«El que de a beber, tan sólo un simple vaso de agua fresca... no quedará sin recompensa»

Evangelio según San Mateo 10,34-42.11,1. 

Jesús dijo a sus apóstoles:

"No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. 

Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa. 

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. 

El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. 

El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. 

El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió. 

El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo. 

Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa". 

Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región. 

San León IV, papa

En Roma, en la basílica de San Pedro, san León IV, papa, protector de la ciudad y defensor del primado de Pedro.

León era romano de nacimiento, pero probablemente de origen lombardo. Recibió su educación en el monasterio benedictino de San Martín, cerca de San Pedro. Las cualidades del joven llamaron la atención de Gregorio IV, quien le nombró subdiácono de la basílica de Letrán y más tarde cardenal-presbítero, titular de «Quatuor Coronati». A la muerte de Sergio II, el año 847, León fue elegido para sucederle en el pontificado. El nuevo Papa fue consagrado sin consultar al emperador, ya que los romanos, aterrados ante la perspectiva de una invasión sarracena, querían ver la cátedra de San Pedro ocupada por un hombre decidido y bueno, por más que la idea no sonreía a san León. Lo primero que hizo fue prepararse para el ataque de los sarracenos, y mandó reparar y reforzar las murallas de la ciudad, pues en los años precedentes, los sarracenos habían penetrado por el Tíber y se habían entregado al saqueo. La lista de las donaciones de san León a las diversas iglesias ocupa veinte páginas del Liber Pontificalis. Además, hizo llevar a Roma las reliquias de numerosos santos, entre las que se contaban las de los Cuatro Coronados, que el Papa mandó depositar en la basílica que había reconstruido en su honor. Pero, por grandes que hayan sido estas realizaciones, quedaron eclipsadas por la magna empresa de la construcción de una muralla alrededor de la colina Vaticana. Tal fue el origen del predio que desde entonces se conoce con el nombre de «la ciudad Leonina».

Sin embargo, san León sabía que las más poderosas murallas son incapaces de defender a un pueblo contra la cólera divina y que un clero negligente o rebelde corrompe a los fieles y provoca esa cólera. Así pues, el año 853 reunió en Roma un sínodo, cuyos cuarenta y dos cánones se referían, en gran parte, a la disciplina y los estudios del clero. El sínodo hubo de tomar también ciertas medidas contra el cardenal Anastasio, quien intrigaba con el emperador Lotario I para obtener la sucesión del pontificado. San León hizo también frente al violento y rebelde arzobispo Juan de Ravena y a su hermano, el duque de Emilia, que habían asesinado a un legado pontificio.

El Papa se trasladó a Ravena, donde juzgó y condenó a muerte al duque y a dos de sus cómplices; pero como la sentencia fue dictada en el tiempo pascual, en que no se podía ejecutar a nadie, los asesinos escaparon con vida. San León tuvo también ciertas dificultades con el duque de la Gran Bretaña, Nemonos, quien se arrogó el poder de establecer una sede metropolitana en su territorio; con san Ignacio, patriarca de Constantinopla, el cual depuso al obispo de Siracusa; y con un soldado llamado Daniel, quien acusó falsamente al Pontífice ante el emperador de tramar una conspiración con los griegos y los francos. Por último, san León tuvo que defenderse también de Hincmar, arzobispo de Reims, el cual le había acusado de impedir que los clérigos depuestos apelasen a la Santa Sede. El enérgico Pontífice falleció en medio de esas pruebas, el 17 de julio del 855.

San León IV fue un hombre que supo combinar la liberalidad y la justicia con la paciencia y la humildad. Cierto que sus principales realizaciones fueron de orden político y temporal; pero ello se debió a los tiempos en que vivió y al hecho de que la historia olvida muy fácilmente la grandeza espiritual, o se preocupa muy poco por ella. San León fue un buen predicador, por lo que se le ha atribuido, aunque probablemente sin razón, una homilía sobre el «Cuidado pastoral». Por su entusiasmo por el canto en las iglesias romanas, san León fue un precursor de san Pío X. Todavía se conserva una carta que escribió sobre ese tema a un abad: «Ha llegado a nuestros oídos un rumor increíble ... Se dice que tenéis tal aversión por el armonioso canto gregoriano ... , que no sólo disentís de su práctica en esta diócesis tan próxima, sino en toda la Iglesia occidental y de todos aquéllos que emplean la lengua latina en las alabanzas al Rey del cielo ...» En seguida, el Papa amenazaba con la excomunión al abad, en caso de obstinarse contra «el supremo jefe religioso» en la cuestión del culto.

El pueblo atribuyó a san León varios milagros, entre otros el de haber detenido un gran incendio en el «borgo» romano con la señal de la cruz. A pesar de las objeciones de los historiadores, parece cierto que Alfredo el Grande, que no tenía entonces sino cuatro años, recibió en Roma, de manos de san León, el título honorario de «Cónsul Romano» (que no equivalía a la consagración regia). Algunos historiadores atribuyeron erróneamente a san León la institución del rito del "Asperges" antes de la misa dominical.

