Nadie va al Padre sino por mi
- 12 Mayo 2017
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Evangelio según San Juan 14,1-6.
Jesús dijo a sus discípulos: "No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.
Ya conocen el camino del lugar adonde voy". Tomás le dijo: "Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?". Jesús le respondió: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí."
Catecismo de la Iglesia Católica § 257-258, 260
“Nadie va al Padre sino por mi”
“¡Oh Trinidad, luz bienaventurada y unidad esencia!”. Dios es eterna beatitud, vida inmortal, luz sin ocaso. Dios es amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios quiere comunicar libremente la gloria de su vida bienaventurada. Tal es el “designio benevolente” (Ef 1,9) que concibió antes de la creación del mundo en su Hijo amado, “predestinándonos a la adopción filial en él”(Ef 1, 4-5), es decir, “a reproducir la imagen de su Hijo” (Rm 8,29) gracias al “Espíritu de adopción filial (Rm 8,15). Este designio es una “gracia dada antes de todos los siglos” (2Tm 1,9-10), nacido inmediatamente del amor trinitario.
Se despliega en la obra de la creación, en toda la historia de la salvación después de la caída, en las misiones del Hijo y del Espíritu, cuya prolongación es la misión de la Iglesia.
Toda la economía divina es la obra común de las tres personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, así también tiene una sola y misma operación… Así la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento: “uno es Dios y Padre de quien proceden todas las cosas, un solo el Señor Jesucristo por el cual son todas las cosas, y uno el Espíritu Santo en quien son todas las cosas. Son, sobre todo, las misiones divinas de la Encarnación del Hijo y del envío del Espíritu Santo las que manifiestan las propiedades de las personas divinas.
El fin último de toda la economía divina es la entrada de las criaturas divinas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad (Jn 17,21-23) Pero desde ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima Trinidad: “Si alguno me ama -dice el Señor- guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Jn 14,23). “¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mi misma para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz , ni hacerme salir de ti, mi Inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu misterio! Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora” (Beata Isabel de la Trinidad).
Pancracio, Santo Mártir, 12 de Mayo
Mártir Adolescente
Martirologio Romano: San Pancracio, mártir, que, según la tradición, murió en Roma, en plena adolescencia por su fe en Cristo, siendo sepultado en la vía Aurelia, a dos miliarios de la Urbe. El papa san Símaco levantó una célebre basílica sobre su sepulcro y el papa san Gregorio I Magno convocaba a menudo al pueblo en torno al mismo sepulcro, para que recibieran el testimonio del verdadero amor cristiano. En este día se conmemora la sepultura de este mártir romano (s. IV in.).
Etimológicamente: Pancracio = Aquel que es totalmente fuerte, es de origen griego.
Breve Biografía
Huérfano de 14 años traído a Roma por su tío. Se convirtió a la fe y fue martirizado al día siguiente de su bautismo, rechazando premios y ayudas para el futuro si renegaba de su fe. Luego de dar las gracias a sus verdugos, no dudó en sacrificar su juventud para mantenerse fiel a Cristo.
Nacido en Frigia, provincia romana del Asia Menor. Su padre era un noble pagano llamado Cleonio que falleció cuando el niño tenía siete años. Pancracio fue a vivir con su tío paterno, Dionisio, quien fue un excelente modelo. Se trasladaron a Roma cuando el niño tenía diez años.
Dionisio y Pancracio tienen un criado cristiano que los evangeliza y los pone en contacto con el Papa. Así conocen a fondo el cristianismo y se convierten. Fueron bautizados y recibieron la comunión. Enseguida se despojaron de muchas posesiones en favor de los pobres.
El emperador Diocleciano, decretó una persecución (la última del imperio romano) contra el Cristianismo. Al poco tiempo Pancracio fue denunciado al emperador, quien conocía a su difunto padre. Le dijeron "El hijo de Cleonio de Frigia se ha hecho cristiano y está distribuyendo sus haciendas entre viles personas; además, blasfema horriblemente contra nuestros dioses".
