalena le tomó el dedo y lo puso en su boca para saber si tenía algún sabor, y también lo remojó en agua; después trató de quitar la señal con jabón, pero naturalmente nada dio resultado. Por otro lado, Catalina declaró con toda sencillez que ella veía en su dedo un anillo de oro engastado con un diamante ojival y no veía nada más. «Tengo que acudir a la fe», dijo a su amiga, «cuando me dices que tú percibes únicamente una señal roja». Es cierto que el hecho de que santa Catalina veía continuamente el anillo y su piedra con sus ojos corporales, y que no podía ver el círculo rojo, también se menciona en la carta del padre Neri en 1549. Los hechos son muy inciertos. Existen abundantes pruebas de que algunas veces aparecía la señal de un círculo rojo y un rombo en el dedo de Catalina, de modo que todos podían percibirlo. También parece cierto que ella siempre vio con sus ojos corporales, en aquel dedo, un anillo de oro con diamante engastado, pero no hay prueba satisfactoria que muestre que el anillo de oro haya sido realmente visto por algunos otros. Hay tantos y tan comprobados ejemplos de resplandor que irradia de la cara, manos y vestidos de los místicos cuando están arrobados en éxtasis, que podemos fácilmente conceder que esto pudo haber sucedido en el caso del dedo de Catalina. Si fuera así, posiblemente algunos testigos pudieron haberse engañado al ver la luz brillante y haberla interpretado como un anillo de oro con un diamante, del cual antes habían oído hablar. Una monja explícitamente dijo que el dedo despedía una luz tan brillante, que no podía ver qué clase de anillo lo circundaba. Santa Catalina de Ricci murió después de una prolongada enfermedad a la edad de sesenta y ocho años, el 2 de febrero de 1590. Los fenómenos extraordinarios de los cuales acabamos de hablar han colaborado a distraer la atención de otros rasgos de su vida. Se distinguió por una «excelente cordura psicológica y moral», y como muchos otros santos contemplativos, fue una buena administradora y cumplidora de los deberes de su casa y cargo. Nunca estaba más feliz que cuando atendía a los enfermos, y su influencia se extendió más allá de las paredes de su convento y de la ciudad. Una de sus características, y no la menos interesante, fue la reverencia que tenía por la memoria de Jerónimo Savonarola, a cuya intercesión celestial atribuía el restablecimiento de su salud en 1540. Santa Catalina fue canonizada en 1747.

«Life of St. Catherine d'Ricci», por F. M. Capes (1905). P. Thurston, The Phisical Phenomena of Mysticism (1952).

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Oremos
Señor Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor de Dios y al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad de Santa Catalina de Ricci, seamos contados un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

María presenta a Jesús en el Templo
Lucas 2, 22-40. Fiesta de la Presentación del Señor. Este día nos recuerda lo importante que es presentarnos, ofrecernos a Dios.

Oración introductoria
Prepara, Señor, mi corazón para que con una disposición de apertura y docilidad te deje entrar hasta lo más íntimo de mi alma pues sé con certeza que quien se pone en tus manos está en camino de la verdadera felicidad.

Petición
Que me acepte, Señor, como soy para que, reconociendo tu mano en mi creación, pueda prepararme con entusiasmo cuando me presente ante ti al final de la batalla.

Meditación del Papa Francisco
El Evangelio viene a nuestro encuentro con una imagen muy bonita, conmovedora y alentadora. Es la imagen de Simeón y de Ana, de quienes nos habla el Evangelio de la infancia de Jesús, de san Lucas. Eran realmente ancianos, el “viejo” Simeón y la “profetisa” Ana que tenía 84 años. No escondía la edad esta mujer. El Evangelio dice que esperaban la venida de Dios cada día, con gran fidelidad, desde hacía muchos años. Querían verlo precisamente ese día, recoger los signos, intuir el inicio. Quizá estaban también un poco resignados, ya, a morir antes: esa larga espera continuaba sin embargo ocupando su vida, no tenían compromisos más importantes que este.