La principal fuente es el Liber Pontificalis con las notas de Duchesne. Pero también se encuentran ciertos datos en las crónicas de Hincmar de Reims y en las cartas del Pontífice.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Romano de nacimiento, fue creado papa en 847; monje en San Martín de Roma y elevado al sacerdocio por el papa Sergio II. Gregorio IV le nombró cardenal de los Cuatro Coronados.

Rodeó de murallas el Vaticano y construyó una parte de Roma, que de su nombre se denominó Ciudad Leonina, y fortificó a Ostia y Porto.

En su pontificado los sarracenos invadieron a Italia; pero no pudieron entrar en Roma. San León, al frente de un grueso ejército de romanos, los deshizo junto a Ostia, 849.

En 853 reunió un concilio de sesenta y seis obispos; al fin de su pontificado reconstruyó la ciudad de Civita-Vecchia, la antigua Centum Cellae, destruida por los sarracenos, que amenazaban caer sobre Roma. Murió en 855. Los historiadores le apellidaron Mitissimus heros, el héroe suavísimo.

San Juan Crisóstomo (c. 345-407), presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia 
Sermón 45 sobre los Hechos de los Apóstoles; PG 60, 318-320

«El que de a beber, tan sólo un simple vaso de agua fresca... no quedará sin recompensa»

«Yo era un extranjero, dice Cristo, y me habéis acogido» (Mt 25,35). Y más aún: «Cada vez que lo habéis hecho a uno de estos pequeños, a mí me lo habéis hecho» (Mt 25,40). Puesto que se trata de un creyente y de un hermano, aunque se trate del más pequeño, es Cristo quien entra con él. Abre tu casa, recíbele. «El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá una recompensa de profeta»... Estos son los sentimientos que se deben tener al recibir a un huésped: la complacencia, el gozo, la generosidad. El huésped es siempre tímido y vergonzoso. Si su anfitrión no le recibe con gozo, se retira sintiéndose menospreciado, porque es peor ser recibido medianamente que no ser, en absoluto, recibido. 

Abre tu casa donde Cristo encuentre alojamiento. Di: «Esta es la habitación de Cristo. Esta es la mansión que le está reservada». Aunque sea muy sencilla, no la va a desdeñar. Cristo está desnudo, extranjero. No le hace falta más que un techo. Por lo menos, dale esto; no seas cruel e inhumano. Tú, que muestras tanto deseo por los bienes materiales, no te quedes frío ante las riquezas del espíritu... Para tu coche tienes un local, ¿y no tendrás ninguno para Cristo vagabundo? Abraham recibió a los huéspedes allí donde él vivía (Gn 18). Su mujer les trató como si fuera la sirvienta, y ellos, los amos. Ni el uno ni la otra sabían que recibían a Cristo, que acogían a ángeles. Si lo hubieran sabido, se hubieran despojado de todo. Nosotros, que sabemos reconocer a Cristo, mostremos aún más prisa que ellos que creían recibir sólo a unos hombres.

No hay paz

Santo Evangelio según Mateo 10,34-11,1. XV Lunes de Tiempo Ordinario.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, tengo deseos que no sé dónde saciar. Tantas veces he pensado que había encontrado lo que me haría feliz, pero nada ha llegado a satisfacerme por completo. He escuchado que Tú eres aquél que sacia verdaderamente. ¿Es así? Aquí estoy. Quiero comenzar esta experiencia.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Me cuesta identificarme con el Evangelio, Señor. Yo estoy acostumbrado a vivir en un entorno donde cada quien puede pensar lo que quiere. Nadie tiene derecho a cuestionar a nadie. Parece falta de respeto hacerle ver a alguien que quizá se equivoca, o que aún no posee la verdad en todo. Parece que vivimos tan cercanos aceptándonos, mutuamente, nuestro estilo de vivir. Pero más bien vivimos alejados, y por eso el miedo a decir lo que creemos y por qué lo hacemos.

El que en Ti cree vive en una constante tensión. Pero es una sana tensión, una tensión como la de aquél que está siempre persiguiendo un ideal que ama y que sabe que lo alcanzará. Y su esperanza no se quiebra. Aquél que cree en Ti, sabe que vale la pena renunciar al "propio" modo de pensar y de sentir.

No hay paz para aquél que cree en Ti, si por paz decimos pasividad, tranquilidad, ausencia de problemas. Pero vaya que tiene mucha paz, si por paz entendemos aquel fruto que brota de la certeza de cumplir tu voluntad. Quien ama, aunque su amor le tenga en inquietud constante, descansa amando. Y muchas veces verá los frutos de su esfuerzo. Y muchos corazones volverán su vista hacia Ti.

