Es a mí a quien lo habéis hecho

Evangelio según San Mateo 25,31-46. 

Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'. Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? 

¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'. Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'. Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'. 

Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'. Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna". 

Santa Coleta

Virgen (1380-1447)    Hija única. Su padre fue un carpintero de Corbie, en la Picardía, que en agradecimiento a san Nicolás por haberle dado la niña tan deseada, esperada y que parecía que no iba a llegar nunca, le puso por nombre Nicolette. Quedó huérfana a los dieciocho años.

La mitad de su vida transcurrió durante el Cisma de Occidente (1378-1417), donde se simultaneaban papas y antipapas a granel; hasta tres papas llegó a tener la Iglesia, uno en Roma, otro en Avignón y otro en Pisa. Coleta, que como la gran mayoría de los franceses, aceptaba la obediencia al papa de Avignón, tomó en el mismo año tres hábitos distintos por la entrada en tres monasterios diferentes.    Tal como entró salió en las beguinas de Amiens, en las benedictinas de Corbie y en las clarisas "suaves" o mitigadas en su rigor primitivo por bula de Urbano IV (muerto en 1264) y por ello llamadas "urbanistas"; todos los monasterios le parecían demasiado cómodos y relajados; todos los ella conoció habían perdido el rigor primitivo.

Ciertamente los males eran muy grandes en la Iglesia. Por fin recaló en la Tercera Orden de san Francisco, sin vida en común.   Decidió enclaustrarse ella misma, haciendo que le tapiaran entre dos contrafuertes de la iglesia de Nuestra Señora de Corbie; allí tenía la suerte de no tener nada, de poder emplear el día y la noche en oración contemplativa y dedicarse a las penitencias que el espíritu le sugería. Vivía reclusa, vestida con su hábito, y consiguió hacer de aquel espacio su celda particular desde la que podía asistir a la misa diaria y recibir a Jesús Sacramentado.

Por cuatro años llevó aquella vida solitaria y penitente, ayunando toda la Cuaresma a pan agua y repitiendo en alguna que otra temporada la misma pauta; con poco sueño y mala cama, si es que puede recibir este nombre el manojo de sarmientos desparramados por el suelo y que le servían para estirar sus huesos.  En esas circunstancias tuvo éxtasis en los que le parecía contemplar el lastimoso estado de las personas consagradas a Dios, que habían perdido el fervor de la primera caridad. Lágrimas y más penitencia para expiar.

Tuvo visiones de la Virgen, de san Francisco y santa Clara que le pedían dedicase su tiempo y fuerzas a reformar la Orden franciscana; pero como se veía a sí misma como la criatura más tosca, vil y torpe para tamaña empresa, no se atrevió a hacer nada hasta que recibió la prueba de lo que desde el Cielo se le pedía.    Animada por fray Enrique de la Beaume y ayudada por la Sra. De Brisay, se trasladó de Niza a Provenza para entrevistarse con Benedicto XIII, en Avignón. Tiene veinticinco años. Asombrado quedó el papa con las propuestas de Coleta; autorizó la reforma para todas aquellas monjas que quisieran aceptarla y la autorizó para fundar nuevos conventos; aprobó con todas sus bendiciones el propósito de Colette, vistiéndole él mismo el hábito de la Orden Franciscana, otorgándole el velo y el cíngulo, y nombrándola abadesa y superiora general tanto de los conventos que reformase como de los que fundase.

Toda Francia se puso en su contra: los seglares, los religiosos y los mismos prelados consideraron aquella aventura poco menos que imposible. Las monjas la juzgaron como amotinada, orgullosa, hipócrita e ilusa. Tuvo que retirarse a Saboya por la persecución; después pasó a Borgoña.  

Gracias a su perseverancia se consiguió aquel imposible por la cantidad de sinsabores, humillaciones, mortificación y trabajo que debió padecer para sacar la reforma adelante. La peste ayudó un poco también, llevándose por delante con sus estragos a las que mostraron mayor resistencia a la reforma. El primer convento que aceptó la vuelta al primitivo espíritu fue el de Besanzon; luego se corrió el buen deseo por toda centro Europa y dejó atrás a los Pirineos, cuando pasó a España.

