“Mirando a sus discípulos, Jesús dijo: ‘Dichosos los pobres, es para vosotros el Reino de Dios’”
- 13 Septiembre 2017
- 13 Septiembre 2017
- 13 Septiembre 2017
Evangelio según San Lucas 6,20-26.
Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»
Dédicace de la Basilique du Saint Sépulcre (355)
Dedicación del Santo Sepulcro, lugar de culto por excelencia
Cada 15 de julio, en toda la diócesis de Jerusalén, se conmemora el día en el que la basílica «cruzada» del Santo Sepulcro fue consagrada como edificio religioso. Así como la Iglesia se reúne todos los 9 de noviembre con ocasión de la dedicación de la basílica del Laterano, las parroquias y las distintas órdenes católicas latinas presentes en Tierra Santa celebran la dedicación del Santo Sepulcro. Así, igual que todas los días a primera hora de la mañana los franciscanos cantan la misa ante la tumba de Cristo, la Iglesia latina de Jerusalén se ha unido hoy a la comunidad franciscana para celebrar este aniversario. La dedicación se remonta al año 1149, cuando los cruzados consagraron el altar y aspergieron con agua bendita la basílica apenas construida. Fray Stéphane ha recordado: «Nosotros no celebramos la gloria de los cruzados. Cuando, en el siglo XIV, los franciscanos llegaron y comenzaron el servicio en el Santo Sepulcro, se asentaron en el país con sus valores y sus métodos de acción, es decir, el respeto al prójimo, el diálogo y la perseverancia. Esta dedicación recuerda el objetivo principal de la basílica: celebrar el culto; un culto al que son convocados los cristianos del mundo entero».
Estando el custodio de Tierra Santa de visita pastoral en Siria y Chipre, ha presidido la celebración su vicario custodial, fray Dobromir Jasztal. En su homilía, fray Dobromir ha recordado que durante los siglos ha habido varias dedicaciones. Los cristianos ortodoxos, por ejemplo, el 14 de septiembre conmemoran la dedicación de la basílica bizantina de Constantino. «Varias dedicaciones, varias basílicas pero una única tumba y un gran misterio. Esto es lo esencial», ha proclamado. Tanto el peregrino como el parroquiano, quien reza en el Santo Sepulcro se convierte en «testigo de la resurrección», ha concluido. Todos los días en el Santo Sepulcro, este misterio de Jesús se celebra en distintas lenguas y ritos, definidos por el Statu Quo de 1842. Un culto que a veces «incomoda» o, al menos, sorprende a la asamblea impaciente de peregrinos que desean entrar en la tumba, desplazarse velozmente de una capilla a otra o, simplemente, rezar piadosamente en silencio. La dedicación del Santo Sepulcro recuerda que el culto «público» tiene prioridad sobre los deseos «privados» de cada uno, un tiempo precioso de encuentro en el que Dios renueva su alianza con su pueblo.
Beato Pablo VI, papa 1963-1978 Exhortación apostólica “Sobre el gozo cristiano”
“Mirando a sus discípulos, Jesús dijo: ‘Dichosos los pobres, es para vosotros el Reino de Dios’”
Es importante captar bien el secreto del gozo insondable que es propio de Jesús y del cual está lleno... Si Jesús irradia una tal paz, una tal seguridad, una tal alegría, una tal disponibilidad, es por el amor inefable que siente al ser amado por su Padre. En el momento de su bautismo a orillas del Jordán, este amor, presente desde el primer instante de su encarnación, se manifestó: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto” (Lc 3,22). Esta certeza es inseparable de la conciencia de Jesús. Es una presencia que jamás le deja solo (Jn 16,32). Es un conocimiento íntimo que le llena: “El Padre me conoce y yo conozco al Padre” (Jn 10,15). Es un intercambio incesante y total: “Todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío” (Jn 17,10)... “Tú me has amado antes de la fundación del mundo” (Jn 17,24). Hay ahí una relación incomunicable de amor que se confunde con la existencia de Hijo y que es el secreto de la vida trinitaria: en ella el Padre aparece como el que se da al Hijo sin reserva ni intermitencia, en un impulso de generosidad gozosa, y el Hijo, el que se da al Padre de la misma manera, con un impulso de gratitud gozosa, en el Espíritu Santo.
