“Y serán una sola carne”

Evangelio según San Marcos 10,1-12.

Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más. Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?". Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella". Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". 

Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. El les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio".

San Modesto de Tréveris

San Modesto de Tréveris, obispo

En Tréveris, en la Galia Bélgica, san Modesto, obispo.
Modesto fue el XIX obispo de la sede de Tréveris, en la segunda mitad del siglo V. La ciudad no tenía aun para esa época el esplendor que alcanzó más tarde, cuando llegó a ser sede del imperio, lo que lamentablemente significa que tenemos sobre estas épocas y su gente muchos menos datos.

El nombre de Modesto aparece celebrado en todos los martirologios históricos, en la misma fecha, y en casi todos ellos acompañado del calificativo de "confesor", lo que suele indicar que sufrió por la fe, sin llegar al martirio. No sabemos en qué consistieron tales sufrimientos; los bolandistas sugieren que la época que le tocó vivir, es decir, la del rey Childerico y la de su hijo Clodoveo I debía haber sido muy complicada para un obispo cristiano, antes de la conversión de este último rey, sobre todo como obispo de una ciudad de la importancia estratégica de Tréveris, sometida a la presión de los barbaros, y sin la defensa de la casa reinante. Es, por supuesto, una interpretación históricamente viable, aunque no podemos menos que aceptarla como hipótesis, sin que sepamos qué sufrimientos concretos tuvo que atravesar.

El Martirologio Galicano trae una versión larga de su elogio, donde dice que "gobernó la Iglesia [de Tréveris] en tiempos del papa Gelasio, con gran santidad, e irradiando el fulgor de su sabiduría, contuvo a los ricos en el ejercicio de la piedad, no menos que ayudó a los pobres con su consejo, recondujo a la senda a los descarriados y a todos invitó al buen obrar con sus sabios escritos, e inflamó con el ejemplo de su admirable virtud. Una vez lleno de gracia divina, voló a recoger su premio." naturalmente, es imposible saber cuánto de este texto describe la vida concreta de san Modesto, y cuánto son ditirambos propios del género martirológico, y por tanto le caben a casi todos los santos obispos de la historia.

Murió a fines del siglo V, en el 484 posiblemente, aunque hay dataciones en el 490 y en el 499. Según algunos testimonios, sus reliquias fueron enterradas en al iglesia de San Euquerio, en la misma ciudad, donde de hecho se conserva hasta hoy el relicario, aunque hay ciertas dudas sobre su autenticidad.

Acta Sanctorum, febrero III, 463-4, Duchesne, Fastes Episcopaux, III, 37. 

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El pastor de Tréveris trabaja y se desvive por los fieles de Jesucristo, allá por el siglo V. Lo presentan los escritos narradores de su vida adornado con todas las virtudes que debe llevar consigo un obispo.

Modesto es un buen obispo que se encuentra con un pueblo invadido y su población asolada por los reyes francos Merboco y Quildeberto. A su gente le pasa lo que suele suceder como consecuencia del desastre de las guerras. 

Se refugia en la oración; allí gime en la presencia de Dios, pidiendo y suplicando que aplaque su ira. Apoya el ruego con generosa penitencia; llora los pecados de su pueblo y ayuna. 

Lo que parecía imposible se realiza. Hay un cambio entre los fieles que supo ganar con paciencia y amabilidad. Ahora es el pueblo quien busca a su obispo porque quiere gustar más de los misterios de la fe. Ya estuvieron sobrado tiempo siendo rudos, ignorantes y groseros.

Murió el 24 de febrero del año 486.

Oremos
Señor, luz de los fieles y pastor de las almas, tú que elegiste a San Modesto para que, en la Iglesia apacentara tus ovejas con su palabra y las iluminara con su ejemplo, te pedimos que, por su intercesión, nos conceda perseverar en la fe que Él nos enseñó con su palabra y seguir el camino que nos mostró con su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

La plaga en  Roma termina después que el Papa encabeza una procesión con la pintura  de Nuestra Señora hecha por San Lucas.

Santiago de Saroug (c. 449-521), monje y obispo sirio Hexamerón: Homilías para el sexto día

“Y serán una sola carne”

“Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza,” dijo el Señor (Gn 1,26). Un simple mandamiento había hecho nacer los otros seres de la creación. “¡Que haya luz!” o “¡Que haya un firmamento!”. En esta ocasión Dios no dijo: “Que haya hombres” sino, “Hagamos al hombre”. De hecho, él estimaba conveniente que esta imagen de él mismo fuese creada por sus propias manos y que fuese superior a todas las otras criaturas. Ésta obra le era particularmente especial pues la amaba con un gran amor… Adán es a la imagen de Dios pues lleva la efigie de Hijo Único.

