La ignorancia de los que no se convierten
- 17 Septiembre 2014
- 17 Septiembre 2014
- 17 Septiembre 2014
Una homilía del Papa
"Cercanía y compasión: así el Señor visita a su pueblo", explica Francisco
Papa: "¿Las predicaciones? Sin cercanía y esperanza son sólo vanidad"
"Cuando Dios visita a su pueblo, se acerca a él y siente compasión: se conmueve"
Redacción, 16 de septiembre de 2014 a las 17:39
Que nuestro testimonio de cristianos sea portador de la visita de Dios a su pueblo, es decir, de la cercanía que siembra la esperanza
(RV).-Se pueden hacer bellas prédicas, pero si no se está cerca de las personas, si no se sufre con la gente y no se da esperanza, esas prédicas no sirven, son vanidad. Lo dijo elPapa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta, en el día en que la Iglesia recuerda a los Santos mártires Cornelio, Papa, y Cipriano, Obispo.
El Evangelio del día habla de Jesús que se acerca a un cortejo fúnebre: una viuda de Naím ha perdido a su único hijo. El Señor realiza el milagro de devolver la vida al joven - recordó el Papa - pero hace más: está cerca. "Dios - dice la gente - ha visitado a su pueblo".Cuando Dios visita "hay algo más, hay algo nuevo", "quiere decir que su presencia está especialmente allí". Jesús está cerca:
"Estaba cerca de la gente. Dios cercano que logra comprender el corazón de la gente, el corazón de su pueblo. Después ve el cortejo, y el Señor se acerca. Dios visita a su pueblo, en medio de su pueblo, y acercándose. Cercanía. Es la modalidad de Dios. Y después hay una expresión que se repite en la Biblia, tantas veces: ‘El Señor tuvo gran compasión'. La misma compasión que tenía, dice el Evangelio, cuando vio a tanta gente como ovejas sin pastor. Cuando Dios visita a su pueblo, está cerca de él, se acerca a él y siente compasión: se conmueve".
"El Señor - prosiguió diciendo Francisco - se siente profundamente conmovido, como lo estuvo ante la tumba de Lázaro". Como se conmovió aquel Padre "cuando vio volver a casa a su hijo" pródigo:
"Cercanía y compasión: así el Señor visita a su pueblo. Y cuando nosotros queremos anunciar el Evangelio, llevar adelante la Palabra de Jesús, éste es el camino. El otro camino es el de los maestros, el de los predicadores de aquel tiempo: los doctores de la ley, los escribas, los fariseos... Alejados del pueblo, hablaban... bien: hablaban bien. Enseñaban la ley, bien. Pero alejados. Y ésta no era una visita del Señor: era otra cosa. El pueblo no sentía esto como una gracia, porque faltaba la cercanía, faltaba la compasión, es decir, padecer con el pueblo".
"Y hay otra palabra - subrayó el Papa - que es propia de cuando el Señor visita a su pueblo: ‘El muerto se incorporó y se puso a hablar, y Él - Jesús - se lo dio a su madre'":
"Cuando Dios visita a su pueblo, devuelve la esperanza al pueblo. Siempre. Se puede predicar la Palabra de Dios brillantemente: en la historia hubo tantos buenos predicadores. Pero si estos predicadores no fueron capaces de sembrar esperanza, esa prédica no sirve. Es vanidad".
Viendo a Jesús que devolvió el hijo vivo a su mamá - concluyó el Papa su homilía - "podemos entender lo que significa una visita de Dios a su pueblo. Y pedir como gracia que nuestro testimonio de cristianos sea portador de la visita de Dios a su pueblo, es decir, de la cercanía que siembra la esperanza".
Evangelio según San Lucas 7,31-35.
Dijo el Señor: «¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'. Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!'. Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos.»
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermón 38 sobre el Cantar de los Cantares
La ignorancia de los que no se convierten
El Apóstol Pablo dice: “Lo que algunos tienen es ignorancia de Dios” (1Co 15,34). Yo digo, que permanecen en esta ignorancia todos aquellos que no quieren convertirse a Dios. Ellos rechazan esta conversión por la única razón de que ellos imaginan a Dios solemne y severo cuando es todo suavidad; ellos lo imaginan duro e implacable cuando es todo misericordia; creen que es violento y terrible cuando es adorable. Así el impío se engaña a sí mismo y se fabrica un ídolo en vez de conocer a Dios tal cual es.
