Sembrar
- 16 Julio 2017
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Al terminar el relato de la parábola del sembrador, Jesús hace esta llamada: "El que tenga oídos para oír que oiga". Se nos pide que prestemos mucha atención a la parábola. Pero, ¿en qué hemos de reflexionar? ¿En el sembrador? ¿En la semilla? ¿En los diferentes terrenos?
Tradicionalmente, los cristianos nos hemos fijado casi exclusivamente en los terrenos en que cae la semilla, para revisar cuál es nuestra actitud al escuchar el Evangelio. Sin embargo es importante prestar también atención al sembrador y a su modo de sembrar.
Es lo primero que dice el relato: "Salió el sembrador a sembrar". Lo hace con una confianza sorprendente. Siembra de manera abundante. La semilla cae y cae por todas partes, incluso donde parece difícil que pueda germinar. Así lo hacían los campesinos de Galilea, que sembraban incluso al borde de los caminos y en terrenos pedregosos.
A la gente no le es difícil identificar al sembrador. Así siembra Jesús su mensaje. Lo ven salir todas las mañanas a anunciar la Buena Noticia de Dios. Siembra su Palabra entre la gente sencilla, que lo acoge, y también entre los escribas y fariseos, que lo rechazan. Nunca se desalienta. Su siembra no será estéril.
Desbordados por una fuerte crisis religiosa, podemos pensar que el Evangelio ha perdido su fuerza original y que el mensaje de Jesús ya no tiene garra para atraer la atención del hombre o la mujer de hoy. Ciertamente, no es el momento de "cosechar" éxitos llamativos, sino de aprender a sembrar sin desalentarnos, con más humildad y verdad.
No es el Evangelio el que ha perdido fuerza humanizadora; somos nosotros los que lo estamos anunciando con una fe débil y vacilante. No es Jesús el que ha perdido poder de atracción. Somos nosotros los que lo desvirtuamos con nuestras incoherencias y contradicciones.
El Papa Francisco dice que, cuando un cristiano no vive una adhesión fuerte a Jesús, "pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie".
Evangelizar no es propagar una doctrina, sino hacer presente en medio de la sociedad y en el corazón de las personas la fuerza humanizadora y salvadora de Jesús. Y esto no se puede hacer de cualquier manera. Lo más decisivo no es el número de predicadores, catequistas y enseñantes de religión, sino la calidad evangélica que podamos irradiar los cristianos. ¿Qué contagiamos? ¿Indiferencia o fe convencida? ¿Mediocridad o pasión por una vida más humana? 15 Tiempo ordinario - A
(Mateo 13,1-23)
16 de julio 2017
Urge renovar la teología
La teología, que rige el pensamiento de la Iglesia y nos dice por dónde tienen que ir las decisiones de la Iglesia, es más importante que el Papa, los cardenales, los obispos, los clérigos, los teólogos, los fieles, las leyes, los ritos, las costumbres, todo lo demás que hay en la Iglesia.
La teología, a fin de cuentas, nos dice a todos lo que Dios quiere y lo que Dios manda. De forma que el Papa (sea el que sea) dice y manda lo que la teología le indica. Por eso es tan importante la teología.
El problema está, según creo, en que a una cantidad importante de cristianos no les interesa la teología. Ni, por tanto, saben mucho de teología. Lo cual es comprensible. Porque la teología, que se suele enseñar (donde eso se enseña), utiliza una serie de palabras, conceptos y criterios, que inventaron los griegos de la Antigüedad, pero que, en estos tiempos, la mayor parte de la gente no sabe ni lo que quiere decir ese vocabulario, ni para qué sirve.
