“Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.”

Evangelio según San Mateo 16,13-19. 

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". "Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". 

Catecismo de la Iglesia Católica El Colegio episcopal y su cabeza, el papa.

“Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.”

Cristo, al instituir a los doce, “formó una especie de colegio o grupo estable y eligiendo de entre ellos a Pedro lo puso al frente de él.” (LG 19) Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás apóstoles forman un único colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí el romano pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los apóstoles”. (LG 22; cf CIC can. 330)

El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella (cf Mt 16,18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño. (cf Jn 21, 15-17) “Está claro que también el colegio de los apóstoles, unido a su cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro.” (LG 22) Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del papa. 

El papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles.” (LG 23) “El pontífice romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de vicario de Cristo y pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad.” (LG 22; CD 2; 9)

“El colegio o cuerpo episcopal no tiene ninguna autoridad si no se le considera junto con el romano pontífice, sucesor de Pedro, como cabeza del mismo.” Como tal, este colegio es “también sujeto de la potestad suprema y plena sobre toda la Iglesia” que “no se puede ejercer... a no ser con el consentimiento del romano pontífice.” (LG 22; cf CIC can. 336) La potestad del colegio de los obispos sobre toda la Iglesia se ejerce de modo solemne en el Concilio Ecuménico”. (CIC can. 337,1) “No existe concilio ecuménico si el sucesor de Pedro no lo ha aprobado o al menos aceptado como tal.” (LG 22) Este colegio, en cuanto compuesto de muchos, expresa la diversidad y la unida del pueblo de Dios; en cuanto reunido bajo una única cabeza, expresa la unidad del rebaño de Dios.” (LG 22)

Fiesta de la cátedra del apóstol san Pedro

Hoy se celebra la festividad de la Cátedra de San Pedro, una ocasión solemne que se remonta al cuarto siglo y con la que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad de San Pedro. La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o sitial): la "sede" es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa. Antes de rezar el Ángelus en este día, el Papa Juan Pablo II recordó que "la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe.

En esto consiste el 'ministerium petrinum', ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad eclesial". "Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las verdades de fe y de moral transmitidas por los apóstoles".  La cátedra es en realidad el trono que Carlos el Calvo regaló al papa Juan VIII y en el que fue coronado emperador el día de Navidad del año 875. Carlos el Calvo era nieto de Carlomagno. Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666. Tradiciones, leyendas y creencias afirmaron durante muchos años que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona. La silla ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos y la última vez que fue extraída del nicho que ocupa en el altar de Bernini fue durante un período de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis efectuados en aquella ocasión apuntaban a que se trataba de una sola silla cuyas partes mas antiguas eran del siglo VI. Lo que se había tomado por una segunda silla era en realidad una cubierta que servía tanto para proteger el trono como para llevarlo en procesión. Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la misa del Capítulo de San Pedro. 

¿Quién dice la gente que soy yo?

Mateo 16, 13-19. Fiesta de la Cátedra de San Pedro. La palabra cátedra es de origen griego y significa sede.

Oración introductoria
Gracias Señor por permitirme el regalo de un día más. No sé que es lo que me tienes reservado para mi futuro sólo sé que quiero ofrecerte mi presente limitado, pero entusiasmado y sediento de conocerte para mejor amarte.

Petición
Espíritu Santo recibe mis manos abiertas para pedirte que mi confesión de amor por Dios no sea sólo con mis labios, sino que mis labios puedan confesar el deseo de vivir en conformidad con lo que conozco de Dios.

Meditación del Papa Francisco
En el Evangelio de hoy Jesús plantea dos preguntas a sus discípulos. La primera: “La gente, ¿quién dice que es el Hijo del hombre?” es una pregunta que demuestra en qué medida el corazón y la mirada de Jesús están abiertos a todos.

A Jesús le interesa lo que piensa la gente no para complacerla, sino para poder entrar en comunicación en ella. Sin saber lo que la gente piensa, el discípulo se aísla y empieza a juzgar a la gente según sus pensamientos y convicciones.

