Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados

Evangelio según San Mateo 11,25-30. 

Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. 

Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar."

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana." 

San José Cafasso, presbítero

En Turín, en la región del Piamonte, en Italia, san José Cafasso, presbítero, que se dedicó a la formación espiritual y cultural de los futuros clérigos, y a reconciliar con Dios a los presos encarcelados y a los condenados a muerte.

 Nació el 15 de enero del año 1811 en Castelnuovo Don Bosco, que entonces se llamaba Castelnuovo d'Asti. Cristalizó su deseo de consagrarse a Dios en los principios del verano de 1827. Hizo los estudios filosóficos y teológicos preparatorios al sacerdocio que se le confirió el 21 de septiembre de 1833.   Las corrientes que mandaban la moda en aquellos momentos estaban inficionadas de jansenismo y regalismo con vientos que dificultaban fuertemente la marcha de la Iglesia.

La piedad, como expresión de la fe, estaba sofocada por un excesivo rigorismo que señalaba tanto la distancia entre el Creador y la criatura que dificultaba la expresión genuina de la relación con Dios visto como Padre bueno; por ello, la relación amorosa y confiada a la que debe llevar la verdadera piedad permanecía oculta por la rigidez estéril y el temor nocivo a Dios observado como justiciero, lejano y extraño.   Enmarcado en estas formas de pensamiento y de actitudes prácticas comienza el ejercicio del ministerio sacerdotal José Cafasso.

Renuncia a la «carrera» de los eclesiásticos, desperdiciando voluntariamente las posibilidades de subir que tuvo desde el principio por su buen cartel. Se instala, con la intención de mejorar su formación sacerdotal, en el "Convitto" de San Francisco de Asís, en Turín, que habían fundado en el 1817 Pío Brunone y Luis María Fortunato.Frente a la práctica religiosa antipática y a la pastoral sacramental rigorista imperante en su época, allí se entresacan los filones de la vida espiritual católica de todos los tiempos.

Con trazos seguros y vivos se enseña, recuerda y habla del fin de esta vida, del valor del tiempo, de la salvación del alma y de la lucha contra el pecado; con naturalidad se tratan las verdades eternas, la frecuencia de los sacramentos, el despego del mundo... Todo ello en clima de cordialidad, de sano optimismo y de confianza en la bondad de Dios manifestado en Cristo; por eso, se adivina que la religión ha de ser el continuo ejercicio de amor para acercarse al Dios lleno de infinita bondad y misericordia de quien debe esperarse siempre todo el perdón.

Con formas nuevas, la piedad resulta agradable y fuente de permanente alegría cristiana. Así se da sentido al cuidado de las cosas pequeñas y en la misma mortificación corporal se descubre el verdadero sentido interior que encierra en cuanto que la renuncia al gusto no es más que liberación del amor y unión más perfecta con Dios.

Hay que resaltar la influencia que José Cafasso ejerció en san Juan Bosco, algo más pequeño que él, cuando José era un joven y Juan un niño y cuando, más tarde, le facilita fondos económicos para ayudarle en la obra evangelizadora que comenzaba para el bien profesional y cristiano de la juventud.   No se puede dejar de mencionar ni por olvido que en la tierra tuvo tres amores: Jesús Sacramentado, María Santísima y el Papa.   Falleció un sábado 23 de junio de 1860, a la edad de sólo 49 años.

Su oración fúnebre la hizo su discípulo preferido: San Juan Bosco. Antes de morir escribió esta estrofa: "No será muerte sino un dulce sueño para ti, alma mía, si al morir te asiste Jesús, y te recibe la Virgen María". Fue canonizado por el Papa Pío XII en 1947.    Encontró a Dios y le sirvió en el cumplimiento ordinario del ministerio sacerdotal, viviendo fielmente a diario -y esto es lo heroico- su entrega.

Oremos
Tú, Señor, que concediste a San José Cafasso un conocimiento profundo de la sabiduría divina, concédenos, por su intercesión, ser siempre fieles a tu palabra y llevarla a la práctica en nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301), monja benedictina Los Ejercicios, 7

«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados»

Tú, que has hecho por mí tan grandes y bellas cosas, que me has puesto a tu servicio para siempre, ¿qué te voy a devolver por tantos beneficios? ¿Qué alabanzas y acciones de gracias podré ofrecerte, aunque me ocupara en ello mil veces? ¿Qué soy yo, pobre criatura, en comparación a ti, mi abundante redención? Mi alma que tú has rescatado, te la ofreceré toda entera, te homenajearé con el amor de mi corazón. Sí, transporta mi vida en ti, llévame contigo enteramente, encerrándome en ti, haz que no sea más que una sola cosa contigo. 

