Ahora mismo iré a la casa de mi padre

Evangelio según San Lucas 15,1-3.11b-32. 

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; 
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'. Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. 
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".

San Cirilo de Jerusalen

Obispo y Doctor de la Iglesia (315-386)  

Nació en una familia cristiana el año 315; sucedió al obispo Máximo en la sede de Jerusalén el año 348.  Tuvo que sufrir varios destierros por defender la fe católica frente a los arrianos.  Fue un insigne predicador, catequista y escritor.   Murió el año 386.





Oremos 

Señor Dios nuestro, que te serviste de san Cirilo, obispo de Jerusalén, para que tu Iglesia comprendiera más profundamente el sentido de los sacramentos de salvación, concédenos, por sus plegarias, un conocimiento tan profundo de los misterios de tu Hijo que nos haga tener vida abundante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 

 



 I Vísperas de San José esposo de Santa María Virgen

Himno

Cante tu gloria célica armonía,  

tú que compartes con la siempre pura 

la misteriosa genealogía de la Escritura. 



Esposo virgen de la Virgen Madre, 

en quien Dios mismo declinó su oficio; 

réplica humilde del eterno Padre, padre nutricio. 



Último anillo de las profecías, 

¡oh patriarca de la nueva alianza! 

Entre tus brazos se acunó el Mesías, nuestra esperanza. 



Guarda a la Iglesia de quien fue figura 

la inmaculada y maternal María; 

guárdala intacta, firme y con ternura de eucaristía. 



Gloria a Dios Padre que en tu amor descuida, 

gloria a Dios Hijo que te fue confiado, 

gloria al Espíritu que alentó tu vida 

para el Amado.  Amén 

 


Dios todopoderoso, que, en los albores del nuevo Testamento, encomendaste a San José los misterios de nuestra salvación, haz que  ahora tu Iglesia, sostenida por la intercesión del esposo de María, lleve a su pleno cumplimiento la obra de la salvación de los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Calendario de Fiestas Marianas:Nuestra Señora de las Mercedes de Savona.

San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia Sermón 30 sobre el Cantar de los Cantares


El misterio de la viña de Dios

Hermanos, si reconocemos que la Iglesia es la viña del Señor, nos damos cuenta que no es una prerrogativa pequeña haber extendido sus límites a toda la tierra... 

      

A través de esta imagen veo a los primeros creyentes de los cuales se dice que «todos pensaban y sentían lo mismo» (Hch 4,32)... Porque la persecución no la ha tan brutalmente desenraizado que no haya podido ser replantada en otros lugares y alquilada a otros viñadores, los cuales, llegada la estación propicia, han hecho que diera fruto. No ha perecido sino que ha cambiado de suelo; mejor así pues ha ganado en fuerza tanto como en extensión, como la bendita viña del Señor. Hermanos, levantad los ojos y veréis «que su sombra cubre las montañas y sus pámpanos los cedros de Dios, que ha extendido sus sarmientos hasta el mar y sus brotes hasta el Gran Río» (cf sl 79, 11-12). 

     

No es sorprendente: es el edificio de Dios, el campo de Dios (1C 3,9). Es él quien la fecunda, la propaga, la corta y la poda para que dé más fruto. No va él a despreocuparse de una viña que su mano derecha plantó (Sl 79,15); no va a abandonar una viña en la que los pámpanos son los apóstoles, la cepa es Jesucristo, y el Padre es el viñador (Jn 15,1-5). Plantada en la fe, hunde sus raíces en la caridad; trabajada por la obediencia, fertilizada por las lágrimas de arrepentimiento, regada con la palabra de los predicadores, rebosa un vino que inspira el gozo y no la mala conducta, vino de muy dulce sabor, que en verdad rejuvenece el corazón del hombre (Sl 103,15)... ¡Hija de Sión, consuélate contemplando este gran misterio, no llores más! ¡Abre tu corazón para acoger a todas las naciones de la tierra!