El centro, el eje, la clave de la teología cristiana tendría que ser, no el pensamiento de los sabios griegos de la Antigüedad. Y menos aún, los mitos religiosos anteriores al judaísmo, que en la Biblia los leemos como “Palabra de Dios”. La teología cristiana debería tener como centro, eje y clave lo que es el origen y el principio determinante del cristianismo: aquel humilde artesano galileo, que fue Jesús de Nazaret: su forma de vivir, lo que hizo, lo que dijo, lo que le interesó y le preocupó, lo que vio en él la gente que le conoció y el “recuerdo peligroso”, que aquel hombre tan singular nos dejó.
Este “recuerdo peligroso” de Jesús quedó escrito en el Evangelio, que se resume y se recopila en cuatro colecciones de relatos, los cuatro evangelios, es decir, la “teología narrativa”, resumen determinante de toda posible teología que pretenda denominarse “cristiana”. El centro de la teología cristiana no puede estar fuera del Evangelio. Ni puede ser teología cristiana si no entraña un “recuerdo peligroso”. Ahora bien, leyendo y releyendo la teología narrativa, que nos presenta el Evangelio, lo que, en ese conjunto de relatos se advierte en seguida, es que las tres grandes preocupaciones, que ocuparon y acapararon la vida de Jesús, fueron: 1) la salud de los seres humanos (relatos de curaciones, expresadas en el “género literario” de milagros); 2) la alimentación compartida (las comidas de las que tanto se habla en los evangelios); 3) las relaciones humanas(sermones y parábolas). La fe, la relación con el Padre, los sentimientos personales más hondos…, todo, en la vida de Jesús gira en torno a estas tres preocupaciones.
Y estas preocupaciones fueron tan fuertes, que Jesús las antepuso a las normas que imponían los maestros de la ley, a las observancias de los fariseos, a la autoridad de los sumos sacerdotes…. Hasta tal punto, que esto le costó la vida. Jesús hizo todo esto porque aseguraba que quien le veía a él, a quien veía era a Dios (Jn 14, 7-9). O sea, se identificó con Dios. Lo central, en la vida de Jesús, no fue la religión. Fue humanizar este mundo tan deshumanizado. No nos debería preocupar tanto el diálogo de las religiones. Nos debería preocupar lo que preocupa a todos los humanos: la salud, la comida compartida, las mejores relaciones humanas. Los tres pilares de toda posible religión. Es lo que centró la vida de Jesús: humanizar esta vida. En eso está el camino de la esperanza que nos lleva a Dios.
XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO “A”
LA FECUNDIDAD DE LA PALABRA
FUERZA CREADORA
Dijo Dios: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra». Y así fue. La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaban bien (Gn 1, 11-12).
CANTO AGRADECIDO
Tú cuidas la tierra, la riegas y la enriqueces sin media. La acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales… (Sal 65)
VISIÓN PROFÉTICA
“Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía” (Is 55, 10).
PARÁBOLA EVANGÉLICA
“Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó en seguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta” (Mt 13, 2ss).
TEXTO MÍSTICO
“Paréceme a mí que se puede regar de cuatro maneras: o con sacar el agua de un pozo, que es a nuestro gran trabajo; o con noria y arcaduces, que se saca con un torno; yo lo he sacado algunas veces: es a menos trabajo que estotro y sácase más agua; o de un río o arroyo: esto se riega muy mejor, que queda más harta la tierra de agua y no se ha menester regar tan a menudo y es a menos trabajo mucho del hortelano; o con llover mucho, que lo riega el Señor sin trabajo ninguno nuestro, y es muy sin comparación mejor que todo lo que queda dicho. Ahora, pues, aplicadas estas cuatro maneras de agua de que se ha de sustentar este huerto porque sin ella perderse ha, es lo que a mí me hace al caso y ha parecido que se podrá declarar algo de cuatro grados de oración, en que el Señor, por su bondad, ha puesto algunas veces mi alma” (Santa Teresa, Vida 11, 7).
CONSIDERACIÓN
¿Cómo es tu tierra, con qué la riegas? ¿Cómo es tu cosecha? ¿La riegas con la escucha de la Palabra, con la oración? O ¿dejas secar la semilla que el Labrador ha plantado en ti?