El hombre que es auténtico, es feliz. El hombre que es sincero, tiene paz. El hombre que conforma su modo de vivir según tu ejemplo, irradia luz. El hombre que pierde su vida por Ti, la encuentra y la encuentra llena. Jamás perderá su recompensa.

"Pero ¿quién hace la unidad? El vínculo de la paz. Si no hay paz, si no somos capaces de saludarnos en el sentido más amplio de la palabra, de tener el corazón abierto con espíritu de paz, nunca habrá unidad. La unidad en el mundo, la unidad en las ciudades, en el barrio, en la familia. No por casualidad el espíritu del mal siembra guerras, siempre. celos, envidias, luchas, habladurías... son cosas que destruyen la paz y como consecuencia no puede haber unidad. Pero, ¿cómo debe comportarse, concretamente, un cristiano para hallar esta unidad? La respuesta, también ahora la encontramos en la carta paulina: 'Comportaos de una manera digna... con toda humildad, mansedumbre y paciencia'."

(Homilía de S.S. Francisco, 21 de octubre de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Voy a sembrar la paz al buscar renunciar a esa actitud que siembra división y disgustos con quienes convivo diariamente.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Exigencias de la imitación de Cristo

El Señor formula tres exigencias para los que le quieren seguir. ¿Las conocemos?

En la piedra fundamental de un Santuario de Schoenstatt están grabadas dos manos abiertas. Una viene de arriba, otra se adapta desde abajo en esta mano abierta. ¿Y el significado de esta imagen? Dios precisa al hombre. Dios llama al hombre a su servicio. El hombre debe ser compañero y colaborador de Dios en el desarrollo de su Reino.

Ya en el bautismo recibimos la llamada personal de Dios, para participar en la redención del mundo y de los hombres. En el Evangelio Jesús nos invita a entregarnos totalmente por su misión, de seguirle generosamente en su camino. El Señor formula tres exigencias para los que le quieren seguir:

1ª Exigencia: “El que encuentra su vida, la perderá: y el que pierda su vida por mí, la encontrará”.

Jesús exige renunciamiento a la realización arbitraria de la vida; exige la lucha contra el egoísmo y la obstinación; exige entregar y arriesgar la vida para Él y su Reino.

Sabemos y experimentamos cada día nuevamente que el egoísmo está muy dentro de nosotros mismos. Por eso, ninguno de nosotros, si quiere ser colaborador en el Reino de Jesús, puede desistir de esta lucha diaria. Así tenemos un vasto campo para nuestra auto educación. E incluso, si no podemos aniquilar este virus del mal hasta el fin de nuestra vida, lo que importa es que estemos luchando contra él hasta el último día.

Sólo esta abnegación de sí mismo, sólo esta renuncia del amor egoísta hace al hombre libre, abierto y generoso por el amor a Dios y por el amor a los demás. Toda nuestra vida tiene que ser un esfuerzo diario para des-centrarnos de nosotros mismos por la construcción de un nuevo mundo, un mundo lleno de amor, de entrega, de magnanimidad.

Cada uno por su camino y según los dones de la gracia está llamado a cumplir servicial y desinteresadamente sus tareas humanas, por amor a los suyos y a todos los hombres, y, en definitiva, solamente así vamos a encontrar la vida eterna.

2ª Exigencia: "El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí”.

La disposición para el sufrimiento, la pena y la cruz en el camino del seguimiento, es otra exigencia del Señor. No debemos buscar el sufrimiento, pero tenemos que aceptarlo si nos es impuesto. Tenemos que abrazar la cruz, por amor a Jesús y a la voluntad de Dios Padre.

Jesucristo mismo también se enfrentó con esta dolorosa realidad humana, que afecta a todos y desconcierta a muchos. Su vida es un continuo sacrificio, un diario camino de Cruz. Permanentemente se enfrentó con el sufrimiento, lo santificó, lo sublimó y nos dejó el mensaje consolador de que la cruz tiene un sentido altamente redentor.

Tomemos, por eso, con fuerza y fidelidad nuestra cruz de cada día, el gran medio de redención y semejanza con Jesús y sigámosle. Ofrezcámosla a Él y a la Virgen María como nuestro aporte más valioso al Capital de gracias.

3ª Exigencia: "El que ama a su padre y a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí”.

Es la tercera exigencia de Jesús para los que le siguen, para los que son verdaderamente cristianos.

A primera vista parece ser una exigencia un poco oscura. Porque Dios mismo nos puso en el corazón el amor natural a los padres, a los hijos, a los seres queridos. Y todos sabemos y experimentamos de forma positiva o negativa cuán decisivo es el ambiente de la familia natural en el éxito o fracaso de la vida humana. Una inmensa responsabilidad gravita sobre los padres, más si pensamos en su obligación de desarrollar la vida religiosa en sus hijos. Porque padre y madre, en primer lugar, son los responsables de que los suyos encuentren una relación profundamente personal con Dios, un amor sano hacia Dios y hacia los demás. Por eso, como en ningún otro campo de la vida humana, es necesario la conducción de Dios en la educación y formación de la juventud.