 

 

Francisco se confiesa

"Permanecer con el confesionario abierto, que es el corazón de Dios abierto"
El Papa pide a los confesores que sean humildes y no traten con dureza a los penitentes
Lamenta este tipo de carteles: "Se confiesa sólo los lunes y miércoles, de tal hora a tal hora"
José Manuel Vidal, 17 de marzo de 2017 a las 17:46
La oración es la primera garantía para evitar cualquier actitud de dureza, que inútilmente juzga al pecador y no al pecado

(José M. Vidal/Agencias).- Confesores misericordiosos. Así quiere el Papa a sus curas, cuando se sientan en el confesionario. Y la misericordia se concreta, según Francisco, en evitar la dureza con los penitentes y, además, discerni, rezar mucho y ser humildes  e inteligentes. Lo dijo en el discurso dirigido a un grupo de sacerdotes que participan en un simposio promovido por la Penitenciaría Apostólica.

¿Quién es el buen confesor y cómo se convierte en buenos confesores?, les preguntó el papa argentino y aclaró que "uno no se convierte en buenos confesores gracias a un curso, pues la del confesional es una escuela larga, que dura toda la vida",
Francisco resaltó que un buen confesor debe "principalmente cultivar la oración", porque sólo así será "reflejo creíble de la misericordia de Dios y evitará las dificultades y malentendidos que a veces también se podrían generar en el encuentro sacramental".

"La oración es la primera garantía para evitar cualquier actitud de dureza, que inútilmente juzga al pecador y no al pecado", agregó.

 

Para el pontífice, otro punto indispensable es el "don de la humildad", pues, dijo, "permite identificarnos con los sufrimientos de los hermanos y hermanas que se acercan al confesional, y acompañarlos con prudente y maduro discernimiento y con verdadera compasión de sus sufrimientos".

El discernimiento permite "distinguir", es decir, permite "no poner todo en el mismo saco" y es, añadió, "una obra de rápido e inteligente discernimiento que puede hacer mucho bien a los fieles".

"El discernimiento es también necesario porque, aquellos que se acercan al confesionario, pueden venir de muchas situaciones diferentes; también pueden tener trastornos espirituales, cuya naturaleza debe ser sometida a un cuidadoso discernimiento, teniendo en cuenta todas las circunstancias existenciales, eclesiales, naturales y sobrenaturales. Allí donde el confesor se diera cuenta de la presencia de verdaderos trastornos espirituales - que también pueden ser en gran parte psicológicos, y por ello deben ser verificados a través de una sana colaboración con las ciencias humanas -, no dudarán en referirse a aquellos que, en la diócesis, están a cargo de este delicado y necesario ministerio, a saber, los exorcistas. Pero éstos deberán seleccionarse con gran cuidado y mucha prudencia".

Agregó que "confesar es prioridad pastoral" y lamentó que en las parroquias haya carteles donde pone: "Se confiesa sólo los lunes, y miércoles a partir de tal hora a tal hora".

"Se confiesa cada vez que te lo piden. Y si te quedas allí rezando, estás con el confesionario abierto, que es el corazón de Dios abierto", destacó.

Y por último, tras aseverar que el confesional es un verdadero y propio "lugar de evangelización", porque "no hay evangelización más auténtica que el encuentro con el Dios de la misericordia", el pontífice señaló que el confesional es, en consecuencia, un lugar de formación, y por este motivo en el breve diálogo con el penitente, el confesor está llamado a discernir qué cosa sea más útil, e incluso necesaria, en el camino espiritual de aquel hermano o hermana. En definitiva, es una obra "de rápido e inteligente discernimiento que puede hacer mucho bien a los fieles".

La entrada a casa

San Lucas 15, 1-3.11-32. II Viernes de Cuaresma.


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Muéstrame, Padre, el camino hacia Ti. Dame fuerzas para ponerme en camino con el corazón y con las obras, «…dirige nuestra vida y condúcenos a la luz donde habitas» (Oración de la misa del día). María, llévame a Jesús, el rostro visible de la Misericordia. Amén.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

La parábola del hijo pródigo es, ante todo, la historia de un Padre. Cada escena de este relato habla por sí sola, pero el momento del abrazo habla de modo muy especial al corazón. En esta oración acerquémonos a Dios y dejémonos abrazar por Él, que es un buen Padre…

Jesús no exigía a los pecadores unas condiciones para poder encontrarse con Él. Lo mismo el Padre en la parábola, no pone un letrero de «paso restringido», «casa reservada para los leales». Sólo con ser hijo ya se tienen las puertas abiertas y todos los derechos al corazón misericordioso de Dios.