Mantener un sano contacto con la realidad, con lo que la gente vive, con sus lágrimas y sus alegrías, es la única forma de poder ayudarle, de poder formarla y comunicar con ella. Es el único modo de hablar al corazón de las personas tocando su experiencia cotidiana: el trabajo, la familia, los problemas de salud, el tráfico, la escuela, los servicios sanitarios, etc... Es el único modo de abrir su corazón a la escucha de Dios. En realidad, cuando Dios quiso hablar con nosotros se encarnó. Los discípulos de Jesús nunca deben olvidar de dónde fueron elegidos, es decir de entre la gente, y nunca deben caer en la tentación de asumir actitudes distantes, como si lo que la gente piensa y vive no les afectase y no fuese importante para ellos. 

(Homilía de S.S. Francisco, 10 de noviembre de 2015).

Reflexión
Celebramos hoy, con la Iglesia universal, la fiesta de la Cátedra de San Pedro. La palabra cátedra es de origen griego y significa sede. Es el sitio ocupado por un maestro autorizado para la enseñanza.

Así, cuando se habla de una decisión “ex cátedra” del Papa, se trata de una decisión en la que el Sumo Pontífice habla como maestro universal de la Iglesia.
San Pedro, en el Evangelio de hoy, recibe una gran tarea: Jesús lo elige primer papa de la Iglesia.

Este texto evangélico nos habla del testimonio de Pedro sobre la persona de Cristo. A primera vista resulta normal que un discípulo de Cristo le testimonie como el Hijo de Dios. Ahora bien, nosotros, los nuevos apóstoles de Cristo, ¿qué hemos hecho para testimoniarlo? Escuchamos respuestas varias del hombre de nuestro tiempo que muchas veces se opone a dicho anuncio evangélico. ¿Mi respuesta personal va dirigida a Cristo? Hoy me está invitando Cristo a renovar este testimonio: en el puesto concreto donde me ha colocado y en la misión que esté desarrollando. Lo interesante no es tanto lo que yo diga de Jesús, sino lo que a partir de hoy estaré dispuesto a hacer por Él.

¡Ánimo, yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo! Nos asegura hoy también el Maestro.

No son las palabras las que mueven los corazones, son las actitudes y las palabras las que avalan un testimonio.

Propósito. Renovaré hoy en cinco minutos delante de un crucifijo mi deseo de coherencia con lo que sé que es verdadero y perenne.

Diálogo con Cristo. Si tú fuiste capaz de infundirle a Pedro el coraje que se requiere el testimoniarte, hoy dame a mí la gracia de hacer lo mismo con la alegría que sólo viene del que se entrega a ti.

Si vis mutare mores, muta amores.“Si quieres cambiar tus costumbres, cambia tus amores” (San Agustín).

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los cielos
Celebramos hoy, con la Iglesia universal, la fiesta de la Cátedra de San Pedro. La palabra cátedra es de origen griego y significa sede.


Celebramos hoy, con la Iglesia universal, la fiesta de la Cátedra de San Pedro. La palabra cátedra es de origen griego y significa sedeEs el sitio ocupado por un maestro autorizado para la enseñanza. Así, cuando se habla de una decisión "ex cátedra" del Papa, se trata de una decisión en la que el Sumo Pontífice habla como maestro universal de la Iglesia.
San Pedro, recibe una gran tarea: Jesús lo elige primer papa de la Iglesia. Y le explica su misión por medio de dos símbolos: la piedra y las llaves.

1. La piedra
Pedro es LA PIEDRA, sobre la cual se edificará la Iglesia, la comunidad del pueblo de Dios. La Iglesia es como una construcción, que se edifica a partir de los cimientos. Y el cimiento, una vez colocado, debe quedar ahí para que el edificio no se venga abajo.