Pero Jesús no se pronuncia contra el amor familiar.
Pone en claro el criterio, cuando se trata de jerarquizar el amor y sus exigencias: Dios está por encima de todo. Las exigencias más nobles del amor humano pasan al segundo plano, cuando Cristo se hace presente con sus exigencias.

También María, la Madre de Jesús y San José tuvieron que experimentar esta contradicción. Fue cuando Jesús, a la edad de doce años, por voluntad del Padre celestial se quedó en el templo, a pesar de ser buscado desesperadamente por sus padres.

Creo que en nuestra época de conflictos de generación, sobre todo los jóvenes que sienten vocación religiosa, se encuentran ante esta alternativa. Porque no raras veces tienen que conquistarse su misión personal, tienen que tomar sus decisiones de vida, tienen que arreglar su propia existencia- contra la opinión y contra la voluntad de sus padres y familiares. Pero también cada uno de nosotros puede llegar, un día, a la situación de tener que renunciar a afectos familiares o amistosos, para poder obedecer a Dios, sin ninguna restricción.

Queridos hermanos, pidámosle entonces a la Virgen María que nos dé fuerzas para seguirle fielmente a su Hijo, por todos los caminos que Él quiere llevarnos. Y que Ella sea nuestra gran estrella en el caminar detrás de las huellas del Señor.

¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Sembrar esperanza; XV Domingo Ordinario
Reflexión del evangelio de la misa del Domingo 16 de julio 2017

La vida fácil es el ideal de muchos de nosotros: no al dolor, no al sufrimiento, no al esfuerzo, no a ninguna espina. ¿Cuáles son las espinas que no me permiten dar el fruto que Cristo espera de mi?

Lecturas:

Isaías 55, 10-11: “La lluvia hará germinar la tierra”

Salmo 64: “Señor, danos siempre de tu agua”

Romanos 8, 18-23: “La creación entera gime y sufre dolores de parto”

San Mateo 13, 1-23: Una vez salió un sembrador a sembrar”

Con mucho retraso pero al fin llegaron la lluvias a comienzos de Junio. Padre e hijo sembraron con ilusión, sembrando esperanza en cada surco de su terreno. Pronto, tiernos brotes, pequeñas pero prometedoras plantitas, pintaron de ilusión todo el terreno. Pero después volvieron los calores, se ausentaron las lluvias y las débiles plantitas de maíz se fueron secando.

Ahora que nuevamente han llegado las lluvias, el hijo, triste y decepcionado, ya no quiere resembrar. El padre, con paciencia y sabiduría, le insiste: “Si sembramos, no sabemos qué sucederá pero al menos tenemos esperanza. Si ya no sembramos, seguro que no tendremos cosecha. Hay que sembrar esperanza”.

Se han agudizado la represión y expulsión de migrantes de Estados Unidos, sin embargo los campesinos no quieren retornar. Muchos de los campos de México se van quedando desiertos por la funesta política agropecuaria que ha producido miles de migrantes tanto a las ciudades como al vecino país del norte; o bien ha dejado familias abandonadas y jóvenes desempleados. Ya no es costeable sembrar el maíz, el frijol, el garbanzo o el trigo como antaño. En lugar de ganar se pierde, sobre todo cuando los terrenos que se siembran son pequeños, con técnicas obsoletas y con mercados injustos. Se le va perdiendo al amor a la tierra y a la semilla, y con ello se pierde el sentido de la naturaleza, de Dios y de la familia. Con frecuencia me pregunto si los textos sencillos, rurales y naturales que nos presenta Jesús dicen algo al mundo de hoy. Hemos pasado en pocos años de ser un pueblo netamente rural a ser pueblo citadino. Y esto sería bueno si redundara solamente en beneficios, en cierta comodidad, en seguridad y estabilidad. Pero con frecuencia no es así, perdemos los valores de la familia rural y no hemos encontrado los valores de la ciudad. ¿Tiene valor hoy la Palabra?

Contemplemos el sembrador que nos presenta Jesús. Si todo sembrador siembra con esperanza e ilusión, éste tiene más razones para estar alegre y optimista, siembra la Palabra. Pero también es un sembrador muy especial. “Debe estar un poco loco este sembrador para sembrar en los caminos o entre piedras y espinas”, me comentaba un día un campesino. Y es verdad: está loco este sembrador, loco de amor, loco de ilusión. No quiere que nadie escape a su amor, no le importa si son los de cerca o los de lejos, si son los oportunistas o los arriesgados. A todos quiere dar la oportunidad de recibir la Palabra en su corazón. Para él no hay tierras estériles ni corazones cerrados, a todos da la oportunidad. Pero la Palabra para que dé fruto debe tener la opción de germinar, necesita un espacio de acogida y calor para romper la vida que lleva dentro y hacerla crecer. ¿Damos esta oportunidad a la Palabra? ¿La guardamos en nuestro corazón acogiéndola y meditándola? Cristo mismo explica el sentido de su parábola. Hay varias clases de “tierra”.