Y he ahí que los discípulos y todos los que creen en Cristo, son llamados a participar de este gozo. Jesús quiere que tengan en ellos mismos su gozo y plenitud (Jn 17,13): “Les he dado a conocer tu Nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, como también yo estoy en ellos” (Jn 17,26).
Este gozo de permanecer en el amor de Dios comienza ya aquí abajo. Es el gozo del Reino de Dios. Pero se concede a lo largo de un camino escarpado, que pide una confianza total en el Padre y en el Hijo, y una preferencia por el Reino. El mensaje de Jesús promete, ante todo, el gozo, este gozo exigente; ¿no es este el que comienza con las Bienaventuranzas? “Dichosos los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque os alegraréis”.
Papa concede indulgencia plenaria por 100 años de apariciones de Fátima
Escrito por Carlos Villa Roiz / Agencia SIAME.
La indulgencia obedece al Año Jubilar por estas apariciones y comenzó el 27 de noviembre y terminará el 26 de noviembre de 2017.
El Papa Francisco concedió la indulgencia plenaria que se puede obtener en todo el mundo, por los 100 años de las apariciones de la Virgen de Fátima en Portugal. La indulgencia obedece al Año Jubilar por estas apariciones y comenzó el 27 de noviembre y terminará el 26 de noviembre de 2017.
Para conseguir esta indulgencia se requiere las condiciones habituales: confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Santo Padre, y hay tres formas de obtenerlas:
1.- Peregrinar al Santuario
La primera forma es peregrinar al Santuario de Fátima y participar en una celebración u oración dedicada a la Virgen. Además, los fieles deben rezar el Padrenuestro, recitar el Credo e invocar a la Madre de Dios.
2.- Ante cualquier imagen de la Virgen de Fátima en todo el mundo
La segunda, es visitar con devoción una imagen de Nuestra Señora de Fátima expuesta a la veneración pública en cualquier templo, oratorio o local adecuado en los días de los aniversarios de las apariciones, los días 13, que abarcan entre el mes de mayo hasta el 13 de octubre de 2017. Los fieles deben participar allí devotamente en alguna celebración u oración en honor de la Virgen María, y rezar un Padrenuestro, el Credo e invocar a la Virgen de Fátima.
3.- Ancianos y enfermos
La tercera forma se aplica a las personas que, por la edad, enfermedad u otra causa grave estén impedidos de movilizarse. Pueden rezar ante una imagen de la Virgen de Fátima y deben unirse espiritualmente en las celebraciones jubilares en los días de las apariciones, los días 13 de cada mes, entre mayo y octubre de 2017
Además, tienen que ofrecer con confianza a Dios misericordioso, a través de María, sus oraciones y dolores o los sacrificios de su propia vida.
Juan Crisóstomo, Santo
Memoria Litúrgtica, 13 de septiembre
Obispo y Doctor de la Iglesia
Martirologio Romano: Memoria de san Juan, obispo de Constantinopla y doctor de la Iglesia, antioqueno de nacimiento, que, ordenado presbítero, llegó a ser llamado «Crisóstomo» por su gran elocuencia. Gran pastor y maestro de la fe en la sede constantinopolitana, fue desterrado de la misma por insidias de sus enemigos, y al volver del exilio por decreto del papa san Inocencio I, como consecuencia de los malos tratos recibidos de sus guardianes durante el camino de regreso, entregó su alma a Dios en Cumana, localidad del Ponto, el catorce de septiembre († 407).
Patronazgo: predicadores y oradores
Breve Biografía
Educado por la madre, santa Antusa, Juan (que nació en Antioquía probablemente en el 349) en los años juveniles llevó una vida monástica en su propia casa.
Después, cuando murió la madre, se retiró al desierto en donde estuvo durante seis años, y los últimos dos los pasó en un retiro solitario dentro de una cueva con perjuicio de su salud. Fue llamado a la ciudad y ordenado diácono, luego pasó cinco años preparándose para el sacerdocio y para el ministerio de la predicación. Ordenado sacerdote por el obispo Fabián, se convirtió en celoso colaborador en el gobierno de la Iglesia antioquena. La especialización pastoral de Juan era la predicación, en la que sobresalía por las cualidades oratorias y la profunda cultura. Pastor y moralista, se preocupaba por transformar la vida de sus oyentes más que por exponer teóricamente el mensaje cristiano.
