Yo, que soy la luz, he venido para que el que crea no permanezca en tinieblas
- 10 Mayo 2017
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San Damián Veuster
Damián nació en Tremelo, Bélgica el 3 de enero de 1840. Era el séptimo de 7 hermanos. Desde muy pequeño se distinguió por su piedad. Al mismo tiempo le gustaba mucho jugar y sobre todo correr.
A la edad de 19 años decidió entrar en la Congregación de los Sagrados Corazones. Sobre su carpeta escribió: "silencio, presencia de Dios, oración". Amaba mucho la adoración nocturna del Santísimo Sacramento.
Años después escribiría que sin ella "no hubiera podido perseverar en asociar mi suerte a la de los leprosos en Molokai". Amaba rezar delante de la imagen de San Francisco Javier. Todos los días le pedía la gracia de ser enviado un día a la misión
Finalmente en 1863 su sueño se hizo realidad. Partió del puerto de Brema, en Alemania hacia las Islas Hawai. El viaje duró 139 días. A partir de ése momento pasará 25 años de su vida en estas islas, cuidando de los leprosos.
En la isla sirviendo a los leprosos practicó todos los oficios que pudo: médico, carpintero, albañil, cocinero, maestro, etc. Muchos leprosos no tenían ni dedos ni manos, así que el P. Damián incluso les construía el ataúd y excavaba las tumbas.
Si bien tenía un temperamento irritable hacia todo aquello que estorbara sus deberes sacerdotales, él se volvía niño con los niños. Tenía mucho carisma, y no sólo daba, sino que daba con amor.
Los niños eran los predilectos del P. Damián. Ellos encontraron en él un padre y una madre que los amaba. Su casa estaba siempre llena de niños leprosos que comían con él. Eran su verdadera familia. Tomaba a los niños en brazos, incluso cuando sus llagas estaban sin vendas. Decía: "El cuerpo se corrompe rápidamente es sólo el alma que cuenta". Hizo siempre de todo para garantizar a sus niños un verdadero hogar. El orfelinato siempre estuvo al centro de sus atenciones.
Había creado un bellísimo coro de niños. A su hermano escribía: "mis niños cantan como si fuesen músicos expertos. La tuberculosis y la muerte han preparado las voces más bellas de mi coro".
Decía: "No estén preocupados por mi, porque cuando se sirve a Dios se es feliz en todas partes"
En 1885 le fue diagnosticada la enfermedad. Había contraído la lepra. Murió cuatro años después. Era el 15 de Abril de 1889.
Oremos
“TENGO MI CONSOLACIÓN EN EL ÚNICO COMPAÑERO QUE NO ME ABANDONA NUNCA”, DECÍA HABLANDO DE LA PRESENCIA REAL DE CRISTO EN EL TABERNÁCULO. LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA ES EL PAN DE TODOS LOS DÍAS PARA LOS SACERDOTES Y PARA LOS CONSAGRADOS, LA FUERZA, PARA EL QUE QUIERE SER MISIONERO”
(S.S. Juan Pablo II, Homilía,
Bruselas 4 de junio de 1995)
Calendario de Fiestas Marianas: Dedicaclión de Constantinopla a Nuestra Señora por Constantino el Grande (Siglo IV)
Lansperge el Cartujano (1489- 1539), monje, teólogo Sermón 5; Opera omnia 3, 315
Yo, que soy la luz, he venido para que el que crea no permanezca en tinieblas
La humildad con la cual Cristo "se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo" (Flp. 2,7) es para nosotros luz. Luz para que no aceptemos la gloria del mundo, Él, que prefirió nacer en un establo más que en un palacio y sufrir una muerte vergonzosa sobre una cruz. Gracias a esta humildad podemos saber cuán detestable es el pecado de un ser que ha sido modelado (Gn 2,7), un pobre hombre hecho de la nada, cuando se enorgullece, se vanagloria y no quiere obedecer, mientras que vemos al Dios infinito humillado, despreciado y abandonado de los hombres.
La dulzura con la cual soportó el hambre, la sed, el frío, los insultos, los golpes y las heridas es también para nosotros luz, cuando "como un cordero fue llevado al matadero y como una oveja ante el esquilador no abrió la boca " (Is 53,7). Gracias a esta dulzura, en efecto, vemos qué inútil es la cólera, lo mismo que la amenaza; aceptemos entonces el sufrimiento y no sirvamos a Cristo por rutina.
Gracias a ella, aprendemos a conocer todo lo que se nos pide: llorar nuestros pecados con sumisión y silencio, y aguantar pacientemente el sufrimiento cuando se presenta. Porque Cristo aguantó sus tormentos con tanta dulzura y paciencia, no por sus pecados, sino por los de otro.