Este domingo quisiera compartir con vosotros un cuento muy inspirador a propósito de la actitud con la que podemos afrontar los quebraderos de cabeza que todos tenemos en nuestro día a día. La historia dice así.
Aquel día había resultado especialmente desafortunado al carpintero que la buena señora había contratado para que le ayudara a reparar una vieja granja. La cortadora eléctrica se había empeñado en no funcionar y ahora, cuando ya anochecía, el viejo camión no quería arrancar.
-Yo lo llevo en mi coche hasta su casa-, se ofreció amablemente la señora. Casi no se cruzaron una sola palabra a lo largo de todo el camino. El rostro del hombre era una estampa de desánimo y cansancio. Sin embargo, cuando llegaron, sonrió penosamente e invitó a la señora a que entrara un momento en su casa para que conociera a la familia.
Mientras se dirigían a la puerta, el carpintero se detuvo un rato frente a un pequeño árbol y le estuvo acariciando sus ramas. Cuando entraron, ocurrió en él una transformación sorprendente: su cara se iluminó con una ancha sonrisa, abrazó con júbilo a sus hijos y besó con entusiasmo y cariño a su esposa. Se tomaron un café, conversaron alegremente un rato y luego, al despedirse, acompañó a la señora hasta su coche. Al pasar junto al árbol, la señora sintió curiosidad de averiguar qué es lo que había hecho en el arbolito unos minutos antes y que lo había transformado de ese modo.
-¡Oh, ese es mi árbol de los problemas! -contestó sonriendo el carpintero. Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es bien segura: no me los llevo a casa, no quiero atormentar con ellos ni a mi esposa ni a mis hijos. Así que los cuelgo cada noche en el árbol antes de entrar en mi casa. A la mañana siguiente los recojo, pero la verdad es que durante la noche disminuyen y se debilitan mucho.
¡Qué bonito cuento! Os animo a tomar ejemplo de nuestro amigo el carpintero y de cómo supo blindar el hogar de sus angustias cotidianas. En estos días de verano que pasamos más tiempo con nuestras familias, aprendamos a colgar las preocupaciones en nuestro árbol de los problemas.
La oración, el recogernos interiormente en presencia del Señor y dejarnos abrazar por Él, compartiendo con Jesús nuestras alegrías y también nuestras tristezas y angustias, puede ser la mejor manera para que nosotros y nuestras relaciones familiares no se vean dominadas por las circunstancias. Cada atardecer, antes de volver a casa, de encontramos a los que más nos quieren y a quien más queremos, confiémosle a Jesús nuestras preocupaciones y angustias. Él, cómo el árbol del cuento, quiere ayudarnos a sobrellevar las cargas de la vida, sin dejar que ellas atormenten nuestra vida familiar.
Queridos hermanos, disfrutemos de estos días verano en harmonía con nuestros seres más queridos y aprendamos a compartir nuestra felicidad con todos ellos.
Cardenal Juan José Omella Omella Arzobispo de Barcelona
La Virgen del Carmen ...y el escapulario
El escapulario no salva por sí solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana.
El próximo 16 de Julio recordaremos a Nuestra Señora del Carmen. Reflexionemos hoy un poco sobre esta advocación y las grandes promesas de su escapulario.
Los carmelitas tienen, entre otros, el mérito de haber llevado esta advocación mariana a todos los estratos del pueblo cristiano.
En el siglo XII algunos eremitas se retiraron al Monte Carmelo, con San Simón Stock.
La Virgen Santísima prometió a este santo un auxilio especial en la hora de la muerte a los miembros de la orden carmelitana y a cuantos participaran de su patrocinio llevando su santo escapulario.
Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.
La estrella del Mar y los Carmelitas
Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.
Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.
Los Carmelitas y la Virgen del Carmen se difunden por Europa
La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos allí se venera. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.
