«¡Cierra la boca y sal!»
- 05 Septiembre 2017
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Evangelio según San Lucas 4,31-37.
Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados.
Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza;
"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios".
Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño.
El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!".
Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.
Santa Teresa Gonhxa Bojaxhiu, «Madre Teresa de Calcuta», virgen y fundadora
can.: B: Juan Pablo II 19 oct 2003
país: India - n.: 1910 - †: 1997
hagiografía: Vaticano
En Calcuta, en la India, Santa Teresa (Inés) Gonhxa Bojaxhiu, virgen, la cual, nacida en Albania, trató de apagar la sed de Cristo clavado en la cruz atendiendo con eximia caridad a los hermanos más pobres y fundando las congregaciones de Misioneros y de Misioneras de la Caridad, para servir a los enfermos y abandonados.
«De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús.»
De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. «Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mi para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: “saciar su sed de amor y de almas.»
Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu, recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada.
Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpétua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría.
El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.
Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas.
El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela. Ésta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos los países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba.
Para mejor responder a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitò solamente a aquellos que sentían la vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un“pequeño camino de santidad” para aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.
Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”.
Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó “oscuridad” a su experiencia interior. La “dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a Madre Teresa a una siempre más profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres.
Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.
Menos de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de la fama de santidad de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión de Madre Teresa.
HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Domingo 19 de octubre de 2003
"El que quiera ser el primero, sea esclavo de todos" (Mc 10, 44). Estas palabras de Jesús a sus discípulos, que acaban de resonar en esta plaza, indican cuál es el camino que conduce a la "grandeza" evangélica. Es el camino que Cristo mismo recorrió hasta la cruz; un itinerario de amor y de servicio, que invierte toda lógica humana. ¡Ser siervo de todos!
Por esta lógica se dejó guiar la madre Teresa de Calcuta, fundadora de los Misioneros y de las Misioneras de la Caridad, a quien hoy tengo la alegría de inscribir en el catálogo de los beatos. Estoy personalmente agradecido a esta valiente mujer, que siempre he sentido junto a mí. Icono del buen samaritano, iba por doquier para servir a Cristo en los más pobres de entre los pobres. Ni siquiera los conflictos y las guerras lograban detenerla.
De vez en cuando, venía a hablarme de sus experiencias al servicio de los valores evangélicos. Recuerdo, por ejemplo, sus intervenciones en favor de la vida y en contra del aborto, también cuando le fue conferido el premio Nobel de la paz (Oslo, 10 de diciembre de 1979). Solía decir: "Si oís que una mujer no quiere tener a su hijo y desea abortar, tratad de convencerla de que me traiga a ese niño. Yo lo amaré, viendo en él el signo del amor de Dios".
1
¿No es acaso significativo que su beatificación tenga lugar precisamente en el día en que la Iglesia celebra la Jornada mundial de las misiones? Con el testimonio de su vida, madre Teresa recuerda a todos que la misión evangelizadora de la Iglesia pasa a través de la caridad, alimentada con la oración y la escucha de la palabra de Dios. Es emblemática de este estilo misionero la imagen que muestra a la nueva beata mientras estrecha, con una mano, la mano de un niño, y con la otra pasa las cuentas del rosario.
2
Contemplación y acción, evangelización y promoción humana: madre Teresa proclama el Evangelio con su vida totalmente entregada a los pobres, pero, al mismo tiempo, envuelta en la oración.
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"El que quiera ser grande, sea vuestro servidor" (Mc 10, 43). Con particular emoción recordamos hoy a madre Teresa, una gran servidora de los pobres, de la Iglesia y de todo el mundo. Su vida es un testimonio de la dignidad y del privilegio del servicio humilde. No sólo eligió ser la última, sino también la servidora de los últimos. Como verdadera madre de los pobres, se inclinó hacia todos los que sufrían diversas formas de pobreza. Su grandeza reside en su habilidad para dar sin tener en cuenta el costo, dar "hasta que duela". Su vida fue un amor radical y una proclamación audaz del Evangelio.
El grito de Jesús en la cruz, "tengo sed" (Jn 19, 28), expresa que la profundidad del anhelo de Dios por el hombre, penetró en el alma de madre Teresa y encontró un terreno fértil en su corazón. Saciar la sed de amor y de almas de Jesús en unión con María, la madre de Jesús, se convirtió en el único objetivo de la existencia de la madre Teresa, y en la fuerza interior que la impulsaba y la hacía superarse a sí misma e "ir deprisa" a través del mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres de entre los pobres.
4
"Os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25, 40). Este pasaje evangélico, tan fundamental para comprender el servicio de la madre Teresa a los pobres, fue la base de su convicción llena de fe de que al tocar los cuerpos quebrantados de los pobres, estaba tocando el cuerpo de Cristo. A Jesús mismo, oculto bajo el rostro doloroso del más pobre de entre los pobres, se dirigió su servicio. La madre Teresa pone de relieve el significado más profundo del servicio: un acto de amor hecho por los hambrientos, los sedientos, los forasteros, los desnudos, los enfermos y los prisioneros (cf. Mt 25, 34-36), es un acto de amor hecho a Jesús mismo.
Lo reconoció y lo sirvió con devoción incondicional, expresando la delicadeza de su amor esponsal. Así, en la entrega total de sí misma a Dios y al prójimo, la madre Teresa encontró su mayor realización y vivió las cualidades más nobles de su feminidad. Buscó ser un signo del "amor, de la presencia y de la compasión de Dios", y así recordar a todos el valor y la dignidad de cada hijo de Dios, "creado para amar y ser amado". De este modo, la madre Teresa "llevó las almas a Dios y Dios a las almas" y sació la sed de Cristo, especialmente de aquellos más necesitados, aquellos cuya visión de Dios se había ofuscado a causa del sufrimiento y del dolor.
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"El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de todos" (Mc 10, 45). La madre Teresa compartió la pasión del Crucificado, de modo especial durante largos años de "oscuridad interior". Fue una prueba a veces desgarradora, aceptada como un "don y privilegio" singular.
En las horas más oscuras se aferraba con más tenacidad a la oración ante el santísimo Sacramento. Esa dura prueba espiritual la llevó a identificarse cada vez más con aquellos a quienes servía cada día, experimentando su pena y, a veces, incluso su rechazo. Solía repetir que la mayor pobreza era la de ser indeseados, la de no tener a nadie que te cuide.
6
"Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti". Cuántas veces, como el salmista, también madre Teresa, en los momentos de desolación interior, repitió a su Señor: "En ti, en ti espero, Dios mío".
Veneremos a esta pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad. Honremos en ella a una de las personalidades más relevantes de nuestra época. Acojamos su mensaje y sigamos su ejemplo.
