«Allí estoy yo, en medio de ellos»
- 07 Septiembre 2014
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Está entre nosotros
Aunque las palabras de Jesús, recogidas por Mateo, son de gran importancia para la vida de las comunidades cristianas, pocas veces atraen la atención de comentaristas y predicadores. Esta es la promesa de Jesús: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Jesús no está pensando en celebraciones masivas como las de la Plaza de San Pedro en Roma. Aunque solo sean dos o tres, allí está él en medio de ellos. No es necesario que esté presente la jerarquía; no hace falta que sean muchos los reunidos.
Lo importante es que “estén reunidos”, no dispersos, ni enfrentados: que no vivan descalificándose unos a otros. Lo decisivo es que se reúnan “en su nombre”: que escuchen su llamada, que vivan identificados con su proyecto del reino de Dios. Que Jesús sea el centro de su pequeño grupo.
Esta presencia viva y real de Jesús es la que ha de animar, guiar y sostener a las pequeñas comunidades de sus seguidores. Es Jesús quien ha de alentar su oración, sus celebraciones, proyectos y actividades. Esta presencia es el “secreto” de toda comunidad cristiana viva.
Los cristianos no podemos reunirnos hoy en nuestros grupos y comunidades de cualquier manera: por costumbre, por inercia o para cumplir unas obligaciones religiosas. Seremos muchos o, tal vez, pocos. Pero lo importante es que nos reunamos en su nombre, atraídos por su persona y por su proyecto de hacer un mundo más humano.
Hemos de reavivar la conciencia de que somos comunidades de Jesús. Nos reunimos para escuchar su Evangelio, para mantener vivo su recuerdo, para contagiarnos de su Espíritu, para acoger en nosotros su alegría y su paz, para anunciar su Buena Noticia.
El futuro de la fe cristiana dependerá en buena parte de lo que hagamos los cristianos en nuestras comunidades concretas las próximas décadas. No basta lo que pueda hacer el Papa Francisco en el Vaticano. No podemos tampoco poner nuestra esperanza en el puñado de sacerdotes que puedan ordenarse los próximos años. Nuestra única esperanza es Jesucristo.
Somos nosotros los que hemos de centrar nuestras comunidades cristianas en la persona de Jesús como la única fuerza capaz de regenerar nuestra fe gastada y rutinaria. El único capaz de atraer a los hombres y mujeres de hoy. El único capaz de engendrar una fe nueva en estos tiempos de incredulidad. La renovación de las instancias centrales de la Iglesia es urgente. Los decretos de reformas, necesarios. Pero nada tan decisivo como el volver con radicalidad a Jesucristo.
José Antonio Pagola. Domingo 23. Mateo 18, 15-20
DOMINGO XXIII -CORRECCIÓN FRATERNA, PERDÓN, ORACIÓN
(Ez 33, 7-9; Sal 94; Rom 13, 8-10; Mt 18, 15-20)
La vida comunitaria y familiar, y la convivencia diaria pueden llegar a ser, en ocasiones, circunstancias adversas porque el trato se vuelve difícil y quizá hay agravios comparativos por desigualdades en el trabajo, porque algunos pueden evadirse de las tareas y otros sentirse sobrecargados.
No siempre se vuelve más descansado de las vacaciones, y cabe que al recomenzar los trabajos surjan la hipersensibilidad y la irritabilidad. Una ayuda, para el buen entendimiento, es el servicio entrañable de corregir con delicadeza, aunque hay momentos en los que la amonestación se vuelve dolorosa, pero si no se hace, crece el mal, o deriva a peores consecuencias.
El profeta Ezequiel indica la misión de ser luz, indicador, guía, ejemplo: “A ti, hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de Israel; cuando escuches palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte”. Este oficio deberá ir ungido de amor y de sinceridad. “A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama tiene cumplido el resto de la ley”, dice el apóstol. En ocasiones, el vigía se convierte en acusador, y en este caso, no surge el efecto beneficioso.
Uno de los momentos más difíciles, a la vez que provechoso, es el de la corrección fraterna. Difícil sea porque en general cada uno cree que está obrando bien y no acepta la corrección, sea porque por su carácter da miedo la posible reacción. Sin embargo, el consejo evangélico es claro: “Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano”. Y la mejor reacción la señala el salmista: “Ojalá escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis vuestro corazón.»