Nada mejor para describir nuestro mundo como la superficialidad, la inconstancia y las conveniencias: el camino. El hombre moderno nace de prisa, camina de prisa y muere de prisa, casi sin darse cuenta. No hay tiempo para nada. No hay tiempo para crecer y se adelanta en sus experiencias, no hay tiempo para la familia porque está muy ocupado, no hay tiempo para los hijos, para los amigos… Siempre está de prisa, de aquí para allá, llevando su superficialidad. Es cierto, gusta de los valores, del amor y de la Palabra, pero no los deja entrar en su corazón. Siempre está dejando para después las cosas importantes. Y también dejamos para después la Palabra de Dios, nos acercamos pero no la recibimos. ¿Seremos camino donde todo pasa y nada se queda?

También la vida moderna nos ha hecho duros e insensibles, con corazón de piedra. Pasamos junto a las personas como desconocidos, no sonreímos, no nos detenemos, no saludamos. Nos escabullimos rapidito para no dar la oportunidad que entre al corazón y más si está en un problema o situación difícil. Cada quien su mundo y cada quien sus problemas. El respeto al derecho ajeno es la paz es un principio que con frecuencia se convierte en indiferencia y egoísmo. No me meto con nadie y nadie se mete conmigo. Y con Cristo y su Palabra nos pasa igual, lo saludamos pero no le permitimos que entre a nuestro corazón; lo escuchamos con agrado pero no queremos comprometernos ¿Tendremos el corazón tan endurecido que no permitimos entrar en él la Palabra de Dios?

La vida fácil es el ideal de muchos de nosotros: no al dolor, no al sufrimiento, no al esfuerzo, no a ninguna espina. Y los comerciantes bien que se aprovechan de esta sed de comodidad y nos ofrecen una felicidad basada en los bienes, en el placer y en el poder. Estas espinas ahogan el Evangelio que es ante todo servicio, fraternidad y amor. Frente a las riquezas mueren muchos ideales, ante el placer se sofocan nuestros propósitos y ante el egoísmo fracasan los proyectos del Reino. ¿Cuáles son las espinas que no me permiten dar el fruto que Cristo espera de mi?

Para los pesimistas o para quien creyera que la semilla no da fruto, Cristo nos recuerda que hay muchas personas generosas, que dan fruto. Es muy realista y habla de diferentes proporciones de fruto: treinta, sesenta, cien. Cada quien es diferente en su respuesta, cada quien es diferente en su amor. Solamente recordemos que los frutos en la Biblia casi siempre se expresan en relación con la justicia, con la atención al hermano y con el acompañamiento al que sufre. La Palabra de Dios debe fecundar nuestras vidas, darles sentido, hacerlas fértiles y producir mucho fruto. ¿Qué frutos encontramos en la comunidad? ¿Cuál es el modo práctico para nosotros escuchar la Palabra de Dios: grupos, lectio divina, estudio, comunidades de base? ¿A qué me compromete esta parábola de Jesús?

Padre bueno, que con esperanza sigues sembrado tu Palabra, prepara nuestro corazón para recibir con generosidad la semilla, dar espacio a tu don y lograr los frutos esperados. Amén.

Alejo, Santo

Laico, 17 de julio

Fuente: Corazones.org 

Mendigo

Martirologio Romano: En Roma, en la basílica situada en el monte Aventino, se celebra con el nombre de Alejo a un hombre de Dios que, como cuenta la tradición, dejó su opulenta casa para vivir como un pobre mendigo pidiendo limosna (s. IV).

Etimologicamente: Alejo = Aquel que es el defensor, es de origen griego.

Breve Semblanza
"El hombre de Dios" de Edesa, Siria.

A finales del siglo IV, vivía en Edesa, Siria, un mendigo a quien el pueblo veneraba como un santo. Después de su muerte, un anónimo escribió su biografía. Como ignoraba el nombre del mendigo, le llamó simplemente "el hombre de Dios". Según ese documento, el hombre de Dios vivió en la época del obispo Rábula, quien murió el año 436. El mendigo compartía con otros pobres la limosna que recogía a las puertas de las iglesias.

La leyenda

San Alejo es hijo de un senador romano. A la edad de veinte años comprendió que su vida rodeada de riquezas era un peligro para su alma. Para servir a Dios en la mayor humildad, se fue de Roma a Edesa disfrazado de mendigo. En Siria vivió por 17 años dedicado a la oración y a la penitencia. Mendigaba para vivir y para ayudar a otros. Cuando se descubrió que era hijo de una familia rica de Roma, Alejo temió que le rindieran honores y regresó a Roma, a casa de su padre donde vivió por años de incógnito, como un criado, durmiendo debajo de una escalera. Todo lo aceptaba con humildad y lo ofrecía por los pecadores. Ya moribundo, reveló a sus padres que era su hijo y que había escogido vivir aquella vida por penitencia. Los dos ancianos lo abrazaron llorando y lo ayudaron a bien morir. Cuando el obispo se enteró del caso, mandó exhumar el cadáver, pero no se encontraron más que los andrajos del hombre de Dios y ningún cadáver. La fama del suceso se extendió rápidamente.