Pedro y sus sucesores, los Papas, son el fundamento visible de la construcción. Porque el fundamento invisible es el mismo Señor Jesucristo. Y ese doble cimiento es la garantía de la victoriosidad de la Iglesia a través de los siglos.

2. Las llaves
La otra imagen con la cual Jesús le explica a Pedro su tarea, es la de LAS LLAVES.Simboliza la autoridad sobre la casa, la potestad de disponer, de dejar entrar y de echar de la casa.

Así Pedro es nombrado mayordomo en el Reino de Dios. Sus decisiones realizadas en la tierra, quedan ratificadas en el cielo. Pedro, y con él sus sucesores, son intermediarios indispensables para el acceso normal al Reino de los Cielos. Cristo es la cabeza de la Iglesia, pero los Papas son sus vicarios, sus representantes visibles en la tierra.

También podemos ver el cayado
Se trata del CAYADO DEL PASTOR. El bastón que es guía y sostén del pastor durante sus interminables recorridos. Como bastón de mando o báculo del Papa es signo de poder y autoridad. Cristo, al volver al Padre, no pensó dejar al frente de los suyos un “líder” o un “director”, sino un pastor, tal como él lo había sido. Por eso pasó a Pedro su cayado pastoral, para que lo lleve hasta su muerte y lo legue, a su vez, a sus sucesores. Y es así como nació el papado.

Y no se le encargó a Pedro esta tarea en premio a su santidad, ni porque fuera mejor que los demás apóstoles. El papel de Pedro se debe únicamente a la voluntad amorosa de Cristo. Y lo mismo sus sucesores que continúan esa misión de pastoreo encomendada por Jesús. Ésta es la razón por la que las ovejas de hoy nos sentimos ligadas al Pedro actual.

¡Qué así sea!

El Papa, entrando en la Puerta de la Misericordia con trabajadores de la Curia

"Redescubramos la belleza de profesar la fe", señala en el día de la Cátedra de Pedro
Francisco insta a la Curia romana a "que nadie se sienta aquí ignorado o maltratado"
"La Iglesia, aún agitada y golpeada por los acontecimientos, no cae: la piedra es Cristo"

Jesús Bastante, 22 de febrero de 2016 a las 12:31

La fidelidad al ministerio se combina con la misericordia que queremos experimentar (...). Fidelidad y misericordia son un binomio inseparable

(J. Bastante).- Y lo reconocerán caminando, como Jesús, al lado del pueblo. El Papa Francisco abrió esta fría mañana de Roma el Jubileo de la Curia y del personal del Estado vaticano peregrinando a pie desde el Aula Pablo VI hasta la basílica de San Pedro. Y lo hizo sin atributos, con su abrigo blanco, caminando en silencio junto a los trabajadores de la Santa Sede. No estuvo rodeado de obispos, cardenales u oropeles, sino de varios hombres y mujeres, algunos de ellos acompañados por sus hijos.

El día en que se celebra la Cátedra de San Pedro, Francisco quiso dejar claro que el puesto no es lo esencial, sino Cristo. "Cristo es la piedra sobre la que tenemos que construir", señaló el Papa, quien insistió en que "la Iglesia, aún agitada y golpeada por los acontecimientos de la historia, no cae: está fundada sobre la piedra. La piedra es Cristo".

"Dejemos que el Señor nos libere de toda tentación que aleja de lo esencial de nuestra misión, y redescubramos la belleza de profesar la fe", pidió el Papa, quien reclamó a la Curia romana "que nadie se sienta ignorado o maltratado, sino que cada uno pueda experimentar aquí el cuidado del Buen Pastor".