En el 398 Juan de Antioquía (el sobrenombre de Crisóstomo, es decir Boca de oro, le fue dado tres siglos después por los bizantinos) fue llamado a suceder al patriarca Netario en la célebre cátedra de Constantinopla. En la capital del imperio de Oriente emprendió inmediatamente una actividad pastoral y organizativa que suscita admiración y perplejidad: evangelización en los campos, fundación de hospitales, procesiones antiarrianas bajo la protección de la policía imperial, sermones encendidos en los que reprochaba los vicios y las tibiezas, severas exhortaciones a los monjes perezosos y a los eclesiásticos demasiado amantes de la riqueza. Los sermones de Juan duraban más de dos horas, pero el docto patriarca sabía user con gran pericia todos los recursos de la oratoria, no para halagar el oído de sus oyentes, sino para instruír, corregir, reprochar.
Juan era un predicador insuperable, pero no era diplomático y por eso no se cuidó contra las intrigas de la corte bizantina. Fue depuesto ilegalmente por un grupo de obispos dirigidos por Teófilo, obispo de Alejandría, y desterrado con la complicidad de la emperatriz Eudosia. Pero inmediatamente fue llamado por el emperador Arcadio, porque habían sucedido varias desgracias en palacio. Pero dos meses después era nuevamente desterrado, primero a la frontera de Armenia, y después más lejos a orillas del Mar Negro.
Durante este último viaje, el 14 de septiembre del 407, murió. Del sepulcro de Comana, el hijo de Arcadio, Teodosio el Joven, hizo llevar los restos del santo a Constantinopla, a donde llegaron en la noche del 27 de enero del 438 entre una muchedumbre jubilosa.
De los numerosos escritos del santo recordamos un pequeño volumen Sobre el Sacerdocio, que es una obra clásica de la espiritualidad sacerdotal.
Las bienaventuranzas, un mundo al revés
La Palabra de Cristo en el Evangelio nos ofrece otra perspectiva de vida
Un viejo ermitaño fue invitado cierta vez a visitar la corte del rey más poderoso de aquella época. Era un rey poderoso, con un ejército incontable, con mansiones que dejaban admirado a todo mundo, y con mujeres que hacía presentir el placer que se viviría a todas horas en los palacios.
Ese soberano, quiso mostrar su bondad, invitando un día a un viejo ermitaño que vivía en la excavación de una roca y tenía como alimento lo único que puede proporcionar la vida silvestre y que bebía directamente de un riachuelo cercano.
“Envidio a un hombre santo como tú, que se contenta con tan poco” comentó el soberano.
”Yo envidio a Vuestra Majestad, que se contenta con menos que yo.” Respondió el ermitaño.
”¿Cómo puedes decirme esto, cuando soy el rey y todo lo que puedes contemplar me pertenece?”.
“Justamente por eso. Yo tengo la música de los astros y las estrellas, tengo los ríos y las montañas del mundo entero, tengo la luna y el sol, porque tengo a Dios en mi alma. Vuestra Majestad, sin embargo, sólo posee este reino”, concluyó el ermitaño.
Me he atrevido a citar este texto porque en la línea de sencillez puede ilustrar muy bien el mensaje que nos regala la liturgia de este domingo: el mensaje de las bienaventuranzas, el sermón de la montaña, el corazón del mensaje de Cristo, que invita sencillamente a poner nuestro corazón en el corazón de Dios, donde nada nos hará falta y donde todo lo tendremos.
A veces, cuando se piensa superficialmente, está uno tentado a pensar si Cristo no se estaría burlando de los hombres cuando llama dichosos, felices, bienaventurados a los pobres, a los que sufren, a los que lloran, a los que tienen hambre. Pero cuando se examina la vida de Cristo, nos damos cuenta que no había ser más feliz, más libre, más dichoso que él, que no poseía nada y que estaba dispuesto a dar todo lo que tenía de sí.
Ese es el mensaje más profundo de Cristo, que a los cristianos, a sus seguidores, nos hace falta dar el salto de los simples mandamientos, hasta darlo todo, hasta vivir desprendidos de todo, porque todo lo recibiremos a cambio.