Diocleciano mando llamar a Pancracio y conversó largo tiempo con el, tratando de persuadirlo a que renunciase a Jesucristo. Al no lograrlo le condenó a muerte. En el lugar del martirio Pancracio se arrodilló, levantó los ojos y las manos al cielo, dando gracias al Señor porque había llegado a ese momento. Le cortaron la cabeza. Por la noche una noble señora, llamada Octavila, hizo recoger su cuerpo, lo embalsamó, lo amortajó con un lienzo precioso e hizo que lo entierren en un sepulcro nuevo, cerca del lugar del martirio.
El Papa Vitaliano envió sus reliquias desde el cementerio de Calepodius en Roma a Inglaterra para evangelizar y para instalar en los altares. San Agustín de Canterburydedicó la primera Iglesia de Inglaterra a San Pancracio.
Es titular de una Basílica romana. Aquí los que habían sido bautizados el Sábado de Gloria dejaban sus vestidos blancos en el domingo octava de la Resurrección (llamado Dominica in Albis). Era un acto conclusivo de la Pascua. Sobre la tumba de San Pancrasio renovaban el juramento de fidelidad a Jesucristo. Desde entonces ha sido un santo muy amado, protector de inocentes y de las víctimas de la perjurio.
Patrón contra falsos testimonios, contra perjurio, juramentos, tratados, dolores de cabeza y calambres.
ORACIÓN
Glorioso mártir de Jesucristo,
amable protector mío, San Pancracio,
ya que el Señor escucha tan favorablemente tus ruegos,
ayudando espiritual y temporalmente
a los que piden sus gracias por tu intercesión,
atiende la petición que,
con humilde confianza en la bondad de Dios
y apoyado en tu poderoso valimiento,
elevo al cielo en mi presente necesidad.
(Aquí hágase la petición que se desea conseguir del Santo.)
Ya que tu grande amor a Dios
te animó a ofrecer la vida en testimonio de la fe,
obten para mí este mismo amor y esta
fortaleza en la práctica y en la confesión de la fe.
Para alcanzar tu continua protección sobre mí
y sobre mi familia,
te ofrezco ser fiel en el cumplimiento de la ley de Dios
y en los deberes de mi estado,
y procuraré agradarte con la frecuente recepción de los santos Sacramentos.
Sirviendo a Dios y ayudado por ti,
espero gozar de tu compañía en el cielo.
Amén.
¿Cómo esta mi confianza en Dios?
San Juan 14, 1-6. IV Viernes de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey Nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, te agradezco por un nuevo día en el que me das la gracia de ser testigo de tu amor. Hoy, como ayer, me doy cuenta que sigo siendo débil y mis deseos de ser mejor para Ti no corresponden muchas veces a la realidad. Sin embargo, no me dejes olvidar que mi debilidad y mi flaqueza son siempre objeto de tu misericordia y de tu infinito amor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Es muy fácil decir: "cálmate, no pierdas la paz" a quien se encuentra en una tribulación o problema. Pero todo cambia cuando se trata de nosotros. Sí, cuando estamos pasando por un mal momento o tenemos una necesidad grave, no escuchamos consejo alguno sobre permanecer en paz y confiados. Más bien frenéticamente buscamos solucionar nuestro problema a toda costa, incluso a veces sin importarnos utilizar medios inadecuados.
Esto se debe a que como decía santa Teresa de Jesús, "el corazón del hombre es como una veleta". Bastan un poco de cambios es nuestro mundo organizado y programado, o algo de volubilidad anímica para estresarnos y perder la paz. Pero en realidad esto se debe a que nuestra supuesta "paz" está fundamentada en una confianza efímera y superflua, que tiene como base a las creaturas. En resumen, una paz fuera de Dios no puede durar mucho porque no es verdadera paz del corazón.
Sólo en Dios, sólo en Él descansa nuestra alma. Sólo en el podemos conservar la paz a pesar de toda adversidad.
"Jesús que dice a Tomás: "Yo soy el Camino". Es la respuesta a la angustia, a la tristeza, a la tristeza de los discípulos por esta despedida de Jesús: ellos no comprendían mucho, pero estaban tristes por esto. Esta expresión de Jesús nos hace pensar en la vida cristiana, que es un camino: comenzamos a caminar con el bautismo, y camino, camino, camino. Se puede decir que la vida cristiana es un camino y el camino justo es Jesús".