¿Qué teme esta gente de poca fe? ¿Qué Dios no querrá perdonar sus pecados? Pero si Él mismo, con sus propias manos, los clavó en la cruz (Col 2,14). ¿Qué pueden temer todavía? ¿Ser ellos mismos débiles y vulnerables? Pero si Él conoce muy bien la arcilla con que nos ha hecho. ¿De qué tienen miedo? ¿De estar demasiado acostumbrados al mal para abandonar las costumbres de la carne? Pero el Señor liberta a los cautivos (Sal 145,7). ¿Temen por tanto que Dios, irritado por la inmensidad de sus faltas, vacile en tenderles una mano que los socorra? Pero allí donde abundó el pecado, la gracia sobreabundó (Rm 5, 20). ¿Quizá la preocupación por el vestido, el alimento y otras necesidades de su vida, les impide separarse de sus bienes? Dios sabe que tenemos necesidad de todo esto (Mt 6, 32). ¿Qué más quieren? ¿Cuál es el obstáculo para su salvación? Ignoran a Dios, no creen en nuestra palabra. Por tanto es necesario que se fíen de la experiencia de los demás.
San Roberto Belarmino
San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia
San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Orden de la Compañía de Jesús, que intervino de modo conspicuo, con sutiles y peculiares aportaciones, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal, y durante algún tiempo también obispo entregado al ministerio pastoral de la diócesis de Capua, en Italia. Finalmente, desempeñó en la Curia romana múltiples actividades relacionadas con la defensa doctrinal
San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia), en 1542. Su madre era hermana del Papa Marcelo II. Desde niño dio muestras de poseer una inteligencia superior a la de sus compañeros y una memoria prodigiosa. Recitaba de memoria muchas páginas en latín, del poeta Virgilio, como si las estuviera leyendo. En las academias y discusiones públicas dejaba admirados a todos los que lo escuchaban.
El rector del colegio de los jesuitas en Monteluciano dejó escrito: "Es el más inteligente de todos nuestros alumnos. Da esperanza de grandes éxitos para el futuro". Uno de los peores sufrimientos de San Roberto durante toda la vida fue su mala salud. En él se cumplía lo que deseaba San Bernardo cuando decía: "Ojalá que los superiores tengan una salud muy deficiente, para que logren comprender a los débiles y enfermos".
Cada par de meses tenían que enviar a Roberto a las montañas a descansar, porque sus condiciones de salud eran muy defectuosas. Pero no por eso dejaba de estudiar y de prepararse. Era el predicador preferido por los universitarios en Lovaina, París y Roma. Profesores y estudiantes se apretujaban con horas de anticipación junto al sitio donde él iba a predicar.
Los templos se llenaban totalmente cuando se anunciaba que era el Padre Belarmino el que iba a predicar. Hasta se subían a las columnas para lograr verlo y escucharlo. Después de haber sido profesor de la Universidad de Lovaina y en varias ciudades más, fue llamado a Roma, para enseñar allá y para ser rector del colegio mayor que los Padres Jesuitas tenían en esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió que escribiera un pequeño catecismo, para hacerlo aprender a la gente sencilla.
Escribió entonces el Catecismo Resumido, el cual ha sido traducido a 55 idiomas, y ha tenido 300 ediciones en 300 años (una por año) éxito únicamente superado por la S. Biblia y por la Imitación de Cristo. Luego redactó el Catecismo Explicado, y pronto este su nuevo catecismo estuvo en las manos de sacerdotes y catequistas en todos los países del mundo.
Durante su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos catecismos. Se llama controversia a una discusión larga y repetida, en la cual cada contendor va presentando los argumentos que tiene contra el otro y los argumentos que defienden lo que él dice. Los protestantes (evangélicos, luteranos, anglicanos, etc.) habían sacado una serie de libros contra los católicos y estos no hallaban cómo defenderse. Entonces el Sumo Pontífice encomendó a San Roberto que se encargara en Roma de preparar a los sacerdotes para saber enfrentarse a los enemigos de la religión. El fundó una clase que se llamaba "Las controversias", para enseñar a sus alumnos a discutir con los adversarios.