Raniero Cantalamessa, el predicador del Papa, expresa esta magistralmente esto que intento decirles: “Cuánta gente carga la propia barca de una infinidad de baratijas, que creen necesarias para que el mismo viaje resulte agradable, en el dilatado viaje en el río de la vida hasta casi hacerlo sucumbir; pero, en realidad todas son inútiles y sin importancia. Más bien, ¿por qué no hacer que la barca de nuestra vida sea ligera, cargada sólo de las cosas que verdaderamente son necesarias? Un cassette agradable, placeres sencillos, uno o dos amigos dignos de este nombre, alguno al que amar y alguno que te ame; un gato, un perro y lo suficiente para comer y para cubrirse. Encontraremos de este modo que es mucho más fácil empujar la barca. Tendremos tiempo para pensar, para trabajar y también para beber algo estando relajados al sol”.
Y ya que he citado a dos autores, permítanme agregar a otro, con la sola idea de invitar a todos mis lectores, que de una vez por todas, se animen a tomar el Evangelio en sus manos, encontrar el capítulo quinto de San Mateo, y comenzar a ver la vida de una manera nueva, ver la vida al revés, ver la vida como estaríamos llamados a vivir en la verdadera vida.
Así se expresa Giovanni Papini en su célebre Historia de Cristo: “Quien ha leído el Sermón de la Montaña y no ha sentido, por lo menos en el corto momento de la lectura, un escalofrío de agradecida ternura, un impulso de llanto en lo más hondo de la garganta, un estrujamiento de amor y de remordimientos, una necesidad confusa, pero punzante, de hacer algo para que aquellas palabras no se queden tan sólo en palabras, para que aquél Sermón no sea únicamente sonido y señal, sino esperanza inminente, vida cálida en todos los vivos, verdad actual, verdad para siempre y para todos: quien lo ha leído una sola vez y no ha experimentado todo eso, es que necesita antes que nadie nuestro amor, porque todo el amor de los hombres no alcanzará jamás a compensarlo de lo que ha perdido”.
Finalmente me atrevo a citar lo que oí hace muchos años, de los años cuando en la Rusia del comunismo de Stalin, todo lo que oliera a Evangelio y a Iglesia y a espiritualidad estaba fulminantemente prohibido, un día se propusieron hacer una obra de teatro donde el actor principal tendría que tomar distraídamente la Biblia, comenzar a leer desparpajadamente el inicio del capítulo 5 de San Mateo, “Bienaventurados los pobres... bienaventurados los que sufren..." y arrojar el libro al suelo acompañando la acción con una sonora carcajada.
Comenzó la obra, y cuando el actor comenzó a leer, ya delante de todo el auditorio, fue tal el impacto que sintió al ir leyendo, que ya no pudo retirar su vista del texto que tenía en sus manos, y subyugado por la profundidad del texto, siguió leyendo y leyendo, al grado que tuvieron que bajar el telón, porque aquello se había salido totalmente de todo lo planeado, y aquel momento inesperado se había convertido en una inmejorable lección catequística.
FRANCISCO ANIMA A COLOMBIA A "SEGUIR RECORRIENDO EL CAMINO DE LA RECONCILIACIÓN"
"El camino de la auténtica revolución, la del Evangelio, no la ideológica, libera a la sociedad de la esclavitud"
El Papa recuerda su viaje y aboga por "construir juntos, día a día, la paz en el amor, la justicia y la verdad"
El Papa Francisco, con el ojo morado, durante la Audiencia
RELIGIÓN | VATICANO
Dar el primer paso significa tocar la carne del hermano herido y abandonado, y hacerlo con Cristo, el Señor que se hizo esclavo por nosotros. Él es la misericordia y la paz
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(Jesús Bastante).- Apenas recuperado de su viaje a Colombia, el Papa Francisco regresó a su cita de todos los miércoles con miles de fieles en la plaza de San Pedro. En la Audiencia General, Bergoglio recordó los días vividos en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena de Indias, y resaltó la fuerza de un pueblo que "es capaz de mira, el futuro con esperanza".