(Homilía de S.S. P. Francisco, 3 de mayo de 2016, en santa Marta)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Durante un momento junto a Jesús Eucaristía, pondré todas mis necesidades y problemas confiando en que mi Padre que está en los cielos, ya sabe lo que necesito.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Jesucristo es el camino
En el camino hacia Dios abundan las pruebas y caídas, pero en esta carrera el hombre no camina solo, Dios es su acompañante.
Un joven acudió una vez a un anciano y le pidió que orara por él:
– “Me doy cuenta que estoy cayendo continuamente en la impaciencia, ¿podría orar por mí para que pueda ser más paciente?”.
El anciano accedió. Se arrodillaron, y el hombre de Dios comenzó a orar:
– “Señor, mándale tribulaciones a este joven esta mañana, envíale tribulaciones en la tarde…”
El joven le interrumpió y le dijo:
- “¡No, no! ¡Tribulaciones no! ¡Paciencia!”.
-“Pero la tribulación produce paciencia –contestó el anciano–. Si quieres
tener paciencia, tienes que tener tribulación”.
Cualquier caminante necesita echar mano de la paciencia, pues el camino es largo, arduo y costoso, expresaba san Juan de la cruz y en todo camino se presentan dificultades y tribulaciones de todo tipo.
“Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6). Jesús aparece el nuevo mediador de Dios (Mc 3,14) y la definitiva revelación de Dios (Jn 17, 22). Jesús señala las condiciones de este camino para entrar en el Reino (Mt 5,20). El caminar cristiano es una carrera (1Co 9,24-27). Para caminar hay que poner lo ojos en Jesús (Hb 12,1-2) y peregrinar (Hb 11,13-16), sin poseer una ciudad permanente (Hb 13, 14) siendo huéspedes de este mundo (1P 1,1). Él es camino de vida, de bendición. Juan lo mostró al mundo como el camino por donde tendría que ir la humanidad, camino recto; quien quiera transitar por caminos de vida, tendrá que caminar con él y por él.
El símbolo del “camino” nos evoca el seguimiento, el proceso espiritual, nos habla de nuestra condición de peregrinos. Somos extranjeros y peregrinos (1P 2,11), somos ciudadanos del cielo, buscamos otra ciudad (Hb 11,9-10). Aquí estamos de paso, esta tierra no es nuestra morada permanente.
El Señor resucitado nos invita a abandonar Jerusalén y a volver a Galilea -donde todo comenzó-, pues allí le veremos (Mc 16,7), nos invita a salir y ponernos en camino. No es fácil responder a esta llamada, ya que amamos la seguridad y estabilidad que nos ofrecen las instituciones y todo tipo de seguridades que nos hemos ganado. Tendemos a instalarnos en nuestras ideas, en nuestros sentimientos, en nuestros trabajos, en nuestras seguridades. Jesús también estuvo sometido a constantes tentaciones, que le invitaban a escoger otro camino más fácil, pero las venció todas y perseveró hasta el final. Nosotros también sufrimos el acoso de las tentaciones para dejar el camino.
Jesús acompañó en todo momento a sus discípulos. “No os dejo huérfanos, volveré a visitaros” (Jn 14,18). Y acompañó a los enfermos y a muchos sanó por su fe. "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y sigue sana de tu dolencia" (Mc 5, 33-34) Jesús acompañó a todos aquellos que se encontraron con él. En este acompañamiento de la persona Jesús va al fondo, lleva a la persona a nacer de nuevo.
“Te aseguro que, si uno no nace de nuevo, no puede ver el reinado de Dios...Te aseguro que, si uno no nace de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3, 3-5). Y nacieron de nuevo María Magdalena, Zaqueo, Pedro Ignacio de Loyola, Agustín, Carlos de Foucauld....