Por tanto, queridos hermanos, reflexionemos sobre todas las virtudes que Cristo nos enseñó en su vida ejemplar y que nos recomienda en sus exhortaciones y que nos da la fuerza para imitarlas con la ayuda de su gracia.
Solo para salvarte vine al mundo
San Juan 12, 44-50. IV Miércoles de Pascua.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Quiero siempre serte fiel, Señor. ¿Por qué me alejo de Ti en tantas ocasiones cuando mi deseo no es sino amarte? Soy débil y Tú misericordioso. ¿Me alejé de Ti otra vez? Heme aquí. Para estar contigo, heme aquí.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¿Cuál es el sentido de mi fe?, ¿cuál es el sentido de ser cristiano?, ¿es tan sólo una forma de vivir, Señor? ¿Qué viniste a darme?, ¿qué trajiste que no pudiese yo encontrar por mis propias fuerzas?, ¿qué trajiste de nuevo? ¿O debería preguntarte qué viniste a hacer nuevo?
Tantas preguntas surgen en mi corazón, y tantas veces no logro convertirlas en palabras. Como estas preguntas, tantas otras más andan por allí en mi corazón, sin saber ser dichas por mi boca. ¡Cómo quisiera exponértelas todas, Señor! Sí, soy un cristiano con tantos deseos en su interior, con sus crisis, con sus ilusiones, y que camina tantas veces a tientas en los caminos que Tú le muestras.
A veces puedo llegar a sentirme solo, sola, en medio de tantos problemas en el mundo, en donde quizá muchos me reclaman, casi como si fuese yo el culpable, qué es lo que vino Cristo a traer a este mundo.
Hoy me has respondido una vez más. Pero es una respuesta que no aclara todos los misterios. Tantas veces he escuchado que Tú eres un caballero y que jamás te entrometerás en mi corazón. Viniste a abrirme las puertas del cielo, el acceso a la presencia de tu Padre, pero el andar corresponde a mis pies.
Si alguna vez el hombre dudó de su propia salvación, de su permanecer en la eternidad, de trascender a la eterna felicidad; si alguna vez el hombre dudó si viviría después de la muerte; si alguna vez el hombre deseó encontrar un verdadero puente hacia la luz sin fin; finalmente la respuesta llegó: Tú.
Pero viniste a los hombres para llevártelos como hombres; viniste y me abriste las puertas de tu presencia, pero no me quitaste la libertad; me conservaste la capacidad de amar. No viniste a deshacer al hombre de lo que es sino a renovarlo y elevarlo, enseñándolo a donarse plenamente –y siempre libre.
Ese venir no fue tan sólo para pronunciar discursos, transmitir ideologías. Para compartir ideas no habría sido necesario hacerte carne. Viniste a encontrarte conmigo y por ello te hiciste semejante a mí hasta en lo más profundo de mi ser. Puedo afirmar con gratitud, y sólo gratitud, que mi vocación como cristiano no es una forma más de vida, sino el fruto del encuentro con el mismo Dios.
"Dios no nos clava a nuestro pecado, no nos identifica con el mal que hemos cometido. Tenemos un nombre y Dios no identifica este nombre con el pecado que hemos cometido. Nos quiere liberar y quiere que también nosotros lo queramos con Él. Quiere que nuestra libertad se convierta del mal al bien, y esto es posible -¡es posible!- con su gracia.
Que la Virgen María nos ayude a confiarnos completamente a la misericordia de Dios, para convertirnos en criaturas nuevas."
(Ángelus de S.S. Francisco, 13 de marzo de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
¿Qué tanto dirijo mi vida según mi vocación de cristiano? ¿Hay algo que pueda hacer para poder amar más libremente?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
En las tinieblas brilló una gran luz
Jesús es la luz y la salvación.
1. Mientras Goethe se moría clamando "luz, más luz", Jesús había afirmado con solemnidad: "Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12). Después del Bautismo y de la presentación hecha por Juan del Cordero de Dios, y de su desierto, ayuno y oración de Cuarenta días, encarcelado Juan, comienza Jesús a predicar. Y es muy significativo que empiece a actuar en un país humillado y descreído, como acto profético anunciador de que ha venido en busca de los pobres, ¿y quiénes más pobres que los pecadores, que carecen del supremo Bien? (Mt 9,13).
2. Con la luz, podemos contemplar la maravilla del mundo. Si la oscuridad significa noche tenebrosa de talentos, de conceptos, ideas, cultura, instrumentos absolutos para vivir, no podemos vivir. La luz es sinónimo de claridad, y de fulgor; por eso, la inteligencia y el conocimiento se ven simbolizados en la luz, y decimos: Tiene muchas luces, brilla con gran luminosidad, o es de cortas luces, el Siglo de las Luces. La Revelación es luz. Luz en las tinieblas de la noche, es la antorcha que ilumina la noche, que disipa la tenebrosidad de la noche. Y en todas las religiones, al momento del descubrimiento de lo divino se le llama: "iluminación".