Y pronto publicó su primer tomo titulado así: "Controversias". En ese libro con admirable sabiduría, pulverizaba lo que decían los evangélicos y calvinistas. El éxito fue rotundo. Enseguida aparecieron el segundo y tercer tomo, hasta el octavo, y los sacerdotes y catequistas de todas las naciones encontraban en ellos los argumentos que necesitaban para convencer a los protestantes de lo equivocados que están los que atacan nuestra religión.
San Francisco de Sales cuando iba a discutir con un protestante llevaba siempre dos libros: La S. Biblia y un tomo de las Controversias de Belarmino. En 30 años tuvieron 20 ediciones estos sus famosos libros. Un librero de Londres exclamaba: "Este libro me sacó de pobre. Son tantos los que he vendido, que ya se me arregló mi situación económica".
Los superiores Jesuitas le encomendaron que se encargara de la dirección espiritual de los jóvenes seminaristas, y San Roberto tuvo la suerte de contar entre sus dirigidos, a San Luis Gonzaga. Después cuando Belarmino se muera dejará como petición que lo entierren junto a la tumba de San Luis, diciendo: "Es que fue mi discípulo". En los últimos años pedía permiso al Sumo Pontífice y se iba a pasar semanas y semanas al noviciado de los Jesuitas, y allá se dedicaba a rezar y a obedecer tan humildemente como si fuera un sencillo novicio.
En la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal Belarmino tuvo 14 votos, la mitad de los votantes. El rezaba y fervorosamente a Dios para que lo librara de semejante cargo tan difícil, y fue escuchado. Poco antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se repartiera entre los pobres. Que sus funerales fueran de noche (para que no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad.
Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo al entierro de un santo. Murió el 17 de septiembre de 1621.
Su canonización se demoró mucho porque había una escuela teológica contraria a él, que no lo dejaba canonizar. Pero el Sumo Pontífice Pío XI lo declaró santo en 1930, y Doctor de la Iglesia en 1931.
Himno
Para vosotros, el misterio del Padre;
Con vosotros, la luz del Verbo;
En vosotros, la llama del Amor
Que es fuego.
¡Hontanares de Dios!,
¡Hombres del Evangelio!,
¡Humildes inteligencias luminosas!,
¡Grandes hombres de barro tierno!
El mundo tiene hambre de infinito
Y sed del cielo;
Las criaturas nos atan a lo efímero
Y nos vamos perdiendo en el tiempo.
Para nosotros,
El misterio que aprendisteis del Padre;
Con nosotros, la luz que os dio el Verbo;
En nosotros, el Amor ingénito.
¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia!,
dadnos una vida y un anhelo,
la angustia por la verdad,
por el error del miedo.
Dadnos una vida de rodillas
Ante el misterio,
Una visión de este mundo de muerte
Y una esperanza de cielo.
Padre, te pedimos para la Iglesia
La ciencia de estos maestros. Amén
Tú, Señor, que concediste a San Roberto Belarmino un conocimiento profundo de la sabiduría divina, concédenos, por su intercesión, ser siempre fieles a tu palabra y llevarla a la práctica en nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
17 de septiembre 2015 Miércoles XXIV 1 Co 12, 31-13, 13
Pablo nos dice hoy que por encima de todo está el amor: «la fe, la esperanza y el amor subsisten los tres, pero de los tres, el amor es el más grande». ¿Por qué? Señor, para que vea, dame un rayo de tu luz
Viaje al Purgatorio
Si, como decía la canción para entrar en el cielo no es preciso morir, para saber lo que es el Purgatorio tampoco
Seguramente muchos se preguntarán a ver qué es eso del Purgatorio, y tal vez lleguen a pensar que es un invento de los curas o una creencia de la gente de antes, pasada de moda. Digamos, antes de nada, que la existencia del Purgatorio es un dogma de fe y que en la práctica el pueblo cristiano siempre ha demostrado creer en él. No se explicaría de otra manera la asidua costumbre rezar por los muertos. En muchas de nuestras iglesias aparecen cuadros o relieves que intentan de alguna manera reflejar el tormento de las almas del Purgatorio, envueltas en llamas, suspirando por llegar a Dios, pero con una gran diferencia de las representaciones del infierno. En todo caso, es normal que nos preguntemos por qué ha de existir un purgatorio.