Oh Amor, tu ardor divino me ha abierto el corazón dulcísimo de mi Jesús. Oh corazón fuente de dulzura, corazón desbordante de bondad, corazón sobreabundante de caridad, corazón de donde destila, gota a gota, la benevolencia, corazón lleno de misericordia..., corazón muy amado, te pido que absorbas mi corazón todo entero en ti. Perla muy amada de mi corazón, invítame a tus banquetes que dan la vida; derrama para mi los vinos de tu consolación...para que la ruindad de mi espíritu se llene de tu caridad divina, y la abundancia de tu amor supla la pobreza y la miseria de mi alma. 

Oh corazón amado por encima de todo..., ten piedad de mi. Te suplico que la dulzura de tu caridad vuelva valiente mi corazón. Hazme la gracia de que las entrañas de tu misericordia se conmuevan en mi favor, porque desgraciadamente, mis bajezas son numerosas, mis méritos son nulos. Mi Jesús, que el mérito de tu muerte preciosa, me perdone todo lo que he cometido de mal...; que me atraiga hacia ti tan fuertemente que transformada totalmente por la fuerza de tu amor divino, encuentre gracia a tus ojos... Y dame, oh mi querido Jesús, amarte a ti solo en todas las cosas y por encima de todas las cosas, me ligue a ti con fervor, espere en ti y no ponga ningún límite a mi esperanza.

Sagrado Corazón de Jesús

Adoramos el Corazón de Cristo porque es el corazón del Verbo encarnado, del Hijo de Dios hecho hombre

Explicación de la fiesta

La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida.
Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.

La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días.

Esto significa que debemos vivir este mes demostrandole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.

Debemos vivir recordandolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.).
Debemos, por tanto, pensan si las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.

Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en este mes de junio y durante todo el año.

Origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Santa Margarita María de Alacoque era una religiosa de la Orden de la Visitación. Tenía un gran amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor especial por ella.

Se le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a ella y a todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres se alejaran de Él por el pecado.

Durante estas visitas a su alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo más, a tenerle devoción, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para que su Corazón no sufra más con nuestros pecados.

El pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque Él quiere que todos lleguemos al Cielo con Él.

Nosotros podemos demostrar nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús con nuestras obras: en esto precisamente consiste la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús:

Jesús le prometió a Santa Margarita de Alacoque, que si una persona comulga los primeros viernes de mes, durante nueve meses seguidos, le concederá lo siguiente:

1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado (casado(a), soltero(a), viudo(a) o consagrado(a) a Dios).
2. Pondré paz en sus familias.
3. Los consolaré en todas las aflicciones.
4. Seré su refugio durante la vida y, sobre todo, a la hora de la muerte.
5. Bendeciré abundantemente sus empresas.
6. Los pecadores hallarán misericordia.
7. Los tibios se harán fervorosos.
8. Los fervorosos se elevarán rápidamente a gran perfección.
9. Bendeciré los lugares donde la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
10. Les daré la gracia de mover los corazones más endurecidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón y jamás será borrado de Él.
12. La gracia de la penitencia final: es decir, no morirán en desgracia y sin haber recibido los Sacramentos.

Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Podemos conseguir una estampa o una figura en donde se vea el Sagrado Corazón de Jesús y, ante ella, llevar a cabo la consagración familiar a su Sagrado Corazón, de la siguiente manera:

Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos alegremente la Consagración
de nuestra familia a tu Divino Corazón.

Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.

Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros vecinos, parientes y amigos.

Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.

Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.

Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestras comunidades.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.

Que nuestro amor a tu Corazón compense, de alguna manera, la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.

Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada.

Sugerencias para vivir la fiesta:

Poner una estampa del Sagrado Corazón de Jesús, algún pensamiento y la oración para la Consagración al Sagrado Corazón de Jesús.

Hacer una oración en la que todos pidamos por tener un corazón como el de Cristo.

Leer en el Evangelio pasajes en los que se podamos observar la actitud de Jesús como fruto de su Corazón.