Antes del siglo IX, se había dado en Grecia al hombre de Dios, el nombre de Alejo y San José el Hinmógrafo (833) dejó escrita en un "kanon" la leyenda, adornada naturalmente con numerosos detalles. Aunque se tributaba ya cierto culto al santo en España, la devoción a San Alejo se popularizó en occidente gracias a la actividad de un obispo de Damasco, Sergio, desterrado a Roma a fines del siglo X. Dicho obispo estableció en la iglesia de San Bonifacio del Aventino un monasterio de monjes griegos, y nombró a San Alejo co-patrono de la iglesia.

Se cuenta que en el siglo XII la leyenda de San Alejo ejerció profunda influencia sobre el hereje Pedro Waldo.

En el siglo XV, los Hermanos de San Alejo le eligieron por patrono y, en 1817, la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María le nombró patrono secundario. También en el oriente le profesa el pueblo gran devoción y aun le llama "el hombre de Dios."

En 1217 se encontraron unas reliquias en la iglesia de San Bonifacio, Roma, pero ningún martirologio antiguo y ningún libro litúrgico romano menciona el nombre de San Alejo, el cual, según parece, era desconocido en la Ciudad Eterna hasta el año 972.

ORACIÓN
¡Oh gloria de la nobleza romana
y verdadero amador de la pobreza
e ignominia de Cristo!
¡Oh Alejo bendito!
que en la flor de tu juventud,
por obedecer a la inspiración del Señor,
dejaste a tu esposa y saliste como otro
Abraham de la casa de tus padres,
y habiendo repartido lo que llevabas
con los pobres,
viviste como pobre y mendigo tantos años
desconocido y menospreciado entre los hombres.
Tú fuiste muy regalado y favorecido de la Virgen María
nuestra Reina y señora,
y huyendo de las alabanzas de los hombres,
volviste por instinto de Dios
a la casa de tus padres
que por su voluntad habías dejado,
para darnos ejemplo de humildad,
de paciencia, de sufrimiento y constancia,
y para triunfar de tí
y del mundo con un género de victoria tan nuevo y tan glorioso.

Pues, ¡oh santo bienaventurado!
rico y pobre, noble y humilde,
casado y puro, llorado de tus padres,
denostado de tus criados,
desestimado de los hombres
y honrado de los ángeles,
abatido en el suelo
y sublimado en el cielo,
yo te suplico,
Alejo dulcísimo,
que por tus merecimientos y oraciones
yo alcance del Señor
la virtud de la perfecta castidad,
de obediencia, de menosprecio de todas las cosas transitorias,
y gracia para vivir como hombre peregrino de su patria,
y desconocido y muerto al mundo. Amén.

¿Qué significa las letras JHS?

Jesús, Hombre, Salvador

Este símbolo IHS o JHS es muy famoso y se usa en multitud de lugares.

Su significado es muy sencillo: es la abreviatura del nombre de Jesús.

Hoy es precisamente el Dulce Nombre de Jesús, pues a los 8 días de nacer San José y la Virgen, como judíos piadosos y observantes de la Ley que eran lo llevaron al templo para circuncidarlo y le pusieron el nombre que el arcángel San
Gabriel había dicho a María: A los ocho días circuncidaron al niño y le pusieron por nombre Jesús, el mismo nombre que el ángel había dicho a María antes de que estuviera encinta

J: Jesús
H: Hombre
S: Salvador


Significa Joshua (En español se traduce como Jesús y significa Salvador) por eso "jesus hombre salvador"

En el hebreo no se escribían las vocales, así como el de Dios es YHVH y significa Yahvé (En español se traduce como "Yo soy"

10 mentiras del Demonio en el mundo actual

El demonio quiere que pierdas tu fe y que te alejes de Dios, por ello es conveniente reflexionar sobre diez de sus trampas mortales

Satanás es una serpiente. Recuérdalo. Es un mentiroso y padre de la Mentira. Trabaja en tu vida para tentarte, hacerte caer en el pecado y así alejarte de Dios, y también en el mundo tratando de engañarte, confundirte. Él quiere que pierdas tu fe y que te alejes de Dios.

Ante esta realidad es conveniente reflexionar sobre diez de sus trampas mortales en el mundo actual. Presta atención y mantente alerta ante la acción del demonio.

1) Relativismo 

El relativismo postula la idea de que nada es verdadero, más bien dice que todos los puntos de vista son válidos y que no hay una verdad absoluta ni universal. El demonio no quiere que creas en una verdad porque si no existe la verdad entonces no existe el bien ni el mal. Si esto es así entonces todo vale.

