“Celebremos con gozo el nacimiento de la Virgen María: por ella nos vino el Sol de justicia

Evangelio según San Mateo 1,1-16.18-23. 

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: 

Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. 

Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. 

Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías. 
Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. 

Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. 

Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. 

Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. 

Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. 

Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. 

José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. 

Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. 

Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". 

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: 

La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros". 

San Juan Damasceno (c. 675-749), monje, teólogo, doctor de la Iglesia Homilía sobre la Natividad de la Virgen

“Celebremos con gozo el nacimiento de la Virgen María: por ella nos vino el Sol de justicia” (Antífona del canto de entrada)

Hoy una puerta virginal se adelanta; por ella, el Dios que existe mucho más allá de todos los seres, ha de “venir al mundo” “corporalmente”, según la expresión de Pablo (Hb 1,6; Col 2,9). Hoy, un tallo ha salido de la raíz de Jesé (Is 11,1), de donde para el mundo saldrá una flor unida a la divinidad por su naturaleza. Hoy, a partir de la naturaleza terrestre, ha sido formado un cielo sobre la tierra por aquel que, antaño, hizo que el firmamento fuera sólido separándolo de las aguas y elevándolo hasta las alturas. Pero es un cielo mucho más sorprendente que el primero, porque el mismo que creó el cielo al principio, hoy se ha levantado de este nuevo cielo, como un sol de justicia (Ml 3,20)… La luz eterna, nacida antes de los siglos de la luz eterna, el ser inmaterial e incorpóreo, toma un cuerpo de esta mujer y, como un esposo, se adelanta hacia fuera de la cámara nupcial (Sl 18,6)… 

Hoy, “el hijo del carpintero” (Mt 13,55), la Palabra siempre en acto de aquel que todo lo ha creado por medio de él, el brazo poderoso del Dios Altísimo… se ha construido una escalera viviente, cuya base está plantada en la tierra y cuyo final se eleva hasta el cielo. Dios descansa sobre ella; es la que Jacob contempló en imagen (Gn 28,12); por ella Dios, en su inmovilidad, ha descendido, o mejor aún, se ha inclinado condescendientemente, y así “se ha hecho visible sobre la tierra y ha convivido con los hombres” (Ba 3,38). Porque estos símbolos representan su venida entre nosotros, su anonadamiento por pura gracia, su existencia terrestre, el verdadero conocimiento que da de sí mismo a los que están en la tierra. La escalera espiritual, la Virgen, ha sido plantada en la tierra, porque ella toma su origen de la tierra, pero su cabeza se ha levantado hasta el cielo… Es por ella y por el Espíritu Santo que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14).  Por ella y por el Espíritu Santo se ha hecho realidad la unión del Dios con los hombres.

Natividad de la Santísima Virgen María

8 de Septiembre

Esta fiesta mariana tiene su origen en la dedicación de una iglesia en Jerusalén, pues la piedad cristiana siempre ha venerado a las personas y acontecimientos que han preparado el nacimiento de Jesús. María ocupa un lugar privilegiado, y su nacimiento es motivo de gozo profundo. En esta basílica, que había de convertirse en la iglesia de Santa Ana (siglo XII), san Juan Damasceno saludó a la Virgen niña: "Dios te salve, Probática, santuario divino de la Madre de Dios … ¡Dios te salve, María, dulcísima hija de Ana!". Aunque el Nuevo Testamento no reporta datos directos sobre la vida de la Virgen María, una tradición oriental veneró su nacimiento desde mediados del siglo V, ubicándolo en el sitio de la actual Basílica de "Santa Ana", en Jerusalén. La fiesta pasó a Roma en el siglo VII y fue apoyada por el Papa Sergio I. Su fecha de celebración no tiene un origen claro, pero motivó que la fiesta de "La Inmaculada Concepción" se celebrara el 8 de diciembre (9 meses antes). El Papa Pío X quitó esta celebración del grupo de las fiestas de precepto

Himno
I

Hoy nace una clara estrella,
tan divina y celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo sol nace de ella.

De Ana y de Joaquín, oriente
de aquella estrella divina,
sale luz clara y digna
de ser pura eternamente;
el alba más clara y bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella
y con luz tan celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de ella.