Consulta también

El Sagrado Corazón de Jesús, una devoción permanente y actual.
Un corazón Traspasado 
Visita el Especial de Junio Mes del Sagrado Corazón: Ideas para vivir la fe en familia del portal Familia Católica
Apóstoles del Sagrado Corazón

Especial del Sacrado Corazón Aciprensa:

Recursos sobre el Sagrado Corazón de Jesús:

Origen de la devoción al Corazón de Jesús

Santa Margarita de Alacoque propaga devoción al Sagrado Corazón

Promesas del Sagrado Corazón

La gran promesa: La Eucaristía

Inmaculado Corazón de la Virgen María

Teología del Sagrado Corazón:

Amor al Sagrado Corazón de Jesús

Juan Pablo II y el Sagrado Corazón de Jesús

El Corazón Eucarístico de Jesús

La misericordia del Sagrado Corazón (Padre Juan Eudes)

El corazón humano bajo la luz del corazón de Dios

El Corazón eucarístico del Señor

El corazón de Jesús cura nuestras conciencias

El Corazón de Jesús purifica, ilumina y unifica

Curación del corazón humano

El Corazón de Jesús, principio y término de nuestra reconciliación

Práctica Sacramental:

Escritos espirituales:

Oraciones:

Documentos Pontificios:

El punto de conexión.

Santo Evangelio según San Mateo 11, 25-30. Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús (Tercer viernes después de Pentecostés). Ciclo A

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

quiero estar contigo. Concédeme aquella gracia que más necesito y tal vez no me atrevo a pedirte. Aumenta mi fe, mi confianza en Ti y mi amor. Ayúdame a serte fiel y no dejarte solo. Inflama mi alma de celo apasionado por que más personas te conozcan, te amen y te sigan. Ayuda a todos mis familiares, amigos, conocidos y miembros del Regnum Christi para que podamos encontrarnos contigo y lograr una experiencia profunda y real de Ti y de tu amor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy es la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Tu corazón tiene mucho valor para mí. Es un corazón como el mío, un corazón de carne, un corazón que sufre, que se alegra, que palpita por amor a otros. Un corazón que padece por la infidelidad del amado, por la partida del hijo, por la traición del que le ha dado todo de sí. Un corazón que se alegra con la conversión del pecador, con la correspondencia del amante, con la fidelidad de sus discípulos, con el esfuerzo por la santidad de sus amigos. Un corazón que ama, que se enternece, que siente compasión.

¡Contemplando tu corazón aprendo tanto para mi vida! Aprendo el valor del sacrificio, el sentido del dolor, el verdadero amor, el cariño por los seres queridos, el auténtico perdón, la más pura caridad, la más profunda humildad, el más sincero respeto, el más alto temor divino, la más correcta autoestima, el mejor espíritu de donación.

En tu corazón encuentro la fuente de mi espiritualidad, la riqueza de mi oración, el centro de atracción de mi amor, el tesoro de dónde puedo obtener todo lo que necesito, el motivo de mi existencia, el precio que da valor a todas mis acciones.

Tu corazón es cofre de todas las virtudes humanas, de las mejores definiciones divinas; de los más altos retos para el hombre, de las más heroicas acciones de Dios. Tu corazón es para mí el punto de conexión de tu humanidad con la mía. Es el lugar de mayor intimidad entre Tú y yo. Es el fruto surgido del amor más grande que me hayas podido demostrar: el de mi Dios hecho carne por mí.

El palpitar de tu corazón es lo que bombea tu sangre vital a toda la Iglesia, y a mí, parte de tu cuerpo místico. Tu latir al unísono con el mío es el latido que marca el ritmo de mi día a día; es el incesante repetir de un "te amo, te amo, te amo"; es el medio de sentirte vivo y presente; es el pulso silencioso de Dios en mi alma.

Tu corazón es el modelo de mi corazón humano, aquel primer corazón modelado en el pecho de Adán y Eva, y que con el pecado se fue convirtiendo en corazón de piedra. Tu corazón es arca de todas las virtudes; es carne y sangre de hombre que se mezcla con la divinidad.

En tu corazón encuentro conforto para mis penas, consuelo para mis dolores, calor y fervor para mi tibieza, descanso para mi cansancio, salud para mi enfermedad, gracia para mi pecado, perdón para mis ofensas, misericordia para mis delitos, ejemplo para todas mis situaciones, ternura para mis asperezas, valentía para mis temores, fortaleza para mis debilidades, respuesta a mis interrogantes, razones para mis dudas, motivos para mis incredulidades, afirmación para mis inconsistencias, autenticidad para mi incoherencia, paciencia para mis depresiones, sencillez para mis complicaciones, verdad para mis falsedades, luz para mis tinieblas, sabor para mi aburrimiento, amor para mi sed de amor, libertad para mis esclavitudes, seguridad para mis inseguridades…

¡Jamás me pudiste haber dado tesoro más sublime que tu corazón, oh Jesús!

