Mis ovejas escuchan mi voz
- 07 Mayo 2017
- 07 Mayo 2017
- 07 Mayo 2017
En las comunidades cristianas necesitamos vivir una experiencia nueva de Jesús reavivando nuestra relación con él. Ponerlo decididamente en el centro de nuestra vida. Pasar de un Jesús confesado de manera rutinaria a un Jesús acogido vitalmente. El evangelio de Juan hace algunas sugerencias importantes al hablar de la relación de las ovejas con su pastor.
Lo primero es «escuchar su voz» en toda su frescura y originalidad. No confundirla con el respeto a las tradiciones ni con la novedad de las modas. No dejarnos distraer ni aturdir por otras voces extrañas que, aunque se escuchen en el interior de la Iglesia, no comunican su Buena Noticia.
Es importante, además, sentirnos llamados por Jesús «por nuestro nombre». Dejarnos atraer por él. Descubrir poco a poco, y cada vez con más alegría, que nadie responde como él a nuestras preguntas más decisivas, nuestros anhelos más profundos y nuestras necesidades últimas.
Es decisivo «seguir» a Jesús. La fe cristiana no consiste en creer cosas sobre Jesús, sino en creerle a él: vivir confiando en su persona; inspirarnos en su estilo de vida para orientar nuestra propia existencia con lucidez y responsabilidad.
Es vital caminar teniendo a Jesús «delante de nosotros». No hacer el recorrido de nuestra vida en solitario. Experimentar en algún momento, aunque sea de manera torpe, que es posible vivir la vida desde su raíz: desde ese Dios que se nos ofrece en Jesús, más humano, más amigo, más cercano y salvador que todas nuestras teorías.
Esta relación viva con Jesús no nace en nosotros de manera automática. Se va despertando en nuestro interior de forma frágil y humilde. Al comienzo es casi solo un deseo. Por lo general crece rodeada de dudas, interrogantes y resistencias. Pero, no sé cómo, llega un momento en el que el contacto con Jesús empieza a marcar decisivamente nuestra vida.
Estoy convencido de que el futuro de la fe entre nosotros se está decidiendo, en buena parte, en la conciencia de quienes en estos momentos nos sentimos cristianos. Ahora mismo la fe se está reavivando o se está extinguiendo en nuestras parroquias y comunidades, en el corazón de los sacerdotes y fieles que las formamos.
La increencia empieza a penetrar en nosotros desde el mismo momento en que nuestra relación con Jesús pierde fuerza o queda adormecida por la rutina, la indiferencia y la despreocupación. Por eso, el papa Francisco ha reconocido que «necesitamos crear espacios motivadores y sanadores [...] lugares donde regenerar la fe en Jesús». Hemos de escuchar su llamada.
4 Pascua – A (Juan 10,1-10) 07 de mayo 2017
José Antonio Pagola
EL BUEN PASTOR
TEXTO PROFÉTICO:
“Voy a congregar a todo Jacob, a reunir al resto de Israel. Los juntaré como ovejas en el aprisco, como rebaño en medio del prado” (Mq 2, 12).
TEXTO EVANGÉLICO
“Yo soy la puerta: quien entre por mí sé salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos” (Jn 10, 9).
TEXTO PATRÍSTICO
“Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas, es decir, que las amo, y las mías me conocen. Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: «los que aman vienen tras de mí». Pues el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía” (San Gregorio Magno).
TEXTO MÍSTICO
Un pastorcico solo está penado,
ajeno de placer y de contento,
y en su pastora puesto el pensamiento,
y el pecho del amor muy lastimado.
2. No llora por haberle amor llagado,
que no le pena verse así afligido,
aunque en el corazón está herido;
mas llora por pensar que está olvidado.
3. Que sólo de pensar que está olvidado
de su bella pastora, con gran pena
se deja maltratar en tierra ajena,
y el pecho del amor muy lastimado. (San Juan de la Cruz)
CONSIDERACIÓN
Si el Señor, por propia iniciativa se auto presenta como pastor bueno, y el creyente se acoge al cuidado de quien arriesga su vida por salvar a las ovejas de su rebaño, no es temeraria la confianza y el abandono en manos de pastor tan responsable, y tendrá a gala cantar: “El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes pradera me hace reposar”.
La ternura, el cuidado, la entrega que representa la imagen de un pastor, las asume Jesús para ofrecernos la seguridad de su solicitud. Y aunque se pase por cañadas oscuras, nada hay que temer.
A su vez, cada uno, especialmente los que tenemos alguna responsabilidad, encontramos en la imagen del Pastor bueno, el modelo de entrega y de compromiso. Es día de pedir que no falten pastores para cuidar la grey del Señor. Jornada mundial de oración por las vocaciones de especial consagración.