La corrección debe conllevar el ofrecimiento del perdón, más que el ajuste de cuentas o la denuncia de la debilidad. El texto evangélico une la llamada a la corrección con el poder de perdonar, entregado por Jesús a los discípulos: “Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo”..
En el mismo Evangelio se une corrección, perdón y oración: “Os aseguro además que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. La pregunta que surge es muy necesaria. Cuándo se corrige, ¿se hace por amor, o por crispación? En la relación fraterna, además de la posible corrección, ¿se da el perdón mutuo y la oración en común?
DOMINGO 23. -Ez 33, 7-9; Rm 13, 8-10; Mt 18, 15-20
1-Nosotros no vivimos solos, sino rodeados de otras personas: en casa, en el trabajo, en el vecindario, en la comunidad ... Y pronto nos damos cuenta de una cosa: que las personas que nos rodean no son perfectas. A veces, actúan mal, o al menos nos lo parece: hacen cosas incorrectas, toman actitudes contrarias al Evangelio. Ante este hecho, que es de la experiencia diaria, ¿cuál es nuestra reacción? Los hay que reaccionan criticando. Algunos, parece que tengan vocación "de espías": se enteran de todas las faltas de los demás. O como decía con gracia un andaluz: "Los hay que Tienen dolor de cervicales... de tanto mirar de reojo". Pero hablando en serio, lo peor es que algunos, incluso, dan la sensación de que disfrutan, que "disfrutan", descubriendo los defectos de los demás. Pero cuando se actúa así, como que se hace sin amor, siempre se hace daño. Es triste tener cerca una persona que tiene el hábito de criticar, porque siempre es causa de tensiones, desunión y suspicacias. Una persona así, aunque no pretenda directamente hacer daño, de hecho siempre hace. Siempre. Dios nos ha hecho el gran don de la palabra. Me sirve para levantar o para hundir a los demás? Para crear unión o desunión? No olvidemos lo que se dice: que la lengua es "el arma más peligrosa" que tenemos. ¿Como lo uso?
2- Hay otros que no critican, pero se van al extremo contrario: se desentienden. Dicen: Yo no me meto nunca con nadie ". Y lo dicen como si fuera un mérito. Puede que alguna vez significará una auténtica actitud de respeto al otro. Quizás sí. Pero, a menudo, detrás de estas palabras se esconde la actitud de aquel que tiene por norma vivir exclusivamente para él mismo y los demás "que espabilen", "es su problema", "ya se lo encontrarán ". Pero eso no es considerar al otro como un hermano al que hay que ayudar y amar. Esto, digámoslo claro, es egoísmo. Recuerda la conocida actitud bíblica de Caín: ¿es que soy el guardián de mi hermano? ¿Descubro en mí algo de esta actitud egoísta?
3- «Ve a encontrarlo y hable de ella vosotros dos solos. Si te hace caso, has salvado a el hermano ». Se la actitud que nos inculca Jesús: el diálogo sincero, amistoso. Sobre todo con las personas más cercanas: ni criticarlas, ni desentenderse. Ayudarlas a reencontrar el camino porque está en juego su felicidad. Que a menudo va ligada a la nuestra.
El amor no se muestra únicamente diciendo palabras de alabanza. Sino también, cuando es necesario, con una palabra de corrección. Pero hecha desde la estimación. Es decir, acercándonos al otro de igual a igual: no desde "arriba" sino, como un hermano, porque yo también tengo necesidad de ser corregido. Y hablándole de corazón a corazón: que se dé cuenta de que lo quiero ayudar a cambiar, no tanto porque me molestan sus defectos, sino porque la amo y deseo sinceramente su bien y su felicidad. Antes de hacer entender al otro que se ha equivocado, es necesario demostrar ponerlo y convencerle de que lo amo. Y quien ama no hace daño. ¿Es así como procedemos habitualmente con la pareja, con los hijos, con aquellos con los que convivimos? El objetivo, dijo Jesús, es ganarse el hermano. Ganárselo. No humillarle, ni hundirlo, porque eso desune y separa.
4-Y digamos, finalmente, que cuando somos nosotros los que recibimos la corrección, debemos saber aceptarlo sin perder la paz. De momento, quizás nos sabrá mal, pero seguro que nos ayudará a progresar. Nos conoceríamos mucho mejor nosotros mismos si supiéramos escuchar con paz todo lo que los demás ven en nosotros. Reconocer los propios defectos es el primer paso para mejorar.