Jesús manso y humilde de corazón. Haz mi corazón semejante al tuyo.

"Dios nos da la gracia, la alegría de celebrar en el corazón de su Hijo las grandes obras de su amor. Se puede decir que hoy es la fiesta del amor de Dios en Jesucristo, del amor de Dios por nosotros. Hay dos aspectos del amor. Primero, el amor está más en el dar que en el recibir. El segundo: el amor está más en las obras que en las palabras. Cuando decimos que está más en el dar que en el recibir, es porque el amor se comunica: siempre comunica. Y es recibido por el amado. Y cuando decimos que está más en las obras que en las palabras, es porque el amor siempre da la vida, hace crecer. Para entender el amor de Dios, el hombre tiene que buscar una dimensión inversamente proporcional a la inmensidad: es la pequeñez, "la pequeñez del corazón"."

(Homilía de S.S. Francisco, 27 de junio de 2014, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy haré varias veces durante el día la jaculatoria: "Sagrado Corazón de Jesús. En Ti confío."

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Señor, ayudame a ser humilde

Desconéctame, Señor, de las cosas de mi vida que tanto amo....quiero que tu me ayudes a vivir en la humildad.

Aquí estoy, Señor, para darte ese tiempo de mi vida, que es muy poco, comparado con el tiempo que siempre tengo para trabajar, para distraerme y pasear. Es muy poco pero quiero que sea tuyo y que será el mejor de mi tiempo porque es para ti.

Dame paz, tranquilidad. Auséntame de todas mis preocupaciones, quedarme vacía de todos los problemas y dolores que llevo en mi alma, muchas veces causados por mi equivocado proceder, y entregarme de lleno a ti.

Desconéctame, Señor, de las cosas de mi vida que tanto amo.... quiero que tu me ayudes a encontrar esa "perla escondida" que es aprender a vivir en la humildad.

A veces pienso, al acercarme a ti, que es el único momento en que siento mi nada, mi pequeñez, porque cuando te dejo y me voy a mis ocupaciones me parece que piso firme, que hago bien las cosas, muchas de ellas, muy bien y casi sin darme cuenta reclamo aplausos, reclamo halagos y me olvido de ser humilde, de aceptar, aunque me duela, mis limitaciones, mis errores, mis faltas y defectos de carácter, que siempre trato de disimular para que no vean mi pequeñez y cuando llega el momento de pedir perdón... ¡cómo cuesta! Qué difícil es reconocer que nos equivocamos, qué juzgamos mal, que lastimamos y rogar que nos perdonen.

Ante ti, Señor, buscando alcanzar esa HUMILDAD, que tanta falta me hace, me atrevo a rezarte la hermosa:

ORACION POR LA HUMILDAD

Señor Jesús, manso y humilde.
Desde el polvo me sube y me domina esta sed de que todos me estimen, de que todos me quieran.

Mi corazón es soberbio. Dame la gracia de la humildad,mi Señor manso y humilde de corazón.

No puedo perdonar, el rencor me quema, las críticas me lastiman, los fracasos me hunden, las rivalidades me asustan.

No se de donde me vienen estos locos deseos de imponer mi voluntad, no ceder, sentirme más que otros... Hago lo que no quiero. Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad.

Dame la gracia de perdonar de corazón, la gracia de aceptar la crítica y aceptar cuando me corrijan. Dame la gracia, poder, con tranquilidad, criticarme a mi mismo.

La gracia de mantenerme sereno en los desprecios, olvidos e indiferencias de otros. Dame la gracia de sentirme verdaderamente feliz, cuando no figuro, no resalto ante los demás, con lo que digo, con lo que hago.

Ayúdame, Señor, a pensar menos en mi y abrir espacios en mi corazón para que los puedas ocupar Tu y mis hermanos.

En fin, mi Señor Jesucristo, dame la gracia de ir adquiriendo, poco a poco un corazón manso, humilde, paciente y bueno.

Cristo Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo. Asi sea. 

(P. Ignacio Larrañaga)

3 caracteristicas para ser un buen pastor
Homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta

El Papa Francisco explicó tres características que deben tener los sacerdotes para poder ser realmente buenos pastores.