Todos somos conscientes de que en esta vida hay personas muy buenas que se sacrifican por los demás, que son todo un ejemplo de generosidad, paciencia, fe... y que tampoco faltan quienes se dedican a abusar de los demás, a explotarlos, gente egoísta, soberbia, cruel... Algo nos dice que tiene que hacerse justicia en el momento de la muerte, de modo que no sea indiferente ser bueno o malo. Todas las religiones hablan de premio o castigo. Es verdad que los cristianos creemos en la misericordia de Dios y por ello, aunque exista la posibilidad de la condenación eterna, nos parece acorde con el amor de Dios que exista un castigo merecido de carácter temporal. Eso es el Purgatorio, una especie de tormento purificador que no es eterno.
Las representaciones artísticas del Purgatorio y del Infierno difieren enormemente: mientras en el infierno sólo se ven rostros de desesperación y diablos y bichos raros, en las que hacen referencia al Purgatorio está también representado Dios, la Virgen María y el Cielo; aparecen rostros doloridos, pero no desesperados. Y nada de diablos. Ya sabemos que éstas imágenes, más bien propias de otras épocas, son sencillamente maneras de ayudarnos a entender una realidad mucho más profunda. No hace falta ningún lugar para sufrir, sino que es suficiente el tormento del alma. Aunque haya personas, entre las que se incluyen santos canonizados, que dicen haber entrado en contacto con las almas del Purgatorio, no es esa nuestra experiencia. Pero sí que podemos partir de algunas experiencias de esta vida para intentar comprender un poco esta posibilidad de tener que sufrir después de la muerte. Si hay alguno que no cree en estas cosas le diremos que allá él, pero que sepa que algún día, tal vez no muy lejano, podrá enterarse por sí mismo. Veamos. El ser humano es fundamentalmente el mismo antes y después de la muerte. Se supone que muchas de las experiencias de esta vida han de tener bastante parecido con la vida futura. Aquí y allí el hombre busca la felicidad, aquí y allí puede sufrir, aquí y allí necesita amar y ser amado. Vistas así las cosas se entiende aquello de que el fuego del Infierno y el fuego del Purgatorio sea el mismo que el fuego del Cielo.Empecemos por el fuego del Cielo. Es el fuego del amor. Si una persona está profundamente enamorada se dice que su corazón arde en deseos de encontrarse con la persona amada, y no puede encontrar mayor felicidad que en sentirse unido a esa persona. Así y no de otra manera es el amor de Dios. "La alegría que encuentra el esposo con su esposa la encontrará tu Dios contigo", nos dice Isaías.
Ahora bien, supongamos que una persona muy enamorada le hace a su amante una faena tan grande que pierde para siempre su amor, al tiempo que sigue enamorada. Eso sería el infierno: descubrir toda la belleza del amor de Dios y perderlo para siempre. Es la situación desesperada de quien experimenta un terrible remordimiento sin posibilidad de vuelta atrás, tanto más amargo cuanto mayor es el amor que siente. Ojalá nadie tenga que vivir esta situación y que el infierno no pase de ser una posibilidad nunca hecha realidad.
Pero supongamos que un marido muy enamorado ofende a su esposa, o viceversa, de tal manera que la persona ofendida no decide cortar definitivamente, pero sí durante una temporada. De momento le deja. Seguro que quien se ha portado mal siente un enorme remordimiento pesar, y que se le hacen largos los días esperando volver a encontrarse con su amor. En los tres casos, cielo, infierno y purgatorio, se trata de haber descubierto el fuego del amor de Dios, disfrutando de él, perdiéndolo para siempre o sufriendo mientras se espera algún día gozar de él. Si en esta vida todo el mundo trata de evitar la cárcel, aunque sea por un breve período de tiempo, también merece la pena evitar la cárcel del Purgatorio. Sin embargo con frecuencia vivimos de forma bastante irresponsable. No se trata de negar la misericordia de Dios, sino de su incompatibilidad con el pecado. Si un amigo nos invita a una boda no se nos ocurre ir sucios y mal olientes, por mucha confianza que tengamos con él. No hace falta que nadie nos lo recuerde. Cuando, tras la muerte, seamos conscientes de la belleza de Dios y la fealdad de nuestro pecado, nosotros mismos comprenderemos la necesidad de purificarnos. Si, como decía la canción "para entrar en el cielo no es preciso morir", para saber lo que es el Purgatorio tampoco. ¡Cuántas veces se pasa por él en esta misma vida! Por eso en los momentos de sufrimiento deberíamos tener en cuenta aquello de que no hay mal que por bien no venga. Aceptemos el dolor del cuerpo y del alma como una purificación de nuestros pecados.