Gloria al Padre, y gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

O bien
II

Canten hoy, pues nacéis vos,
los ángeles, gran Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Canten hoy pues a ver vienen
nacida su Reina bella,
que el fruto que esperan de ella
es por quien la gracia tienen.

Dignan, Señora de vos,
que habéis de ser su Señora,
y ensáyense, desde ahora,
para cuando nazca Dios.

Pues de aquí a catorce años,
que en buena hora cumpláis,
verán el bien que nos dais,
remedio de tantos daños.

Canten y digan, por vos,
que desde hoy tienen Señora,
y ensáyense desde ahora,
para cuando venga Dios.

Y  nosotros que esperamos
que llegue pronto Belén,
preparemos también 
el corazón y las manos.

Vete sembrando, Señora,
de paz nuestro corazón,
y ensayemos, desde ahora,
para cuando nazca Dios. Amén.

Oración:
Concede, Señor, a tus hijos el don de tu gracia, para que, cuantos hemos recibido las primicias de la salvación por la maternidad de la Virgen María, consigamos aumento de paz en la fiesta de su Nacimiento. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

¡Feliz cumpleaños María!

8 de septiembre. Natividad de la Santísima Virgen.

La Natividad de la Santísima Virgen María, 8 de septiembre

La Virgen María fue la Madre de Jesús y, con este hecho, se cumplieron las Escrituras y todo lo dicho por los profetas. Dios escogió a esta mujer para ser la Madre de su Hijo. Con ella se aproximó la hora de la salvación. Por esta razón la Iglesia celebra esta fiesta con alabanzas y acciones de gracias.

Un poco de historia

El nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos. Ella vino al mundo sin pecado original. María, la elegida para ser Madre de Dios, era pura, santa, con todas las gracias más preciosas. Tenía la gracia santificante, desde su concepción.

Después del pecado original de Adán y Eva, Dios había prometido enviar al mundo a otra mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente. Al nacer la Virgen María comenzó a cumplirse la promesa.

La vida de la Virgen María nos enseña a alabar a Dios por las gracias que le otorgó y por las bendiciones que por Ella derramó sobre el mundo. Podemos encomendar nuestras necesidades a Ella.

La fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María se comenzó a celebrar oficialmente con el Papa San Sergio (687-701 d.C.) al establecer que se celebraran en Roma cuaro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación.

Se desconoce el lugar donde nació la Virgen María. Algunos dicen que nació en Nazaret, pero otros opinan que nació en Jerusalén, en el barrio vecino a la piscina de Betesda. Ahí, ahora, hay una cripta en la iglesia de Santa Ana que se venera como el lugar en el que nació la Madre de Dios.

Algo que no debes olvidar

María vino al mundo sin pecado original y con la gracia santificante.

La Virgen María fue escogida para ser la Madre de Dios.

La Virgen María fue pura y santa.

Al nacer la Virgen María se cumplió la promesa de Dios de que mandaría al mundo a una mujer de la que nacería el Salvador para liberarnos del pecado.

Cómo vivir la fiesta en familia 
Llevar flores a la Virgen en alguna capilla, en señal de que la amamos y dando gracias a Dios por haberla creado y escogido para esa gran misión.

Pedir a la Santísima Virgen María, para que nos consiga la gracia que más necesitemos en este momento de nuestra vida, como familia.

Oración
María, en este día que festejamos tu nacimiento, te pido que me ayudes a estar siempre cerca de ti y de tu Hijo Jesús.

Consulta también Fiesta de la Natividad de la Virgen María Por Jesús Martí Ballester

Consulta la sección Mariología de Catholic.net

Recursos sobre la Natividad de la Virgen María:

La Virgen MaríaMadre de Jesús. Los evangelios sólo aportan, respecto a María, los datos fundamentales y algunas anécdotas. Consta que antes y después del

nacimiento de Jesús vivió en Nazaret, pequeña ciudad de Galilea, y que, según la ley, estuvo casada con el artesano San José, de la familia de David.