En la homilía de la Misa que celebró este jueves 22 de junio en la Casa Santa Marta, y tomando como ejemplo a San Pablo, el Papa Francisco explicó tres características que deben tener los sacerdotes para poder ser realmente buenos pastores.

1.- Es apasionado

Tras resaltar que “el Buen Pastor da la vida por sus ovejas” y que no las abandona como si fuese "un mercenario", el Santo Padre dijo que una primera característica es la de ser apasionado “hasta el punto de decirle a su gente, a su pueblo: ‘Yo experimento por ustedes una especie de celo divino’”.

“Y este es el trato al que llamamos celo apostólico. No se puede ser un verdadero pastor sin este fuego dentro”, dijo el Pontífice en su reflexión sobre un pasaje de la Segunda Carta a los Corintios de San Pablo.

2.- Sabe discernir

Un pastor, prosiguió, es “un hombre que sabe discernir”. “Sabe que en la vida hay seducción. El padre de la mentira es un seductor. El pastor no, el pastor ama. En cambio la serpiente, el padre de la mentira, el envidioso, es un seductor. Es un seductor que busca alejar de la fidelidad, porque ese celo divino de Pablo servía para llevar al pueblo a un único esposo, para mantener al pueblo en la fidelidad a su esposo”.

“En la historia de la salvación –continuó– muchas veces encontramos el alejamiento de Dios, la infidelidad al Señor, la idolatría como si fuera una infidelidad matrimonial”.

El pastor, entonces, “saber discernir donde están los peligros, donde están las gracias… donde está el verdadero camino”. “Acompaña a las ovejas siempre: en los momentos bellos y en los momentos feos, también en los momentos de la seducción, con paciencia las lleva al redil”.

3.- La capacidad de denunciar

El Papa Francisco explicó que “un apóstol no puede ser ingenuo” y debe saber “condenar, debe saber decir ‘esto no’, como los padres le dicen al niño cuando comienza a gatear y va hacia una conexión eléctrica a meter los dedos. ‘¡No, esto no, es peligroso!’ Me vienen a la memoria tantas ocasiones en las que mis padres y mis abuelos me advertían que había algún peligro”.

“El Buen Pastor sabe denunciar, con nombre y apellido”, dijo luego el Papa para luego recordar su reciente visita al norte de Italia en donde rezó ante las tumbas de dos sacerdotes del siglo XX.

Recordando a uno de ellos, el P. Lorenzo Milani, el Santo Padre se refirió a su lema cuando enseñaba a los jóvenes: “I care. ¿Y esto qué significa? Me han explicado que con esto él quería decir ‘me importa’ Enseñaba que las cosas se debían tomar en serio, contra el lema de moda en ese tiempo que era ‘no me importa’, pero dicho en otro idioma (inglés). Y así enseñaba a los jóvenes a seguir adelante”.

Es necesario también, prosiguió, denunciar “lo que va contra tu vida”. Muchas veces, alertó, “perdemos esta capacidad de condena y queremos llevar a las ovejas un poco con aquel buenismo que no solo es ingenuo sino que hace mal. Ese buenismo de los compromisos para ganar la admiración o el amor de los fieles dejando hacer”.

El Papa Francisco concluyó la homilía con una oración “por todos los pastores de la Iglesia, para que San Pablo interceda ante el Señor, para que todos los pastores podamos tener estas tres características para servir a Dios”.

  1. Sagrado Corazón: Por una Iglesia que crea en el amor

Presenté el año pasado, en un día como hoy, fiesta del Sagrado Corazón una larga postal sobre el amor de Jesús desde la perspectiva de la misericordia (como nos había pedido el Papa Francisco).

Mantengo el texto del año pasado, y así podrá verlo quien quiera, pues ofrezco debajo la clave para encontrarlo. Pero he querido volver al tema desde otra perspectiva, porque estoy convencido de que los problemas actuales de la Iglesia (y del conjunto de la humanidad) nacen de la falta de amor en el sentido radical de la palabra Corazón.

De esa forma paso de la misericordia (que es también amor cordial) al amor completo, en línea personal y social, de enamoramiento y familia, de libertad y creatividad de alma, porque de una brisa de amor hemos nacido, y sólo en amor nos curaremos como sabía y decía Juan de la Cruz, en la línea de Jesús, en un tiempo en que no se celebraba todavía la fiesta del Sagrado Corazón.