Pastor y puerta
El capítulo 10 del evangelio de Juan nos presenta la alegoría del Buen Pastor. El texto está dividido en dos partes: una primera nos habla de Cristo como puerta del aprisco; la segunda parte insiste más en la idea del pastor bueno. Pero, en los dos momentos del texto evangélico se destaca la figura central de Cristo, preocupado por amor de sus ovejas. Es curioso y llama la atención cómo en la primera parte (vv. 1-10), el evangelista hace la identificación entre el pastor y la puerta. ¿Qué relación existe entre ambas figuras aplicadas a Cristo?
Antes de responder esta interrogante conviene destacar la contraposición que se hace entre el pastor (bueno) y los que no lo son. El evangelista los denomina bandidos, extraños… en el fondo no tienen ninguna preocupación por el rebaño, porque no lo consideran propio. Jesús habla del pastor, quien sí entra por la puerta del redil. El que abre la puerta para la entrada de las ovejas es reconocido por conocer él, a la vez, a sus ovejas. Conocen su voz y eso les da seguridad.
En el mismo texto aparece la expresión clave que nos llama la atención: “Yo soy la puerta, quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará los pastos”. Esta expresión puede ser entendida con dos ideas. Una de ellas la expresará Jesús al iniciarse sus momentos finales, en la Última Cena: Cuando dice “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Es una imagen que está mostrando cuál es la senda que se ha de seguir: la propuesta por Jesús con su Verdad y con su Vida. Es decir, el camino es su propia Persona. Al identificarse con Él por el bautismo, el creyente es introducido en el camino de la novedad de vida, es decir, la salvación. Esto es, seguir a Jesús y dejarse configurar a Él por la acción del Espíritu. Las ovejas que de cierto conocen al Señor no van a tener ninguna dificultad de seguirlo, pues Él está demostrando cómo las ama al entregar su propia vida por ellas. Puerta del camino, símbolos que se identifican en la Persona de Cristo.
La segunda idea es tomada de algunos comentaristas bíblicos, desde la patrística hasta nuestros días. Y resulta bastante iluminadora y acorde con la anterior. Cuando el pastor llevaba a sus ovejas hacia pastos seguros, para resguardarlas durante la noche o en determinados momentos de las jornadas que se vivían fuera, en el campo, el pastor construía un corral muy rudimentario y provisional. Pero, a la puerta, que podía ser franqueada sin mayores dificultades el pastor le daba un resguardo muy peculiar: él mismo. Así, de noche, por ejemplo, se solía acostar allí donde funcionaba la débil entrada del corralito; y durante el resto de la jornada también estaba allí, mientras las ovejas estaban resguardadas.
Por eso, es fácil entender cómo el pastor bueno es también la puerta. Y en dos sentidos: uno el de la seguridad. Las ovejas podían sentirla porque el pastor no iba a permitir que entrara ningún enemigo; y desde allí mismo vigilaba y cuidaba de sus ovejas. Las ovejas no iban a salir por otro lado, ni a entrar por otra parte, sino por donde se encontraba el pastor. Este escuchaba la voz de aquellas y con sus silbidos y exclamaciones las iba llamando, para que entraran por donde él se encontraba.
Así, en la alegoría del buen pastor es comprensible entender la relación estrecha entre pastor y puerta. Cristo es el pastor y las ovejas le siguen. Es buen pastor porque da su vida por ellas y éstas lo saben al escuchar su voz. Las cuida y protege, de tal modo, que les guía con seguridad, incluso por cañadas oscuras, hasta donde deben pastar y poder sentirse en su casa, como lo canta el salmo 23. Cristo camino y puerta: camino de salvación y puerta por donde deben ingresar quienes deseen llegar hasta la plenitud.
Este texto evangélico debe servir de apoyo a la labor de todos aquellos que han sido configurados a Cristo Sacerdote y buen pastor. Los pastores de la nueva alianza actúan en nombre del Señor. Por eso, deben contagiar esa seguridad de la que hemos hablado antes. En primer lugar por hacerlo configurados al Señor y porque, al hacerlo, deben mostrarse como pastores y puertas: pastores que dan la vida popr sus ovejas y puertas por donde deben ingresar hacia el resguardo de su caridad pastoral.
Cristo Pastor y Puerta. Figura e imagen de lo que debe ser todo sacerdotes, obispo y diácono: pastores buenos, puertas para garantizar la protección de las ovejas a ellos encomendadas. Por eso, la Iglesia, cuando celebra el Domingo IV de pascua se dedica a orar por una necesidad siempre urgente en la Iglesia: que aumenten las vocaciones y los ministros del Señor para que siempre pueda haber pastores y puertas al estilo de Jesús quienes, al estilo de Jesús han venido también a dar vida y en abundancia.