Virgen María, Reina de todos los santos, ayúdanos a ser mansos y humildes de corazón como esta intrépida mensajera del amor. Ayúdanos a servir, con la alegría y la sonrisa, a toda persona que encontremos. Ayúdanos a ser misioneros de Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza. Amén.
Las fuerzas del mal están en el mundo y dentro de nosotros.
1. "El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo, de entre tus hermanos" Deuteronomio 18,15.El Profeta no es el Adivino, Nostradamus, sino "Profanai": El que habla en nombre de Dios. El profetismo fue uno de los mayores regalos que hizo Dios a su pueblo elegido y el que, unido a la monarquía y a la judicatura, mantenían su unidad y contrarrestaban la influencia de los pueblos cananeos, que eran enormemente supersticiosos, y dependían de una caterva de magos, hechiceros, brujos y adivinos, a los que consultaban para conocer el futuro; así como consultaban a los muertos, como el espiritismo actual, y ofrecían sacrificios de niños en holocausto a Moloc. Toda una ralea de degenerados, se aprovechaban de la ingenuidad e ignorancia del pueblo y vivaqueaba a su costa. En este marco, los magos, los hechiceros y los brujos, perniciosa semilla, fueron reemplazados por los profetas auténticos, constituidos por Dios como sus intermediarios que enseñaban al pueblo la voluntad de Dios, para que conformaran a ella su conducta. Benemérita pues la institución profética, que conocemos por el libro del Deuteronomio que nos dice que Moisés era el intermediario entre Dios y el pueblo. David, será el primer rey a quien aconsejará el profeta Natán.
2. Tras el fragor de la entrega en el Sinaí de los Mandamientos, el pueblo se había quejado a Moisés: "Todo el pueblo oía los truenos y el sonido de la trompeta, y veía las llamas y la montaña humeante y atemorizados le dijeron a Moisés: "Háblanos tú y te escucharemos; pero que no nos hable Dios, para que no muramos" (Ex 20, 18). El Señor respondió: Tienen razón...Suscitaré un profeta, como tú. Pondré mis palabras en su boca. A quien no le escuche, yo le pediré cuentas. Cuando muera Moisés, seguirá Dios regalando al pueblo profetas, hasta llegar a Jesucristo. Así se explica que Esteban, arengara a los judíos: "Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: "Dios os suscitará de entre vuestros hermanos, un profeta semejante a mí. ¿A qué profeta no mataron vuestros padres? Mataron a los que predijeron la venida del Justo. -Llenos de rabia, apedrearon a Esteban, mientras él veía a Jesús, el auténtico Profeta, intermediario como hombre entre Dios y sus hermanos, de pie a la derecha de Dios en su gloria" (He 7,52). El Profeta debía anunciar todas y solas las palabras de Dios.
3. Comprendemos mejor así la palabra clave de hoy. Puesto que Dios nos va a hablar: "Ojalá escuchéis hoy su voz; no endurezcáis vuestros corazones"... Salmo 94. La Palabra esencial de hoy pues, es: ESCUCHAR.
4. En el Evangelio de Marcos 1,21 quiere manifestar la actividad taumatúrgica de Jesús y la extensión de su fama. Jesús habla con autoridad. Es la correspondencia con el Deuteronomio: Jesús es el "Profeta" prometido, que habla con autoridad porque sus palabras brotan del manantial interior donde el hombre confluye con la Palabra: Las palabras de Jesús son palabras de Dios: "Pondré mis palabras en su boca", había dicho el Señor a Moisés. Jesús no habla como los escribas, que no tienen más autoridad que la que les dan sus hopalandas, la recitación de la ley de memoria, y la observancia del rito sin apelar a la conversión. Y Jesús, para garantizar su derecho de predicar, impera sobre los demonios y los saca de sus guaridas ennegrecidas de los rincones del alma de los hombres: "Cállate y sal de él". Esto se llama hablar con autoridad. Esto y la coherencia de sus obras con sus palabras. Protesta el demonio, porque ve la que se le viene encima: "¿Has venido a acabar con nosotros?".
5. ¿Por qué Jesús habla con autoridad? Jesús ve al Padre y está íntimamente unido a Él. El Padre habla por Él. El es la Palabra encarnada. Sin esa Palabra no hubiéramos conocido al Padre, porque nadie sabe nada del Padre, sino el Hijo, y mientras el Hijo no comience a revelarnos su Palabra, no podemos conocer al Padre. La palabra humana es la fuente del conocimiento. Mientras el hombre no hable no le conoceremos. No sabremos lo que piensa, lo que lleva por dentro. Aunque Dios había hablado por sus profetas, sólo Jesús, que es su Hijo y Dios pudo darnos a conocer a Dios y sus deseos y voluntad. También San Pablo, al invocar una vez la autoridad de su palabra, la identifica con la fuerza portentosa del Espíritu Santo, con la que actuaba entre los Tesalonicenses: "Cuando se proclamó el evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además, fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda" (1 Tes 1,4). Jesús enseña, expulsa a los demonios, sana a los enfermos y reza. El día de sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba: Fue al lugar público de la reunión y de la plegaria el día en que todos estaban allí, e hizo la homilía. Se inserta en la vida religiosa clásica de su tiempo, pero sin encerrarse en ella, pues predicará preferentemente en la vida profana. Se maravillaban de su doctrina, porque hablaba como hombre que tiene autoridad y no como los escribas, que se limitaban a repetir las lecciones y textos memorizados. De la abundancia del corazón, habla la boca. Jesús se distingue por su autoridad soberana, que viene del interior de sí mismo, de su misteriosa persona que un día se descubrirá como divina. De momento se quedan asombrados. "Hoy el mundo no necesita maestros, sino testigos". El cristiano ha de ser un testigo que ha sabido interiorizar personalmente el evangelio y que se compromete con lo que dice.
6. Entre los asistentes en la Sinagoga un hombre poseído por un espíritu impuro, empezó a gritar diciendo: ¿Qué hay entre Tú y nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Te conozco, Tú eres el Santo, el Santo de Dios.” Los demonios han sido los primeros en descubrir “quién” es Jesús. Por su naturaleza espiritual, eran más sutiles que los hombres. Mientras los hombres sólo se preguntan y se asombran, los demonios, saben. Jesús le mandó: “Cállate y sal de este hombre.” Marcos destaca de una manera singular el secreto mesiánico, porque Jesús quiere revelar progresivamente que El es el “Hijo de Dios”, para evitar un entusiasmo popular que falsearía el sentido de su misión. Una revelación demasiado rápida hubiera sido el mejor medio para desviar esta misión. ¡Lo que muchos cristianos habrían hecho en esa situación! “¡Mirad cómo los mismos demonios reconocen quién soy yo!”. Dios no quiere la publicidad ruidosa. El Verbo no se ha encarnado en la época de los “periodistas” y de la “televisión”, de los móviles y de los mas media. Dios es más discreto. “Todos se preguntaban: ¿Qué significa todo esto? ¡Es una enseñanza nueva, proclamada con autoridad! ¡Manda incluso a los espíritus impuros, y le obedecen!”.