La vida cristiana se llama en los Hechos de los Apóstoles “el camino” (9,2; 18,25,24,22). En este camino hacia Dios abundan las pruebas y caídas (1P 1, 7) las grandes privaciones (1Co 9, 24-26) y el hacerse violencia (Mt 11, 12). Pero en esta carrera el ser humano no camina solo, Dios es su acompañante. El ser humano es un ser en camino, eterno peregrino a la casa del Padre. En esta marcha se encuentra con encrucijadas: caminos que conducen a la vida y caminos que conducen a la muerte. Y se presentan peligros, riesgos, dificultades de todo tipo. Para superarlos y no ceder al cansancio ni al desaliento, es necesario tener los ojos bien fijos en la meta y estar bien motivados. El ser humano está en continua elección: escoger la vida y seguir por el camino recto, estrecho y empinado, o escoger lo fácil, el camino de muerte.
El seguir a Jesús requiere el poner los ojos en él, en tener sus mismos sentimientos y actitudes, en dar la vida. Y en este camino se sube bajando, se entra saliendo, se es espiritual, encarnándose y se gana la vida perdiéndola. Es un camino totalmente imprevisible, en él abundan las pruebas y caídas (1P 1,7) grandes privaciones (1Co 9, 24-26) y hay que hacerse violencia (Mt 11,12). Pero en esta carrera el ser humano no camina solo, Dios es su compañero; por eso tenemos que tener confianza y saber que él nos acompaña y que aunque caminemos por cañadas oscuras nada debemos temer, porque él va con nosotros y su vara y su cayado nos sosiegan (Sal 22).
Jesús nos invita a seguirle, a caminar con él. La Biblia habla de camino, sendero, vía (Dt 30,15-16) y de la necesidad de escoger un camino u otro, el de salvación o el de perdición para la persona, de vida o de muerte (Dt 30,1-5). “Hay un camino que uno cree recto y que va a parar a la muerte” (Pr 14,12). Jesús nos ha dado a conocer al Padre. A Dios nadie lo ha visto nunca.
El Hijo Único de Dios, que es Dios y está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer (Jn 1, 18). Quien lo ve a él, ve al Padre (Jn 14, 9). Él es el camino que nos lleva al Padre, la única posibilidad que tiene el hombre de encontrar la plenitud de la vida: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre, sino por mí” (Jn 14, 6).
Para que Jesús pueda acompañarnos necesitamos desearlo y permitirle que camine con nosotros. Y en este caminar con él necesitamos confiar en él, perseverar y tener paciencia; pues además de una confianza y fidelidad a toda prueba se necesita perseverancia, pues en cualquier campo de la vida no se adelanta nada sin constancia ya que cualquier proyecto necesita tiempo y esfuerzo para echarlo adelante.
Hay personas que parecen mariposas, saltando de médico en médico o de compromiso en compromiso; así en la vida espiritual comienzan un proyecto, con mucho calor, y a los pocos días se enfrían y se desinflan, son amigas de actos heroicos, pero a corto plazo, la vida diaria, el martirio de cada día no tiene atractivo, no aguantan ese ritmo.
Paciencia necesitamos cuando deseamos caminar; paciencia para entender y escuchar a Dios, al otro y a uno mismo; paciencia porque el camino es largo, complicado y lleva mucho tiempo. Sin embargo la marcha lenta obtiene grandes resultados, “poco a poco se va lejos”. La paciencia, como la paz y la felicidad, brotan de uno mismo; por mucho que intenten los otros de que perdamos los estribos, nadie nos arrebatará nuestra paz si nuestra paciencia está bien arraigada. Los obstáculos, las dificultades, los contratiempos desesperan a muchos; sin embargo, Dios nos ha dado los medios con que soportar las cosas que nos sobreviene sin dejarnos deprimir ni aplastar.
El Espiritu nos empuja a caminar
Misa celebrada el jueves en la Casa Santa Marta, en el Vaticano.
En ese camino, la Iglesia “va delante con muchos santos y muchos pecadores. Mediante la gracia y el pecado, la Iglesia va a delante
Durante la Misa celebrada el jueves en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, el Papa Francisco exhortó a los cristianos a no cerrarse en sí mismos, a salir fuera y dejarse llevar por el Espíritu para profundizar en la fe, porque “cuando el pueblo de Dios se cierra, se vuelve prisionero en un establo, como un asno que no comprende ni va adelante”.
