“Les envió por primera vez”

Evangelio según San Marcos 6,7-13. 

Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: "Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. 

Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo. 

Beato Carlos de Foucauld (1858-1916), ermitaño y misionero en el Sahara 
Carta a Joseph Hours, 3 de mayo de 1912

“Les envió por primera vez”

Ser apóstol ¿por medio de qué? Con aquellos que Dios pone a su disposición: los sacerdotes tienen sus superiores que les dicen lo que deben hacer. Los laicos deben ser apóstoles con aquellos a quienes pueden atender: sus prójimos y sus amigos, pero no sólo con ellos; la caridad no es estrecha, sino que abraza todo lo que abraza el corazón de Jesús.  ¿Por medio de qué? Por los medios mejores, dándose a aquellos a los que se dirigen: con todos aquellos, sin excepción, con quienes están en relación a través de la bondad, la ternura, el afecto fraterno, el ejemplo de la virtud, por la humildad y la dulzura que siempre son atractivas y muy cristianas. Con algunos sin decirles jamás una palabra de Dios ni de religión, teniendo paciencia como Dios es paciente, siendo buenos como Dios es bueno, siendo un hermano tierno y orante. Con otros hablando de Dios en la medida en que ellos puedan soportar; desde que está en su pensamiento la búsqueda de la verdad por el estudio de la religión, procurando se relacionen con un sacerdote muy bien escogido y capaz de hacerles bien. Sobre todo ver en toda persona humana a un hermano.

San Juan de Brito

San Juan de Brito, presbítero y mártir

En Oriur, en el reino de Maravá, en la India, san Juan de Brito, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, que, tras convertir a muchos a la fe imitando la vida y la conducta de los ascetas de aquellas regiones, terminó su vida con un glorioso martirio.

Santo y Mártir jesuita.(Lisboa ,1-Marzo-1647; Maduré,India,4-Febrero-1693)

Hijo de Salvador Brito y Pereira y de Beatriz de Brittes. Fue el último de cuatro hermanos. Su padre fue gobernador en Brasil y falleció cuando Juan tenía dos años. Comenzó sus estudios en el Colegio San Antonio de Lisboa de los jesuitas, donde fue compañero del príncipe heredero. A los once años enfermó gravemente, su madre lo encomendó a San Francisco Javier, su increíble curación fue tomada como milagro, en gratitud vistió un año completo el hábito de los jesuitas. Ingresó al Noviciado de Catavia de los jesuitas en 1662. Luego hizo estudios en el Colegio de Evora y en la Universidad de Coímbra.

En 1673 recibió las órdenes sagradas y fue destinado a las misiones de India en Malabar. Aquí se convirtió en un panderam asceta con barba y turbante,mediador entre los parias y los brahamanes. En 1684 fue a Madurai donde fue capturado y torturado,se le perdonó la vida con la condición que no vuelva a predicar por esas regiones. En 1687 volvió a Portugal, donde fue muy bien recibido y el Rey le pidió educara a sus hijos, él prefirió lo devolvieran a la India. En 1690 convirtió al príncipe Teriadevan de Malabar, quien dejó la poligamia, quedándose con su primera mujer, dándole recompensa a las otras, pero una de ellas se quejó y lo calumnió, por lo que fue tomado prisionero y degollado el 4 de febrero de 1693.

La Iglesia guarda la memoria de varios mártires misioneros de la Compañía de Jesús:

•San Juan de Brito († 4 de febrero de 1693 en la Misión del Maduré, China. Canonizado por Pío XII, en 1947)
•Beatos Rodolfo Acquaviva y cuatro compañeros († el día 25 de julio de 1583 en la India, beatificados por León XIII en 1893)
• Beatos Francisco Pachecho († el día 20 de junio de 1626)
•Carlos Spínola († el día 10 de septiembre de 1626) y 31 compañeros († en los años 1617-1632 en Japón, beatificados por Pío IX en 1867)
•Beato Santiago Berthieu († el día 8 de junio de 1896 en la Isla de Madagascar, beatificado por Pablo VI en 1965) y tres compañeros († los días 19 de junio y 20 de julio de 1900 en la Misión de China, beatificados por Pío XII en 1955).
•León Mangin, sacerdote y compañeros, mártires en la China.

Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche en su santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed; ya no los molestará el sol ni el calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos. Ap. 7, 14-17

Llama Jesús a los doce y los envía de dos en dos
Marcos 6, 7-13. Tiempo Ordinario. Ser cristiano es vivir según los mandamientos de Cristo y además ser misionero para transmitir a todos los hombres su mensaje.


Oración introductoria
Señor, tú has querido llamarme a ser cristiano, no sólo para estar contigo, sino también para enviarme a predicar tu mensaje a los hombres y mujeres con quienes me encuentre. Te pido en esta oración por las familias cristianas para que sean un verdadero testimonio para el mundo.