De una cierta manera, Adán fue creado a la vez sencillo y doble pues Eva se encontraba en sus entrañas. Aun antes de su existencia, la humanidad estaba destinada al matrimonio, que los uniría a ambos, hombre y mujer, en un sólo cuerpo, así como en el comienzo. Ninguna pelea, ninguna discordia debería existir entre ellos. Tendrían un mismo pensamiento y una misma voluntad.

El Señor creó a Adán del polvo y del agua. Luego saco a Eva de la carne; de los huesos y la sangre de Adán (Cfr. Gn 2,21). El profundo sueño del primer hombre anticipaba los misterios de la crucifixión. La apertura del costado, sería el golpe de la lanza al Hijo Único; el sueño, la muerte en la cruz; la sangre y el agua la fecundidad del bautizo (Jn 19,34)... Pero el agua y la sangre que brotaron del costado del Salvador son el origen del mundo del Espíritu… 

Adán no sufrió de la extracción hecha a su carne; aquello que se le había quitado se le fue devuelto, transfigurado por la belleza. El soplar de los vientos, el murmullo de los árboles, el canto de los pájaros llamaba a los novios: “Levantaos, habéis dormido suficiente! La fiesta nupcial los espera!”. Adán vio a Eva a su lado, aquella que provenía de su carne y de sus huesos, su hija, su hermana y su esposa. Ellos se levantaron, envueltos en un ropaje de luz, con un nuevo día que les sonreía ; estaban en el Paraíso.

Mira primero a Cristo
San Marcos 10, 1-12. VII Viernes del Tiempo Ordinario. Ciclo A.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
En un mundo en que parece que el bien no se difunde, sino que el mal se expande, ¿no están llamados los cristianos, Señor, a ser fieles y constantes? Con ese deseo de corresponder a mi vocación de ser fermento en la sociedad, vengo una vez más ante Ti, para de Ti llenarme.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
En este tiempo parece que el sentido de Dios disminuye. Su voluntad ya no es buscada con la convicción de que ella es la verdadera felicidad. Pierde peso su nombre, y su Persona parece no tener vigor en las personas.

Señor, ¿cuáles eran el respeto y reverencia que tenías por tu Padre? En cada instante renunciaste a lo que habría podido ser una vida agradable entrelazada por compromisos caedizos. Paradójicamente, una vida de sacrificio y entrega alcanza siempre una mayor satisfacción que aquella que se da al vaivén de los deseos superfluos y faltos de horizonte.

Pero cuando el horizonte es el Amor, cualquier propósito, por difícil que parezca -y aunque en ocasiones lo sea- puede ser llevado hasta su consumación. No por coincidencia tus pies jamás se detuvieron: desde que pisaron el suelo con su suave piel de bebé hasta que fueron traspasados, ya maduros, por un clavo de crucifixión.

Si el Padre había querido que el Hijo del hombre obrara un sacrificio para redimirnos, entonces el Hijo del hombre lo consumaría. Y tu deseo sería, Señor, que de tu testimonio se desprendiese un celo dentro de nosotros por guardar el nombre de tu Padre con la misma reverencia.

Que cada vez que ponga a Dios como vínculo, como motor, como testigo de una opción de vida, mire primero a Cristo en la cruz, para dejarme interpelar por lo que fue una verdadera entrega de quien honró a su Padre hasta la muerte. Que cada vez que sienta que el peso de una opción fundamental es demasiado para mí, te mire primero en la cruz.

Y que mirándote en la cruz confíe y crea que el Amor todo lo renueva y robustece. Y que el Amor me sostendrá para alcanzar la verdadera plenitud.

«Jesús, ante la pregunta retórica que le habían dirigido – probablemente como una trampa, para hacerlo quedar mal ante la multitud que lo seguía y que practicaba el divorcio, como realidad consolidada e intangible-, responde de forma sencilla e inesperada: restituye todo al origen, al origen de la creación, para enseñarnos que Dios bendice el amor humano, es él el que une los corazones de un hombre y una mujer que se aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad. Esto significa que el objetivo de la vida conyugal no es sólo vivir juntos, sino también amarse para siempre. Jesús restablece así el orden original y originante.»