Regina Coeli del Papa Francisco
Agencias
El Papa da las gracias a una asociación que lucha contra el abuso infantil
Francisco: "Para Jesús nunca somos desconocidos, sino amigos y hermanos"
"A veces racionalizamos demasiado la fe y corremos el riesgo de perder la voz del Buen Pastor"
Cameron Doody, 07 de mayo de 2017 a las 12:38
No siempre es fácil distinguir la voz del Buen Pastor. Siempre existe el peligro del falso pastor. Siempre existe el riesgo de ser distraído por el ruido de muchas otras voces
(Cameron Doody).- El Buen Pastor y la puerta del redil. Un líder cuya autoridad se expresa en el servicio. El Papa Francisco ha dedicado su catequesis en el Regina Coeli de hoy a explicar estas imágenes con las que Jesús se identifica en el Evangelio de este Domingo del Buen Pastor, Día también de Oración por las Vocaciones. "Hoy se nos invita a dejar la falsa sabiduría de este mundo y seguir a Jesús, el Resucitado, como el único guía seguro que da sentido a nuestras vidas", ha animado el pontífice.
Algunas frases de la catequesis del Papa
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de este domingo Jesús se presenta con dos imágenes que se complementan entre sí: la imagen del pastor y la imagen de la puerta del redil
Jesús se identifica como un pastor y expresa una relación de familiaridad con las ovejas, expresada a través de la voz que las ovejas reconocen y siguen
Las llama para sacarlas a pastos verdes donde encuentran buena comida
La segunda imagen con la que Jesús se presenta es la de la "puerta de las ovejas". De hecho, dice, "Yo soy la puerta; el que por mí entre, se salvará": tendrá vida y la tendrá en abundancia
Cristo, el Buen Pastor, se ha convertido en la puerta de salvación para la humanidad, porque ofreció su vida por sus ovejas
Jesús, el Buen Pastor y la puerta de las ovejas, es un líder cuya autoridad se expresa en el servicio: es un líder que da la vida
Sólo una señal, una llamada, y las ovejas le siguen, le escuchan. Así es Cristo para nosotros
A veces racionalizamos demasiado la fe y corremos el riesgo de perder la percepción de la voz, la voz de Jesús, el Buen Pastor, que estimula y fascina
Para él nunca somos desconocidos, sino amigos y hermanos
No siempre es fácil distinguir la voz del Buen Pastor. Siempre existe el peligro del ladrón, del falso pastor. Siempre existe el riesgo de ser distraído por el ruido de muchas otras voces
Hoy se nos invita a dejar la falsa sabiduría de este mundo y seguir a Jesús, el Resucitado, como el único guía seguro que da sentido a nuestras vidas
En este Día Mundial de Oración por las Vocaciones invocamos a la Virgen María: que acompañe a los diez nuevos sacerdotes que ordené hace un rato
Saludos del Papa tras el rezo del Regina Coeli
Ayer, en Gerona, España, fueron beatificados Antonio Arribas Hortigüela y seis compañeros, religiosos de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón... Su martirio nos despierta un deseo de dar un testimonio valiente del Evangelio de la caridad
Os saludo a todos, romanos y peregrinos fieles
Saludo a la Asociación "Meter", que desde hace más de dos décadas se opone a todas las formas de abuso infantil. Gracias, muchas gracias por su compromiso en la Iglesia y en la sociedad; ¡sigan adelante con coraje!
En este mes de mayo rezamos especialmente el rosario por la paz conforme a lo solicitado por la Virgen en Fátima, donde voy a ir en peregrinación en pocos días, con motivo del centenario de las apariciones
Les deseo a todos un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mí
¡Buena comida y adiós!
La voz del Pastor Evangelio según San Juan 10, 1-10. IV Domingo de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este momento que me regalas para estar en tu presencia. Tú me conoces. Sabes qué es lo que más necesito en este momento. Tú me has creado. Sueñas con mi amor. Cada vez que me miras aquí, delante de Ti, tu Corazón se inflama de amor y de gusto por verme. Te gusta cuando estoy así, cuando te abro mi corazón y dejo de lado todos los tapujos y formalismos. Me amas, Jesús, como soy. Ayúdame a corresponderte con mi amor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, hoy me dices que tus ovejas escuchan tu voz, la reconocen y la siguen. Te pido, amado Jesús, que me ayudes a escuchar tu voz.
Hoy día, en el mundo, hay tanto ruido que me impide escuchar tu voz; son tantas las voces que se levantan a mi alrededor pidiendo que las siga: mi soberbia, mi vanidad, mi orgullo... ¿Cuáles son las voces que me acechan?, ¿sé reconocerlas y diferenciarlas de tu voz, Jesús?
¡Ayúdame, Jesús, a conocer tan bien tu voz, que sea capaz de diferenciarla de todas las otras voces!