7. Jesús va a vivir una vida muy sencilla, muy humana. Pudo haber nacido de la mujer del Sumo Sacerdote, al fin y a la postre, estaban en la línea religiosa. ¡De cuántas complicaciones se habría librado! ¡Cómo se le habrían facilitado las cosas! Se le habrían abierto todas las puertas. Como hijo del cuerpo, lo menos que habría logrado, habría sido evitar la crucifixión. Pero, no; nace de una joven sencilla y pobre, y un carpintero, que no pinta nada, hace de padre. Y los pobres no gozan de muchos favores. Cuando un notario joven o un médico, comienzan a actuar porque sus padres se han jubilado, gozan de toda la clientela, fama y posición que su padre notario o médico, les han acumulado. También en el orden eclesial sucede algo parecido, no por vía de generación sino de simpatía, de servilismo, de relaciones e influencias, de intereses, etc. Pero Jesús venía a perfeccionar la Ley y a corregir muchas cosas, y si hubiera entrado en el mismo gremio, no habría tenido libertad, ni le hubieran dejado usarla; habría estado mediatizado.
8. En todos los pueblos había una sinagoga. La liturgia tenía dos partes: una, de oración; otra, de lectura y exposición de la Escritura: la Ley y los Profetas, a cargo de un sacerdote, del jefe de la sinagoga, o de algún invitado, capacitado. Y consistía en un parafraseo de la Ley; o una exposición literal o alegórica, o en normas de conducta, parábolas, exhortaciones, etc. El tema era libre y amplio, pero no el método, que consistía en probar la exposición, con la Escritura, la tradición, o las sentencias de los rabinos. Cuando aquel día habló Cristo, causó «estupefacción» en los oyentes, porque «enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» (Mt 7,28). La sorpresa de los oyentes no la produjo el método, sino la doctrina expuesta; doctrina nueva, con el método nuevo de su propia autoridad.
9. Los expositores de la Ley y los Profetas seguían el mismo molde, que consistía en ensartar una insoportable cadena de opiniones: «El rabí tal, dijo esto; el otro rabí dijo lo otro...», y así, toda una inacabable repetición de textos, que no resolvían nada. El mayor elogio de los rabinos célebres, consistía precisamente en que no había dicho nada, ni había enseñado nada, que no lo hubiese aprendido de su maestro.
LA ENSEÑANZA RELIGIOSA
El siglo I conoció varios modelos de maestros y discípulos. En Palestina se daba esta relación magisterial entre los esenios, los bautistas, los fariseos y los saduceos. Los rabinos fariseos agrupaban a varios discípulos a su alrededor. Hillel. Que vivió en tiempos de Herodes el Grande, llegó a tener hasta 80 discípulos. Saulo, llamado después Pablo, era fariseo discípulo del rabino Gamaliel, en Jerusalén: Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres (Hech 22,3).
Los discípulos compartían estrechamente la vida del maestro, trabajaban con sus manos como él y recibían la enseñanza de la Torá. Los estudios, largos y exigentes, convertían en rabinos a esos alumnos. Según una regla del siglo I, el alumno tenía que esperar hasta los 40 años para ser doctor titulado de la Ley. Los escribas o doctores de la Ley participaban de la vida del país y en los tribunales para los asuntos concernientes a la aplicación de la ley que, como hay que recordar, afectaba al conjunto de los sectores de la vida privada y social.
Los alumnos conocían el texto de la Ley. También se aprendían de memoria los escritos de los profetas y los demás escritos sagrados. Conocían asimismo la tradición (ley oral) que para ellos tenía el mismo valor que la Ley escrita. En las escuelas había diferentes tendencias para interpretar la Ley. La escuela de Hillel se distinguía de la de Shammay por su tendencia menos rigorista.
El estudiante lo aprendía todo de memoria. Los maestros procuraban enseñar frases concisas, acuñadas de tal forma que llamaran la atención. El alumno no tenía reparos en repetir innumerables veces un pasaje: El hombre que repite un capítulo cien veces no puede compararse con el que lo repite ciento y una vez, decía Hillel.
Pero a diferencia de estos maestros, Jesús no hacía referencia a ninguna tradición recibida. No citaba a ningún rabino anterior en busca de autoridad para sus palabras: Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas (Mt 7,28). Las palabras tenían una fuerza propia, al margen de toda tradición interpretativa de la Ley que conectara a los maestros actuales con el mismo Moisés. Apartándose de esta cadena de transmisión de la Ley revelada, parecía que el mismo Dios hablara por su boca. Y eso era una pretensión inaceptable para muchos.
Además las enseñanzas de los rabinos concentraban a sus alumnos en la Ley, como centro de toda su vida religiosa. Los discípulos de Jesús se centran en la persona misma de Jesús, porque él declara que en su persona se manifiesta el Reino de Dios que ya había llegado.
10. El método de Cristo era distinto. El, prescindiendo de esas sentencias, interpretaba con su autoridad; y dictaminaba por sí mismo: «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo... Pero yo os digo...» (Mt 5,38). Insinuaba su divinidad, porque la Escritura era palabra de Dios y sólo Dios podía interpretarla con autoridad propia. Un profeta hablaba en nombre de Dios. Pero Cristo hablaba de la Ley de Dios, y la interpretaba y la exponía, con autoridad propia. Luego era Dios.
11. El «endemoniado», al oír la enseñanza de Cristo grita, en medio de la asamblea: «¿Qué hay entre ti y nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Te conozco; tú eres el Santo de Dios». El calificativo que marca la diferencia entre ti y nosotros, denota de una manera muy clara la lucha entre los dos antagonistas y la victoria sobre el «espíritu impuro». Por eso el «endemoniado» le increpa que no venga a «perdernos". Isaías ya había dicho que los poderes celestiales malos, demoníacos (Ef 2,2) serán al final encadenados por Dios (Is 24,22). A esto alude esta exclamación. El tiempo dominado especialmente por la acción diabólica en el mundo, comenzaba a quedar sometido con la inauguración del reino mesiánico (Jn 12,31). Los evangelistas recogen que la fama de Jesús, se fue extendiendo, en «toda la tierra de los alrededores de Galilea", por la «doctrina nueva», «revestida de autoridad y rubricada por el milagro sobre los espíritus impuros», que probaba el dominio de Cristo sobre el reino del maligno. Había comenzado ya su victoria, demostrando que el reino de Dios actuaba ya en Israel (Mt 2,28). La acción diabólica en el mundo quedaba sometida al imperio de Jesús (Jn 2,31). Los oyentes de Jesús saben además, lo que les ha pasado por dentro, cómo les ha nacido el deseo de conversión y de ser mejores. Cómo han brotado en ellos fuerzas y decisiones. Y las fuerzas del mal..., existen. ¡No como amuletos!