Cuánta esperanza nos da, cada vez que nos alejamos de casa, recordar que las puertas siempre están abiertas. Sólo depende de nosotros tomar la decisión de volver: «Me pondré en camino adonde está mi Padre.» Ahí tenemos la puerta del confesionario, donde recuperamos el anillo de familia, la vestidura de la gracia, las sandalias para volver a caminar. ¡Y cuántas veces en nuestra vida hemos sido recibidos ya en esta puerta! Porque Cristo no se cansa nunca de perdonarnos, y nos levanta sin contar el número de caídas. ¿Cómo no agradecer una misericordia tan grande?

Quizá ya hemos aprovechado la oportunidad esta cuaresma para una buena confesión, o bien pensamos hacerlo pronto. Sea como sea, pidamos en esta oración el don de una confianza cada vez más grande en la misericordia de Dios. Pidamos a María, Madre de Misericordia, que nos guíe de vuelta a casa si nos alejamos, y que nos enseñe a vivir cada vez más unidos a su Hijo Jesucristo.

El relato nos hace ver algunas características de este padre: es un hombre siempre preparado para perdonar y que espera contra toda esperanza. Sorprende sobre todo su tolerancia ante la decisión del hijo más joven de irse de casa: podría haberse opuesto, sabiendo que todavía es inmaduro, un muchacho joven, o buscar algún abogado para no darle la herencia ya que todavía estaba vivo. Sin embargo le permite marchar, aún previendo los posibles riesgos. Así actúa Dios con nosotros: nos deja libres, también para equivocarnos, porque al crearnos nos ha hecho el gran regalo de la libertad. Nos toca a nosotros hacer un buen uso. ¡Este regalo de la libertad que nos da Dios, me sorprende siempre!
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de marzo de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré hoy cultivar la alegría y el optimismo de saberme perdonado por Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.


Confiar en Dios es ponernos en sus manos


Sábado segunda semana Cuaresma. La conversión del corazón, requiere que estemos dispuestos a soltarnos en Él. 



Confiar en Dios requiere, de cada uno de nosotros, que nos pongamos en sus manos. Esta confianza en Dios, base de la conversión del corazón, requiere que auténticamente estemos dispuestos a soltarnos en Él.



Cada uno de nosotros, cuando busca convertir su corazón a Dios nuestro Señor y busca acercarse a Él, tiene que pasar por una etapa de espera. Esto puede ser para nuestra alma particularmente difícil, porque aunque en teoría estamos de acuerdo en que la santidad es obra de la gracia, en que la santidad es obra del Espíritu Santo sobre nuestra alma, tendríamos que llegar a ver si efectivamente en la práctica, en lo más hondo de nuestro corazón lo tenemos arraigado, si estamos auténticamente listos interiormente para soltarnos en confianza plena para decir: "Yo estoy listo Señor, confío en Ti"



Desde mi punto de vista, el alma puede a veces perderse en un campo bastante complejo y enredarse en complicaciones interiores: de sentimientos y luchas interiores; o de circunstancias fuera de nosotros, que nos oprimen, que las sentimos particularmente difíciles en determinados momentos de nuestra vida. Son en estas situaciones en las que cada uno de nosotros, para convertir auténticamente el corazón a Dios, no tiene que hacer otra cosa más que confiar.
Qué curioso es que nosotros, a veces, en este camino de conversión del corazón, pensemos que es todo una obra de vivencia personal, de arrepentimiento personal, de virtudes personales.



Estamos en Cuaresma, vamos a Ejercicios y hacemos penitencia, pero ¿cuál es tu actitud interior? ¿Es la actitud de quien espera? ¿La actitud de quien verdaderamente confía en Dios nuestro Señor todos sus cuidados, todo su crecimiento, todo su desarrollo interior? ¿O nuestra actitud interior es más bien una actitud de ser yo el dueño de mi crecimiento espiritual?