En su homilía, el Santo Padre habló de las tres plenitudes de los tiempos: la primera plenitud se habría producido con la resurrección de Cristo; la segunda se producirá cuando se cumpla su segunda venida; y la tercera es la plenitud personal de cada cristiano que tendrá lugar cuando nos encontremos cara a cara con Dios.
“Dios se dio a conocer en la historia. Su salvación tiene una gran y larga historia”, afirmó. “La salvación de Dios está en camino hacia la plenitud de los tiempos”.
Se trata de “un camino con santos y pecadores”. El Señor “guía a su pueblo por ese camino en el que hay momentos buenos y momentos malos, libertad y esclavitud, pero guía al pueblo hacia la plenitud”.
Para guiarnos, se sirve del Espíritu Santo, que “nos hace recordar y comprender el mensaje de Jesús”. En ese camino, la Iglesia “va delante con muchos santos y muchos pecadores. Mediante la gracia y el pecado, la Iglesia va a delante”.
Se trata de un camino en el que “comprendemos, profundizamos en la persona de Jesús, en la fe, en la moral y en los mandamientos”. De esa manera, cosas que “durante un tiempo eran normales, que ni siquiera se consideraban pecado, hoy son pecado mortal”.
El Pontífice puso algunos ejemplos de esa profundización en la fe que ha llevado a identificar como pecado lo que antes estaba admitido como moral.
“Pensemos, por ejemplo, en la esclavitud. Cuando íbamos a la escuela nos contaban cosas que hacían con los esclavos, que los llevaban a un puesto de venta y los vendían a otras personas. En América Latina ocurría eso: se compraban, se vendían… Y es un pecado mortal. Hoy se reconoce. Pero en aquel momento algunos decía que se podía hacer porque aquella gente no tenía alma”.
“Por eso se debía avanzar, para comprender mejor la fe, para comprender mejor la moral”. Sin embargo, advirtió contra la tentación de contentarnos con el lugar al que hemos llegado y decir: “‘Ah, Padre. ¡Gracias a Dios que hoy no hay esclavos!’. ¡Pero si hoy hay más esclavos que nunca! Al menos sabemos que es pecado mortal. Hemos avanzado. Lo mismo con la pena de muerte, que durante mucho tiempo era normal. Hoy decimos que es inadmisible la pena de muerte”. El mismo razonamiento lo realizó sobre las “guerras de religión”.
En este proceso de clarificación de la fe y de la moral tienen gran importancia “tantos santos que conocemos y que no conocemos”. La Iglesia “está llena de santos desconocidos, y es esa santidad la que nos lleva hacia la segunda plenitud de los tiempos, cuando el Señor venga al final para ser todo en todos”.
Por otro lado, explicó que “hay una tercera plenitud de los tiempos. La nuestra. Cada uno de nosotros está en camino hacia la plenitud de su propio tiempo. Cada uno de nosotros llegará al momento del tiempo pleno y la vida terminará y deberá encontrarse con el Señor. Ese es nuestro momento personal”.
“Pensemos en los apóstoles, los primeros predicadores… Tenían necesidad de entender que Dios ha amado, ha elegido, ha amado a su pueblo siempre en camino”.
El Obispo de Roma subrayó que “Jesús envió al Espíritu Santo para que nosotros pudiéramos ponernos en camino. El mismo Espíritu nos empuja a caminar. Esta es la gran obra de misericordia de Dios. Que cada uno de nosotros está en camino hacia la plenitud personal de los tiempos”.
En concreto, es precisamente en la confesión cuando comprendemos que “ese paso que doy en el confesionario es un paso en el camino hacia la plenitud de los tiempos. Pedir perdón a Dios no es una cosa automática. Es comprender que estoy en camino con un pueblo en camino. Con un pueblo que un día se encontrará cara a cara con aquel Señor que nunca nos deja solos, sino que nos acompaña en el camino”.
“Pensad en esto –concluyó–. Cuando me confieso, ¿pienso en estas cosas? ¿Me doy cuenta de que estoy en camino? ¿Me doy cuenta de que se trata de un paso hacia el encuentro con el Señor, hacia mi plenitud de los tiempos? Porque esa es la gran obra de misericordia de Dios”.