Y no olvidemos que aquel que no admite ser corregido, además de no mejorar, suele hacer el ridículo: todo el mundo se da cuenta de sus defectos, menos él. ¿Como recibimos las correcciones que nos hacen las personas que nos quieren?
Ciertamente no es fácil cumplir todo lo dicho. Por eso el evangelio termina recomendándonos que rogamos juntos. Porque así se hará presente en nosotros el Espíritu del Señor, que es un Espíritu de Amor.
Y el amor siempre facilita las cosas.
Evangelio según San Mateo 18,15-20.
Jesús dijo a sus discípulos: Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.
San Juan Crisóstomo (345?-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla doctor de la Iglesia. Homilía 8 sobre la carta a los Romanos, 8; PG 60, 464-466
«Allí estoy yo, en medio de ellos»
Cuando os digo de imitar al apóstol Pablo, no es que os diga: Resucitad a los muertos, curad a los leprosos. Sino que os digo lo mejor: tened caridad. Tened el mismo amor que animaba a san Pablo, porque esta virtud es muy superior al poder de hacer milagros. Allí donde hay caridad, el Hijo de Dios reina con su Padre y el Espíritu Santo. Él mismo lo ha dicho: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Amar es encontrarse unidos, es el carácter de una amistad tan fuerte como real.
Me diréis: ¿Es que hay gente tan miserable como para no desear tener a Cristo en medio de ellos? Sí, nosotros mismos, hijos míos; le echamos de entre nosotros cuando luchamos los unos contra los otros. Me diréis: ¿Qué dices? ¿No ves como estamos reunidos en su nombre, todos dentro las mismas paredes, en el recinto de la misma iglesia, atentos a la voz de nuestro pastor? No hay la más pequeña disensión en la unidad de nuestros cánticos y plegarias, escuchando juntos a nuestro pastor. ¿Dónde está la discordia?
Sé bien que estamos en el mismo aprisco y bajo el mismo pastor. Y no puedo llorar más amargamente... Porque si en este momento estáis pacíficos y tranquilos, al salir de la iglesia éste critica al otro; uno injuria públicamente a otro, uno se encuentra devorado por la envidia, los celos o la avaricia; el otro medita la venganza, otro la sensualidad, la duplicidad o el fraude. [...] Respetad, respetad pues, esta mesa santa de la cual comulgamos todos; respetad a Cristo inmolado por todos; respetad el sacrificio que se ofrece sobre este altar en medio de nosotros.
7 de septiembre 2014 Domingo XXIII Ez 33, 7-9
El Señor advierte a Ezequiel de su responsabilidad de profeta: «Si yo amenazo al pecador con la muerte, y tú no le dices nada ... él morirá por su culpa, pero yo te pediré cuenta de su sangre." ¿Te parece que los que hemos sido llamados a la fe tenemos una responsabilidad similar a la de Ezequiel? ¿Cómo crees que los que formamos parte de la Iglesia deberíamos advertir del pecado. Señor, que no me hayas decir: no endurecido tu corazón.
¿Coincidencia o Dioscidencia?
Nunca dudes de Dios, confía en Él, y Él actuará, la Providencia Divina nunca nos fallará.
La fe mueve montañas y la oración sencilla de una niña hace milagros. Esta historia fue escrita por una doctora que trabajó en Sudáfrica, para que veas cómo Dios siempre nos escucha; solo basta tener fe, pero fe de verdad.
Una noche, yo había trabajado duro para ayudar a una madre en su trabajo de parto; pero a pesar de todo lo que pudimos hacer, ella murió dejándonos con un bebé prematuro diminuto y una hija de dos años que lloraba. Habíamos tenido dificultad en mantener con vida al bebé, ya que no teníamos incubadora (ni siquiera teníamos electricidad para hacer funcionar una incubadora).Tampoco teníamos facilidades para darle alimentación especial.
A pesar de vivir en el ecuador geográfico, las noches a menudo eran frías, con corrientes de aire traicioneras. Una comadrona estudiante fue a traer la caja que teníamos para esos bebés y la frazada de algodón en la que debería envolverse al bebé; 0tra fue a avivar el fuego y a llenar una bolsa con agua caliente. Regresó rápido, apenada, a decirme que al llenar la bolsa, ésta se había reventado (el plástico fácilmente se echa a perder en los climas tropicales). Exclamó: ¡y es nuestra última bolsa para agua caliente!