11. Las fuerzas del mal están en el mundo, y también dentro de nosotros. ¿Por qué sentimos tanto la inclinación hacia el mal? ¿Cuántas veces nos decimos a nosotros mismos: “Parece que tuviera el demonio dentro”? ¿En cuántas oportunidades destruimos a nuestros hermanos con nuestros comentarios o nuestros chismes? Tantas otras veces..., hacemos de nuestra vida un verdadero infierno. ¡No es posible negarlo! El mal es una realidad, y una realidad espantosa. Pero Si bien es cierto que existe el mal, existe “el que es más fuerte que el mal”. En el siglo XX hemos experimentado o conocido las fuerzas del mal y, como si Satanás se hubiera encarnado en personas determinadas que obraban, planeaban y organizaban como demonios. Existe el que hace “callar” y expulsa el “espíritu impuro”. Jesús posee el poder del Reino de Dios. Él vino para liberarnos de todo lo que nos oprime, de todo lo que nos esclaviza. La Palabra del Señor, no es “sólo sonido”, la Palabra del Señor es “Palabra de poder”. Es Palabra creadora. La gente se dio perfectamente cuenta de que Jesús no enseñaba como los escribas que no hacían más que interpretar la doctrina de los profetas anteriores.
12. Los mejores maestros enseñaban siempre repitiendo lo que habían dicho Moisés y los profetas. Pero en la primera lectura de la misa de hoy se lee que el Señor dijo a Moisés: "Por eso, suscitaré entre sus hermanos un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él dirá todo lo que yo le ordene” La gente descubre en Jesús al “nuevo profeta”, anunciado en el Antiguo Testamento Jesús no vino a repetir lo viejo ni a explicar las tradiciones de los antepasados sino a revelar una novedad auténtica; por eso habla con autoridad y así lo reconoce el pueblo. Ese “hablar con autoridad”, no significa que Jesús tenía una forma muy erudita de decir las cosas. El Señor usó un lenguaje sencillo La autoridad de Jesús no es sólo lo que dice, sino que realiza lo que dice. Las palabras de los hombres pueden ser maravillosas. Hay sabios que han dejado enseñanzas que sorprenden por su profundidad. Pero estas enseñanzas no tienen el poder para cambiar la realidad. En el mejor de los casos serán proyectos para un mundo mejor, pero sin fuerzas para realizarlo. La Palabra de Dios, en cambio, realiza lo que dice. No se trata de repetir siempre lo mismo, sino de crear un mundo nuevo. El diablo comprendió que el poder de Jesús ponía en peligro su reino del mal. Por eso le presenta a Jesús sus quejas. Se siente dueño de este mundo. Desde el origen de la historia humana el mal ha ido creciendo. Ahora aparece Jesús y no solamente habla sino que también demuestra que tiene poder para destruir las obras del demonio. La obra del diablo está en peligro, por eso dice: “¡Has venido a acabar con nosotros!”. Jesús ni siquiera se molesta en contestar a las preguntas del diablo. Dando una nueva prueba de su autoridad, solamente da una orden: que se vaya y deje en paz al pobre hombre. Y con grandes muestras de contrariedad se aleja el demonio dejando libre al hombre. Es bueno observar que Jesús no arroja al demonio con ninguna práctica de magia o espiritismo. Jesús lo expulsa sencillamente con su orden..., con el “poder de Dios”. La Palabra de Dios tiene ese mismo poder que mostró Jesús con el demonio en la sinagoga de Cafarnaún. La Palabra de Dios nos libera de lo que nos oprime, nos perdona, nos da salud y Salvación. Jesús habla con autoridad y poder también hoy. Pero para que Jesús pueda obrar, necesita que escuchemos su Palabra y que la vivamos con sinceridad. Si Jesús es el Santo de Dios, como lo reconoce el demonio en este pasaje del Evangelio, el pueblo que lo sigue –cada uno de nosotros-, debe ser un pueblo santo. El arma del cristiano es la Palabra de Dios, vivida, practicada y anunciada. Jesús puede ordenar al demonio que deje en libertad a aquel hombre, porque Jesús mismo está libre de corrupción, es el “Santo de Dios”.
Si nosotros queremos vivir hoy este evangelio como una realidad, debemos partir del convencimiento de que nuestra santidad de vida es la única forma de renovar nuestro mundo de hoy. La comunidad cristiana debe ser el testimonio viviente de la santidad que se opone y destruye la raíz de todo mal. Sólo los santos –y así se llamaban en los primeros tiempos los cristianos- pueden renovar la sociedad desde la raíz. ¿Por qué? Porque en ellas ya se obró la renovación del Espíritu.
13. ¿"Qué creéis que es predicar? ¿Estar una hora hablando de Dios y de la solidaridad? No. Que venga a ti un demonio y salga hecho un ángel, decía San Juan de Avila. Y al cura de Ars le decía el demonio: ¡Sapo negro, ¿por qué me haces tanto daño? ¡Hay muchos sapos negros que no me hacen tanto daño como tú"!. ¿Por qué no le haces caso al vestido violado, que te ha dicho que no madrugues tanto y que no estés tantas horas en el confesionario? Los vestidos violados actuales no tendrán que ejercitar mucho la persuasión para que esto se cumpla.
14. El hecho cristiano puede ser vivido de varias maneras. Una: yo soy cristiano, pero no dejo nada de lo que tengo, quiero poseer lo más que pueda; viviré sin que nadie pueda reprocharme ninguna palabra ni acto, conservando intactos mi fama y mi prestigio. No dejaré ninguna misa...Lo pasarlo bien aquí, y como he hecho los primeros viernes, tengo el cielo asegurado. Es una especie de superstición. Otra: El misterio. La semilla de Dios sembrada en mí debe crecer... Esta manera rompe el esquema humano. De la primera deviene una religión humanista, ética, que busca en los libros cómo cumplir los deberes morales. Hasta dónde podré llegar para no pecar. De la segunda, en fe, busca saber cuál es la voluntad de Dios. La primera, forcejea con Dios para que le de lo que humanamente le apetece. Es un chalaneo. La segunda acepta la voluntad de Dios: "No se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22,42). Esta es la forma de enseñar Jesús con autoridad y con vida; no con la rutina de un profesional, sino con la seguridad de un entregado, que construye el Reino apasionadamente.