¿Qué es el Escapulario carmelita?
Los seres humanos nos comunicamos por símbolos. Así como tenemos banderas, escudos y también uniformes que nos identifican. Las comunidades religiosas llevan su hábito como signo de su consagración a Dios.
Los laicos no pueden llevar hábito, pero los que desean asociarse a los religiosos en su búsqueda de la santidad pueden usar el escapulario. La Virgen dio a los Carmelitas el escapulario como un hábito miniatura que todos los devotos pueden llevar para significar su consagración a ella. Consiste en un cordón que se lleva al cuello con dos piezas pequeñas de tela color café, una sobre el pecho y la otra sobre la espalda. Se usa bajo la ropa. Junto con el rosario y la medalla milagrosa, el escapulario es uno de los mas importantes sacramentales marianos.
Dice San Alfonso Ligorio, doctor de la Iglesia: "Así como los hombres se enorgullecen de que otros usen su uniforme, así Nuestra Señora Madre María está satisfecha cuando sus servidores usan su escapulario como prueba de que se han dedicado a su servicio, y son miembros de la familia de la Madre de Dios."
El escapulario es un sacramental
Un sacramental es un objeto religioso que la Iglesia haya aprobado como signo que nos ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción. Los sacramentales deben mover nuestros corazones a renunciar a todo pecado, incluso al venial.
El escapulario, al ser un sacramental, no nos comunica gracias como hacen los sacramentos. Las gracias nos vienen por nuestra respuesta de amor a Dios y de verdadera contrición del pecado, lo cual el sacramental debe motivar.
¿Cómo surgió el escapulario?
La palabra escapulario viene del Latín "scapulae" que significa "hombros". Originalmente era un vestido superpuesto que cae de los hombros y lo llevaban los monjes durante su trabajo. Con el tiempo se le dio el sentido de ser la cruz de cada día que, como discípulos de Cristo llevamos sobre nuestros hombros. Para los Carmelitas particularmente, pasó a expresar la dedicación especial a la Virgen Santísima y el deseo de imitar su vida de entrega a Cristo y a los demás.
La Virgen María entrega el escapulario el 16 de julio de 1251
En el año 1246 nombraron a San Simón Stock general de la Orden Carmelita. Este comprendió que, sin una intervención de la Virgen, a la orden le quedaba poco tiempo. Simón recurrió a María poniendo la orden bajo su amparo, ya que ellos le pertenecían. En su oración la llamó "La flor del Carmelo" y la "Estrella del Mar" y le suplicó la protección para toda la comunidad.
En respuesta a esta ferviente oración, el 16 de julio de 1251 se le aparece la Virgen a San Simón Stock y le da el escapulario para la orden con la siguiente promesa:
"Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno"
Aunque el escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos laicos con el tiempo fueron sintiendo el llamado de vivir una vida mas comprometida con la espiritualidad carmelita y así se comenzó la cofradía del escapulario, donde se agregaban muchos laicos por medio de la devoción a la Virgen y al uso del escapulario. La Iglesia ha extendido el privilegio del escapulario a los laicos.
Explicación de la Promesa
Muchos Papas, santos como San Alfonso Ligorio, San Juan Bosco, San Claudio de la Colombiere, y San Pedro Poveda, tenían una especial devoción a la Virgen del Carmen y llevaban el escapulario. Santos y teólogos católicos han explicado que, según esta promesa, quien tenga la devoción al escapulario y lo use, recibirá de María Santísima a la hora de la muerte, la gracia de la perseverancia en el estado de gracia (sin pecado mortal) o la gracia de la contrición (arrepentimiento). Por parte del devoto, el escapulario es una señal de su compromiso a vivir la vida cristiana siguiendo el ejemplo perfecto de la Virgen Santísima.
El escapulario tiene 3 significados
1. El amor y la protección maternal de María: El signo es una tela o manto pequeño. Vemos como María cuando nace Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a sus hijos.