Murió Coleta, después de recibir fervorosamente los sacramentos, en Gante (Bélgica), el día 6 de marzo de 1447, con sesenta y seis años de edad, después de haber sido adornada con los dones de profecía y milagros. Ella misma fundó dieciocho nuevos conventos llamados de las Clarisas Pobres, las descalzas, que viven en alegría el espíritu de Coleta.

Oremos
Tú, Señor, que concediste a Santa Coleta el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de esta santa, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

Calendario  de Fiestas Marianas: Nuestra Señora de Nazaret, Pierre Noire,  Portugal (1150)

Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022), monje griego Capítulos teológicos, gnósticos y prácticos, § 92s

“Es a mí a quien lo habéis hecho”

Si alguien da una limosna a noventa y nueve pobres, y después injuria, maltrata o envía con las manos vacías al único que queda ¿sobre quién cae ese trato sino sobre aquél que dice, no cesa de decir y dirá un día: “Cada vez que lo hicisteis a uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”?... En efecto, está en todos esos pobres aquél que es alimentado por nosotros en cada uno de los más pequeños. De la misma manera, si alguno da a todos lo necesario para hoy, y mañana, pudiéndolo hacer, no se acuerda de sus hermanos y les deja morir de hambre, de sed y de frío, es como si hubiera dejado morir y despreciado a aquél que dijo: “Cada vez que lo hicisteis a uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”... 

Si Cristo se ha dignado tomar el rostro de cada pobre, si se ha identificado con todos los pobres, es para que ninguno de los que creen en él se eleve por encima de su hermano..., sino que lo acoja como a Cristo que ha derramado toda su sangre por nuestra salvación... Es posible que todo esto parezca penoso a muchos y les parezca razonable decirse: “¿Quién puede hacer todo esto, cuidar y alimentar a todos los que tienen necesidad y no olvidar a nadie?”. Pero que escuchen a San Pablo que declara: “Nos apremia el amor el Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron” (2Co 5,14).

Un amor total
San Mateo 25, 31-46. I Lunes de Cuaresma

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Gracias, Jesús, por este día… Hoy quiero estar contigo. Quiero escucharte y en cada momento estar en tu presencia.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
El corazón no está hecho para migajas y sobras de amor…, no está hecho para un amor abstracto. El corazón está hecho para un amor concreto…, para un amor que goce, que sufra, un amor total.

El corazón no se contenta con ideas y amores de película… exige un amor real.

Jesús conoce mi corazón, pues Él lo ha creado y sabe, aún más que yo, lo que necesita. Sabe lo que necesita el que ama y lo que necesita el amado. También sabe que el corazón lo busca a Él y sólo a Él… lo sabe muy bien.

Jesús escucha los reclamos ante su ausencia. Escucha mis oraciones vacías ante su silencio pues desespero al no verlo.

Te pido que me muestres tu rostro y… ¡Ahí estás! Te muestras, te revelas en el prójimo… te revelas en sus heridas.

Quieres amar en mí y ser amado en el otro. Conoces los deseos que tengo de amor y te dejas amar en el otro. Sólo que… no te veo Señor; muchas veces sé que estás pero no te siento. Las debilidades e imperfecciones, propias y ajenas, me distraen, sin embargo, es ahí donde hay que amar… ahí me pides amar.

El amor que me inspiras en el silencio de la oración; el que me inspiras al contemplar la cruz…ése es el amor que me pides dar.

Nosotros los cristianos estamos llamados a contemplar el misterio del Amor no amado, y a derramar misericordia sobre el mundo. En la Cruz, árbol de vida, el mal ha sido trasformado en bien; también nosotros, discípulos del Crucificado, estamos llamados a ser “árboles de vida”, que absorben la contaminación de la indiferencia y restituyen al mundo el oxígeno del amor.