Por eso cuando Mateo escribe: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte les brilló una luz" Mateo 4,12, usa la metáfora de la luz, símbolo de vida y de felicidad, que les trae la luz de la Palabra encarnada.
3. La tierra en sombras de muerte es Galilea, en el Norte de Palestina, donde se establecieron las tribus de Zabulón y de Neftalí. Y Mateo da la razón de la humillación o postergación en que vivían esas tribus: para que se cumpliera lo que había profetizado Isaías: "En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y Neftalí" Isaías 8,23. Eran territorios devastados e invadidos por Teglatfalasar, rey de Asiria, que deportó a su país cantidad de ciudadanos de Israel, y propició que recibieran inmigraciones de gentiles: arameos e itureos, fenicios y griegos, que inficionaron su paganismo a los nativos. Todavía en tiempo de Cristo vivían allí con los judíos muchos gentiles, atraídos por el comercio, sobre todo en las ciudades de la Galilea superior, al otro lado del mar, llamada por eso Galilea de los gentiles. Por esta razón estas tribus eran humilladas y despreciadas por los mismos judíos, porque su fe judía se había adulterado con la mixtificación religiosa. La mezcla de culturas es, por una parte un enriquecimiento, pero comporta el peligro del enfriamiento en la propia fe y la aceptación de los errores extraños. El hecho de las migraciones, causa del riesgo semejante que acarrea la democracia con la libertad de expresión, que si bien garantiza el control del poder, lanza a la palestra opiniones diversas, que sólo los espíritus maduros pueden asimilar, y sólo los más cultos permanecen inmunes ante la variedad de doctrinas. Los menos firmes y con deficiente formación, cayeron en el irenismo fácil, ayer como hoy. Es lo que les ocurrió a los habitantes de Zabulón y Neftalí y esa es la razón por la que los judíos de Judea consideraban a los galileos como judíos de inferior categoría y casi herejes. Pero el Señor "ensalzó a los humildes" (Lc 1,52), y allí comenzó a brillar una gran luz. Donde más extendidas estaban las tinieblas. Donde más falta hacía. Pero, siguiendo con la metáfora de la luz, la luz que Cristo viene a difundir, no sólo es luz para caminar por la tierra bajo la iluminación de la ley natural, sino luz para conocer al Padre Misericordioso y, animados por su amor, recibir la fortaleza y la alegría y paz para vivir según su voluntad, y conducirnos a su Ciudad, donde la Luz es la lámpara del Cordero (Ap 21,23), que antes ha disipado las tinieblas y quitado el pecado del mundo, en los que el relativismo actual nos ha introducido ya.
4. Cuando Juan fue encarcelado, Jesús se retiró a Cafarnaum, al Norte de Palestina, junto a la Galilea de los gentiles. Y entonces comenzó a predicar: "Convertíos, porque el Reino de Dios está cerca". Traigo un volcán en el corazón que va a extender las llamas del amor sobre la tierra. Jesús ha respetado el ministerio y el carisma de Juan Bautista, que le ha dejado paso inexorablemente y gloriosamente y sangrientamente por su martirio.
Todos debemos estar preparados para dejar paso a nuestros sucesores. Pero éste es un momento muy delicado en que se manifiesta la humildad y la disponibilidad de los hombres. Cuesta dolor. Cuesta sangre.
El Cardenal Herrera Oria era un hombre eminente en santidad y en sabiduría, y cuando el Papa aceptó su renuncia de Obispo de Málaga, no pudo ocultar su sufrimiento hasta el punto de comentar ante sus familiares. ¡Cuánto cuesta!, dijo Don Angel Herrera Cuando el Cardenal Suenens, gran Arzobispo de Malinas y papable en el Cónclave para suceder a Juan XXIII, propuso en el Concilio la idea de la jubilación de los Obispos. En el descanso, tuve que tomarme el café en soledad. Por otra parte el ejemplo de Jesús también nos tiene que hacer reflexionar. Lo que a los hombres les nace es querer romper el Anillo del Pescador de su antecesor, como hacen en Roma cuando muere un papa. Cada uno lo hace como puede. Se ignora todo lo hecho y se pretende comenzar de cero. Como si la Iglesia comenzara con uno. ¡Qué tontería! Hay que aceptar lo que nos han dejado quienes nos han precedido; poner la mano en el arado en el mismo surco que dejaron nuestros antecesores, claro que a nuestro aire y estilo, pero sin menospreciar los valores que nos han legado, aunque haya que purificar o corregir excesos o desvíos, pero con delicadeza y tacto. Jesús nos enseña a mortificar el deseo de poner de relieve la propia "personilla". El complejo de “adanismo”. El complejo de Aristóteles, que habiendo sido discípulo de Platón, procuró aparecer como el creador de su propia filosofía. Lo que les cuesta hasta a los más piadosos. "Era muy inclinada a todas las cosas de religión, confiesa Santa Teresa, pero nada a soportar cualquier ataque a mi amor propio". Es cosa llamativa que personas muy deseosas de "lanzar la red", se las vea también con un afán de protagonismo notorio. Sus actos, por muy vistosos que sean, llevan gusano dentro, y poco bien harán. Porque éste es otro fallo de la evangelización en la actualidad: se habla y se exhorta a hacer, pero se prepara poco al agente de la acción, cuando es sabido, pero olvidado, que siendo instrumentos de Dios, cuanto más identificados con el autor principal, más eficaces resultan. No está la cosa en hacer, sino en cómo hacer y qué hacer. Y la identificación con Dios sólo la obra el ejercicio de las virtudes, sobre todo el de la humildad.