Envolver en su manto es una señal muy maternal de protección y cuidado. Señal de que nos envuelve en su amor maternal. Nos hace suyos. Nos cubre de la ignominia de nuestra desnudes espiritual.
Vemos en la Biblia:
-Dios cubrió con un manto a Adán y Eva después de que pecaron. (manto - signo de perdón)
-Jonás le dio su manto a David: símbolo de amistad -Elías dio su manto a Eliseo y lo llenó de su espíritu en su partida.
-S. Pablo: revístanse de Cristo: vestirnos con el manto de sus virtudes.
2. Pertenencia a María:Llevamos una marca que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario se convierte en el símbolo de nuestra consagración a María.
Consagración: ´pertenecer a María´ es reconocer su misión maternal sobre nosotros y entregarnos a ella para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su corazón. Así podremos ser usados por Ella para la extensión del Reino de su Hijo.
-En 1950 Papa Pío XII escribió acerca del escapulario: "que el escapulario sea tu signo de consagración al Inmaculado Corazón de María, lo cual estamos particularmente necesitando en estos tiempos tan peligrosos". Quien usa el escapulario debe ser consciente de su consagración a Dios y a la Virgen y ser consecuente en sus pensamientos, palabras y obras. Dice Jesús: "Cargad con mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera". (Mt 11:29). El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar, pero que María nos ayuda a llevar. El escapulario es un signo de nuestra identidad como cristianos, vinculados íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación, lo que exige que seamos pobres, castos y obedientes por amor.
Al usar el escapulario constantemente estamos haciendo silenciosa petición de asistencia a la Madre, y ella nos enseña e intercede para conseguirnos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando su Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercanos a las necesidades de nuestros hermanos, y nos está recordando que nuestra meta es el cielo y que todo lo de este mundo pasa. En la tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden dice: "No lleguemos a la conclusión de que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos...Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la omnipotencia suplicante de la Madre de la Misericordia."
3. El suave yugo de Cristo:"Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". (Mt 11:29-30)
-El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar pero que María nos ayuda a llevar.
Quién lleva el escapulario debe identificarse como católico sin temor a los rechazos y dificultades que ese yugo le traiga.
Se debe vivir lo que significa
El escapulario es un signo de nuestra identidad como católicos, vinculados de íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente según nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación. Esto requiere que seamos pobres (un estilo de vida sencillo sin apegos materiales), castos y obedientes por amor a Dios.
En momentos de tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre, resueltos a ser fieles al Señor.
Ella nos dirige hacia el Sagrado Corazón de su Hijo Divino y el demonio es forzado a retroceder vencido.
Imposición del Escapulario:
El primer escapulario debe ser bendecido por un sacerdote e impuesto por él mientras dice:
"Recibe este escapulario bendito y pide a la Virgen Santísima que por sus méritos, lo lleves sin ninguna mancha de pecado y que te proteja de todo mal y te lleve a la vida eterna"
¿Puede darse el escapulario a quien no es católico?
Sí. El escapulario es signo de la Maternidad Espiritual de María y debemos recordar que ella es madre de todos. Muchos milagros de conversión se han realizado en favor de buenos no-católicos que se han decidido a practicar la devoción al escapulario.
Conversiones
Un anciano fue llevado al Hospital de San Simón Stock en la ciudad de Nueva York, inconsciente y moribundo. La enfermera al ver al paciente con el Escapulario Carmelita llamó a un sacerdote. Mientras rezada las oraciones por el moribundo, éste recobró el conocimiento y dijo: "Padre, yo no soy católico". "¿Entonces, ¿por qué está usando el Escapulario Carmelita?", preguntó el sacerdote. "He prometido a mis amigos usarlo", explicó el paciente. "Además rezo un Ave María diariamente." "Usted se está muriendo" replicó el sacerdote. "¿Quiere hacerse católico?" ´Toda mi vida lo he deseado", contestó el moribundo. Fue bautizado, recibió la Unción de los Enfermos antes de fallecer en paz.