Mirando a María, descubres el Amor

Santo Evangelio según San Mateo 1, 18-23. Fiesta del Nacimiento de la Virgen María

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Te doy gracias, Señor, por el don que nos has dado en tan grande mujer, amiga y Madre. Gracias por el don que nos has dado en María.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Los cielos, la tierra; el mar, las estrellas… todo lo has hecho por amor, Señor. Sin embargo, me causa mucha impresión pensar que aquellas cosas, el sol, la luna y lo demás, no los has creado con el amor con el que has creado al hombre. Éste es un amor que ni siquiera puedo imaginar, un amor que has querido compartir…, un amor que has querido sea a tu imagen y semejanza.

Pero has puesto especial atención en una criatura. Una mujer cuya belleza es digna de agradecer, una mujer cuya grandeza es la humildad, una mujer que con tan solo un Sí fue capaz de admirar al mundo; una mujer que escogiste de entre todas las mujeres para darnos el regalo más grande que alguien puede dar: al Emmanuel.

Te doy gracias, Señor, por el don que nos has dado en María. Te doy gracias pues, mirándola a ella, puedo descubrir la belleza de tu amor… puedo llegar a conocerte más.

La Virgen María nos ayude a recurrir constantemente a la gracia, a esa agua que mana de la roca que es Cristo Salvador, para que podamos profesar con convicción nuestra fe y anunciar con alegría las maravillas del amor de Dios, misericordioso y fuente de todo bien.

(Homilía de S.S. Francisco, 19 de marzo de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees

que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, antes de irme a dormir rezaré un avemaría para agradecer a Dios por el don de María, y pediré la gracia de tener siempre su compañía.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Familia, modelo y base de la sociedad

En la actualidad concedemos importancia a los grandes problemas económicos, sociales y políticos Pero, quizás no prestamos igual atención a esa enfermedad más profunda: la destrucción de la familia, modelo y base de la sociedad.

Mt 2, 13-15. 19-23
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: -«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. »
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.»

Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: -«Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.»

Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel.

Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.

Reflexión
La Sagrada Familia es la imagen ideal de cada familia. El espíritu ejemplar que reinaba en Nazareth, la Iglesia quiere despertarlo hoy, para que reine en todas nuestras familias:

El Padre Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt, solía decir: "La historia de los pueblos nos enseña un hecho importante: La sociedad y la familia se salvan y se arruinan juntas."

En la actualidad concedemos importancia a los grandes problemas económicos, sociales y políticos en nuestra patria y en nuestro continente. Pero no prestamos igual atención a esa enfermedad más profunda y más fatal: la destrucción de la familia, que es modelo y base de la sociedad.

La familia es el modelo de cualquier sociedad sana
Dios pensó en la humanidad como una gran familia: no sólo porque Él es Padre, sino también porque Él mismo es familia. En esta Familia divina el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven infinitamente felices, porque se aman con un amor infinito.

El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios: Esto significa que fue creado para vivir, igual que Dios, en una familia, donde reina el amor personal. La familia es modelo de la sociedad, porque es imagen perfecta de la Sma. Trinidad.

La familia es la base de la sociedad
Porque en ella el hombre aprende a amar, aprende a ser hijo y hermano. En la familia es donde se decide la futura actitud social de un hombre y también su actitud religiosa. En la familia se aprende a tratar a los otros, no como cosas, sino como a personas. Se aprende a dar amor, porque se recibe amor.

Si falta el cariño de los padres, el niño será después una persona insegura y desconfiada, encerrada en sí misma. Si el padre fue un bruto, el hijo será rebelde frente a cualquier autoridad que le recuerde a su padre, incluso frente a Dios.

Por sus malas experiencias con su propio padre, muchos hombres no pueden aceptar el Evangelio de Cristo, ni creer en un Dios que es Padre amoroso.

También las relaciones con los hermanos son decisivas. Así el niño aprende a liberarse de su egoísmo, de la tendencia de dominar a los otros.

De este modo, el hombre crece sano si sus vinculaciones familiares son sanas. Ellas son como las raíces que permiten que el árbol de su personalidad sea capaz de resistir a los huracanes de la vida.