(Homilía de S.S. Francisco, 4 de octubre de 2015).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Leer y reflexionar, preferentemente con alguien más, la exhortación apostólica La alegría de amor del Papa Francisco.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Matrimonio y divorcio

El cambio de cónyuge da la ilusión de una renovación, pero no es más que un nuevo comienzo destinado a fracasar con el mismo obstáculo de siempre el egoísmo, la pereza, la esterilidad de los que son infieles.

…por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre…
En el tiempo de Jesús, ningún judío cuestionaba el derecho de divorciarse, ya que Moisés lo había permitido. Lo que los rabinos de aquel entonces discutían eran los motivos del divorcio: si bastaba con que la mujer dejara quemar la comida o que el marido encontrara a otra más bella.

En todo caso, el divorcio era concedido con mucha facilidad. La moral farisea estaba montada sobre la no confesada inferioridad de la mujer, que era considerada una propiedad del varón. Frente a este legalismo farisaico el Señor plantea el proyecto original de Dios, tal como está descrito en el Génesis. La unión de varón y mujer expresa la plenitud y felicidad humana.

Creo que nuestra época tiene más necesidad de meditar este Evangelio que las anteriores. Porque en él, Jesús afirma solemnemente el carácter del matrimonio y la unidad indisoluble de los esposos. Y no se trata de una ley impuesta a los esposos. Más bien traza el camino de la felicidad humana: revela que la relación conyugal y familiar es una fuente inagotable de creación y de gozo.

El cambio de cónyuge da la ilusión de una renovación, pero no es más que un nuevo comienzo destinado a fracasar con el mismo obstáculo de siempre el egoísmo, la pereza, la esterilidad de los que son infieles.

Muchas veces la indisolubilidad del matrimonio se entiende y se vive como una obligación, la que limita la libertad de los esposos. Pero Cristo ha abolido la “ley” y ha dado la vida, al oponerse al libertinaje “legal” de los judíos. No inventó ninguna obligación nueva. Lo único que hizo fue expresar el anhelo profundo del amor.

Porque todo amor auténtico quiere ser eterno, crea una fidelidad, exige un compromiso, aspira a un descubrimiento, pretende no terminar nunca, quiere crecer y desarrollarse sin fin.

Nadie que ame verdaderamente pone plazo. No existe un amor por cuotas o por tiempos. Y, por eso, tenemos que cultivar diariamente el amor, tenemos que renovarlo permanentemente.

El verdadero sentido de la indisolubilidad no es por eso, prohibir una separación. Su valor es plenamente positivo: nunca jamás se acabarán da conocer y de amar. La naturaleza del amor y del matrimonio consiste en desarrollarse indefinidamente y en renovarse sin cesar. Cuando un ser humano empieza a ser amado a empieza a cambiar, a florecer, a descubrirse y a desplegarse sin agotar sus recursos.

Ya el Padre José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt lo decía cuando definió la fidelidad como: “conservación lozana y creadora del primer amor”. Y se refirió no sólo al amor conyugal, sino a toda forma de amor: amor paternal, maternal, filial, fraternal…

Todos los días hay que trabajar para crear el matrimonio. La indisolubilidad no es una almohada sobre la que puedan dormirse los esposos, sino una llamada a renovar y vivificar cada día su amor.

Queridos hermanos, les invito a renovar los grandes amores de su vida: amor a la familia, al cónyuge, a los hijos, a los hermanos naturales y hermanos de comunidad.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Estoy decidido a luchar todos los días por el matrimonio?
2. ¿Qué opino de la indisolubilidad del matrimonio?
3. ¿Cómo fortalecemos el amor en la familia?

El Papa en Sta. Marta: Nunca ser cristianos de doble vida
Mensaje del Evangelio del jueves, en la misa de la Casa de Sta. Martha en el Vaticano.


Francisco indica a quienes se consideran católicos pero explotan, roban y hacen ofertas que por lo tanto están sucias

(ZENIT- Ciudad del Vaticano, 23 Feb. 2017).- Arrancarse el ojo, cortarse la mano, pero nunca escandalizar a los pequeños. Este es el mensaje del Evangelio de este jueves, comentado por el papa Francisco en la misa de la Casa Santa Marta en el Vaticano.