Ante la pregunta "Vosotros, ¿quién decís que soy yo?", "clara y directa , frente a la cual no se puede escapar o permanecer neutral, o retrasar la respuesta o delegar a otra persona" Una pregunta donde "no hay nada inquisitorial, sino que está llena de amor" y una petición a "renovar la profesión de fe", desde el Papa al último de los hermanos. Una profesión de fe de la que "se deriva para cada uno de nosotros el deber de responder a la llamada de Dios". En el caso de los pastores, "obligados a tener el mismo modelo que Dios, que cuida de su rebaño, y va en busca de la oveja perdida (...). Un comportamiento que no conoce fronteras, una dedicación fiel, constante, sin condiciones", y que también comporta "dejar que el rostro de Dios, el Buen Pastor, nos ilumine, nos purifique, nos transforme". "Que nadie se sienta descuidado o maltratado, y que cada uno puede experimentar, en primer lugar aquí, el amoroso cuidado del Buen Pastor". "Estamos llamados a ser colaboradores de Dios en una empresa tan importante y única como la de ser testigos del Espíritu", señaló el Papa, quien pidió que "el Señor nos libre de toda tentación que se aleje de lo esencial de nuestra misión". "La fidelidad al ministerio se combina con la misericordia que queremos experimentar (...). Fidelidad y  misericordia son un binomio inseparable", culminó Francisco.

¿Qué celebramos en la fiesta de la La Catedra de San Pedro?

Expresa la misión que Cristo le confió a Pedro y a sus sucesores. Es darle un significado espiritual y reconocer en ella un signo privilegiado del amor de Dios, Pastor bueno y eterno, que reune a toda su Iglesia y la guía por el camino de la salvación.  Por: SS Benedicto XVI

La fiesta de la Cátedra de San Pedro,  expresa la misión que Cristo le confió a él y a sus sucesores: apacentar su rebaño con la predicación del Evangelio. Después del Cenáculo de Jerusalén y de Antioquía, Pedro se estableció en Roma, donde culminó su vida con el martirio. Por esto, la sede de Roma no está sólo al servicio de la comunidad romana, sino también de las demás Iglesias. Así lo afirma el Padre de la Iglesia San Jerónimo: «Yo no sigo más primado que el de Cristo; por eso estoy en comunión con tu beatitud, esto es, con la cátedra de Pedro. Yo sé que sobre esta piedra ha sido edificada la Iglesia».
Esta celebración de hoy significa reconocer un signo privilegiado del amor de Dios, Pastor bueno, que quiere reunir a su Iglesia y guiarla a la salvación. Por esto, os invito a rezar de modo particular por el ministerio que Dios me ha confiado, pidiendo al Espíritu Santo que, con su luz y su fuerza, me sostenga en el servicio cotidiano a toda la Iglesia.

La «cátedra», literalmente, quiere decir la sede fija del obispo, colocada en la iglesia madre de una diócesis, que por este motivo es llamada «catedral», y es el símbolo de la autoridad del obispo y, en particular, de su «magisterio», es decir, de la enseñanza evangélica que él, en cuanto sucesor de los apóstoles, está llamado a custodiar y transmitir a la comunidad cristiana. Cuando el obispo toma posesión de la Iglesia particular que le ha sido confiada, con la mitra y el báculo, se sienta en su cátedra. Desde esa sede guiará, como maestro y pastor, el camino de los fieles, en la fe, en la esperanza y en la caridad.
¿Cuál fue, entonces, la «cátedra» de san Pedro? Él, escogido por Cristo como «roca» sobre la cual edificar la Iglesia (Cf. Mateo 16,18), comenzó su ministerio en Jerusalén, después de la Ascensión del Señor y de Pentecostés. La primera «sede» de la Iglesia fue el Cenáculo, y es probable que en aquella sala, donde también María, la Madre de Jesús, rezó junto a los discípulos, se reservara un puesto especial a Simón Pedro. Sucesivamente, la sede de Pedro fue Antioquía, ciudad situada en el río Oronte, en Siria, hoy en Turquía, en aquellos tiempos la tercera ciudad del imperio romano después de Roma y de Alejandría de Egipto. De aquella ciudad, evangelizada por Bernabé y Pablo, en la que «por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de "cristianos"» (Hechos 11, 26), Pedro fue el primer obispo. De hecho, el Martirologio Romano, antes de la reforma del calendario, preveía también una celebración específica de la Cátedra de Pedro en Antioquía.