(Homilía de S.S. Francisco, 20 de septiembre de 2016).

Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hacer un acto de caridad a una persona necesitada, consciente de que se lo estoy haciendo al mismo Cristo.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Qué es lo que han hecho de malo los que no vieron a Cristo en los pobres?

Lunes primera semana de Cuaresma. Es el no haber abierto los ojos para ver a Cristo en sus hermanos. 

La Cuaresma que se nos puede presentar simplemente como camino de penitencia, como un camino de dolor, como un camino negativo, realmente es todo lo contrario. Es un camino sumamente positivo, o por lo menos así deberíamos entenderlo nosotros, como un camino de crecimiento espiritual. Un camino en el cual, cada uno de nosotros va a ir encontrándose, cada vez con más profundidad con Cristo. Encontrarnos con Cristo en el interior, en lo más profundo de nosotros, es lo que acaba dando sentido a todas las cosas: las buenas que hacemos, las malas que hacemos, las buenas que dejamos de hacer y también las malas que dejamos de hacer.

En el fondo, el camino que Dios quiere para nosotros, es un camino de búsqueda de Él, a través de todas las cosas. Esto es lo que el Evangelio nos viene a decir cuando nos habla de las obras de misericordia. Quien da de comer al hambriento, quien da de beber al sediento, en el fondo no simplemente hace algo bueno o se comporta bien con los demás, sino va mucho más allá. Está hablándonos de una búsqueda interior que nosotros tenemos que hacer para encontrarnos a Cristo; una búsqueda que tenemos que tenemos que ir realizando todos los días, para que no se nos escape Cristo en ninguno de los momentos de nuestra existencia.

¿Cómo buscamos a Cristo?¿Cuánto somos capaces de abrir los ojos para ver a Cristo? ¿Hasta que punto nos atrevemos a ir descubriendo, en todo lo que nos pasa, a Cristo? La experiencia cotidiana nos viene a decir que no es así, que muchas veces preferimos cerrar nuestros ojos a Cristo y no encontrarnos con Él.

¿Por qué nos puede costar reconocer a Cristo?¿Qué es lo que han hecho de malo los que no vieron a Cristo en los pobres? ¿Realmente dónde está el mal? Cuando dice Jesús Estuvieron hambrientos y no les disteis de comer; estuvieron sedientos y no les disteis de beber, ¿qué es lo que han hecho de malo? Lo que han hecho de malo, es el no haber sido capaces de reconocer a Cristo; el no haber abierto los ojos para ver a Cristo en sus hermanos. Ahí está el mal.

Lo que nos viene a decir el Evangelio, el problema fundamental es que nosotros tengamos la valentía, la disponibilidad, la exigencia personal para reconocer a Cristo. No simplemente para hacer el bien, que eso lo podemos hacer todos, sino para reconocer a Dios. Saber poner a Cristo en todas las situaciones, en todos los momentos de nuestra vida.

Esto que nos podría parecer algo muy sencillo, sin embargo es un camino duro y exigente. Un camino en el cual podemos encontrarnos tentaciones. ¿Cuál es la principal tentación? La principal tentación en este camino, del cual nos habla el Evangelio de hoy, es precisamente la tentación de no aceptar, con nuestra libertad, que Cristo puede estar ahí, o sea la tentación del uso de la libertad.

Creo que si hay algo a lo cual nosotros estamos profundamente arraigados, es a nuestra libertad y es lo que buscamos defender en todo momento y conservar por encima de todo. Cristo dice: "¡Cuidado!, no sea que tu libertad vaya a impedirte reconocerme. ¿Cuántas veces el ayudar a alguien significa tener que dejar de ser uno mismo? ¿Cuántas veces el ayudar a alguien significa tener que renunciar a nosotros mismos? "Tuve hambre y no me diste de comer". Y tengo que ser yo quien te dé de comer de lo mío, es decir, tengo que renunciar. Tengo que ser capaz de detenerme, de acercarme a ti, de descubrir que tienes hambre y de darte de lo mío.