5. El mensaje de Jesús enlaza con el de Juan, con la diferencia de que Juan lo anuncia cerca, y Jesús lo anuncia presente. Si nos convertimos, si le seguimos, El nos curará de nuestras enfermedades y dolencias morales: materialismo, sensualidad, avaricia, ambición, soberbia. El curará al mundo de todos sus pecados, y el seguimiento de su palabra será la salvación de todos los males de los hombres. Esta es la Buena noticia. Quien acepte a Jesús en su palabra, ya está en él el Reino de Dios.
6. Nuestra conversión ha tenido esta semana un signo: el de la unidad. A estas alturas, comenzado ya el siglo XXI, resulta amargo comprobar la separación de los cristianos: Aún resuenan las palabras apelantes a la unidad y a la superación de las discordias, de Pablo: "Yo soy de Pablo, yo soy de Pedro, yo soy de Apolo, yo soy de Cristo. ¿Está dividido Cristo?" 1 Corintios 1,10. Es un escándalo que los cristianos estemos separados. Y por eso hemos rezado y debemos rezar. Desde el siglo IX, Patriarcas d Oriente empezando con Focio, siguiendo en el siglo XVI con Lucero, Luteranos, Calvino, Hus, Anglicanos, Episcopalianos y Católicos. ¿Y los católicos, cómo andamos de unión?: ¿No andamos todavía con el "yo soy de Pedro, yo de Pablo, yo de Francisco? A éste lo promocionamos porque es de los nuestros y al otro lo arrinconamos porque sigue otro camino? "Que sean todos uno como tú, Padre, estás conmigo y yo contigo, para que el mundo crea que tu me has enviado" (Jn 17,21).
7. "Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres". Dios quiere salvar a todos los hombres; que sean felices en totalidad y plenitud, sin ningún vacío. Por eso el Padre Misericordioso, envía a su Hijo obediente. Se hace hombre y busca hombres. Eran pescadores y les dice que no van a cambiar de oficio, sino de "peces". Les hará pescadores de hombres. Cuando hablamos de pescadores, casi todos pensamos en el pescador solitario, sentado quieto a la orilla del río, esperando que pique el pez. Ni Simón, ni Andrés, ni Santiago ni Juan, tenían esa idea del pescador idílico, paciente y lento, seguro y sin riesgos. Ellos sabían que pescar era una cosa muy seria. Que no se podían quedar en la orilla; que había que subir a la barca, y remar mar adentro.
Que a veces soplaban vientos fuertes y huracanados; que era necesario sujetar a veces las velas; que también en ocasiones se está a punto de hundirse; en fin, sabían por experiencia que el oficio de pescador no es fácil, ni cómodo. Que había que arremangarse. Hay que luchar con los elementos que, no todos son predecibles por los meteorólogos, pues son manejados por los espíritus malignos. Por eso Jesús buscó pescadores, quizá era el oficio de más alto riesgo en su tierra entonces, para comenzar con ellos la conquista del Reino. Si después llamó a un burócrata, Mateo, fue porque ya tenía asegurados a los hombres valerosos, aguerridos y fuertes, aunque rudos, y con vistas a escribir su evangelio.
8. A pesar de todo, ¡qué poder de persuasión desarrolló Jesús, que, "inmediatamente dejaron las redes y le siguieron"!. Hoy sigue llamando. Los que ya recibimos su llamada un día lejano, sabemos, como aquellos de las orillas del lago, que sin riesgos no hay pesca, que disimulando nuestra condición de pescadores, no somos más eficaces; que hay que jugarlo todo a la carta del amor; que no podemos quedarnos en un reducto de seguridad, en el sitio conocido donde nos manejamos como por inercia y rutina. Que hay que "mojarse" (nunca mejor dicho hablando de pesca y de lago y de mar).