También son muchos los ladrones que intentan imitar tu voz prometiéndome una vida más cómoda; los lobos con piel de oveja que intentan atemorizarme con sus dientes; los "verdes pastos" sintéticos de una felicidad superficial y pasajera que, lejos de calmar mi hambre, me dejan vacío y enfermo por dentro.
Son muchos los peligros que me circundan Jesús, sin embargo, no debo temer, pues Tú has venido para que yo tenga vida y la tenga en abundancia.
Quiero reconocer tu voz, Jesús, para ello, tengo que estar cerca de Ti, tengo que ser una oveja con el olor a su pastor. ¡No permitas que me separe de Ti! Dame la gracia y la fuerza que necesito para poder seguirte hasta el final.
"Jesús es la puerta que nos hace entrar y salir. ¡Porque el rebaño de Dios es un refugio, no una prisión! La casa de Dios es un refugio, no una prisión, y la puerta se llama Jesús. Y si la puerta está cerrada, decimos: "¡Señor, abre la puerta!". Jesús es la puerta y nos hace entrar y salir. Son los ladrones, los que tratan de evitar la puerta: es curioso, los ladrones siempre tratan de entrar por otro lado, por la ventana, por el tejado, pero evitan la puerta, porque tienen malas intenciones, y se meten en el rebaño para engañar a las ovejas y aprovecharse de ellas. Nosotros debemos pasar por la puerta y escuchar la voz de Jesús: si escuchamos su tono de voz, estamos seguros, estamos salvados. Podemos entrar sin temor y salir sin peligro".
(Audiencia de S.S. Francisco, 18 de noviembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a dedicar 10 minutos de mi día a rezar pidiéndole a Dios que me ayude a reconocer su voz.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Mis ovejas escuchan mi voz Cristo quiere que vivamos siempre con Él.
1. Ya Pablo ha sido elegido por Jesús resucitado, -¡qué adquisición!-, y viaja con Bernabé a la patria de éste, Chipre. Desde allí, llegan a Antioquía de Pisidia, en Anatolia, lo que hoy es Turquía asiática. Pablo y Bernabé van el sábado a la sinagoga. Después de la lectura, los jefes les invitaron a hablar. Tomó Pablo la palabra, e hizo una rápida síntesis de la historia de la salvación. Los judíos les invitan a que vuelvan a hablar el próximo sábado: "Permaneced fieles, les despiden, a la gracia de Dios". Lleno impresionante el siguiente sábado: "Casi toda la ciudad se congregó para oír la palabra de Dios" Hechos 13,14. Los Apóstoles rebosan de alegría. Los judíos se recomen de envidia. Contradicen su predicación y les insultan. Así acontecía el rechazo general de los judíos al Evangelio.
Pablo decide: "A vosotros había que anunciar antes que a nadie la palabra de Dios; pero ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, nos vamos a los gentiles".
2. El rechazo del evangelio en la sinagoga, se extiende a la ciudad, incitado por los judíos que sublevaron a las mujeres distinguidas y devotas, y promovieron un motín contra Pablo y Bernabé. "Ya comienza a alborotarse el demonio, algo le trae", decía Teresa de Jesús. Pero esta oposición es providencial. Dios escribe con renglones torcidos, que no son torcidos. De hecho la palabra del evangelio comienza a abrirse paso entre los paganos. Es su destino. La universalidad. "Dios quiere que todos los hombres se salven" (1 Tim 2,4). No escucharon porque no eran ovejas de Jesús.
3. Lo mismo había ocurrido con Jesús. Los judíos que no aceptaban su palabra, murmuraban, como el antiguo pueblo de Israel. Murmurar es no querer creer. Con la murmuración, con el rechazo a la palabra, se impide el movimiento de atracción del Padre hacia Jesús, su revelador. Mientras Jesús atrae exteriormente con sus palabras y signos, el Padre atrae actuando en el interior por la gracia de su Espíritu. Las tres lecturas de hoy nos hablan del gran don de la Pascua: la vida eterna, vida que ya poseemos ahora y que esperamos conseguir plenamente en el cielo. Decía Santa Teresita: “No sé qué poseeré más en el cielo. Todo lo tengo ya aquí”. Le falta la plenitud en la visión y en el gozo del amor. Por eso al morir dice: “Yo no muero. Entro en la Vida”. Proclamemos que la vocación del cristiano es la vida eterna, vocación que no sólo no excluye, sino que implica con mayor ahínco y tenacidad nuestra lucha en la tierra para construir un mundo mejor donde reine la justicia, la paz, el amor, como frutos de santidad.
4. Los convertidos de Antioquía de Pisidia aceptaron llenos de alegría la palabra de Dios que los llamaba a “la vida eterna”, conquistada y prometida por el buen Pastor: “Yo doy a mis ovejas la vida eterna”.