Francisco, en el punto de mira del Estado Islámico
El embajador de Irak ante la Santa Sede ve "amenazas fundadas" tanto en Tirana como en Estambul
El Estado Islámico podría atentar contra Francisco durante su próxima visita a Albania
El Pontífice visitará este domingo territorio albanés, país de mayoría musulmana
El próximo domingo, con la ayuda de Dios, iré a Albania. Decidí visitar este país, porque ha sufrido tanto a causa de un terrible régimen ateo y ahora está realizando una convivencia pacífica entre sus diversos componentes religiosos
El papa Francisco corre riesgo de sufrir un intento de asesinato por el Estado Islámico durante su visita a Albania, ha advertido el embajador de Irak ante la Santa Sede, Habeeb Al Sadr. El Pontífice visitará este domingo territorio albanés, país de mayoría musulmana.
El embajador de Irak ante la Santa Sede asegura, en The Telegraph, que hay amenazas creíbles contra su vida que podría ejecutarse durante de Francisco a Tirana, capital de Albania. Aunque, también señala que el líder de la Iglesia Católica podría estar en una posición vulnerable cuando viaje a Turquía en noviembre.
Habeeb Al Sadr insiste en que podría atentar contra él en cualquiera de sus viajes al extranjeros aunque incluso pueden hacerlo en Roma. En su opinión, el santo Padre esobjetivo de los yihadistas desde el día en el que criticó públicamente los abusos contra las minorías cristianas en Siria e Irak.
El Papa viajará a Tirana el próximo domingo donde celebrará una misa al aire libre y paseará por las calles de la ciudad en su papamóvil descubierto para estar más cerca de los fieles.
No es la primera vez que el Papa es amenazado por los yihadistas. Según el diario Il Tempo, Francisco está en la mira de los terroristas del Isis, por ser según los terroristas, "portador de falsas verdades".
No sería el primer antentado contra un Pontífice. El 13 de mayo de 1981, el terrorista turco de derecha Alí Mehmed Agcá, un musulmán, disparó dos balazos contra el Papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro. El Papa fue llevado en ambulancia y los médicos lograron salvarlo.
Entretanto, durante la audiencia de este miércoles, Francisco dirigió un saludo afectuoso al pueblo albanés, que impulsa una convivencia pacífica interreligiosa, tras el terrible régimen ateísta:
«El próximo domingo, con la ayuda de Dios, iré a Albania. Decidí visitar este país, porque ha sufrido tanto a causa de un terrible régimen ateo y ahora está realizando una convivencia pacífica entre sus diversos componentes religiosos. A partir de ahora saludo con afecto al pueblo albanés y agradezco la preparación de esta visita. Les pido a todos que me acompañen con la oración, por intercesión de Nuestra Señora del Buen Consejo. ¡Gracias!».
El Papa, en la audiencia a las Fratres
Invita a los jóvenes a la misión, porque "es bello llevar el evangelio de Jesús"
El Papa rinde homenaje a los misioneros que "lo dejaron todo para anunciar a Cristo"
La Iglesia nació católica, es decir sinfónica, en salida, misionera desde los orígenes"
José Manuel Vidal, 17 de septiembre de 2014 a las 10:30
Superar cualquier resistencia y vencer la tentación de encerrarse en nosotros mismos y considerarse los únicos destinatarios de la bendición de Dios
(José M. Vidal).-El Papa Francisco centró su catequesis de la audiencia del miércoles en la explicación de las dos notas de la Iglesia: católica y apostólica. Explica que católica significa, además de universal, "sinfónica, en salida, misionera". Y rinde tributo a tantos santos misioneros, que "lo dejaron todo para anunciar a Cristo". Una bella vocación, a la que invitó a los jóvenes. "¡Es bello llevar la mundo el Evangelio de Jesús!"
Algunas frases del Papa
"La Iglesia es católica y apostólica"
"El significado de estas dos notas características de la Iglesia y qué valor tienen para la comunidad cristiana"
"Católica significa universal". ""San Cirilo de Jerusalén afirma: 'La Iglesia es universal, por el hecho de que está en todos los confines de la tierra y porque enseña todas las verdades que debe conocer el hombre'"
"Un signo evidente de su catolicidad es que habla todas las lenguas, efecto de Pentecostés"
"La Iglesia nació católica, es decir sinfónica, desde los orígenes"
"Todos tienen el Evangelio en la propia lengua, para leerlo. Repito: llevar siempre un evangelio pequeño en el bolso o en el bolsillo"."Si nació católica, la Iglesia nació en salida, misionera"
"Los apóstoles salieron por el mundo desde el momento del nacimiento de la Iglesia. Por eso, la Iglesia ha nacido en salida, misionera".