Que los grandes pescadores, se embarcaron hacia Roma y Pablo naufragó y estuvo tres días en el mar, y Xavier se embarcó hacia el Japón, donde en pocos años encanecieron sus cabellos de tanto sufrir, y Calasanz se fue a Roma en busca de niños a quienes evangelizar, y Teresa de Jesús, niña aún, se quiso ir a tierra de moros a que la descabezasen por Cristo... y no los tenía tan lejos... Los encontró con peores entrañas que si no fueran cristianos. Cuando San Ignacio comenzó a predicar sus Ejercicios Espirituales y lo encarcelaron por eso, comentó: "No pensaba yo que fuera tan peligroso predicar a los cristianos a Cristo" ¿Seguimos?... Nuestra vocación de pescadores va dirigida a todos los hombres y mujeres y no podemos contentarnos con "salvar nuestra alma". "Tengo un alma que no muere / y la tengo que salvar"... Y es verdad. Pero no toda la verdad. Son todas las almas las que Dios quiere salvar. "Ese camino está abierto a todos y, por tanto, no es vano el deseo de establecer una fraternidad universal", dice la Gaudium et Spes, en el número 22. Y la falta de celo por las almas indica escaso amor. "Qui non zelat non amat". Quien no tiene celo es porque no ama, dice San Agustín. Y cuando se ama, brotan tantas iniciativas, y es capaz uno de meterse en tantos peligros, y de embarcarse en tantas empresas. "El amor es más fuerte que la muerte" (Cant 8,6).
9. Con la alegría de haber encontrado la luz, y con el deseo de difundirla hasta el confín de la tierra, recemos con el salmista nuestra confianza: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?" Salmo 26.
10 Que el comer el mismo pan y beber el mismo cáliz de la sangre divina nos haga instrumentos de unidad: donde haya odio, pongamos amor, donde haya guerra, sembremos la paz, donde haya separación, unión. Y de luz: Donde haya tinieblas sembrar luz. Difundir la luz. Que no nos pueda seguir diciendo Paul Claudel: “¿Qué habéis hecho de la luz, los portadores de la luz?”. Con la protección de la Madre de los Apóstoles, María.
La clave de la autentica vida Cristiana
Homilía pronunciada en la Misa celebrada en la Casa Santa Marta
Llevar siempre con nosotros la Palabra, leerla, abrir el corazón a ella, abrir el corazón al Espiritu que es aquel que nos hace entenderla
En la Misa matutina de este martes celebrada en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el Papa Francisco pidió a los presentes recibir “con docilidad” al Espíritu Santo, a “no oponerle resistencia” para así llevar una auténtica vida cristiana.
Si en los días pasados, el Papa comentó las lecturas que hacían referencia a la resistencia al Espíritu Santo, en esta ocasión habló de lo contrario, de la “docilidad al Espíritu Santo”. Francisco explicó que tras la muerte de San Esteban se desató una gran persecución contra los cristianos en Jerusalén.
Entonces, los discípulos laicos se dispersaron por distintos lugares y comenzaron a anunciar el Evangelio “a los paganos” dejándose llevar por lo que el Espíritu les sugería: “eran dóciles”, observó el Pontífice.
También citó la Carta del Apóstol Santiago para resaltar cómo enfatizaba a “acoger con docilidad la Palabra”. Para conseguirlo, es necesario “permanecer abiertos, sin rigideces” para “conocer a Jesús”.
En este sentido, alentó a familiarizarse con el Evangelio: “Llevar siempre con nosotros la Palabra, leerla, abrir el corazón a ella, abrir el corazón al Espíritu que es aquel que nos hace entenderla”.
“El fruto de este recibir y conocer la Palabra, de llevarla con nosotros, de esta familiaridad con la Palabra, es un fruto grande. La actitud de una persona que hace esto es bondad, alegría, paz, perdón, perdón de uno mismo, ternura”.
Para el Papa Francisco, en eso consiste la docilidad al Espíritu Santo. “Debo recibir el Espíritu que me lleva a la Palabra con docilidad, y esta docilidad, no poner resistencia al Espíritu, me llevará a un estilo de vida, a un determinado modo de actuar”.
“Recibir con docilidad, la Palabra, conocer la Palabra y pedir al Espíritu la gracia de hacerla conocer y después ofrecer el espacio necesario para que germine y crezca en aquellas actitudes de bondad, ternura, generosidad, paz, caridad y perdón: todo eso es lo que caracteriza el estilo cristiano” de vida.
El Obispo de Roma finalizó la homilía insistiendo en la idea de que hay que mostrarse dóciles al Espíritu para que realmente pueda actuar en las almas de los hombres: “Es el espíritu el que nos guía para que no erremos. Debemos acogerle con docilidad, conocer el Espíritu en la Palabra y vivir según el Espíritu”.
