He aquí que nosotros hemos dejado todo por seguirte
- 22 Agosto 2017
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Evangelio según San Mateo 19,23-30.
Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos.
Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos".
Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible".
Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?".
Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.
La Santísima Virgen María, Reina
Mucho se ha escrito referente a la Santísima Virgen y siempre se la ha reconocido como Reina.
La Iglesia la proclama Reina doce veces: Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los confesores, de las vírgenes, de los mártires, de todos los santos, del Santísimo Rosario, de la paz, concebida sin pecado original y llevada a los cielos.
La Virgen de Guadalupe tiene el título de emperatriz. También los santos hablan de ella como Reina: San Atanasio: Si el Hijo es Rey, la madre debe ser llamada Reina y estimada como tal, opinión que comparte San Ruperto.
San Bernardino: Por haber dado su consentimiento para ser Madre del Redentor, mereció ser constituida Reina del mundo y de todas las criaturas. María es llamada Reina de Misericordia pues su labor es ejercer la compasión y alcanzar el perdón de Dios para los hombres.
Pareciera que tiene el encargo de repartir los tesoros de la misericordia de Dios.
Memoria Litúrgica, 22 de agosto
María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo
Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.
El 22 de agosto celebramos a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo.
Un poco de historia
La fiesta de hoy fue instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como Reina igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A Ella le corresponde no sólo por naturaleza sino por mérito el título de Reina Madre.
María ha sido elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino Hijo. Está sentada junto a Él y es Reina y Señora del universo.
María fue elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y de la Tierra.
María está sentada en el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su Hijo. Tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo por ser la que más cerca está de Él.
La Iglesia la proclama Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del Universo, a quien podemos invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de Madre, sino también con el de Reina, como la saludan en el cielo con alegría y amor los ángeles y todos los santos.
La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta se celebra, no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males.
MARÍA REINA SEGÚN SAN MAXIMILIANO KOLBE Y SAN LUIS DE MONTFORT
Ver también: San Maximiliano Kolbe San Luis de Montfort
María Reina según San Maximiliano Kolbe
"La inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin limites ni reservas."
María Reina según San Luis de Montfort en el Tratado de la Verdadera Devoción
35. María ha colaborado con el Espíritu Santo a la obra de los siglos, es decir, la Encarnación del Verbo. En consecuencia, Ella realizará también los mayores portentos de los últimos tiempos: la formación y educación de los grandes santos, que vivirán hacia el fin del mundo, están reservadas a Ella, porque sólo esta Virgen singular y milagrosa puede realizar en unión del Espíritu Santo, las cosas singulares y extraordinarias.
36. De lo que acabo de decir se sigue evidentemente: En primer lugar, que María ha recibido de Dios un gran dominio sobre las almas de los elegidos. Efectivamente, no podía fijar en ellos su morada, como el Padre le ha ordenado, ni formarlos, alimentarlos, darlos a luz para la eternidad como madre suya, poseerlos como propiedad personal, formarlos en Jesucristo y a Jesucristo en ello, echar en sus corazones las raíces de sus virtudes y ser la compañera indisoluble del Espíritu Santo para todas las obras de la gracia... No puede, repito, realizar todo esto, si no tiene derecho ni dominio sobre sus almas por gracia singular del Altísimo, que, habiéndole dado poder sobre su Hijo único y natural, se lo ha comunicado también sobre sus hijos adoptivos, no sólo en cuanto al cuerpo lo que sería poca cosa sino también en cuanto al alma.
37. María es la Reina del cielo yde la tierra, por gracia, como Cristo es su Rey por naturaleza y por conquista. Ahora bien, así como el reino de Jesucristo consiste principalmente en el corazón o interior del hombre, según estas palabras: "El reino de Dios está en medio de ustedes", del mismo modo, el reino de la Virgen María está principalmente en el interior del hombre, es decir, en su alma. Ella es glorificada sobre todo en las almas juntamente con su Hijo más que en todas las criaturas visibles, de modo que podemos llamarla con los Santos: Reina de los corazones.
Ella se dirige a nosotros: ‘No tengas miedo de él. Ten la valentía de arriesgar con la fe. Comprométete con Dios
María, nuestra Madre del cielo, quien fue la primera que tuvo un diálogo profundo con el Señor.
El Rosario es un medio para orar a Dios a través de María, haciendo viva la frase de san Luis Grignon de Montfort: “por María a Cristo”.
“Aprender de la oración de María es unirse a su plegaria ‘hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1,38) […] Si como María decimos ‘sí’, Dios tiene la oportunidad de vivir su vida en nuestra vida” (YouCat, n. 479).
Esto nos habla de abandono en Dios y fue lo que María hizo durante toda su vida, estando abierta a escuchar a Dios para cumplir Su voluntad. Al aceptar ser la madre de Dios, se convierte en el primer tabernáculo teniendo a Jesús en su vientre durante el embarazo. Nos podemos imaginar los diálogos de amor que habrá tenido con su hijo y luego, fue ella quien le enseña, no sólo a caminar y los aspectos humanos de la vida, sino también le enseña a rezar y cómo agradar a Dios con las acciones del día a día. Esto nos puede parecer extraño, pero Jesús, siendo Dios, se hizo realmente hombre y esto implica un aprendizaje en todos los aspectos. Es por esto que decimos que acercarse a María es ir hacia Cristo, pues fue María la que más le conoció, la más cercana y por lo tanto, qué mejor que Ella para tenerla como modelo para imitar a Cristo.
Una gran forma de rezar a y con María es el Santo Rosario. Una oración que se desarrolló en el s. XII principalmente con los cistercienses y los cartujos. Surgió como una distribución llamada “salterio mariano” y era para los hermanos legos que no rezaban la Liturgia de la Horas (pues eran rezadas en latín). Después fue difundida por los dominicos y otras órdenes religiosas. (Cf. YouCat, p. 266). El rezo consta de cinco misterios compuestos cada uno de un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria. A través de ellos recorremos los misterios más significativos de la vida de Jesús, lo que nos ayuda a conocerle y acercarnos a Él. San Juan Pablo II nos invitó a meditar y contemplar estos misterios mientras recitamos la decena de Avemarías, lo que nos ayuda a acercarnos a Cristo a través de María. De nuevo: por María a Cristo.Es recomendable entonces que cada cristiano sepa rezar esta maravillosa oración y mejor aún si se hace en familia, pues es una oración que une mucho, es muy participativa y se puede ofrecer cada misterio por alguna intención, uniendo en oración a la familia.
Por último cito unas palabras del papa emérito Benedicto XVI que nos pueden iluminar en nuestro conocimiento y amor a María.
“Ella se dirige a nosotros diciendo: ‘No tengas miedo de él. Ten la valentía de arriesgar con la fe. Ten la valentía de arriesgar con la bondad. Comprométete con Dios; y entonces verás que precisamente así tu vida se ensancha y se ilumina, y no resulta aburrida, sino llena de infinitas sorpresas, porque la bondad infinita de Dios no se agota jamás’” (8-12-2005).