Alerta contra abusos
El escapulario NOsalva por sí solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana. Mons. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden Carmelita nos dice: "No lleguemos a la conclusión que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos... Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la ´omnipotencia suplicante´ de la madre de la misericordia."
Los Papas y Santos han muchas veces alertado acerca de no abusar de la promesa de nuestra madre como si nos pudiéramos salvar llevando el escapulario sin conversión. El Papa Pío XI nos advierte: "aunque es cierto que la Virgen María ama de manera especial a quienes son devotos de ella, aquellos que desean tenerla como auxilio a la hora de la muerte, deben en vida ganarse dicho privilegio con una vida de rechazo al pecado y viviendo para darle honor."
Vivir en pecado y usar el escapulario como ancla de salvación es cometer pecado de presunción ya que la fe y la fidelidad a los mandamientos es necesaria para todos los que buscan el amor y la protección de Nuestra Señora.
San Claude de la Colombiere advierte: "Tu preguntas: ¿y si yo quisiera morir con mis pecados?, yo te respondo, entonces morirás en pecado, pero no morirás con tu escapulario."
Oración a la Virgen del Carmen
Súplica para tiempos difíciles
"Tengo mil dificultades:
ayúdame.
De los enemigos del alma:
sálvame.
En mis desaciertos:
ilumíname.
En mis dudas y penas:
confórtame.
En mis enfermedades:
fortaléceme.
Cuando me desprecien:
anímame.
En las tentaciones:
defiéndeme.
En horas difíciles:
consuélame.
Con tu corazón maternal:
ámame.
Con tu inmenso poder:
protégeme.
Y en tus brazos al expirar:
recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros.
Amén."
El Papa, en el ángelus
Pide a los carmelitas, en el día de su fiesta, que sigan el camino de la contemplación
El Papa envía un "saludo especial a la comunidad católica venezolana, renovando la oración por vuestro amado país"
"Nuestro corazón, como la tierra, puede ser bueno, pero también duro e impermeable"
José Manuel Vidal, 16 de julio de 2017 a las 11:50
Ángelus papal ante una nutrida presencia de venezolanos en la plaza, con sus globos y sus carteles con los colores de su bandera nacional. Consciente de su presencia, el Papa Francisco envía "un saludo especial a la comunidad católica venezolana, renovando la oración por vuestro amado país". En la catequesis, explica la parábola del sembrador e invita a buscar un "corazón bueno" y "no duro ni impermeable".
Algunas frases de la aloución del Papa
"Jesús, cuando hablaba, usaba un lenguaje sencillo y se servía de imágenes de la vida cotidiana, para ser fácilmente comprendido por todos"
"Por eso, lo escuchaban con agrado"
"No era el lenguaje complicado que utilizaban los doctores de la ley de su tiempo, lleno de rigidez y que alejaba a la gente"
"La suya no era una teología complicada. UN ejemplo, la parábola del sembrador"
"No se impone, sino se propone"
"Esparce con paciencia y generosidad su Palabra"
"La parábola habla más del terreno que del sembrador"
"A veces, la Palabra no entra en nosotros"
"Entre el terreno bueno y el camino, hay dos intermedios"
"El terreno pedregoso...como el corazón superficial, que se cansa y no persevera. Un corazón sin espesor"
"El otro terreno es el lleno de espinas, que representan la preocupación del mundo y la seducción de las riquezas"
"Vivir ávidamente para el tener y el poder"
"Jesus nos invita a mirarnos dentro"
"Las espinas de los vicios"
"Llevemos a la oración nuestras piedras y nuestras espinas"
Algunas frases del saludo del Papa tras el ángelus
"Saludo especialmente a las Hijas de la Virgen de los Dolores, a las Hermanas Franciscanas de San José, a la casa croata de Roma, a las religiosas y religiosos carmelitas en el día de su fiesta. Que puedan continuar decididamente por el camino de la contemplación"
"Saludo especial a la comunidad católica venezolana, renovando la oración por vuestro amado país"
Texto completo de las palabras del Santo Padre antes de rezar la oración mariana del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy es la célebre parábola del sembrador (cf. Mt 13.1 a 23). El sembrador es Jesús. Notamos que, con esta imagen, Él se presenta como uno que no se impone sino que se propone; no nos atrae conquistándonos, sino donándose. Él propaga con paciencia y generosidad su Palabra, que no es una jaula o una trampa, sino una semilla que puede dar frutos. ¿Cómo? Si nosotros la recibimos.