Mientras yo no sea capaz de soltarme a Dios nuestro Señor, mi alma va a crecer, se va a desarrollar, pero siempre hasta un límite, en el cual de nuevo Dios se cruce en mi camino y me diga: "¡Qué bueno que has llegado aquí!, ahora tienes que confiar plenamente en mí". Entonces, mi alma puede sentir miedo y puede echarse para atrás; puede caminar por otra ruta y volver a llegar por otro camino, y de nuevo va a acabar encontrándose con Dios nuestro Señor que le dice: "Ahora suéltate a Mí"; una y otra vez, una y otra vez.


Éste es el camino de Dios sobre todas y cada una de nuestras almas. Y mientras nosotros no seamos capaces de dar ese brinco, mientras nosotros no sintamos que toda la conversión espiritual que hemos tenido no es en el fondo sino la preparación para ese soltarnos en Dios nuestro Señor, no estaremos realmente llegando a nada. El esfuerzo exterior sólo tiene fruto y éxito cuando el alma se ha soltado totalmente en Dios nuestro Señor, se ha dejado totalmente en Él. Sin embargo, todos somos conscientes de lo duro y difícil que es.


¿Qué tan lejos está nuestra alma en esta conversión del corazón? ¿Está detenida en ese límite que no nos hemos atrevido a pasar? Aquí está la esencia del crecimiento del alma, de la vuelta a Dios nuestro Señor. Solamente así Dios puede llegar al alma: cuando el alma quiere llegar al Señor, cuando el alma se suelta auténticamente en Él.


Nuestro Señor nos enseña el camino a seguir. La Eucaristía es el don más absoluto de que Dios existe.

De alguna forma, con su don, el Señor me enseña mi don a Él. La Eucaristía es el don más profundo de Dios en mi existencia. ¿De qué otra forma más profunda, más grande, más completa, puede dárseme Dios nuestro Señor?


Hagamos que la Eucaristía en nuestras almas dé fruto. Ese fruto de soltarnos a Él, de no permitir que cavilaciones, pensamientos, sentimientos, ilusiones, fantasías, circunstancias, estén siendo obstáculos para ponernos totalmente en Dios nuestro Señor. Porque si nosotros, siendo malos, podemos dar cosas buenas, ¿cómo el Padre que está en los Cielos, no les va a dar cosas buenas a los que se sueltan en Él, a los que esperan de Él?


Pidámosle a Jesucristo hacer de esta conversión del corazón, un soltar, un entregarnos plenamente en nuestro interior y en nuestras obras a Dios. Sigamos el ejemplo que Cristo nos da en la Eucaristía y transformemos nuestro corazón en un lugar en el cual Dios nuestro Señor se encuentra auténticamente como en su casa, se encuentra verdaderamente amado y se encuentra con el don total de cada uno de nosotros.



Papa Francisco propone 3 aspectos para un buen sacerdote confesor

El Papa Francisco propuso tres aspectos para ser un buen sacerdote confesor en sus palabras a los participantes del curso anual sobre el fuero interno promovido por la Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede.


En el Aula Pablo VI este viernes 17 de marzo, el Santo Padre comentó que “esto de la Penitenciaría es el tipo de tribunal que me gusta realmente porque es un ‘tribunal de la misericordia’, al que uno llega para obtener aquella medicina indispensable para nuestra alma que es la misericordia divina”.

El esfuerzo para llegar a ser un buen sacerdote confesor, dijo luego, dura toda la vida y propuso 3 aspectos para desempeñar esta tarea de la mejor forma:

1.- El buen confesor es amigo de Jesús Buen Pastor

El Santo Padre explicó que “sin esta amistad, será muy difícil madurar en aquella paternidad tan necesaria en el ministerio de la Reconciliación”.

“Ser amigos de Jesús significa antes que nada cultivar la oración, ya sea una oración personal con el Señor, pidiendo incesantemente el don de la caridad pastoral, o ya sea una oración específica por el ejercicio de la tarea de confesores y por los fieles, hermanos y hermanas que se acercan a nosotros buscando la misericordia de Dios”.