"Doy gracias a Dios por este viaje", señaló el Papa, quien agradeció especialmente al presidente de Colombia, los obispos del país "y a todos los que han colaborado en esta visita". Casi siete millones de fieles se lanzaron a las calles durante cinco días. "Gracias especialmente al pueblo colombiano, que me ha acogido con tanto afecto y tanta alegría". Un pueblo, el colombiano, "alegre, que ha sufrido mucho, pero tiene esperanza". Según explicó Bergoglio, "una de las cosas que más me han impresionado es que toda la ciudad, entre la gente, los padres y las madres, que alzaban a los niños para que el Papa les bendijera, pero lo hacían con orgullo de sus hijos. 'Este es nuestro orgullo, esta es nuestra esperanza', me decían. Un pueblo capaz de ver a sus hijos con esperanza, este pueblo tiene futuro". Tras recordar que este viaje es continuidad a los que realizaron en su día Pablo VI y Juan Pablo II, el Papa subrayó el lema del viaje, "Demos el primer paso", referido "al proceso de reconciliación que Colombia está viviendo desde hace medio siglo de conflicto interno, que ha sembrado sufrimiento y enemistad, tantas heridas difíciles de imaginar". "Con la ayuda de Dios, este camino se está emprendiendo", recalcó Francisco, quien quiso "agradecer el esfuerzo de este pueblo, recibiendo su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para toda la Iglesia". "El testimonio de este pueblo es una riqueza para toda la Iglesia. Colombia, como la mayor parte de países latinoamericanos, tiene fortísimas raíces cristianas", abundó.
Un pueblo que ha vivido "la tragedia de la guerra, y es garantía de la paz". Porque, aunque "el diablo quiere dividir al pueblo, es evidente que la misericordia es más fuerte que el pecado y la muerte".
Resumiendo su visita, el Papa incidió en que "he querido llevar la bendición de Cristo y la Iglesia sobre los deseos de vida y paz que están en el corazón de esa nación, de millares y millares de niños, jóvenes que llenaron la plaza de Bogotá, y donde he encontrado la fuerza de vida con toda su exhuberancia, y toda su biodiversidad. Colombia es el segundo país del mundo en biodiversidad".
Francisco se detuvo en la emocionando jornada dedicada a la reconciliaciónque, confesó, "fue el momento culminante de todo el viaje", junto a la beatificación de Jesús Emilio Jaramillo y Pedro María Ramírez. "Fue una liturgia especial, simbólicamente orientada en el Cristo de Bocayá, sin brazos ni piernas, mutilado como su pueblo".
En la beatificación, explicó, "recordamos que la paz está fundada sobre la sangre de tantos testimonios del amor, la verdad y la justicia, de mártires propios", de "lágrimas de dolor y de alegría". "Delante de sus reliquias, el santo pueblo de Dios ha sentido fuerte la propia identidad con dolor, pensando en tantas, demasiadas víctimas, y con alegría por la misericordia de Dios".
"Misericordia y verdad se encontrarán, justicia y paz irán de la mano", se leía en el salmo de hoy. Un verso que "contiene la profecía de mi discurso en Colombia". "La gracia de Dios por el que el pueblo herido pueda resurgir y caminar en una vida nueva. Estas palabras proféticas las hemos visto encarnadas en los testimonios que hablaron en nombre de tantos que, a partir de sus heridas, se abren al encuentro, al perdón y a la reconciliación".
Del mismo modo, recordó, en Medellín se habló de la vocación como discipulado, y es que, añadió, "cuando los cristianos se empeñan en el camino de Jesucristo, devienen en sal y luz y para el mundo, y sus frutos son abundantes".
Finalmente, en Cartagena, "la ciudad de San Pedro Claver, apóstol de los esclavos", el Papa quiso poner el foco "sobre la persona humana y sus derechos fundamentales". "San Pedro Claver ha dado la vida por los mas pobres y marginados, y así ha mostrado el camino de la auténtica revolución, la del Evangelio, no la ideológica, que libera a la sociedad de la esclavitud".
"Dar el primer paso significa tocar la carne del hermano herido y abandonado, y hacerlo con Cristo, el Señor que se hizo esclavo por nosotros. Él es la misericordia y la paz", concluyó el Francisco, quien pidió que "todo colombiano pueda dar cada día el primer paso, y así construir juntos, día a día, la paz en el amor, la justicia y la verdad".