A veces podríamos pensar que Cristo sólo se refiere al hambre material, pero cuántas veces se acerca a nosotros corazones hambrientos espiritualmente y nosotros preferimos seguir nuestro camino; preferimos no comprometer nuestra vida, pues es más fácil, así no me meto en complicaciones, así me ahorro muchos problemas.

¿Cuántas veces podrían nuestros hermanos, los hombres, haber pasado a nuestro lado, haber tocado nuestra puerta y haber encontrado nuestro corazón, libremente, conscientemente cerrado? diciendo: "yo no me voy a comprometer con los demás, yo no me voy a meter en problemas". Cuidado, porque esta cerrazón del corazón, puede hacer que alguien muera de hambre; puede ser que alguien muera de sed. No podemos solucionar todos los problemas del mundo; no podemos arreglar todas las dificultades del mundo, pero la pregunta es: ¿cada vez que alguien llega y toca a tu corazón, le abres la puerta? ¿te comprometes cada vez que tocan tu corazón? Este es un camino de Cuaresma, porque es un camino de encuentro con Cristo, con ese Cristo que viene una y otra vez a nuestra alma, que llega una y otra a nuestra existencia.

Todos nosotros somos de una o de otra forma, miembros comprometidos en la Iglesia, miembros que buscan la superación en la vida cristiana, que buscan ser mejores en los sacramentos, ser mejores en las virtudes, encontrarnos más con nuestro Señor. ¿Por qué no empezamos a buscarlos cuando Él llega a nuestra puerta? Cuidad con la principal de las tentaciones, que es tener el corazón cerrado.

A veces nos podría preocupar muchas tentaciones: lo mal que está el mundo de hoy, lo tremendamente horrible que está la sociedad que nos rodea. ¿Y la situación interior? ¿Y la situación de mi corazón cerrado a Cristo? ¿Y la situación de mi corazón que me hace ciego a Cristo, cómo la resuelvo? Las situaciones de la sociedad se pueden ignorar cerrando los ojos, no preocupándome de nada, metiéndome en un mundo más o menos sano. Pero la del corazón, la tentación que te impide reconocer a Cristo en tu corazón, ¿cómo la solucionas? Este es el peor de los problemas, porque de ésta es la que a la hora de la hora te van a preguntar: ¿Qué hiciste? ¿Dónde estabas? ¿Por qué no me abriste si estabas en casa?¿Por qué si yo te estaba buscando a ti, tu no me quisiste abrir la puerta? ¿Por qué si yo quería llegar a tu vida, preferiste quedarte dentro y no salir? ?¿Por qué si yo quería reunirme contigo, solucionar tus problemas, ayudarte a reconocerme, tú preferiste seguir viviendo con los ojos cerrados.

Esto es algo muy fuerte y la Cuaresma tiene que ayudarnos a preguntarnos y a planteárnos la apertura real del corazón y ver porqué nuestro corazón cerrado por nuestra libertad no quiere reconocer a Cristo en los demás. Atrevámonos a ver quiénes somos, cómo estamos viviendo nuestra existencia. Abramos nuestro corazón de par en par. No permitamos que nuestro corazón acabe siendo el sediento y hambriento por cerrado en si mismo. Podemos acabar siendo nosotros, auténticos hambrientos y sedientos, y estar Cristo tocando a nuestras puertas y sin embargo cerramos el corazón.

Hagamos de nuestro camino de cuaresmal, un camino hacia Dios abriendo nuestro corazón. Yo estoy seguro, de que siempre que abramos nuestro corazón vamos a encontrarnos con nuestro Señor, con Cristo que nos dice por dónde tenemos que ir. Así, nuestra alma va a decir: "efectivamente, yo se que tu eres el Señor, te he reconocido y por eso abro mi vida. Te he reconocido y por eso me doy completamente y soy capaz de superar cualquier dificultad. Te he reconocido". Abramos el corazón, reconozcamos a Cristo, no permitamos que nuestra vida se encierre en sí misma. Tres condiciones para que podamos verdaderamente tener al Señor en nuestra existencia. De otra forma, quién sabe qué imagen tengamos de Dios y no se trata de hacer a Dios a nuestra imagen, sino hacernos a imagen de Dios.