El Apocalipsis nos dice poéticamente la realidad de esta vida eterna, la bienaventuranza final. San Juan nos presenta su visión de una muchedumbre inmensa, marcados en la frente con “el sello del Dios vivo” significando que están bajo su protección. El número de los marcados es de 144.000, o sea, 12.000 por cada una de las 12 tribus del nuevo Israel. No es un número cerrado, como pretenden algunas sectas, sino un número convencional de la totalidad del pueblo de Dios, según el simbolismo de las cifras, constante en el Apocalipsis.
5. Después, el águila de Patmos nos traslada al cielo y nos muestra la muchedumbre de señalados llegados ya a la meta después de haber combatido victoriosamente en la tierra. Y describe su felicidad con el único lenguaje posible e inteligible, el de las imágenes alegóricas. Enumera los signos de la bienaventuranza de “los que vienen de la gran tribulación”. Es el contraste entre las penalidades de esta vida y la felicidad de la otra. Los salvados visten “túnicas blancas”, símbolo de pureza, limpieza y santidad. Esta preferencia por el color blanco se explica por el carácter litúrgico del libro, pues la túnica blanca o “alba” era de uso común en la liturgia hebrea y cristiana. Llevan “palmas en sus manos”, emblema de triunfo, de victoria y de alegría, típico en la fiesta judía de las Tiendas o Tabernáculos. Están “ante el trono de Dios”. La visión de Dios es el elemento esencial de la bienaventuranza, el objetivo supremo de la esperanza cristiana. “Le dan culto en su santuario”. En el santuario del templo de Jerusalén únicamente podían entrar los sacerdotes. En el cielo, todos los salvados están dentro del santuario porque son un pueblo sacerdotal (Ap 5,10). “Y Dios acampará entre ellos y desplegará su tienda sobre ellos”, como el jeque beduino que acoge bajo la sombra de su tienda al peregrino que cruza el ardiente desierto. ¡Seremos Huéspedes de Dios bajo su tienda en comunión de vida y de amor, espirando al Espíritu Santo, en las mismas acciones de la Vida Trinitaria! Allí estará inmortalmente reunida la familia de los hijos de Dios en la casa del Padre celebrando permanentemente las bodas de amor de su Hijo con su esposa la Iglesia: “¡Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero!” (Ap 19,9). El amor es festivo. Allí ya no existirán aquellos sufrimientos que atormentaron al pueblo de Dios en su travesía por el desierto, pues, “ya no pasarán hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el bochorno”. Es un amor sin divorcio, sin malos tratos, sin temor a perderlo. «Yo no te fallaré nunca. Aunque una madre se olvidara del hijo de sus entrañas, yo te llevo en mis palmas». (ls. 49, 15). Jesucristo, el Buen Pastor: “El Cordero que está delante del trono los apacentará”. Cordero convertido en Pastor.
Con esta misma imagen expresa Jesús en el evangelio su solicitud amorosa por los suyos: “Como pastor pastorea su rebaño: recoge en sus brazos los corderitos, los lleva en su regazo, cuida las madres” (Is 40,11). Busca la oveja perdida y la carga sobre sus hombros y se compadece del pueblo, pequeño rebaño, a quien ve como ovejas sin pastor. “Yo soy el buen Pastor. Yo conozco mis ovejas y les doy la vida eterna”. En Europa apacientan los toros y las vacas para comer su carne. En Israel pastorean las ovejas para aprovechar su leche y su lana, y por eso permanecen mucho tiempo con el pastor, que les toma cariño, conoce su carácter y hasta las llama por el nombre que el mismo pastor les ha impuesto. El Buen Pastor sabe quién somos cada uno, nuestro carácter y temperamento, nuestra vida y nuestros trabajos, defectos y también nuestras cualidades positivas. Nos tiene en cuenta. Previene, envía a nuestros ángeles con conocimiento de nuestra situación habitual y de cada ocasión. Y el buen Pastor los conduce hacia “fuentes de agua viva”. Y “Dios enjugará las lágrimas de sus ojos que las tribulaciones les hicieron derramar”.
6. Somos un pueblo peregrino en marcha hacia la meta final, donde la fe se convertirá en visión, la esperanza en posesión, el dolor en gozo, el destierro en patria. Pero bajo la tienda de Dios “no pasarán hambre ni sed” los que en este mundo hayan apagado el hambre y la sed de sus hermanos; y “Dios enjugará las lágrimas” de los que en este mundo hayan enjugado las lágrimas de sus hermanos con la práctica de las obras de misericordia: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; estaba enfermo, y me visitasteis... En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis... E irán los justos a la vida eterna”.
7. Nos narra San Juan que los judíos estaban inquietos por el origen de Jesús y se lo manifiestan: - "Si eres el Cristo, dínoslo claramente de una vez". - "Os lo he dicho con toda claridad y no me habéis creído". Tenéis ante vuestros ojos mis credenciales, mis obras. Pero no me creéis porque no sois de las ovejas de mi rebaño, pues "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen" Juan 10, 27.