Igual que en occidente no es bueno llorar sobre la leche derramada, así también es en el África Central, no es bueno llorar sobre una bolsa para agua caliente estallada; estas no se dan en los árboles, y no hay farmacias en los extravíos de la selva.
Está bien -le dije-, ponga al bebé tan cerca del fuego con todo el cuidado que pueda, y duerma entre el bebé y la puerta para librarlo de los vientos. Su trabajo es mantener al bebé con calor. La tarde siguiente, tal como lo hacía la mayoría de los días, fui a orar con algunos de los niños del orfanato que elegían reunirse conmigo. Les di a los más jóvenes varias sugerencias de cosas por las cuales orar y les conté del diminuto bebé. Les expliqué nuestro problema de mantener al bebé lo suficientemente cálido, mencionando lo de la bolsa para agua caliente, y que el bebé podría morir demasiado fácil si se enfriaba. También les conté de la hermanita de dos años, llorando porque su mamá había muerto.
Durante el tiempo de oración, una niña de diez años, Ruth, oró con la forma usual concisa y sin remilgos de nuestros niños africanos. Por favor, Dios -oró ella-, envíanos una bolsa para agua caliente. No nos servirá mañana, Dios, porque el bebé ya estará muerto, así que por favor envíanosla esta tarde .
En lo que me tragaba una bocanada de aire frente a la audacia de la oradora, ella agregó: ¿Y a la vez, podrías por favor enviarnos una muñeca para la pequeña hermana para que sepa que realmente la amas?
Como pasa con la oración de los niños, fui puesta en un apuro. Podía decir yo, honestamente, Amén . Simplemente no creí que Dios pudiera hacer esto.
Oh, sí, yo sé que Dios todo lo puede, la Biblia dice así. Pero hay límites, ¿o no? La única forma en que Dios podía responder a esta oradora muy particular sería enviándome un paquete desde mi país. Yo había estado en África por casi cuatro años para ese entonces, y nunca, nunca, había recibido un paquete enviado desde mi país. De todos modos, si alguien me envió un paquete, ¿quién pondría una bolsa para agua caliente? ¡Yo estaba viviendo en el ecuador geográfico!
A media tarde, cuando estaba dando clases a las enfermeras, recibí el mensaje de que un carro estaba estacionado en la puerta de enfrente de mi residencia.
Cuando llegué a mi casa, el carro ya se había ido, pero allí, sobre la baranda, había un paquete grande de veintidós libras. Sentí lágrimas mojando mis ojos. No podía abrir el paquete yo sola, así que mandé a llamar a los niños del orfanato. Juntos tiramos de las cintas, deshaciendo cuidadosamente cada nudo. Doblamos el papel, cuidando de no romperlo demasiado. La excitación iba en aumento. Algunos treinta o cuarenta pares de ojos estaban enfocados en la gran caja de cartón. De hasta arriba, saqué unos jersey de punto de colores brillantes. Los ojos relumbraban conforme los levantaba.
Después había las vendas de punto para los pacientes leprosos, y los niños mostraron un leve aburrimiento. Luego venía una caja de pasas mixtas con pasas de Esmirna -estas harían una porción para el pan del fin de semana. A continuación, cuando volví a meter la mano, pensé ¿...estoy sintiendo lo que en realidad es? Agarré y saqué, si, una bolsa para agua caliente, nueva. Lloré. No le había pedido a Dios que me la enviara; porque realmente no creí que Él pudiera hacerlo. Ruth estaba al frente de la fila que formaban los niños. Ella se abalanzó afirmando: ¡Si Dios nos envió la bolsa, debió mandarnos también la muñeca. Hurgando hasta el fondo de la caja, ella sacó la muñeca pequeña y bellamente vestida. ¡Sus ojos brillaron! ¡Ella nunca dudó! Viendo hacia mí, preguntó: ¿Puedo ir con usted y darle esta muñeca a la niña, para que ella sepa que Jesús la ama en realidad? El paquete había estado en camino por cinco meses completos. Empacado por mis antiguos alumnos de la escuela dominical, cuyo líder había escuchado y obedecido a Dios urgiéndole a enviar una bolsa para agua caliente, a pesar de que iba para el ecuador geográfico. Y una de las niñas había puesto una muñeca para una niña africana -cinco meses antes, en respuesta a la oradora de diez años que creyó y pidió que lo trajera ´esa tarde´. Antes de que pidan, yo responderé (Isaías 65:24). Orar es uno de los mejor dones que recibimos. No tiene costo y trae muchas recompensas. Nunca dudes de Dios, confía en Él, y Él actuará, la Providencia Divina nunca nos fallará.