Desde allí la Providencia llevó a Pedro a Roma. Por tanto, nos encontramos con el camino que va de Jerusalén, Iglesia naciente, a Antioquía, primer centro de la Iglesia, que agrupaba a paganos, y todavía unida también a la Iglesia proveniente de los judíos. Después, Pedro se dirigió a Roma, centro del Imperio, símbolo del «Orbis» --la «Urbs» que expresa el «Orbis», la tierra-- donde concluyó con el martirio su carrera al servicio del Evangelio. Por este motivo, la sede de Roma, que había recibido el mayor honor, recibió también la tarea confiada por Cristo a Pedro de estar al servicio de todas las Iglesias particulares para la edificación y la unidad de todo el Pueblo de Dios.

La sede de Roma, después de estas migraciones de san Pedro, fue reconocida como la del sucesor de Pedro, y la «cátedra» de su obispo representó la del apóstol encargado por Cristo de apacentar a todo su rebaño. Lo atestiguan los más antiguos Padres de la Iglesia, como por ejemplo, san Ireneo, obispo de Lyón, pero que era originario de Asia Menor, quien en su tratado «Contra las herejías» describe a la Iglesia de Roma como la «más grande y más antigua conocida por todos;… fundada y constituida en Roma por los dos gloriosos apóstoles Pedro y Pablo» y añade: «Con esta Iglesia, por su eximia superioridad, debe estar en acuerdo la Iglesia universal, es decir, los fieles que están por doquier» (III, 3, 2-3). Poco después, Tertuliano, por su parte, afirma: «¡Esta Iglesia de Roma es bienaventurada! Los apóstoles le derramaron, con su sangre, toda la doctrina» («Prescripciones contra todas las herejías», 36). La cátedra del obispo de Roma representa, por tanto, no sólo su servicio a la comunidad romana, sino también su misión de guía de todo el Pueblo de Dios.

Celebrar la «cátedra» de Pedro, como hoy lo hacemos, significa, por tanto, atribuir a ésta un fuerte significado espiritual y reconocer en ella un signo privilegiado del amor de Dios, Pastor bueno y eterno, que quiere reunir a toda su Iglesia y guiarla por el camino de la salvación.

Entre los numerosos testimonios de los Padres, quisiera ofrecer el de san Jerónimo, tomado de una carta suya escrita al obispo de Roma, particularmente interesante porque menciona explícitamente la «cátedra» de Pedro, presentándola como puerto seguro de verdad y de paz. Así escribe Jerónimo: «He decidido consultar a la cátedra de Pedro, donde se encuentra esa fe que la boca de un apóstol ha ensalzado; vengo ahora a pedir alimento para mi alma allí, donde recibí el vestido de Cristo. No sigo otro primado sino el de Cristo; por esto me pongo en comunión con tu beatitud, es decir, con la cátedra de Pedro. Sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia» («Las cartas» I, 15,1-2).

Queridos hermanos y hermanas, en el ábside de la basílica de san Pedro, como sabéis, se encuentra el monumento a la cátedra del apóstol, obra de Bernini en su madurez, realizada en forma de gran trono de bronce, sostenida por las estatuas de cuatro doctores de la Iglesia, dos de occidente, san Agustín y san Ambrosio, y dos de oriente, san Juan Crisóstomo y san Atanasio. Os invito a deteneros ante esta obra sugerente, que hoy es posible admirar, adornada con velas, y a rezar particularmente por el ministerio que Dios me ha confiado. Al elevar la mirada ante el vitral de alabastro que se encuentra precisamente ante la cátedra, invocad al Espíritu Santo para que sostenga siempre con su luz y su fuerza mi servicio cotidiano a toda la Iglesia.

Febrero 22, 2006 Audiencia General Benedicto XVI

 

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