Los que escuchan su voz están abiertos al proyecto de Dios y lo miran con simplicidad, sin condicionarlo ni prejuzgarlo. Para comprender a alguien es necesario sintonizar con él, poseer una mínima afinidad con él, simpatizar con su persona y escucharle atentamente para poder comprender lo que nos dice o intenta transmitirnos. Poco a poco, contando con el factor tiempo, el que así escucha, acaba no sólo por entenderle, sino por identificarse con él.
8. Ocurre en Palestina donde hay muchos y distintos rebaños. Cuando llega el pastor por la mañana al redil, donde la noche anterior diferentes pastores han encerrado sus propios rebaños, comienza a llamar a las ovejas, y cada una reconoce la voz de su pastor. ¿Es fácil reconocer la voz del pastor? Para las ovejas sí lo es. El timbre de una voz queda grabado en el oído de las ovejas a fuerza de tanto oírlo y de sentir una querencia por él. Nosotros tenemos a nuestro alcance la posibilidad de oír cuantas veces queramos la voz del Pastor.
9. "Las ovejas oyen y conocen su voz". Escuchan la palabra de Dios, que levanta el alma caída, desinfla la hinchada, corta lo superfluo, suple lo defectuoso y sana las almas. Porque es espada de dos filos (Hb 4,2), que corta lo que estorba y lo que impide el crecimiento. No nos cansemos de oír su palabra. Cuando leemos la Escritura es la voz de Jesús la que nos habla, es su misma palabra la que escuchamos. Por eso quien desconoce la Escritura desconoce a Cristo (ambos Testamentos) dice San Jerónimo. Pero hay que conocerla genuinamente, e integralmente, no leerla ni funtamentalísticamente, ni selectivamente y a retazos, discriminando y eliminando los más exigentes, teniendo en cuenta el género literario y la cultura en que se escribió. Para captar el mensaje de la Escritura, es necesario oír su explanación o exégesis. Y, sobre todo, orar la Escritura: "El Espíritu os enseñará toda la verdad" (Jn 16,13). Un paso más será conocer a los Santos Padres, que gozaron de un carisma especial para su interpretación: "Dios les dio una sabia perspicuidad para penetrar en el valor de la palabra revelada" (Card. Herrera). Y conocer a los místicos, a los nuestros sobre todo: San Juan de la Cruz y Santa Teresa. Y escuchar el Magisterio de la Iglesia. En el Sínodo del Concilio, afirmaron los Padres sinodales: "La Iglesia se prepara para el año 2000 celebrando los Santos Misterios de Cristo bajo la Palabra de Dios para la salvación del mundo".
10. Las hagiografías de los grandes cristianos que vivieron con heroísmo la Palabra, son un espléndido manjar y sustancioso, que no podemos despreciar: La Iglesia ha puesto en el candelero a Santa Teresita del Niño Jesús, Nueva Doctora de La Iglesia, luz para la modernidad. Y a otros muchos, innumerables.
11. Pero hay que oír su voz también en los acontecimientos y en las vicisitudes por las que estamos pasando, o por las que hemos de vivir. También le hemos de escuchar en lo que nos dice un hermano o la comunidad, o en el consejo que cualquiera pueda darnos. No nos creamos portadores seguros y únicos de la verdad, que nos estrellaremos y sembraremos de sal el campo de la Iglesia, queriendo acaparar, y apagaremos el Espíritu.
12. "Yo las conozco". El nos conoce a fondo, tal como somos y sin las caretas que nos ponemos para vivir en sociedad. "Y ellas me siguen". No se trata pues de tener un conocimiento conceptual y teórico de Jesús, sino de seguirle vitalmente, caminando con él, rastreando sus huellas: "El que quiera venir en pos de mí, tome su cruz cada día, y que me siga" (Mt 10,38). Los oyentes de Jesús, todos oían, pero no todos escuchaban, ni menos, no todos practicaban. Por eso dijo: "No todo el que dice: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos; sino el que cumple la voluntad de mi Padre" (Mt 7,21).
13. "Y yo le doy la vida eterna". Quiere que vivamos para siempre con él. Cuando dos se aman sienten horror de tener que separarse algún día. Cuentan los días y los minutos. Alejandro Casona en “Corona de amor y muerte» dice en el acto 3.° «Diez años. Pero ¿sabes, lo que son diez años felices de mujer? No, pobre Pedro, ni lo sospechas siquiera. Son tres mil días de angustia entre todos los miedos posibles: el de perder la juventud y la belleza, el de no en¬contrarte una mañana al despertar, el de sólo pen¬sar que dejaras de quererme. Y, a veces, el más terrible y estúpido de todos: el miedo de que algún día, sin saber cómo, pudiera dejar de quererte yo». (Madrid 1967).