Texto completo de la catequesis del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Como ustedes saben en los días pasados he realizado el Viaje Apostólico a Colombia. ¡Están aquí algunos colombianos! Con todo el corazón agradezco al Señor por este gran don; y deseo renovar la expresión de mi reconocimiento al Señor Presidente de la República, que me ha acogido con mucha cortesía, a los Obispos colombianos que han trabajado mucho para preparar esta Visita, como también a las Autoridades de este País, y a todos aquellos que han colaborado en la realización de esta Visita. ¡Y un agradecimiento especial al pueblo colombiano que me ha recibido con mucho afecto y tanta alegría! Un pueblo alegre en medio del sufrimiento, pero gozoso; un pueblo con esperanza. Una de las cosas que más me ha impresionado en todas las ciudades, entre la gente, los papás y las mamás con los niños, que levantaban a los niños para que el Papa los bendijera, pero también con orgullo hacían ver a sus niños como diciendo: "Esto es nuestro orgullo, esta es nuestra esperanza". Yo he pensado: un pueblo capaz de hacer niños y capaz de hacerlos ver con orgullo, con esperanza: este pueblo tiene futuro. Y me ha gustado mucho.
De modo particular en este Viaje he sentido la continuidad con los dos Papas que antes de mí han visitado Colombia: el Beato Pablo VI, en 1968, y San Pablo II, en 1986. Una continuidad fuertemente animada por el Espíritu, que guía los pasos del pueblo de Dios por los caminos de la historia.
El lema del Viaje era "Demos el primer paso", es decir, "realicemos el primer paso", referido al proceso de reconciliación que Colombia está viviendo para salir de medio siglo - de medio siglo - de conflictos internos, que ha sembrado sufrimiento y enemistad, causando tantas heridas, difíciles de cicatrizar. Pero con la ayuda de Dios el camino está ya iniciado. Con mi visita he querido bendecir el esfuerzo de este pueblo, confirmarlo en la fe y en la esperanza, y recibir su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para toda la Iglesia. El testimonio de este pueblo es una riqueza para toda la Iglesia, ¡eh!
Colombia - como la mayor parte de los países latinoamericanos - es un país en el cual son fuertes las raíces cristianas. Y si este hecho hace todavía más agudo el dolor por la tragedia de la guerra que lo ha desgarrado, al mismo tiempo constituye la garantía de la paz, el sólido fundamento de su reconstrucción, la linfa de su invencible esperanza. Es evidente que el Maligno ha querido dividir al pueblo para destruir la obra de Dios, pero es también evidente que el amor de Cristo, su infinita Misericordia es más fuerte que el pecado y que la muerte.
Este Viaje ha sido para llevar la bendición de Cristo, la bendición de la Iglesia sobre el deseo de vida y de paz que rebosa del corazón de esta Nación: lo he podido ver en los ojos de los miles y miles de niños, jóvenes y muchachos que han llenado la Plaza de Bogotá y que he encontrado por todas partes; esa fuerza de vida que también la naturaleza misma proclama con su exuberancia y su biodiversidad. Colombia es el segundo país en el mundo por biodiversidad. En Bogotá he podido encontrar a todos los Obispos del país y también al Comité Directivo del Consejo Episcopal Latinoamericano. Agradezco a Dios por haberlos podido abrazar y por haberles dado mi aliento pastoral, por su misión al servicio de la Iglesia sacramento de Cristo nuestra paz y nuestra esperanza.
La jornada dedicada de modo particular al tema de la reconciliación, momento culminante de todo el Viaje, se ha desarrollado en Villavicencio. En la mañana se realizó la gran celebración eucarística, con la beatificación de los mártires Jesús Jaramillo Monsalve, Obispo, y Pedro María Ramírez Ramos, sacerdote; por la tarde, la especial Liturgia de Reconciliación, simbólicamente orientada hacia el Cristo de Bojayá, sin brazos y sin piernas, mutilado como su pueblo.