Que el reclamo a la santidad, que es la Cuaresma, sea un reclamo a un corazón tan abierto, tan generoso y tan disponible que no tenga miedo de reconocer a Cristo en todas cada una de la situaciones por las que atraviesa; en todas y cada una de las exigencias, que Cristo, venga a pedir a nuestra vida cotidiana. No se trata simplemente de esperar hasta el día del Juicio Final para que nos digan: "tu a la derecha y tu a la izquierda"; es en el camino cotidiano, donde tenemos que empezar a abrir los ojos y a reconocer a Cristo.

Ángeles de verdad y ¿ángeles de mentira?
Hoy es muy común ver publicidad de actividades y de libros relacionados con los ángeles, ¿es verdad lo que ahí enseñan?

Mientras escribo estas líneas tengo ante mí un libro en cuya contraportada puedo leer que su autor “nos enseña una técnica olvidada: la capacidad de poder conectarnos con los Ángeles –fuerzas con una conciencia individualizada–, recibir su sabiduría y poder efectuar de este modo grandes sanaciones, en nosotros y en los que nos rodean”. Sin más rodeos, se trata de una estrategia muy común en la espiritualidad alternativa de la Nueva Era (New Age): tomar un elemento del cristianismo (en este caso, los ángeles) y darle otro significado, otro contenido.

¿Quiénes son los ángeles? Bueno, antes tendríamos que aclarar que los ángeles existen, según la fe cristiana. Según el Compendio del Catecismo, “los ángeles son criaturas puramente espirituales, incorpóreas, invisibles e inmortales; son seres personales dotados de inteligencia y voluntad. Los ángeles, contemplando cara a cara incesantemente a Dios, lo glorifican, lo sirven y son sus mensajeros en el cumplimiento de la misión de salvación para todos los hombres” (n. 60). Además, añade, están presentes en la vida de la Iglesia, que “se une a los ángeles para adorar a Dios, invoca la asistencia de los ángeles y celebra litúrgicamente la memoria de algunos de ellos” (n. 61). Conocemos, por la Sagrada Escritura, los nombres de tres arcángeles con misiones muy especiales en la Historia de la Salvación: Miguel, Rafael y Gabriel. Y creemos en el ángel de la guarda o ángel custodio de cada persona. Como decía San Basilio Magno, “cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida”.

Sin embargo, ahora es muy común ver publicidad de actividades y de libros relacionados con los ángeles en la clave que decía al principio: sanación con los ángeles, la magia de los ángeles, su ayuda para conocer el futuro o la propia personalidad, tarot de los ángeles, contacto con ellos, etc. También son comunes en diversas manifestaciones culturales. Pueden distinguirse, en primer lugar, porque Dios no suele aparecer. O, si lo hace, se trata de una energía divina difusa que está detrás, pero sin más importancia. En la revelación de la Biblia está claro que los ángeles son “mensajeros” (eso significa su nombre en griego) y remiten a Dios, cosa que no pasa en las propuestas de la New Age.

Otro elemento que nos puede servir para distinguir lo que se aparta de lo cristiano es que se presentan catálogos de ángeles y arcángeles, con sus nombres correspondientes. Así se da claramente un paso de lo conocido por la revelación de Dios a lo inventado por mentes muy imaginativas o descubierto en investigaciones de tipo esotérico. No sólo se proponen esas listas de ángeles –y las funciones o cualidades de cada uno, o incluso sus firmas o “sellos”–, sino que se les atribuye un carácter divino.