Esperar al Señor y rezar. Y así, cuando María y José llegaron al templo para cumplir la disposición de la Ley, Simeón y Ana se movieron impulsados, animados por el Espíritu Santo. El peso de la edad y de la espera desapareció en un momento. Reconocieron al Niño, y descubrieron una nueva fuerza, para una nueva tarea: dar gracias y dar testimonio por este Signo de Dios. Simeón improvisó un bellísimo himno de júbilo. Ha sido un poeta en ese momento. Y Ana se convierte en la primera predicadora de Jesús: “hablaba del niño a quienes esperaban la redención de Jerusalén”. (Audiencia de S.S. Francisco, 11 de marzo de 2015).

Reflexión
La presentación de Jesucristo toca el timbre de nuestra conciencia al recordarnos lo importante que es presentarnos, ofrecernos a Dios. Este presentarse adquiere diversos matices: primero, la donación que hacemos de nosotros mismos a Dios al escucharle, al dejar que cada día vaya plasmando su obra en nuestra vida. Cada alma en particular fue creada con un fin, con una misión concreta dentro del plan providente de Dios, y Dios quiere hablar y manifestarse en el mundo, pero necesita voluntarios.

Significa además la entrega que hacemos a todos los que vamos encontrando en nuestro camino. ¡Cuánto puede ayudar una sonrisa! Basta un gesto, una actitud. Por último, dicha presentación asegura, firma un pacto, cuyo cumplimiento tendrá lugar en el momento de nuestro abrazo definitivo con Dios, cuando cansados de nuestro peregrinar por esta tierra, le podamos decir a Dios: ¡Valió la pena apostar por ti!

No son las grandes predicaciones, no son las grandes obras de apostolado ni los proyectos de gran envergadura los que suscitan la verdadera admiración de los hombres. El asombro viene cuando detrás de todo aquello está un hombre que vive de Dios, un hombre que aprendió a presentarse a Dios y a los demás. María Santísima es experta en llevar nuestras obras a buen puerto. Basta una decisión libre y un entusiasmo por lo que tenemos que hacer.

Propósito En cinco minutos que saque de oración, pediré por aquellas personas que he conocido.

Diálogo con Cristo. Qué paz me da, Señor el ejemplo de tu Madre al ofrecerte a Dios, como el acto de cualquier mamá que ofrece a Dios el fruto de su amor a Dios en cada alumbramiento. Que el día cuando me presente a ti, pueda a mi vez presentarte otras muchas almas, ganadas para ti con horas de oración y sacrificio. Hazme comprender que cada acto de donación es una invitación a los hombres a creer en ti.

"El amor no puede permanecer en sí mismo. No tiene sentido. El amor tiene que ponerse en acción. Esa actividad nos llevará al servicio"(Madre Teresa de Calcuta)

María presenta a su Hijo

La fiesta de hoy debe recordarnos la decisión de cumplir la voluntad de Dios con Espíritu de humildad.

Hoy celebramos una fiesta muy hermosa: la purificación de María y la presentación del Niño en el templo. En esta fiesta se dan la mano la humildad de María y el amor a la misión de Cristo. Ni María necesitaba ofrecerse al Padre, pues toda su vida no tenía otro sentido, otra finalidad distinta de la de hacer la voluntad de Dios. Ojalá aprendamos en este día estos dos aspectos tan bellos: la humildad y el sentido de la consagración, como ofrecimiento permanente a Dios ... Humildad que es actitud filial en manos de Dios, reconocimiento de nuestra pequeñez y miseria. Humildad que es mansedumbre en nuestras relaciones con el prójimo, que es servicialidad, que es desprendimiento propio.

María, como Cristo, quiso cumplir hasta la última tilde de la ley; por eso se acerca al templo para cumplir con todos las obligaciones que exigía la ley a la mujer que había dado a luz su primogénito.

Este misterio, como los demás de la vida de Cristo, entraña un significado salvífico y espiritual.