La beatificación de los dos Mártires ha recordado plásticamente que la paz se funda también, y sobre todo, en la sangre de tantos testigos del amor, de la verdad, de la justicia, y también de mártires verdaderos, asesinados por la fe, como los dos apenas citados. Escuchar sus biografías ha sido conmovedor hasta las lágrimas: lágrimas de dolor y de alegría juntas. Ante sus Reliquias y sus rostros, el santo pueblo fiel de Dios ha sentido fuerte su propia identidad, con dolor, pensando a las tantas, muchas víctimas, y con alegría, por la misericordia de Dios que se extiende sobre quienes lo temen (Cfr. Lc 1,50).
«Misericordia y verdad se encontraran, justicia y paz se besaran» (Sal 85,11), que hemos escuchado al inicio. Este versículo del salmo contiene la profecía de lo que ha sucedido el viernes pasado en Colombia; la profecía y la gracia de Dios para este pueblo herido, para que pueda resurgir y caminar en una vida nueva. Estas palabras proféticas llenas de gracia las hemos visto encarnadas en la historia de los testimonios, que han hablado en nombre de tantos y tantos que, a partir de sus heridas, con la gracia de Cristo han salido de sí mismos y se han abierto al encuentro, al perdón, a la reconciliación.
En Medellín la perspectiva ha sido la de la vida cristiana como discipulado: la vocación y la misión. Cuando los cristianos se comprometen completamente en el camino del seguimiento de Jesucristo, se hacen verdaderamente sal, luz y levadura en el mundo, y los frutos son abundantes. Uno de estos frutos son los Hogares, es decir, las Casas donde los niños y los jóvenes heridos por la vida pueden encontrar una nueva familia donde son amados, acogidos, protegidos y acompañados. Y otros frutos, abundantes como racimos, son las vocaciones para la vida sacerdotal y consagrada, que he podido bendecir y animar con alegría en un inolvidable encuentro con los consagrados y sus familiares. Y finalmente, en Cartagena, la ciudad de San Pedro Claver, apóstol de los esclavos, el "focus" ha ido a la promoción de la persona humana y de sus derechos fundamentales. San Pedro Claver, como también recientemente Santa María Bernarda Bütler, han dado la vida por los más pobres y marginados, y así han mostrado la vía de la verdadera revolución, aquella evangélica, no ideológica, que libera verdaderamente a las personas y las sociedades de las esclavitudes de ayer y, lamentablemente, también de hoy. En este sentido, "dar el primer paso" - el lema del Viaje - significa acercarse, inclinarse, tocar la carne del hermano herido y abandonado. Y hacerlo con Cristo, el Señor hecho esclavo por nosotros. Gracias a Él hay esperanza, porque Él es la misericordia y la paz. Encomiendo nuevamente a Colombia y a su amado pueblo a la Madre, Nuestra Señora de Chiquinquirá, que he podido venerar en la catedral de Bogotá. Con la ayuda de María, todo colombiano pueda dar cada día el primer paso hacia el hermano y la hermana, y así construir juntos, día a día, la paz en el amor, en la justicia y en la verdad. Gracias.
Saludo del Papa en castellano:
Queridos hermanos y hermanas: En la catequesis de hoy deseo hacerles partícipes de mi reciente Viaje Apostólico a Colombia. En primer lugar, quiero agradecer desde aquí al Presidente por su invitación a visitar ese país, a las Autoridades y a todos cuantos han colaborado para hacerlo posible, y muy especialmente al pueblo colombiano por su acogida, su alegría y su afecto. El lema del Viaje era «Demos el primer paso», y miraba al proceso de reconciliación que vive hoy Colombia para poder salir de 50 años de conflicto interno. Con mi visita he querido bendecir el esfuerzo de ese pueblo, confirmarlo en la fe y en la esperanza, y recibir su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para toda la Iglesia. He podido contemplar los deseos de paz y de vida de tantos niños y jóvenes, en quienes exulta la esperanza. He podido encontrar también a los Obispos de esta nación y a los representantes del CELAM, para alentar su labor. En la etapa culminante de mi viaje, Villavicencio, hemos oído el conmovedor testimonio de los mártires y hemos visto el cuerpo mutilado del Cristo de Bocayá, esto nos ha recordado que la paz se funda, ante todo, sobre la sangre de testigos del amor, de la verdad, de la justicia y de la fe. En Medellín y Cartagena, el tema ha trascendido a la misión y al servicio, con ejemplos insignes de vocación y de seguimiento de Jesús, que hoy como ayer se entregan a los más pobres y se consagran a la promoción humana integral.