Petición
Señor, haz que te conozca más profundamente para amarte más y transmitirte mejor.

Meditación del Papa Francisco
Cuántas veces pensamos la misión en base a proyectos o programas. Cuántas veces imaginamos la evangelización en torno a miles de estrategias, tácticas, maniobras, artimañas, buscando que las personas se conviertan en base a nuestros argumentos. Hoy el Señor nos lo dice muy claramente: en la lógica del Evangelio no se convence con los argumentos, con las estrategias, con las tácticas, sino simplemente aprendiendo a alojar, a hospedar.

La Iglesia es madre de corazón abierto que sabe acoger, recibir, especialmente a quien tiene necesidad de mayor cuidado, que está en mayor dificultad. La Iglesia, como la quería Jesús, es la casa de la hospitalidad. Y cuánto bien podemos hacer si nos animamos a aprender este lenguaje de la hospitalidad, este lenguaje de recibir, de acoger. Cuántas heridas, cuánta desesperanza se puede curar en un hogar donde uno se pueda sentir recibido. Para eso hay que tener las puertas abiertas, sobre todo las puertas del corazón.

Hospitalidad con el hambriento, con el sediento, con el forastero, con el desnudo, con el enfermo, con el preso, con el leproso, con el paralítico. Hospitalidad con el que no piensa como nosotros, con el que no tiene fe o la ha perdido.

Y, a veces, por culpa nuestra. Hospitalidad con el perseguido, con el desempleado.

Hospitalidad con las culturas diferentes, de las cuales esta tierra paraguaya es tan rica. Hospitalidad con el pecador, porque cada uno de nosotros también lo es. 

(Homilía de S.S. Francisco, 12 de julio de 2015).

Reflexión 
La llamada de Cristo a la fe no es una llamada estática, es una llamada a conocerlo cada vez más para transmitirlo mejor. Ser cristiano no significa sólo vivir según los mandamientos de Cristo, significa además ser misionero para transmitir a todos los hombres su mensaje, que es un mensaje de paz. Sin embargo, esta proclamación del mensaje de Cristo debe respetar la libertad de los hombres de acogerlo o no.

Propósito
Ofrecer mis actividades del día por el familiar que vive más alejado de Dios.

Diálogo con Cristo
Jesús, haz que viva mi vocación de cristiano fielmente, no apegado a las cosas materiales, sino buscando en todo tu mayor gloria. Haz que cumpla mi vocación de evangelizador en el lugar donde Tú me has puesto en esta vida. Te pido que mi familia viva cada día más unida a Ti, y así podamos un día todos gozar para siempre de Ti y de tu Madre Santísima.

"La muerte y resurrección de Cristo son el corazón del cristianismo, eje y soporte de nuestra fe y motivo de nuestra alegría" (Benedicto XVI, Audiencia, 19 de mayo de 2010)

Hoy es jueves, Señor, y yo te doy mi dolor
No soy yo el que voy a Ti. Tú eres el que viene a mi. Te acercas a mí porque sabes de mi sufrimiento, de mi dolor.

Llegué ayer del Hospital a mi casa. Hoy es jueves Señor, y voy a estrenar mi silla de ruedas. Voy a ocupar un lugar del cual ya no me moveré.

Hoy es jueves y muchas personas al comenzar el día se habrán levantado de su cama, habrán puesto los pies en el suelo y comenzado a hacer una y mil actividades distintas...seguro que no se han detenido a gustar de ese milagro: ¡poder caminar!. A mí me han tenido que traer a esta Capilla para contarte mis "cosas".

Hoy es jueves Señor, y recuerdo que también era jueves el día en que por primera vez fui a tu encuentro en mi Primera Comunión, después.... ¡cuánto brinco, cuántos juegos, cuántas carreras, cuántos bailes...!. Y años después, la "palomilla" escogió un día jueves para ir por primera vez un rato a la "disco" de moda...

Hoy es jueves también pero estoy atado a mi silla de ruedas. Voy a estar en ella para siempre. Y hoy, mientras te miro me he puesto a pensar en Ti, Señor, y he sentido que como aquel día de mi Primera Comunión, no soy yo el que voy a Ti. Tú eres el que viene a mi. Te acercas a mí porque sabes de mi sufrimiento, de mi dolor. Y yo te voy a hacer una pregunta, no ¿por qué, por qué a mi?.

Eso solo lo sabes Tu. Te voy a preguntar, ¿para qué, para qué me tienes prisionero sin que mis pies vuelvan a pisar el campo, las playas... a correr, a caminar?. Y al hacerte esa pregunta queda inherente a ella mi entrega, mi aceptación, porque en mi se está haciendo Tu voluntad. Y sigue la pregunta, ¿para qué este cambio radical en mi vida?.