15. "Hasta los espíritus inmundos le obedecen". El Reino de Dios y el demonio son antagonistas. Cuando vive el Espíritu Santo en un hombre, vive en él el Reino de Dios. Cuando el hombre vive según la carne, vive en él el diablo, que le domina por la: avaricia, lujuria, envidia, soberbia, vanidad, rivalidad...(Gal 5,19). Las obras de la carne someten al hombre al diablo. Y para salir de su poder, serán inútiles todas las razones. La destrucción de ese reino es obra de Jesús. "Si queréis que convenza a ese calvinista, traédmelo; si queréis que se convierta, llevadlo a San Francisco de Sales, dijo el Cardenal Belarmino.
16. Los discípulos de Jesús, habían forcejeado con un demonio inútilmente. El padre del muchacho, se lo trajo a Jesús, y le dijo: "Maestro, he pedido a tus discípulos que lo echasen, pero no han podido". -¿Por qué nosotros no hemos podido?-, preguntaron sus discípulos. "Esta clase de demonios se lanza sólo con oración y ayuno" (Mt 17,20).
17. Nos lee San Marcos la agenda de Jesús: Va a la sinagoga. Visita la casa de Simón y Andrés. Curó a la suegra de Simón. Cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos e impedidos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó enfermos y expulsó demonios. Una jornada agotadora. Por la noche durmió: Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar (Mc 1,29). "Todo el mundo te busca", le dijeron Simón y sus compañeros. "Vámonos a predicar". Ya podía ir a predicar. Había madrugado para estar con su Padre. Hoy no madrugamos porque la televisión nos invita a quedarnos ante la caja tonta. Y la predicación, resulta floja y repetitiva, sin garra. Y los demonios juegan con los hombres que es un gusto.
18. Si no hay oración, ya vemos cuántos demonios habrá. Sólo Jesús por su Palabra y por los Sacramentos obra con poder salvador. Si fallamos en la oración, frenamos la venida del Reino. Esterilizamos la oración del Padre Nuestro: "Venga a nosotros tu Reino".
19. Hemos celebrado estos días la Semana por la Unión de las Iglesias, problema siempre en todos los órdenes, arduo. Ni siquiera en la familia hogar reina siempre la paz y la armonía. Ni siempre hay comprensión. Muchas veces en vez de ser el hogar “el sedante”, que calme la agitación moderna en que vivimos, es allí donde se agudizan las tensiones que pueden llegar a exasperarnos. Hay muchos hogares rotos. Hay demasiadas casas que no son hogares; a lo sumo, residencias u hoteles; son muchas las casas en las que hay personas físicamente cerca pero con los corazones muy distantes. Y esto ocurre en todos los aspectos de la vida. También en la vida de la fe, hay abismos de incomprensión entre los mismos familiares. A veces, las distancias comienzan por cosas insignificantes, caracteres diferentes, dominantes, absorbentes, tímidos y cobardes, suspicaces, hipersensibles al yo soy primero, o debo saberlo antes y me he enterado después, no se me ha contado con mi autoridad, aunque sea de cabeza de ratón; no me has dicho que ha sonado el teléfono, o si lo has cogido tú, cuando era yo quien primero debía de recibir la llamada. Yo no soy nadie, cuando tengo vocación de ser el perejil de todas las salsas. Un amigo sacerdote me contaba, que tenía un ama de llaves que si oía en la misa alguna advertencia que no la hubiera comentado de antemano con ella, estaba bien servido de cara larga meses enteros. Soberbia, dominancia y orgullo clarísimos, que crea ambiente tenso, desagradable, inaguantable y causa malestar y deseo de romper con la que debía ser familia hogar. Se ama poco a Cristo y mucho al yo. Y eso no es seguir a Cristo ni a diez kilómetros. También el Señor sufrió la incomprensión de sus familiares...Y puede suceder que a nosotros nos pase lo mismo. Puede ser que “nuestra gente” nos llame “exagerados”, cuando dedicamos a juicio de ellos, demasiado tiempo en dar a conocer a Dios. Comprendo una Semana de oración para conseguir la Unidad de los hermanos separados, porque si es difícil mantener la unidad familiar, de congregación a congregación, de Orden a Orden, ¿cómo no va a hacer falta un milagro, que sólo se logra con oración y ayuno, para que confesiones religiosas separadas a través de tantos siglos y con preeminencias tan arraigadas, cedan en algo para conseguir la unidad que es el máximo deseo de Cristo, manifestado en las últimas horas de su vida?
20. Después del imperio napoleónico, en el siglo de las luces, surgió la herejía del galicanismo: primero franceses, después católicos. Por poco inteligente que sea el lector, no es necesario que me esfuerce en seguir enumerando nacionalismos. Los nacionalismos se curan viajando, y estudiando. Todos conocemos al Doctor Gregorio Marañón. Un hombre de tanta categoría, era presidente de varias asociaciones. Cierto día tuvieron que visitar a Franco tres o cuatro de éstas y, naturalmente él las presentaba a todas y a cada una. Al terminar la última visita, Franco le dijo a Marañón, y usted, Marañón, ¿cuándo estudia? Tomás de Kempis dice: "Qui multum pregrinantur, tarde sanctificantur". "Los que mucho viajan, tarde se santifican". Viajando constantemente, ¿cuándo estudian, cuándo atienden a la familia de la fe? El Padre Lombardi dio una conferencia a religiosas y les contó lo siguiente: Estando con el Papa Pío XII, el Santo Padre se lamentaba de la escasa formación de las religiosas y le decía: Una aldeana dice que tiene vocación de monja y se mete en un convento. Y ¡a contemplar! ¿Queréis decirme qué contempla esa monja? Lo mismo vale para los religiosos.
22. Y en lo tocante al particularismo, ocurre lo mismito en el orden religioso: el apellido delante del nombre: antes cartujo, después el nombre: católico. Y ahora, tampoco voy a seguir. Está en la mente de todos. Y no digamos cuando alguien, que siempre estuvo supeditado en su trabajo a obedecer, si llega un día a mandar, cómo procede en el ejercicio de su mando, parece que desahoga toda su alergia en los que para él siempre serán súbditos, como él se sintió, haciendo bueno el refrán que dice: “No sirvas a quien sirvió ni ames a quien amó”. Ya entre los primeros, dice Juan: "Maestro hemos encontrado a uno lanzando demonios y se lo hemos prohibido, porque no es de los nuestros". Es primero que actúen los nuestros y preferible que sigan dominando los demonios. Si no es de los nuestros no tenemos por qué ayudarle. ¿A quién servimos? ¿Son nuestras las almas? Y comulgamos y rezamos mucho, pero los nuestros delante para que el burrito no se espante. ¿Actuó Cristo así? Pero, como he dicho, hacen falta milagros para que se logre esa metanoia, que además nos parece tan normal y, siendo tan antievangélica, pensamos que no tenemos mala intención, pero estamos haciendo la competencia, como si estuviéramos en un comercio. Y Jesús esto no lo quiere, ni lo bendice, aunque crezcan los números y aumenten las cuentas de resultados. Se vive según el mundo, pero no según el evangelio. Pensémoslo un poco porque nunca de tan poco depende tanto.