Francisco resaltó que “un confesor que reza sabe bien que él es el primer pecador y el primero en ser perdonado. Entonces la oración es la primera garantía para evitar cualquier actitud de dureza, que inútilmente juzga al pecador y no el pecado”.

“En la oración es necesario implorar el don de un corazón herido, capaz de comprender las heridas de otros y sanarlas con el aceite de la misericordia, aquel que el buen samaritano puso en las llagas del desventurado, por el que nadie tuvo piedad”.

En la oración, resaltó el Santo Padre, es necesario también pedir “el don precioso de la humildad” e invocar “siempre al Espíritu Santo, que es un espíritu de discernimiento y compasión”.

El Pontífice explicó que “el Espíritu permite identificarnos con los sufrimientos de las hermanas y los hermanos que se acercan al confesionario y acompañarlos con un discernimiento maduro y prudente, con una verdadera compasión para con sus sufrimientos, causados por la pobreza del pecado”.

2.- El buen confesor es un hombre del Espíritu y del discernimiento

“¡Cuánto mal hace a la Iglesia la falta de discernimiento! Cuánto mal ocurre en las almas por un actuar que no busca sus propias raíces en la escucha humilde del Espíritu Santo y de la voluntad de Dios”.

El confesor, dijo el Papa, “no hace su propia voluntad y no enseña su propia doctrina. Él está llamado a hacer siempre y solo la voluntad de Dios, en plena comunión con la Iglesia, de la cual es ministro, es decir siervo”.

“El discernimiento permite distinguir siempre, para no confundir, y para no hacer nunca ‘de toda la hierba un manojo’. El discernimiento educa la mirada y el corazón, permitiendo aquella delicadeza de ánimo tan necesaria ante quien nos abre el sagrario de su propia consciencia para recibir luz, paz y misericordia”.

Francisco indicó también que “el discernimiento es necesario también porque, quien se acerca al confesionario, puede provenir de las más dispares situaciones y podría tener incluso disturbios espirituales”.

“Allí donde el confesor se diese cuenta de la presencia de reales y verdaderos disturbios espirituales –que pueden ser también en gran parte psíquicos, y que deben ser verificados a través de una sana colaboración con las ciencias humanas– no deberá dudar en referirse a quienes, en las diócesis, se encargan de este delicado y necesario ministerio, es decir los exorcistas”.

3.- El confesionario es un verdadero lugar de evangelización

“No hay, de hecho, evangelización más auténtica que el encuentro con el Dios de la misericordia”. “Encontrar la misericordia significa encontrar el verdadero rostro de Dios, así como el Señor Jesús nos lo ha revelado”.

El Papa precisó que en el breve diálogo con el penitente que se acerca a la Reconciliación, el sacerdote confesor debería siempre discernir aquello que “sea más útil o necesario para el camino espiritual de aquel hermano”.

“El confesor, de hecho, está llamado cotidianamente a llegar hasta las ‘periferias del mal y del pecado’, y su obra representa una auténtica prioridad pastoral”.

El Papa Francisco alentó a los participantes del curso de la Penitenciaría Apostólica a “que sean buenos confesores: inmersos en la relación con Cristo, capaces de discernimiento en el Espíritu Santo y prontos a aprovechar la ocasión para evangelizar”.

Finalmente el Santo Padre animó a “perdonar con la Madre, perdonar con la Madre. Porque esta mujer o este hombre que viene al confesionario tiene una Madre en el Cielo que le abrirá la puerta y le ayudará al momento de entrar en el cielo. Siempre la Virgen, porque la Virgen nos ayuda también a nosotros en el ministerio”.

Tus preguntas sobre la Cuaresma

Si se vive bien la Cuaresma, deberá lograrse una auténtica y profunda conversión personal







 ¿QUÉ ES LA CUARESMA?


Llamamos Cuaresma al período de cuarenta días (quadragesima) reservado a la preparación de la Pascua, y señalado por la última preparación de los catecúmenos que deberían recibir en ella el bautismo.

¿DESDE CUÁNDO SE VIVE LA CUARESMA?