A Jesús nadie podrá arrebatarle de la mano al que él conoce y ama y le da la vida. Imaginad una mano grande. Imaginad que cada uno de nuestros nombres están tatuados en esa mano: "En mis manos te llevo tatuada" (Is 49,16). Cuando alguien quiere quitarle nuestro corazón de su mano El nos aprieta más fuerte y no nos suelta. Y da como la razón de esa unión con él: "que mi Padre me las ha dado". Es la respuesta de un niño, cuando queremos quitarle algo de su mano, aunque sea jugando: Me lo ha dado mi padre. Y como yo y el Padre somos uno, tampoco nadie podrá arrebatarlas de la mano de mi Padre. Fieras salvajes, lobos y hienas, causaban espanto a los pastores. Esa era la hora de conocer al pastor genuino y auténtico. Al que apacentaba por el salario y al que lo hacía por amor. Aquél huía ante las fieras, éste las defendía con la honda, el báculo, a brazo partido. Jesús, el Buen Pastor no deja a sus ovejas en las garras del león. Muere en la cruz por salvar sus ovejas, nosotros. Jesús nos comunica su unión íntima e inefable con el Padre, llena a rebosar de cariño y de ternura. Y con ese amor, la mano de los dos nos tienen aprisionados con afecto inenarrable, que hemos de agradecer y pedir que crezca para nuestra fidelidad y gloria de los dos.
14. Como "ovejas de su rebaño" Salmo 99, esperamos, pasada la gran tribulación, lavados y blanqueados nuestros mantos en la Sangre del Cordero, ser conducidos hacia fuentes de aguas vivas. "Allí Dios enjugará las lágrimas de nuestros ojos" Apocalipsis 7, 9. A esa fuente de aguas vivas venimos hoy a beber en la Eucaristía, "donde hace el universo nuevo", acompañados por la celestial Madre del Buen Pastor.
Olor a Cristo; IV Domingo de Pascua
Reflexión del evangelio de la misa del 4o. Domingo de Pascua 7 de mayo de 2017
Este Domingo del Buen Pastor se nos presenta como un silbido potente que nos despierta y nos pone en alerta. No puede el discípulo permanecer pasivo.
Lecturas:
Hechos de los Apóstoles 2, 14, 36-41: “Dios lo ha constituido Señor y Mesías”
Salmo 22: “El Señor es mi pastor, nada me faltará. Aleluya”
I Pedro 2, 20-25: “Han vuelto ustedes al pastor y guardián de sus vidas”
San Juan 10, 1-10: “Yo soy la puerta de las ovejas”
Cuando el Papa Francisco inició su pontificado nos sorprendió a todos con su exigencia a los pastores de tener “olor a oveja”. Quien haya convivido o participado de este trabajo de cuidar ovejas, entenderá que no es precisamente agradable el hedor que despiden las ovejas. Incluso entre nosotros se ha acuñado el dicho: “Oler a chivo”, para indicar lo desagradable y penetrante que es este aroma. Alguien queriendo corregir al Papa opinaba que los pastores deberían “oler a Cristo”, pero precisamente allí está el punto central: Cristo quiere oler a oveja, se encarna en nuestras miserias, asume nuestros pecados. Es pastor, puerta y oveja. Oler a Cristo será oler a oveja.
Nuestro pueblo sufre, tiene miedo, anhela paz y con frecuencia escuchamos que se dice que “ya no encuentra la puerta”. Al contemplar las ingentes multitudes que anhelan la paz y que buscan justicia con dignidad, hastiados, llenos de cólera por un mundo tan descompuesto, forzosamente tenemos que recordar las palabras de Jesús que se autoproclama como el Buen Pastor y nos indica que Él es la puerta. Quizás a algunos les suene extraño y hasta protesten porque la imagen del Pastor iría muy unida a la imagen de la oveja, o como decimos entre nosotros, a la imagen del borrego que ha adquirido un sentido peyorativo de manipulación, de seguimiento ciego, de multitud inconsciente. Las grandes masas son arrastradas por líderes corruptos o son subyugadas por los medios masivos y aparecen inconscientes, adormecidas, indiferentes ante las graves situaciones. Y hoy, domingo del Buen Pastor, será un día propicio para que nuestra reflexión nos lleve a una toma de conciencia de todo lo que estamos haciendo que ha propiciado que este mundo loco y desquiciado se encuentre al borde del precipicio.