La economía no habla de amor, no cree en eso, tiene otros valores que son desvalores. Por eso, los que se educan y viven conforme a la ley del Mercado no caminan en amor (no aman, y en el fondo no viven).

La política tampoco habla de amor, ni le interesa, porque no se atreve o porque el tema le parece cursi. Por eso, en general, los políticos parecen mal amados, pues no les importa el amor de la gente, sino otros programas, proyectos, poderes (en general no aman, y en el fondo tampoco viven).

Tengo la impresión de que una parte de los líderes de la Iglesia Cristiana no aman, ni creen en el amor. No creen que Jesús haya venido a querer, ni creen (eso me parece) en su poder salvador, en libertad. En general, siguen hablando de amor (¿no faltaría más), pero se les nota a las claras que no aman (no se atreven a hacerlo, tienen un corsé de normas y miedos que se lo impide).

Tengo la impresión de que esos líderes (que, por otra parte, son muy buenas personas) piensan que su oficio es cumplir, y parecen aplastados por su peso, como si les costara lo que hacen, como si no tuvieran más remedio que andar riñendo al personal (sin saber de verdad que sólo en amor es su ejercicio).

Así me parece (¡quizá me equivoque y no sepa verlo bien!), pero no les veo en libertad para amar, sino como funcionarios de un sistema de poder en decadencia (ya no hacen falta estadísticas, a ojo se nota…), son como cantores de la última elegía de una muerte anunciada.

Hoy, día del Sagrado Corazón, me atrevo a decir simplemente que, en el camino de Jesús, el amor es posible, a pesar de los cinco cardenales que juran por lo contrario, y de los muchos cristianos que viven tristes, como si tuvieran que cumplir una dura tarea y no supieran que “no tienen más oficio ni beneficio que el amor”.

Éste sería el tema que he querido retomar en este día del Sagrado Corazón: Tener la valentía de despojarme (y despojarnos) de todo lo restante, para empezar a caminar en amor, pues “quien en amor camina ni cansa ni se cansa”. En amor liberado, en amor libre… que eso significa el Sagrado Corazón.

Buen día a todos los amigos de este portal de amor que quiere ser mi blog. A ellos dedico las paradojas de amor que siguen... tras este manifiesto de Chile.

1ª paradoja Amor que se recibe, amor que regala.

Jesús ama recibiendo la vida que le ofrecen los hombres (especialmente sus padres). El mismo Verbo de Dios, que según la tradición cristiana habita en un misterio trascendente, emerge a la existencia humana en un contexto de amor y de familia, de historia, de esperanza y de proyecto de los hombres: participa de su carne y de su sangre, de su llanto y de su misma realidad rota y quebrada. Por eso se emociona con los niños (Me 9, 36), llora con las viudas (Lc 7, 13), acoge a las mujeres con ternura (Lc 8, 1 s), saborea la amistad de los amigos (Lc 22, 15 s).

De esa forma convierte Jesús el amor recibido en fuente amor activo: quien mucho ha recibido mucho ha de entregar. Así se muestra de manera radical en su vida: ofrece a manos llenas lo que tiene, lo que sabe, lo que puede. Lo realiza de una forma total, sin egoísmos. Y al hacerlo así emerge el milagro: el mismo amor de Dios se hace presente por el don de amor de Jesucristo. Va expandiendo curación donde hay dolor, esperanza donde anida el desencanto, alegría en la tristeza, exigencia donde sólo existe miedo de entregarse, consuelo y vida abierta donde habitala impotencia. En esa línea, más allá de aceptar y el entregarse, más allá de encarnación y donación, va emergiendo el gran misterio: la comunión o vida como encuentro.

Jesús afirma en Jn 11, 50 s que ha venido a la tierra con el fin de «reunir a los dispersos de Israel» y suscitar entre los hombres la familia nueva de los santos. Su paso va creando nuevo hogar, como existencia compartida, una gran fraternidad de hombres libres que viven el misterio del amor y la esperanza, caminando juntos en búsqueda y misterio (cf. Mc 3, 31 ss).

Así puede anunciar con voz solemne el año del encuentro universal: la reconcilia-ción y fraternidad, el don del reino (cf. Lc 4, 18 ss). Por eso, el signo deJesús es el hogar de comunión de unos amigos, una nueva familia de hombres libres que se expande y va creciendo, fraternidad en la que todos tienen sitio, asumidos, respetados, potenciados en un gran banquete donde libremente participan, en la boda de la fiesta y alegría del Dios que es comunión y engendra comunión entre los hombres.