¿Qué es el escándalo? El escándalo es decir una cosa y hacer otra; es la doble vida, la doble vida. Yo soy muy católico, yo voy siempre a Misa, pertenezco a esta asociación y a esta otra; pero mi vida no es cristiana, no pago lo justo a mis empleados, exploto a la gente, soy sucio en los negocios, hago blanqueo de dinero… doble vida”. Y añadió: “Tantos católicos son así y dan escándalo. Cuántas veces hemos oído todos nosotros, en el barrio y en otras partes: – ‘Para ser católico como aquel, es mejor ser ateo’”.

“Esto sucede todos los días, basta ver el telediario o los periódicos. Hay tantos escándalos y también está la gran publicidad de los escándalos. Y con los escándalos se destruye”.

El Santo Padre narró de una empresa importante que estaba cercana a la bancarrota con los trabajadores que no recibían el sueldo, mientras el responsable que se decía católico estaba de vacaciones de invierno en una playa de Oriente Medio. “Estos son los escándalos”.

“Jesús dice en el Evangelio –señala el Papa– sobre los que escandalizan sin decir la palabra escándalo: ‘Tú llegarás al Cielo y llamarás a la puerta y:

-‘¡Soy yo, Señor!’, ‘Sí, ¿no te acuerdas? Yo iba a la iglesia, estaba cerca de ti, pertenecía a tal asociación, hago esto… ¿no te acuerdas de todas las ofrendas que hice?’

– Sí, recuerdo. Las ofrendas, aquellas las recuerdo: todas sucias. Todas robadas a los pobres. No te conozco’. Aquella será la respuesta de Jesús a estos escandalosos que tienen doble vida”.

El Santo Padre invitó además a no retardar la conversión y no tener una confianza excesiva en la misericordia:“A todos nosotros, a cada uno de nosotros hoy nos hará bien pensar si tenemos algo de doble vida” y si “por debajo hay otra cosa; si hay algo de doble vida, si hay una confianza excesiva”.

“’Me convertiré, hoy no: mañana’. Pensemos en esto. Y aprovechemos la Palabra del Señor y pensemos que en esto el Señor es muy duro. El escándalo destruye.

¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?
El Año litúrgico se fija a partir del ciclo lunar, es decir, no se ciñe estrictamente al año calendario

El Año litúrgico no se ciñe estrictamente al año calendario, sino que varía de acuerdo con el ciclo lunar.

Cuenta la historia, que la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, había luna llena y eso les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón.

Los judíos celebran este acontecimiento cada año en la pascua judía o "Pesaj", que siempre concuerda con una noche de luna llena, en recuerdo de los israelitas que huyeron de Egipto pasando por el Mar Rojo.

Podemos estar seguros, por lo tanto, de que el primer Jueves Santo de la historia, cuando Jesús celebraba la Pascua judía con su discípulos, era una noche de luna llena.

Por eso, la Iglesia fija el Jueves Santo en la luna llena que se presenta entre el mes de marzo y abril y tomando esta fecha como centro del Año litúrgico, las demás fechas se mueven en relación a esta y hay algunas fiestas que varían de fecha una o dos semanas.

Las fiestas que cambian año con año, son:

· Miércoles de Ceniza
· Semana Santa
· La Ascensión del Señor
· Pentecostés
· Fiesta de Cristo Rey

También hay fiestas litúrgicas que nunca cambian de fecha, como por ejemplo:

· Navidad
· Epifanía
· Candelaria
· Fiesta de San Pedro y San Pablo
· La Asunción de la Virgen
· Fiesta de todos los santos

Tiempo de Cuaresma: historia y significado
¿Cómo y cuándo empieza a vivirse la cuaresma? ¿por qué 40 días? ¿por qué la imposición de la ceniza?

La celebración de la Pascua del Señor, constituye, sin duda, la fiesta primordial del año litúrgico. De aquí que, cuando en el siglo II, la Iglesia comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y del ayuno, según el modo prescrito por el Señor. Surgió así la piadosa costumbre del ayuno infrapascual del viernes y sábado santos, como preparación al Domingo de Resurrección.

Los primeros pasos

Paso a paso, mediante un proceso de sedimentación, este período de preparación pascual fue consolidándose hasta llegar a constituir la realidad litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma. Influyeron también, sin duda, las exigencias del catecumenado y la disciplina penitencial para la reconciliación de los penitentes.

La primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis de un ayuno preparatorio el viernes y sábado previos a dicha conmemoración.