"Apóstol es el que lleva la buena noticia de la Resurrección de Jesús"
"La Iglesia está en continuidad con los apóstoles". "Hoy, todos nosotros estamos en continuidad con aquel grupo de apóstoles, que recibió el Espíritu Santo". "La Iglesia es enviada a anunciar a Cristo"
"Superar cualquier resistencia y vencer la tentación de encerrarse en nosotros mismos y considerarse los únicos destinatarios de la bendición de Dios"
"Los que se creen elegidos no sólo mueren, porque no son capaces de generar vida, sino que no son apóstoles". "¿Qué comporta para nuestras comunidades y para cada uno de nosotros formar parte de una Iglesia católica y apostólica?". "Primero, no sentirse indiferente ante la suerte de nuestros hermanos, sino abiertos y solidarios con ellos". "Tener el sentido de la plenitud, de la armonía de la vida cristiana, rechazando las posiciones parciales y unilaterales"
"Que nuestra fe está anclada en la fe y en el anuncio de los apóstoles:una larga cadena que viene desde allá". "Me gustaría recordar la vida heroica de tantos misioneras y misioneros, que dejaron su patria para ir a anunciar el Evangelio en otros países y continentes"
"Me decía un cardenal brasileño, que trabaja en el Amazonas, que cuando va a un pueblo del Amazonas, va siempre al cementerio y allí ve las tumbas de estos misioneros, que fueron a predicar el Evangelio. Y piensa: 'Todos éstos pueden ser canonizados'. Lo dejaron todo para anunciar a Cristo. Gracias a Dios por tantos misioneros. La Iglesia los necesita todavía"
"Quizás alguno de los jóvenes quiera ser misionero. Adelante, es bello llevar el evangelio de Jesús"
Texto del saludo del Papa en español
Queridos hermanos:
En el Credo decimos que la Iglesia es católica y apostólica.
Es católica porque es universal: tiene la misión de anunciar la Buena Noticia del amor de Dios hasta los confines del mundo, enseñando todo lo necesario para la salvación.
Y es apostólica porque es misionera: como los apóstoles y en continuidad con ellos, ha sido enviada a preparar la venida del Señor, acompañando su palabra con los signos de la ternura y del poder de Dios.
La Iglesia, universal y misionera, cuenta con la asistencia del Espíritu Santo, que continuamente la hace salir de sí misma al encuentro de los hermanos y hablar las lenguas del mundo entero para comunicar a todos la alegría del Señor Resucitado.
Como miembros de la Iglesia, también nosotros participamos de su misión: somos responsables de la salvación de todos los hombres, y, por tanto, no podemos permanecer indiferentes o ajenos a la suerte de nuestros hermanos; además, el Espíritu Santo también actúa en nosotros para que no nos cerremos en posiciones unilaterales y procuremos siempre el entendimiento, la armonía, la "sinfonía" en la vida cristiana.
***
Saludo a los peregrinos de lengua española venidos de España, México, Panamá, Nicaragua, Argentina, Perú, Chile y otros países latinoamericanos. Pido al Señor que su visita a Roma, y en concreto a la tumba de los apóstoles Pedro y Pablo, los ayude a anunciar a Cristo, que ama a todos los hombres.
¡Sí, ahí está Dios!
A Dios lo encontramos en todas las circunstancias de nuestra vida, sólo tenemos que mirarlo.
Siempre que hablamos de Dios lo hacemos con un gran amor --no digamos ya con un gran respeto--, y siempre tratamos de crecer en la fe, en la confianza y en el amor de ese Dios que nos ama y que nos espera.