Un día como hoy...
El 4 de septiembre de 2016, el Papa Francisco canonizó a la Madre Teresa de Calcuta: “una generosa dispensadora de la misericordia divina”
Un día como hoy, 4 de septiembre de 2016, el Papa Francisco canonizó a la Madre Teresa de Calcuta, a la que calificó como “una generosa dispensadora de la misericordia divina”, una de las figuras más icónicas de la Iglesia Católica y el mundo en el siglo XX.
La Misa de canonización se celebró un día domingo en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, y se calcula que asistieron cerca de 120 mil personas provenientes de todas partes del mundo.
Este evento se realizó en el marco del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, proclamado por el Papa Francisco, que tuvo lugar del 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016.
El Pontífice presidió la celebración desde un altar instalado en el atrio de la Basílica de San Pedro.
En el balcón principal del templo se colgó el retrato oficial de la religiosa para la canonización, que se tituló: “Santa Teresa de Calcuta: Portadora del Amor de Dios",realizado por el artista estadounidense Chas Fagan, por encargo de los Caballeros de Colón.
Cuando inició la Eucaristía se presentó un relicario que contenía los cabellos y sangre de Santa Teresa de Calcuta. Tenía forma de cruz con un corazón de color blanco y azul, que aludía al sari que usaba la religiosa.
Durante la Misa, el Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Cardenal Angelo Amato, hizo la petición al Santo Padre para que la religiosa sea inscrita en el libro de los santos y se leyó una breve reseña biográfica.
Luego se cantaron las letanías de los santos y el Papa Francisco leyó la fórmula de canonización.
En su homilía, el Pontífice exhortó a los fieles a preguntarse “¿Cuál es la voluntad de Dios en mi vida?” y aceptarla.
Recordó que el “seguimiento de Jesús es un compromiso serio y al mismo tiempo gozoso” y afirmó que la Madre Teresa durante toda su vida fue “una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana”.
El Papa también expresó su deseo de que “esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión”.
"La misericordia ha sido para ella la ‘sal’ que daba sabor a cada obra suya, y la ‘luz’ que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento", destacó.
En la ceremonia estuvo presente la Superiora General de las Misioneras de la Caridad, la congregación fundada por la Santa Teresa de Calcuta, la hermana Prema Pierick; y Marcílio Haddad Andrino, el brasilero cuya curación producida gracias a la intercesión de la religiosa permitió el milagro para la canonización.
¿Cuál es y cómo se comete el pecado contra el Espíritu Santo?
Al cometer este pecado Dios no perdona, no porque Él no quiera, sino porque la persona no le deja
Es Mateo (12,31-32) quien menciona un pecado “que no será perdonado”, y aclara que es “la blasfemia contra el Espíritu Santo”. Mucho se ha especulado sobre esto, es por eso que vamos a analizar de qué se trata.
¿EN QUÉ CONSISTE ESTE PECADO?
El texto bíblico dice que es “blasfemar contra el Espíritu Santo”, ahora bien, la blasfemia no es solamente con palabras, sino también y sobre todo con hechos. ¿Quién blasfema? Quien no se siente necesitado de Dios, quien no se siente pecador o se cree sin pecado, quien se cierra al llamado de Dios a la conversión, quien endurece el corazón a tal punto que a la persona no le interesa Dios.
Es pecado el endurecer el corazón y decirle, p.e., a Dios: ‘No me interesas; estoy bien sin ti; no te necesito’. Es pecado considerar que Dios no puede perdonar, o negar el perdón de Dios en la confesión. En conclusión, es el pecado por el que el hombre se niega libre y conscientemente al perdón y la misericordia de Dios.
¿Por qué es tan grave este pecado? Sencillo, porque ante esta circunstancia, ¿qué puede hacer Dios? NADA; tan solo dejar que la persona muera en su pecado. Allí Dios no puede actuar, Dios no tiene nada qué hacer, no tiene nada qué perdonar, no perdona nada, no porque Él no quiera, sino porque la persona no le deja. Como dirá Proverbios: “El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia”(Proverbios 28, 13)”.
¿CÓMO SE COMETE ESTE PECADO?
Existen dos maneras principales en las que se comete este pecado:
Conciencia Escrupulosa: La conciencia escrupulosa es la que exagera la proporción del pecado y su efecto en su alma, la persona que posee este tipo de conciencia se considera incapaz e indigno de recibir la Misericordia de Dios. Se cierra a la gracia y no se arrepiente, pues considera que todo está perdido, que será en vano todo esfuerzo por mejorar, pues ya está condenado, mira su pecado como superior a la Misericordia de Dios.
Es necesario distinguir entre remordimiento y arrepentimiento: el remordimiento es el sentimiento y acusación que pone el enemigo en el corazón, haciendo creer que el pecado es imperdonable y que Dios no lo olvidará nunca. Esto es una calumnia al amor de Dios y una soberbia enorme, considerar a Dios un ser despiadado y vengativo.
La persona que tiene este tipo de conciencia deja de confesarse, deja de orar, y se obstina en el pecado. Vive con tristeza y desesperanza. Si reuniéramos todos los pecados del pasado, del presente y del futuro son una gota en comparación del mar de la Misericordia de Dios.
Solución: Reconoce la Misericordia de Dios en tu vida, el Señor te ama y perdona tus pecados si tú te arrepientes de corazón. No hay pecado que Dios no perdone. Isaías 43, 25: “Soy yo quien tenía que borrar tus faltas y no acordarme más de tus pecados” y Romanos 5, 20.
Conciencia Laxa: Es el otro extremo, es considerar que la Misericordia de Dios es tan grande, que no necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados ni de la conversión, pues Dios es un alcahuete que perdonará sin arrepentimiento.
“La persona laxa tiene como lema errar es humano; vive convencida de que es demasiado débil para resistirse al pecado, y tiende a quitarle toda importancia”. Es necesario recordar que Dios es Amor, pero también es justicia y es imposible que su Misericordia nos abrace si no la buscamos. En la persona con conciencia Laxa no existe dolor por haber ofendido a Dios, y se aprovecha del argumento de que Dios sabe y conoce la debilidad humana.
El Laxo de conciencia no busca la confesión, se obstina en su pecado y vive un Cristianismo mediocre. En este grupo de personas están los que creen que son buenos porque no se meten con nadie, que tienen pocos pecados o que se confiesan únicamente con Dios sin necesidad de un Sacerdote. El Espíritu Santo se ve rechazado y anulado por esta autosuficiencia y abuso de la Misericordia de Dios. O también está el que juega con el Sacramento, diciendo peco sin problema porque mañana me confieso.