Cristo, Buen Pastor, no quiere adormecernos ni solapar responsabilidades ni de criminales ni de autoridades. Nada más lejano de la intención de Cristo. Discute fuertemente con los principales y los fariseos, y ahora lanza una dura crítica a su liderazgo y a su autoridad. Es por tanto un juicio contra quienes no vigilan, quienes abandonan arrastrando consigo a otros, o bien, contra quienes no se acercan de forma correcta al rebaño. Trae a la memoria la dura imprecación que hace el profeta Ezequiel contra los malos pastores de Israel, tiene su aplicación en contra de los dirigentes de los tiempos de Jesús, pero también es palabra viva para hoy y se presenta como crítica dura y actual contra dirigentes y malos pastores que no tienen en cuenta al pueblo y solamente se aprovechan de sus privilegios y puestos. Es una acusación tanto para los lobos como para los pastores, pero también es un fuerte silbido, al mismo tiempo enérgico y cariñoso, para que las ovejas no se duerman o no vayan tras engañosas seguridades. La maldad y la injusticia tienen como responsables tanto a los criminales como a las autoridades, pero también al silencio, a la indiferencia y al miedo, de un pueblo que calla, que no se levanta y que no ha hecho lo necesario para sacudirse tanta corrupción y tanta mentira.
No podemos seguir igual. Cuando Pedro acusaba a la multitud de responsabilidad ante la muerte de Jesús, con el corazón adolorido preguntaron: “¿Qué tenemos que hacer?”. Pedro, entonces, los invita a una conversión de verdad, no a un cambio de escenario ni a cambios externos. Sugiere un cambio donde se borre definitivamente el pecado y se guíen por el espíritu. También hoy ésta debería ser nuestra pregunta y éstas nuestras actitudes. Deberemos poner a Cristo como nuestro Buen Pastor y asumir las actitudes correspondientes a un pueblo responsable y consciente de sus obligaciones y sus derechos. Todos estamos de acuerdo en reconocer que Cristo es el verdadero pastor, opuesto al mercenario, y que es el único guía seguro que va delante de las ovejas y abre el camino; pero no estamos dispuestos a soportar un examen sobre nuestro papel de pastores, cuidadores y educadores de un pueblo, de una comunidad o de una familia. Las palabras exigentes de Jesús acusando a los bandidos, ladrones y mercenarios, fácilmente las aplicamos a las autoridades, a los responsables y a quienes tienen el deber de velar por nuestros pueblos. Y tenemos razón, porque ellos deben tener muy en cuenta el ejemplo de Cristo y cualquier autoridad o líder moral, tiene la obligación de velar por el bienestar de los ciudadanos y no de aprovecharse de ellos. Pero al mismo tiempo, estas palabras de Cristo son para cada uno de nosotros que tenemos alguna responsabilidad frente a las demás personas: padres de familia, maestros, coordinadores, sacerdotes, catequistas, autoridades… todos tenemos que mirarnos en esta imagen de Jesús y ver cómo estamos realizando nuestra tarea.
“¡Cuidado!”. Nos advierte Jesús y nos pide distinguir entre la voz del pastor y la voz del mercenario. La voz del pastor llega hasta nuestro interior y nos da vida. Pero también se escuchan otras voces que adormecen, que engañan y que intimidan. Lo más triste es que hay quienes siguen esas voces y terminan en la muerte. Tendremos que discernir cuál voz estamos siguiendo. Cuando Jesús afirma: “Yo soy la puerta de las ovejas” nos coloca frente al significado de la puerta. Una puerta tiene una doble función: abrir y cerrar; proteger y dejar entrar. En este caso es una puerta de exclusión para los salteadores y ladrones, y puerta de acceso para los verdaderos pastores. Una puerta cerrada para quien busca su propio interés y abierta para quien busca dar vida. Una puerta abierta a la libertad y a la intimidad. Y Cristo nos invita a pasar por esa puerta que es Él mismo para abrirnos a la verdadera libertad. Al mismo tiempo es una puerta cerrada a la mentira, a la injusticia y al mal. Jesús nos ofrece un criterio para ver a quién dejamos entrar por esa puerta y cuáles voces escuchamos, “que tengan vida y la tengan en abundancia”. Lo que mata al pueblo, lo que limita la vida, lo que la oscurece, no podemos dejarlo entrar ni permitir que nos manipule.
Este Domingo del Buen Pastor se nos presenta como un silbido potente que nos despierta y nos pone en alerta. No puede el discípulo permanecer pasivo porque la indiferencia ante la injusticia es grave pecado de omisión. Y al mismo tiempo nos invita a estar atentos a distinguir las voces que dan vida plena, de aquellas voces que llevan a la muerte y a la corrupción. ¿Qué estamos haciendo? ¿Vivimos pasivos ante la injusticia, la corrupción y la maldad? ¿Cuál es nuestra responsabilidad cuando al mismo tiempo somos pastores y ovejas?
Jesús, Buen Pastor, enséñanos a dar la vida por las ovejas a nosotros encomendadas, danos la inteligencia y el valor suficientes para proteger a la comunidad, a los jóvenes y a los niños, y concédenos reconocerte a Ti como nuestra Puerta y nuestro Pastor. Amén.