2ª paradoja. Amor que libera, amor que exige.

Jesús mira hacia los hombres y descubre que se encuentran arrastrados, destruidos, aplastados, como ovejas que no tienen pastor que les proteja y les sostenga (cf. Mt 9, 36). Por eso, hay en su amor un primer rasgo compasivo: escucha la voz de la miseria, ayuda. Amar implica en su experiencia dar asilo al exiliado, cariño al despreciado, pan a los hambrientos, libertad a quienes sufren la opresión de los diversos cautiverios de la tierra (cf. Lc 4, 18 s; Mt 11, 2 s). Pero este es sólo un primer rasgo. A veces se supone que el amores simplemente la indulgencia del que entiende a los demás y les ayuda. En nuestro caso, en el camino y testimonio de Jesús, la acogida e indulgencia se convierte en mandato poderoso, en exigencia: quiere que los hombres se hagan diferentes. Por eso, aunque parezca duro, les advierte y amenaza: «convertíos»; «deja todo, ven y sígueme».

Nadie en este mundo se había atrevido a exigir tanto como él, porque nadie había dado tanto. Jesús confía de tal modo en los hombres, tanto les estima y les valora que les pide algo humanamente imposible: «amad a vuestros enemigos… bienaventurados seréis cuando os persigan por el bien y la justicia…».Esta unión de libertad y de exigencia constituye un elemento distintivo del amor del Cristo. Amar implica a la vez dos movimientos.

(a) Entregar la vida por los hombres yaceptarles plenamente en serio, tomarles como son, vivientes personales, capaces de ser libres, de apertura hacia los otros, de entrega y trascendencia.

(b) Amar es exigir. Quien no exige nada a los demás no les estima ni valora. «Me amó y se entregó por mí», dice san Pablo. Amó y creyó en nosotros, anuncia el evangelio. Pero esa entrega y esa fe de Jesús vienen a mostrarse una semilla de exigencia en el camino que conduce al reino.

  1. Amor íntimo y universal.

Jesús amó con amor íntimo a Juan y Pedro, a la Magdalena y ala samaritana. Cada uno de ellos supo que Jesús le respetaba y le aceptaba como era. Y se sintió trasformado, emocionado. Descubrió en aquel momento que la vida era distinta, infinitamente fácil e infinitamente exigente. Éste es el milagro: Jesús les amó… y fue reuniéndolos en gesto de mesianismo abierto, universal, compar¬tido. De esa forma aparece como un amigo universal, capaz de vincularse, al mismo tiempo, de una forma profunda y liberada, con cada uno y con todos, de tal modo que ninguno se ha sentido celoso o marginado. Ésta experiencia nos parece difícil. ¿Quién será capaz de amar íntimamente a muchos hombres? Sentimos que en un plano ordinario es imposible.

Sólo amamos con hondura a algunos pocos, al esposo y a los hijos, a los padres, quizá al amigo de nuestra preferencia. Pues bien, el evangelio supone que Jesús quería a la vez, de un modo abierto y muy concreto, a cada uno y a todos. Sin forzar en modo algunos los símbolos, podemos decir queJesús es novio, en cercanía personal, siendo, al mismo tiempo, un líder que ofrece a todos un amor salvador y solidario.

Jesús ha sido el novio de las bodas de Dios y de los hombres: así lo presupone el Nuevo Testamento y así lo han señalado, en abundancia, la vida de los místicos; en este plano de intimidad, de entrega gozosa y absoluta de la vida, de confianza y dualidad se entiende su afecto. Pero, al mismo tiempo, Jesús ofrece un amor que se abre a muchos, un amor que le lleva a enfrentarse con las estructuras sagradas del templo de Jerusalén, que terminan condenándole a muerte. El “milagro” y novedad de Jesús consiste en la unidad de esos aspectos.

3ª. Amor que muere, amor que resucita.

Según el evangelio: «quien entrega la vida hasta la muerte ese la gana; quien la guarda y asegura ese la pierde» (cf. Mc 8, 35). «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 13). Conforme a esa palabra, amar es darse, confiar la vida en otro y entregarla. A Jesús le asesinaron porque tuvo un gran influjo de amor entre los hombres y mujeres de su tiempo. Le mataron porque fue un hombre libre, equilibrado, profundamente amado por sus amigos y amigas, de tal manera que ese amor, sólo ese amor, hizo posible la experiencia de la resurrección, mirada desde la perspectiva humana.