“Estaré con María en Fátima” escribió el Papa en su cuenta Twitter
En la víspera del Viaje del 12 y 13 de mayo con motivo del centenario de las apariciones marianas
(ZENIT – Roma. 12 mayo 2017).- “Mañana estaré con María en Fátima, como peregrino en la esperanza y en la paz”. Así lo escribió el papa Francisco este jueves en un mensaje en su cuenta twitter, que en español tiene casi 13 millones de seguidores. Y añadió: “Mirémosla: todo es don de Dios, nuestra fuerza”.
Un viaje menos ‘peligroso’ o ‘neurálgico’ desde el punto de vista internacional –coinciden los analistas– que el reciente a Egipto, donde en la Universidad de al-Azhar señaló que no se puede realizar violencia en nombre de Dios y que los líderes religiosos se deben empeñar en esto.
Entretanto de enorme importancia desde el punto de vista espiritual. En su videomensaje enviado este miércoles a Portugal, indica que “el ramo más bonito de flores” que lleva a María “son los hombres rescatados por la sangre de Jesús”.
En la audiencia del miércoles en la Plaza de San Pedro, al dirigirse a los fieles de idioma portugués, el Santo Padre señaló : “Voy como peregrino a Fátima donde confiaré a María el futuro de la humanidad”, y les ha invitado a unirse en oración.
Texto completo del mensaje de Fátima y del ‘tercer secreto’
¿Puedo ser feminista y católica a la vez?
Es difícil responder esta pregunta simplemente con un sí o un no
En estas últimas semanas, mis redes sociales se han visto inundadas de posts de respeto a la mujer y de propagandas sobre la lucha por nuestros derechos. Pero no solo mis redes, también mis pensamientos… ¿será que yo también soy feminista?
Hay dos hechos que me han marcado estas semanas: El primero, un grupo secreto en Facebook a la que fui añadida junto con 11.000 usuarias ecuatorianas, que se llama: «Mi primer acoso, no callamos más». Esta es una iniciativa que ya se ha dado en otros países como México y Chile y que consiste en dar un testimonio de la primera vez que una mujer fue acosada o abusada. Hay miles de ellos. El segundo fue la «Marcha de las Mujeres» o #womensmarch de este 22 de enero que se celebró en decenas de ciudades alrededor del mundo con la participación de multitudes impresionantes, gente de distintas edades, culturas y condiciones sociales, cuyo principal objetivo era defender los derechos de la mujer.
A simple vista todo esto suena muy alentador e inspirador, pero, ¿qué tal si miramos un poco más allá?
¿Cuáles son las raíces del feminismo?
Escuché un fragmento del discurso de la actriz hondureña/americana de 32 años, América Ferrara que formó parte del evento en Washington, la capital del país más poderosa del mundo, ¿coincidencia? En una parte de su discurso, ella dice lo siguiente: «No renunciaremos a nuestros derechos de abortos legales y seguros», «no pediremos a nuestras familias LGBTQ que retrocedan». Adicionalmente, el grupo secreto al que fui agregada está vinculado a una web canadiense llamada «Rise Up» que contiene un archivo de un colectivo feminista que hace activismo desde 1950 con temas como: aborto y derechos reproductivos, igualdad de género, formas de trabajo no tradicional para mujeres, etc.
Esta pequeña indagación me ayudó a atar algunos cabos. Hace poco empecé a leer el libro de la socióloga alemana Gabrielle Kuby, «La revolución global sexual: destrucción de la libertad en el nombre de la libertad». En su primera parte, el libro presenta una minuciosa investigación de los orígenes de los movimientos feministas, que iniciaron con personas como Margaret Sanger y Marie Stopes que lucharon por imponer el control de natalidad en Estados Unidos y Europa.