Esta actitud “es la contraria a la resistencia que Esteban echa en cara a los jefes, a los doctores de la Ley: ‘Vosotros siempre os habéis resistido al Espíritu Santo’. ¿Nos resistimos también nosotros al Espíritu? ¿O lo acogemos? Con docilidad: esta es la palabra de Santiago. ‘Acogerlo con docilidad’. Resistencia contra docilidad. Pidamos esa gracia”, concluyó Francisco.
Lectura comentada por el Papa Francisco:
Juan 10:22-30
22 Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno.
23 Jesús se paseaba por el Templo, en el pórtico de Salomón.
24 Le rodearon los judíos, y le decían: «¿Hasta cuándo vas tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.»
25 Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí;
26 pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas.
27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen.
28 Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.
29 El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre.
30 Yo y el Padre somos uno.»
El Papa intercambia el capelo en la audiencia
El Papa recuerda a San Juan de Ávila, patrono del clero español
Francisco: "María está al pié de la cruz por su instinto de madre que, sencillamente, sufre"
Menciona a la patrona de Argentina: "Mi corazón estuvo en Luján estos días"
José Manuel Vidal, 10 de mayo de 2017 a las 10:27
Pide a los fieles que se unan a él en su próxima visita a Fátima, como "peregrino de esperanza y de paz"
(José M. Vidal).- En la audiencia de los miércoles, el Papa Francisco centra su catequesis en María, la que "simplemente estaba al pié de la cruz", por instinto natural de madre. Como muchas madres "que acompañan en la pasión a sus hijos". Como madre de esperanza. Recuerda a San Juan de Ávila, patrón del clero español, a la patrona de Argentina, nuestra Señora de Luján e invita a rezar por su próxima visita a Fátima, como "peregrino de esperanza y de paz".
Evangelio según San Juan: "Estaban al lado de la cruz, su madre...Jesús, entonces, viendo la madre y, a su lado, el discípulo que amaba, le dice: 'Mujer, he aquí a tu hijo'. Y después, le dice al discípulo: 'He aquí a tu madre'. Y, desde entonces el discípulo la acogió en su casa".
Algunas frases de la catequesis del Papa
"El sí de María es el primer pas de una larga lista de obediencia"
"María aparece, en el Evangelio, como una mujer silenciosa, que, a menudo, no entiende lo que está pasando a su alrededor"
"María no es una mujer que se deprime ante las incertidumbres de la vida... Ni una mujer que protesta con violencia...Es, en cambio, una mujer que escucha".
"Siempre hay una gran relación entre la esperanza y la escucha"
"María acoge la existencia tal y como nos llega, con sus días felices, pero también con sus tragedias"
"María reaperece precisamente en el momento crucial, cuando buena parte de sus amigos han desaparecido"
"Las madres no traicionan"
"Al pie de la cruz"
"La agonía de una madre que acompaña los últimos instantes de la vida de su hijo"
"El Evangelio solo dice que 'ella estaba' en aquel duro momento, y sufría con el hijo"
"María está allí, fielmente presente"
"Está allí por fidelidad al plan de Dios"
"Está allí también a causa de su instinto de madre que, simplementem sufre"
"Siempre que hay un hijo que atraviesa una pasión, allí están las madres"
"Mujeres fuertes que han llevado adelante tanto sufriminto de sus hijos"
"Ella sencillamente estaba allí...como si fuese algo natural"
"Todos nosotros la amamos como madre. No estamos huérfanos. Tenemos una madre en el cielo"
"Que María pueda siempre sostener nuestros pasos y decirnos al corazón: 'levántate, mira adelante, mira al horizonte'. Porque ella es madre de esperanza"
Texto completo del saludo del Papa en español
Queridos hermanos:
En la catequesis de hoy contemplamos a María como Madre de la esperanza. Ella pasó también por momentos muy difíciles. No era fácil responder con un «sí» al anuncio del Ángel y acoger en su seno el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Después, en el momento crucial de la vida de Jesús, cuando casi todos lo han abandonado, María permaneció junto a la cruz de su Hijo por amor de madre y por fidelidad al plan de Dios.
Ella, a pesar de que no siempre comprendía todo lo que estaba sucediendo, se nos muestra como una mujer valiente, que no se detiene ante las dificultades. Una mujer que está atenta a la Palabra de Dios y que sabe meditar todo en su corazón. (Il Papa ha aggiunto alcune parole a braccio sulla festività della Madonna di Lujan, in Argentina)
Por último, también la vemos al comienzo de la Iglesia, junto a los discípulos de su Hijo, acompañándolos y animándolos como madre de esperanza. Así nos enseña que en los momentos de dificultad, cuando parece que nada tiene sentido, siempre tenemos que esperar y confiar en Dios.
***
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Hoy celebramos la fiesta de san Juan de Ávila, patrono del clero español y maestro de vida espiritual. Pidamos hermanos por todos los sacerdotes, para que sean siempre una imagen transparente de Jesús, Buen Pastor, y la Virgen María los sostenga a lo largo de su vida sacerdotal. Que el Señor os bendiga. Muchas gracias.