Solución: Reconocer y arrepentirse de corazón por los pecados, hacer un buen examen de conciencia, confesarse Sacramentalmente, tener propósito de enmienda y de no volver a caer en el pecado. Y hacerlo cada vez que pequemos. Permitiendo que el Espíritu Santo entre y obre en el corazón.
CONCLUSIÓN
Es necesario que comprendamos que el pecado contra el Espíritu Santo no puede ser perdonado porque el Pecador no se arrepiente, no porque Dios no lo quiera perdonar. Por eso ábrete a la acción de la gracia del Espíritu Santo, lucha por tu conversión y confía en su Misericordia que es infinita y eterna.
¿La santería es un ritual católico?
Santeria es una religión pagana fruto del sincretismo Yoruba + catolicismo.
Historia
La Santería es una religión que tiene sus orígenes con la tribu Yoruba del África. Los Yorubas vivían en lo que se conoce hoy como Nigeria, a lo largo del Río Niger. En un tiempo tuvieron una poderosa y compleja estructura organizada en una serie de reinos, de los cuales el más importante era Benin, y este duró por 12 siglos hasta el 1896.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, los Yoruba pelearon una serie de guerras con sus vecinos y entre ellos. Esta pelea interna y los ataques externos llevaron a la caída y esclavización del pueblo Yoruba. Entre 1820 y 1840, la mayoría de los esclavos enviados desde Benin eran Yorubas. Estos esclavos fueron llevados a Cuba y al Brasil a trabajar en las plantaciones de azúcar. Los Yoruba pronto fueron llamados los "Lucumi", debido a su saludo "oluku mi", "mi amigo".
Las leyes españolas, al mismo tiempo que permitían la esclavitud, trataban de atenuar esa injusticia concediendo a los esclavos algunos derechos, al menos en teoría. Tenían derecho a propiedad privada, matrimonio y seguridad personal. También las leyes exigían que los esclavos fueran bautizados católicos como condición de su entrada legal a Las Indias.
La Iglesia trató de evangelizar a los negros Lucumí pero las condiciones eran muy difíciles. Además de la escasez de sacerdotes, la condición de esclavitud dificultaba que los Lucumí comprendieran y aceptaran lo que se les enseñaba acerca de Dios. El resultado fue que muchos aceptaron exteriormente las enseñanzas católicas mientras interiormente mantenían su antigua religión.
Con la revolución comunista, que triunfó en Cuba en 1959, más de un millón de cubanos se exilaron en USA (principalmente en Miami, New York y Los Angeles) y otros países. Entre ellos habían santeros que propagaron la Santería en sus nuevos ambientes.
Santería: Una religión pagana fruto del sincretismo Yoruba + Catolicismo
En sus esfuerzos de esconder su religión africana y sus prácticas mágicas, los lucumís identificaron sus deidades africanas (orishas) con los santos del catolicismo, dando como resultado un sincretismo religioso conocido hoy como la Santería. Un santo católico y un orisha lucumí son vistos como manifestaciones diferentes de la misma entidad espiritual.
La Santería adora una fuerza central y creativa llamada Olodumare. De él procede todo lo que existe, y todo regresa a él. Olodumare se expresa a sí mismo en el mundo creado a través de Ashe. Ashe es la sangre de la vida cósmica, el poder de Olodumare hacia la vida, la fuerza y la justicia. Es una corriente divina que encuentra muchos canales de mayor o menor receptividad. Ashe es la base absoluta de la realidad.
Creen que la vida de cada persona viene ya determinada antes del nacimiento en Ile-Olofi, la casa de Dios en el cielo. Aquellos que no lo cumplen serán castigados por los orishas y deben reencarnar hasta satisfacer el castigo.
Los Santos
Los católicos veneramos a los santos comprendiendo que son seres humanos que vivieron heroicamente su fe, murieron y están ahora en el cielo desde donde interceden por nosotros gracias a su participación en la gloria de Jesucristo.
Para los santeros, los santos son dioses (orishas) que deben adorarse. Olodumare creó a los orishas para manifestar su voluntad y su esencia en la creación. Estos son una personificación de Ashe. Los orishas también son los guías y protectores de la raza humana.
Los santos que tomaron para identificarlos con los orishas eran los más conocidos en la Iglesia en Cuba. La Virgen Santísima en diferentes advocaciones es también identificada con un orisha como si fuese un santo más. La identificación a menudo tiene que ver con las vestimentas o las razones por las que el santo o la Virgen es conocida. Así Santa Bárbara, vestida de rojo y con espada en las imágenes católicas, se identifica con el dios shangó, guerrero a quien se le atribuye la fuerza.
Tabla de orishas con su respectivo santo católico:
Orisha | Santo | Principio que se le atribuye |
Agayu | San Cristobal | Paternidad |
Babaluaye | San Lázaro | Enfermedad |
Eleggua | San Antonio de Padua | Abridor de caminos |
Ibeji | San Cosme y San Damián | Niños |
Inle | San Rafael | Medicina |
Obatalá | Nuestra Sra. de las Mercedes | Claridad |
Ogún | San Pedro | Hierro |
Olokún | Nuestra Señora de la Regla | Profundidad |
Orula | San Francisco | Sabiduría, destino |
Osanyín | San José | Hierbas |
Oshosi | San Norberto | Caza y protección |
Oshún | Nuestra Sra. de la Caridad | Eros |
Oya | Nuestra Sra. de la Candelaria | Muerte |
Shangó | Santa Bárbara | Fuerza |
Yemayá | Nuestra Señora de la Regla | Maternidad |
Según la Santería, la vida de cada persona está supervisada por un santo (orisha) que toma parte activa su vida diaria. En la fiesta de su santo, la persona, debe asistir a misa y a las ceremonias de ese orisha.
La iniciación
Antes de la iniciación la persona debe recibir una "limpieza" para purificarse. La primera iniciación es la de los collares, conocidos como "elekes". Se entregan cinco collares que pertenecen a Eleggua, Obatalá, Shangó, Yemayá y Oshún y protegen del mal. Se espera que la persona respete a los orishas y se comporte con moral.
La jerarquía
No todos los practicantes de la Santería son santeros. Este nombre suele reservarse a los sacerdotes (omo-orishas) de la Santería a quienes acuden los creyentes para consultas y sacrificios.
La ceremonia en la que una persona se hace santo se llama "asiento". Se forma un vínculo entre el santero y un orisha. Después de haber recibido el "asiento" la persona puede ascender en la jerarquía de la Santería. Pasan entonces por el rito del cuchillo que les permite hacer sacrificios de animales.