Por eso la parábola tiene que ver sobre todo con nosotros: habla, de hecho, del terreno más que del sembrador. Jesús realiza, por así decirlo, una "radiografía espiritual" de nuestro corazón, que es el terreno sobre el que cae la semilla de la Palabra. Nuestro corazón, como un terreno, puede ser bueno, y así la Palabra da fruto, pero también puede ser duro, impermeable. Esto sucede cuando oímos la Palabra, pero ella nos rebota encima, al igual que sobre una carretera.
Entre el terreno bueno y la carretera hay, sin embargo, dos terrenos intermedios, que en diferentes tamaños, podemos tener en nosotros. El primero es aquel pedregoso. Tratemos de imaginarlo: un terreno pedregoso es un terreno «con poca tierra» (cf. v. 5), por lo que la semilla germina pero no logra echar raíces profundas. Así es el corazón superficial, que recibe al Señor, quiere rezar, amar y dar testimonio, pero que no persevera, se cansa y no nunca "despega". Es un corazón sin espesor, donde las rocas de la pereza prevalecen sobre la tierra buena, donde el amor es inconstante y pasajero. Pero quien recibe al Señor sólo cuando tiene ganas, no da fruto.
Luego está el último terreno, aquel espinoso, lleno de espinos que sofocan las plantas buenas. ¿Qué representan estos espinos? «Las preocupaciones mundanas y la seducción de las riquezas» (v. 22), dice Jesús. Los espinos son los vicios que están en desacuerdo con Dios, que asfixian Su presencia: ante todo los ídolos de la riqueza mundana, el vivir con avidez para sí mismos, para el "tener" y el "poder".
Si cultivamos estos espinos, ahogamos el crecimiento de Dios en nosotros. Cada uno puede reconocer sus pequeños o grandes espinos, los vicios que habitan en su corazón, los arbustos más o menos arraigados que no le gustan a Dios y que nos impiden tener un corazón limpio. Es necesario arrancarlos, de lo contrario la Palabra no da fruto.
Queridos hermanos y hermanas, Jesús nos invita hoy a mirar dentro nuestro: a agradecer por nuestro terreno bueno, y a trabajar en los terrenos todavía no buenos. Preguntémonos si nuestro corazón está abierto para acoger con fe la semilla de la Palabra de Dios.
Preguntémonos si en nosotros las rocas de la pereza son todavía muchas y grandes; identifiquemos y llamemos por nombre a los espinos de los vicios. Encontremos el valor de hacer un bello saneamiento del terreno, llevándole al Señor en la Confesión y en la oración nuestras rocas y espinos. Haciéndolo así, Jesús, el Buen Sembrador, será feliz de realizar un trabajo adicional: purificar nuestro corazón, quitando las rocas y los espinos que ahogan su Palabra.
Que la Madre de Dios, a quien recordamos hoy bajo el título de Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo, insuperable en la acogida de la Palabra de Dios y en su puesta en práctica (cf. Lc 8,21), nos ayude a purificar el corazón y a custodiar en él la presencia del Señor. Ángelus Domini nuntiavit Mariae...