El Papa, en la ventana del ángelus
Pide la paz para Ucrania y Lesotho, asi como ayuda para los "perseguidos" en Irak
Papa: "Nada de insultos. Insultar no es cristiano. Es malo, muy malo"
"Las palabras también matan. Cuando se hace una crítica injusta, se mata la fama del otro"
José Manuel Vidal, 07 de septiembre de 2014 a las 11:44
(José M. Vidal).- Mediodía soleado en Roma. El Papa saluda, sonriente, como siempre, desde la ventana y centra su catequesis en la corrección fraterna, que ha de hacerse con mucho tacto. Porque "las palabras también matan". Sobre todo, una corrección fraterna sin insultos, porque "insultar no es cristiano". Al término del ángelus, pidió por la paz en Ucrania, Lesotho, así como ayuda para lso "cristianos perseguidos en Irak".
Algunas frases de su discurso
"La corrección fraterna en la comunidad de los creyentes"
"Las etapas de la corrección fraterna indican el esfuerzo que el Señor pide a su comunidad para acompañar al que peca sin que se pierda"
"La actitud es de delicadeza, prudencia y humildad, evitando que las palabras puedan herir y matar al hermano"
"Las palabras también matan. Cuando se hace una crítica injusta, se mata la fama del otro. Las palabras matan. Esto es algo serio"
"El objetivo es ayudar a la persona a darse cuenta de lo que hizo...y ayudarnos a nosotros a liberarnos de la ira y del resentimiento y de la amargura del corazón, que nos llevan a insultar y agredir"
"Nada de insultos. Insultar no es cristiano. Es malo, muy malo"
"Jesús nos dijo que no juzguemos"
"La corrección fraterna es un servicio recíproco"
"Por eso, al inicio de la misa, estamos invitados a reconocer que somos pecadores"
"Todos somos pecadores y necesitados del perdón del Señor"
"Jesús invita a todos a su mesa, a los santos y a los pecadores"
"Dos condiciones para ir bien a la misa: todos somos pecadores y a todos Dios no da su misericordia"
Tras el ángelus y la bendición
Habla de la tregua en Ucrania. "Hoy, noticias poco alentadoras. Deseo que se lleve consuelo a la población y María, reina de la paz ruega por nosotros.
Une su voz a los obispos de Lesotho. "Condeno la violencia y pido a Dios para que en el reino de Lesotho se restablezca la paz, la justicia y la fraternidad"
En estos últimos días se han cumplido pasos significativos en búsqueda de una tregua en las regiones interesadas en el conflicto en Ucrania oriental. Deseo que esto pueda dar alivio a la población y contribuir en los esfuerzos por una paz duradera. Rezo para que, en la lógica del encuentro, el diálogo iniciado pueda proseguir y traer el fruto esperado.
Uno además mi voz a la de los Obispos de Lesoto, que han dirigido un llamado por la paz en aquel País. Condeno todo acto de violencia y rezo al Señor para que en el Reino de Lesoto se restablezca la paz, en la justicia y en la fraternidad.
Recuerda que la Cruz Roja italiana parte hacia Erbil, en Irak. Bendice a todas "las personas que ayudan a nuestros hermanos perseguidos y oprimidos". Saluda especialmente a los brasileños y al cardenal arzobispo de Lima, que hoy inaugura el sínodo de la archidiócesis.
"Mañana será el cumpleaños de la Virgen. Y como con la madre, se la saluda, se la felicita. Mañana, desde bien temprano, saludad a la Virgen y desearle felicidades y rezadle un avemaría".