Tu Jesús, me lo vas a decir. Soy todo oídos, mi alma está alerta, mi corazón preparado. Tu me vas a decir qué quieres de mí en esta nueva forma de vida.

Dicen que hay pocos misioneros, que allá en las tierras donde están hace mucho calor, que se enferman, que sufren... que hasta los matan. Yo puedo ser misionero como lo fue la Santa de Lisieux, la pequeña Teresita sin salir del Convento, porque puedo ofrecer mi inmovilidad por el sufrimiento de unos pies hinchados, cansados de caminar por brechas y caminos lodosos para llevar la Palabra del Señor al corazón de los hombres y mujeres que no lo conocen.

Señor, tu estás junto a mí y ya me estás hablando... porque antes nunca pensé en estas cosas. Mi vida era alocada, vacía estéril... Ahora soy tierra fértil para la semilla de Tu palabra. La llama del dolor quemó en mi corazón toda la mala hierba y ahora lo siento acrisolado y limpio. Soy hombre nuevo.

Hoy es jueves, Señor, y voy a tender las alas de mi espíritu para adorarte aquí, para acompañarte en todos los Sagrarios del mundo, para hacerte compañía en Tu soledad, en Tu eterna espera, en Tu absoluta entrega. También te veo en la Cruz, inmóvil, clavado, así... como estoy yo. Y sin embargo tus manos y tus pies clavados nos vinieron a dar la libertad sobre la esclavitud del pecado. Nos dieron el triunfo sobre la muerte y nos hicieron hombres y mujeres nuevos.

Háblame, Señor, dime que quieres de mi... Hoy es jueves, Señor, y yo te doy mi dolor y Tu a cambio dame conformidad para mi nueva vida y déjame Tu Paz como el mejor de los regalos.

Dar posada al peregrino Obras de misericordia corporales
La señal de Dios: un desalojado, un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre porque no había alojamiento para él

Los seres humanos soñamos con la historia de cada día y con el deseo de la justicia y la dignidad, y los cristianos nos alentamos con la esperanza de la vida eterna que nos ha sido prometida en Jesucristo. Aguardamos la plenitud del Reino, pero lo hacemos en activo, trabajando cada día en la normalidad, con el deseo de que sea bendita normalidad. En esta tensión nos adentramos cuando vislumbramos que todos estamos llamados a compartir la casa del Padre Dios en el futuro, a la vez que descubrimos que este mundo presente está falto de misericordia en todos los que en su peregrinar no encuentran un hospedaje digno, una casa para vivir con dignidad. Por eso queremos hacer resonar en nuestro corazón una de las obras de misericordia: “Dar posada al peregrino”, que corresponde al derecho humano fundamental de que toda persona tenga una vivienda digna. La doctrina de la Iglesia lo afirma con claridad: “La familia tiene derecho a una vivienda decente, apta para la vida familiar, y proporcionada al número de sus miembros, en un ambiente físicamente sano que ofrezca los servicios básicos para la vida de la familia y de la comunidad” (Carta de los derechos de la familia de 1983 en el art. 11, cf. Familiaris Consortio, 46; Pacem in Terris, 11)

Desalojados
Todos somos peregrinos en la historia, nacemos y peregrinamos hacia un destino mistérico. Mientras vamos de camino todos necesitamos sentirnos alojados y nos da miedo vivir en la intemperie, desalojados, sin techo, ser transeúntes sin referencia de hogar y de calor humano y familiar. La realidad nos muestra una muchedumbre ingente de desalojados en nuestra sociedad por motivos diferentes:

En nuestro mundo hay 174 millones de migrantes con dirección al norte y 60 millones con dirección al sur, por razones y motivos variados. En lo que se refiere a los refugiados, este año más de 800.000 personas habrían llegado a Europa a través del Mediterráneo, y más de 3.400 habrían perdido la vida en esa ruta. Miles de personas –más de treinta mil en España- viven a la intemperie en la calle sin referencia de hogar alguno. A todo esto últimamente se suman los desahucios, según el CGPJ en el primer trimestre de 2013 se ejecutaron 19.468 desahucios, lo que arroja una media diaria de 216.

Efectivamente la pérdida del empleo y la vivienda, perder el trabajo, ser desahuciado, vivir en la calle, verse obligado a cambiar de lugar de residencia o país por miedo, persecución, pobreza… son cambios drásticos, situaciones de pérdidas que, vividas de manera prolongada en el tiempo, crea situaciones personales y familiares de sufrimiento, desesperanza, preocupación, incertidumbre. La persona entra en un estado de indefensión, en el que especialmente, necesita del amparo social y comunitario, la falta de éste hace que la persona se sienta desprotegida, desalojada y pueda llegar a experimentar la depresión y vacío existencial.