Hay que subrayar un elemento muy importante en estas nuevas formas de “creer” en los ángeles: se insiste normalmente en la comunicación con los ángeles, con las más diversas técnicas de contacto, que se enmarcan en lo que ahora se llama channelling o “canalización”. Según los que la defienden y practican, la persona puede convertirse en un “canal” de una entidad espiritual superior o que se encuentra en otra dimensión. Así sería posible comunicarse con los ángeles y recibir sus enseñanzas ocultas. No hace falta profundizar mucho para darse cuenta de que es una versión adaptada, contemporánea y atractiva del espiritismo de toda la vida, llamando “canal” al médium.

Concluyendo: frente al escepticismo y materialismo que nos domina, los cristianos seguimos creyendo en la existencia de los ángeles como una verdad revelada por Dios. Son criaturas espirituales que nos acompañan y nos acercan a Dios. Todo lo que se salga de ahí, por atractivo que parezca, nos lleva a una religiosidad diferente que, en el fondo, nos aleja de Dios, haciéndonos creer poseedores de un conocimiento especial que nos salva y nos convierte en seres divinos.

1er Domingo de Cuaresma: Los engaños del demonio
Reflexión del evangelio de la misa del Domingo 5 de marzo de 2017

Serán como Dios”, promete la serpiente y el hombre se enajena sintiéndose dueño, señor y su propio dios. Todo parece atractivo, todo parece bueno  

Lecturas:
Gen 2, 7-9; 3, 1-7: “Creación y pecado de nuestros primeros padres”.
Salmo 50: “Misericordia, Señor, hemos pecado”.
Romanos 5, 12-19: “El don de Dios supera con mucho al delito”.
San Mateo 4, 1-11: “El ayuno y las tentaciones de Jesús”.

“Todo parecía tan fácil y la necesidad era grande. Solamente tenía que ir a la ciudad vecina a llevar ‘un paquete’, me pagaban mucho y además, quien me lo pedía era mi novio de quien estaba enamorada. Dije que solamente lo haría una vez, pero a esa vez se sucedió otra, y una más y muchas más. Cada vez con más peligro, cada vez más presionada. Después me exigieron entregar mi cuerpo a los jefes y mi novio no dijo nada. Comprendí me error: él nunca me quiso, sólo me enroló para sus fines. Ahora quiero salirme, he visto muchos horrores, injusticias, pleitos y hasta asesinatos. Quiero salirme pero estoy atrapada, conocen a mis papás, a mis hermanos, y si yo me escondiera, ellos pagarían las consecuencias. ¡Cómo es la tentación tan atractiva y después quedas atrapada en su telaraña”. Es el testimonio de alguien, de entre muchas inocentes, que se ha visto atrapada en el narcotráfico y ahora no puede escaparse.

De una manera magistral el libro de Génesis responde a las grandes interrogantes del hombre y hoy nos coloca de frente a la dura realidad del pecado y  la maldad. Hecho para la vida, colocado en el paraíso, el hombre quiere imponer sus propios límites y dictar sus propias leyes. “Serán como Dios”, promete la serpiente y el hombre se enajena sintiéndose dueño, señor y su propio dios. Todo parece atractivo, todo parece bueno… ¿Por qué aceptar restricciones si puede hacer lo que le venga en gana? Y cae en la tentación y pronto se descubre desnudo, expulsado y castigado por su propia ambición y orgullo. El Génesis nos plantea con términos sencillos y didácticos, la raíz de toda tentación y pecado: quitar a Dios de nuestra vida.

Cuando alguien leía las tentaciones que nos propone el Evangelio de San Mateo, se quedó desconcertado imaginando cómo paseaban juntos el demonio y Jesús, y cómo el demonio lo lleva de un lado a  otro proponiendo las tentaciones. Esta narración no podemos tomarla en un sentido literal, sino llena de símbolos y enseñanzas; sin embargo el evangelista quiere testimoniar realidades y hechos que tienen vigencia, no solamente en tiempos de Jesús, sino en nuestro mundo y en nuestra historia… Hoy también hay tentaciones y lo más triste es que van metiéndose en nuestra vida sin darnos cuenta. San Mateo usa este lenguaje lleno de alegorías para describir todas las tentaciones por las que tuvo que pasar Jesús a lo largo de su vida, y la triple prueba las engloba a todas. Pero también nos pone en guardia sobre las tentaciones actuales que silenciosamente, malignamente, se van metiendo en el  corazón del hombre: la injusticia, la ambición, el egoísmo, en fin, el poner en el centro al hombre y el olvidarse de Dios.