Saludo en portugués
«Aprovechemos este mes de mayo para encontrar en la oración, más a menudo a María, nuestra Madre. Ella nos guía a su Hijo Jesucristo y está cerca de nosotros con su protección materna. Los invito a unirse en la oración por mi peregrinación a la Virgen de Fátima».
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En nuestro itinerario de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy miramos a María, Madre de la esperanza. María ha atravesado más de una noche en su camino de madre. Desde la primera aparición en la historia de los Evangelios, su figura emerge como si fuera el personaje de un drama. No era simplemente responder con un "si" a la invitación del ángel: sin embargo ella, mujer todavía en la flor de la juventud, responde con valentía, no obstante no sabía nada del destino que le esperaba. María en aquel instante se presenta como una de las tantas madres de nuestro mundo, valerosa hasta el extremo cuando se trata de acoger en su propio vientre la historia de un nuevo hombre que nace.
Aquel "si" es el primer paso de una larga lista de obediencias - ¡larga lista de obediencias! - que acompañaran su itinerario de madre. Así María aparece en los Evangelios como una mujer silenciosa, que muchas veces no comprende todo aquello que sucede a su alrededor, pero que medita cada palabra y cada suceso en su corazón.
En esta disposición hay fragmento bellísimo de la psicología de María: no es una mujer que se deprime ante las incertidumbres de la vida, especialmente cuando nada parece ir por el camino correcto. No es mucho menos una mujer que protesta con violencia, que injuria contra el destino de la vida que nos revela muchas veces un rostro hostil. Es en cambio una mujer que escucha: no se olviden que hay siempre una gran relación entre la esperanza y la escucha, y María es una mujer que escucha, que acoge la existencia así como esa se presenta a nosotros, con sus días felices, pero también con sus tragedias que jamás quisiéramos haber encontrado. Hasta la noche suprema de María, cuando su Hijo es clavado en el madero de la cruz.
Hasta ese día, María había casi desaparecido de la trama de los Evangelios: los escritores sagrados dejan entrever este lento eclipsarse de su presencia, la suya permanece muda ante el misterio de un Hijo que obedece al Padre. Pero María reaparece justamente en el momento crucial: cuando buena parte de los amigos han desaparecido por motivo del miedo. Las madres no traicionan, y en aquel instante, a los pies de la cruz, ninguno de nosotros puede decir cual haya sido la pasión más cruel: si aquella de un hombre inocente que muere en el patíbulo de la cruz, o la agonía de una madre que acompaña los últimos instantes de la vida de su hijo.
Los Evangelios son lacónicos, y extremamente discretos. Registran con un simple verbo la presencia de la Madre: ella "estaba" (Jn 19,25). Ella estaba. No dicen nada de su reacción: si lloraba, si no lloraba... nada; ni mucho menos una pincelada para describir su dolor: sobre estos detalles se habrían luego lanzado la imaginación de los poetas y de los pintores regalándonos imágenes que han entrado en la historia del arte y de la literatura. Pero los Evangelios solo dicen: ella "estaba". Estaba allí, en el momento más feo, en momento cruel, y sufría con su hijo. "Estaba".
María "estaba", simplemente estaba ahí. Estaba ahí nuevamente la joven mujer de Nazaret, ya con los cabellos canosos por el pasar de los años, todavía luchando con un Dios que debe ser sólo abrazado, y con una vida que ha llegado al umbral de la oscuridad más densa. María "estaba" en la oscuridad más densa, pero "estaba". No se había ido. María está ahí, fielmente presente, cada vez que hay que tener una candela encendida en un lugar de neblina y tinieblas.
Ni siquiera ella conoce el destino de resurrección que su Hijo estaba en aquel instante abriendo para todos nosotros los hombres: está ahí por fidelidad al plan de Dios del cual se ha proclamada sierva desde el primer día de su vocación, pero también a causa de su instinto de madre que simplemente sufre, cada vez que hay un hijo que atraviesa una pasión. Los sufrimientos de las madres... todos nosotros hemos conocido mujeres fuertes, que han llevado adelante tantos sufrimientos de sus hijos...
La reencontraremos el primer día de la Iglesia, ella, Madre de esperanza, en medio a aquella comunidad de discípulos así tan frágiles: uno había negado, muchos habían huido, todos habían tenido miedo (Cfr. Hech 1,14). Pero ella, simplemente estaba allí, en el más normal de los modos, como si fuera del todo natural: en la primera Iglesia envuelta por la luz de la Resurrección, pero también por las vacilaciones de los primeros pasos que debía cumplir en el mundo.