Texto completo de la alocución del Papa antes de rezar el Ángelus:
Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo, tomado del capítulo 18 de Mateo, presenta el tema de la corrección fraterna en la comunidad de los creyentes. Jesús nos enseña que si mi hermano comete una culpa contra mí, yo debo usar la caridad hacia él, antes que todo, hablarle personalmente, explicándole que aquello que ha dicho o hecho no es bueno ¿Y si el hermano no me escucha? Jesús sugiere una intervención progresiva: primero, vuelve a hablarle con otras dos o tres personas, para que sea más consciente del error que ha cometido; si, no obstante esto, no acoge la exhortación, es necesario decirlo a la comunidad; y si tampoco escucha a la comunidad, es necesario hacerle percibir la fractura y el distanciamiento que él mismo ha provocado, haciendo venir a menos la comunión con los hermanos en la fe.
Las etapas de este itinerario indican el esfuerzo que el Señor pide a su comunidad para acompañar a quien se equivoca, para que no se pierda. Es ante todo necesario evitar el clamor de la habladuría y el cotilleo de la comunidad: «Ve y corrígelo en privado» (v. 15). La actitud es de delicadeza, prudencia, humildad, atención hacia quien ha cometido una culpa, evitando que las palabras puedan herir y matar al hermano. Al mismo tiempo esta discreción tiene la finalidad de no mortificar inútilmente al pecador. Es a la luz de esta exigencia que se comprende también la serie sucesiva de intervenciones, que prevé la intervención de algunos testimonios y luego incluso de la comunidad.
El objetivo es aquel de ayudar al hermano a darse cuenta de aquello que ha hecho, y que con su culpa ha ofendido no solamente a uno, sino a todos. En realidad, ante Dios todos somos pecadores y necesitados de perdón. Todos. Jesús, de hecho, nos ha dicho no juzgar. La corrección fraterna es un aspecto del amor y de la comunión que deben reinar en la comunidad cristiana, es un servicio recíproco que podemos y debemos darnos los unos a los otros. Corregir al hermano es un servicio. Y es posible y eficaz solamente si cada uno se reconoce pecador y necesitado del perdón del Señor. La misma consciencia que me hace reconocer el error del otro, me hace acordar que yo me equivocado primero y que me equivoco tantas veces.
Por esto, al inicio de la Santa Misa, estamos siempre invitados a reconocer ante el Señor que somos pecadores, expresando con las palabras y con los gestos el sincero arrepentimiento del corazón. Y decimos "ten piedad de mi Señor que soy pecador". Es el Espíritu Santo el que habla a nuestro espíritu y nos hace reconocer nuestras culpas a la luz de la palabra de Jesús. Y es el mismo Jesús que nos invita a todos, santos y pecadores, a su mesa recogiéndonos de los cruces de los caminos, de las diversas situaciones de la vida (cfr Mt 22,9-10). Y entre las condiciones que acomunan a los participantes a la celebración eucarística, dos son fundamentales dos condiciones para ir bien a la misa: todos somos pecadores y a todos Dios dona su misericordia. Debemos recordar esto siempre antes de ir hacia el hermano para la corrección fraterna. Pidamos todo esto por intercesión de la Bienaventurada Virgen María, que mañana celebraremos en la conmemoración litúrgica de su Natividad.
Regina,Santa
Mártir, 7 de septiembre
Virgen y Mártir
Martirologio Romano: En Alesia, en el territorio de los eduos, en la Galia, santa Regina, mártir (s. inc.).
Hija de un ciudadano pagano de Alise, en Borgoña, la santa -cuya madre falleció al dar la luz- fue entregada a una nodriza que era cristiana y que la educó en la fe. Su belleza atrajo las miradas del prefecto Olybrius, quien, al saber que era de noble linaje, quiso casarse con ella, pero ella se negó a aceptarlo y no quiso atender los discursos de su padre, quien trataba de convencerla para que se casara con un hombre tan rico.-
Ante su obstinación, su padre decidió encerrarla en un calabozo y, como pasaba el tiempo sin que Regina cediese, Olybrius desahogó su cólera haciendo azotar a la joven y sometiéndola a otros tormentos.-
Una de aquellas noches, recibió en su calabozo el consuelo de una visión de la cruz al tiempo que una voz le decía que su liberación estaba próxima. En el momento de la ejecución (decapitación), apareció una paloma blanquísima que causó la conversión de muchos de los presentes.
La devoción a la santa aumentó a partir del siglo VII.