Cualquiera diría que esto es muy fácil, y, sin embargo, todos tenemos la experiencia --porque lo oímos mil veces-- de que muchos, cuando sufren algo que les parece injusto, tienen miedo a Dios y dudan de todo: dudan de que Dios exista, dudan de que les ame, y dudan de que Dios les reserve algún bien, y se preguntan:
- Si Dios existe, si Dios me ama, ¿por qué Dios no me escucha? ¿Por qué ha de mandarme este sufrimiento? ¿Por qué tiene que venirme este mal? Esta queja la oímos muchas veces. Pero, ¿no es cierto que Dios nunca está más cerca de nosotros que cuando sufrimos, como el papá y la mamá sobre el niñito que se ha agravado?... Se cuenta muchas veces lo que ocurrió en el más terrible campo de concentración y de exterminio de la Segunda Guerra Mundial. Estaban formados todos los prisioneros ante un espectáculo macabro, contemplando al compañero colgado en la horca. En medio del silencio aterrador, se levanta una voz estremecedora:- ¿Y dónde está Dios? Ante este grito de un descreído, se alza la voz de un creyente, mientras su dedo señala al que cuelga del patíbulo: - ¡Dios está ahí!
Cierto. Allí estaba Dios, allí estaba Jesucristo, que extendía a aquel campo de la muerte su propia muerte en la cruz. Porque Dios estaba junto a la horca y las cámaras de gas para salvar a las víctimas inocentes, como estaba en el Calvario esperando que Jesús muriese y fuera sepultado, para resucitarlo después con gloria. Dios no quiere nuestros males. Dios pedirá cuentas a los causantes del dolor ajeno. Dios nos librará definitivamente un día de todo lo que ahora nos atormenta. Si tenemos estas convicciones, la prueba se convierte en resignación cristiana y en mérito ante Dios.
Ciertamente, que el dolor es un misterio. ¿Por qué Dios permite el mal? No lo sabremos nunca en este mundo. En este mundo estamos viendo el tapiz o el bordado al revés: todo son hilos que se entrecruzan en un desorden feo y sin ninguna dirección fija. Habrá que mirarlo por el otro lado para asombranos de la obra de arte que allí se esconde. Únicamente en la vida futura entenderemos el dolor de este mundo, cuando veamos que esas pruebas han sido el camino --angustioso, pero seguro-- por el que Dios nos ha llevado a la salvación. La gran respuesta a nuestra pregunta la tenemos en Jesucristo clavado en la cruz. Inocente como Jesús, ninguno. ¿Y por qué Jesús ha tenido que sufrir como nadie en este mundo? Cuando parece que Dios se ha escondido en nuestra vida es precisamente cuando nos mira con más amor. Está detrás de las cortinas de la ventana mirando cómo caminamos por la calle del mundo; nosotros no lo vemos, pero a Él no se le escapa ninguno de nuestros movimientos. No entendemos su Providencia, pero sabemos besar su mano amorosa cuando nos permite algún mal. La palabra de Job es una de las más repetidas de toda la Biblia:
- Si recibimos los bienes de la mano de Dios, ¿por qué no vamos a recibir los males? Males que no nos vienen de la mano de Dios, pero que son permitidos por Dios para nuestro bien.
Le preguntaron un día a Teresita:- ¿Has tenido que sufrir hoy también muchos dolores? - Sí, pero porque los quiero. Yo quiero todo lo que me envía Dios.
En esta respuesta de la querida Santa está la clave que resuelve todo el problema. Para ella, nos se trataba solamente de resignación y de simple aceptación. Era más. Era querer lo que Dios quería, haciendo de las dos voluntades una sola. Esto es el colmo de la virtud cristiana. Esto es lo que hacen tantos hermanos nuestros, de quienes decimos que están en lo más alto de la santidad. El mal, por otra parte, no puede triunfar. Dios le tiene puesto un límite del cual no pasará. Dios no quiere que nuestra vida sea un fracaso. Si permite la tempestad es para dar después la bonanza. Si consiente que los ojos derramen lágrimas, es para convertirlas después en júbilo y alegría. Dios siempre hace brotar una rosa en medio de las espinas. El dolor entonces, sostenido con valentía, se convierte en la elegancia de la vida.
Un sabio escritor nos lo dice bellamente: - El dolor, para los que viven en el Espíritu, se convierte en el más recio hilo telefónico, por el cual transmitimos a Dios un himno de amor, como el más hermoso saludo que los hijos pueden dirigir a su Padre, inspirado por el Espíritu Santo.
Hay que repetirse constantemente ese eslogan tan conocido: ¡Dios me ama!
El día en que nos convencemos de ello, y sabemos vivir la realidad que entraña, ese día se ha encontrado la clave misteriosa de la felicidad verdadera... .