Por esto todos nosotros la amamos como Madre. No somos huérfanos: tenemos una Madre en el cielo: es la Santa Madre de Dios. Porque nos enseña la virtud de la esperanza, incluso cuando parece que nada tiene sentido: ella siempre confiando en el misterio de Dios, incluso cuando Él parece eclipsarse por culpa del mal del mundo. En los momentos de dificultad, María, la Madre que Jesús ha regalado a todos nosotros, pueda siempre sostener nuestros pasos, pueda siempre decirnos al corazón: "Levántate. Mira adelante. Mira el horizonte", porque Ella es Madre de esperanza. Gracias.
El rezo del rosario, oración que alegra el corazón de la Santísima Virgen.
Doña Paquita y Doña Soledad vivían en la misma vecindad. Doña Paquita siempre criticaba a Doña Soledad porque rezaba todos los días el rosario. "¡Qué tontería! ¡Qué perdida de tiempo! ¡Cincuenta veces lo mismo!" Aunque Doña Soledad conocía el tamaño de la lengua de Doña Paquita no decía nada.
Por fin un día Doña Paquita se acercó entusiasta a Doña Soledad.
"¡Señora Soledad, no me va a creer!"
"¿Qué?"
"¡Mi hijo ya sabe decir mamá! ¡Me lo ha dicho como treinta o cuarenta veces por lo menos!"
"¡Ah... entonces debe estar usted cansada y aburrida de oír lo mismo tantas veces!"
"¡Claro que no! ¿Pero Doña Soledad, cómo se le ocurre semejante disparate!"
Desde aquel día Doña Paquita comprendió por qué Doña Soledad rezaba todos los días el rosario. Pues claro, Doña Soledad repetía cincuenta veces las palabras que más gustan a Nuestra Madre del Cielo.
Como el niño que apenas sabe balbucear arranca una sonrisa del corazón de la madre cuando dice "mamá", así nosotros con el Ave María alegramos a nuestra Madre. El niño dice "mamá", estira sus tiernos brazos y la madre sin dilación lo coge entre los suyos. Así María. El niño fija los ojos en los de su madre y ella lo acerca a su rostro hasta rozar con la nariz la ternura de su piel. Así María nos acerca a su rostro y roza con su belleza nuestra alma.
Como la mamá estrecha al niño entre sus brazos, lo oprime contra su pecho, porque lo ama, así María, apenas escucha el susurro de nuestra oración, corre, nos abraza, nos acerca hasta su pecho porque nos ama.
¿De que sirve el amor de una madre? No es moneda de cambio, no produce, no consigues nada con él, tampoco con el de María. El amor de una madre da seguridad, orienta tu vida; también el amor de María.
El niño dice mamá, espera la respuesta y siempre la halla. María responde cuando elevamos los ojos del alma y esperamos su respuesta. La madre goza cuando el niño le sonríe y susurra al oído "Te quiero" ¿Acaso María no? La madre ve crecer con santo orgullo a su hijo ¿Acaso María no? La madre ha engendrado con dolores ¿Acaso María no?
Una madre no se cansa de amar, de abrazar, de besar a sus hijos. Tampoco María. Una Madre derrama lágrimas de dolor cuando percibe, aún de lejos, que sus hijos andan tomando decisiones erróneas que los alejan de Dios. ¿Acaso María no? No hay peor dolor para María que el constatar que sus hijos viven distanciados de Dios. Ella les espera pacientemente e intercede día y noche por ellos hasta que como ovejitas descarriadas vuelven al redil en hombros de su Pastor. ¿Y si se olvidan de ella? Ciertamente sufre pero como buena Madre sabe perdonar el olvido.
El corazón de María ama por encima de cualquier olvido. Ama aunque el hijo duerma, cubre su cuerpecito, y acaricia la frente del hijo perdido en sueños.
Así nos ama María. ¿Por qué no repetir una y cien veces su Ave María? Para que así surja una sonrisa en su corazón, nos abrace, acaricie y cubra nuestra alma del frío mientras dormimos.
Oraciones enseñadas a los Videntes de Fátima
Fueron enseñadas por la Virgen María o por el Angel de la Paz a los pastorcitos, y las recitaban con ellos
ORACIÓN PARA OFRECER SACRIFICIOS
¡Oh Jesús, te ofrezco este sacrificio por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados que tanto ofenden al Inmaculado Corazón de María!
ORACIONES ENSEÑADAS POR EL ANGEL
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te aman! (Tres veces).
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que El es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.
(Los niños rezaban estas dos oraciones de rodillas y con la frente inclinada hacia el suelo)
A RECITAR DURANTE EL ROSARIO
¡Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre principalmente a las más necesitadas! (Se dice al fin de cada decena, después del Gloria.)
JACULATORIAS
¡Dios mío, te amo en agradecimiento a las gracias que me has concedido!
¡Oh, Jesús, te amo!... ¡Dulce Corazón de María, se la salvación mía!