La primera de las tentaciones, “que las piedras se conviertan en pan”, nos llevaría a un mundo que solamente vive del placer, del disfrutar y del gozo egoísta. Nada raro, en nuestro mundo, escuchar: “Si a mí me gusta, si nadie le hago daño…  ¿Por qué es malo? ¿Qué les importa a otros?” Y sin embargo nos llama Jesús a descubrir lo profundamente erróneo de esta afirmación. Cuando sólo nos guiamos por los propios gustos y satisfacciones, dejamos fuera a los hermanos, degeneramos nuestro propio cuerpo y nuestro propio ser.

Sí, para darnos gusto y saciar nuestros apetitos atentamos contra la dignidad y el derecho de los demás y contra nuestra propia dignidad. Cuántos gobiernos e instituciones se conforman con “pan y circo”  y distraen a los ciudadanos de sus verdaderas necesidades y derechos. Es más fácil acallar y dar atole con el dedo que responder a las verdaderas necesidades. Es fácil también en lo personal caer en el sentirse a gusto y satisfacer los propios deseos, sin una moral que nos dirija, sin un sentido comunitario que nos lleve a mirar más allá de nuestra propia comodidad.

Nadie quiere tropezar y caer, pero es el pretexto que encuentra el demonio para hacer resaltar la fama, el aparecer, el apantallar. Y nuestro mundo tiene la tentación de quedarse más en la máscara que en el propio ser, más en la apariencia que en el contenido, más en la opinión de los demás que en el ser interior. Nos hemos vaciado de nosotros mismos y de Dios, y quedamos a merced de las opiniones ajenas y de las modas y de las ideologías. Se convierte el hombre en veleta, sin principios: hoy es de una religión, de un partido, de una tendencia; mañana, ha cambiado y se adapta a lo que mejor le conviene con tal de estar a tono con las nuevas tendencias. Y llegamos a una religión comodina y fácil, que dé gusto a todos y que no respete ni a Dios ni a los demás.

La tercera tentación, “Adorarás al Señor tu Dios”, aparentemente la menos difícil, es la que más se nos ha metido en nuestro corazón: quitar a Dios de la vida, de las relaciones y del corazón. Vivir adorando sólo al hombre y sus deseos, ponerlo por centro; y como cada hombre es diferente, acabamos teniendo tantos dioses como personas hay en el mundo. Se ha olvidado el hombre de Dios y aquí encuentra su propia perdición. No puede el hombre erigirse en su propio ídolo, pues llegará a la injusticia, al egoísmo y hasta el totalitarismo. Es la base de toda tentación: pretender ser Dios, olvidar la condición de creatura, negar la posibilidad de pecado.

Es el primer Domingo de Cuaresma y nos invita a desenmascarar nuestras tentaciones y nuestros tropiezos. No es cuestión de asustarnos con el demonio, pero tampoco es hora de olvidar su astucia. Se necesita creer más en Dios que en el demonio. La gracia es infinitamente más fuerte que el mal, pero sería peligroso olvidarse de la propia fragilidad. ¿Cuáles son mis tentaciones y cómo las disfrazo? ¿Qué estoy haciendo para superarlas? Hoy necesitamos recordar que la misericordia y el amor de Dios siempre están a la puerta para que les abramos nuestro corazón.

Señor, Jesús, que venciste las tentaciones con la oración, el ayuno y la presencia de Dios Padre, fortalece e ilumina nuestro corazón, para vencer la maldad y la injusticia que lo tienen atado. Amén.

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