***
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Confío a todos a la Virgen de Chiquinquirá, que ella pueda ayudarnos a dar el primer paso hacia un mundo más justo y en paz. Que Dios
Meditación del Papa Francisco sobre un tema que a algunos cristianos parece preocupar
Hace pocos días un joven amigo me preguntaba si alabar al Señor eternamente en el Cielo no sería algo muy aburrido, aunque ya le contesté en ese momento, creo oportuno recordar lo que el Papa nos decía hace ya algún tiempo sobre este tema en una de sus homilías en Santa Marta:
Son muchos los cristianos que no conocen la alegría. Si aprendieran a salir de sí mismos y a dar gracias a Dios, "comprenderían realmente esa alegría que nos hace libres". Este fue el núcleo de la homilía del Papa Francisco en la celebración eucarística del 31 de mayo de 2013, fiesta de la Visitación en aquel año.
"Las dos lecturas del día -apuntó el Pontífice refiriéndose a Sofonías (3, 14-18) y al Evangelio de Lucas (1, 39-56)- nos hablan de alegría, de gozo: "alégrate, grita de alegría", dice Sofonías. Gritar de alegría. ¡Es fuerte esto! "El Señor está contigo"; no temas; "no dejes caer los brazos". El Señor es poderoso; se alegrará por ti". Y en el relato evangélico, la alegría caracteriza la visita de María a Isabel. El Papa se fijó en ese "salto del niño en el seno de Isabel", revelado por ésta a María: "He aquí que en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno".
"Todo es alegría. Pero nosotros cristianos -indicó el Obispo de Roma- no estamos muy acostumbrados a hablar de alegría, de gozo. Creo que muchas veces nos gustan más los lamentos. ¿Qué es la alegría? La clave para comprender esta alegría es lo que dice el Evangelio: "Isabel fue colmada de Espíritu Santo". Es el Espíritu Santo quien nos da la alegría".
El Papa habló de otro aspecto de la alegría que nos viene del Espíritu. "Pensemos -dijo- en ese momento en el que la Virgen y san José llevaron a Jesús al templo para cumplir la Ley". Estaban también allí dos ancianos; pero el Evangelio no dice que estos fueron allí para cumplir la Ley, sino más bien impulsados por la "fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu les condujo al templo". De modo que, ante Jesús, "hacen una oración de alabanza: éste es el Mesías, ¡bendito sea al Señor! Y hacen también una liturgia espontánea de alegría". Es la fidelidad madurada durante tantos años de espera del Espíritu Santo lo que hace que "este Espíritu venga y les dé la alegría".
"Es precisamente el Espíritu quien nos guía. Él es el autor de la alegría, el creador de la alegría. Y esta alegría en el Espíritu nos da la verdadera libertad cristiana. Sin alegría, nosotros, cristianos, no podemos llegar a ser libres. Nos convertimos en esclavos de nuestras tristezas", constató; en cambio, la alegría cristiana deriva precisamente de la alabanza a Dios. "¿Qué es este alabar a Dios?", se preguntó el Papa. "Alabarle a Él gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da" fue su respuesta. Y "la eternidad será esto: alabar a Dios. Pero esto no será aburrido, será bellísimo. Esta alegría nos hace libres".
El Papa concluyó con una observación: "Es precisamente la Virgen quien trae las alegrías. La Iglesia la llama causa de nuestra alegría, causa nostrae letitiae. ¿Por qué? Porque trae nuestra alegría más grande, trae a Jesús. Y trayendo a Jesús hace que "este niño salte de alegría en el seno de la madre". Ella trae a Jesús. Ella con su oración hace que el Espíritu Santo irrumpa. Irrumpe ese día de Pentecostés; estaba allí. Debemos rezar a la Virgen para que al traer a Jesús nos dé la gracia de la alegría, de la libertad; nos dé la gracia de alabar, de hacer oración de alabanza gratuita, porque Él es digno de alabanza, siempre". Quien quiera profundizar más sobre este tema podría seguir el siguiente enlace: "El aburrido cielo".los bendiga.