A esta práctica podría aludir la Traditio Apostolica, documento de comienzos del siglo III, cuando exige que los candidatos al bautismo ayunen el viernes y transcurran la noche del sábado en vela. Por otra parte, en el siglo III, la Iglesia de Alejandría, de hondas y mutuas relaciones con la sede romana, vivía una semana de ayuno previo a las fiestas pascuales.

En el siglo IV se consolida la estructura cuaresmal de cuarenta días

De todos modos, como en otros ámbitos de la vida de la Iglesia, habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. Sin embargo, mientras en esta época aparece ya consolidada en casi todas las Iglesias la institución de la cuaresma de cuarenta días, el período de preparación pascual se circunscribía en  Roma a tres semanas de ayuno diario, excepto sábados y domingos. Este ayuno prepascual de tres semanas se mantuvo poco tiempo en vigor, pues a finales del siglo IV, la Urbe conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días.

El período cuaresmal de seis semanas de duración nació probablemente vinculado a la práctica penitencial: los penitentes comenzaban su preparación más intensa el sexto domingo antes de Pascua y vivían un ayuno prolongado hasta el día de la reconciliación, que acaecía durante la asamblea eucarística del Jueves Santo. Como este período de penitencia duraba cuarenta días, recibió el nombre de Quadragesima o Cuaresma.

¿Por qué inicia un miércoles?

Cuando en el siglo IV, se fijó la duración de la Cuaresma en 40 días, ésta comenzaba 6 semanas antes de la Pascua, en domingo, el llamado domingo de "cuadragésima". Pero en los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal. Y aquí surgió un inconveniente: desde los orígenes nunca se ayunó en día domingo por ser "día de fiesta", la celebración del día del Señor. Entonces, se movió el comienzo de la Cuaresma al miércoles previo al primer domingo de ese tiempo litúrgico como medio de compensar los domingos y días en los que se rompía el ayuno.

Dicho miércoles, los penitentes, por la imposición de la ceniza, ingresaban en el orden que regulaba la penitencia canónica. Cuando la institución penitencial desapareció, el rito se extendió a toda la comunidad cristiana: este es el origen del Miércoles de Ceniza o "Feria IV anerum".

¿Por qué la ceniza?

La imposición de cenizas marca el inicio de la cuaresma en la que los cristianos católicos nos preparamos para celebrar la Pascua con cuarenta días de austeridad, a semejanza de la cuarentena de Cristo en el desierto, también la de Moisés y Elías.

Las cenizas nos recuerdan:

  • El origen del hombre: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gen 2,7).
  • El fin del hombre: "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).
  • Dice Abrahán: "Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor" (Gn 18,27).
  • "todos expiran y al polvo retornan" (Sal 104,29)

La raíz de la palabra "humildad" es "humus" (tierra). La ceniza es un signo de humildad, nos recuerda lo que somos.

Las cenizas, como polvo, son un signo muy elocuente de la fragilidad, del pecado y de la mortalidad del hombre, y al recibirlas se reconoce su limitación; riqueza, ciencia, gloria, poder, títulos, dignidades, de nada nos sirven.

En el Antiguo Testamento la ceniza simboliza dolor y penitencia que era practicada para reflejar el arrepentimiento por los pecados cometidos:

  • "Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza." (Job 42,6)
  • "Ellos harán oír su clamor a causa de ti, y gritarán amargamente. Se cubrirán la cabeza de polvo y se revolcarán en la ceniza." (Ez 27,30)
  • "Un hombre de Benjamín escapó del frente de batalla y llegó a Silo ese mismo día, con la ropa desgarrada y la cabeza cubierta de polvo." (1 Sam 4, 12)
  • "Al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando se presentó ante David, cayó con el rostro en tierra y se postró." (2 Sam 1, 2)
  • "¡Cíñete un cilicio, hija de mi pueblo, y revuélcate en la ceniza, llora como por un hijo único, entona un lamento lleno de amargura! Porque en un instante llega sobre nosotros el devastador." (Jer 6, 26)
  • "Gemid, pastores, y clamad; revolcaos en ceniza , mayorales del rebaño; porque se han cumplido los días de vuestra matanza y de vuestra dispersión, y caeréis como vaso precioso." (Jer 25, 34)
  • "En tierra están sentados, en silencio, los ancianos de la hija de Sion. Han echado polvo sobre sus cabezas, se han ceñido de cilicio. Han inclinado a tierra sus cabezas las vírgenes de Jerusalén." (Lam 2, 10)
  • "Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza." (Jonas 3, 6)
  • "Cuando Mardoqueo supo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y ceniza, y salió por la ciudad, lamentándose con grande y amargo clamor." (Ester 4, 1)