La señal de Dios: un desalojado
“Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.” (Lc 2,6-7)

En el tiempo de Navidad escuchamos repetidamente que la señal de Dios, según el evangelio, es el desalojo, un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre porque no había alojamiento para él. Como le puede ocurrir a cualquier refugiado, perseguido, desahuciado, emigrante, transeúnte. Está clara la identificación de Dios con los que no tienen vivienda, con los que son “peregrinos del mundo y la historia”, no hay duda de que es verdad que se ha hecho uno con ellos, y que por eso puede decir que lo que le hagamos a ellos se lo hacemos a Él.

El lío de la Misericordia
Desde nuestro Dios, que se nos muestra en Jesús como pobre, perseguido, peregrino, transeúnte, desalojado, estamos llamados a “dar posada al peregrino”, a acoger al que está desalojado, desahuciado, en la calle, a la intemperie.“La ‘buena acogida’ comprende desde la hospitalidad a la comprensión, la valorización necesaria para el recíproco reconocimiento; destierra los prejuicios y busca una convivencia en armonía. Nuestra sociedad es, y en el futuro próximo será, en mayor medida, multiétnica e intercultural. Como cristianos la actitud que habríamos de adoptar ante los inmigrantes está recogida en la Ley de Santidad: “Si un inmigrante se instala en vuestra tierra, no le molestaréis; será para vosotros un nativo más y le amarás como a ti mismo, pues también vosotros fuisteis inmigrantes en Egipto” (Lv 19, 33-34).

Compromiso:
– Relaciones de acogida, vecindad y fraternidad con los que nos rodean y especialmente con los que han llegado de fuera. Hacer de nuestra casa un espacio abierto y de acogida.

– Tratamiento laboral justo a todos los inmigrantes en nuestros espacios familiares, empresariales. Apoyo a sus reivindicaciones justas y solidarias.

– Tener presente a los inmigrantes en todos los foros y contar con ellos en nuestras programaciones: Familiares, escolares, comunidades parroquiales, Movimientos, asociaciones.

– Dejarnos evangelizar por los inmigrantes, aprender de sus historias, de sus actitudes solidarias.

– Reclamar el acceso a una vivienda digna como derecho constitucional. No hacer de la vivienda un derecho, un negocio.

- Mantenernos cercanos a aquellas personas que pierden sus viviendas, que al menos en este trance no sientan que la comunidad los ignora. Abrir las puertas con facilidad de todos los espacios, personales y comunitarios, que pueden acoger a lo que se ven abocados al sufrimiento de abandonar sus casas.

Asociarnos para responder a casos concretos.

- Colaborar con las instituciones que cuidan de los que viven en la calle y de los transeúntes o peregrinos. En nuestra parroquia establecer lazos fuertes con el Centro Hermano de Cáritas, que todos nosotros junto con los niños y jóvenes lleguemos a conocer este proyecto y las opciones de cáritas.

Orando:
Dios Padre de todos, que en tu gran amor y misericordia nos has querido dar a tu propio Hijo, para amarnos hasta el extremo y darnos tu Espíritu para que habite en nuestros cuerpos como un templo suyo. Tú que habitas en nuestro interior y que quieres que te abramos las puertas de nuestra vida, siendo nuestro creador, te has hecho criatura y te has mostrado débil y pequeño en un nacimiento lleno de intemperie, de pobreza y desalojo. Tu señal nos deja perplejos y confusos: ¿por qué has querido ser siervo siendo rey, vivir a la intemperie siendo tu el señor de la creación, ser peregrino y no tener donde reclinar la cabeza si eres señor de los Cielos y de la tierra?

Miramos nuestro mundo y su dolor en millones de hermanos que son deshabitados y desalojados, que viven en el margen y a la intemperie, solos y a pie de la historia y del mundo. Los vemos con tu corazón y comenzamos a entender tu mensaje, ellos son nuestros hermanos y en ellos te revelas tú para con nosotros. Los ha elegido para venir a habitar en nuestros corazones y en nuestras casas, sabemos que cada vez que nos acercamos y nos hacemos prójimos de ellos, te acogemos a Ti y te adentras de nosotros para darnos tu vida y tu gracia. Ayúdanos a entender que cuando ejercemos la hospitalidad favoreciendo a los que no tienen hogar ni calor estamos adentrándonos en tu verdadera señal y tú estás naciendo en nosotros y en nuestros corazones. Queremos verte en los refugiados actuales, peregrinos, emigrantes, perseguidos, transeúntes, desahuciados, abre nuestros ojos y nuestro corazón desde Belén.

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