Él puede tentarte con mayor facilidad si consigue que tú creas que no existe el pecado.

2) Indiferentismo 

El indiferentismo te dice que todas las religiones son iguales y no importa cuál elijas. El indiferentismo es común dentro del protestantismo. Esta ideología te dice: “No importa a qué iglesia vayas mientras amas a Jesús”.

También señala que no importa si eres hinduista, musulmán, judío, sij, budista o católico. Más bien dice: “Todos estamos subiendo la misma montaña, pero en diferentes caminos”.

Tal vez sea así en cierta forma pero hay caminos que son mejores que otros porque son más verdaderos y honestos. Además hay caminos que te llevan a la parte baja de la montaña y no a la cima.

Hay que ser claros. Jesucristo es la más plena, la más completa y la revelación final de Dios a los seres humanos. Por lo tanto, el catolicismo es la más plena, antigua y la más completa unión con la única revelación de Dios en Cristo.

3) Eclecticismo 

Este es “primo” del indiferentismo. El eclecticismo indica que tú puedes mezclar y juntar diferentes religiones y espiritualidades como quieras, de la misma forma que armas tu propio combo de comida rápida. La gente cree que esto es posible porque ya está influenciada por el indiferentismo.

Piénsalo bien. NO puedes mezclar el islamismo, el cristianismo o el budismo con el catolicismo. No es como armar tu propio combo. Es como si estuvieras poniéndole salsa de tomate a tu helado o estar usando pintura blanca en lugar de crema para el café.

4) Sentimentalismo

El sentimentalismo implica tomar decisiones o elegir tus creencias basándote en las emociones en vez de las verdades eternas. Puedes estar enojado o contento con algo o alguien así que actúas y decides según tu ira o alegría.

Aquí hay un ejemplo: Dos hombres quieren “casarse” y tú dices: “Awww Juan y Diego son unos chicos tan buenos. ¿Porque no se pueden casar como el resto?”. Ahí estás basando tu decisión en tus emociones con respecto a Juan y Diego, en tu deseo de ser una “buena” persona y en tus ideas sentimentales sobre las bodas y celebraciones.

No tomes decisiones importantes basándote en tus emociones. Eso conduce al caos y a la oscuridad.

5) Utilitarismo

El utilitarismo es basar tus decisiones morales o creencias en lo que parece ser útil, eficiente y económico. Por ejemplo: “Mi madre está en una casa de reposo. Ella tiene demencia. Es caro mantenerla ahí. Los médicos nos dan la alternativa de inyectarla y así ‘sus problemas acabarán’”.

No lo hagas. Por culpa del utilitarismo millones de bebés son abortados.

6) Incrementalismo

El demonio no quiere ejecutar de una sola vez todo su plan. Lo hace paso a paso. Primero hace que digas una pequeña mentira, después una verdad a medias, luego otra mentira y otra media verdad.

Date cuenta desde el inicio de lo que está haciendo y no lo dejes. El conseguirá que caigas usando el sentimentalismo, argumentos utilitaristas, indiferentismo o ideas relativistas. Él siempre está trabajando, nunca descansa.

7) Materialismo

El materialismo no se refiere a los gastos que uno tenga. Va más allá. El problema real con el materialismo es que nos conduce a pensar que no hay nada sobrenatural.

“Dios, los ángeles, los demonios, el cielo y el infierno son sólo un mito. No existe un mundo invisible. Los sacramentos sólo son símbolos. La Iglesia es una institución humana. Los sacerdotes no son más que unos trabajadores sociales vestidos de sotana. El matrimonio es solo un papel, la confesión no es más que una terapia de autoayuda y el bautismo y la confirmación solo son ritos lindos de paso para los niños”.

Ese es el materialismo ¿Lo reconoces? Repúdialo con todo tu corazón. Es una mentira.

8) El cientificismo

El cientificismo dice que la única verdad que existe es la verdad científica. Es una mentira poderosa de Satanás porque es una de las cosas que se asumido en la sociedad.

Sabemos que la ciencia desacredita la Biblia. Toda la verdad es la verdad de Dios y la verdadera ciencia siempre es hermana de la verdadera teología.

El cientificismo es una rama del ateísmo asumido. En él no hay un Dios. Solo existen las leyes de la ciencia.

9) Dilemas éticos

Esto es solo otro nombre para el relativismo moral. Se defiende la idea de que nada es bueno o malo, lo que importa son las intenciones y las circunstancias de la elección moral. Si tienes buenas intenciones y las circunstancias lo justifican, entonces lo que has elegido hacer está bien. Muchos católicos aceptan la anticoncepción artificial y el aborto debido a estos dilemas éticos.