Los sacerdotes de mayor jerarquía se llaman "babalaos". Hacen de adivinos de modo que si hay un caso muy difícil para el santero este acude al "babalao".
Adivinación
Las adivinaciones son para conocer el futuro o para descubrir alguna maldición o si a la persona se le ha pegado un espíritu maligno o bueno. En caso de espíritu maligno, el santero procede a hacer "limpieza". Si el espíritu es bueno, hay que reenforzarlo. Para la adivinación los santeros utilizan diferentes formas de interpretar un oráculo.
1-Una cadena de medallones que el santero tira sobre su mesa. El oráculo se lee de acuerdo a como caigan los medallones.
2-Una bandeja de madera llamada "ifa" sobre la que se echa un polvo (eyero-sun). Con un cuerno el babalao traza líneas y ceros para componer el oráculo. Se pretende descubrir la presencia de fuerzas en torno a la persona y la naturaleza buena o mala de ellas.
3-Un tipo de adivinación es el "ikin" en el que tres babalaos usan 16 cocos para hacer adivinaciones.
Los sacrificios (ebbo)
A los orishas hay que ofrecerles sacrificios o "ebbo" lo cual necesitan para vivir ya que no son inmortales. El orisha consume el ashe invisible liberado de los sacrificios a través de una consagración (palabras sagradas de dedicación).
El "ebbo" consiste de hierbas especiales y la sangre de los animales sacrificados. Cada orisha tiene unas hierbas y animales que le gusta consumir y solo estas cosas que disfruta el orisha son las que se deben sacrificar. La sangre y las hierbas se vierten sobre piedras rituales que representan a cada orisha y que contienen la esencia espiritual de los orishas. Por eso la Santería requiere de tiendas llamadas "botánicas" donde se venden las hierbas y otros objetos de la religión.
Hay tres tipos de sacrificios de animales:
1- Para limpiar de un mal o una maldición
2- Al orisha pidiendo su asistencia
3- Para la ceremonia de iniciación en una de los órdenes de la Santería.
Antes de que un "ebbo" pueda ser ofrecido se debe invocar el "eggun" o "Eleggua", los cuales son los espíritus de los ancestros, ya sea de la persona o de la familia santera a la que pertenece. Eleggua es el orisha que lleva la ofrenda a los otros orishas y por eso debe honrársele primero.
Como entender la Santería
En los cinco años que fui capellán en la Ermita de la Virgen de la Caridad en Miami, tuve oportunidad de evangelizar a muchos santeros que venían pensando que visitaban al dios Oshún. Generalmente no tenían entendimiento de Jesucristo como Salvador, ni de la necesidad de conversión. Al no tener conocimiento de la revelación cristiana no veían conflicto entre ser católicos y santeros.
Las personas suelen entrar en la Santería buscando resolver un problema. Por ejemplo, una enfermedad, la infidelidad de un esposo, problemas económicos, etc. Se les ha dicho que el santero tiene contactos especiales con el mas allá y poco se preocupan si ese contacto es con Dios o con el demonio, con tal que les de resultado. En algunos casos, la persona ha tratado de resolver el problema recurriendo a Jesús y a Su Iglesia pero no les ha "funcionado". He escuchado muchos testimonios en que dicen haberlo probado todo antes de entrar en la Santería. No dudo que eventualmente sientan una experiencia de Dios, pero en la santería no encontrarán la revelación de Dios que nos ha dado todo Su amor en Su Hijo Jesucristo.
Una vez iniciado a la santería, se le dice que debe seguir para obtener mejores resultados. El santero va tomando control de la persona hasta que el miedo la gobierna. Se le dice que si se separa, algo muy malo va sucederle... El Santero se va convirtiendo en un personaje indispensable que domina toda la vida y del cual no hay salida. En esto es parecido a la relación con la mafia.
Es natural que se busque resolver problemas, pero el auténtico encuentro con Dios no se puede centrar sino en el amor de Dios y en hacer la voluntad de Dios por amor aunque requiera abrazar la cruz. Dios es un Padre bueno que nos dará la fuerza para llevarla. Esa confianza, aunque no comprendamos Sus designios, es la base de nuestra fe cristiana. La obediencia muchas veces requiere abrazar grandes problemas por amor.
Mateo 7, 21 «No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial."
Jesús mismo nos da el mejor ejemplo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Lucas 22, 42
He aquí la radical diferencia: Cristo nos invita a negarnos a nosotros mismos y abrazar la cruz por amor obediente a Dios, la santería busca los poderes divinos para resolver problemas y el santero se va enfrascando en un mundo espiritual que exige ciertos ritos para asegurar su bienestar. Quien es ese dios que proporciona seguridad no tiene aparente importancia para el santero. El cristiano vive en el Espíritu Santo, el santero se somete a otros espíritus.
El relativismo de la santería queda ilustrado en una carta que me escribió un babalao:
No lo trate como anatema o herejía, trate de comprender a las gentes que van de rodillas el día de San Lázaro ante Babalú-Aye para pedirle salud. Esas gentes son tan dignas de nuestro amor y comprensión como lo son los que van ante la Virgen de Guadalupe o El Cristo de Medinacelí. Trate de abrir su mente y su corazón hacia esas gentes y no las trate con desprecio y sorna, no se lo merecen aunque le recen a Yemayá o a Obatalá, al fin y al cabo tienen las misma fe y la misma necesidad que los que van a rezar a la Virgen de las Mercedes o a la Virgen de Regla...
Es precisamente por amor que anunciamos a los santeros el amor de Dios en Jesucristo. Ciertamente que son dignos de amor y comprensión. Por eso son dignos de que se les diga la verdad sobre el amor perfecto: Cristo.
Quien ha estado en Santería necesita mucho amor y apoyo de la comunidad cristiana para librarse del miedo y de la ansiedad. Hay que insistirle en Dios amor que viene a salvarnos, que tiene todo poder para defendernos. Hay también que explicarle que por amor estamos dispuestos a ser fieles y obedecer sus mandamientos aunque tengamos que sufrir hasta la muerte.
Tras la conversión
Cuando ha aceptado salir de la santería, es necesario que se le exhorte a no guardar ningún amuleto ni artículo relacionado con la santería, ya que frecuentemente se sienten que no pueden soltarse del todo por miedo a castigos. Debe confesarse y se debe orar por el. Recomendamos que el sacerdote ore por liberación de cualquier espíritu maligno y le ayude a renovar su compromiso bautismal.
Ante toda esta realidad de lo oculto, no podemos mas que orar y sacrificarnos por todos aquellos que se encuentran atados y engañados por el demonio. Pidamos a la Santísima Virgen María que interceda por toda la humanidad trayendo las gracias de conversión a todos los hombres.