Desde los primeros siglos, la Iglesia ha enseñado que en el ofrecimiento de Cristo en el templo también estaba incluido el ofrecimiento de María. En esta fiesta de la purificación de María se confirma de nuevo su sí incondicional dado en la Anunciación: “fiat” y la aceptación del querer de Dios, así como la participación a la obra redentora de su hijo. Se puede, pues, afirmar que María ofreciendo al Hijo, se ofrece también a sí misma.

María hace este ofrecimiento con el mismo Espíritu de humildad con el que había prometido a Dios, desde el primer momento, cumplir su voluntad: “he aquí la esclava el Señor”.

Aunque la Iglesia, al recoger este ejemplo de María, lo refiere fundamentalmente a la donación de las almas consagradas, sin embargo, tiene también su aplicación para todo cristiano. El cristiano es, por el bautismo, un consagrado, un ofrecido a Dios. “Sois linaje escogido, sacerdocio regio y nación santa” (1Pe 2, 9). Más aún, la presencia de Dios por la gracia nos convierte en templos de la Trinidad: pertenecemos a Dios.

La festividad debe recordarnos la decisión de cumplir la voluntad de Dios con Espíritu de humildad: somos creaturas de Dios y nuestra santificación depende de la perfección con que cumplamos su santa voluntad. (Cfr 1Ts 4, 3). Conforme al mandato de la ley y a la narración del evangelio, pasados cuarenta días del nacimiento de Jesús, el Señor es presentado en el templo por sus padres. Están presentes en el templo una virgen y una madre, pero no de cualquier criatura, sino de Dios. Se presenta a un niño, lo establecido por la ley, pero no para purificarlo de una culpa, sino para anunciar abiertamente el misterio.
Todos los fieles saben que la madre del Redentor desde su nacimiento no había contraído mancha alguna por la que debiera de purificarse. No había concebido de modo carnal, sino de forma virginal....

El evangelista, al narrarnos el hecho, presenta a la Virgen como Madre obediente a la ley. Era comprensible y no nos debe de maravillar que la madre observara la ley, porque su hijo había venido no para abolir la ley, sino darle cumplimiento. Ella sabía muy bien cómo lo había engendrado y cómo lo había dado a luz y quien era el que lo había engendrado. Pero, observando la ley común, esperó el día de la purificación y así ocultó la dignidad del hijo.

¿Quién crees, oh Madre, que pueda describir tu particular sujeción? ¿Quién podrá describir tus sentimientos? Por una parte, contemplas a un niño pequeño que tu has engendrado y por otra descubres la inmensidad de Dios. Por una parte, contemplamos una criatura, por otra al Creador. (Ambrosio Autperto, siglo VIII, homilía en la purificación de Santa María). ¡Oh tú, Virgen María, que has subido al cielo y has entrado en lo más profundo del templo divino! Dígnate bendecir, oh Madre de Dios, toda la tierra. Concédenos, por tu intercesión un tiempo que sea saludable y pacífico y tranquilidad a tu Iglesia; concédenos pureza y firmeza en la fe; aparta a nuestros enemigos y protege a todo el pueblo cristiano. Amén. (Teodoro Estudita, siglo VIII)

Meditación del Papa Juan Pablo II Presentación de Jesús en el Templo Audiencia General del miércoles 20 de junio de de 1990

Omella reza a la Virgen de Montserrat

Omella lamenta "la gran sequía que padecemos", la más grande desde que hay registros
El arzobispo de Barcelona pide a los fieles que recen "para pedir la lluvia"

"Una de las grandes preocupaciones, no sólo de los que viven en el mundo rural, sino también en las ciudades"

Jesús Bastante, 02 de febrero de 2016 a las 11:41

"Por la lluvia que ha de traer el agua que nuestra sociedad necesita: que Dios, providente y bueno, nos la conceda como una bendición que baje del cielo hasta nosotros"