Por eso, no podemos construir una sociedad más cristiana en el país, si descuidamos las familias. Todos aquellos que no luchan por una familia unida en el amor, todos aquellos están destruyendo al país.

Están destruyendo al país los esposos que nunca o poco dialogan entre sí o con sus hijos.

Están destruyendo al país los que han convertido la televisión en la dictadura absoluta del hogar.

Están destruyendo al país los padres que han hecho de su hogar una simple pensión, donde no hay mas vida común que el comer y el dormir.

La Santa Familia en Nazareth es el modelo preclaro de todas las demás familias. Y el Señor que viene a construir un mundo nuevo, pasa primero 30 años en medio de su familia, esforzándose por vivir el nuevo ideal cristiano de la familia. Y sólo tres años predica y actúa en publico. De Él debemos aprender la importancia de la familia, de nuestra propia familia.

Pidámosle, por eso, a Jesús, a María y a José, por nuestras familias, por todas las familias del país, para que Ellos las protejan y bendigan, y las eduquen según el espíritu de su familia de Nazareth.

Pero, además, demos gracias a Dios por todas aquellas personas que nos regalaron ambiente de familia en nuestra vida, que nos ayudaron a crecer como personalidades libres y solidarias, que nos estimularon con su cariño tanto dentro como fuera de nuestro hogar.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Vemos la TV durante el almuerzo?
2. ¿Tenemos momentos de diálogo en familia?
3. ¿Cómo fueron mis experiencias familiares?

 

Misa del Papa en Bogotá: “Jesús nos invita a ir mar adentro”

Varios cientos de miles de personas en el Parque Simón Bolivar

8 SEPTIEMBRE 2017 REDACCION VIAJES PONTIFICIOS

(ZENIT – Roma, 7 Sept. 2017).- La primera misa del papa Francisco durante su viaje apostólico en Colombia fue este jueves, en el Parque Simón Bolívar de Bogotá donde le esperaban varios cientos de miles de personas.

El Santo Padre pasó saludando entre los fieles en el papamóvil, y ente ellos a un grupo de personas con discapacidad que habían participado antes a un encuentro en defensa de la vida. Presente el presidente Juan Manuel Santos y su familia.

Una eucaristía en español pidiendo por la paz y la justicia, presidida por el Papa que vestía como los celebrantes paramentos blancos. La misa se celebró en la estructura llamada El Templete, construida en 1986 con motivo de la eucaristía que celebró entonces san Juan Pablo II.

Después de la lectura del evangelio el Santo Padre hizo la siguiente homilía.

«El Evangelista recuerda que el llamado de los primeros discípulos fue a orillas del lago de Genesaret, allí donde la gente se aglutinaba para escuchar una voz capaz de orientarles e iluminarles; y también es el lugar donde los pescadores cierran sus fatigosas jornadas, en las que buscan el sustento para llevar una vida sin penurias, digna y feliz. Es la única vez en todo el Evangelio de Lucas en que Jesús predica junto al llamado mar de Galilea. En el mar abierto se confunden la esperada fecundidad del trabajo con la frustración por la inutilidad de los esfuerzos vanos. Según una antigua lectura cristiana, el mar también representa la inmensidad donde conviven todos los pueblos. Finalmente, por su agitación y oscuridad, evoca todo aquello que amenaza la existencia humana y que tiene el poder de destruirla. Nosotros usamos expresiones similares para definir multitudes: una marea humana, un mar de gente.

Ese día, Jesús tiene detrás de sí, el mar y frente a Él, una multitud que lo ha seguido porque sabe de su conmoción ante el dolor humano… y de sus palabras justas, profundas, certeras. Todos ellos vienen a escucharlo, la Palabra de Jesús tiene algo especial que no deja indiferente a nadie; su Palabra tiene poder para convertir corazones, cambiar planes y proyectos. Es una Palabra probada en la acción, no es una conclusión de escritorio, de acuerdos fríos y alejados del dolor de la gente, por eso es una Palabra que sirve tanto para la seguridad de la orilla como para la fragilidad del mar.