Desde el siglo IV se manifiesta la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión

¿POR QUÉ LA CUARESMA EN LA IGLESIA CATÓLICA?


“La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto” (n. 540).

¿CUÁL ES, POR TANTO, EL ESPÍRITU DE LA CUARESMA?


Debe ser como un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales, con la purificación del corazón, una práctica perfecta de la vida cristiana y una actitud penitencial.

¿QUÉ ES LA PENITENCIA?


La penitencia, traducción latina de la palabra griega metanoia que en la Biblia significa la conversión (literalmente el cambio de espíritu) del pecador, designa todo un conjunto de actos interiores y exteriores dirigidos a la reparación del pecado cometido, y el estado de cosas que resulta de ello para el pecador.
Literalmente cambio de vida, se dice del acto del pecador que vuelve a Dios después de haber estado alejado de Él, o del incrédulo que alcanza la fe.

¿QUÉ MANIFESTACIONES TIENE LA PENITENCIA?


“La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el AYUNO, la oración, la limosna, que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo, la intercesión de los santos y la práctica de la caridad "que cubre multitud de pecados" (1 Pedro, 4,8.).” (Catecismo Iglesia Católica, n. 1434).

¿ESTAMOS OBLIGADOS A HACER PENITENCIA?


“Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por la ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1249).

¿CUÁLES SON LOS DÍAS Y TIEMPOS PENITENCIALES?


“En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1250).

¿QUÉ DEBE HACERSE TODOS LOS VIERNES DEL AÑO?


En recuerdo del día en que murió Jesucristo en la Santa Cruz, “todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1251).

¿CUÁNDO ES CUARESMA?


La Cuaresma comienza el Miércoles de ceniza y concluye inmediatamente antes de la Misa Vespertina in Coena Domini. (jueves santo). Todo este período forma una unidad, pudiéndose distinguir los siguientes elementos:


1) El Miércoles de ceniza,

2) Los domingos, agrupados en el binomio, I-II; III, IV y V; y el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor,

3) La Misa Crismal y
4) Las ferias.

¿QUÉ ES EL MIÉRCOLES DE CENIZA?


Es el principio de la Cuaresma; un día especialmente penitencial, en el que manifestamos nuestro deseo personal de CONVERSIÓN a Dios.
Al acercarnos a los templos a que nos impongan la ceniza, expresamos con humildad y sinceridad de corazón, que deseamos convertirnos y creer de verdad en el Evangelio.


¿CUÁNDO TIENE ORIGEN LA PRÁCTICA DE LA CENIZA?


El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X. El liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso.


¿CUÁNDO SE BENDICE E IMPONE LA CENIZA?


La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar dentro de la Misa, después de la homilía; aunque en circunstancias especiales, se puede hacer dentro de una celebración de la Palabra. Las fórmulas de imposición de la ceniza se inspiran en la Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1, 15.

¿DE DÓNDE PROVIENE LA CENIZA?


La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán.


¿CUÁL ES EL SIMBOLISMO DE LA CENIZA?


El simbolismo de la ceniza es el siguiente:
a) Condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte;
b) Situación pecadora del hombre;
c) Oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda;
d) Resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo;

¿A QUÉ NOS INVITA LA IGLESIA EN LA CUARESMA?


La Iglesia persiste en invitarnos a hacer de este tiempo como un retiro espiritual en el que el esfuerzo de meditación y de oración debe estar sostenido por un esfuerzo de mortificación personal cuya medida, a partir de este mínimo, es dejada a la libertad generosidad de cada uno.

¿QUÉ DEBE SEGUIRSE DE VIVIR LA CUARESMA?


Si se vive bien la Cuaresma, deberá lograrse una auténtica y profunda CONVERSIÓN personal, preparándonos, de este modo, para la fiesta más grande del año: el Domingo de la Resurrección del Señor.

¿QUÉ ES LA CONVERSIÓN?


Convertirse es reconciliarse con Dios, apartarse del mal, para establecer la amistad con el Creador.
Supone e incluye dejar el arrepentimiento y la Confesión (ver el impreso Guía de la Confesión) de todos y cada uno de nuestros pecados.
Una vez en gracia (sin conciencia de pecado mortal), hemos de proponernos cambiar desde dentro (en actitudes) todo aquello que no agrada a Dios.