(Jesús Bastante).- Hace 91 días que no llueve en Barcelona, el periodo de tiempo más largo desde que, en 1913, comenzaron las mediciones meteorológicas en nuestro país. Una sequía que se hace preocupante, y que ha llevado al nuevo arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, a escribir a todos los responsables de la diócesis para que "hagáis preces, diariamente, en la Eucaristía, para pedir la lluvia". Omella, que ha comenzado a visitar los 29 arciprestazgos en tiempo récord (la diócesis prevé que en un mes pueda haber conocido todos los territorios, y en tres meses visitado a todos los sacerdotes), ha enviado este escrito a sacerdotes, religiosos, laicos, parroquias, escuelas, movimientos y asociaciones cristianas. "Sólo el Señor es capaz de cambiar el devenir de las cosas", escribe Omella, quien añade que "os pido a todas las comunidades de la archidiócesis que os hagáis eco de la preocupación por la sequía".

El arzobispo de Barcelona ve lógico este llamamiento a la oración por "la gran sequía que padecemos", que es "una de las grandes preocupaciones, no sólo de los que viven en el mundo rural, sino también en las ciudades".

"Ojalá que nuestra oración sincera, confiada y perseverante pueda alcanzar la tan deseada agua para los campos, pueblos y ciudades. Ojalá que de la necesidad de esta agua de lluvia seamos capaces de pasar a desear, acoger, el agua viva del Espíritu que Dios concede siempre sin medida", concluye el arzobispo, quien solicita que, en las preces, se recite la siguiente oración: "Por la lluvia que ha de traer el agua que nuestra sociedad necesita: que Dios, providente y bueno, nos la conceda como una bendición que baje del cielo hasta nosotros"



Ésta es la carta de monseñor Omella:
Barcelona 1 de febrero de 2016

A los presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas, laicos y laicas, miembros de los consejos pastorales parroquiales y arciprestales, escuelas cristianas, maestros y profesores de religión, dirigentes de movimientos, asociaciones y otras entidades diocesanas

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Una de las grandes preocupaciones, no sólo de los que viven en el mundo rural sino también en las ciudades, y no sólo en estas tierras de Cataluña sino también en el resto de España, es la falta de lluvia, la gran sequía que padecemos.

No quisiera dejar pasar más tiempo sin hacerme eco de esta preocupación. Quiero hacer realidad, una vez más, lo que proclama el Concilio Vaticano II en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual: "El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo, esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón''. (GS 1)

Os pido a todas las comunidades de la archidiócesis que os hagáis eco de la preocupación por la sequía. Apoyándonos en las palabras de Jesús, "lo que pidáis al Padre en mi nombre yo os lo concederé" (Jn 14, 13), y en el ejemplo del profeta Elías, tal como lo recoge el apóstol Santiago en su carta: "Elías era un hombre de igual condición que nosotros; oró insistentemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Después oró de nuevo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto" (St 5, 17-18), os pido que hagáis preces, diariamente, en la Eucaristía, para pedir la lluvia; incluso podríais organizar rogativas con la misma intención (*). Sólo el Señor es capaz de cambiar el devenir de las cosas. Él quiere contar, ciertamente, con nuestra ayuda pero, muchas veces, nuestra ayuda no puede ser otra que pedir insistentemente, como la viuda inoportuna del Evangelio.

Ojalá que nuestra oración sincera, confiada y perseverante pueda alcanzar la tan deseada agua para los campos, pueblos y ciudades. Ojalá que de la necesidad de esta agua de lluvia seamos capaces de pasar a desear, acoger, el agua viva del Espíritu que Dios concede siempre sin medida.
Con mi afecto y bendición,

† Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona

(*) En la oración de los fieles de la Eucaristía, en la oración de vísperas de la liturgia de las horas, y también en la oración personal, se sugiere el siguiente texto:
"Por la lluvia que ha de traer el agua que nuestra sociedad necesita: que Dios, 
providente y bueno, nos la conceda como una bendición que baje del cielo hasta nosotros".

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