Con apoyo de poderosos actores como el presidente Roosevelt abogaban por dos cosas: preservar a los “ciudadanos correctos” y eliminar el hambre y la pobreza del mundo. Estos fundamentos eugenésicos fueron tomados por los Nazis para su “limpieza étnica” y por los comunistas en los años de la Revolución, cuando específicamente Kollontai, primera mujer en el consejo de Lenin y encargada de bienestar público, legalizó el aborto, el divorcio, los burdeles y adoctrinó a los niños para que fuera más fácil establecer al comunismo sin resistencia. Afortunadamente, con el fin de la revolución, se comprendió que estos “excesos morales” causaron problemas sociales severos en Rusia y las imposiciones de Kollontai fueron eliminadas o reducidas. Lamentablemente, en Alemania, bajo esos principios y con la guía de Planned Parenthood (inicialmente llamada Birth Control League), se fundó ProFamilia, institución que realizaba el 70% de los abortos del país en los años 50. Y así, una larga lista de nombres de personas e instituciones que dedicaron su vida a cometer abusos, con los ideales de psicólogos y filósofos que coincidían en su profundo rechazo a la Iglesia Católica y el mensaje de amor de Jesús.
¿Feministas y católicas?
Entonces volvamos a intentar responder la pregunta inicial. Por su puesto que no estoy de acuerdo con el abuso de ningún tipo a niños, niñas, adolescentes, jóvenes ni cualquier otro ser humano. Menos aún con la pedofilia, ni con los abusos cometidos dentro de la misma Iglesia. Me espeluzna que los hombres maltraten a las mujeres y odio pensar que la mayoría de la violencia sexual, psicológica y física se dé intrafamiliarmente. Detesto que me griten groserías, aunque suenen a “piropos”, cuando camino por la calle y también me disgusta ir en medios de transporte público que van muy llenos y hay personas que se pegan demasiado.
Sin embargo, tampoco creo en que el control de natalidad es la solución a la pobreza y el hambre (los mismos países europeos dan ahora incentivos por la falta de nuevas generaciones que serían la mano de obra en el futuro). Por su puesto que no apoyo el asesinato de bebés inocentes porque creo en el derecho a la vida como el derecho fundamental de todo ser humano, ¿qué tal si una ministra o presidenta que podía dar un cambio positivo en este mundo fuera abortada? Creo además que la sexualidad y el sacramento del matrimonio tienen un valor incalculable. Y por ende en la familia como su fin y núcleo de la sociedad por ser el primer lugar donde una persona se edifica.
¿Entonces?, ¿se puede ser feminista y católica a la vez? Es difícil responder esta pregunta simplemente con un sí o un no, porque el término “feminista” es bastante ambiguo y ha sido contaminado por diversos grupos e intereses desde hace algunas décadas. Como expuse arriba hay temas en los que podemos estar de acuerdo como el respeto hacia la mujer y el reconocimiento de que tenemos derechos y capacidades al igual que el hombre. Sin embargo, es importante comprender que diferimos en cosas tan fundamentales como entender la riqueza que hay en la complementariedad entre hombre y mujer, el derecho a la vida, la sexualidad y sus usos, la familia, entre otras.
Si algo es trending topic en redes, tiene cobertura de las principales cadenas mediáticas, apoyo de grandes corporaciones y las estrellas de la industria del entretenimiento, así como fotos y videos por doquier en redes sociales, debemos cuestionarnos los intereses detrás de todo ello y no dejarnos llevar por lo superficial. Muchos movimientos y campañas poderosas como #heforshe o #imwithher y aquellas auspiciadas por organismos internacionales, políticos de alto nivel y fundaciones que dicen trabajar por los derechos humanos nos pintan pajaritos de colores, pero en el fondo siguen teniendo como fundamentos a los grupos que mencioné de la investigación de Kuby.
Informarse, siempre informarse
Por eso, es tan importante investigar, estar informados y definir nuestras posturas claramente en estos aspectos esenciales. Quizás incluso recibamos ataques, nos llamarán cerrados o incluso fanáticos, pero debemos mantener nuestra postura con firmeza, aunque también con compasión. No es necesario juzgar a los demás, porque siempre la misericordia y el perdón son lo primero que nos debe caracterizar. Pero no dejemos de formarnos, de alzar nuestras voces, de hacer saber también nuestros puntos de vista que son igual de válidos que los de los demás y sobretodo no dejemos de pedir la guía de María para hacerlo siempre mejor
«Cristo se ha constituido ante sus contemporáneos promotor de la verdadera dignidad de la mujer» (Mulieris Dignitatem, San Juan Pablo II, 1988).