A Jesús le asesinaron los legalistas reprimidos y envidiosos, todos aquellos que ponen su poder religioso o militar (sacerdotes, emperadores) sobre el amor de Dios que se revela sobre el mundo. Por no querer renunciar a su tarea de amor murió Jesús, abierto a Dios (Padre de amor) y a los hombres (oprimidos por falta de amor). Ciertamente, había otras razones, pero Jesús le asesinaron en el fondo «unos hombres carente de amor»: aquellos que no aman son incapaces de soportar la libertad del amor; por eso, para defender sus instituciones legales, militares o religiosas, económicas o políticas, son capaces de asesinar a quienes aman libremente y son capaces de contagiar su amor, como Jesús. Ellos son capaces de matar un tipo de “cuerpo”, pero el alma del amor triunfa (cf. Mt 10, 28). Por amor ha entregado Cristo su vida en el Calvario. Por amor le ha recibido Dios resucita-do. También sus seguidores reciben su vida y la expanden en amor.

4ª. Amor en la historia, amor para siempre.

Por mucho que las instituciones parezcan ignorarlo, el amor es el que mueve el curso de la historia (y no sólo las estrellas, como afirmaba Aristóteles, hablando de un tipo de eros cósmico). El amor es el estallido más profundo de la vida humana, el movimiento más intenso, ese temblor que se percibe cuando un hombre ofrece de manera gratuita su existencia. Pues bien, el evange¬lio afirma que el amor es el que ha creado y el que mueve la historia de los hombres. Ese amor forma parte del mundo y lo desborda, es transición y permanencia, es tiempo y eternidad, historia y escatología.

Todo amante sabe, en el momento más intento de su entrega y de su gozo, que hay algo en su experiencia que dura para siempre.
Así aparece en Cristo. Amó a la Magdalena, a Pedro, a los enfermos y perdidos de de su tiempo, a finales del primer tercio del siglo primero, en Galilea. Pues bien, los cristianos confiesan que el amor de Jesús permanece para siempre, como verdad definitiva de la historia, porque Dios “le ha resucitado”. Más aún, los cristianos añaden que la verdad de ese amor es el misterio original de Dios, de un Dios que es Trinidad, es decir, comunión y encuentro del Padre con el Hijo en el Espíritu. El amor histórico de Jesús permanece así, resucitado, trasfigurado; más aún, ese amor es lo divino.

Desde ese fondo podemos decir que la vida de Jesús fue un “milagro de amor”. La magia milagrera busca prodigios, en la línea de los adivinos y hechicero, echadores de cartas o taumaturgos, que tienden a resolver los problemas de los hombres desde fuera. Jesús, en cambio, no resuelve nada desde fuera, por la fuerza, sino que se introduce con amor en la historia de los hombres, haciendo que toda su existencia sea comunicación en gratuidad; por eso, no nos liberan de los males de una forma externa, sino haciéndonos vivir en amor. Jesús no cura a los enfermos par que ellos no tengan problemas; sino para ayudarles a nacer, vivir y morir en gratuidad.

Por eso, sus milagros son amor. Mejor dicho, el verdadero milagro es el amor: el milagro es que surja y se expanda la comunicación de amor sobre un mundo marcado por la muerte. Uninmortal (un super-man) no podría amar así, ni dar su vida, no enamorarse, ni entregarse de verdad a los demás. Por el contrario, un hombre mortal se puede enamorar y entregar la vida (morir) en gesto de amor que superala muerte. Por eso, como sabe toda la tradición cristiana, su amor supremo se Le mataron porque amaba: porque sus gestos desestabilizaban un sistema social de violencia controlada por los soldados y sacerdotes. Le mataron los poderes del mundo (como afirma repetidamente Pablo: cf. 1 Cor 2, 8), pero Dios le ha recibido en su amor, haciéndole principio de vida para todos aquellos que le siguen. Jesús no dejó sobre el mundo una doctrina o teoría sobre Dios, un saber para iniciados, ni una estructura social, un colectivo de firmes expresa en el Calvario.

jerarquías, sino una herencia y tarea gratuita (carismática) de amor. Eso significa que sus fieles deben seguir recorriendo su camino de amor (en solidaridad hacia los pobres) y liberación (ofreciendo un lugar en la casa de la vida a los enfermos y excluidos) de la tierra.

(De todo esto, desde la perspectiva de Juan de la Cruz, trata este libro, Ejercicio de amor...)

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