El peligro con los dilemas éticos es que pueden llevar a la gente hasta el punto de cometer un pecado mortal justificando su elección. No caigas en eso. Si debes tomar una decisión moral complicada habla con un sacerdote o un buen asesor espiritual.

10) Universalismo

Esta ideología venenosa proviene directamente del infierno. Señala que Dios es tan amoroso, tan bueno y misericordioso que no condenará a nadie y que todos se salvarán.

Esto no sólo contradice lo que dice la Biblia, sino que contradice todas las enseñanzas de la Iglesia. El universalismo ha hecho que miles de personas caigan en una falsa certeza de que no importa lo que hagan o elijan ya que de todos modos irán al cielo.

Satanás ama el universalismo porque disfraza su mentira con el atributo más grande de Dios Padre: la Divina Misericordia. La mejor forma de repudiar esta mentira es temer al infierno.

Reflexiona: ¿has caído o caes en alguna de estas mentiras del demonio?

¿El infierno está vacío?

“Al infierno no nos mandan: vas tú solo, porque tú eliges estar ahí. El infierno es querer alejarse de Dios porque no quieres su amor. Este es el infierno. Va al infierno sólo quien le dice a Dios: “no te necesito, me las arreglo yo solo”, como hizo de hecho el diablo, que es el único que estamos seguros que está en el infierno”.

Primero que nada, no existe ninguna contradicción entre la infinita misericordia de Dios y la existencia del infierno: cuando el hombre escoge egoístamente elevarse por encima de Dios, preferirse a Dios, ser el dios de sí mismo, simplemente es respetado por el Creador, que ratifica la libre voluntad del hombre y, acogiendo su voluntad, lo mantiene alejado de Él.

El infierno es obra del hombre, no de Dios, hemos hablado de ello profundamente el pasado abril.

En segundo lugar, el dogma cristiano nos compromete a creer que el infierno es el estado eterno (no un lugar) de quien deja esta vida en pecado mortal, pero no nos compromete a creer que alguien haya muerto o muera, en pecado mortal.

“La condenación”, explicó Juan Pablo II, “permanece como una posibilidad real, pero no se nos ha dado a conocer, sin especial revelación divina, si -y qué- seres humanos están efectivamente involucrados”.

De aquí a sostener que el infierno existe pero está vacío implica un salto enorme, injustificado y equivocado.

Algunos que lo afirman atribuyen frecuentemente esta convicción al célebre teólogo Han Urs von Balthasar, pero él no quiso nunca decir una cosa de ese estilo como explicó recientemente también el teólogo Angelo Bellon.

Él mismo aclaró: “Mis palabras han sido repetidamente tergiversadas en el sentido que, quien espera la salvación para todos sus hermanos y hermanas, ‘espera el infierno vacío’. O quien manifiesta una esperanza similar, enseña la ‘redención de todos’ (apokatastasis) condenada por la Iglesia, algo que yo expresamente he rechazado: nosotros estamos plenamente bajo el juicio y no tenemos ningún derecho y ninguna posibilidad de conocer con antelación la sentencia del juez” (H.U. Von Balthasar,Esperar para todos. Breve discurso sobre el infierno, Jaca Book 1997, p.123).

Profundizó en el tema en 2008 el sacerdote Giandomenico Mucci, jesuita y redactor de La Civiltà Cattolica, concluyendo: “Este texto es suficiente para aquellos que repiten por costumbre la formulita del “infierno vacío” de la que son responsables las sumamente ordinarias deformaciones en los periódicos”.

El pecado existe, el hombre es tentado por su debilidad debida al pecado original que lleva dentro: quiere el bien, pero escoge el mal. La misericordia de Dios es infinita y perdona todo pero, siempre y cuando, se perciba nuestra condición de pecadores.

Por eso se dice que Dios ama y salva a los humildes. En cambio, “el corrupto no conoce humildad, no se considera necesitado de ayuda, disfraza su vicio con la buena educación, intentando siempre salvar las apariencias”.

Palabras similares a las de Benedicto XVI:

“Dios no obliga a nadie a la salvación. Dios acepta la libertad del hombre. No es un encantador que, al final, arregla todo y realiza su “final feliz”. Es un verdadero padre, un creador que afirma la libertad, incluso cuando ésta lo rechaza. Por eso la voluntad salvífica de Dios no implica que todos los hombres lleguen necesariamente a la salvación. Existe el poder del rechazo. Dios nos ama. Debemos sólo ser humildes para dejarnos amar. Pero debemos continuar preguntándonos si no tenemos la presunción de hacerlo solos: si no, privamos al hombre creatura y al Dios creador de su grandeza y dignidad, quitándole a la vida del hombre su seriedad y reduciendo a Dios a un encantador o a una especie de abuelo, respecto al cual todo es indiferente. Al contrario, es precisamente la grandeza incondicional del amor de Dios la que no excluye la libertad del rechazo y, por lo tanto, la posibilidad de la condenación” (J. Ratzinger, Dios está cerca, San Pablo 2008).

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