El mismo Señor Jesús declara que si la buena nueva es proclamada, lo es para que nos arrepintamos y convirtamos al Único y Verdadero Dios, a Él que es el CAMINO, VERDAD Y VIDA:

¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros que se hicieron en vosotras se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza. (Mt 11, 21; Lc 10,13)

La costumbre de imponer la ceniza se practica en la Iglesia desde sus orígenes. En la tradición judía, el símbolo de rociarse la cabeza con cenizas manifestaba el arrepentimiento y la voluntad de convertirse: la ceniza es signo de la fragilidad del hombre y de la brevedad de la vida.

Al inicio del cristianismo se imponía la ceniza especialmente a los penitentes, pecadores públicos que se preparaban durante la cuaresma para recibir la reconciliación. Vestían hábito penitencial y ellos mismos se imponían cenizas antes de presentarse a la comunidad. En los tiempos medievales se comienza a imponer la ceniza a todos los fieles cristianos con motivo del Miércoles de Ceniza, significando así que todos somos pecadores y necesitamos conversión. La cuaresma es para todos.

Las cenizas se obtienen al quemar las palmas (en general de olivo) que se bendijeron el anterior Domingo de Ramos. Se debe aclarar que no tendría sentido recibir las cenizas si el corazón no se dispone a la humildad y la conversión que representan.

Como se imparten las cenizas

La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar en la misa, después de la homilía. En circunstancias especiales, por ejemplo, cuando no hay sacerdote, se puede hacer sin misa, pero siempre dentro de una celebración de la Palabra.

Las cenizas son impuestas en la frente del fiel, haciendo la señal de la cruz con ellas mientras el ministro dice las palabras Bíblicas: "Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás", o "Conviértete y cree en el Evangelio".

Las cenizas son un sacramental. Estos no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia los sacramentales "preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella" Catecismo (1670 ss.).

¿Y por qué cuarenta días?

El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar.
En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días -o una semana a lo sumo-, esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la tristeza de la Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el cli­ma de ansiosa espera; mientras que el ayuno cuares­mal supone desde el principio unas connotaciones propias, impuestas por el significado simbólico del número cuarenta.

En primer lugar, no debe pasarse por alto que toda la tradición occidental inicia la Cuaresma con la lectura del evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto: el período cuaresmal constituye, pues, una experiencia de desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante cuarenta días.

En la Cuaresma, la Iglesia vive un combate espiritual intenso, como tiempo de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.

Otros simbolismos enriquecen el número cuarenta, como se advierte en el Antiguo y Nuevo Testamento. Así, la cuarentena evoca la idea de preparación: cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de Yahveh; cuarenta días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia y el perdón; cuarenta días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su ministerio público. La Cuaresma es un período de preparación para la celebración de las solemnidades pascuales: iniciación cristiana y reconciliación de los penitentes.

Por último, la tradición cristiana ha interpretado también el número cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del mundo futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la Cuaresma posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha subrayado su carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.

El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa Crismal -Missa Chrismalis- que el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del obispo y sus presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de Cristo. Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se consagra el crisma.
En resumen, el tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la abstinencia de carne. El Viernes Santo también se viven el ayuno y la abstinencia.

¿Cómo se fija la fecha de la Pascua?

Para el cálculo hay que establecer unas premisas iniciales:

  • La Pascua ha de caer en domingo.
  • Este domingo ha de ser el siguiente al plenilunio pascual (la primera luna llena de la primavera boreal). Si esta fecha cayese en domingo, la Pascua se trasladará al domingo siguiente para evitar la coincidencia con la Pascua judía.
  • La luna pascual es aquella cuyo plenilunio tiene lugar en el equinoccio de primavera (vernal) del hemisferio norte (de otoño en el sur) o inmediatamente después.
  • Este equinoccio tiene lugar el 20 o 21 de marzo.
  • Se llama epacta a la edad lunar. En concreto interesa para este cálculo la epacta del año, la diferencia en días que el año solar excede al año lunar. O dicho más fácilmente, el día del ciclo lunar en que está la Luna el 1 de enero del año cuya Pascua se quiere calcular. Este número -como es lógico- varía entre 0 y 29.

Es un cálculo complejo, que mejor se lo dejamos a los expertos.

Fuentes bibliográficas:
primeroscristianos.com

PAXTV.ORG