¿POR QUÉ SE DICE QUE LA CUARESMA ES UN “TIEMPO FUERTE” Y UN “TIEMPO PENITENCIAL?


“Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de CUARESMA, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia. Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras).” (Catecismo Iglesia Católica, n. 1438)

¿CÓMO CONCRETAR MI DESEO DE CONVERSIÓN?


De diversas maneras, pero siempre realizando obras de conversión, como son, por ejemplo:
1. Acudir al Sacramento de la Reconciliación (Sacramento de la Penitencia o Confesión) y hacer una buena confesión: clara, concisa, concreta y completa.
2. Superar las divisiones, perdonando y crecer en espíritu fraterno.
3. Practicando las Obras de Misericordia.

¿CUÁLES SON LAS OBRAS DE MISERICORDIA?


Las Obras de Misericordia espirituales son:


• Enseñar al que no sabe.

• Dar buen consejo al que lo necesita.

• Corregir al que yerra.

• Perdonar las injurias.
• Consolar al triste.

• Sufrir con paciencia las adversidades y flaquezas del prójimo.

• Rogar a Dios por los vivos y los muertos

• Las Obras de Misericordia corporales son:

• Visitar al enfermo.

• Dar de comer al hambriento.

• Dar de beber al sediento.

• Socorrer al cautivo.
• Vestir al desnudo.

• Dar posada al peregrino.

• Enterrar a los muertos.

¿QUÉ OBLIGACIONES TIENE UN CATÓLICO EN CUARESMA?


Hay que cumplir con el precepto del AYUNO y la ABSTINENCIA, así como con el de la CONFESIÓN y COMUNIÓN anual.

¿EN QUÉ CONSISTE EL AYUNO?


El AYUNO consiste en hacer una sola comida al día, aunque se puede comer algo menos de lo acostumbrado por la mañana y la noche. No se debe comer nada entre los alimentos principales, salvo caso de enfermedad.

¿A QUIÉN OBLIGA EL AYUNO?


Obliga vivir la ley del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que tengan cumplido cincuenta y nueve años. (cfr. CIC, c. 1252).

¿QUÉ ES LA ABSTINENCIA?


Se llama abstinencia a privarse de comer carne (roja o blanca y sus derivados).

¿A QUIÉN OBLIGA LA ABSTINENCIA?


La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años. (cfr. CIC, c. 1252).

¿PUEDE CAMBIARSE LA PRÁCTICA DEL AYUNO Y LA ABSTINENCIA?


“La Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1253).

¿QUÉ ES LO QUE IMPORTA DE FONDO DEL AYUNO Y LA ABSTINENCIA?


Debe cuidarse el no vivir el ayuno o la abstinencia como unos mínimos, sino como una manera concreta con la que nuestra Santa Madre Iglesia nos ayuda a crecer en el verdadero espíritu de penitencia.

¿QUÉ ASPECTOS PASTORALES CONVIENE RESALTAR EN LA CUARESMA?


El tiempo de Cuaresma es un tiempo litúrgico fuerte, en el que toda la Iglesia se prepara para la celebración de las fiestas pascuales. La Pascua del Señor, el Bautismo y la invitación a la reconciliación, mediante el Sacramento de la Penitencia, son sus grandes coordenadas.
Se sugiere utilizar como medios de acción pastoral:


1) La catequesis del Misterio Pascual y de los sacramentos;


2) La exposición y celebración abundante de la Palabra de Dios, como lo aconseja vivamente el canon. 767, & 3, 3)


3) La participación, de ser posible diaria, en la liturgia cuaresmal, en las celebraciones penitenciales y, sobre todo, en la recepción del sacramento de la penitencia: “son momentos fuertes en la práctica penitencial de la Iglesia” (CEC, n. 1438), haciendo notar que “junto a las consecuencias sociales del pecado, detesta el mismo pecado en cuanto es ofensa a Dios”; y,


4) El fomento de los ejercicios espirituales, las peregrinaciones, como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna y las obras caritativas y misioneras.

 

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