Esta querida ciudad, Bogotá, y este hermoso País, Colombia, tienen mucho de estos escenarios humanos presentados por el Evangelio. Aquí se encuentran multitudes anhelantes de una palabra de vida, que ilumine con su luz todos los esfuerzos y muestre el sentido y la belleza de la existencia humana. Estas multitudes de hombres y mujeres, niños y ancianos habitan una tierra de inimaginable fecundidad, que podría dar frutos para todos.

Pero también aquí, como en otras partes, hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos; las tinieblas del irrespeto por la vida humana que siega a diario la existencia de tantos inocentes, cuya sangre clama al cielo; las tinieblas de la sed de venganza y del odio que mancha con sangre humana las manos de quienes se toman la justicia por su cuenta; las tinieblas de quienes se vuelven insensibles ante el dolor de tantas víctimas. A todas esas tinieblas Jesús las disipa y destruye con su mandato en la barca de Pedro: «Navega mar adentro» (Lc 5,4).

Nosotros podemos enredarnos en discusiones interminables, sumar intentos fallidos y hacer un elenco de esfuerzos que han terminado en nada; igual que Pedro, sabemos qué significa la experiencia de trabajar sin ningún resultado. Esta Nación también sabe de ello, cuando por un período de 6 años, allá al comienzo, tuvo 16 presidentes y pagó caro sus divisiones («la patria boba»); también la Iglesia en Colombia sabe de trabajos pastorales vanos e infructuosos, pero como Pedro, también somos capaces de confiar en el Maestro, cuya palabra suscita fecundidad incluso allí donde la inhospitalidad de las tinieblas humanas hace infructuosos tantos esfuerzos y fatigas.

Pedro es el hombre que acoge decidido la invitación de Jesús, que lo deja todo y lo sigue, para transformarse en nuevo pescador, cuya misión consiste en llevar a sus hermanos al Reino de Dios, donde la vida se hace plena y feliz. Pero el mandato de echar las redes no está dirigido sólo a Simón Pedro; a él le ha tocado navegar mar adentro, como aquellos en vuestra patria que han visto primero lo que más urge, aquellos que han tomado iniciativas de paz, de vida. Echar las redes entraña responsabilidad.

En Bogotá y en Colombia peregrina una inmensa comunidad, que está llamada a convertirse en una red vigorosa que congregue a todos en la unidad, trabajando en la defensa y en el cuidado de la vida humana, particularmente cuando es más frágil y vulnerable: en el seno materno, en la infancia, en la vejez, en las condiciones de discapacidad y en las situaciones de marginación social. También multitudes que viven en Bogotá y en Colombia pueden llegar a ser verdaderas comunidades vivas, justas y fraternas si escuchan y acogen la Palabra de Dios.

En estas multitudes evangelizadas surgirán muchos hombres y mujeres convertidos en discípulos que, con un corazón verdaderamente libre, sigan a Jesús; hombres y mujeres capaces de amar la vida en todas sus etapas, de respetarla, de promoverla. Hace falta llamarnos unos a otros, hacernos señas, como los pescadores, volver a considerarnos hermanos, compañeros de camino, socios de esta empresa común que es la patria. Bogotá y Colombia son, al mismo tiempo, orilla, lago, mar abierto, ciudad por donde Jesús ha transitado y transita, para ofrecer su presencia y su palabra fecunda, para sacar de las tinieblas y llevarnos a la luz y la vida. Llamar a otros, a todos, para que nadie quede al arbitrio de las tempestades; subir a la barca a todas las familias, santuario de vida; hacer lugar al bien común por encima de los intereses mezquinos o particulares, cargar a los más frágiles promoviendo sus derechos.

Pedro experimenta su pequeñez, lo inmenso de la Palabra y el accionar de Jesús; Pedro sabe de sus fragilidades, de sus idas y venidas, como lo sabemos nosotros, como lo sabe la historia de violencia y división de vuestro pueblo que no siempre nos ha encontrado compartiendo barca, tempestad, infortunios. Pero al igual que a Simón, Jesús nos invita a ir mar adentro, nos impulsa al riesgo compartido, a dejar nuestros egoísmos y a seguirlo. A perder miedos que no vienen de Dios, que nos inmovilizan y retardan la urgencia de ser constructores de la paz, promotores de la vida».

 

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